Trata de blancas: Condiciones psíquicas favorables para la
trata de personas vía el enamoramiento
Por Dra. Alexis Schreck -
octubre 15, 2018
Les dejo este resumen (resumen que hice yo y que no le hace
justicia al trabajo original) de un análisis interesantísimo de mi amiga y
colega la psicoanalista Ivonne Guzmán Bargagli (ivonnegzry@yahoo.com) sobre la
trata de mujeres. No se lo pierdan.
De acuerdo con los datos que aparecieron en el Diagnóstico
sobre la Situación de la Trata de Personas en México que elaboró la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos, México fue considerado el primer proveedor de
víctimas de trata de personas en el mundo desde el 2013. Se considera el tercer negocio ilícito más
lucrativo del mundo, sólo superado por el tráfico de drogas y de armas.
Miles de personas son víctimas de este delito,
particularmente mujeres, niños y niñas quienes son captados, trasladados,
vendidos y comprados con fines de explotación.[1] Esta incluye la explotación
de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o
servicios forzados, la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.
Hablamos de personas violentadas convertidas en cuerpos
mercancía.
En la cadena mercantilista de la trata de personas se
involucran varios sujetos:
la víctima,
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George Grosz |
un tratante quien cobra por captar, trasladar y entregar a
una persona con fines de explotación,
un tratante-explotador quien recibe y explota a la víctima,
y
un consumidor-explotador quién pagará por el uso de la
víctima-mercancía.
Cualquier persona es víctima potencial de este delito.
Las condiciones de desigualdad, pobreza y deterioro social
en México lo favorecen. La proclividad humana al ejercicio de la violencia y el
funcionamiento psíquico que estas acciones de dominio, poder, transgresión y
posesión requieren han suscitado un enorme número de trabajos académicos. ¿Por
qué la violencia?, ¿Por qué la desubjetivación de las víctimas y su trato como
objeto de uso o mercancías?
Los documentos de diagnóstico sobre la situación de trata de
personas en México señalan que la mayor proporción de los casos tienen como fin
la explotación sexual. Los tratantes con
frecuencia logran la captación y recepción de las víctimas estableciendo
relaciones de confianza con ellas.
Una de las campañas de la CNDH dice así:
“La mayoría de las víctimas de trata de personas con fines
de explotación sexual fueron ENAMORADAS por sus tratantes.”
En algunos estados de la República el 80% de los casos el
enganche se logró a través del enamoramiento. La estrategia de enamoramiento
puede consistir en una breve relación de noviazgo y en algunos casos hasta
matrimonio o concubinato. En cualquiera de éstos subsiste el fin de la
explotación.
Transcribo el testimonio de alguno de estos tratantes que
explica la importancia del enamoramiento como estrategia para lograr el
reclutamiento de la mujer para el trabajo sexual, dice:
Lo que tienes que hacer es buscar una chava, que pienses que
está buena para el negocio, tienes que luchar por ella, tienes que ir
enamorándola, tienes que utilizar el verbo y ser bien detallista para que
caigan enamoradas.
Después que la chava acepta irse a vivir contigo, la tienes
que empezar a “trabajar”. La tienes que convencer de que su futuro está en
otro lado; así, la sacas de los lugares que conoce. Como las chavas tienen 15 o
16 años, todavía están cerradas de ojos, entonces llegan a un lugar que ni
conoce en el que no se sabe mover, la empiezas a hacer que dependa de ti para
todo […] [2] Luego empiezas a decirle que tienes problemas de dinero, que no
hay dinero, que buscas una forma de cómo salir de la pobreza, luego le dices
que encontraste un cuate que se dedica a prostituir mujeres y que los puede
ayudar; tienes que ser bien verbo para convencer a la chava, decirle que juntos
van a echarle ganas, que sólo van a trabajar un año para juntar dinero y luego
se retiran del negocio. Una vez que convences a la chava, una puta de tu cuate
padrote lleva a tu mujer al lugar donde trabaja y le enseña cómo debe trabajar.
Una vez que la chava cayó, los padrotes las obligan a trabajar y entregarles
una cuota diaria. Después de colocar a tu chava lo que tienes que hacer es
seguir buscando otras más.
Este porcentaje tan alto de enamoradas/víctimas nos
interpela. De mujer deseada, o mujer
elegida deviene objeto de transacción mercantil. Parece entonces que la
condición de objeto de deseo, una vez lograda para la mujer, favorece su
transformación en objeto de uso y explotación.
¿Cuáles pueden ser las condiciones psíquicas de la mujer
enamorada para que tome su lugar como participante en el acto violento?
