ENTREVISTA | Arko Larré (Médicos
del Mundo)
“Tengo conocimiento de primera
mano para asegurar que la prostitución es violencia de género”
El vocal de prostitución de la
Junta Directiva de Médicos del Mundo Canarias sostiene que el feminismo “es
radical o no es feminismo”
“La realidad es que quienes no
son dueñas de usar su cuerpo en libertad, ni vivir una sexualidad plena, son
precisamente las mujeres en situación de prostitución”
Lourdes Bermejo - Puerto del
Rosario
06/03/2019 -
Arko Larré.
Arko Larré es vocal de
prostitución de la Junta Directiva de Médicos del Mundo Canarias, y miembro del
Grupo Estatal en Prostitución y Trata. Es activista feminista y, desde hace 12
años, colabora en diferentes ONG, sindicatos, periódicos, colectivos de base y
movimientos sociales. Colabora en el proyecto de Mujeres en Situación de
Prostitución de Médicos del Mundo, atendiendo a estas mujeres en diferentes
contextos de prostitución y trata, como calle, pisos y clubes, principalmente
en Gran Canaria, y es voluntariado en Fuerteventura, en la Federación de
Asociaciones de Mujeres Arena y Laurisilva.
¿Por qué milita activamente en el feminismo?
Mi personal evolución ideológica
en el activismo político me llevó a tomar conciencia de la situación de
profunda injusticia que sufre constantemente la mujer en casi todos los ámbitos
de la vida, y en cualquier sociedad del planeta. El análisis feminista pone el
acento en la dominación masculina sobre la mujer, pero también en todas las
formas de dominación masculina, sobre los otros hombres y culturas, así como
sobre la naturaleza en su conjunto. Como sociedad humana, hemos llegado a un
momento crucial: vivimos una crisis climática antropogénica de efectos
potencialmente devastadores, una alarmante crisis ética y de valores
humanitarios propiciada por el capitalismo (me refiero a la imposición del
individualismo, o a la extensión del fascismo) y un aumento de la desigualdad
económica en el mundo sin precedentes en la Historia. Un ejemplo, o
consecuencia de todo ello: tan sólo el 10% de la riqueza mundial pertenece y ha
sido generada por mujeres. Vivimos, habría que decir sufrimos, en una cultura
de la violencia, el dominio y la explotación. El patriarcado como sistema de
organización social, extendido por todo el planeta, ha devenido en un profundo
y absoluto fracaso. En cambio, el feminismo es un movimiento social con un gran
potencial de transformación, por cuanto socava las raíces más profundas de
todas las sociedades. Es preciso incorporar y asentar valores relacionados con
la ética de los cuidados, la justicia de género y la igualdad; en resumen, un
discurso profundamente feminista.
¿Por qué sostiene que la prostitución es una forma de violencia de
género?
Me estoy especializando en la
prostitución porque considero que es una institución donde convergen todas las
injusticias y violencias contra la mujer. Para mí, la prostitución es un
mecanismo de control social sobre la mujer y de normativización de una
sexualidad masculina especialmente agresiva y humillante contra ella. Tengo el
conocimiento de primera mano para asegurar que la prostitución es violencia de
género porque la mujer que se ve obligada a prostituirse sufre constantes
agresiones físicas, sexuales, psicológicas y sociales. Ha de vender su cuerpo,
pero también sus sentimientos, deseos y emociones. Ha de desplegar toda una
ficción para satisfacer a los hombres demandantes, muy dañina para su persona.
Además, en la prostitución, se conculcan frecuentemente sus derechos
reproductivos, como son los embarazos no deseados, debido a su poca capacidad
de negociación. Los puteros constantemente exigen sexo sin preservativo y
continuamente desarrollan estrategias para engañarlas, quitarse el condón o
incluso dañarlo si se sienten obligados a ponérselo. Por otra parte, la
totalidad de las mujeres en situación de prostitución que he conocido son
pobres, y la mayoría de ellas inmigrantes y con hijas e hijos a los que
alimentar. Todas las mujeres en situación de prostitución que he conocido
quieren dejar la actividad, pero carecen de recursos para hacerlo, tienen
enormes dificultades para acceder a servicios sociales, a vivienda o a otro
tipo de trabajos. Pienso que la realidad es que quienes no son dueñas de usar
su cuerpo en libertad, ni vivir una sexualidad plena, son precisamente las
mujeres en situación de prostitución.
