Porno: el nuevo aliado de la democracia
Diana López Varela
Periodista
23/11/2018
La industria pornográfica está
encantada de haberse conocido. Era previsible que una horda furibunda se me
echase encima por escribir un artículo llamado Prohibir el porno” en el que
abogaba por regular el acceso de menores a la pornografía de internet. Pero la
crítica más divertida, desde luego, no es esa en la que me tildan de moralista,
represora, ultracatólica y, la que nunca falla, malfollada.
La mejor, sin duda, es la que
grita ¡fascismo! ante cualquier opinión encaminaba a ponerle coto a la pornografía.
Porque el porno es el pensamiento libre. El porno es la democracia, ha
democratizado el deseo masculino hegemónico. Pero tengo una buena noticia:
nadie va a prohibir el porno, porque para hacerlo habría que prohibir el
capitalismo entero. El porno es una de las actividades más lucrativas que
existen, pata indispensable de la explotación neoliberal de las mujeres. A
pesar del oscurantismo del negocio, solo en Estados Unidos las compañías
pornográficas facturan veinte mil millones de dólares al año tal y como señala
este artículo y la mayor parte de los sitios más importantes de internet están
controlados por una única empresa, MindGeek un conglomerado canadiense
propietario de plataformas y productoras como PornHub, RedTube, YouPorn, Tube8,
Xtube, Brazzers, Reality King, Digital Playground o Brazzers. Este monopolio
que se oculta bajo la forma de una empresa tecnológica opera en Luxemburgo, un
paraíso fiscal en el que se blanquea mucho dinero de origen fraudulento. Según
el estudio El poder de las culturas del porno, la sociedad de capital privado
AdultVest lleva años impulsando los llamado “fondos de inversión del pecado”
vinculando a empresas pornográficas con grandes grupos empresariales que
dominan el mercado y las bolsas como las cadenas de hoteles Hilton o Marriot,
grandes tabacaleras como Phillip Morris, cerveceras como Calsberg, compañías
automovilísticas como General Motors y gigantes armamentísticas como Lockheed
Martin y Raytheon. Esta última es la mayor productora mundial de misiles
guiados y fabricantes de las mismas bombas que España ha vendido a Arabia Saudí
entre gran conmoción, imagino, de muchos de los que me leen.
Pero no crean que una llega a
estas conclusiones desde la moral católica, sino desde la propia reflexión y la
autocrítica como consumidora de pornografía. Se llega preocupada por saber
quién está detrás de la pantalla y cómo funciona esta industria que tantas
alegrías nos da. Así que vamos a explicarlo con todo lujo de detalles y
referencias, no vaya a ser que algunos sigan dudando de la veracidad de mis
argumentos. En este mismo estudio, de Karen Gabriel (directora del Centro de
Procesos de Género, Culturales y Sociales de St Stephen’s College, y profesora
adjunta de inglés de St. Stephen’s College, Universidad de Delhi) se afirma que
muchas de las actrices porno son inmigrantes, directamente vinculadas con la
prostitución ilegal. Porque porno y prostitución son “industrias hermanas” que
se abastecen de carne fresca mutuamente, tal como lleva años denunciando el
feminismo. La pornografía es la puerta de acceso a la prostitución, no solo por
los comportamientos aprendidos en la pantalla, sino porque las webs están
llenas de contactos de prostitución.
Aunque a mucha gente le encanta
trivializar con esto diciendo que si los chavales se lo creyesen todo mañana
cogerían un fusil después de ver una película bélica o se pondrían a cortar
cabezas tras disfrutar de Kill Bill, lo cierto es que en los países
occidentales la guerra no es una realidad, como tampoco lo son los tiroteos, ni
la resolución de conflictos a machetazos. Sin embargo, el sexo es una actividad
cotidiana y real. Todos follamos (o lo intentamos). Y todos nos masturbamos. Y
no solo eso, cuando vemos películas violentas sabemos que los actores no están
siendo atropellados, tiroteados o masacrados de verdad. Sin embargo, el porno es
real. Las actrices y los actores son reales. Los escupitajos, bofetadas,
penetraciones múltiples, asfixias, quemaduras y demás aberraciones son
absolutamente reales. Y por eso, no nos engañemos, es cada vez más popular la
búsqueda de pornografía amateur y la
compra de espectáculos en directo para dirigir a la “actriz” a la carta.
