La falacia del porno ético y feminista.
25/06/2019
Autora
Nerea Sanchís Rodríguez
Analista y activista feminista.
Psicóloga Social. En el Partido Feminista de España.
La aceptación de la pornografía significa el declive de la ética
feminista y el abandono de la política feminista; la aceptación de la
pornografía significa que las feministas abandonan a las mujeres (Andrea
Dworkin 1946-2005)
Hace algunos días leí una
entrevista a una actriz porno española afincada en Berlín, que publicaba El
País en su sección de belleza y moda, dicha entrevista cuanto menos me resulto
muy inquietante. (https://smoda.elpais.com/belleza/porno-etico-berlin/)
El titulo decía así: El porno del
futuro se llama porno ético y viene de Berlín, su autora lejos de platear una
postura desde la crítica feminista, aplaude dicha propuesta berlinesa, con
entusiasmo y furor, como si de una revolución se tratara.
Y esta actitud de algunas
mujeres, también me inquieta y me entristece por la falta de conciencia que aún
existe en relación a la cultura de la violación, promovida por la pornografía,
toda la pornografía.
La pornografía no puede ser
buena, ni ética, ni feminista, porque al igual que la prostitución es una
institución patriarcal y un negocio. Uno de los pilares más importantes de la
industria del sexo (IS), que comparte mucho con la prostitución, empezando por
la mercantilización de los cuerpos, donde de nuevo las más perjudicadas son las
mujeres y niñas que alimentan esta industria todopoderosa.
Nada más leer el título de la
entrevista ya no me cabía la menor duda de por dónde irían los tiros. Un
ensalzamiento del porno como vía para la liberación sexual, como la herramienta
que nos hará ser felices y sexualmente completas. Como botón de muestra al
principio de dicho artículo se puede leer lo siguiente: el creciente éxito de
la pornografía alternativa es una consecuencia más de la capacidad de
reinvención y del espíritu de libertad que siguen rompiendo muros en una ciudad
cosmopolita y abierta.
Comienza el despliegue
neoliberal, considerar un avance la explotación sexual de millones de mujeres y
niñas/os, bajo el paraguas del todo vale cuando colocamos detrás la etiqueta de
alternativa, diversa, inclusiva, ética o incluso feminista. Por supuesto, el
feminismo aquí pierde todo su valor contracultural y se convierte en una
etiqueta pervertida, que sirve a la IS de colchón para lavar las conciencias y
adormecer a la gente.
Me pregunto si muchos de los
defensores/as del porno ético, se han parado a realizar conexiones, se han
detenido a preguntarse sobre el macabro plan de la IS, que no es otro que
seguir legitimando la violación y la mercantilización de los cuerpos de las
mujeres. Me temo que no, porque al igual que ocurre con la prostitución hay
muchos intereses en juego, entre ellos manipular y engañar para mantener
intacto el sistema patriarcal y capitalista. Valga decir que este intento de
ocultar y embellecer las prácticas que oprimen a las mujeres, pasa con la
prostitución cuando se la denomina trabajo sexual o con los vientres de
alquiler cuando se habla de gestación/maternidad subrogada, eufemismos muy
peligrosos para mantener intacto el negocio.
En la pornografía, el lobby de la
industria del sexo opera de la misma forma que en la prostitución y los
vientres de alquiler, utilizan a mujeres para defender sus dominios, bajo el
manto de la libre elección, el empoderamiento, el glamour, el éxito, el
altruismo, la solidaridad etc.
Mujeres bien posicionadas en la
industria que dicen ser feministas y éticas, como algunas conocidas actrices o
directoras porno feministas. Hablan como si ellas fueran las inventoras de sus
narrativas en la escena, cuando se adhieren a la perfección a la misoginia que
construye la pornografía.
Así, algunas representan (y
promueven como algo natural y deseable) la fantasía del pedofilo/pederasta en
sus filmes, caracterizándose de adolescentes. También el deseo de dominación
extrema de los machos, cuando nos cuentan en sus vídeos como iniciarse en la práctica
BDSM como si nada, todo, eso sí, bajo el consentimiento y la ética…
La misma actriz a la que se
entrevista en este artículo del País, habla con total naturalidad de como ella
misma se convierte en un objeto sexual: En la peli yo me convierto en un objeto
e interviene también Parker Max, hacemos BDSM, body marking y masturbacion
(decir que muchas de estas prácticas como las que engloba el BDSM, son
productos directos de la relación de poder que establece el patriarcado entre
hombres y mujeres)
Me preocupa mucho que esta
actriz, pueda llegar a convertirse en educadora sexual como ella misma se
autodefine y que todo este falso movimiento de liberación, placer y respeto se
extienda, puesto que en Berlín ya han producido una serie que se llama Sex
School, diseñada con fines educativos, que cuenta con relatos de diferentes personas
implicadas en la industria del sexo. Y lo más preocupante de todo, es que todas
estas propuestas están empezando a tener apoyo del mismo gobierno del SPD
(Partido Socialista Demócrata de Alemania) encabezado por el alcalde de Berlín
Michael Müller, el cual incluye en su agenda política una medida para destinar
parte del presupuesto dedicado al cine, a apoyar el porno ético e incluirlo en
la parrilla televisiva.
Una distopía, la pornografía
convertida oficialmente en una herramienta para la educación afectivo-sexual.
¿Esa es la educación de calidad y feminista que queremos instaurar? ¿una
educación promovida por la industria del sexo, donde el bondage, los juegos de
sumisión-dominación, el sadomasoquismo y el sufrimiento son erotizados y
amparados en el todo vale si hay consentimiento?.
