Mª José
Barahona Gomariz
Profesora Titular Escuela Trabajo Social –U.C.M.-
Los prostituidores
El contenido de mi exposición
tiene como eje central a los prostituidores, es decir, los sujetos que pagan en
el mercado prostitucional por/para obtener placer. Esta es una aproximación
amplia que nos sirve de plataforma para la delimitación, para la concreción de
quiénes son, qué piensan y por qué lo hacen.
Toda explicación que se puede
hacer de los prostituidores queda resumido y evidenciado en el uso de los
términos empleados en prostitución.
Así, tradicionalmente se han
denominado cliente y prostituta, puta, ramera,.....
¿Cómo puede ser que dos personas
involucradas en un mismo acto tengan distinto reconocimiento social?. Así es,
el mal llamado hasta ahora cliente, que no es más que un eufemismo que oculta
el verdadero hacer, es reconocido en su necesaria existencia pero
invisibilizado en su responsabilidad y desprovisto de condena social; en cambio
la otra parte, la mujer en prostitución ha sido y es estigmatizada,
visibilizada como responsable y condenada socialmente. ¡¡ Cómo cambian las
cosas según de quien se trate!!!!, No, cómo cambian las cosas
según se sea varón o mujer.
¿Por qué identifico al
prostituidor con un varón y a la persona en prostitución con una mujer?. Porque
esa es la realidad mayoritaria de la prostitución y además porque este tipo de
prostitución revela el papel fundamental de la mujer como objeto sexual en
sociedades sexistas de pauta
patriarcal.
¿No es en sí misma esta terminología
la evidencia de una violencia simbólica?. Explica Bourdieu la permanencia y la
reproducción de las relaciones de dominación, de sus privilegios y sus
injusticias por la violencia simbólica que se ejerce sobre los dominados y que
hace aparecer como aceptables unas condiciones de existencia absolutamente
intolerables. Define la violencia simbólica como “esa violencia amortiguada,
insensible e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a
través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del
conocimiento (...) del reconocimiento o, en último término, del sentimiento”.
Kathleen Barry sostiene que la
prostitución es una construcción social reveladora de prácticas, ideas,
actitudes y comportamientos que desconocen los derechos humanos y son parte de
una organización social destinada a perpetuar la dominación del varón sobre la
mujer, y de los que tienen más medios sobre los desposeidos.
Esta es la clave que descifra el
ser y hacer de los prostituidores. La prostitución es una construcción social
de los varones asentada en la desigualdad de género como una forma de expresar,
de poner en práctica ideas, actitudes y comportamientos.
La desigualdad de género se
sustenta en la diferencia biológica, de sexo, y sobre ella descansan entre
otras cosas la sexualidad. Históricamente se han determinado comportamientos
sexuales intrínsecos según se fuera varón o mujer, así, a los varones se les ha
otorgado, mejor dicho, de forma más correcta, los varones se han otorgado con
legitimidad social la “necesidad fisiológica sexual” que implica, según la
definición del propio termino necesidad un impulso irresistible que hace que
las causas obren infaliblemente en cierto sentido o aquello a lo cual es
imposible sustraerse, faltar o resistir. Con ello se ha biologizado lo
cultural, es decir, la sexualidad masculina se ha explicado y justificado por
el modelo esencialista que sostiene que la sexualidad está predeterminada por
la biología: la genética, las hormonas y por extensión, la anatomía y la
fisiología corporal. Así, los actos sexuales son ante todo actos “naturales” y
esa es precisamente la legitimidad que la sociedad ha otorgado, pero la
sexualidad es una construcción social que demanda la culturalización de lo
biológico.
Bajo esa idea de “necesidad
fisiológica sexual masculina” se ha promovido la puesta a disposición de los
varones de unos contingentes de mujeres que según cada época ha respondido a
unos intereses.
