Carta de una puta a un putero, Hegele Recíen
Aceptar la prostitución para que
los hombres no violéis a las mujeres quiere decir que vosotros sois seres
irracionales dominados por vuestro pene. Es curioso que todas las personas
hayamos sido socializadas para controlar nuestros instintos (como el hambre) y
poder convivir con otros seres humanos sin dañarlos y, sin embargo, vosotros
sigáis siendo incapaces de dominaros, teniendo incluso que sacrificar personas
para que os desahoguéis sobre ellas, imponiendo vuestra voluntad sobre la suya.
La sociedad teme que vuestra
supuesta incapacidad de controlaros os lleve a violar a una mujer, entonces,
decide inventar la prostitución, para que hagáis con las putas eso que no
quiere que hagáis con todas las mujeres. Y ese hecho, ese sacrificio de
mujeres, pasa a denominarse «mal menor». ¡Un mal menor cuando millones de
mujeres y niñas son prostituidas! ¿Cómo va a ser un mal menor si se trata de
millones, ¡millones!, de personas? Ni siquiera tratándose de dos mujeres o de
dos niñas sería justo. ¿Por qué, si sois incapaces de controlaros hay que crear
la figura de una sierva? Si una persona es incapaz de dominar su agresividad y
asesina a alguien, en seguida se censura y condena, ¿por qué entonces a un
putero, movido por instintos tan animales y primitivos, no sólo no se os
cuestiona, sino que se os da un cuerpo sobre el que atentar? Es lo mismo que
sucede con los violadores y feminicidas, abusan de todas las mujeres que
quieren porque, en su sociedad machista, nadie va a cuestionar su actitud ni,
mucho menos, va a hablar sobre los derechos de la mujer a una vida segura y
libre.
La sociedad da por normal que, si
los puteros no tenéis mujeres para comprar y «desahogaros», las vayáis a buscar
donde sea para violarlas y hacer todo lo que no se os permite hacer con las
putas. ¿Te imaginas a alguien diciendo que va a agredir a una persona negra si
no sacrifican a unas cuantas para que las pueda golpear? ¿Te imaginas que una
sociedad inventase como trabajo propio de las personas negras el que una blanca
las golpease, para así evitar que no lo hiciese con el resto? Semejante
criminal incivilizado sería cuestionado de inmediato, pero como se trata de un
hombre machista no se hace nada.
Estás dando por hecho que tú, por
ser hombre, eres una bestia, ¿pero qué clase de hombre puede decir eso de sí
mismo? ¿Dónde están los demás hombres que deberían sentirse ofendidos al
escuchar hablar así de los de su propio sexo? Y hasta te atreves a dar ese
ultimátum: «o me dejáis tener putas o violaré mujeres; o sacrificáis a algunas
para que sean prostituidas y me corra sobre ellas o lo haré igualmente, pero
con todas las mujeres que me encuentre». ¿Cómo es posible que se tenga como
algo normal que un hombre necesite copular como una bestia, incluso dañando a
otros seres humanos e imponiendo esa necesidad? ¿Por qué nunca se ve cierta
anormalidad en tu carácter animalizado?
Llegas incluso a justificarte
diciendo que tú tienes unas necesidades sexuales mayores a las de las mujeres.
Paradójicamente, esa afirmación te condena, porque estás aceptando que, aunque
las mujeres no deseen tener sexo tan a menudo, lo van a tener igual sólo porque
tú sí deseas tenerlo. Sí dijeses: «Me masturbo más que la mujer porque tengo
más deseo sexual que ella», pues no cometerías ningún delito, pero si dices:
«Quiero putas o violo porque tengo más deseo sexual que las mujeres», estás
imponiendo tu voluntad y deseos, como los únicos válidos y que deben
respetarse, incluso sobre otras personas. Si tus necesidades las satisfaces con
y en tu propio cuerpo (con la masturbación, por ejemplo) no dañas a nadie, pero
si necesitas a las mujeres para eso, estás imponiendo tus deseos sobre los de
ellas, ya que estás utilizando un cuerpo ajeno a ti para satisfacerte, sin que
esa persona quiera ni lo necesite tanto como, supuestamente, lo necesitas tú, y
eso se llama violación. Queda claro, pues, que la prostitución es violación, es
imponer a las mujeres relaciones que no desean, es subordinarlas y ponerlas a
tu disposición.
fuente: www.unoentrerios.com.ar |
Se consiente entonces que los
puteros abuséis «sólo» de algunas mujeres (o abusáis de algunas o abusáis de
todas) y se crea una forma de violar «sólo» a algunas mujeres para que no
violéis a todas, se inventa un «oficio» que consiste en que le hagan a algunas
lo que no se quiere que se les haga a todas. Para ello, se parte de que algunas
mujeres pueden ser sacrificadas, de que no todas tienen que respetarse, y se
divide a las mujeres en las que no merecen ser violadas (las decentes) y las
que sí (las decentes), siendo estas últimas las usables, las violables, las que
valen tan poco que pueden ser sacrificadas para que tú las uses y dañes a tu
antojo. Es por eso que cuando una puta es asesinada se niega que eso sea
violencia de género y a nadie le importa ese asesinato. Las putas son mujeres,
como todas, sólo que sobre ella, ¡aún por encima!, recae el estigma que tú le
pones cuando decides que alguien tiene que servirte sexualmente.
Ese desprecio hacia las putas
queda claro: «Sin putas los hombres violarían mujeres», como si las putas no
fuesen mujeres. ¿Cómo se las va a proteger si las que se van a tener que
prostituir son también mujeres? ¿A quién entonces se quiere defender? Dentro de
esa «categoría» de mujeres, la sociedad cree que hay algunas que son «menos
mujeres» y cuya suerte poco importa.
¿Y qué criterio se va a seguir a
la hora de elegir cuáles serán putas? ¡Oh, claro! Pues el que se está siguiendo
ahora: se legaliza o regula la prostitución para que se convierta en un
«trabajo como cualquier otro». Entonces, las mujeres prostituidas no pueden
salir de ese mundo, porque, si es un trabajo, nadie les va a facilitar ninguna
salida, así como nadie se las facilitaría a una profesora para que dejase el
mundo de la educación, es absurdo, si ya tiene derechos, salario y protección,
¿para qué iba a querer dejar ese mundo? Y si nadie les facilita una salida a
las putas, ellas no pueden, pues recordemos que un 90%, por lo menos, son
víctimas de trata y otras muchas son personas sin recursos para poder formarse
y trabajar.
Por lo tanto, las putas seguirán
siendo aquellas secuestradas por mafias, lo cual implica que tú has elegido
cuáles van a ser las sacrificadas por la sociedad para evitar que tú violes a
todas, ya que, si esas mujeres y niñas fueron secuestradas, fue precisamente
porque a los puteros os gustan unas determinadas mujeres, es decir,
pertenecientes a ciertos países, con ciertos rasgos físicos y determinadas
edades. También estarían condenadas a la prostitución las mujeres pobres o
inmigrantes. Con lo que gusta tener el control y obtener placer gracias a la
convicción de que eres superior, imagina la situación: tú eres superior porque
eres hombre, porque no te han sacrificado, porque no te han secuestrado, porque
no eres inmigrante, porque eres el que exige lo que te van a hacer y porque
tienes el dinero. Así que, además de conseguir que la sociedad sacrifique
mujeres para tu satisfacción, eres tú quien elige quiénes van a ser, de dónde y
de qué edad.
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