Mujeres en Situación
de Prostitución:
¿Trabajo o Esclavitud
sexual?1
Por Cecilia Lipszyc
Prostitución y
feminismo
La prostitución tiene su base en un sistema cultural sexual
que sustenta la demanda del sexo como servicio prestado por un objeto sexual
subordinado y dócil, que desaparece en tanto sujeto y cuya propia sexualidad
resulta negada.
Arraigadas razones culturales y sexuales que aparecen
“naturalizadas”, mujeres y varones (pero sobre todo mujeres y niñas)
pertenecientes a los sectores sociales mas vulnerables son la oferta
socialmente producida para esta industria2.
Cecilia Lipszyc |
El feminismo siempre ha entendido a la institución de la
prostitución como una institución fundacional del patriarcado. Es una de las
formas mas extremas de la violencia contra las mujeres. Ha escrito, batallado
hasta el infinito sobre la cultura que construye un modelo de varón cuya
sexualidad es un impulso de enorme potencia que debe ser canalizado, a través
de formas que están socialmente legitimadas, toleradas e incluso estimuladas. Esta
concepción parte del supuesto erróneo de una “naturaleza intrínseca” de la
sexualidad masculina. (Recordemos que la “naturaleza” siempre es una
construcción culturalmente mediada y que el feminismo ha deconstruído los
escencialismos como categoría de conocimiento).
Si esa sexualidad es entendida como irrefrenable, si
contradictoriamente tendría -en los patrones culturales hegemónicos- como único
cauce el matrimonio monogámico, entonces requiere de la prostitución para la
“resolución de esa necesidad”. La prostitución es entonces una institución
necesaria para el control social de la sexualidad humana3. Ya lo planteaba San
Agustín que sostenía que “la prostitución femenina era necesaria para evitar la
lujuria generalizada” y Santo Tomás comparando a “la prostitución con una
cloaca cuya supresión podía dar lugar a la contaminación del palacio” Shulamith
Firestone4 en la “Dialéctica del sexo” sostiene que las prostitutas pagan con
su vida la formación varonil que obliga los varones a escindir lo
emocional de lo sexual5 .
La división entre niñas y mujeres “honestas y deshonestas”
encubre la discusión del lugar de éstas en la segmentación social, étnica y en
alternativas de historias personales, por lo cual algunas resultan más
vulnerables y expuestas a esta demanda.
La violencia sexual ejercida sobre los niños/as: incesto,
violación, y abusos sexuales en general, van marcando un camino en la psiquis
de los abusados, qué “naturaliza” y se repite en la historia personal y
generacional. No todas las personas que han sido violadas o abusadas
sexualmente en la niñez ingresan posteriormente en la prostitución, pero en
toda vida de prostitución existe una historia de violencia sexual en la niñez
(personal o familiar). Con el agravante de que esas acciones son llevadas a cabo
por familiares directos de las víctimas, ejerciendo el poder que implica
relaciones tan asimétricas como son las de padres o familiares adultos respecto
de los niños/as.
Kate Millet en su clásico libro “Política Sexual”6 sostenía
que la situación de las mujeres en prostitución -el objetivo de su actividad
sexual no radica en su propio placer- no hace otra cosa que exagerar “la
paradójica situación sexual de las mujeres en el patriarcado: convertida en
objeto sexual , no puede gozar de esa sexualidad, que parece ser su único
destino, se la alienta a avergonzarse de la sexualidad , a padecer de ella, aun
cuando no se le permite elevarse de una existencia casi meramente sexual”. El
acto sexual mismo proporciona el reconocimiento del derecho patriarcal.
Quizás sea Kathleen Barry7 en “ La esclavitud sexual de la
mujer” y en The prostitutión of Sexuality quien haya hecho los mas arduos
planteamientos teóricos sociológicos y estadísticos sobre el reclutamiento de
niña/os y mujeres en los circuitos de la explotación sexual que ella denomina
“esclavitud sexual” , sostiene que la prostitución, lejos de ser una forma de
superación de una cosmovisión puritana, es el modelo de sexualidad como
destrucción del yo, y un palpable violación a los derechos humanos de las mujeres
y niñas/os.
Francoise Collin8 sostiene que el recurso de la prostitución
en una de las múltiples formas de violencia contra las mujeres remite a una
estructura común en la cual el deseo de uno sólo y un solo deseo es ley sin el
deseo del otro, otro deseo que le ponga límites.9
El tema de debate es que partiendo de estos supuestos que
ninguna feminista puede desconocer, como se llega al término “trabajadoras
sexuales” aún dentro de algunas – hasta ahora minoritarias- corrientes del
feminismo. Pero no son minoritarias en los países centrales. En Viena, cuando
tuvo lugar la discusión del Protocolo sobre la Trata, fueron principalmente los
países occidentales e industrializados – los
países de destino de las víctimas de la trata – los que apoyaban las posturas
defendidas por las ONG “pro-trabajo
sexual10
Angel Soto con una prostituta. Picasso |
El debate se generaliza a partir del trabajo de 1998 de Lin
Lean Lim de la OIT que plantea que debería considerarse un sector industrial
más por el gran cúmulo de dinero que produce. (Me parece una postura un tanto
cínica.)11 Creo que la repuesta más contundente la brinda Carole Pateman 12 en
su “Contrato sexual”.
