Primera Escuela
Privada de Psicología Social
4to. Año
Análisis e intervención institucional y
comunitaria
La prostitución al desnudo
Un trabajo de investigación acerca de las
representaciones
sociales en torno a la prostitución
Equipo docente
Jorge Hugo Carrizo
Mónica Sapirstein
Integrantes
María Rosa Basbus
Claudia Elisa Bossi
Dora Faigenbaum
María Eugenia Otero
María Elena González
Romero
Natalia Rodríguez
Patricia Roxana Sánchez
año 2008
…………………………………………………………………………………………………………………………………………..
Situación Problemática
560 mujeres desaparecieron en nuestro país sólo en el año
2007. Se sabe que muchísimas de ellas son víctimas de redes de trata de
personas para la explotación sexual.
Es un fenómeno que crece, se perfecciona y tiene dimensiones
internacionales, el negocio genera ganancias millonarias y se ubica en el
tercer lugar después de la venta de armas y el comercio de drogas.
El caso emblemático de Marita Verón (la joven tucumana que
fue secuestrada en abril de 2002 y que habría sido vendida en 2000 pesos y
obligada a prostituirse) y el trabajo que realizó su madre, Susana Trimarco,
para recuperarla, inició en nuestro país el camino del desocultamiento del
tema, y propició discusiones en los medios, en las organizaciones, en oficinas
gubernamentales, en la sociedad toda.
Todos nos conmovemos con las palabras de Susana Trimarco y
ante el testimonio de mujeres y niñas víctimas de este flagelo en nuestro país
y en el mundo, pero la trata es solamente la faceta más dura y más perversa de
otro fenómeno que como sociedad no sólo no condenamos sino que no nos atrevemos
a cuestionar.
Prostitución y trata
Imaginemos por un momento que el color blanco es la
prostitución libremente elegida y el color negro es la trata de personas para
explotación sexual: en el medio hay infinidad de grises.
En el blanco impoluto ubicaríamos aquellos casos que los
medios masivos de comunicación se empeñan en mostrar: la chica universitaria
que cuenta sus vivencias como prostituta en un blog, que “eligió” esta
actividad porque le permite hacer mucho dinero en pocas horas de trabajo, dice
que le gusta y le asegura un buen pasar económico.
En los primeros grises encontraríamos a A., nuestra
entrevistada, una mujer que quedó embarazada en su primera relación sexual, que
“elige” prostituirse influenciada por su tía (que ejercía la prostitución) y
empujada por la necesidad económica, ya que no puede mantener dignamente a su
hija. A. manifiesta que su trabajo “le gusta” (en este tramo de nuestro
análisis no vamos a profundizar en el daño subjetivo que -creemos- le ha
causado esta práctica).
En los grises medios podemos citar a tantísimas mujeres que
son inducidas por sus compañeros a entrar en este universo de degradación.
En el gris más oscuro, otras mujeres ya no son inducidas
sino obligadas, y sus maridos o novios hacen las veces de cafishios/ fiolos/
chulos/ proxenetas (demasiadas palabras para nombrarlos, será que son muchos?)
Y ellas no tienen más opción que pararse en la esquina mientras son vigiladas?,
protegidas?... por ellos.
Más matices de gris: las niñas o chicas menores de edad que
son llevadas por su propia madre o padre…
Las que fueron reclutadas por alguien que probablemente “les
hizo el novio” y les prometió un trabajo de modelo o de moza en un bar…
Las que están encerradas en el puterío, que no pueden dejar
la actividad porque se sienten amenazadas…
Seguramente hay más grises si los queremos pensar.
En el color negro están la nena, la mujer que ha sido
secuestrada, drogada, amenazada con la vida de sus hijos o la integridad de
otros miembros de su familia.
¿Dónde está la línea que divide prostitución y trata; la que
discrimina entre la prostitución “buena” y aceptable y la “mala”, la que no es
más que violencia, degradación, violación a los derechos?
Nosotras no podemos considerar siquiera que exista esa línea
divisoria.
Diversos colectivos sociales y ONG’S remarcan las estrechas
vinculaciones entre trata/tráfico/prostitución. En cuanto a ésta última,
señalan el peligro de deslindar responsabilidades penales a partir de la
demostración de “consentimiento” de su situación por parte de las víctimas. En
este sentido reconocer a la prostitución como un “trabajo”, convertiría a los
proxenetas en empresarios.
Profundicemos en las diferentes posturas de las
organizaciones que mencionamos al comienzo de nuestra presentación: La Asociación de Mujeres Meretrices de la
Argentina (AMMAR) el sindicato
que nuclea a las “trabajadoras” sexuales, por su parte,
considera sumamente importante el reconocimiento de la actividad como trabajo,
ya que esto les permitiría acceder a derechos y protegerse de abusos por parte
de proxenetas, policías y hasta los propios “clientes”. Reconocen, no obstante,
que su utopía como organización es “que AMMAR nació para algún día morir. Pero
la
compañera que quiera pararse en una esquina por decisión
propia, tiene todo el derecho pero tiene que tener las herramientas suficientes
para saber defenderse. Que no pase lo que nos ha pasado a nosotras, el maltrato
que hemos sufrido con la sociedad y sobre todo con la policía”.
En cambio, las integrantes de AMMAR Capital, la Asociación
de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos, se autodenominan “mujeres en
estado de prostitución”. No lo consideran un trabajo, sino una consecuencia de
situaciones de vulnerabilidad social: “nadie elige ser prostituta; para que sus
hijos no pasen hambre prefieren estar en situación de prostitución”. Desde esa
mirada, apuestan a revertir el proceso de fragilidad en que están inmersas esas
mujeres.
La Coalición Contra el Tráfico de Mujeres en el Informe para
el Relator Especial sobre Violencia Contra la Mujer de Naciones Unidas, desde
su posición de que todas las formas de explotación sexual son una violación de
los derechos humanos de una persona, dice que estas distinciones –entre tráfico
y prostitución, prostitución infantil y adulta, prostitución forzada y libre y
prostitución del primer y tercer mundo- son falsas y engañosas y están al
servicio de la explotación sexual.
Todos parecen tener su posición tomada, mientras que de
fondo, la pobreza y la exclusión social continúan apareciendo como los mayores
proxenetas.
La prostitución existe desde tiempos inmemoriales.
Si bien los proxenetas y las redes de prostitución y trata
nacen después del capitalismo, el intercambio de bienes materiales por favores
sexuales sin ninguna duda lo antecede.
Los clientes pertenecen a todas las clases sociales; se
podría decir que el sólo hecho de ser varones los convierte en clientes
potenciales, de hecho, una abrumadora mayoría de hombres consume o ha consumido
prostitución alguna vez en su vida.
Y, definitivamente, el cliente es el actor principal, porque
sin demanda la oferta carece de sentido. Paradójicamente, es a la vez el gran
invisible.1
Los estudios sobre el tema se refieren en su gran mayoría a
la subjetividad de quienes se prostituyen, las notas periodísticas se ocupan
del tema y hablan de proxenetas, prostíbulos, mafias y hasta de complicidad
policial e institucional, pero a los clientes ni se los menciona.
Y los clientes son nuestros padres, hermanos, maridos,
novios y amantes. No son seres extraños que vienen a ejercer violencia sobre
nuestros cuerpos a cambio de dinero: son los varones de nuestra sociedad, que
en sus matrices tienen incorporada esta práctica como natural.
Ante esto, la prostitución aparece como inevitable. Su
existencia está garantizada por la demanda y esta demanda existe y existirá en
tanto no podamos poner en cuestión las representaciones sociales que la avalan,
la legitiman y en muchos casos, directamente la promueven.
Teniendo en cuenta lo que hemos detallado, nuestra
investigación se centrará entonces en tratar de determinar cuáles son esas
representaciones sociales que legitiman la prostitución y propician la demanda.
