PERSUASIÓN COERCITIVA
Por Alberto B
Ilieff
Muchas veces
nos hemos preguntado, ante una situación
en que una persona se veía sumamente perjudicada ¿por qué no se va? ¿por qué lo tolera?. En
general, la costumbre o falta de elementos nos llevaba a respondernos que
seguía en esa situación porque le gustaba, porque quería, porque obtenía algún
rédito importante.
Del mismo modo
otras preguntas: ¿cómo llegó a esa situación? ¿cómo fue capaz de hacer tal
cosa? ¿no se da cuenta que eso la daña, la enferma? Y nuevamente las respuestas
salían de un fondo de excusas míticas sociales: nació así, le gusta, está
enferma, es una desequilibrada, no tiene moral,
solo busca dinero.
La psicología
nos brinda un modelo que nos ayuda a acercarnos a estas realidades desde otra
perspectiva, nos abre un camino para la investigación.
Me referiré en
general a la víctima niña/mujer por ser esta la privilegiada para la
prostitución, y en el caso de quien realiza la persuasión coercitiva la llamaré
indistintamente persuador/persuadora porque puede ser de ambos sexos, según la
modalidad y circunstancias.
El
modelo llamado persuasión coercitiva nos permite comprender cómo muchas
personas son llevadas a aceptar o tomar como propias conductas que atentan
contra su propia integridad pudiendo constituir graves daños.
Nos
interesa en relación a nuestro tema, la prostitución, porque explica una de las
formas más comunes de captación y convencimiento.
Autor: José Ansalone |
Partimos
del hecho de que el acceso a la prostitución no es lineal ni sencillo. Las
niñas y mujeres no llegan a esta situación sin que se den determinadas condiciones.
Vestirse para la ocasión, pararse en una ruta,
estar en un burdel, entregarse a cualquier hombre que lo requiera, no
son pasos fáciles, exigen algún grado de violencia sobre la persona, cuanto más
que se conoce la sanción social que esta actividad conlleva. En todos los casos
hallamos la presencia de alguna persona que actuó como captadora. Basada en una
relación afectiva preexistente (amigas, familiares, vecinas) o lograda
expresamente para este cometido (novios, agencias laborales, agencias de
modelos, proxenetas) van induciendo, usando el cariño y la confianza
depositada, a aceptar como posible y hasta beneficioso el camino de la
prostitución. Logrado este cometido, el paso siguiente será sostener a quien
ha ingresado a este mundo que permanezca en el mismo. Se debe actuar de modo tal
que la persona en prostitución no vea posibilidades de salir de esta situación
y además este convencida de que ha sido una decisión propia, tomada
racionalmente y con el pleno ejercicio de su voluntad. Para estos resultados se
utilizan las técnicas que denominamos persuasión coercitiva. Tengamos presente
que la edad promedio de ingreso a la prostitución es aproximadamente de 12-14
años, cuando los cambios corporales y psíquicos llevan a una situación de
inestabilidad, la personalidad esta en cambio y formación y la persona es
vulnerable a influencias del medio. Esta es una crisis de crecimiento normal
pero que puede ser utilizada por otros para influir fuertemente sobre la
adolescente.
La
persuasión coercitiva comprende una serie de estrategias que tienen por finalidad
perpetuar el control del maltratador, en este caso del tratante o
proxeneta, sobre la víctima. Estas estrategias generan un progresivo estado de
confusión de emociones, distorsión de pensamientos y paralización que
dificultan a la niña/mujer abandonar la relación desigual y violenta que es
establecida por el sujeto persuasor hasta llegar a un estado de desocialización.
Estos
mecanismos también son válidos para el caso de la violencia de género
intrafamiliar y explica como la mujer va perdiendo autonomía, autovaloración, hasta llegar a quedar inmovilizada en esa situación vincular de extrema
violencia.
Según
el diccionario de la Real Academia de la Lengua española persuadir es: Inducir, mover, obligar a alguien con razones a creer o hacer algo.
Esta claramente definida como una acción que
tiene por objeto que otra persona crea o actúe de manera determinada. Tengamos
en cuenta que el ejercicio de una voluntad sobre otra, no necesariamente
implica algo negativo en la medida en que sea de manera dialogal y sin
violencia, un modo positivo de la aplicación de técnicas de persuasión es la
educación.
En este caso vamos a hablar de un caso especial
que es el de la Persuasión Coercitiva.
