Apuntes para
discutir el abolicionismo: La relación entre capitalismo, patriarcado y
prostitución.
Por rcnacional -
20 noviembre, 2016
El debate sobre la
prostitución está abierto, y no sólo entre las filas del feminismo sino que
atraviesa la sociedad en su conjunto. Una fuerte campaña nacional e
internacional para considerar la prostitución como trabajo, cruza la realidad
social en la que vivimos, los lobbies en favor de la reglamentación son cada
vez más fuertes. Proponemos, a través de una serie de artículos, pensar la
teoría abolicionista a la luz de los argumentos del reglamentarismo, intentando
desmenuzar sus implicancias sociales y políticas.
Por Silvina
Perugino, Abogada, Especialista en Género y Comunicación (En etapa de Tesis) e
integrante de la Secretaria de Género- Facultad de Periodismo y Comunicación
Social, UNLP
En el artículo
anterior, propusimos un breve recorrido por las tres posiciones fundamentales a
la hora de discutir la prostitución, y nos centramos en generar un paralelismo
entre ésta y la esclavitud, a propósito que el concepto de libertad individual,
que se usaba en épocas de esclavitud para justificarla, es el mismo que se usa
en la actualidad para fundamentar la reglamentación de la prostitución. Por
último, planteamos una línea de reflexión que nos llevó a confrontar la idea de
libertad desde la concepción liberal. En este sentido proponemos ahora analizar
la relación entre patriarcado y capitalismo y la institución o “contrato” de
prostitución desde estas perspectivas.
La idea de un
sistema de ordenamiento social/sexual que asigne una jerarquización a las
personas en razón de su género y/o sexo, sin dudas se sintetiza en el concepto
de patriarcado. El mismo no es nuevo para las ciencias sociales, Max Weber
desarrolla en su texto “Economía y sociedad”, la idea de “autoridad patriarcal”
en cuanto orden doméstico y social, referido a la preponderancia del varón en esos
ámbitos; y Federico Engels lo desarrolla en su texto “El origen de la familia,
la propiedad privada y el estado”, ligando indefectiblemente, las tres
instituciones sociales. El estado como una herramienta de dominación de clase,
en pos, claro, de la clase que deberá poner especial hincapié en proteger su
propiedad privada. Un estado que se irá perfeccionando junto al modo de
producción teniendo como uno de sus momentos culmines la Revolución Industrial,
y el surgimiento de los Estados modernos.
Engels deja
sentadas las bases de esa relación intrínseca entre patriarcado -cuya unidad
social por excelencia es la familia-, la acumulación de la riqueza -propiedad
privada –, y el estado como garante de esas premisas sociales. Sin embargo no
profundiza sobre el concepto de patriarcado; la cuestión de género/sexo si bien
está presente, no es desarrollada como sí lo es la cuestión de la clase.
Fue un trabajo ya
sí, de las teóricas feministas, desarrollar la íntima relación entre
patriarcado y capitalismo, en cuanto dos sistemas que se complementan y se
necesitan para permanecer.
La base social,
conformada en la familia (monogámica y heteronormativa), da origen en primer
lugar a la existencia del binomio público-privado, esa separación de las
esferas que en momentos de la vida del ser humano en tribus, no existía. Se
produce así, la primer separación, y con ella la asignación de cada uno de los
espacios, a cada uno de los sexos/géneros (reconocidos socialmente). Esa
división asigna al varón la vida pública, y a la mujer la vida privada, esta es
la sujeción inaugural, que nos deja –a las mujeres y al resto de los géneros-
por fuera de toda construcción pública, social y por lo tanto política. El
espacio público ocupado por las mujeres, lo será, sí y sólo sí se transita en
pos del goce sexual masculino, y nunca desde la posibilidad de construcción
social y política.
A partir de allí,
la construcción del estado, va a ser desde la mirada masculina, en palabras de
Katherine McKinnon, “El estado ve y trata a las mujeres como los hombres ven y
tratan a las mujeres”, “El estado es masculino en términos feministas”, el
hacedor del estado es el varón, no en sentido individual, sino como sujeto
social y político. El sistema patriarcal, como sistema -como estructura- asigna
al varón la conformación del estado, y el varón asigna al estado
características que se asignará asimismo, como la objetividad, la justicia y la
imparcialidad. Esta construcción estatal, sienta sus bases sobre la sujeción
primera, la sujeción del género, a través del sistema patriarcal. Sobre estas
bases se desarrollarán los sistemas económicos y políticos, de dominación: el
capitalismo y el liberalismo.
Desde su nacimiento
el capitalismo, necesitó ese primer sistema de sujeción del género, sin él,
posiblemente su desarrollo no hubiera sido posible.
Esa sujeción
primaria de la mujer, esa, en palabras de Engels “la derrota histórica del sexo
femenino”, fue una derrota socio-política, que se desplegó principalmente en el
terreno sexual. Desde allí, tuvo su punto de partida material. Dentro de la
sujeción inaugural, la apropiación de los cuerpos de las mujeres desde la
esfera sexual fue, sin dudas, la fundamental; Carole Pateman define esta
sujeción como “la ley de libre acceso de los varones a los cuerpos de las
mujeres”. Esa sujeción, planteó la necesidad de confinamiento de las mujeres al
espacio privado, y a la reproducción, esa reproducción fuertemente ligada al
“uso” sexual del cuerpo y la creación de la ficción jurídica de la “paternidad”
terminó de delinear los aspectos legales de esa dominación, el contrato
matrimonial, -el único contrato donde se le reconoce capacidad jurídica a las
mujeres para contratar- es el que cristaliza la sujeción. Ese contrato
matrimonial va a sentar las bases de las familias: la monogamia y la
heterosexualidad, convertidas en las leyes sociales de ordenamiento familiar
por excelencia. Este tipo de familia es indispensable para el desarrollo del
capitalismo, un tipo de familia reproductora de la fuerza de trabajo del
trabajador “jefe de familia” y de la “prole” los niños y niñas futuros
proletarios o futuras reproductoras de la fuerzas de trabajo. Juliet Michell,
teórica feminista marxista pondrá especial hincapié en este aspecto.