George Grosz |
Marco conceptual
Si bien este tema puede ser abordado desde distintas
disciplinas, nuestro análisis encuentra su base en la psicología social, algo
que, lejos de limitarnos, nos abre a otras corrientes de pensamiento, ya que
entendemos a la nuestra como una epistemología convergente. Por ello, incluimos
en el desarrollo conceptos de ciencias tales como la psicología, antropología,
sociología, filosofía, siempre haciendo eje en el ECRO Pichoniano (Esquema
Conceptual Referencial Operativo), que hace hincapié en la subjetividad del
individuo y la multicausalidad de la que es resultado; los vínculos y lo que
estos influyen en la vida de los sujetos; las matrices de aprendizaje que con
su marca rigen los distintos comportamientos, rigidizándolos muchas veces; el
rol que cada sujeto ocupa en la sociedad, roles que son a la vez asumidos y
adjudicados.
En relación a lo antedicho, creemos necesario puntualizar el
significado que nuestra mirada le otorga a algunos de los términos que
utilizamos en el desarrollo y análisis de nuestro trabajo:
Género
Según el diccionario es un “conjunto de seres que tienen uno
o varios caracteres comunes; clase o tipo al que pertenecen personas o cosas”.
Podríamos agregar que se trata de una construcción social, y
que se diferencia de la definición de “sexo” por cuanto éste es una
determinación biológica.
Hombre
Según la Real Academia Española, “varón, criatura racional
de sexo masculino; el de aptitud reconocida para dirigir negocios o una nación;
el que tiene talento”. También leemos “bajo esta acepción se comprende a todo
el género humano”. Este es un concepto que universaliza características, niega
las diferencias y anula los opuestos.
Mujer
Según la Real Academia Española, “persona de sexo femenino;
la casada con relación al marido; mujer de gobierno económico de su casa; mujer
del arte del mal vivir; ramera de su casa”.
Mitos
Según Diana Markwald: “Los mitos constituyen una explicación
no racional de hechos reales de la vida, cuyo valor de verdad no está puesto en
tela de juicio.
Al igual que los valores, los mitos impulsan, orientan y dan
sentido al comportamiento diario de los individuos. Dado que los mitos tienen
la capacidad de reforzar la solidaridad y estabilidad de un sistema, los mismos
pueden ser creados y utilizados para la promoción de intereses sectoriales”.
Es uno de los conceptos centrales para tratar de entender la
existencia de la prostitución a lo largo de la historia.
Prostitución
El término prostitución viene del latín
"prostituire" que literalmente significa estar expuesto a las miradas
del público, estar en venta, traficar con el cuerpo.
La prostitución es una modalidad de explotación, ejercida
mediante una actividad histórica y organizada, basada en los roles sexuales a
cambio de un pago inmediato en dinero o bienes que son apropiados en parte por
la víctima de la explotación y frecuentemente también por terceros organizados
en torno a esa explotación.
La prostitución es un negocio que otorga ganancias a un
conjunto de intereses y forma parte de una industria socio-económica que
incorpora todas las características de explotación social, racista, étnica y
sexista, vigentes en nuestras sociedades globalizadas y patriarcales
La prostitución es fundamentalmente una expresión de poder,
y pone al descubierto un concepto de sexualidad que privilegia la gratificación
masculina, por medio de un acuerdo comercial que se caracteriza por la
dominación y control de parte de quien paga (el cliente), para poder utilizar
el
cuerpo de una persona (la prostituta), estableciéndose entre
ellos una relación asimétrica, que deviene en una situación de violencia.
Si la socialización de los hombres conlleva a considerar que
la esencia de su identidad reside en su proeza sexual, sabemos que la
socialización de las mujeres ha sido orientada hacia la sumisión, la pasividad,
la dependencia y el intercambio de sexo por seguridad afectiva y económica. La
inseguridad y la vulnerabilidad de la mujer siempre han operado en provecho de
la dominación
sexual masculina. 2
Representaciones
Sociales
Según Moscovici, “Una representación social consiste en la
propuesta de una determinada interpretación de lo que existe o de lo que
acontece en el entorno. La representación social hace referencia precisamente a
tales o cuales temas, incluyendo unos datos en vez de otros y sugiriendo
ciertas evaluaciones en vez de otras posibles. Es una interpretación de la
realidad que
está destinada a ser interiorizada como representación
personal por determinados componentes de un grupo.
Tales representaciones hacen posible que lo nuevo no resulte
tan extraño y permiten que el individuo se desenvuelva mejor en sociedad. En
ese sentido, una representación social tiene en primer lugar un valor práctico
intrínseco que se evidencia en la interacción de los sujetos con el objeto, ya que
facilitan la integración de los individuos en torno a ese objeto.
Resto
Freud dice que: “en el seno del aparato psíquico individual,
lo que es ‘malo’ para una de las instancias psíquicas puede ser ‘bueno’ para
otra. Lo no mentalizado, lo informe, también está en busca de lugares donde
‘depositarse’, de espacios donde ‘reservarse’, donde quedar en latencia. A eso
llama ‘resto’. Lo que no puede oficializarse en la estructura institucional,
hacerse reconocer, debe encontrar un modo de existencia individual y grupal,
que debe ser suficientemente protegido para no ser destruido, u obligado a un
enquistamiento que haría difícil su elaboración ulterior, y destruiría su valor
potencial, pero al mismo tiempo suficientemente expresado como para que siga
siendo posible cierta ‘reanudación’ oficial ulterior. Al lado de la institución
estructurada, se organizan funcionamientos institucionales atípicos donde se
localiza lo que no puede inscribirse en otra parte”.
Encontramos en esta definición puntos de contacto con el rol
de la prostituta en la sociedad y lo que en ella se deposita. Ella es, al decir
de Natan Sonis, “receptora del resto”.
Sujeto
Según Enrique Pichón Rivière, “el sujeto es un ser de
necesidades que se satisfacen socialmente en relaciones que lo determinan. Nada
hay en el hombre que no sea producto de la interacción entre individuos, grupos
y clases”.
Este concepto es fundamental para entender los resultados
que dicha interacción supone.
Trabajo
Dice Ana Quiroga: “Acción planificada que compromete la capacidad
psicofísica del sujeto; mediante esa acción el hombre transforma la realidad
externa, cumpliendo en ella sus objetivos”. Actúa como un organizador del
psiquismo.
Desde esta perspectiva, es evidente el por qué de nuestro
cuestionamiento a que la prostitución sea considerada como tal.
Violencia
Entre otras definiciones, elegimos señalar a la violencia
como el abuso de la fuerza; la coacción ejercida sobre una persona en pos de
sojuzgarla, someterla, dominarla. Esa operación, no sólo física, sino también
(y en algunos casos, fundamentalmente) psíquica, sitúa a la víctima en una
condición de indefensión que en ocasiones no le permite siquiera vislumbrar la
posibilidad de escape.
Vínculo
Si nos remitimos estrictamente a la definición de E. Pichón
Riviere, diremos que es una estructura compleja que incluye un sujeto, un
objeto (que es otro sujeto) y su mutua interrelación con procesos de
comunicación y aprendizaje.
Ahora bien, relacionándola con nuestro trabajo, esta
definición se asemeja a un juego de palabras: “sujeto-objeto”, que resulta
totalmente aplicable, ya que en el mismo se menciona la cosificación sufrida
por la mujer en estado de prostitución, que le daría esta característica.
Desarrollo
El discurso patriarcal
Se dice “el hombre” para definir al ser humano.
Simone de Beauvoir nos advierte en los primeros párrafos de
“El segundo sexo” que a ningún hombre se le ocurriría escribir un libro sobre
la situación singular que ocupan los varones en la humanidad, porque es
evidente que el lugar que ocupan es un lugar de privilegio.
“La mujer es la mujer
en virtud de cierta falta de cualidades”, decía Aristóteles.
Santo Tomás decreta que “la mujer es un hombre fallido, un
ser ocasional”.
El Génesis nos confirma el lugar que ocupa la mujer en el
cartel de la humanidad: coprotagonista, personaje secundario, la que nace de la
costilla de Adán y para que Adán no se sienta solo. De Adán, para Adán.
