Suecia: penalizar al cliente disminuyó el negocio
El país escandinavo ha logrado erradicar el mercado sexual
más evidente.
Los críticos denuncian que
se ha desplazado de los clubes de
alterne a los suburbios
Belén Domínguez Cebrián
8 sep 2018 -
En las calles de Estocolmo hay 14 prostitutas. Contadas. El
Gobierno sueco empezó en los años noventa a implementar unas políticas a largo
plazo contra la trata de seres humanos que se centró principalmente en la
protección de la mujer. Hace casi 20 años, en 1999, todos los partidos en el
Riskdag (Parlamento sueco), sin ningún atisbo de división, aprobaron prohibir
la compra de servicios sexuales y se centraron en el cliente. Hoy en día el
consenso entre las fuerzas políticas continúa y Suecia, como en otras materias,
es ejemplo para otros países del mundo en cuanto a políticas abolicionistas del
sexo por dinero.
“Lo primero que hay que dejar bien claro es que la mujer es
la víctima”, explica Petra Tammert Seidefors, de la Agencia Sueca de Equidad de
Género. Las expertas consultadas coinciden en que lo esencial es atacar donde
está el problema, donde está el control y, sobre todo, donde está el negocio:
los chulos y los clientes.
Después de que Suecia se convirtiera en el primer país del
mundo en perseguir legalmente el negocio de la prostitución —que mueve
“incalculables cifras de dinero”, según Tammert— otros países vecinos hicieron
lo mismo. Canadá, Islandia, Irlanda, Francia y Noruega. Este último, además,
fue más allá criminalizando la práctica de sexo por dinero de sus propios
ciudadanos también en el extranjero, punto al que Suecia, a pesar de haber
abierto un largo camino, aún no ha llegado. El Parlamento tumbó esa propuesta
en 2014. “Noruega puede juzgar a ciudadanos noruegos que hayan ido al extranjero
en viaje de negocios o de turismo y hayan pagado por sexo”, relata la experta
en feminismo en Suecia Clara Berglund, quien añade a su lista Grecia y
Sudáfrica como países en cuyas agendas está la persecución del cliente.
Suecia levanta la cabeza y presume de moral. “Noruega
implantó la ley porque las mujeres montaban mucho jaleo en la calle. Eran muy
violentas y había problemas”, narra Tammert. Fue, por tanto, un freno al
desorden. Sin embargo en Suecia, continúa, “la ley de 1999 se fraguó y nació de
la importancia que le da nuestra sociedad al respeto a la igualdad de género,
el respeto a la mujer”. De hecho, “la actitud en la sociedad ha cambiado en
estos últimos 20 años. Muchos hombres y chicos ya no piensan o piensan menos en
que estas prácticas sean aceptables”, dice Berglund.
Aunque gracias a las políticas suecas —el Gobierno invierte
anualmente 6,5 millones de coronas suecas [620.000 euros] en la agencia de
equidad de género— se haya conseguido prácticamente erradicar la prostitución
más evidente como los clubes de alterne o las chicas de las esquinas en los
suburbios, en el país escandinavo ha surgido desde los años 2000 un nuevo
enemigo para frenar la prostitución: Internet. Una de las críticas de los
detractores del abolicionismo señala que desplaza a las mujeres fuera de la
vista, de zonas seguras.
Muchos clientes acceden a conocer prostitutas —la mayoría de
Rumanía y de Nigeria— a través de páginas webs. Después de establecer contacto,
quedan en los suburbios de las ciudades para ir, muy discretamente, a un hotel
o a un apartamento alquilado. “Colaboramos mucho con Airbnb porque ellos no
quieren que se practique la prostitución en sus apartamentos”, explica Kajsa
Wahlber, relatora nacional sueca de tráfico de seres humanos. Wahlber calcula que
en Suecia hay 1.000 prostitutas de las cuales unas 300 son de nacionalidad
sueca y el resto extranjeras: Rumanía, Nigeria Polonia, Lituania, Sudámerica
(Brasil) y Tailandia. De hecho, las autoridades están poniendo ahora la lupa en
los locales de masajes thai. “Son sitios sospechosos”, indica.
Desde que entró en vigor la ley hace dos décadas, más de
7.600 hombres han sido procesados y multados por pagar por tener sexo con una
mujer
Además, el Gobierno está trabajando con la Organización
Internacional para las Migraciones (OIM) para asistir a las víctimas de trata
en su retorno a su país de origen, donde “se les sigue apoyando”, dice Petra.
En los suburbios trabaja Simon Häggström. Es inspector de
policía en la unidad de Operaciones y se ha especializado en crímenes sexuales.
Su departamento se dedica a ir a la caza del cliente de prostitución dos noches
por semana, además de analizar información e identificar posibles amenazas. La
Policía es otra parte importante para desmantelar el entramado de la prostitución.
Desde 1999, el Gobierno sueco ha destinado aproximadamente 75 millones de
coronas suecas para combatir el crimen y el tráfico de seres humanos (dentro
del cual la mujer está en una clara posición de vulnerabilidad, según matizan
siempre las expertas).
Desde que entró en vigor la ley hace dos décadas, más de
7.600 hombres han sido procesados y multados por pagar por tener sexo con una
mujer, según datos oficiales. Las multas, matiza, son “severas” y dependen de
los ingresos de cada persona para que sea un castigo proporcional. “No son como
una multa de tráfico”. Los casos más graves, reconoce, sí han terminado en
prisión para el cliente.
Fuente
https://elpais.com/sociedad/2018/09/07/actualidad/1536341388_199027.html
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