lunes, 20 de noviembre de 2017

Aún piensas que la prostitución es empoderadora tras escuchar a los «clientes»-prostituidores?

Aún piensas que la prostitución es empoderadora tras escuchar a los «clientes»-prostituidores?
9/19/2017
Por Julie Bindel  ​Publicado originalmente el 12 de agosto de 2017


Traducción del inglés: María Victoria Cincunegui ; Colaboracion: Atenea Acevedo
Original en inglés: http://www.independent.co.uk/voices/sex-work-punters-what-do-they-think-prostitution-exploitation-rape-danger-a7889511.html

 
Julie Bindel
Conocí a un putero que me dijo que la prostitución «evita violaciones» y, como consecuencia, si molestas feministas impidieran que los hombres 'consumieran prostitutas', se verían forzados a violar a «mujeres de verdad».


Cuando comencé a militar contra la violencia de género 35 años atrás, los agresores eran invisibles. Escuchábamos hablar casi siempre acerca de las víctimas, y el agresor era el hombre invisible. Lo mismo pasaba con las violaciones y con el abuso sexual infantil. En general, se ponía el foco en las mujeres sobrevivientes de tales atrocidades para que relataran su «recuperación» o cómo habían ayudado a otras mujeres a atravesar su calvario, mientras que la desnudez del rey resultaba visible tan solo para unas pocas personas. Por tal motivo, decidí que uno de los capítulos de mi próximo libro sobre el comercio global de sexo versaría sobre los «clientes»-prostituidores: este signo de interrogación, una nube de humo, un rostro pixelado, un hombre que rara vez tiene nombre.

Durante las conversaciones que mantuve para el libro con 50 sobrevivientes de comercio sexual, escuché mucho acerca de los prostituidores. Nada de lo cual es agradable, a menos que contemplemos los comentarios extraños del estilo «al menos se duchó» o «esa vez no me violó, así que sentí alivio».

Mi amiga Emma Humphreys, fallecida en 1998, fue quien primero me abrió los ojos respecto del abuso en el seno del encuentro entre el prostituidor y su prostituida. "¿Por qué lo hace?", me preguntó. "Su verga no se le caerá y él es quien elige hacerlo, no la mujer. Ella simplemente está desesperada o drogada o siente terror de su proxeneta".

Emma relata aquello que toda mujer inmersa en la prostitución sabe por demás. El prostituidor tiene casi todas las opciones, y la mujer, casi ninguna. Ellos pagan por sexo porque, sin el dinero de por medio, la mujer no prestaría su consentimiento. ¿De qué otra forma denominamos al sexo sin consentimiento?

He entrevistado a compradores de sexo desde 1999, año en el cual, junto a sobrevivientes del comercio sexual y otras activistas feministas, creamos un programa de reeducación para hombres que pagan por sexo en West Yorkshire. En el año 2009, yo era investigadora en el marco de un gran estudio realizado en seis países con hombres que pagan por sexo. Fui parte del equipo que entrevistó a 103 «clientes»-prostituidores en Londres. Más del 50% de los hombres, que fueron entrevistados exhaustivamente y cara a cara, admitieron que sabían que las mujeres por las que pagaban eran víctimas de trata, estaban siendo explotadas sexualmente o su libertad era coartada de alguna otra manera. No hubo ni uno de ellos que decidiera no tener sexo con la mujer prostituida al enterarse de esto.

Los hombres –en su mayoría, ingleses blancos– hablaron de cómo decidían con qué mujer tener sexo, lo cual solía basarse en cómo percibían la etnia o docilidad de la mujer. «Hice una lista mental. Me dije a mí mismo que estaría con diferentes razas, por ejemplo: japonesas, indias, chinas… Una vez que ya estuve con ellas, las tildo en mi lista. Es como una lista del supermercado», un putero me dijo. «Elegir y comprar tienen algo que ver con la dominación y el control», dijo otro.



Las mujeres no son nada más que una «escupidera para el semen de los hombres», como me dijo una mujer prostituida. Esto efectivamente se corresponde con los dichos de los hombres. «Una prostituta es como la descarga de una olla a presión», expresó uno. «Pagas por el servicio, casi como cuando vas a los servicios de la vía pública a orinar o defecar», comentó otro de los encantos.

En mi libro exploro cómo y por qué la sociedad en su conjunto compra y a la vez perpetúa la mitología alrededor de por qué los hombres pagan por sexo. Incluso entre hombres de izquierda, que arguyen ser profeministas, existe la idea de que el sexo masculino tiene la «necesidad» de una «descarga». Owen Jones, por ejemplo, al escribir acerca de un caso en el que tres jueces fueron despedidos por mirar pornografía mientras se suponía que estuvieran deliberando en los tribunales, reflexionó: «Nada de ello fue ilegal; sin embargo, se los avergonzó públicamente y fueron despedidos… Quién sabe, quizás, en su defecto, un juez tenso en busca de un leve y rápido alivio se concentraría mejor».

La idea de que mirar pornografía –sinónimo de prostitución filmada y fotografiada– libera tensiones es un justificativo clásico entre los prostituyentes, tal como ilustra el comentario anterior. En uno de los viajes de investigación que hice para mi libro a Holanda, país en donde el comercio sexual fue legalizado en el año 2000, conocí a un putero que me dijo que la prostitución «evita violaciones» y, como contrapartida, si molestas feministas impidieran que los hombres 'consumieran prostitutas', se verían forzados a violar a «mujeres de verdad». Este es uno de los más perniciosos de todos los mitos acerca de la prostitución. En primer lugar, que nos digan que los hombres están programados para violar si no tienen sexo es una aberración y debería ser aborrecida por todas las personas  feministas. Es una de las visiones más pesimistas y equivocadas que he escuchado acerca de la sexualidad masculina. Aunque igual de peligrosa es la visión de que algunas mujeres deben ponerse a disposición de los hombres para ser violadas, así «otras» mujeres pueden permanecer a salvo del ultraje.

Pagar por sexo no es una necesidad y tampoco es un derecho humano. Sin embargo, sí constituye un derecho para las mujeres y niñas el crecer en un mundo en que la prostitución sea una reliquia del pasado.

El libro sobre el comercio global de sexo de Julie Bindel será publicado por Palgrave McMillan el 27 de setiembre de 2017

Fuente:

http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/




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