¿Qué le parece, en este sentido, el debate que se ha generado dentro
del propio movimiento feminista, que se divide entre las que defienden el uso
de su cuerpo en libertad y las que, como usted, ven en cualquier caso un
sometimiento de la mujer?
Sí, el movimiento feminista está
dividido en este tema desde los años 90. En los 70, en el marco de la segunda
oleada feminista, se pensaba que con la liberación sexual desaparecería la
prostitución. Y se revolucionó todo, menos la masculinidad... Pero en los años
90, tras la implantación del neoliberalismo por todo el planeta, y con el
enorme aumento de la industria sexual, se introdujo el discurso de la
prostitución voluntaria, sólo de las mujeres, claro. Esto ocurre precisamente
cuando se sustituye el perfil de mujer nacional (era un tipo de prostitución
asociada al consumo de drogas) por el de mujeres inmigrantes que acuden a la
prostitución por motivos económicos, cuando no engañadas o directamente
forzadas por las redes internacionales de trata. Coincidiendo con el inicio del
presente siglo, varios países europeos promulgan legislaciones abolicionistas
de la prostitución. Entre ellos, Suecia, Noruega o Islandia. Y sus resultados
son espectaculares, pues en tan sólo unos años se reduce la prostitución hasta
en un 75%, como fue el caso de Suecia en apenas diez años. Mientras tanto, los
países que permitieron regular la prostitución como actividad laboral (Holanda
o Alemania) están viendo cómo, muy lejos de acabar con la trata (se decía que
éste era el motivo), esta aumenta. Aumenta la trata y la infravaloración de la
mujer. En Alemania ya hay locales que venden menús todo en uno que incluyen una
salchicha, una cerveza y un polvo por el mismo precio. Francamente denigrante.
Luego resulta que solamente 42 mujeres se han dado de alta como prostitutas, de
un total de 400.000 que hay en el país. ¿Quién querría que de mayor su hija sea
prostituta? ¿Qué mujer aceptaría un curso del paro sobre prostitución como
alternativa de trabajo? Recientemente, Francia se ha sumado a la abolición, lo
cual, por motivos de cercanía geográfica y similitud cultural, me parece muy
esperanzador para España. Creo que, poco a poco, el movimiento feminista está
unificando su posicionamiento en torno a la abolición. Fundamentalmente por el
trabajo de atención a las mujeres en situación de prostitución que realizamos
las diferentes organizaciones y asociaciones: estamos consiguiendo visibilizar
ante toda la sociedad la realidad tan lacerante y perversa que es esta
institución. Además, en España es muy importante el trabajo que están
realizando muchas teóricas de la abolición. Autoras como Beatriz Gimeno o Rosa
Coba están desarrollando unos análisis de la prostitución magníficos. Siguiendo
esta línea de pensamiento, creo firmemente que acabar con la prostitución
supondría dar un paso decisivo contra la violencia de género, y por la desigualdad.
¿Qué perfil social tiene Canarias con respecto a las otras comunidades
autónomas (mentalidad más atlántica, más desinhibición, una cultura sexual
diferente) y cómo puede influir en el fenómeno de la prostitución?
Bueno, no creo que se pueda
hablar de un perfil social sin caer en estereotipos. En los imaginarios sobre
la prostitución existen muchas ideas preconcebidas y sesgos etno-sexualizantes,
por los cuales mujeres de diferentes procedencias del planeta serían más
desinhibidas o incluso exóticas, pero son sesgos que lo que buscan poner el
acento en la voluntariedad de la mujer, o en la imposibilidad de refrenarse de
los hombres. Son ideas totalmente injustas, sin ningún fundamento, y en
realidad solo son excusas para legitimar la acción de prostituir. De su
análisis, lo que se desprende es que la sexualidad masculina en el contexto de
la prostitución es compulsiva, cosificante, egocéntrica, utilitarista,
misógina, insatisfactoria y despojada de toda ética. Un reciente estudio
publicado en España sobre los puteros nombra como motivación incluso el
castigar a la propia mujer, aunque sea de manera simbólica.
