La mujer, una mercancía como otra cualquiera.
Entrevista
Marc Augé -
Para el antropólogo
francés Marc Augé "la prostitución desvela la verdadera faz del
utilitarismo capitalista. Y el espectacular incremento del número de prostitutas
en los últimos tres lustros, "es hijo de la globalización”. Le entrevistó
para Il Manifesto Simone Verde. -- Traducción para SIN PERMISO www.sinpermiso.info : Casiopea Altisench
Marc Augé,
antropólogo francés, autor de la fórmula "no ha lugar", que tanto
éxito ha tenido a la hora de representar y aclarar algunas dinámicas de la
sociedad contemporánea. Preguntado por las formas de explotación que hoy
afectan a 500 mil personas en toda Europa –a más de 30.000 en Italia—, lanza su
acusación: "El tráfico de esclavos del tercer mundo es el producto de
nuestras sociedades. Se alimenta de necesidades consubstanciales con el actual
sistema económico en el que todo, también los seres humanos, se reduce ya a
mercancía".
¿Por qué, tras años
de disminución, en los últimos tres lustros ha crecido de manera exponencial el
número de prostitutas?
Se trata de unos de
los sesgos negativos de una globalización en la que todo se convierte en objeto
de comercio. También la vida humana. Es un fenómeno que se da en ambos sentidos:
a través de la importación de esclavas que se venden en las aceras de nuestras
calles, pero también, gracias al turismo sexual, en países en los que la
pobreza es tan grande, que fuerza a muchas mujeres a poner el propio cuerpo en
almoneda. Un fenómeno que se ha desarrollado incluso en concomitancia con la
ampliación de las economías nacionales y de los mercados.
Así pues, ¿la
prostitución como el negativo de nuestro sistema económico y social?
La prostitución es
un fenómeno extremo, y precisamente por eso permite reconocer más fácilmente
las estructuras sociales dominantes. En el caso de la Europa de hoy, refleja de
manera particularmente explícita y clara la cultura netamente utilitarista y
comercial del capitalismo. Una cultura en la que todo, hasta la existencia
individual misma, se convierte en instrumento de satisfacción del consumo. Una
cultura que teoriza la libre circulación de las mercancías, obligando así a las
personas que quieren llegar a Occidente a transformarse en bienes de consumo.
Con todo, las
nuestras son sociedades en las que hay una relativa libertad sexual.
Es verdad, pero la
ilusión de una transformación antropológica, característica de los Sesenta, era
eso, una ilusión. Desaparecida, por ejemplo, la perspectiva de una paridad
completa hombre-mujer, determinados modelos ancestrales han reaparecido con
todas su raíces intactas. Razón por la cual muchos clientes sostienen que andar
con prostitutas les permite hacer con ellas cosas que no pueden hacer con sus
mujeres. Con la diferencia de que, hoy, aquellas pulsiones ancestrales asumen
características típicas de nuestro tiempo, y se expresan en relaciones
troqueladas por el sistema en que vivimos. La cultura consumista, por ejemplo,
estimula la prostitución llenando nuestra vida cotidiana con un sinnúmero de
imágenes eróticas, a fin de generar nuevas necesidades, nuevas exigencias y
nuevas tajadas de mercado.
En un reciente
estudio francés aparece una elevadísima tasa de violencia de los clientes sobre
las prostitutas.
Se trata de un
fenómeno muy complejo, en el que entran en juego los clásicos mecanismos de
dominación machista. En el caso específico, el hecho de que estas mujeres no
sean prostitutas, sino verdaderas esclavas, personas que no han elegido
desarrollar esa actividad, sino a las que se les ha impuesto por la fuerza, las
hace todavía más atractivas para un cierto sadismo que se nutre de la imagen
del blanco dominante que maltrata a la mujer, ser más débil, y encima,
perteneciente a poblaciones consideradas inferiores. Tal es el esquema,
alimentado y difundido por los medios de comunicación y por la naturaleza
archicomercial del actual capitalismo. Razón por la cual, hoy, las prostitutas
no son ya seres humanos, sino objetos de usar y tirar, una vez usados.
¿Cómo analiza usted
el fenómeno fuera de los grandes centros habitados, en el campo o en los
centros provinciales?
Es una prueba más
de un tipo de globalización consistente en someter el territorio a las
exigencias del consumo. Un fenómeno que coincide con la desaparición, cada vez
más clara, de la distinción entre campo y ciudad. Para darse cuenta de eso,
basta viajar: no existen ya oasis o discontinuidades en la explotación del
territorio. Las prostitutas- esclavas no son una excepción; están disponibles
por doquier.
Marc Augé es un
reconocido antropólogo francés.
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