Desde luego no voy a aceptar como
revolucionario, positivo y feminista que la erotización de la violencia sea un
instrumento educativo. Y que la mercantilización de los cuerpos de las mujeres
sea visto como algo natural, ético y liberador porque ellas así lo eligen, como
en la prostitución.
No quiero pasar por alto el
mantra del consentimiento, al que tanto aluden los y las defensoras del porno
ético, las feministas han trabajado durante décadas y siguen trabajando para deconstruir
esta categoría patriarcal del consentimiento. En nombre del mismo toda
agresión, violación y brutalidad que se cometa contra nosotras, puede borrarse
de un plumazo. Toda la responsabilidad recae en nosotras, dejando impunes y
limpios a los hombres que perpetran la violencia. Lo mismo ocurre en la
prostitución y como no, en la pornografía. Esta es una escuela de poder y este
poder también lo vemos reflejado en la justicia, cuando hay jueces y abogados
que hablan de fiesta y jolgorio, de sexo pornográfico, y no de violación.
¿No estaremos alimentando
exactamente lo contrario de lo que tratamos de erradicar, con esto del porno ético,
alternativo, consentido? Es decir, la cultura de la violación.
¿No nos recuerda esto al discurso
de la libre elección en la prostitución? siempre y cuando ella lo decida, lo
quiera y lo acepte es bueno, siempre y cuando ella lo soporte todo vale. Sin
pensar en las condiciones sociales, económicas y culturales de las mujeres,
como si el porno saliera de la nada. ¿Quienes son las mujeres en la
pornografía? me atrevo a decir sin mirar cifras o consultar estudios, que
ocurre lo mismo que en la prostitución, chicas jóvenes, muchas de ellas menores
de edad, muchas captadas por las mafias colindantes a la IS, muchas en
situación de prostitución, muchas pobres y migrantes…
Todo esto debería alejarnos y
mucho de pensar en un paraíso pornofeminista, también a las propias mujeres que
nos hemos educado con el boom de la IS desde los 80´ y que aprendimos a
erotizar la violencia, la sumisión y que aunque mucho menos que los hombres,
también vimos porno y aprendimos a excitarnos con estas imágenes como si fueran
algo inocuo, sin reparar en el daño que esto supone para nuestra psique y
nuestra sexualidad.
El porno ético o como quiera que
lo llamen es otra trampa más de la implacable IS, para naturalizar la violación
y para seguir enriqueciéndose de la misma, generando cantidades ingentes y
escandalosamente altas, beneficios de los que los estados se aprovechan. No es
casualidad que los gobiernos llamados demócratas promuevan tales prácticas. Sabemos
que el negocio de la pornografía es uno de los más rentables del mundo,
generando la friolera cantidad de cien mil millones de dólares al año.
No quiero tampoco pasar por alto,
donde se está fraguando esta propuesta, Berlín-Alemania, paraíso europeo del
turismo sexual junto con España. Alemania, donde la prostitución se regulo en
el año 2002, como promesa de protección y liberación para las mujeres y ha
ocurrido todo lo contrario. Alemania se ha llenado de campos de concentración
de mujeres y niñas migradas, muchas raptadas por lovers boys, provenientes en
su gran mayoría de los países pobres de Europa del Este, gran parte de ellas
menores de edad y con historias de abusos sexuales y violaciones a sus
espaldas. Verdaderas prisiones, que nada tienen que ver con el placer, la libre
elección o el éxito, si no con la brutalidad de los hombres machistas que antes
de ir de putas se educaron en la pornografía.
Berlín , que cuenta con uno de
los megaburdeles más grandes de Europa, el Artemis, donde llegan los aviones
repletos de turistas para violar mujeres. Alemania, el país de la tarifa plana,
cerveza, salchicha y acceso ilimitado a mujeres. No me extraña que desde Berlín
este tomando fuerza esta propuesta falaz de liberación, donde la IS y el
proxenetismo gozan de tan buena salud. Donde cada año se celebra uno de los más
influyentes festivales de porno, que marcan tendencia en toda Europa, el Porn
Film Festival. Donde ahora pintan un futuro con escuelas enseñando porno ético
y con alcaldes socialdemocratas promoviendo la cultura de la violación en el
cine y las artes.
La pornografía ha sido, es y
siempre será un instrumento más de dominación y una escuela para la violencia más
atroz que se comete contra las mujeres.
La sexualidad no está
representada en la pornografía, sino la misoginia y el dolor histórico que el
patriarcado ha impreso en nuestros cuerpos.
Una educación afectivo sexual es
muy urgente, una educación donde no se escenifique la violación, una educación
libre de mandatos, de estereotipos, donde de verdad el placer y no el dolor se
ponga en el centro. Es fundamental comenzar desde la infancia, dar herramientas
a las niñas y niños para cuidarse, amarse a sí mismas/os y entre ellas/os,
respetarse, autodescubrirse y descubrirse mutuamente bajo un modelo de relación
igualitario, alejado de los roles sexistas y del patriarcado.
Es urgente enseñar a las niñas a
quererse y aceptarse y a los niños a no invadir, ni intimidar. Es decir, romper
con las leyes del agrado y del domino, y erradicar la cultura falocentrica y
heteronormativa que nos imponen prácticamente desde que nacemos.
Dejémonos de falacias. Los muros
del patriarcado solo se derrumbaran cuando acabemos con la cultura de la
violación y la agresión sexual y eso solo ocurrirá cuando la prostitución y la
pornografía queden abolidas.
Artículos consultados:
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