Prostitución: ¿trabajo sexual o esclavitud sexual?
por Maria das Neves Rodríguez de
Araújo
Psicóloga con formación lacaniana
y especialización en Psicología Social. Actualmente presta servicios de
consultoría en el área de violencia sexual a las niñas, ex Secretaria Ejecutiva
del Consejo Nacional de los Derechos de la Mujer y de la Secretaría de Estado
de los Derechos de la Mujer.
La prostitución es un negocio que involucra
transacciones en dos mercados: un mercado real y un mercado clandestino.
La faceta del mercado real se
expresa desde la negociación de la prestación de servicio sexual acordado entre
la prostituta y el cliente (vendedora y comprador)1. El acuerdo realizado se
mantiene en secreto, además, el secreto está implícito en el acuerdo, lo que le
asegura al cliente el silencio de la prostituta. En general, los hombres
prefieren, salvo que fuera de su conveniencia, que nadie se entere que ellos
compran este tipo de servicio, porque, en última instancia, la explotación
comercial de la prostitución es ilícita y, como sentido común, se la
estigmatiza y censura.
La faceta del mercado clandestino
se relaciona con la explotación o facilitación de la prostituta
(casas de masajes, saunas,
prostíbulos, boites, entre otros) con divulgación masiva y constante en los
clasificados de los diarios, páginas web y revistas dirigidas al público
masculino. Estos emprendimientos tienen como atractivo principal la
prostitución de mujeres, insertados en redes o no, mueven valores elevados con
este tipo de comercio ilegal, lo que constituye el carácter criminal del
negocio de la prostitución.
Ambos mercados incluyen
originalmente a dos personas, caracterizadas, en la mayoría de las veces, como
una pobre, la vendedora–la prostituta, y otra, de mejores condiciones y poder
de compra, que es el comprador. En algunas situaciones, entre la vendedora y el
comprador surge una tercer figura que, en la transacción comercial, es
representada por el intermediario, facilitador, aliciador*, proxeneta, caficho,
gigoló, que actúa solo, o, en general, organizados en red. La red forma parte
de los emprendimientos que tienen como fin la explotación de la prostitución,
también es común la asociación de otras actividades relacionadas con el mundo
del crimen.
Una nota publicada en el diario
Jornal de Brasília, titulado El poder en buenas manos2 (O poder em boas mãos),
ilustra bien esa transacción, la venta de servicios sexuales, las tasas
establecidas, los datos sobre la clientela y las acompañantes (mujeres de
programa), y presenta el escenario del mercado real y del mercado clandestino
de la prostitución, en la capital del país:
“A pocos metros del Congreso, en el sector
Hotelero Sur, los sueños y los deseos cuestan caro: los programas con mujeres
que “hacen parada” en un bar frecuentado por la elite de Brasília llegan a
costar R$500.
Estas mujeres van al trabajo en autos
nuevos, algunas veces importados, y exhibiendo vestidos de fiesta. Muy
producidas, están listas para las noches de fantasías.“Casi todo está
permitido, depende de cuánto puedas pagar”, comenta Amanda o Julia. “En la cama
me puedes llamar como quieras, eso es sólo un detalle”, juega ella.
En la lista de clientes del lugar, están
presentes figuras parlamentarias, intendentes y otros hombres vinculados al
poder. Estos clientes son disputados por las tres casas nocturnas de la zona,
todas ellas especializadas en mujeres lindas, de lujo y precios altos.
Sobre una calle del sector Asa Sul, un
boliche ofrece shows de strip–tease con modelos de la ciudad y, al menos una
vez al mes, se presentan también mujeres de mayor fama que fueron tapas de
revistas masculinas. Adentro de la casa, una lata de cerveza cuesta nada menos
que R$10 y una medida de whisky sale R$18, en una prueba de que el ambiente
está pensado para recibir personas con cuentas bancarias muy bien provistas.
Todavía en el sector del Plano Piloto, cerca
del Tribunal de Justicia y del Tribunal Regional Electoral (TRE), otra casa de
diversión nocturna aviva las fantasías de los más afortunados. Los R$60
cobrados en la entrada son una previa al alto costo del placer. Allí, una
acompañante puede costar de R$200 a R$500”.
En los bares, que forman parte de
la lista de establecimientos que explotan la prostitución, existen
instrucciones tácitas que deben ser seguidas por las prostitutas, como, por
ejemplo, que siempre consuman la bebida más cara, que no se le permita al
cliente elegir por ellas, que acepten la invitación a bailar. Se fija un tiempo
de consumo mínimo en el bar, antes de que salgan para lo programado, propiamente
dicho, y siempre debe cobrarse por adelantado. Del dinero que recibe, ella
aparte saca el valor de la comisión que le corresponde al responsable del
establecimiento.
Los ingresos obtenidos, las
tasas, los “préstamos”, los anticipos y las modalidades de pagos forman parte
de las normas de funcionamiento del local de trabajo, que son repartidos por el
propietario o por una de las prostitutas más antiguas. Este otro pacto, tampoco
escrito, equivale a un contrato de trabajo sustentado por el silencio,
reflejando las reglas dictadas por el mercado del sexo.
Además de este tipo de
explotación de la prostitución, curiosamente, surgió en el mercado
internacional una nueva modalidad de emprendimiento bastante creativo y también
muy lucrativo: los propietarios del mayor prostíbulo de Australia, el “Daily
Planet”, lanzaron acciones en la bolsa de valores y lograron mover, tan sólo en
el primer día, recursos del orden de 2,2 millones de dólares.“Para acceder a la
bolsa, los ejecutivos convencieron a los tribunales de que no tenían lucro con
la prostitución en sí, sino con el alquiler de las habitaciones. Cerca de la
mitad de las acciones fueron compradas por mujeres, entre ellas prostitutas que
trabajan para el “Daily Planet”3.