¿Quién es prostituidor?, es aquel
varón que paga por el uso/abuso de la genitalidad de la mujer u otras partes de
su cuerpo a fin de obtener placer, dentro de una prostitución entre adultos
heterosexuales. Placer que instrumentalizado a través del sexual es en
simultáneo o en primacía psicológico. Placer psicológico en el ejercicio del
poder en una situación asimétrica, estando caracterizada porque el ser
prostituidor es una opción mientras que el ser mujer prostituida es una
obligación, o para aquellos que les suene totalitarista, el ser mujer
prostituida tiene un grado mínimo de voluntad, de libertad, es una voluntad
restringida delimitada por coacciones
(estructurales, microsociales y/o
individuales), y por tanto, la acción se convierte en forzada/forzosa.
El prostituidor está desprovisto
de estigmatización social en el sistema prostitución porque su conducta está
naturalizada, biologizada por su “necesidad sexual”. Ésta es la piedra angular
para entender su invisibilidad, les hemos convertido en víctimas, en víctimas
de su naturaleza y por lo tanto les hemos quitado la responsabilidad de sus
actos, no pueden controlar las respuestas que producen sus hormonas, su
bioquímica, la rebelión interna de sus espermatozoides.
Joseph Vicent Marqués nos señala
que “el cliente es una figura que se da por supuesto, pero del que poco se
habla ¿por qué?, porque cae dentro de las expectativas de la conducta masculina
(...) existe una variedad de actitudes sociales ante el asunto, pero la
tolerancia hacia el cliente prevalece sobre las demás”.
Bueno, ésta ha sido la tradición
heredada culturalmente creada por las sociedades patriarcales, los mitos y
leyendas construidos para reproducir y reforzar la defensa tradicional de la
supremacía masculina basada en el
razonamiento determinista biológico, en la interpretación interesada del dimorfismo
sexual, en el que se ha incluido también
la esfera de la sexualidad. Es la justificación a los actos de los
dominantes.
No hay nada más planificado,
voluntario y racional que la conducta del prostituidor, ¿por qué? Porque su
conducta está limitada por factores externos, estos factores son
fundamentalmente dos, la disposición de tiempo y de dinero, con ello ya podemos
proceder a la acción que variará en función de la tipología de prostitución
seleccionada, medio abierto y medio cerrado. ¿Es entonces la conducta del
prostituidor natura o nurtura?, es claro que no es innata sino adquirida, no es
necesidad sexual diferenciada sino voluntad individual.
Es precisamente la voluntad
individual la que impide la tipologización del prostituidor, no hay rasgos
característicos ni definitorios que nos permitan hablan de la categoría
prostituidor. Si realizamos una sencilla operación matemática podremos
comprobarlo cuantitativamente. ..
-
Cojamos la cifra en que se cuantifica el número
de mujeres prostituidas en España (es aproximada): 300.000 ..
-
Multipliquémosla por tres servicios diarios cada
una: 900.000 ..
-
¿Cuántos servicios en una semana? (vamos a
multiplicar solo de lunes a viernes ya que los fines de semana disminuyen):
4.500.000 ..
-
¿Cuántos servicios al mes?: 18.000.000 ..
-
¿Cuántos servicios al año? (quitando fiestas,
Semana Santa, vacaciones de verano y Navidades, son diez meses): 180.000.000
-
Escalofriante ¿no?, entonces ¿hay
una tipología de prostituidores?. No.
Cualquier hombre es un potencial
prostituidor.
No hay nada más cultural que la
conducta del prostituidor, transmitida, aprendida e integrada en su repertorio
de conductas, porque se han socializado con la tradicional ideología masculina.