Michel Onfray se estremece pensando la posibilidad de que al
creador se le hubiera ocurrido aparear a Adán con una vaca, un mono, una yegua,
un perezoso o un ornitorrinco, ¿debería la mujer agradecer el privilegio de ser
más apta para compañía del hombre que los anteriores?.
Dice Simone de Beauvoir: “La Humanidad es macho, y el hombre
define a la mujer no en sí misma sino en relación a él, no la considera como un
ser autónomo. ‘La mujer, el ser relativo’, escribe Michelet. (…) La mujer se
determina y se diferencia en relación al hombre y no éste con relación a ella;
la mujer es lo inesencial frente a lo esencial. El es el Sujeto, lo Absoluto,
ella es lo Otro”.3
Después de preguntarse por qué no ponen en discusión las
mujeres la soberanía masculina y de intentar respuestas al cuestionamiento de
dónde viene la sumisión femenina, Simone de Beauvoir prosigue:
“Viven dispersas entre los hombres, atadas por el medio
ambiente, el trabajo, los intereses económicos, la condición social, a ciertos
hombres -padre o marido- más estrechamente que a las demás mujeres. Burguesas,
son solidarias con los burgueses y no con las mujeres proletarias, blancas, lo
son de los hombres blancos y no de las mujeres negras. El proletariado podría
proponerse llevar a cabo la matanza de la clase dirigente, un judío o un negro
fanáticos podrían soñar con acaparar el secreto de la bomba atómica y hacer una
Humanidad enteramente judía o enteramente negra: la mujer ni siquiera en sueños
puede exterminar a los varones. El vínculo que la une a sus opresores no es
comparable a ningún otro.
(…) Eso es lo que caracteriza fundamentalmente a la mujer:
ella es lo Otro en el corazón de una totalidad cuyos dos términos son
necesarios el uno para el otro”.4
Sin lugar a dudas el hombre ocupa en nuestra sociedad un
lugar de privilegio, y como mujeres no podemos más que luchar por un cambio
para no seguir reproduciendo las ideas que sostienen el patriarcado como
sistema de explotación.
Los grupos de mujeres convocamos a mujeres a charlar sobre
lo que nos pasa a las mujeres entre mujeres. En esas reflexiones el hombre
aparece como prostituyente, el cuerpo de la mujer es de él y para él, para
satisfacer sus deseos. Él es el explotador, el agresor, el poderoso que hace
abuso de poder.
Estamos convencidas de que todo eso es cierto.
Pero, desde esa profunda convicción, creemos que debemos
tener una mirada más amplia. La mirada “desde la mujer” puede caer en el
reduccionismo y la simplificación; el mirar al hombre en una sola dimensión -la
de agresor- nos limita.
Sorprendentemente, nos encontramos con la realidad de que
los varones manifiestan no sentirse satisfechos con las relaciones con
prostitutas, y Juan Carlos Volnovich, en su trabajo sobre los clientes de
prostitución, sostiene que la humillación masculina es infinita.
La prostituta en la taberna. Camila Campillay Zazzali |
El peso de los mandatos
Tanto sobre el hombre como sobre la mujer recaen mandatos:
uno es la contracara del otro, ambos desconocen su deseo: en la mujer, desde la
negación, el deseo aparece vedado. Su cuerpo es para otros y es objeto de
deseo. En el hombre, desde esta idea del siempre macho que necesita el sexo
como una necesidad fisiológica, nunca puede decir no y debe estar dispuesto.
Es sujeto de deseo pero teme ser deseado.
Él también muestra un profundo desconocimiento de su deseo.
En su lugar aparece la necesidad. Y en lugar de humillación demuestra
jactancia.
“La sociedad y su discurso patriarcal es quien determina
desde un comienzo nuestro lugar en el sistema sexo/género; continuamente
reprimiendo aquellas ‘iniciativas que no son propias de nuestro sexo’,
alentando el desarrollo de aquellas ‘conductas que se corresponden con nuestra
genitalidad’.
Testículos, pene, varón, hombre, celeste, fuerte, valiente,
racional, invulnerable, superior.
Vagina, clítoris, rosa, delicado, sumiso, complaciente,
sensible, débil, inferior.
El hombre como sujeto: para él los espacios públicos, el
desarrollo a nivel personal, la inteligencia, la capacidad creadora, la
racionalidad, la fuerza. Su palabra como mandato, como incuestionable. Su
cuerpo como invulnerable, sólido, nunca violentado.
La mujer como objeto: para ella el espacio privado, oculto,
su individualidad postergada por el cuidado de la familia, la sensibilidad y
las emociones, la fragilidad. Su palabra como susurro, casi irrelevante, muchas
veces ausente.
Su cuerpo como objeto, destinado a satisfacer sexualmente al
hombre, expuesto continuamente a las miradas, voces y abusos masculinos.
Él en su trabajo, ella limpiando la casa; él con sus amigos,
ella con las niñas; él con el derecho a opinar sobre el cuerpo/objeto femenino,
ella expuesta constantemente en el afuera (aquel lugar que no le corresponde);
él consumidor de prostitución, ella
cosificada, una vez más, cumpliendo su función complementadora del masculino.
Así es como deben darse las cosas”.5
Scott y Rojas profundizan sobre el modelo de mujer: "En
una sociedad patriarcal, los procesos de construcción de la subjetividad
femenina son los mismos tanto para la mujer prostituta como para la que no lo
es: todas las mujeres son modeladas por idéntica socialización, donde se
legitima una forma de ser mujer y de interactuar con las otras y otros que,
básicamente, la escinde en dos, siguiendo el recurso mítico de las dos Marías:
la Virgen y la Magdalena. Cada una de estas figuras míticas representando un
paradigma de lo femenino, portador de lo virtuoso y esperado socialmente en
uno, y de lo repudiado y censurado en otro.
Luego, la opción por la prostitución dependerá de factores
desencadenantes subjetivos".6
Estas ideas que nos acompañan y nos marcan el camino nos
dicen que es aquello que se espera de nosotros en nuestro proceso de
convertirnos en hombres y mujeres.
Aprendemos y transmitimos a nuestros hijos los modelos de
mujer y de hombre sin cuestionarlos. Estas interpretaciones del ser mujer y el
ser macho son representaciones sociales.
Según Kaes, esas representaciones sociales no sólo son
formas de entender e interpretar al mundo (o sea, formas de construcción de la
realidad) sino que constituyen clasificaciones que tienden a preservar el orden
establecido.
Tanto como la repetida frase “pobres hubo siempre”, la
prostitución forma parte de los “usos y costumbres”, parte de “la naturaleza
humana”, tan naturalizada como que equipara el consumo de los objetos con el
consumo de las personas.
Las representaciones sociales acerca de la prostitución
La prostitución: ¿un trabajo?
Casi todos nuestros encuestados coinciden en considerar que
la prostitución es un trabajo, y varios agregan “como cualquier otro”.
Muchos se muestran a favor de la legalización/
reglamentación.
Las mujeres que pertenecen a AMMAR Nacional, (Asociación de
Mujeres
Meretrices de Argentina), el sindicato que nuclea a las
prostitutas -en realidad, aún no reconocido como tal por el Ministerio de
Trabajo- se autodenominan “trabajadoras sexuales”.
AMMAR Capital (Asociación de Mujeres por los Derechos
Humanos) insiste en llamarlas “mujeres en situación de prostitución”.
La Coalición contra el tráfico de mujeres en el Informe para
el Relator Especial sobre Violencia Contra la Mujer de Naciones Unidas dice:
“Aquellos quienes quieren que la prostitución sea reconocida
como ‘Trabajo Comercial del Sexo’ argumentan que cuando la prostitución es
desestigmatizada y regulada, más ‘profesional’, la prostituta llega a tener más
‘dignidad’ para ella y su ‘trabajo’. Profesionalizar la prostitución no
dignifica ni mejora la situación de la mujer en la prostitución. Simplemente
dignifica y profesionaliza la industria del sexo y a los hombres que pagan
cuerpos de mujeres y niños en la prostitución. Se les da a ellos más dignidad y
credibilidad profesional de lo que ellos han podido obtener en cualquier otro
lado y, esta vez, ¡en el nombre de los derechos de las mujeres!. (…) La
prostitución es una práctica que viola la dignidad humana y la integridad
garantizada a todas las
personas en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos. Esta Declaración proclama que todos los seres humanos han nacido
libres e iguales en dignidad y derechos. Cualquier forma de explotación sexual,
incluyendo a la prostitución, revoca esta dignidad humana.