Los
humanos/as establecemos relaciones con quienes nos rodean mediante vínculos, estos
son de una intensidad y profundidad variable. Un vínculo significa un tipo de
compromiso afectivo que implica un intercambio que necesariamente produce una
variación, un cambio en y entre las personas afectadas. En esta variación
interviene lo que denominamos persuasión. Este fenómeno no debe ser considerado
como patológico o negativo, sino descriptivo respecto a un proceso entre las
personas. En nuestras relaciones muchas veces actuamos de manera persuasiva,
por ejemplo, cada vez que buscamos convencer a un amigo, un familiar, a que nos
acompañe a determinado lugar o que deje de hacer algo. Es parte de nuestro intercambio
cultural.
La
dificultad comienza cuando al vínculo se le agregan conductas de tipo
coercitivo, o sea, cuando se aleja de la participación voluntaria,
autónomamente aceptada. En este caso lo que se busca es que la persona actúe de
una manera determinada, haga o deje de hacer algo, creando la ilusión de que lo
hace por “propia voluntad”, como si ese acto respondiera a un proceso de libre disposición, pensado y decidido.
La
coerción es una forma de violencia, Lourdes Molina la define de manera clara cuando dice:
“implica la utilización de fuerza o violencia para obligar a una persona a
actuar contraria a su libre voluntad, pudiéndose plantear su implementación
sobre distintas áreas o ámbitos: físico, psicológico y social/ambiental”
Mientras
que en la simple persuasión una persona busca
convencer a otra, si bien pudiendo apelar a distintos medios para ganar
su voluntad más allá del razonamiento, la capacidad de pensar lo que se va a hacer,
de analizar el propio deseo y conveniencia, no están anuladas,
la toma de decisión y acción es realizada en un marco de autonomía. Cuando
interviene la coerción estas facultades se ven ampliamente disminuidas, incluso
llegando a ser obturadas.
La
llamada persuasión coercitiva es una de
las elaboraciones que nos permiten entender por qué motivos una persona en
determinadas circunstancias, puede ser
“persuadida” “convencida” para
que realice hechos o asumir creencias y valores, las víctimas podrán llegar a
hacer cosas que previamente pudieron haber rechazado sin saber cómo llegaron a ese punto, o incluso
creyendo que lo hacen por propia voluntad y deseo.
Tengamos presente que este modelo tiene como
antecedentes el llamado “lavado de cerebro” y cercanía con la “indefensión
aprendida o adquirida”
Un
programa de persuasión coercitiva es una tecnología de cambio conductual
aplicado para causar el "aprendizaje" y "adopción" de una
serie de conductas o una ideología bajo ciertas condiciones.
Se
distingue de otras formas de aprendizaje benignas sociales o de la persuasión pacífica en función de las condiciones en que se produce y por las técnicas de manipulación
medioambiental e interpersonal que
tienen como finalidad suprimir conductas
particulares y entrenar o fijar otras.
Mediante
estos procedimientos se pueden cambiar
las actitudes de una persona sin su conocimiento o su voluntad, las
víctimas podrán llegar a hacer cosas que previamente pudieron haber rechazado
sin saber cómo llegaron a ese punto, o
incluso creyendo que lo hacen por propia voluntad y deseo.
Es
una serie de estrategias deliberadas que una persona o un grupo de personas
ejerce sobre otras para determinar sus
actividades o conductas, para alcanzar un objetivo. En principio estas
estrategias están destinadas a conferir y mantener al agresor en una situación
de control y poder y a la víctima en otra de sometimiento. La persona sobre la que se ejecuta esta
presión es ajena a esta finalidad. Es
una presión intensa sobre el sujeto para
limitar su libertad de elección, en vista al fin que se busca obtener.
La fuerza puede ser de cualquier tipo,
física, psíquica o social, directa o indirecta, expresa o amenazante, en
el caso de la trata la configuración
misma de toda la situación es de por sí un modo de la fuerza como violencia.
Al
hablar de estrategias estamos diciendo que implican actividades variadas, reguladas, con
posibilidad de cambio y alternación entre ellas en función de la que resulta
más apropiada para obtener el resultado deseado. Desde una postura exterior se
podrán observar distintas conductas y no siempre resultará claro el objetivo
común que se halla detrás de todas ellas.
Es
importante resaltar que estas formas se
dan en un marco general de control y violencia, un constante control sobre el
tiempo y el espacio de manera continua y simultánea en el que irrumpen las
agresiones específicas.