El contractualismo (Rousseau, Locke, Hobbes,- recordemos
aquello que los hombres nacen libres e iguales para realizar libremente
(casualmente, se habían olvidado el tema del poder y de las relaciones
asimétricas entre las clases sociales y entre los sexos) entre ellos el
contrato social, político.
Pateman sostiene, que “la idea de que las mujeres son
individuos dueños de sí mismos es una ficción de la sociedad patriarcal”, cuyo
contrato sexual básico, no explícito, es que los varones tienen asegurado el
acceso al cuerpo de las mujeres y parte esencial de ese derecho es su demanda
de uso de cuerpos de mujeres como mercancía.
Por último siguiendo a Fanon, Foucault y Buordieu y los
conceptos de la producción de consenso: el primero sobre lo aprendido por el
colonizado que lo lleva a pensar como el colonizador, el segundo sobre los
múltiples mecanismos de disciplinamiento en la producción de conocimiento y
conductas de una sociedad y el otro en el término de violencia simbólica que
retomando a los anteriores sostiene que el dominado
no dispone de categorías de pensamiento para pensarse en su relación con el dominador por lo cual los tres autores
sostienen que el dominado piensa como el dominador en términos de lo “natural”·
Remarquemos que la naturaleza es siempre pensada
culturalmente por los sectores hegemónicos: en el pensamiento ilustrado la
naturaleza es el orden que legitima y
sanciona a su vez la adecuada distribución de los papeles entre la
Naturaleza y la Cultura.
Con estos supuestos teóricos que posibilidad de “libertad”
le queda a una mujer para “elegir” ser prostituída?13 Hablar de un contrato
sexual como si fuera un contrato laboral es hablar de “ficciones políticas” son
meros contratos de esclavitud. Y llamar a estas relaciones “contrato” es
legitimar una lógica infame de dominio”14. La relación entre mujeres y varones
es una relación asimétrica de dominio y opresión que llega al máximo en la compra
sexual de personas en prostitución.
El “trabajo sexual”
no es neutro
Creo que el término “trabajo sexual” no es neutro. El
lenguaje y su uso, muy estudiado por el feminismo, que niega la supuesta
neutralidad del lenguaje, es uno de los mas formidables formadores del
pensamiento y la conciencia, es el estructurador básico de nuestra categorías
de pensamiento y por lo tanto es un excepcional mecanismo de producción y
reproducción simbólica e ideológica.
Las palabras que decimos no son inocentes, tienen detrás
propuestas, no sólo jurídicas sino sobre todo políticas, de política sexual.
Sostenemos obviamente que se debe penalizar exclusivamente a
quienes las prostituyen, las reclutan, las trafican, ejercen contra ellas
alguna otra forma de violencia o promueven la prostitución, ya sean redes o
rufianes individuales.
Denominar “trabajo” a esta actividad es legitimar, naturalizar, los fundamentos de los paradigmas
patriarcales de opresión que hemos combatido desde la teoría y la praxis, es
contradecir los fundamentos mismos del feminismo.
Legitimar, naturalizar la venta de personas para consumo
sexual -al igual que fuera una gaseosa- es como el maximum de la cultura
individualista del neoliberalismo que denigra a la humanidad. Es una postura
que, con la excusa de no discriminar a las mujeres en situación de
prostitución, esconde y legitima el tráfico, la trata y el proxenetismo.
Me parece un deslizamiento teórico -en el mejor de los
casos- que la cosificación a la que son reducidas las personas en situación de
prostitución en esta sociedad de consumo “del toco y me voy”, que impide
relaciones humanas solidarias y comprometidas sean redefinidas como
“trabajadoras sexuales”. No es la fuerza de trabajo lo que se vende en el
mercado son las personas.
Por otra parte, considero que la utilización del lema
“trabajo sexual” para referirse a la situación de prostitución constituye un
eufemismo y amerita algunas observaciones. En primer lugar, las ilusiones de
progresismo de quienes utilizan tal emblema caen en la misma postura -cuando
recordamos que la “primera ola” de tal concepción (la prostitución como si
fuera un trabajo) en el planteo de las y los moralistas medievales católicos,
cuando la iglesia católica regulaba y recaudaba, por lo menos en España, la por
entonces denominada mancebía.