WHISPER, la organización de mujeres que han sobrevivido a la
prostitución y quienes están comprometidas en terminar con esta forma de
violencia en contra de las mujeres, encontraron dificultades para identificar
habilidades de trabajo obtenidas en la prostitución las cuales podrían hacer
que la carrera de cualquier persona avance. Encontraron que las ‘habilidades’
de la prostitución son: ejecutar actos sexuales, fingir disfrute sexual,
aguantar cualquier manera de violación corporal y permitir que su cuerpo sea
usado de cualquier forma imaginable por otra persona. ¿A qué niña alentaríamos
a desarrollar esas ‘habilidades?’”7.
En los países que han optado por el sistema reglamentarista como Alemania y Holanda se ha generado un
enorme “mercado negro” de prostitución ilegal y ha aumentado el tráfico ilegal
de mujeres desde los países más pobres hacia los países reglamentaristas.
Si la prostitución es considerada -desde el Estado- un
trabajo como cualquier otro, aparecen contradicciones en el sistema de las que
dan cuenta estos dos ejemplos:
“El Centro De Trabajo e Ingresos de Holanda (CWI) encargado
de emitir las ofertas laborales para gente que esta en el paro, a raíz de una
queja tuvo que admitir que la oferta que le hizo a una mujer para trabajar en
la prostitución fue un ‘accidente’. Según el CWI, las ofertas de trabajo se
producen automáticamente por computador. La mujer se había inscripto en busca
de trabajo a través de la pagina en Internet del CWI, y ‘si vives de la
seguridad social y te inscribes en busca de trabajo, estás obligada a aceptar
cualquier trabajo, o de lo contrario retienen tu dinero por haber rechazado una
oferta que ahora es legitima’”.8
“En Alemania un caso similar salió a luz pública en mayo del
2005, cuando una camarera de 25 años recibió la noticia de que probablemente
perdería la asistencia social por haber rechazado una oferta para trabajar en
un burdel. La nueva ley de la seguridad social en Alemania estipula que las
personas menores de 55 años que viven de la seguridad social más de un año
deben aceptar el primer trabajo que se les ofrezca, o perder sus beneficios
sociales”.9
¿Puede ser considerado un trabajo como cualquier otro?
¿Libre elección?
Cuando preguntamos por la prostitución, algunos encuestados
parecen sentirse obligados a responder a un supuesto cuestionamiento de tipo
moral, en algunos casos intentan defender a las mujeres que se prostituyen,
otros las responsabilizan. Ya sea como víctimas o responsables todos se
refieren a ellas; nadie al cliente, verdadero prostituyente.
En muchos encuestados aparece la necesidad de hacer referencia a la prostitución de lujo.
Su existencia parecería ser prueba de una libre elección:
“’Damas de compañía’
que pertenecen a clases con un poder adquisitivo alto, con autos importados,
ropa de alta costura y joyas. Pasa en todos lados y en todas las clases”
(Encuesta 8)
“Pienso en la prostitución
donde hay ‘polvos’ que se venden con muchos ceros atrás, pienso más en ambición
sin esfuerzo, el camino rápido para tener un buen auto” (Encuesta 40)
“Hay una mina francesa
que fue prostituta de lujo y tiene una mirada diferente e inteligente”
(Encuesta 49)
En la entrevista realizada a Mimi de AMMAR Capital, ella nos
asegura que la prostituta de lujo o de buen pasar económico también está en
situación de vulnerabilidad subjetiva, y en cuanto a la libertad de elección es
tajante: “nadie elige ser prostituta”.
Quienes se manifiestan a favor de la prostitución como
trabajo, muchas veces lo hacen en defensa de las libertades individuales, y la libre elección del “trabajo sexual”
es una idea generalizada.
Tomamos para pensar este tema un ejemplo muy gráfico de
Alfredo Grande10:
“Esto hay que ponerlo
en el plano no del deseo del sujeto sino en las condiciones objetivas y
subjetivas que hacen que una persona elija algo que lo perjudica. Concretamente
vos elegís tomar agua contaminada porque tenés sed, no tenés deseos de
contaminarte. Tenés deseos de calmar tu sed pero lo único que hay es agua
contaminada. No sé si alguna mujer desea ser prostituta, pero lo que hay que
discutir es esto que la cultura represora condena pero a la vez propicia”.
Ante el interrogante ¿por qué creés que se prostituyen?
aparecen las siguientes ideas: que la
prostitución es una forma sencilla de ganar mucha plata, que algunas mujeres lo
hacen porque están en situaciones de vulnerabilidad económica y otras lo hacen
porque les gusta. En los encuestados aparecen muy frecuentemente
contradicciones profundas, encontrando incluso polos opuestos en la misma
respuesta.
“Porque es el medio
más veloz y fácil de conseguir bienes a cambio, sin requerir de inversiones de
dinero, tiempo ni
esfuerzo en estudios o trabajo”. (Encuesta 2)
“Algunas para comer
porque no les queda otra opción, generalmente cuando tienen muchos hijos y no
tienen como mantenerlos. Otras por placer”. (Encuesta 8)
“Porque eligen la
forma fácil de conseguir dinero, a otras les gusta “. (Encuesta 12)
“Hay dos tipos: las
que lo hacen por placer y las que lo tienen que hacer porque alguien las obliga
o por necesidad. Igualmente esto de necesidad para mi no va “. (Encuesta 13)
“Algunas porque no
tienen otras habilidades o salidas laborales, otras porque les gusta la
compañía anónima “. (Encuesta 30)
Es un mito ampliamente difundido que algunas lo hacen porque
les gusta. Sin embargo “la mayoría llega a la prostitución luego de historias
de violencia, vulnerabilidad, pobreza, engaños (de sus parejas, de sus
familiares), violaciones, exclusión y falta de educación. Muchas también son
secuestradas y obligadas mediante torturas, amenazas, violencias. La
prostitución no es elección. Es una opción cuando no queda ninguna otra
opción”.11
La prostitución aparece como una forma sencilla de ganar
dinero, sin embargo, no parece una tarea nada sencilla: en las mujeres que se
dedican a la prostitución el daño subjetivo es muy importante, hay sufrimiento
corporal, psicológico y deterioro de la relación con el mundo externo, sufren
consecuencias de tal gravedad que solo son comparables con aquellas personas
que han sido víctimas de tortura12.
Scott y Rojas definen algunas de estas consecuencias: “Las
más importantes se producen en la autoestima, que se ve profundamente dañada a
partir de una situación que las hace perder su individualidad única y esencial,
las escinde y las coloca en el lugar de objetos para el deseo del otro,
instaurando un fenómeno de cosificación que les impide asumirse como sujetos de
derecho”.13
Durante la entrevista realizada a A., mujer en estado de
prostitución, visualizamos contradicciones, falta de discriminación entre “lo
laboral” y su intimidad personal, manejo de la negación y un particular
concepto de salud vs. enfermedad, que nos remite a pensar en una falsa
fortaleza yoica.
A. pareciera estar utilizando el mecanismo de negación
cuando, ante a la pregunta de si le gusta su “trabajo” o lo padece, responde:
“No, no lo padezco
para nada, a mí me resulta muy fácil laburar de puta (…) Ahora puede ser que lo
padezca porque estoy en recuperación de otra cosa”. (actualmente, A. está
en recuperación por su adicción al juego).
“No es un trabajo como
cualquier otro, pero a mi me encanta, yo me divierto mucho... Será que me pongo
tanto en el personaje, que me divierto”.