Una
parte de estas técnicas consiste en crear una situación de aislamiento, la
víctima es alejada de la familia y de su entorno, el corte abrupto de la
persona en relación a sus afectos, su entorno social y recursos propios. Esto
crea en la persona la sensación de soledad, de no tener a quién comunicar sus
sentimientos y pensamientos, salvo a la persuasora quien aparece, de este modo,
como único referente y “continente”, convirtiéndose en la “familia”, la mejor
amiga. Logrado esto se sella la ruptura.
Este
aislamiento cumple con dos objetivos, el primero de ellos es dejar a la víctima
sin soportes creando de ese modo una dependencia importante de su
maltratador/a; el otro, consiste en manipular la información que le llega a
quien se pretende someter. Aquel que controla la información que llega a
nuestros sentidos, controla lo que podemos pensar y hacer. Usualmente lo que se busca manipular
son nuestros sentimientos. Cuando sentimos miedo, amor u odio, nuestro razonamiento
se distorsiona en forma típica y nuestra
capacidad para pensar racionalmente disminuye. El manipulador lo sabe y "juega" con la información buscando
controlar emocionalmente de la forma que sirva a sus planes. Una vez logrado
esto, las personas caen bajo control.
Las técnicas para lograr el control no son muy
difíciles ni son tan complicadas. Solo es necesario carecer de culpa, de
empatía genuina -en los casos de uso de violencia no
explícita, se usará una empatía
fingida- y emplear las técnicas en manera sistemática.
En trabajo conjunto con sujetos que tienen la misma finalidad se puede aumentar considerablemente la capacidad
para manejar a otros.
Se
cumple de este modo un paso muy importante el que se ve también en las
situaciones de trata de personas, se produce un corte brutal en la historia de
la víctima. El escenario físico cambia, ya no está en su casa familiar, incluso
puede hallarse en otro barrio o ciudad; se rompe afectivamente con quienes
hasta ayer fueron sus referentes, puede ser que viva en la misma casa de el o
la persuasora y que dependa económicamente, todo esto lleva a un fuerte
sentimiento de vulnerabilidad y constante estrés.
A
partir de este momento lo que hasta entonces podían ser sugerencias,
comentarios, se convierten en presiones cada vez con mayor carga de violencia y
extorsiones no veladas: “te doy casa y comida tenés que colaborar trayendo
dinero”, y la forma de traerlo es la prostitución.
Lo que vemos
desarrollar desde el comienzo mismo es una situación de desigualdad, la que se
va acentuando a medida en que las técnicas son aplicadas y la persona pierde
sus referentes tanto exteriores como interiores. El persuador desde el comienzo
mismo es el dueño de la relación, el que va manejando los tiempos y las
características mediante una manipulación estudiada y con un objetivo claro. La
víctima no se percata de esta manipulación ni de lo que en última instancia se
pretende de ella, si sucediera eso, quedaría en evidencia el engaño y la
finalidad se malograría.
Para
decidir si la persuasión coercitiva fue aplicada se requiere un análisis
cuidadoso de todas las técnicas de influencia usadas caso por caso y cómo ellas
fueron empleadas, el medio usado y el proceso. Recordemos que en este análisis
lo importante es captar la forma, el método y no la calidad o validez de las
ideas inculcadas, o sea que el contenido ideológico para este tipo de examen es
irrelevante.
Un
punto a tener en cuenta es si la
persona retuvo conocimiento suficiente y
la capacidad volitiva de tomar la decisión,
para cambiar sus ideas o
creencias, si adoptó, afirmó, o rechazó
esas ideas o creencias por sí sola.
El
modelo de persuasión coercitiva, no pretende dar cuenta de las motivaciones
profundas individuales del maltratador, ni del contexto cultural o social que
lo promueve o silencia. Expresado de otra forma, la violencia de género –la
prostitución es una forma de violencia de género- utiliza la persuasión
coercitiva como medio posible para conseguir que la víctima permanezca en la
relación, pero la violencia de género es en sí un fenómeno aún mucho más
complejo.
Tengamos
presente que todas las personas son vulnerables a la influencia de la
persuasión coercitiva si son expuestas durante un tiempo suficiente, carentes
de apoyos afectivos, físicos y de referentes sociales, si se encuentran sin
posibilidades de escapar de la situación
y si además de todo esto, son golpeadas, drogadas y sometidas a prostitución.