1
Aunque existan hombres que comercializan sus cuerpos en el mercado del sexo, en
este texto, utilizo las expresiones: la prostituta, la vendedora, la
profesional del sexo, la acompañante (mujeres de programa), es decir, el género
femenino, para aludir la mayor cantidad de mujeres respecto de la cantidad de
hombres que viven de la práctica de esta actividad desde hace mucho tiempo.
Utilizo el género masculino para cliente, comprador, consumidor, intermediario,
aliciador, facilitador, caficho, proxeneta, gigoló, caracterizando quienes, a
lo largo de la historia, usan el mercado del sexo en una correlación numérica,
o sea, también existen mujeres que explotan el mercado del sexo pero
proporcionalmente en menor número.
*
Aliciador: aquél que atrae o instiga. Se refiere a la persona que seduce, que
atrae a alguien para la prostitución. (N. T.).
2
JORNAL DE BRASÍLIA, Comércio do sexo à luz do dia, Brasília, 04/08/03, pág. 5.
3
Revista VEJA, edición 1812, 23 de julio de 2003, pág. 85.
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El cuerpo como mercadería
Mujer - Estructuras. Laura Cabrera. 2007 |
En Brasil, la explotación de la
prostitución se la considera crimen, el Código Penal Brasileño penaliza a aquél
que induce a alguien a satisfacer a la lascivia ajena (art. 227), y a aquél que
induce o atrae a alguien para la prostitución, facilitarla o impedir que
alguien la abandone. Además, se sanciona la explotación de la prostitución a
través del mantenimiento de casa de prostitución o local destinado a
encuentros, por cuenta propia o de terceros, con o sin intención de lucro o
mediación directa del propietario o encargado (art. 229) y el rufianismo (art.
230), en las siguientes formas: “sacar
provecho de la prostitución ajena, participando directamente de sus lucros o
haciéndose mantener, total o parcialmente, por quien la ejerza”. De este
modo, se puede afirmar que la explotación de la prostitución femenina en Brasil
es tipificada, en todas sus formas, como crimen, aunque tal prohibición no
signifique que su práctica haya sido abolida, al contrario, se verifica que
este tipo de explotación todavía se practica ampliamente en el país.
Sin embargo, vender el cuerpo
para el placer de otra persona, en Brasil, no es crimen. En la actualidad, el
carácter público de la prostitución es notable; incluso durante el día, las
prostitutas venden sus servicios por precios que varían de acuerdo con la
situación económica de la clientela que atiende.
“Sin ser molestadas por la policía, las
prostitutas han dejado la oscuridad de la noche y el ambiente de las boites de
strip-tease para ganar las calles del Distrito Federal. En el Sector Comercial
Sur, en Asa Norte, en la mayoría de las ciudades–satélites o al borde de las
carreteras, ellas van a la caza de clientes dispuestos a pagar entre R$15,00 y
R$500,00”4.
El cuerpo de la mujer equivale, entonces, a
una mercadería. Y, como mercadería, tiene la propiedad de satisfacer
necesidades, propiciar gratificación sexual, realizar deseos y fantasías. Sin
embargo, no hay deseo o satisfacción sexual por parte de la prostituta, se
trata sólo de una relación comercial, el uso del cuerpo a cambio de dinero. El
hombre, en la compra, busca la realización de sus fantasías y deseos, y ella,
en la venta del cuerpo, busca la supervivencia. El sexo establece la mediación
entre los dos.
En la búsqueda
de la realización de sus fantasías, el hombre experimenta roles resultantes de
su propio imaginario y del imaginario colectivo. Un pasaje del libro Once
Minutos, del escritor Paulo Coelho, clasifica, utilizando títulos de películas
famosas, algunos de estos roles. María (prostituta),el personaje principal de
la historia, maneja con la fantasía y con el comportamiento de sus clientes:
“Los Terminator (nombre puesto en honor de
una película que le había gustado mucho), que entraban oliendo a bebida,
fingían que no miraban a nadie pero creían que todo el mundo los miraba,
bailaban un poco e iban directos al asunto del hotel. Los Pretty Woman
(también por una película), que pretendían ser elegantes, amables,
cariñosos, como si el mundo dependiese de ese tipo de bondad para volver a su
sitio, como si estuviesen caminando por la calle y entrasen por casualidad en
la discoteca; eran dulces al principio, e inseguros cuando llegaban al hotel, y
por culpa de eso siempre eran más exigentes que los Terminator. Y finalmente,
los Padrinos (también por otra película), que trataban el cuerpo de una mujer
como si fuese una mercancía. Eran los más auténticos, bailaban, charlaban, no
dejaban propina, sabían lo que estaban comprando y cuánto valía, jamás se
dejarían llevar por la conversación de ninguna mujer que escogiesen”5.
Como se trata de un mercado,
dotado de reglas propias en sus diversos niveles y espacios, las exigencias de
satisfacción de fantasías tienen precios que se estipulan según los valores
tarifados referentes a los servicios sexuales demandados por el consumidor.
También es cierto que el consumidor logra, temporalmente, mediante un contrato
sexual, una mercadería con una particularidad especial, la utilización del
cuerpo femenino para su propia satisfacción.
En lo que se refiere al contrato
sexual, Carole Paterman advirtió, “una vez contada la historia del contrato
sexual, la prostitución puede encararse como un problema que se refiere a los hombres. El problema de la prostitución
se torna, entonces, implicado en la cuestión de por qué reclaman los hombres
que se vendan los cuerpos de las mujeres en el mercado capitalista. La historia
del contrato sexual también da la respuesta; la prostitución forma parte del
ejercicio de la ley del derecho sexual masculino, una de las maneras por las
cuales los hombres tienen el acceso garantizado a los cuerpos de las mujeres6.