La diferencia entre la antigua y la nueva ola estriba en que
ya no se trata sólo de instaurar un etiquetamiento estigmatizante para el
control de las mujeres, estén o no en situación de prostitución.
El emblema de “trabajo sexual” opera como
coartada frente a la desocupación estructural. Está claro que han
conseguido articularse armoniosamente, aspectos de muy diversa índole.
Desde supuestas necesidades privativas del sexo masculino
hasta la desesperación de muchas mujeres por satisfacer sus necesidades básicas
y las de su familia. Por esto propongo un cuestionamiento crítico, porque, a mi
juicio, se trata de las políticas y de las éticas en juego.15
En segundo lugar, al evitar nombrar a la prostitución se
termina logrando invisibilizar sus efectos dañinos16 generándose, al mismo
tiempo, las condiciones necesarias para su promoción y expansión. En tercer
lugar, acepto que para quienes ya se encuentran en situación de prostitución (o
sus familiares) el eufemismo de autodenominarse “trabajadores sexuales” en
algún momento hasta puede constituir una válida estrategia defensiva: hay que
tener presente que en situación de prostitución la vulnerabilidad de la
integridad física y psíquica es la norma.
La confusión también llegó a Naciones Unidas. La Coalición
contra el Tráfico de Mujeres y la Red Internacional de Derechos Humanos, tuvo
también que oponerse al Informe entregado por la Reportera Especial de Naciones
Unidas Sobre Violencia contra las Mujeres, la Organización Internacional del
Trabajo OIT, y el Alto Comisario para los Derechos Humanos de Naciones Unidas.
La Red Internacional de ONG por la defensa de los Derechos
Humanos sostuvo una posición contraria en Viena a la postura de la Reportera
Especial y el Alto Comisario para los Derechos Humanos.
En su declaración de 20 de mayo de 2000, la Reportera
Especial Sobre Violencia Contra las Mujeres, expresó que los términos
“víctimas” y “explotación de la prostitución” no debían aparecer en el
Protocolo. Ella se preguntaba si “todas las víctimas de la industria del sexo”
eran objeto de “explotación sexual” o si solamente era necesario condenar en el
trabajo sexual, “las condiciones de explotación similares a la Pero el Informe
del Grupo de Trabajo sobre las Formas Contemporáneas de Esclavitud que fue
presentado a la Subcomisión para la Promoción y la Protección de los Derechos
Humanos el 15 de agosto de 2000 instaba al Comité Especial de Viena para la
Elaboración de un nuevo Protocolo sobre la Trata de Personas a que “la aplicación de la definición de trata no
se viera limitada a la fuerza o a la coacción, sino que comprendiera todas las
formas de trata, que exista o no consentimiento por parte de la víctima”.
El Grupo de Trabajo constataba con inquietud que, en su
informe más reciente (E/CN.4/2000/68, par. 13), la Reportera Especial sobre la
Violencia Contra las Mujeres hubiera propuesto una definición de “trata” que
era incompatible con los principios de la Convención de 1949.17
Este nuevo Protocolo y la definición firme y pertinente que
contiene sobre la trata, constituye un paso decisivo y fundamental en toda la
regulación de los Derechos Humanos de las Mujeres del Siglo XXI.
Hace fracasar las tentativas de los grupos de presión
pro-industria del sexo que han trabajado por excluir toda mención de la
prostitución en las nuevas legislaciones sobre la trata.
Sitúa a la Convención sobre la Delincuencia Transnacional
Organizada de Naciones Unidas dentro del cuerpo de instrumentos internacionales
sobre derechos humanos, en particular con la Convención de 1949 y el artículo 6
de la CEDAW”.
Insistimos en que se debe continuar con la sanción legal y
social contra los prostituyentes como principio imprescindible e
incuestionable, ya sean éstos explotadores o clientes.
Ello implica poner en cuestión toda una cultura sexual que
construye la sexualidad masculina como un impulso irrefrenable -socialmente
legitimado que requiere de la prostitución como puntal del orden social y
sexual. Un ejemplo al respecto es Suecia que (1999) prohíbe en su nueva ley de
violencia contra las mujeres la compra de servicios sexuales dado que considera
que pagar por sexo no es derecho de los hombres.18
Notas
1 Se sigue lo planteado en el artículo mío publicado por
CLADEM en “Prostitución ¿Trabajo o Explotación Sexual? Lima 2003
2 Cecilia Lipszyc. Artículo publicado en el diario Clarín.
Noviembre de 2000.
3 La periodista argentina María Moreno en su artículo “ El
trabajo sexual “ cita el testimonio de un entrevistado del oficio sobre los
prostituyentes: prefieren la práctica de la prostitución porque la mujer le
causa angustia, miedo, es muy compleja para ser tratada en relaciones mas
duraderas. Citada por Edith Costa. Leyendo a Carole Pateman. En BRUJAS. Año 18
.N2 26. Argentina.