Al preguntarle si
hay clientes que se enamoran, nos contesta:“sí, algunos se
enamoran, te dicen boludeces “.
A lo largo de la entrevista, aclara que hizo terapia 10
años:“soy sana de cabeza, a mí no me van a dar vuelta… Me cogí muchos tipos,
pero que mi pareja me vea y después te diga que le jode que estés con otros, no
me lo banco, ‘no quiero que me pudran la cabeza’”.
Scott y Rojas prosiguen: “Este concepto del cuerpo femenino
como un objeto- receptáculo de los deseos del otro (el cliente) genera, además,
profundas alteraciones en su imagen corporal. Su cuerpo es visto por ellas
mismas como ‘cuerpo sucio’, locus de pecado, cuerpo muerto, ajeno al goce y al
placer”14.
Nuestra entrevistada pareciera estar hablando de esto cuando
le preguntamos si puede sentir placer con su pareja: “estuve 11 años en pareja
y 8 con un eyaculador precoz y para mi era re-cómodo, porque era rápido, y
chau, como con un cliente que vos querés que sea rápido, te pague y se vaya”.
¿Necesidad fisiológica?
La sexualidad masculina aparece como una necesidad fisiológica, más fuerte que en la mujer, más
“irrefrenable”.
Una de nuestras encuestadas reproduce el mito que sostiene
que los varones tienen deseos que no pueden contener (y las mujeres los
provocan), y que hace aparecer a la prostitución como preventiva:
“Si no pueden manejar
los instintos prefiero que pague a que viole”. (Encuesta 23)
Magdalena González aclara que “es sabido que los violadores
no tienen relaciones con mujeres en estado de prostitución. Además, es una
frase paradigmática que pone de manifiesto cómo la prostitución es funcional al
sistema”.15
“Pretendemos desnudar las condiciones materiales de
existencia de la prostitución, donde están enlazadas las condiciones materiales
de existencia de las mujeres, de las mujeres pobres, y de las mujeres con
ejercicio de la prostitución, por carencia de otras posibilidades o
alternativas de vida, en una sociedad que acusa un índice de desocupación muy
fuerte.
Das Biaggio explica ‘si uno pone una mirada sobre lo que
puede ser modificado, entonces hay que intentar discutir, y debatir sobre las
causas de la prostitución, por qué socialmente aparece como que la oferta por
parte de las mujeres que ejercen la prostitución, es lo que genera la demanda.
Esto es lo que socialmente se percibe, como si la existencia de la prostitución
se da por que hay mujeres que se prostituyen.
Este concepto ubica al hombre como un cliente pasivo, cuando
en realidad se oculta el rol que tiene el que demanda. La prostitución existe
por que existe demanda de sexo por dinero’”.16
Y existe demanda de sexo por dinero porque es una práctica
legitimada que forma parte del universo masculino y que se sostiene por la
rigidez de los mandatos que recaen sobre el varón en su proceso de convertirse
en hombre.
“Y transmitirás a tus hijos…” Deuteronomio 6:7
El principal sostén de la naturalización de andar con putas
es la transmisión generacional, como
hecho cultural, que se realiza de padres a hijos, de tíos a sobrinos y así.
La ausencia de cuestionamiento por parte de los mayores, en el mejor de los
casos -en los peores, se recomienda ir en búsqueda de ese tipo de aventuras
sexuales-, genera un aprendizaje que los niños varones van adquiriendo, con
total naturalidad, a veces hasta como un juego. Entonces, si en algún momento
de sus vidas, por diferentes razones, eligen estar con una prostituta, lo hacen
casi sin culpa: al fin, es lo que aprendieron, el legado que recibieron de sus
ejemplos más cercanos.
El varón que inicia su vida sexual “tardíamente” soporta
burlas y sospechas, su virilidad es puesta en duda.
Dice un encuestado:
“Mis amigos habían debutado todos, la gran mayoría con putas, y yo ahí,
empezándome a sentir un boludito absoluto (…) A esa altura ya me daba vergüenza
ante todos no haber debutado. Me habían convencido todos los hombres del mundo
(papá, hermano, tíos y amigos) de que era un perfecto boludo (…) El consumo de
prostitución se transmite de hombre a hombre, de padres a hijos en el discurso
(…) Mi contexto familiar y de amigos, de hombres que no veían mal vincularse
con putas” (Encuesta 27)
La complicidad
masculina se demuestra en algunos actos que son claves: las putas como
regalos entre varones, por ejemplo:
“Una vez un amigo me
llevó a un cabaret y me pagó una chica” (Encuesta 18)
“La salida
planificada, sin que lo supiera, era llevarme a un departamento de la calle
Paraná y
Corrientes: me estaban
regalando una puta”. (Encuesta 27)
“Una vez porque me la
mandó un dueño de una empresa para la que trabajaba” (Encuesta 43)
El contratar a una
prostituta como “ceremonia” entre amigos:
“Fui siempre con
amigos, despedidas de solteros” (Encuesta 43)
“Iba por hacerle pata
a unos amigos” (Encuesta 20)
“Para mí es un momento
divertido por el entorno -siempre en festejos con amigos- se organiza como una
salida, en vez de ir a un bar, se sale con prostitutas y amigos”. (Encuesta
22)
Todavía hoy, algunos varones son llevados por sus adultos
masculinos significativos a debutar con una prostituta.
Basta con escuchar comentarios en la puerta de cualquier
jardín de infantes para saber cuáles son las representaciones sociales de la
mujer y el varón que nos acompañan y nos marcan desde la más tierna infancia.
Si una nena y un nene dicen que son novios, los comentarios de los padres del
varón son: hijo de tigre, qué campeón; mientras los papás de la nena suelen
agarrarse la
cabeza preocupados: ésta va a ser una atorranta, rápida la
nena, etc.
Estas ideas son sostenedoras inconscientes del paradigma
patriarcal.
El hombre debe demostrar su hombría con un alto rendimiento
sexual, y aquel que no pueda tener muchas relaciones sexuales será menos
hombre.
Las mujeres aparecemos como controladoras de esa naturaleza
masculina y casi siempre la esposa en el imaginario social, no es aquella que
despierta los deseos sexuales de su compañero.
Recordamos el chiste de las tres mujeres (una amante, una
novia y una esposa) que se reúnen para poner a prueba una técnica de seducción:
Deciden que las tres, esa misma noche, usarán bodies de
cuero negro, tacones aguja de 20 centímetros, y máscara de ojos para recibir a
su compañero.
Al día siguiente, se reúnen a comparar experiencias:
La amante clandestina cuenta:
-Apenas abrió la puerta y me vio de body negro, tacones y
pintada, gritó como un salvaje, y me poseyó cuatro veces ahí no más, en el
piso...
La novia a su vez cuenta:
-Yo me puse el body negro, los tacones y me pinté, pero me
dio alguito de vergüenza. Cuando llegó al apartamento y abrí el abrigo, se puso
como un loco y me llenó de besos y fuimos a la cama, donde hicimos el amor dos
veces seguidas...
La casada, gruñe y cuenta:
-Bueno, yo también me puse el body de cuero negro, los
tacones y me pinté los ojos de negro. Llegó mi marido, se tiró sobre el sillón,
agarró el control remoto y me dijo:
-¿che, Batman, qué hay para comer?
Podemos leer solo el chiste, pero detrás de él se esconde
esta idea de la disociación entre la mujer-esposa, madre de los hijos y
garantía del sostenimiento del hogar y la mujer que se desea, la pasión, el
instinto sexual.
Freud17 plantea que: “sólo en una limitada minoría (de los
hombres) aparecen debidamente confundidas las corrientes cariñosa y sexual. El
hombre siente coartada casi siempre su actividad sexual por el respeto a la
mujer, y solo desarrola su plena potencia con objetos sexuales degradados,
circunstancia a a que coadyuva el hecho de integrar en sus fines sexuales
componentes perversos, que no se atreve a satisfacer en la mujer estimada”.
