Nosotras, ¿decidimos?
Mar Esquembre Cerdá
27.03.2016
Nosotras parimos, nosotras decidimos» es la expresión que
sintetiza el argumento a favor del reconocimiento del derecho a la libre
elección de las mujeres sobre la continuación o la interrupción del embarazo.
Es obvio que sólo las mujeres podemos gestar y parir. De ahí que no queramos
que sean decisiones de otros las que se impongan sobre nuestro embarazo. Desde
esta postura ¿es posible limitar o negar la libre elección de las mujeres en
otros casos? Es frecuente que se invoque este derecho para defender prácticas
que mayoritariamente realizan las mujeres –como la prostitución o alquiler de
sus cuerpos– o que sólo pueden realizarse a través de ellas –como la gestación
por subrogación o alquiler de sus úteros– ¿Son asimilables estos supuestos al
de la decisión sobre el embarazo? Para responder a esta pregunta quizá
convendría plantearnos otra con carácter previo ¿Nosotras decidimos para qué? O
más bien ¿para quién o quiénes? ¿a quién o a quiénes beneficia nuestra libre
elección?
En el caso de nuestro embarazo, decidimos para nosotras
mismas, para trazar nuestro proyecto vital, para el libre desarrollo de nuestra
personalidad. Nadie más que nosotras obtiene nada de dicha decisión, a nadie
beneficia salvo a nosotras mismas. Por tanto, parece que nuestra libre elección
en ese caso no está condicionada por los intereses que de ella se puedan
derivar para otros. Respondamos ahora a esas preguntas en el caso de la
prostitución y en el de la gestación por subrogación. Obviamente, la respuesta
cambia. Aquí sí hay quienes se benefician del ejercicio de la libre elección
por parte de las mujeres, lo que introduce un factor de sospecha sobre si
realmente se trata o no de libre elección. Por más vueltas que le he dado no
conozco ningún supuesto en que esto ocurra de forma abrumadoramente mayoritaria
o en exclusiva a los hombres (si se les ocurre alguno, por favor, tengan la
bondad de decírmelo. Y no, no vale la «donación» de esperma). Ahí tienen otro
factor de sospecha.
Mancebía. grabado medieval |
Creo que tendríamos que hacernos otra pregunta más con
carácter previo: ¿perjudica a alguien nuestra libre decisión? Pues en el caso
de nuestro embarazo, a ninguna persona. En el caso de la prostitución y de la
gestación por subrogación, el perjuicio sería para todas las mujeres en el
primer supuesto y para todas las que se encuentren en edad «fértil» en el
segundo. Porque potencialmente todas podríamos alquilar nuestros cuerpos para
el placer y/o los deseos de otros. Y eso, simbólicamente, tiene un precio que
todas pagamos: nos convierte en objetos, independientemente de nuestra «libre
elección» para serlo o no. Sitúen esto en el capitalismo global, que a mí no me
cabe aquí y respondan: ¿es posible limitar o negar la libre elección de las
mujeres en algunos casos?
Fuente:
http://www.diarioinformacion.com/opinion/2016/03/27/decidimos/1743340.html
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