Su conducta está tan integrada que ha pasado a formar parte del mundo del
trabajo y del ocio. Del trabajo porque parece que es la rúbrica a un contacto
empresarial o la firma de un negocio. De ocio porque se ha integrado dentro de
la ruta del ocio como un elemento más, necesario para el disfrute del tiempo
libre. Pero esta conducta tiene una característica, es silenciada en el entorno
más próximo, es comentada y compartida exclusivamente con los que se saben
prostituidores activos, la experiencia pasa a ser un elemento integrador
grupal, de pertenencia, se comparte esa experiencia transgresora, pero aún
cuando se comparte, la realidad se deforma, se informa de las consecuencias
(fue divertido, la mujer era... hicimos... me hizo... sentí... me entraron...
duró...) y no de las causas, se comparte el exterior y no el interior, la
masculinidad y no la individualidad.
La conducta del prostituidor
responde al Síndrome de The Centerfold, este síndrome es una penetrante
distorsión en la forma en que los hombres aprenden a pensar sobre las mujeres y
la sexualidad. No es un síndrome clínico formal. Tiene cinco elementos:
voyeurismo, cosificación de las mujeres y sus cuerpos, validación de la
masculinidad, trofismo (comparación de la masculinidad con otros hombres) y
miedo a la intimidad.
Ahora voy a parar, ya no voy a
ser yo la que hable sino ellos, los prostituidores, a los que hemos
entrevistado para conocer su ser y hacer. Pero antes un dato más para
acercarnos en la imaginación a la realidad, para entender la esencia, de qué se
trata.
En la investigación realizada
sobre el prostituidor hicimos 100 observaciones, es decir, observamos a cien
prostituidores que habían elegido la prostitución en medio abierto y sólo
quiero revelar un dato, la duración del contacto. La moda son 5 minutos, es
decir, es el valor más repetido de la muestra, el tiempo de duración del
contacto sexual que ha empleado el mayor número de personas.
De las entrevistas en profundidad
estructuradas mantenidas con 15 prostituidores, uno de los primeros aspectos
que nos sorprendió es que ante la pregunta general de opinión ¿qué piensas
sobre la prostitución?, todos manifestaron una actitud más que una opinión. Una
actitud de defensa del “yo como prostituidor”, sus respuestas han sido sus
justificaciones, así las podemos agrupar en dos fundamentalmente:
.. se
justifica su “hacer” porque otros están, y además están de manera libre, como
un trabajo más, es una opción laboral que la mujer elige libremente para vivir,
es un derecho de las mujeres.
o “Yo veo bien
que se ganen la vida de alguna manera, sin hacer daño a la gente claro, porque
yo no veo que hagan daño a la gente ni a nada” (Antonio, 54 años, divorciado,
con tres hijos, con pareja en la actualidad, se inicia sexualmente a los 19
años con una mujer prostituida en un club. Ahora su tipología principal de
prostitución es abierta y acude tres veces al mes)
.. se
justifica su “hacer” por ser el propio prostituidor una víctima de su condición
de hombre, por ser dependiente de su naturaleza (necesidad sexual) y no de su
voluntad.
o “La prostitución es absolutamente necesaria.
Es algo absolutamente necesario en esta sociedad y en las futuras, puesto que
evidentemente si no existiera prostitución vendrían graves consecuencias de
represión psicológica (...) los hombres tienen unas necesidades fisiológicas
muy fuertes, la eyaculación” (Jose Luis, 56 años, divorciado. Acude por primera
vez a la prostitución a los 25 años. Hoy su tipología de prostitución es
cualquiera, acude dos veces a la semana)
Cuando les preguntamos la opinión
sobre ellos como clientes y sobre los otros clientes, todos han calificado y
clasificado a los clientes, han diferenciado entre “malos clientes”, en donde
están los otros hombres, y “buenos clientes”, en el que se incluye siempre el
entrevistado.