Noemí Rivera |
Para dar cuenta de la continuidad de la práctica sostenida
de la prostitución y el aval que la sociedad parece otorgarle, podemos pensar
que una de las claves es la disociación.
Disocian la prostituta, el cliente, la “madresposa”, la
sociedad. Se disocia la sexualidad, las posturas hacia la mujer (una
madresposa-sujeto y una prostituta-objeto) y se separa al deseo del afecto.
La institución matrimonial
Una de las representaciones sociales que aparece muy
claramente en las encuestas realizadas es la idea de que los hombres buscan afuera lo que no tienen en su casa:
“Si un chabón esta
bien con su pareja y tiene toda digamos dentro de su casa no va a salir de
putas
a buscar lo que tiene
en la casa y gratis” (Encuesta 28)
“Va a buscar en la
prostituta lo que no encuentra o no pide en su casa” (Encuesta 45)
Vuelve a aparecer la
disociación entre la mujer puta y la mujer honesta.
Dice Simone de Beauvoir que los padres de la iglesia decían
que eran necesarias cloacas para garantizar la salubridad de los palacios.
San Agustín asegura: “apartad a las prostitutas de la vida
humana y llenaréis el mundo de lujuria”.
De la misma manera, la existencia de una casta de mujeres
perdidas permite conservar a la mujer honesta.
En la entrevista a A. esta idea socialmente aceptada de que
los hombres buscan afuera lo que tienen en su casa parece tambalear. A. tiene
muchos clientes, la mayoría hombres casados. Nos cuenta qué prácticas admite en
el ejercicio de la prostitución: “besos
no, (…) sexo oral, si, obvio, si no hago nada, algo te tenés que dejar hacer
(…) disciplina no hago, yo esas cosas no, la cola no (…) Hago lo que hace
cualquier mina en la cama”.
Podemos preguntarnos si existe una sola imagen de la
prostituta o su oficio se incluye en un término mucho más amplio, el de “puta”, que se utiliza para despreciar a
cualquier transgresora en el ámbito de la sexualidad. Marcela Lagarde ha
analizado este tema: “ideológicamente se identifica ‘puta’ con ‘prostituta’,
pero ‘putas’ son además, las amantes, las queridas, las edecanes,
las modelos, las artistas, las vedettes, las exóticas, las
encueratrices, las misses, las madres solas o madres solteras, las fracasadas,
las que metieron la pata, se fueron con el novio, y se salieron con su domingo
siete, las malcasadas, las divorciadas, las mujeres seductoras, las que andan
con casados, las que son segundo frente, detalle, o movida, las robamaridos,
las que se acuestan con cualquiera, las ligeras de cascos, las mundanas, las
coquetas, las relajientas, las pintadas, las rogonas, las ligadoras, las
fáciles, las ofrecidas, las insinuantes, las calientes, las cogelonas, las
insaciables, las ninfomaníacas, las histéricas, las mujeres solas, las locas,
la chingada y la puta madre, y desde luego, todas las mujeres son putas por el
hecho de evidenciar deseo erótico, cuando menos en alguna época o en
circunstancias especificas de sus vidas”. 18
La mujer como objeto de consumo
La mujer es
cosificada, y en especial la que pertenece al universo de las “mujeres
malas”. En los medios de comunicación nos apabullan con imágenes de cuerpos de
mujeres que son sólo objetos para el deseo de otros.
El cuerpo de la mujer está destinado a satisfacer
sexualmente al hombre. “Ir de Shopping
(comprar ropa) es algo generalmente de dominio de la mujer; la prostitución es
lo mismo, pero para el hombre”. (Encuesta 24)
Citando a Marcela Lagarde: “si la mujer es naturaleza, su
historia es la historia de su cuerpo, pero de un cuerpo del cual ella no es
dueña porque solo existe como objeto para otros o en función de otros, y en
torno al cual se centra una vida que es la historia de una expropiación. ¿Y qué
tipo de relación puede haber entre una expropiación y la naturaleza? ¿Se trata
del cuerpo natural o del
cuerpo históricamente determinado?”
Cuando preguntamos: ¿obtuviste satisfacción en esas relaciones?
Un encuestado responde:
“Si, cuando el
producto coincidía con lo que costaba”. (Encuesta 19)
Y ante la pregunta: si un hombre está en pareja y se va de
putas, ¿lo considerás una infidelidad?, algunas respuestas vuelven a hacer pie
en la cosificación de la prostituta:
“No, es como
masturbarse. No existe ningún tipo de compromiso afectivo”. (Encuesta 19)
“No. Porque el cuerpo
es lo que está en venta, es un servicio”. (Encuesta 24)
La sociedad le devuelve a la prostituta la imagen de un objeto de consumo.
La mirada de los otros le confirma que no es considerada un
ser humano; su cuerpo es para el placer
de otros.
“Soy una criatura
alterada por la mirada del otro. Esa mirada me penetra y me viola. Me convierte
en ese objeto que el otro necesita que yo sea para satisfacer su glotonería”.19
Y es en esta idea de cosificación y en la disociación entre
el sexo y los sentimientos donde parece sostenerse la idea de que irse de putas no es ser infiel, lo
que responden muchos de nuestros encuestados varones, como así también algunas
mujeres:
“Creo que hay otras
formas de "infidelidades" antes que la prostitución”. (Encuesta 3)
“No es ser infiel. En
general se podría decir que hay tres tipos de relaciones sexuales: (i) sexo con
amor, (ii) sexo
deportivo y (iii) sexo fisiológico. En general, cuando se recurre a este tipo
de servicio se busca satisfacer necesidades del tipo (ii) y/o (iii), lo cual
nada tiene que ver con los sentimientos”. (Encuesta 17)
“No, porque uno no se
va a enamorar de la prostituta con quien estuvo, sigue enamorado de su
pareja”. (Encuesta 22)
“No creo que un hombre
sea infiel si tiene pareja y tiene relaciones con una prostituta. Se trataría
solo de un proceso
fisiológico”. (Encuesta 26)
“No es infidelidad. El
sexo ocasional no es infidelidad, sino ocasionalidad”. (Encuesta 30)
“Quizás si es parte de
una experiencia no lo tome como infidelidad, pero si hay un hábito si”.
(Encuesta 40)
¿El oficio más antiguo del mundo?
Otro mito falso supone que “la prostitución es un atributo
innato de las mujeres y por lo tanto inevitable, construcción muy conveniente
al patriarcado y a los explotadores. La prostitución expone el propio cuerpo al
servicio de otro, para que sea usado como mercancía, por tanto no es oficio
sino esclavitud. Es imposible vender el cuerpo sin lastimar el alma. En
sociedades primitivas, las mujeres aparecemos como parteras, alfareras,
artesanas, curadoras, maestras, aurigas (conductora de carro), recolectoras,
antes que practicando la prostitución. Estos oficios ejercidos por las mujeres
se pueden comprobar por la arqueología y la mitología popular pero son
ignorados por la ‘historia’ patriarcal. La prostitución tiene un inicio
preciso: la afirmación del patriarcado”.20
En muchas respuestas de nuestros encuestados la prostitución
aparece naturalizada, lo que la
convierte en ahistórica y universal:
“Es el oficio más
viejo del mundo”. (Encuestas 3, 8, 23, 26 y 39)
“Es algo normal y
común. Es el oficio más viejo del mundo y nunca desapareció”. (Encuesta 28)
A pesar de que se dice que es un oficio normal y común,
Jorgelina de AMMAR Nacional nos advierte en su entrevista del maltrato social
al que son sometidas y la hipocresía de la que son las principales víctimas: “al cliente nunca le hicieron actas,
justamente ahí esta la coima de la policía, no te hago el acta pero me tenés
que dar tanto, porque si te hago el acta va a llegar la citación a tu casa, tu
mujer se va a enterar que estuviste con una prostituta, (…) esta doble moral
¿no?, te consume pero es perfecto en su casa y nadie se tiene que enterar lo
que hace fuera de su casa”.