Chats en donde se rompe la barrera entre lo ficticio y lo real. El porno,
desgraciadamente, no tiene nada de ficción.
Otra de las grandes virtudes de
las webs pornográficas es esa habilidad que tienen para blanquear las
estadísticas tiñéndolas de feminismo y liberación para la mujer cuando solo uno
de cada cuatro consumidores es mujer y nuestro consumo, aunque en aumento, es
esporádico. El Estudio de la nueva pornografía y relación sexual en Jóvenes de
centrado en jóvenes de entre 16 y 29 años, deja claro que los hombres siguen
siendo los grandes consumidores, y además de ser los que más minutos consumen,
son los que más presionan para incorporar las prácticas pornográficas a su realidad.
Señalan los autores que el porno afecta –negativamente- a la sexualidad de los
chicos, que asumen pautas de dominación hombre-mujer, experimentan
“incapacitación” en las relaciones de seducción y perpetúan la discriminación
de género. “El “habitus” sexual aprendido del porno influye en las relaciones
sexuales y las “legitima”. Las legitima tanto, que, para no tener nada que ver
con la realidad, el video más buscado el año pasado por los menores de edad
españoles en las webs pornográficas fue cómo no, la violación de La Manada.
El porno fomenta la misoginia
desde el minuto uno. Cuando una persona escribe la palabra “porno” en cualquier
buscador de internet los primeros resultados te dirigen a páginas llamadas
“guarras del porno” y “muy cerdas”. La degradación de la mujer es la marca de
la pornografía. Las descripciones de los videos enaltecen además del machismo,
el clasismo y el racismo, varios delitos como violaciones, incestos y
pedofilia. Estos son los títulos reales
que aparecen en la página de inicio de estas dos webs: “El padre de su marido
la viola”, “Madrastra muy puta”, “Secuestran a una jovencita y la violan”,
“Mujeres musulmanas contratan a un profesional para chuparle la polla”, “Polvo
con la guarra de su madre y sus dos hermanas”, “se aprovechan de su amiga
borracha”, “le come el coño a su novia negrita, “tiene un calentón al ver a su
hermana durmiendo” (y la viola, claro). A pesar de que la zoofilia es un delito
tipificado en el código penal español acceder a videos de mujeres manteniendo
relaciones sexuales con animales es muy sencillo. A no ser que muchos piensen
que los perros, los caballos y los cerdos también son unos estupendos actores.
Aquí también hay #metoo aunque
las actrices no encuentren el mismo respaldo de los ciudadanos y la Justiciaa
actriz Nikki Benz denunció en el año 2016 una violación anal que acabó
“salpicando de sangre las paredes blancas”. La respuesta de los productores fue
denunciarla a ella por difamación. En el porno, impera la ley del silencio y
las actrices que lo denuncian son perseguidas por la industria. Los propios
actores declaran que “el porno se ha vuelto mucho más duro y lleno de
experimentos e invenciones perjudiciales para los actores. El no uso del
preservativo es la norma. Y ante tanta oferta, los sueldos que se pagan por
ello son cada vez más bajos y no suelen estas regulados”.
Y no, adulto que me lee, usted no
ha consumido tanto porno en su adolescencia como ahora porque, aunque quisiera,
era imposible. La multiplicación de webs porno en la última década ha alcanzado
dimensiones bíblicas y el acceso libre nunca había sido tan sencillo. La
cantidad de porno subido el año pasado, 2017, a un solo sitio, PornHub, era de
casi 600.000 horas. Necesitaría 68 años de su vida solo para ver lo que ofrece
ese portal.
Seguramente muchas de estas
personas que llevan días descalificándome entrarían en razón y pondrían el
grito en el cielo si publico un artículo en el que aseguro que las redes
sociales están controlando la vida y la intimidad de nuestros chavales y
dirigiéndolos a conductas peligrosas para su intimidad. Y seguro que les
parecerá hasta lógico que grandes ejecutivos de Facebook hayan prohibido a sus
propios hijos el acceso a las redes sociales. Déjenme aventurar, esta vez sin
estudios que lo avalen, que los grandes capos de este negocio harán lo que sea
para prohibir a sus hijos e hijas consumir la basura alienante, violenta y
misógina que destila el porno maisntream. Mientras, a este lado del muro, los
progres bendecimos con pajas al nuevo aliado de la democracia.
https://blogs.publico.es/otrasmiradas/16819/porno-el-nuevo-aliado-de-la-democracia/
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