o “Pues hombre hay auténticos cerdos, yo no,
(...) Hay auténticos cerdos que utilizan los servicios de estas personas y
estas personas tienen su dignidad, esta gente que ejerce la prostitución”
(Fernando, 50 años, casado y con un hijo. Su primer contacto con la
prostitución es a los 27 años. Utiliza la prostitución cerrada, acude tres
veces a la semana)
o “Hay
personas que son prudentes y vienen aquí a desahogarse como Dios manda y...hay
otros que vienen aquí nada más que... ha hacer sufrir a las personas, que es
muy diferente venir aquí a desahogarse y otros que vienen aquí a hacer
perrerías” (Jorge , 77 años, acudió por primera vez a los 18 años. Su
preferencia en tipología es abierta y su frecuencia ‘cuándo puede porque el
aparato está hecho polvo’, acude con un sobrino)
Curioso fue encontrar que la
mayoría de los entrevistados identifican el ejercicio de la prostitución
“obligado” a la condición de ser mujer inmigrante, no aceptan el tráfico y
declaran no haber estado nunca con mujeres traficadas a pesar de haber estado
todos con inmigrantes. Aquí están algunas respuestas, curiosas, contradictorias
todas ellas:
“Yo normalmente prefiero
extranjeras, me gustan las rusas, las ucranianas, subsaharianas, marroquíes,
colombianas, brasileñas (...) no, no he estado con mujeres traficadas” (Pedro,
47 años, separado pero en la actualidad con pareja estable, conviven. Su primer
contacto es a los 34 años. Acude con una frecuencia de dos a cuatro veces al
mes, a cualquier tipología de prostitución)
“De las chicas que hay
aquí en la Casa de Campo ninguna está traficada, no, porque yo conozco a esas
mujeres, yo conozco a estas polacas que yo las veo buenas chicas” (Jesús, 40
años, soltero sin pareja. Se inicia en el contacto con la prostitución a los 23
años. Prefiere la prostitución en medio abierto y acude una vez al día)
“Yo hablo mucho con
ellas y tal, de muy buena onda, y muchas veces lo que me dicen es que pues que
vienen...bueno son muy reacias a hablar de ello, muy, muy, muy reacias porque
tienen miedo de verdad, pueden llegar a enseñarte lesiones y todo, patadas en
el vientre y barbaridades” (Juan, 31 años, soltero sin pareja. Se inicia en el
contacto a los 27 años. Acude a prostitución cerrada una vez al mes)
“Hay unas que están
obligadas a hacerlo por las mafias que hay y las historias que hay (...) yo les
pregunto mucho y me dicen que las obligan, tiene que pagar lo del viaje que les
ha costado venir aquí o lo que fuera y ya está, tienen que hacerlo por cojones”
(Alejandro, 32 años, separado, sin pareja. Se inicia a los 16 años. Prefiere la
prostitución abierta y acude cada quince días)
Si una de las razones de ser
prostituidor es la ausencia o insatisfacción sexual, oigamos que dicen de ello:
“Yo no he sentido un
placer especial haciéndolo con una prostituta....lo único que la prostituta te
ofrece un tipo de servicios que tu novia no está dispuesta a hacer” (Javier, 35
años soltero, sin pareja. Se inicia a los 35 años. Prefiere la prostitución
cerrada, acude una vez por semana)
“Una mujer que no se
dedica a la prostitución y eso, pues lo haces con ella y...lo haces mejor que
con estas, está más claro que el agua, lo haces más a gusto, más todo (...) Es
preferible estar con una de las otras antes que con una de estas (...) te da
otra satisfacción estar con una mujer que no es prostituta que estar con una de
la calle “ (Jesús, acude una vez al día)
“Siempre ha sido más
satisfactorio con alguien por cariño, he tenido siempre mucha más satisfacción
y me han enseñado más cosas de eso (...) hoy en día las prostitutas de
sensibilidad y artes amatorias no tienen ni idea” (Pedro, dos a cuatro veces al
mes)
“Es menos placer con una
chica de éstas porque no...no puedes ni besarla, ni la puedes agarrar. No, no
son cariñosas” (Alejandro, cada quince días)
Sobre el daño derivado del
ejercicio de la prostitución:
“Está bien que la
persona cobre por prestar unos servicios, aunque haya muchas veces que lleguen
a otras secuelas bastante negativas o destructivas, incluso hasta la muerte”.