¿Pero quiénes, en lo cotidiano,
son los consumidores del comercio habitual o quiénes contratan los servicios de
la profesional del sexo?
Los datos de una encuesta
respecto de la vida sexual de los brasileños, coordinada por la siquiatra
Carmita Abdo, del Proyecto Sexualidad del Hospital das Clínicas, de São Paulo,
han levantado informaciones de hombres y mujeres entre 18 y 70 años de edad, de
todos los sectores sociales, en ámbito nacional. Revela que “más de la mitad de
los hombres casados de la muestra buscan a profesionales para satisfacer
fantasías. Los campeones del sexo pago, sin embargo, son los separados: 70% de
ellos frecuentan o han frecuentado casas de masaje y asemejados”7.
4
JORNAL DE BRASÍLIA, Comércio do sexo a luz do dia, Brasília, 04/08/03, pág. 1.
5
COELHO, Paulo. Onze Minutos, Rio de Janeiro, Rocco, 2003, pág. 90.
6
PATERMAN, Carole.O Contrato Sexual, Rio de Janeiro, Paz e Terra, 1993, pág.
285.
7
Revista VEJA, número 1692, 21 de marzo de 2001, pág. 120.
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El mercado del sexo
El mercado del sexo es cada vez
más dinámico e inmensurable; dispone de una diversidad de opciones,
informaciones y servicios; convive paralela e imbricadamente con otros mercados
y actividades cotidianas en las grandes y medianas ciudades brasileñas. Se hace
presente en el trayecto del trabajo hacia la casa, en esquinas, restaurantes,
bares, calles y cines. De este modo, el acceso es extremadamente sencillo, a
cualquier hora del día o de la noche, basta un simple gesto, como hojear una
revista, hacer un llamado telefónico, parar el auto, acceder a una página web,
o ir a un bar.
El mapeo de este mercado del sexo
puede hacerse a través de la prostitución, la pornografía, el turismo y el
tráfico sexual.
En el artículo Reserva
Semântica8, publicado en la revista Época, se registra que, en la década de los
70, la explotación de la prostitución se producía en las casas de
prostitución9, se menciona que hay una disminución de esa actividad, aunque
estas casas se encuentren ubicadas en zonas alejadas de los barrios
residenciales, conocidos como zonas de prostitución. El mercado para continuar
a obtener lucro y escapar de la represión social y policial, busca nuevas
denominaciones o nuevos clichés para la institución de la prostitución:
“La búsqueda de nuevas maneras de divulgación
es una de ellas. Así fue a principios de los años 80, con la proliferación de
‘saunas for men’. Además de la estrategia de mercado, los comerciantes de
erotismo tienen otro motivo para encontrar nombres más inofensivos: deben
eludir los rigores de la ley. En la mayoría absoluta de los casos, detrás de
los anuncios de saunas y casas de masajes lo que se encuentra es una renovación
de los viejos prostíbulos.
Según el
Artículo 229º del Código Penal, los dueños de casas de prostitución están
sujetos a hasta cinco años de prisión. Para ellos, es bastante más seguro usar
la creatividad.
‘La
prostitución está obligada a cambiar para sobrevivir’, plantea la sicóloga
Gabriela da Silva Leite, coordinadora de la organización no–gubernamental Rede Nacional de Profissionais do Sexo”.
Otro ramo del mercado del sexo,
la pornografía10, tiene el lucro asegurado en la combinación de sexo y mujeres.
La industria de la pornografía lanza continuamente en el mercado, material
audiovisual, fotografías de sexo explícito, revistas, películas, videos
insertados en un contexto sexual, páginas web dedicadas al sexo. Vale señalar
que esta industria garantiza la supervivencia de miles de personas y el
enriquecimiento de sus explotadores.
El salón I. Otto Dix. 1.921 |
En abril de 1998, se anuncia una
feria11 en un centro de exposiciones de São Paulo, que tiene como atractivo
principal la exposición de productos eróticos12 al público, y su realización
indica un cambio en el comportamiento sexual de las personas. En la materia, se
registra el surgimiento de las primeras cabinas individuales de exhibición de
películas pornográficas, en Brasil, y se comenta el movimiento financiero que
se desprende de este ramo del negocio, así como la expansión del sector:
“(...) Debe
recibir, en una semana, 30.000 visitantes, interesados en productos eróticos.
Lo que es más impresionante es que ésta es la segunda muestra erótica que se ha
realizado en la capital paulista en sólo seis meses. Generalmente, estos
eventos son anuales. Pero Erótica ha sido tan exitosa que se la reeditó antes
del plazo. La feria es síntoma de un fenómeno que se viene produciendo en
Brasil. Está en marcha un cambio en el comportamiento de las personas con
respecto al sexo. Con la liberalización de las costumbres, aquello que
permanecía escondido entre cuatro paredes de acero, hoy se manifiesta con otra
libertad. En Brasil, ya hay 200 sex shops, y las personas, aunque de manera
furtiva, se han animado a ingresar a esos locales y a hacer compras. Peep
shows, aquellas cabinas en donde se miran películas pornográficas, que son muy
exitosas en Holanda, ya han empezado a surgir en Brasil. Los empresarios
involucrados con el sector de artículos eróticos mueven decenas de millones de
dólares al año en Brasil. Cinco años atrás, ese era un mercado inexistente.