Lo primero que sabemos es que estas víctimas de trata con
fines de explotación sexual fueron enamoradas por sus tratantes. Utilizando “el
verbo” y siendo bien detallista, como dijo el tratante, consiguen enamorarlas.
Veamos: mediante palabras, halagos, seducción, el tratante
va exaltando el narcisismo de la joven. La joven se reconoce objeto sexual
admirado y deseado por excelencia. La
ilusión narcisista aparece cumplida. El placer es enorme. Ha sido reconocida
toda ella revestida de valor.
Una vez sobrecogida por este placer narcisista aparece el
deseo de encontrar una y otra vez a aquel que le hace sentir eso, es decir,
aquella figura que al mirarla y desearla le devuelve, en reflejo especular, su
brillo. Querrá asegurar la permanencia
de esta persona para garantizar el placer sexual y narcisista y más aún, la
ilusión de una identidad sostenida su aptitud para procurar y ofrecerle el
placer a él.
Cada vez el halagador se torna más y más deseable hasta
volverse necesario. La joven halagada/engañada/enamorada queda así atrapada,
igual que Narciso, frente a un puro reflejo idealizado, e igual que Narciso,
está condenada a la parálisis para preservar el espejismo.
El problema es que en el caso del tratante que enamora, su
deseo, su necesidad, y su enamoramiento son pura ficción. En realidad, ahora es
dueño de una mercancía. La pulsión de apoderamiento encuentra satisfacción y
procura mayor placer al victimario, en la medida en que se intensifica ya sea
vía la adquisición de un nuevo objeto (una nueva jovencita enamorada), ya sea
vía la descarga mas libre y sin miramientos que el objeto sometido está
dispuesto a tolerarle.
El enamoramiento como la principal forma de enganche para la
trata de personas con propósito de explotación sexual se vale de la vulnerabilidad
y dependencia que la víctima desarrolla frente a su enamorador/tratante porque
éste le ofrece la ilusión de una aspiración narcisista cumplida.
Es él, y sólo él, el tratante, quien le suministra el estado
placentero, quien canta sus alabanzas y favorece así una dependencia
desproporcional como objeto causa de su sensación de grandor. Aliméntame, sostenme, mírame.
¿Estaríamos diciendo que toda mujer enamorada corre el mismo
riesgo?
Si bien no es la condición de enamorada la clave, sí es muy
frecuente que sea la mujer la que en estos vínculos ofrece su yo adherido,
suplicante y sojuzgado a un partenaire masculino. Esta dominancia de género
obliga a pensar el papel que pueden estar jugando en estos vínculos el
desarrollo de la sexualidad femenina y, como mujer, la intervención que los
estatutos culturales tienen en la estructuración de su subjetividad.
Como decía el tratante en el testimonio que leímos: una vez que se va a vivir contigo, la tienes
que “trabajar”. Este es el trabajo
necesario. Ha cedido su vida a favor de
que sostengan su existencia. Su
necesidad y obligatoriedad al tratante como exclusivo requiere que ella se
adhiera y se amolde a su vez a las necesidades del hombre. Para su Yo, de eso depende su subsistencia.
Recordemos lo que dice el tratante: empiezas a decirle que
tienes problemas de dinero, que no hay dinero, que buscas una forma de cómo
salir de la pobreza, luego le dices que encontraste un cuate que se dedica a
prostituir mujeres y que los puede ayudar.
Los puede ayudar recibiendo-la con el puro cuerpo. La sigue engañando como si la considerara
amada, la entrampa diciéndole que ella es su amada, su cuerpo mera mercancía
pero valioso en tanto tal porque su cuate les puede ayudar recibiéndole, y la
engaña además haciéndole creer que ella puede sacarlos así de la pobreza.
Ahora sí, atrapada, adherida y alienada está preparada para
ingresar al campo del comercio sexual.
Pero apenas comienza: los estragos de la violencia no cesan. Una vez que
ha ingresado al comercio sexual todo aquello que sostenía en el eje imaginario
su particular condición subjetiva sufre nuevos reveses.
Como explica el tratante: Después de colocar a tu chava lo
que tienes que hacer es seguir buscando otras más. La ilusión narcisista que sostenía el deseo
de la joven desaparece y con ella, también la pérdida de goce. La aparición
deseante desfallece y comienza un proceso de deslibidinización del cuerpo, de
la realidad, y de la vida que se manifiesta en estados depresivos crónicos y
melancolía.
Para la trata de personas el dolor no tiene fin.
[1] Diagnóstico sobre la situación de la trata de personas
en México, CNDH, México 2013
[2] Óscar Montiel Torres, Trata de personas: padrotes,
iniciación y modus operandi. México, Instituto Nacional de las Mujeres,
2009.
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