4 “La Dialéctica del Sexo”.Ed. Kairós.Barcelona 1976
5 Seguimos el artículo de Marta Vasallo. Feminaria Año X, Nº
22/23. Buenos Aires Julio de 1999. Dossier sobre prostitución
6“Política Sexual” .Ed. Cátedra- Madrid 1995
7 La esclavitud sexual de ls mujeres”Ed. L Sal. Barcelona 1979. y The Prostitution of
Sexuality”Ed. Univ. Press.New York 1995
8 “La sexualité, un droit de l´homme?
9 Marta vasallo Feminaria . Año X, Nº 22/23. Buenos Aires
Julio de 1999. Dossier sobre prostitución
10 Entre estos países cabe citar Alemania, Australia,
Canadá, Dinamarca, España, Irlanda, Japón, Nueva Zelanda, Países Bajos, El
Reino Unido, Suiza y Tailandia Sobre este último recomendamos el libro “ La
Nueva Esclavitud en la Economía Global de Kevin Bales. Siglo XXI). Las razones
invocadas eran de diferente índole. Desde el principio, Estados Unidos
argumentó que los términos “incitación” y “que la persona consienta o no” eran
vagos y confusos y que planteaban problemas a la hora de la ratificación(
siendo EEUU uno de los países que nunca ratifican los tratados internacionales)
11 Lin Lean Lim: The Sex Sector, ILO, Suiza, 1998
12 Carole Pateman. “EL contato sexual”. Ed. Anthropos
Barcelona 1995
13 Sartre sostenía que la libertad es lo que hacemos con lo
que han hecho de nosotros
14 Edith Costa . Leyendo a Carole Pateman. En BRUJAS. Año 18
.N2 26. Argentina.
15 citado idem
16 El psiquiatra español Francisco Orengo refirió en el
Simposio Internacional sobre Prostitución y Tráfico de Mujeres con fines de
explotación sexual realizado en Madrid en el 2000, una serie de estudios que
coinciden en dar cuenta de los daños sufridos por mujeres en situación de
prostitución. Como ejemplo en un estudio sobre 475 mujeres de 5 países,
incluido Estados Unidos, el 90 % había experimentado violencia. El 67 %
presentaba stress postraumático. El abuso sexual infantil oscilaba entre el 50
y el 90 %, según los estudios considerados. Puntualmente señala, “la incidencia
del carcinoma de cuello de útero es mucho más elevada en éste tipo de
población”. En resumen su experiencia confirma “los efectos devastadores de la
prostitución sobre la salud de las mujeres”. Citado por Leonor Nuñez.
17 A los efectos del Protocolo de la Trata de Personas el
consenso en Viena fue : Por “trata de personas” se entenderá la captación, el
trasporte, el traslado, la acogida o la recepción, recurriendo a las fuerza o a
la coacción o a otras formas de amenaza, al rapto, a la superchería, al engaño,
al abuso de autoridad o de la situación de vulnerabilidad de una persona, o
recurriendo a la concesión o a la recepción de pagos o beneficios para lograr
el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de
explotación. La explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la
prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o
servicios forzados, la esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, la
servidumbre o la extracción de órganos; a bis) El consentimiento de la víctima de la trata de personas respecto de la
pretendida explotación queque se indica en el apartado a) se considerará
irrelevante en el caso de se hayan utilizado cualquiera de los medios
enumerados en el apartado a); la captación, el transporte, el traslado, la
acogida o la recepción de un niño con fines de explotación sexual se
considerará “trata de personas” incluso en el caso de que no supongan la
utilización de ninguno de los medios enunciados en el apartado a) del presente
artículo;
18 Florence Matreynaud “Penalización de los clientes en
Suecia” en Mujeres entre la globalización y la guerra santa. Compilación Marta
Vasallo. Le Monde Diplomatique. Julio 2003
___________________
Sobre la autora
Cecilia Lipszyc. Socióloga UBA. Estudio de Postgrado en
Estudios de la Mujer UBA. Convencional Nacional Constituyente. M/c.
Investigadora. Docente de Postgrado de la U.N.L. Presidenta de ADEUEM.
(Asociación de Especialistas Universitarias en Estudios de la Mujer) Consultora
y Directora de Proyectos de UNICEF, UNIFEM, Unión Europea. Fue Coordinadora
Nacional del Instituto Nacional contra la Discriminación. Directora Regional
del proyecto de Naciones Unidas “Feminización de las migraciones en América
Latina. Discriminación Xenofobia. Racismo”. Autora de numerosos artículos y
libros.
Fallecida en el 2013
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