Hace poco
tiempo, los locales de sex shop, sólo funcionaban en salas escondidas. Las
cosas cambiaron con la llegada, hace tres años, de Ponto G, una cadena de sex
shops de empre sarios estadounidenses. Ponto G ya tiene cuatro locales propios
en São Paulo y otras cuatro franquicias en Rio de Janeiro, Curitiba, Brasilia y
Porto Alegre. Preparándose para abrir tres unidades más. Sus locales son
enormes, pintados en colores claros, los productos se encuentran en góndolas
como en un supermercado, y los vendedores –siempre una pareja– están preparados
para explicar cómo se utilizan cada uno de los productos. ‘Nuestro público
tiene entre 20 y 60 años’, dice Ricardo Tomasi, encargado del negocio. Ponto G
provee artículos hasta para una red informal de vendedoras (...) Entre los
artículos que se ofrecen, existen piezas de lencería, preservativos de colores,
pomadas y perfumes que dicen ser afrodisíacos”.
Surge también, entre las décadas
de los 70’ y los 80’, un segmento económico con importantes posibilidades de
crecimiento en el territorio nacional: el turismo. Esto se constata en las
propagandas realizadas para la divulgación del país en el exterior, imágenes de
la mujer brasileña estilizada como mulata, con cuerpo seductor y dorado por el
sol, poniendo énfasis en la sexualidad:
“Brasil, a través de su organismo
responsable, Embratur–Empresa Brasileira de Turismo, ha puesto en marcha
campañas de propaganda tratando de vender el país, como un destino de turismo
de los más ricos en el mundo. La propaganda utilizada por la Embratur, en los
años 70 y 80, enaltecía no sólo las bellezas naturales, sino también la
sexualidad de la mujer brasileña; los carteles de divulgación, folletos,
películas publicitarias y en los congresos mundiales sobre turismo, la
participación de la mulata y negra brasileña era presencia infalible, siempre
vistiéndose con trajes diminutos”13.
Lamentablemente, la campaña
publicitaria que asocia la imagen de la mujer brasileña con la naturaleza
tropical y, combinado, a su vez, con el carnaval ha impulsado la inclusión de
Brasil en la ruta del turismo sexual, propiciando la visita de un sinnúmero de
turistas y promotores internacionales para esa modalidad de mercado.
El turismo sexual es una actividad
que mueve cifras elevadas en dólares, que siguen en crecimiento, teniendo
Brasil un lugar destacado en el escenario internacional. Recientemente, Diogo
Mainardi, en la crónica “Rio de los pornoturistas”14, de la revista Veja,
relata cómo es que se produce esa modalidad del mercado del sexo, en la ciudad
de Rio de Janeiro, citando algunos establecimientos como saunas, hoteles,
bares, puestos en la playa, que favorecen la prostitución y que cuentan con la
participación de guías turísticos, mozos, recepcionistas, porteros, taxistas
entre otros:
“El pornoturismo carioca se concentra en
Copacabana. Los hoteles que más se recomiendan en las guías de esta categoría
son Debret y Rio Roiss. Ambos admiten que las prostitutas acompañen a los
huéspedes hasta las habitaciones. El itinerario de los pornoturistas empieza en la playa, en donde los puesteros
ofrecen, además de silla y caipirinha, prostitutas. El puestero Flavio es
particularmente eficiente. A continuación, los pornoturistas se dirigen al bar
Meia Pataca, en la rambla. Luego, son acosados por acompañantes (mujeres de
programa) de todos los tipos. Como alternativa, se puede visitar una de las
saunas de la ciudad: L’Uomo, Quatro–por–Quatro, 65, Monte Carlo, Centaurus.
(...) Una de estas guías de pornoturismo jura que ‘no hay nada igual a Rio’ ”.
Es importante destacar que hay
una diversificación de establecimientos comerciales que forman parte de la red
de explotación y favorecimiento de la prostitución. Ésta se organiza en función
de la economía local y de acuerdo con el perfil del consumidor, usuario de la
prostitución. Existen rutas de turismo sexual, formada por una red de lujo para
políticos, artistas, altos ejecutivos, empresarios, nacionales e
internacionales, así como rutas y redes para sectores sociales de medianos o
bajos ingresos.
Una noticia publicada en el
Jornal do Comércio, de Pernambuco, Estado de la región del Nordeste brasileño,
que habla sobre la Desarticulación de red de prostitución15, muestra la
existencia de redes de explotación de la prostitución de mujeres y de tráfico,
otra de las modalidades del mercado del sexo:
“La policía española desarticuló una red que
se dedicaba a la introducción ilegal de mujeres, especialmente brasileñas, en
España, para después ser explotadas sexualmente en casas de prostitución. La
operación fue comunicada a la Interpol con el fin de disolver la red en Brasil.
Fueron detenidas varias personas: la propietaria del club, de 52 años, y 16
mujeres de nacionalidad brasileña. Esta operación tuvo inicio el 24 de febrero,
cuando la policía recibió una denuncia de un ciudadano, que informaba que en el
Club Muskiz (Viscaia) se explotaban mujeres sometidas a la prostitución y en
situaciones de verdadera esclavitud”.
Una investigación sobre el
tráfico16 de mujeres, adolescentes y niñas, para fines de explotación sexual
comercial en Brasil, revela: la existencia de 131 rutas internacionales de
tráfico de mujeres y adolescentes; el tráfico para fines sexuales está
constituido por negras y mulatas con edades entre 15 y 25 años, de educación
escolar baja; el principal destino de las mujeres brasileñas, es España; los
aliciadores están incorporados a redes de favorecimiento del tráfico de
mujeres; se han identificado empresas que tienen sus actividades relacionadas con
el entretenimiento, el mercado de la moda, el turismo, las agencias de empleo y
de casamiento; tele–sexo; y sobre los motivos que influyen, tanto a las mujeres
como a las adolescentes, en la decisión de aceptar la propuesta de los
aliciadores, están apuntados por LEAL en el relato de la investigación17:
“Si bien el atractivo de las ganancias
financieras es relevante en ambos casos, se percibe que, en aquellos en el que
el tráfico tiene origen en las ciudades y pueblos del interior, la necesidad de
supervivencia y la violencia familiar influyeron directamente en la decisión de
las adolescentes en aceptar las ofertas ilusorias de los aliciadores”.