(Carlos, acude con una frecuencia de tres veces a la semana)
“Me ha pasado de ponerme
en el papel de ella y entonces no se me sube ni de coña, por eso normalmente
vas bebido, pierdes un poco la conciencia pues te pones..., hombre, algunas si
las vemos alegres y contentas y tal, porque son realmente profesionales y no se
les nota, pero te imaginas...es una situación humillante, no?, es humillante, o
sea, entonces prefiero no ponerme en el papel de ellas porque entonces no doy
pie con bola”. (Pedro, acude con una frecuencia de dos a cuatro veces al mes)
Elección de la mujer prostituida.
“No hay nada más
excitante que poder encontrar una chica con la clase de atributos físicos con
los que sueñas”. (Pepe)
“Les miras la cara y
luego el culo”. (Andrés)
“Las elijo por las
características del anuncio, por lo que pone del cuerpo, medidas de pecho... la
edad”. (Julio)
“Busco tener un buen
sexo con jóvenes atractivas”. (Antonio)
“Me gustan jóvenes,
hasta un máximo de 25 años, claro, pero he estado hasta con personas de 50,
pero... me quedo hasta el tope de los 25 que es el que mayor prototipo de
absorción tiene porque es más fácil de adaptar a la prostitución”. (Vicente)
Valoran como negativo las
circunstancias en las que las mujeres ejercen la prostitución, pero ellos sin
embargo, mantienen su acción como clientes, sin renunciar a acudir a la
tipología de prostitución con la que se muestran en desacuerdo.
“En las plazas, eso es
fatal, eso es como si fuera un rodeo de ganado y eso es otra de las cosas que
tienen que estar prohibidas. Insisto, la mujer que se dedica a la prostitución
es buena gente y hay que tenerla respeto (...) cuando voy doy una vuelta a la
plaza de toros y entonces, bueno, pues elijo una chica... me voy a tomar una
copa con ella, y allí empieza el punto, si es agradable, si intercambiamos
impresiones... si ya hemos hablado las cosas pertinentes, subimos ”. (Fernando)
“Cuando vas a un piso y
la encargada te enseña las chicas para que elijas con la que quieres tener
contacto me siento igual que en el mercado que el comprador va a elegir la
pieza que se va a llevar a casa o la pieza que compra para lo que sea, es el
momento más desagradable e incluso es tan desagradable que preferiría que cada
vez que voy hubiera una sola chica para no pasar por el mal trago de tener que
elegir la carne fresca”. (Javier)
¿Por qué?
“Porque ejerces una parcela de
poder, cuando tú estás ante una mujer joven (...) A mi edad ya me
correspondería una maruja de 50 años y de repente se encuentras en tus manos
una periquita de 25, hermosa, durita, etc.” (José Luis)
Con esta breve exposición y sus
voces podemos comprobar las contradicciones de su pensamiento y conducta.
Sólo una reflexión para
finalizar, si los prostituidores manifiestan que en el encuentro con una mujer
prostituida se saben engañados por ellas respecto a sus sentimientos, placer
sexual y halagos hacia ellos, si además el contacto es efímero, si ellos se
saben no exclusivos, si el sexo lo disfrutan más con las “otras”, si no las
encuentran como “maestras” en la disciplina sexual, si......... ¿por qué hay
hombres prostituidores?.
Según señala Leonor Nuñez, no se
trata de una relación mercantil con un cliente a quien se presta un servicio,
sino del consumidor de un bien, siendo el bien consumido la persona
prostituida, una mujer en prostitución,
una mujer, un ser humano.
Fuente: Congreso Internacional
Explotación Sexual y tráfico de mujeres AFESIP España. Madrid, 26, 27 y 28 de
octubre, 2005
Las imágenes han sido agregadas por mí,
no aparecen en el texto original. La mayoría han sido
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gracias por la comprensión.
En este blog las imágenes son afiches,
pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución
para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos
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