La sociedad parece desplazar y depositar en la mujer en
situación de prostitución aspectos negativos, aquello que no puede ser
elaborado fácilmente; de lo contrario, cada uno debería hacerse cargo de la
responsabilidad que le cabe.
La prostitución está naturalizada, no la cuestionamos. A las
prostitutas intentamos no verlas, las invisibilizamos.
Aparecen como depositarias del “resto”.
Pertenecer, ¿tiene sus privilegios?
Tópicos como “el oficio más antiguo del mundo” generan la
sensación de comportamientos inevitables, estas ideas del imaginario social,
sumadas a que en la posmodernidad la identidad se construye a partir del
consumo, provocan conductas consumidoras
de prostitución.
“La conducta
consumidora, como cualquier otra forma del comportamiento, tiene carácter
social. Esto quiere decir que es determinada y moldeada por el grupo al que
pertenecemos o por aquel que aspiramos a integrar.
En el ámbito del consumo, como en todo otro fenómeno social,
se cumple el interjuego entre individuo y grupo con los infaltables elementos
de seguridad, prestigio, status y poder.
El miedo a la pérdida, la inquietud que produce la ausencia
de identidad, se ven compensados por la adquisición de objetos que son símbolos
de la pertenencia a un grupo social, que pueden convertirse en el rasgo
característico de nuestra personalidad”.21
¿El miedo que no manifiestan es el temor a ser deseado? ¿Ser
deseado puede ser sinónimo de ser capturado o poseído?
¿Los varones consumen prostitución para pertenecer a la categoría de “machos”?
Los hombres parecen reafirmar en este acto su hegemonía, su
poder. El derecho de los poderosos sobre el cuerpo de los más débiles.
Varios de nuestros entrevistados manifiestan no sentir placer en situaciones de pagar
por sexo, coincidiendo con la investigación del sociólogo Saïd Bouamama
realizada en Francia y auspiciada por el Mouvement du Nid, en la que 13.000
personas respondieron sobre el tema.
“No era mucho el
placer que sentía -a veces nada de nada-“. (Encuesta 27)
“No, nada fue algo muy
frío”. (Encuesta 28)
“Nunca obtuve
satisfacción”. (Encuesta 43)
Según Volnovich, “el dato más significativo que aporta la
investigación es el siguiente: el 75% de los clientes se declaran insatisfechos
en las relaciones con las prostitutas. Un 59% se lamenta por padecer algún tipo
de disfunción sexual que incluye a la eyaculación precoz, la impotencia o a la
dificultad para eyacular. Mientras la mayoría se queja de experiencias que los
dejan defraudados, disconformes y decepcionados, otros prefieren aceptar que se
sienten ridículos y patéticos por tener que recurrir a la prostitución”.
Se sienten avergonzados por "verse obligados" a
pagar lo que deberían conseguir por medios más legítimos, respondiendo a los
imperativos de masculinidad. El cuerpo y la sexualidad femeninas son para los
hombres, esa es una de las reglas tácitas de la sociedad patriarcal.
Juan Carlos Volnovich hace hincapié en la infinita humillación de los varones.
Los hombres se sienten avergonzados por vincularse con mujeres
degradadas, se sienten defraudados porque las putas los despachan no bien haya
finalizado el contrato y porque nada sexualmente extraordinario pasa en ese
encuentro.
Allí aparece entonces el estado de vulnerabilidad de los clientes.
Teresita Sifón de AMMAR Capital coincide con esta idea:
“Nosotras pensamos que
ellos también están en situación de vulnerabilidad. Hay un problema de
autoestima. Nosotras
nos ocupamos especialmente de nuestras compañeras. Los hombres tendrían que
tener también grupos que los contengan”.
De todas formas es evidente que hay una relación de víctima-victimario: los hombres son los
victimarios que someten a las mujeres para obtener un placer que, como ya
vimos, no siempre consiguen.
“Como varones heterosexuales hemos sido adiestrados para
tener contactos sexuales pagos con tal de eludir el alto precio del compromiso
afectivo, que es sinónimo de una debilidad inaceptable para aquellos que se
precien de una identidad de género sino soldada, al menos próxima a la
norma”.22
La diferencia entre el sexo pago y el gratuito es que el
gratuito es carísimo, dice en una página de internet un cliente que se muestra
orgulloso de serlo.
Poner en cuestión
Afortunadamente, “las representaciones sociales no son un
todo homogéneo sino (como sostiene Rosemberg) un campo complejo que supone
interacción y conflicto entre sentidos
homogéneos instituidos y otros que pugnan por instituirse”.23
El primer paso para esta fuerza instituyente es, sin duda,
cuestionar las ideas que culturalmente aparecen como incuestionables. Varios de
nuestros encuestados varones lo hacen:
“Por ahí esa mina no
cogería conmigo si me la encaro en un boliche. Pero como ella necesita,
evidentemente, la guita que está en mi billetera entonces acepta. En otras
palabras estoy obligando a una mina a hacer algo que no quiere”. (Encuesta 1)
“Es un trabajo, ahora
bien, decir que algo es un trabajo no valoriza a ese algo por el solo hecho de
ser un trabajo. Todos los trabajos que generan riesgos contra la salud del
trabajador son situaciones de explotación y maltrato pero no dejan de ser un
trabajo”.(Encuesta 18)
“Tienen internalizado
que su cuerpo es para el placer ajeno y no para el propio”. (Encuesta 27)
“Una forma de
degradación”. (Encuesta 31)
El trabajo de AMMAR Capital, sin ninguna duda, es
instituyente.
La asociación tiene su origen en las luchas que un grupo de
mujeres en situación de prostitución, inició en 1995 en el marco de la Central
de Trabajadores Argentinos (CTA).
El propósito fue unirse contra la violencia policial que sufrían
en torno a la aplicación de los edictos policiales. En 1998 la legislatura
porteña sancionó el primer Código de Contravención que en su artículo 81,
regula la oferta y demanda de sexo en la vía pública y por el cual se
suprimieron los edictos policiales.
A partir de 2003 y luego de un proceso de reflexión,
discusión y debate un grupo de mujeres (AMMAR Capital) se desvinculó de la
agrupación enmarcada en la CTA cuyo objetivo era transformarse en un sindicato
de trabajadoras sexuales. Para AMMAR Capital (Asociación de Mujeres Argentinas
por los Derechos Humanos), “la
prostitución no es un trabajo sino una circunstancia. Por eso hablamos de
mujeres en situación de prostitución y no de trabajo sexual''.24
AMMAR trabaja junto con el Instituto Nacional contra la
Discriminación y el Racismo (INADI) y en red con diversas organizaciones
sociales.
A través de talleres de prevención de la prostitución,
capacitación laboral, programas de acción social, cuidado de la salud y
programas de contención y fortalecimiento personal e institucional, AMMAR
intenta sacar a las mujeres de
situaciones de prostitución.
''El objetivo de AMMAR
Capital es nuclear a mujeres en situación de prostitución y vulnerabilidad
social. Consideramos muy importante que ellas reconozcan que tienen derechos y
que se apoderen de ellos, para que puedan defenderse (…) A las chicas que
detectamos que están en situación de vulnerabilidad y que piensan en salir a
las calles tratamos de orientarlas y contenerlas para que no lo hagan''. 25
María Galindo hace una reflexión sobre “la puta en
rebelión”: “la puta es la anfitriona del cambio social. Porque así como el ama
de casa puede recoger todo su saber sobre la vida y devolverlo a todas las
mujeres como fundamental a la vida humana; así como la lesbiana puede recoger
todo su saber sobre su cuerpo y devolverlo a todas las mujeres, así la puta
puede recoger todo su saber sobre el otro violento y prostituyente y devolverlo
a las mujeres. En ella y desde ella en rebelión, es que muchas cosas se pueden
aclarar. Si ella desactiva los mecanismos de cosificación que sobre su cuerpo y
su placer recaen es una tarea que nos va a llover y mojar de agua fresca a
todas”.26
Conclusión
Enrique Marí estudia el carácter social de la estructura del
poder, los modos en que opera, y las tácticas y estrategias que ponen en
ejercicio los grupos sociales que lo controlan. Lo concibe como un dispositivo y pone de manifiesto tres
elementos básicos que hacen que el poder funcione: la fuerza o violencia, el discurso del orden y el imaginario social.