8
Revista ÉPOCA, Reserva Semântica, Alberto Ramos, Edición 66, 23/08/99.
9
En la época, eran usadas otras expresiones correlativas: casa de recursos, casa
de tolerancia, casa de la luz roja, etc., incluso el antiguo Código Penal
brasileño, de 1940, se refiere al lugar destinado a la prostitución como casa
de prostitución.
10
Debemos señalar que, en el texto, pornografía tiene el sentido de producto,
artículos tales como fotografías, películas, espectáculos, etc. relativos o que
tratan de cosas o asuntos obscenos o licenciosos, capaces de motivar o explotar
el lado sexual de las personas.
11
Revista VEJA, Editora Abril, 22 de abril de 1998.
12
Erótico es todo lo que denota sensualidad.
13
FEIJÓ, Fernando y CALAZANS, Flávio Mário A. Marketing do Turismo Sexual no
Brasil: O Bastardo Segmento do Mercado de Turismo.
14
Revista VEJA. O Rio dos pornoturistas, Diogo Mainardi, Edición 1811,
16/07/2003.
15 Jornal do Comércio, Recife.
pág. 3, 04/03/03, site: www. aucuba. org. br/clipping/clip_060303. htm
16
La expresión “tráfico”, como modalidad del mercado de sexo, tiene significado
de convocatoria, transporte, transferencia, alojamiento o acogimiento de
personas, bajo amenaza, fuerza u otras formas de coacción, rapto, fraude,
engaño, abuso de autoridad, situación de vulnerabilidad, entrega o aceptación
de pagos o beneficios para lograr el consentimiento de una persona que tiene
autoridad sobre la otra, con el fin de explotarla.“Explotación” incluirá, en el
mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación
sexual, el trabajo o servicios forzados,
esclavitud. Las definiciones planteadas por el Protocolo Adicional a la
Convención de las Naciones Unidas Contra la Criminalidad Organizada
Transnacional, para Prevenir, Reprimir y Penalizar el Tráfico de Personas, en
Particular Mujeres y Niños.
17
LEAL, Maria Lúcia. Pesquisa sobre Tráfico de Mulheres, Crianças e Adolescentes
para fins de Exploração Sexual Comercial–PESTRAF, Brasília: CECRIA, 2002, pág
57.
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La antigua explotación sexual de las niñas
La búsqueda incesante de nuevas
formas de explotación del mercado sexual, ha hecho que la prostitución, otrora
asociada a las mujeres, o mejor, a la mercantilización del cuerpo femenino,
dirigiera su foco hacia el reclutamiento de niñas, produciendo un incremento
significativo de esta práctica, la perversa explotación sexual infanto–juvenil.
Además de las cuestiones de
género, es imposible discutir la situación de la explotación sexual de niñas
sin considerar otra serie de factores, incluyendo el contexto socio–económico,
político, educacional y las cuestiones legales. Es en el marco de las
desigualdades sociales y económicas vinculadas a un amplio cuadro de
discriminación contra la mujer, en el que se sitúa la explotación sexual comercial
infanto–juvenil.
Debido a la incidencia de niñas
de edad cada vez menor, que viven del “intercambio de favores sexuales por
bienes materiales o sociales”, es preferible usar la denominación explotación
sexual en vez de prostitución infantil. Esto evita cualquier tipo de
discriminación, teniendo en cuenta que estas niñas están en pleno proceso de
desarrollo bio–psico–socio–cultural. La explotación sexual infanto–juvenil es,
de este modo, la expresión que designa, según la Agenda de Acción acordada en
el Congreso de Estocolmo en 1996, a todo tipo de actividad en que las redes,
usuarios y personas usan el cuerpo (sexo) de una niña o de una joven para sacar
ventaja o provecho de carácter sexual sobre la base de una relación de
explotación comercial y de poder.
La explotación sexual en Brasil
se produce, según el estudio de FALEIROS18 y el análisis realizado por Leal19,
en donde predominan las actividades económicas de extracción, y se presenta
bajo formas bárbaras, como cárceles privadas en haciendas y garimpos**, y
subastas de vírgenes. En las estaciones de servicio, es la misma población
local la principal usuaria, y en los puertos fluviales, se la destina, sobre
todo, a la tripulación de barcos cargueros nacionales e internacionales.
El turismo sexual infanto–juvenil
se realiza en los puertos de las zonas bañadas por ríos navegables y en las
fronteras nacionales e internacionales; esta práctica se dirige hacia la
comercialización del cuerpo de la niña y empieza a desarrollarse con el fin de
atender a la demanda de un tipo específico de turismo.
La ausencia de una fiscalización
más enérgica hace de los puntos turísticos, las multitudes en bares, los
restaurantes, los hoteles y boites, el escenario perfecto para el comercio de
los aliciadores de niñas y jóvenes.
La situación de miseria y la
debilidad de los derechos dan lugar a situaciones como la de una joven de 13
años de edad que ofreció a un taxista, en un sector portuario, sexo oral por
R$3,00 (tres Reales). En charlas informales, taxistas de esta zona han revelado
conocer un sinnúmero de casos de niñas y adolescentes explotadas sexualmente,
incluso por las familias, en razón del alto grado de pobreza en que viven.
La explotación sexual comercial de niñas y
adolescentes, en todas sus formas, representa un sistema de violencia, según el
análisis de la sicóloga Anna Oliveira Ferraris (apud BERLINGUER y GARRAFA)20:
“No solamente muchas de estas niñas están
condenadas a morir prematuramente de Sida, sino que también sufren traumas
violentísimos, que las marcan para el resto de sus vidas. Privadas de libertad
y de su niñez, las sirven como comida para los turistas pedófilos provenientes
de diversos países, incluyendo el nuestro. Éstos se aprovechan de las
miserables condiciones económicas y morales para hacer lo que en sus casas no
se les permite, usando a las niñas del Tercer Mundo como objetos disponibles,
como mercadería, la cual es totalmente justo consumir”.