La incorporación de
las mujeres en el terreno laboral no varió su rol en la estructura familiar, es
más: la misma incorporación fue en términos de consolidar la división subjetiva
social del sistema sexo/genero, en cuanto a la forma que la mujer entra en el
terrero del trabajo asalariado, este concepto lo desarrolla Heidi Hartmann.
Esta familia,
unidad indispensable para el capitalismo, como dijimos es necesariamente
heteronormativa y monogámica, hecha para la procreación, no para el placer
sexual. Sin embargo, la anulación de la sexualidad como espacio de placer lo
fue, sólo para la mujer, que en el sistema capitalista-patriarcal
(patriarco-capitalista) tenía un rol específico, el rol podríamos decir
“primario” como lo es el cuidado de su familia y la reproducción de la fuerza
de trabajo. Para el varón, el placer sexual no fue vedado, el varón, al dar
formas a las leyes sociales y leyes del estado dejó en claro su lugar de goce,
su derecho al goce, su derecho al uso del cuerpo de la mujer para el goce. Esto
a pesar de ser una definición política, se fundamentó en cuestiones
biologisistas y psicológicas, como lo incontenible de su instinto sexual. En
este sentido, fueron creadas instituciones que garantizarían el goce de ese
derecho, una de esas es sin duda, la prostitución. Aquí a las mujeres se les
asigna también un rol, para nada secundario, con respecto al rol de madre y
esposa, el rol de ser objeto de goce para el varón. Aquí la mujer sí puede
ocupar el espacio público. Pateman habla de contrato de prostitución, este
contrato al decir de la autora es complementario al contrato de matrimonio,
ambos son necesarios en este sistema patriarco-capitalista. El contrato de
matrimonio para la reproducción de la fuerza de trabajo, el de prostitución
como garantía del ejercicio por parte del varón de su derecho al goce y para el
despliegue del sistema de dominación sexo/género. La prostitución para
garantizar ese lugar de poder y sometimiento que el varón debe ejercer en un
sistema patriarcal. Es así como las leyes de la monogamia, se aplican sólo a
las mujeres, la prostitución viene a dar la posibilidad al varón de alejarse de
dicha norma.
Por otro lado se
refuerzan los estereotipos femeninos, madre y puta las dos caras de la misma
moneda: las dos caras de la mujer vista desde la óptica patriarcal –
capitalista. La madre como reproductora de la fuerza de trabajo, a partir no
sólo de la procreación sino de su propio trabajo invisibilizado y no remunerado
en el hogar. La puta como objeto de goce. Nos preguntamos entonces: ¿Cómo
llegar a la conclusión que una mujer se libera del patriarcado al ser explotada
sexualmente?
La ideología
liberal ha hecho su entrada al feminismo de la mano de equiparar la liberación
en términos sexuales a la prostitución. ¿Cómo el contrato de prostitución
existente desde la primera sujeción de la mujer, puede significar liberación,
sin poner en cuestionamiento las bases mismas del patriarcado y del
capitalismo? ¿Cómo puede un lugar de objeto de goce, significar liberación, si
fue el sitio “público” por excelencia dado a la mujer? Parte del planteo
reglamentarista va encaminado a cuestionar por qué presuponer que una persona
en situación de prostitución no puede sentir placer en prostituirse; es que la
mirada patriacal prostituyente no concibe que una mujer pueda sentirse
humillada al ser objetivizada por la mirada masculina. Para el patriarcado la
prostitución es parte del destino de los cuerpos femeninos o feminizados, al
decir de Rita Segato.
Las bases mismas
estatales, las bases mismas de las sociedades han sido generadas bajo el
patriarcado, creador de estigmas en las mujeres que no desaparecen aún en
mujeres que entran al mundo laboral, quienes ganan menos a igual tarea, quienes
nunca acceden a puestos dirigenciales.
El capitalismo,
también propone a las economías en crisis o del tercer mundo incluir las
“ganancias producidas” por la prostitución como parte del producto bruto
interno, a fin de subir la escala económica, este tema es desarrollado por la
feminista española Lidia Falcón.
El feminismo, debe
poner este dato sobre la mesa y ponerlo en cuestión, el sistema económico
capitalista, basado en la explotación del ser humano, cristaliza la
mercantilización de los cuerpos femeninos/feminizados.
Lejos de profesar
una falsa moral, nos preguntamos ¿Cómo, el privilegio más antiguo del varón
sobre el cuerpos femeninos y feminizados puede significar liberación para
estos? ¿Cómo puede ser liberador ese cuerpo puesto al servicio del goce de
otro, profanado una y otra vez, a cambio de dinero? ¿Cómo puede ser liberador
afirmar y reafirmarnos en un lugar impuesto por excelencia para las mujeres sin
buscar interpelarlo y ponerlo en tensión como debería hacer el feminismo, en
cuanto teoría liberadora y revolucionaria?
Fuente:
http://radiocadenanacional.com.ar/2016/11/20/apuntes-para-discutir-el-abolicionismo-la-relacion-entre-capitalismo-patriarcado-y-prostitucion/