Paralelismos entre el Feminismo y
el MPCD (Movimiento de Personas Con Discapacidad)
Por Víctor Villar Epifanio - 15/01/2018
Aunque no suelo en mis columnas
hacer reflexiones puramente teóricas, creo que es el momento para ello. Hago
esto para recordar que en el Movimiento de Personas Con Discapacidad (MPCD),
como todos los Movimientos Sociales que
le precedieron, no está exento de posicionamientos ideológicos, basados en
intereses de los diferentes sectores del colectivo y en teorías socioeconómicas
ya existentes.
Partiendo de esta primera
reflexión, yo, a diferencia de otros sectores del MPCD, prefiero hacer paralelismos con el Feminismo y sus
diferentes tendencias, un Movimiento con 300
años de historia, que ahora parece estar pasando por una mala racha por la
ambigüedad política generalizada usada como bandera por una parte de nuevos
colectivos que no respetan siglos de lucha,
uniéndose al capitalismo salvaje y sus lobbies en nombre de la libertad
individual.
Y es que el MPCD también está
sufriendo el ataque del liberalismo individual en sus filas, heredero del la
moral protestante anglosajona en lo económico y en lo social de la libertad del
destape en la transición en el Estado español. De este modo, por ejemplo,
mientras el Feminismo debate sobre la prostitución, la pornografía o el vestido
de la Pedroche, el MPCD debate sobre la asistencia sexual, que viene a ser lo
mismo con otro nombre. A esto hay que añadir que ambos colectivos huimos de
cuarenta años de represión del nalcional-catolicismo, en le caso de la mujer
restringiendo sus derechos civiles y reproductivos, en nuestro caso, mediante
la caridad judeocristiana, tratándonos de una forma pasiva en la consecución de
nuestro bienestar, sin que tenga nada que ver con la consecución de un derecho.
Pero, como ya es costumbre en este país, se ha optado por el efecto péndulo y
se ha ido al otro extremo. De este modo,
en ambos movimientos han surgido sendas ramas liberales, que, a grandes rasgos,
defienden lo siguiente:
En el caso del Feminismo, la corriente liberal es
representada
por la llamada “tercera ola” feminista y
defiende posturas como:
Un supuesto “empoderamiento” de la mujer a través de su sexualidad, la
regulación de la prostitución o los vientres de alquiler.
En el caso de la discapacidad , esta rama está
representada por el Movimiento de Vida Independiente. Este sector defiende
posturas como: La eliminación del sistema residencial público en favor de los
llamados asistentes personales o la asistencia sexual.
En ambos casos, y es lo
que quiero resaltar, se trata de una visión tremendamente individualista ya que
se basan en visiones del empoderamiento de carácter individual. En el caso de
las mujeres, según lo veo, se trata de intentar la aceptación del patriarcado
hablando su propio lenguaje para que esté le conceda un trocito de su poder.
Esta estrategia no es muy diferente a la de mujeres que han triunfado en
política como Margaret Thacher, triunfar en un mundo de hombres adaptándose a
él, solamente que, en este caso, se utiliza la propia sexualidad.
En el caso del Movimiento de Vida Independiente, se
trata de una élite académica que solamente ve su situación personal, que apenas
tiene contacto con la realidad de la mayoría del colectivo. De este modo, se
cae en un postmodernismo activista, despreciando las políticas reales de
Discapacidad y dependencia, dedicando todos sus esfuerzos a reivindicaciones
que apenas benefician a un 10% de la población con discapacidad. Aquí también
vemos un sálvese quién pueda o, como diría Malcolm X, una discapacidad del Tío
Tom, obsesionada con encajar en la sociedad sin discapacidad.
En ambos casos, estas dos tendencias se caracterizan por:
La consecución individualista de derechos civiles. Se trata de
conseguir encajar en la sociedad, no de cambiarla.
Se antepone la libertad individual a la lucha colectiva. No sé trata
de cambiar el sistema para el bien común de un colectivo, sino de presumir de
supuestas consecuciones individuales. En otras palabras, se ha cambiado a la
lucha de las vanguardias, que busca la toma de conciencia y el bien común del
colectivo, por la lucha de las élites por abrirse paso.
El protagonismo de lo económico en el campo social. En ambos casos,
aquí hay que mencionar el Tercer Sector y el asociacionismo asistencial, guiado
por intereses económicos o por su propia supervivencia organizativa. Mi querido
Shangay Lily, en el colectivo LGTB, a esto lo llamaba gaypitalismo.
Dicho esto, tengo que confesar
que estoy chapado a la antigua. Prefiero
la lucha colectiva al individualismo postmoderno, prefiero la definición ideológica al supuesto
librepensamiento individualista, prefiero garantizar el bienestar de todos y todas a presumir de los logros de
algunos o algunas. Si eso me hace estar anclado en el siglo XIX, ser un
politiquero, un colaboracionista de las “feminazis” de la Segunda Ola y un
dictador de lo políticamente correcto, que así sea. Aunque creo, que más bien
tiene algo que ver con qué soy socialdemócrata. En fin, tiempos modernos, nunca
mejor dicho. Toca apretar algunos tornillos.
Fuente
Nota: las negritas están en el
original.
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