En
estos casos resulta indiferente apelar a
la historia personal de la víctima, dado que en estas condiciones, cualquiera
podría haber sido influenciada con independencia de su pasado. En todo
caso, hay que considerar que sí existe
en las mujeres una condición de vulnerabilidad previa definida desde la
sociedad misma como es el patriarcado.
Las
estrategias de control ejercidas por el tratante o el proxeneta generan
una serie de emociones (miedo,
amor, culpa, vergüenza, soledad, odio.) las que determinan que la mujer no pueda abandonar la situación de
sometimiento. Estas emociones,
bajo la constante y prolongada acción de la violencia, pueden convertirse en tonos emocionales de base
«impuestos» que se pueden prolongar incluso mucho más allá de la finalización del maltrato.
Prostituta cansada. Maite Arriaga Arrizabalaga |
Culpa-vergüenza
Estas
emociones implican una valoración negativa hacia el propio yo, generando un
estado desagradable. En el caso de las personas sometidas a prostitución u otro
tipo de explotación sexual, esta valoración puede recaer sobre todo el yo de la persona
llevándola a considerar que ya esta manchada, dañada de tal manera que le
resultará imposible su reintegro a su familia y a la sociedad. A esto debemos agregar su
miedo -no pocas veces carente de
realidad- de que no será aceptada en su núcleo de referencia.
Estos
sentimientos vienen a sellar el proceso, la niña que ha sido llevada a este
punto ya se considera sin retorno, sin posibilidad alguna de salir de esa
situación de prostitución porque se considera íntimamente dañada. De este modo
el sometimiento se ha completado, en adelante, aún cuando pudieran aparecer
posibilidades, ella se las negará a sí misma, será una presa sin rejas ni
cadenas visibles.
Quienes
postulan que la prostitución es un trabajo
y cambian el nombre de quienes están sometidas por el de “trabajadoras
sexuales” lo único que hacen es pretender modificar el imaginario social no la
situación real. Aún llamándose “trabajadoras sexuales” seguirán atadas por las
cuerdas del dominio externo, y lo que también es grave, es que la reglamentación abre
la posibilidad a que nuevas niñas sean ingresadas ahora con mayor impunidad,
pues será considerado un negocio legal.
Etapas
Sumariamente
podemos distinguir dos etapas:
a)
atención, comprensión, aceptación,
retención, acción. En la persuasión pacífica el emisor da su mensaje y el
interesado toma algo de este, lo profundiza, lo acepta o rechaza. En la
coercitiva el emisor “…se centra en la búsqueda
de conversión y adoctrinamiento
del sujeto receptor, lo cual se logra a través de una estrategia de
seducción y captación que consta de cinco etapas” [1]
b)
Seducción, captación, conversión,
adoctrinamiento, acción. “Por ello es
que resulta inaceptable el planteo de que en los casos de una persona adulta
que ha padecido vínculos coercitivos, su consentimiento ha sido totalmente
libre. Dicho consentimiento se encuentra viciado y por lo mismo es completamente nulo….” [2]
Hay personas especialmente dedicadas a la captación de
adolescentes para la prostitución. Estas recorren pueblos pequeños o barriadas
pobres de las ciudades detectando a quienes serán sus víctimas. En el caso de
varones pueden fingir un enamoramiento a
partir del cual iniciarán el proceso ya descripto. Son personas que tienen la
mirada puesta en la captación, carentes de empatía. Hay estudios que muestran
que incluso tienen cantidad de días estipulados para cada etapa de la
seducción hasta la captación, para maximizar las posibilidades y reducir costos.
Las personas sometidas a técnicas de extrema
coerción pueden llegar a sufrir
despersonalización persistente y otros síntomas disociativos como por ejemplo:
amnesias, comportamientos similares al trance, y entumecimiento emocional;
también pueden manifestar flexibilidad cognitiva reducida, regresiones, importantes
cambios de valores, actitudes, creencias y sentido del sí-mismo.
El
profesional al analizar el tipo de vínculo deberá clasificarlo en virtud de una
escala de riesgo que comprende: Alto, Medio o Bajo
La persuasión coercitiva es ampliamente usada
en el caso de las llamadas sectas en las que se puede llevar a la persona a
situaciones tan graves como a atentar contra la propia vida. Por este motivo no
puede ser considerada superficialmente.
[1] Ma. Lourdes Molina “Explotación sexual. Evaluación y tratamiento” Pág.
113
[2] Op. Cit. Pág. 113
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para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos
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