La práctica local de la
explotación sexual, en sus diversas manifestaciones, afianzadas en una
concepción de género y en una estructura socioeconómica y cultural,
extremadamente complaciente, tiene que ser combatida frontalmente con
iniciativas que posibiliten el desarrollo de acciones multisectoriales
integradas, involucrando a las instancias gubernamentales (federal, estatal y
locales), a las entidades no–gubernamentales, a la sociedad civil organizada y
a la comunidad, para el tratamiento de los condicionantes estructurales que
ponen o incrementan el riesgo de la explotación sexual, buscando mejorar la
calidad de vida de las niñas y jóvenes, vulnerables a la explotación sexual
comercial.
La explotación sexual
–pornografía, esclavitud sexual, tráfico– es una realidad presente en la vida
de muchas niñas brasileñas, que exige inmediata y enérgica acción pública,
cohibiendo tales prácticas y sancionando a sus autores. Además, el reclamo de
procedimientos eficaces de enfrentamiento a la explotación sexual comercial
infanto–juvenil en Brasil ya es antigua. A fines del siglo XIX, el tema era comentado
y repudiado en una crónica escrita por Olavo Bilac21, renombrado poeta
brasileño:
“No sé en qué diario, hace algún tiempo, se
informó que la policía iba a tomar bajo su protección a las niñas que allí
viven, decenas de ellas, explotadas por media docena de bandidos. Cuando leí la
noticia, sentí mucha alegría. (...)
Pero los días corrieron. Las disposiciones
anunciadas no vinieron. Parece que la piedad policial no se extiende a los
niños, y que la cárcel no fue hecha para dar abrigo a los que prostituyen
cuerpos de siete a ocho años... En la ciudad, de noche, sigue llenándose de
bandos de niñas, que van de teatro en teatro y de hotel en hotel, vendiendo
flores y aprendiendo a vender besos.
(...) Puede ser que alguien, encogiendo
hombros ante esto, me pregunte qué tengo yo que ver con la vida de las niñas
que venden flores y son aplastadas a golpes cuando no llevan a sus casas cierta
y determinada cuantía (...)
Bien sé que, mientras el mundo sea mundo y
mientras haya niñas –que las proteja o no las proteja la policía–, habrá padres
que las golpean, madres que las venden, perras que las industrializan y perros
que las desfloren.
Además, ¿qué cuesta abrir una investigación
para lograr saber qué grado de parentesco existe entre las niñas vendedoras de flores
y los que las explotan?”
Más de un siglo pasó desde que el
poeta Olavo Bilac manifestó su indignación por la impunidad de los agresores
–los usuarios, aliciadores e intermediarios de niñas para la explotación
sexual–.
Desde aquella época, agosto de
1984, hasta los días de hoy parece que todavía no han sido modificadas
sustancialmente algunas concepciones, mitos y estereotipos que se refieren al
ser hombre y ser mujer en la sociedad brasileña, terreno fértil para las
prácticas violentas de la explotación sexual.
Una vez más, en la prensa,
irrumpe una nota22 que trae a la luz la explotación sexual comercial de
adolescentes:
“Cinco
concejales, un empresario, dos comerciantes y un funcionario público fueron
arrestados ayer, luego que la Justicia de Porto Ferreira (SP) decretara la
prisión preventiva de 12 personas denunciadas por el Ministerio Público, por la
participación en fiestas celebradas en chacras sobre las márgenes del río Mogi
Guaçu, donde adolescentes eran prostituidas.(...) Se los acusa de violación, corrupción de menores y
asociación ilícita. Las sanciones varían de uno a diez años de prisión.
Como se reveló en el diario Folha
de São Paulo del día 8, 12 jóvenes, con edades entre 13 y 16 años, recibían
entre R$30 y R$50 (Reales) para mantener relaciones o participar de juegos
sexuales con los acusados, según la policía”.
En la nota publicada en la Folha
de São Paulo, en agosto de 2003, se plantea que algunos hombres recurren a la
prostitución, otros a la incitación, favorecimiento y comercialización del sexo
involucrando a adolescentes, entre 13 y 16 años. Son recortes de una realidad
vivida en un municipio de São Paulo, como podría haber ocurrido en cualquier
otro municipio brasileño. Ocurrencias como esa nos lleva a hacer un viaje en el
tiempo, como bien registraron Giovanni y Volnei Garrafa23 que “la inteligencia
y el poder de algunos han generado la posibilidad de lograr el control sobre la
fuerza y la capacidad de los otros. El proceso ha alcanzado su pico más alto
con la esclavitud, cuando se creó el derecho de propiedad, adquisición, y venta
de individuos de nuestra especie. Nació, de este modo, el mercado humano, que
asumió formas distintas en diversas partes del mundo. En los últimos siglos,
este fenómeno ha producido, por razones de principios y por los sufrimientos
que trajo, reacciones tales que conducen, después de un largo tormento, al
establecimiento de reglas internacionales (aún no aplicadas universalmente) que
lo prohibieron, redundando en la Declaración Universal de los Derechos del
Hombre que estableció, en 1948:‘Nadie podrá someterse a la esclavitud o al
cautiverio. Se prohíben la esclavitud y el tráfico de esclavos en todas sus
formas’ ”.
En algunas ocasiones, la
prostitución excede a las reglas del mercado o a la modalidad de transacción
comercial consensual, en el sentido de venta de servicios sexuales, y presenta
su aspecto más sórdido, manifestándose bajo formas de esclavitud y malos
tratos.