En el orden patriarcal los hombres tienen “derecho” sobre
los cuerpos de las mujeres, y la violencia sobre esos cuerpos es moneda
corriente. El eufemismo “violencia familiar” no es más que violencia de los
varones sobre las mujeres en casi todos los casos.
“La fuerza es el elemento constitutivo del
poder, el que lo produce, y el discurso del orden y el imaginario social son
condición para garantizar la continuidad del poder conquistado o instituido,
para que funcione y se reproduzca.
(…) Transformada la
fuerza en poder, el discurso del orden y el imaginario social aseguran la
presencia del poder y los efectos de la fuerza aún estando ésta ausente.
(…) El discurso del orden es un espacio de
racionalidad. Pertenece al ámbito del conocimiento, de la teoría y las
representaciones racionales, la moral, la filosofía política, la religión y las
leyes.
(…) Este discurso
sanciona las conductas contrarias a las que la sociedad considera
deseables."
Este discurso del orden dice claramente que hay mujeres
buenas que deben criar a los hijos y cuidar del hogar, mujeres cuya sexualidad
está subordinada al placer de su marido; y mujeres malas, viciosas, indecentes,
putas, las encargadas de canalizar los deseos irrefrenables de los varones. Los cuerpos de las mujeres buenas al
servicio del hombre para la reproducción, los cuerpos de las mujeres malas,
para su placer.
La disociación que hace el varón entre la corriente sensual
y la cariñosa se refleja en las categorías de mujeres buenas y malas que impone
el patriarcado para preservar su discurso del orden.
La prostitución es
una institución imprescindible para garantizar el “control” social de la
sexualidad en el marco de la monogamia que propone la institución del
matrimonio.
Así, la “naturaleza masculina de sexualidad irreflenable”
(que no es más que una construcción social) encuentra su cauce en esta práctica
que no pone en cuestión la institución matrimonial. Las tres mujeres
entrevistadas que están o estuvieron en situación de prostitución mencionan esta
“doble moral” a propósito de que la mayoría de los clientes son casados.
La moral cristiana es encubridora de esta realidad,
siguiendo la idea de San Agustín de que es necesaria la prostitución para
evitar la lujuria generalizada.
“El dispositivo del poder exige, a su vez, como condición de
funcionamiento y reproducción, que la fuerza y el discurso del orden
legitimante, estén insertos en montajes, prácticas extradiscursivas y soportes
mitológicos que hablan a las pasiones y hacen que el poder marche, que los
miembros de una sociedad dada enlacen y adecuen sus deseos al poder. Es éste el
lugar del imaginario social,
estructura simbólica de las sociedades y sus prácticas”.27
A lo largo de nuestro trabajo hicimos un recorrido por este
imaginario social, por una cantidad de mitos
y ritos creados y sostenidos por el poder patriarcal que aseguran la
continuidad del consumo de prostitución: es el oficio más antiguo del mundo,
los hombres buscan afuera lo que no tienen en sus casas, una puta es un buen
regalo entre varones, una ceremonia entre amigos, un rito de iniciación, ir de
putas no se considera infidelidad, y si bien hay algunas que “eligen” la
prostitución por necesidad a muchas “les gusta”. Y además hay putas de lujo,
garantía de que tan malo no debe ser.
Este imaginario también esconde que los varones no viven
experiencias sexualmente maravillosas con prostitutas, sino, por el contrario,
sienten humillación.
Una reflexión de Juan José Millás nos acompañó desde el
comienzo de este trabajo y hoy la resignificamos: “a veces las ideas son como
esos zapatos viejos que nos resistimos a tirar porque resultan comodísimos.
O como ese sillón en el que dormimos la siesta desde hace
veinte años y del que no estamos dispuestos a desprendernos de ninguna manera.
Hay ideas que de tanto usarlas han adquirido ya la forma de nuestro cuerpo, que
se acoplan a nuestras necesidades como un útero. Dentro de ellas no nos puede
pasar nada, y por eso las defendemos a muerte. (…) Por ello, hay que tener el
valor de cambiar de zapatos, de desprenderse del sillón, de poner en cuestión
las opiniones que utilizamos como un dogma de fe para protegernos de la
incertidumbre”.28
Estas ideas nos resultan comodísimas, pero no parecen
acoplarse a nuestras necesidades. Son funcionales
a la continuidad y la reproducción del poder patriarcal.
El consumo de prostitución no cuestiona. No nos interpela
como sujetos acerca de nuestros deseos, no nos obliga a formularnos la pregunta
de si este orden satisface las necesidades de varones y mujeres o, por el
contrario, los niega, los ignora.
Nos resultan cómodas porque cuestionarlas nos obligaría a
“situarnos” en el sentido sartreano, interrogarnos, construir el presente, y
diseñar el futuro siendo conscientes de
nuestros deseos, haciéndonos cargo
de ser protagonistas.
1- Concepto
desarrollado por Juan Carlos Volnovich. Ir de putas, Reflexiones acerca de los clientes
de la prostitución.
2- La prostitución en contexto. Rosa Dominga
Trapasso. www.rimaweb.com.ar
3- De
Beauvoir, Simone. El segundo sexo.
4- De
Beauvoir, Simone. Op cit
5- Cuadernillo
de masculinidad deconstruir@hotmail.com
6- Scott, Marcela. Rojas, Ana Mercedes. Una
aproximación al tema de la prostitución. Cinco
relatos de vida.
7- Raymond,
J. Co-Directora Ejecutiva de la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres. Informe
para el Relator Especial sobre Violencia Contra la Mujer Naciones Unidas,
Ginebra, Suiza. Mayo 1995.
8- Indymedia.nl
28/1/2004
9- Julia Flores,
santiago.indymedia.org/news/2006/04/46444.php Julia Flores,
santiago.indymedia.org/news/2006/04/46444.php
10- Psicoanalista y Psicólogo social, entrevistado en
www.laretaguardia.com.ar
11- Mitos sobre la prostitución,
campanianiunavictimamas.blogspot.com
12- idea
desarrollada por González, Magdalena. Consumo de Mujer.
13- Scott, Marcela.
Rojas, Ana Mercedes. Una aproximación al tema de la prostitución. Cinco
relatos de vida.
14- Scott, Marcela.
Rojas, Ana Mercedes. Una aproximación al tema de la prostitución. Cinco relatos
de vida.
15- González, M.
op. cit.
16- Miguez, Sandra.
Informe en base a la investigación “Relaciones de género en la prostitución.
Construcción social de nuevas subjetividades” de Nora Das
Biaggio y otras
17- Freud, S. Sobre la degradación general de la vida
erótica.
18- Lagarde, Marcela. Los cautiverios de las mujeres: madresposas,
monjas, putas, presas y locas.
19- Las mujeres y la culpa, Liliana Mizrahi
20- Mitos sobre la prostitución,
campanianiunavictimamas.blogspot.com
21- Pichon Riviere, E. Pampliega de Quiroga, A. Psicología
de la vida cotidiana.
22- Juan Carlos Volnovich,
op cit
23- Firpo, Isela.
Subjetividades en la relación cliente-mujer en situación de prostitución: sobre
estereotipos, tipologías o lo típico.
24- Teresita Sifón, Secretaria de AMMAR Capital
25- Teresita Sifón, Secretaria de AMMAR Capital
26- autora junto a Sonia Sánchez de “Ninguna mujer nace para
puta”, en una declaración
periodística.
27- Marí, Enrique. El poder y el imaginario social.
28- Juan José Millás. El País, viernes, 5 de diciembre de
2003
Fuente donde se puede leer el texto completo:
http://issuu.com/tamarprevenciontratadepersonas/docs/prostitucionaldesnudo/1
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