Libertad, cuerpo y
mercado: hablemos de prostitución .
por Diana Maffia
En el suplemento Domingo del 28 de octubre leemos un
adelanto del libro Esclavos del dinero, del reconocido filósofo Michael Sandel,
donde señala que vivimos una época en que casi todo se mercantiliza. Entre los
ejemplos, pone los vientres de alquiler
de las mujeres indias, donde la práctica es legal y se paga un precio menor a
un tercio de lo que se paga en Estados Unidos.
Necesitamos reflexionar, dice, sobre los límites morales del mercado. O lo que es lo mismo, si hay
cosas que el dinero no debe comprar. Porque acceder a los derechos solo por el
mercado y el poder del dinero profundiza la desigualdad y genera corrupción
(pensemos en la posibilidad de que se resolviera de esa manera la necesidad de
un trasplante de órganos).
Diana Maffia |
El mercado no es un distribuidor equitativo de valores
fundamentales de la vida social. Pero mucha gente alega, en nombre de la
libertad, no solo el derecho a comprar esos bienes sino el “derecho” a
venderlos.
El mismo domingo, en el suplemento Cultura, Eugenia Massat realiza una entrevista a
Lukas Bärfuss y en una pregunta (de las llamadas “pregunta compleja”,
porque en la misma se presupone algo de modo que si se responde se ha aceptado
esa presuposición) afirma que el
capitalismo sostiene la libertad absoluta de elegir.
Bärfuss responde: "La libertad significa más que poder
elegir entre diferentes productos. Deberíamos poder tener la elección sobre las
condiciones de nuestra existencia, y no veo que el capitalismo apoye
esto".
Extraordinaria respuesta para reflexionar sobre uno de los temas que hacen grieta profunda
en el feminismo contemporáneo: el de la prostitución, que algunas personas
piden reconocer como "trabajo sexual" para así acceder a
derechos, y cuyo ejercicio defienden en nombre de la libertad de decidir
sobre el propio cuerpo (frente a la alternativa –siempre mencionada como
opción– del trabajo doméstico; alternativa realista para una abrumadora mayoría
de mujeres pobres).
Siguiendo a Bärfuss, tal decisión solo puede considerarse
libertad si permanecemos dentro de los límites del capitalismo patriarcal; si no vamos a discutir que el 98% de los
medios de producción están en manos de varones y solo el 2% en manos de mujeres;
si no vamos a considerar que en quien compra un cuerpo o una práctica sexual
(en lenguaje mercantil, un “servicio”) y quien oficia como mercancía hay por
abrumadora mayoría una sistemática diferencia de sexo; si omitimos que el mercado no ofrece alternativas igualitarias
laborales o económicas a varones y mujeres y que los roles de género dan
prerrogativas y privilegios que los hombres no quieren revisar y a los que no
quieren renunciar.
A Michael Sandel le
parecen privilegios que sirven de contraejemplo para la intuición moral el
derecho a circular por un carril aliviado de la ruta, o a cazar un animal en
extinción, o a que un médico nos atienda el celular los fines de semana, a
cambio de un monto diferencial de dinero.
Pero no hay ninguna
mención a la capacidad económica diferencial de los varones, que les da el
privilegio de obtener satisfacción sexual por parte de mujeres, travestis o
trans. Es bajo el capitalismo sumado a los roles de género dictados por el
patriarcado que las mujeres optan entre alternativas subalternas y las
travestis son leídas como cuerpos para el consumo.
En este sistema obtienen beneficios proxenetas, policías,
dueños de prostíbulos, políticos que se financian con sus tributos, protectores
judiciales, medios de comunicación que las exhiben y tratan como mercancías
disponibles. Solo bajo ese mercado el
proxeneta es un “empresario”, el prostituyente es un "cliente" y
el sexo es un "servicio". (Fuente www.perfil.com).
Fuente
https://www.perfil.com/noticias/columnistas/libertad-cuerpo-y-mercado-hablemos-de-prostitucion.phtml
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