La convivencia con resquicios de
la lógica patriarcal de género, el “derecho sexual” del hombre, induce a la
venta del cuerpo motivada por necesidades o incluso para la supervivencia,
niñas y mujeres son atraídas a la prostitución y explotadas sexualmente. Estas
situaciones son repudiantes.
En la región Norte del país, los padres
llegan a negociar la virginidad de sus hijas por un litro de aceite, o incluso,
como la Comisión Parlamentaria de Investigación Destinada a Averiguar el Tema
de la Violencia Contra la Mujer24 ha revelado, en la misma región, la costumbre
de pagar por las jóvenes es aceptada, pues la familia considera que el precio
es un “adelanto del trabajo que será realizado por la esclava”.
Muchas mujeres y niñas son
engañadas en cuanto a las actividades que irían a desempeñar, y terminan en la
prostitución; otras, igualmente sabiendo que van a trabajar como prostitutas,
conforme al Informe de Investigación sobre el Tráfico de Mujeres, Niños y
Adolescentes presentado por LEAL25,“han sido varias veces engañadas con falsas
promesas con respecto a las condiciones en que trabajarían, teniendo que
someterse a las siguientes condiciones: cárcel, malos tratos, explotación,
prejuicio social y racial, y el desprecio de las autoridades (brasileñas y
extranjeras)”.
En Brasil, la cárcel y el mercado
de niñas esclavas fueron denunciados por el periodista Gilberto Dimenstein, en
su libro Niñas de la Noche26. En plena selva amazónica, el periodista narra la
existencia de un cautiverio de niñas–esclavas y muestra el escenario de
violencia en el cual ellas se encuentran insertadas:
“En la noche
del 23 de septiembre de 1991, el São Bartolomeu, embarcación típica del estilo
gaiola*** que navega por los ríos de Amazonas, salió de Porto do Sal, en Belém,
con destino a Laranjal do Jarí.Dos noches y tres días de viaje. Los pasajeros se
desparraman por las hamacas paraguayas atadas entre las columnas. Además de los
pasajeros, se transportan mercaderías para las zonas ribereñas. En este viaje
había una mercadería especial: un lote de niñas que, sin saber, eran destinadas
a la prostitución. Especial, pero no inédita para los pasajeros que navegan por
aquellos ríos.
Formaban parte
de aquel cargamento de doce niñas Ana Meire Lima da Silva, de quince años,
Miriam Ferreira dos Santos, de catorce años, convencidas de que irían a
trabajar en un restaurante o confitería. Por lo menos fue lo que le prometió
Elaine, hermana de Miriam. (...)
‘Estas niñas
son unas bobas. No sabían nada’ cuenta Elaine, convencida de que no había hecho
nada mal.
Fue una pésima
recepción. En el puerto,‘Bucho de Bode’ las esperaba. Ana Meire se acuerda que,
mientras caminaba por la pasarela, hombres aullaban cosas como: ‘carne fresca,
compañeros’, ‘qué rica’, ‘te voy a chupar entera’, ‘conchuda’. Se acuerda
también que una nena prostituta gritaba, riéndose:‘llegó mujer para ser
consumida’. Descubro que la recepción forma parte de un ritual. Siempre que
desembarcaban nuevas niñas en el puerto, el festejo, y, durante la noche, los
hombres disputan el privilegio de ser los primeros en comer la ‘carne fresca’.
La rotación de niñas es apreciada por los clientes. En estos ambientes
contaminados, las prostitutas se desgastan muy rápido, lo que exige constante
‘reposición de material’, como define el caficho (proxeneta). Cuando los
clientes se cansan del producto, es hora de venderlo, la ‘ley del pase’: ellas
van pasando de zona en zona, de garimpo en garimpo”.
El viaje y el rito de recepción
en el puerto revelan la bárbara violencia que se les impone a las niñas para el
consumo de servicios sexuales. Como seres humanos, las han transformado en
mercadería, en objeto de uso y de intercambio en el mercado del sexo, ellas
pasan a ser propiedad de quien pagó. En el ámbito del submundo, permitido por
la ley del pase, sufren un sinnúmero de malos tratos que tienen como
consecuencias daños o incluso la muerte.
18 FALEIROS,Vicente.
Fundamentos e Políticas contra Exploração e Abuso Sexual de Crianças e
Adolescentes – Relatório de Estudo,Ministério da Justiça/CECRIA,
Brasília, 1997.
19 LEAL,Maria Lúcia.
Exploração sexual Comercial de Meninos,Meninas e Adolescentes na América Latina
e Caribe (Relatório Final – Brasil), Brasília, 1999.
** Brasil. Lugar donde
existen explotaciones auríferas y diamantinas. Población fundada y habitada por
los garimpeiros (aquellos que trabajan en labras diamantinas
y auríferas) (N.T.).
20
BERLINGUER, Giovanni y GARRAFA, Volnei. O Mercado Humano, Brasília, Editora
Universidade de Brasília, 2 ed., 2001, pág. 68.
21
BILAC, Olavo. Vossa Insolência: crônicas, organização de Antonio Dimas, SP,
Companhia das Letras, 1996, páginas 305 a 309.
22
FOLHA DE SÃO PAULO, Diogo Pinheiro. De la Folha de Campinas, 22/08/2003.
23
BERLINGUER, Giovanni y GARRAFA, Volnei. O Mercado Humano, Brasília, Editora
Universidade de Brasília, 2 ed., 2001, pág 56.
24
Comissão Parlamentar de Inquérito Destinada a Investigar a Questão da Violência
Contra a Mulher, Relatório Final, Suplemento ao Nº 202, Brasília, 14/12/1993,
pág. 32.
25
LEAL, Maria Lúcia. Pesquisa sobre Tráfico de Mulheres, Crianças e Adolescentes
para fins de Exploração Sexual Comercial–PESTRAF, Brasília: CECRIA, 2002, pág.
168.
26
DIMENSTEIN, Gilberto. Meninas da Noite, São Paulo, Editora Ática, 16 ed., 2002,
páginas 47 a 52.
***
Brasil. Pequeño vapor de navegación fluvial destinado al transporte de
mercadería (N. T).
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La prostitución es, para muchas
mujeres, la posibilidad que les queda para comprar alimentos, ropa, remedios,
pagar alquiler, estudios o la atención de cualquier otra necesidad, en
particular cuando la globalización del mercado y las nuevas tecnologías de
producción las excluyen del ingreso al mercado laboral, por la falta de
formación y calificación profesional. Hay un número relevante de mujeres que no
tienen un nivel medio de instrucción o que no tienen instrucción alguna.
En Brasil, la injusta
distribución de ingresos y la ausencia de políticas de desarrollo que promuevan
la igualdad de oportunidades concurren hacia la pobreza y exclusión de las
mujeres, obligándolas a vender sus cuerpos, reafirman el tradicional binomio
mujer–cuerpo, incluso porque el mercado del sexo propicia, algunas veces,
ingresos más importantes de los que la propia familia logra obtener con un
trabajo legal.
El debate sobre la prostitución
como un trabajo sexual ha recibido un mayor incremento desde el informe de que,
en algunos países, se están adoptando leyes que tratan la prostitución como un
negocio cualquiera.
La demanda de legalización de los
prostíbulos presenta como justificativo la solicitud de derechos para las
prostitutas, es decir, las profesionales del sexo pasarían a tener:
documentación en blanco, obra social y jubilación, contribuirían con la seguridad
social y les serían descontados los impuestos a las ganancias. En algunos
países, como Alemania, Holanda, Australia y Nueva Zelanda, los prostíbulos
tienen el permiso para trabajar como tales. Las prostitutas pueden ser
blanqueadas, con derecho a vacaciones pagas y jubilación; sin embargo, hay
todavía algunas restricciones. En estos países, la edad mínima ha sido
delimitada a los 18 años, y, en Holanda y Australia, sólo se permite la
prostitución fuera de los sectores residenciales.
En realidad, sin pretender
minimizar los efectos que se enuncian, la legalización de la prostitución tiene
como factor determinante el nuevo ordenamiento económico mundial, el
saneamiento y equilibrio financiero de las cuentas gubernamentales de salud y
previsión, es decir, la necesidad de recaudación para cubrir los gastos con
salud y seguridad social, cuando cada vez más, se incrementa el número de
mujeres que tiene la venta del cuerpo como única fuente de ingresos. Para
recaudar es necesario legalizar.
Esta tendencia dominante en los
países más ricos, favorables a la legalización de la prostitución, aporta
obviamente, algunos desdoblamientos. ¿Significará también la oficialización del
enorme y millonario comercio de los cuerpos femeninos? ¿Las profesionales del
sexo tendrían mayor participación en las ganancias? ¿O ganarían, solamente con
salir del submundo en el cual están inmersas? ¿Dejarían de ser una amenaza para
el orden y las buenas costumbres? ¿Se erradicaría la explotación sexual
comercial de niñas?
Sitúo a la prostitución en el
ámbito de la violencia a la mujer, entendiéndola como un despliegue o
conjunción de distintos modos de discriminación de la mujer.
Sostener las prácticas perversas,
como la explotación sexual comercial infanto–juvenil, las cárceles privadas y
los malos tratos son indicativos de esclavitud sexual manifiesto en el derecho
de propiedad, verificado en la adquisición y venta de mujeres y niñas para
fines sexuales, se constituye en violaciones a la dignidad humana.
El tema de la explotación sexual
de niñas adquiere la dimensión de los trabajos desarrollados en pro de la
preservación de la vida, con reserva de ser hecha, la vida es humana y se busca
la conservación de la vida frente a la constante violencia cometida por seres
humanos de la misma especie.
¿Consumidores o exterminadores?
¡Hombres cuyas preferencias y exigencias inciden sobre niñas “de 7 u 8 años de
edad, vírgenes! Cuanto más pequeñas, mejor. Se paga R$100 (cien Reales) a quien
hace el arreglo y R$50 (cincuenta Reales) a la niña”27.
Es en el antagonismo de las
características de la lógica patriarcal de género, la dominación masculina y la
subordinación femenina, la autonomía masculina y la heteronomia femenina, la
supremacía masculina, la seducción femenina, en fin, la sexualización de los
roles sociales, induciendo a la idea de que los hombres tienen el derecho a los
servicios sexuales de la mujer, que ocurre cotidiana y licenciosamente la
perversa práctica de explotación de la prostitución femenina.
Cuando, en 1979, las feministas
pusieron en marcha la trayectoria de reivindicaciones por nuevos derechos
sexuales y reproductivos, lanzaron el slogan nuestro cuerpo nos pertenece para
señalar la subyugación de las mujeres. El desafío actual es extender las
acciones hacia las mujeres pobres y excluidas. ¡Quién sabe no surgirá,
entonces, una nueva orden que se sumará al viejo lema, nuestro cuerpo nos pertenece... no necesito venderlo!
27
Se refiere a una niña de 12 años –aliciadora–, integrante de un taller con
niñas que son explotadas sexualmente y comercialmente, en la ciudad de
Vitoria/ES, el día 16 de mayo de 2000, en el ámbito del Proyecto La Promoción
de Derechos de Mujeres Jóvenes Vulnerables al Abuso Sexual y Explotación Sexual
en Brasil, colaboración UNIFEM/MJ/SEDH/DCA.
Fuente: “Prostitución: ¿trabajo o esclavitud sexual?”
Cladem - Diciembre 2003 – Lima, Perú
Anna Lea Merritt |
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