Ustedes se definen como radicales cuando esa palabra precisamente está
siendo utilizada para denostar las acciones feministas
Pues sí, efectivamente, el
feminismo o es radical o no es feminismo. Es radical porque necesariamente es
un movimiento de transformación política y social que va a la raíz del
problema. Y porque cada vez más, vemos cómo el machismo se rearma y agrade con
más fuerza. Desde la emergencia de partidos fascistas que piden la derogación
de las leyes por la igualdad, hasta la negativa reiterada a considerar los
feminicidios como violencia de género.
¿Qué percepción particular tiene de la prostitución en las Islas
orientales?
El panorama es francamente
desolador. Por el elevado número de mujeres en situación de prostitución, por
la gran cantidad de hombres que acuden a prostituir y porque he encontrado todo
tipo de espacios y formas en que se desarrolla dicha actividad, hasta las más
solapadas y escondidas. En Fuerteventura habrá más de 20 ó incluso puede que 25
locales al público, tipo clubes, bastantes pisos a los que sólo se accede por
internet, prostitución en calle, bares con trastienda, barcos para excursiones
y fiestas con final feliz, casas terreras desperdigadas, prostitución de
playas, de cruceros, e incluso supuestos centros terapéuticos naturistas… Es un
fenómeno muy extendido y diseminado por toda la Isla, pero muy muy
invisibilizado socialmente, excepto para los hombres que acuden a prostituir,
claro. Muchos hombres prostituyentes saben dónde están, y acuden, pero luego
nadie dice nada, nadie habla del tema.
Esta opacidad, unida a que en estas islas carecemos por completo de
recursos especializados, ahonda en la posibilidad de que haya muchas mujeres y
niñas víctimas de prostitución coactiva y de trata con fines de explotación
sexual. La única solución, aquí y en España en su conjunto, es que se promulgue
una ley por la abolición de la prostitución. Dicha legislación se ha de basar
en tres ejes fundamentales: penalizar a los hombres prostituidores (dentro y
fuera del país, como hizo Noruega), ofrecer alternativas laborales a las
mujeres en situación de prostitución (y presupuestar partidas económicas
suficientes, como contempla la ley francesa) y adoptar todo tipo de medidas
encaminadas a concienciar y sensibilizar a la población. No es nada utópico,
son ejemplos de medidas implementadas recientemente en países muy cercanos de
Europa, y con resultados magníficos.
¿Se puede poner puertas al campo en un fenómeno que ha existido
siempre? Incluso con la incorporación del hombre al oficio más antiguo del
mundo?
No se trata de poner puertas al
campo, sino de acabar con la violencia de género en todas sus manifestaciones.
Y la prostitución es una de las más duras y sangrantes. Se trata, en
definitiva, de reconducir la sexualidad masculina a través de la educación en
las relaciones afectivo-sexuales, para que sean sanas, seguras, consensuadas y
placenteras para las dos partes, educando a los hombres en la igualdad. La
prostitución es, en verdad, un auténtico campo, pero un campo de concentración.
Es una institución en la que resulta muy fácil entrar, pero prácticamente
imposible salir: porque no se puede, porque no te lo permiten ni puteros, ni
proxenetas ni tratantes. Y porque la sociedad en su conjunto mira para otro
lado. Por la violencia que reciben, por los sobornos y coacciones, por las
secuelas que deja en sus vidas, por el estigma, por la falta de alternativas
educativas y laborales. Respecto a la referencia a la prostitución como el
oficio más antiguo del mundo diré que esa idea no es más que otro mito. En este
caso, se pretende realzar su antigüedad con el fin de naturalizarla, y así,
nuevamente, legitimarla para que el hombre siga manteniendo sus privilegios
sexuales. Sabemos a ciencia cierta que la prostitución se inicia a mediados del
segundo milenio antes de Cristo en Mesopotamia, en relación a ritos de
fecundidad. Y que de allí empieza a evolucionar al actual fenómeno de
intercambio de sexo por dinero en el contexto del nacimiento del Estado
patriarcal, la división sexual del trabajo o el surgimiento de las clases
sociales. Pero para entonces, los seres humanos ya llevaban milenios trabajando
en todo tipo de oficios, como artesanía, comercio, agricultura, construcción,
ejército o medicina, así como otros muchos. No digo nada de los dos o tres
millones de años de actividades productivas, aunque no se pueda considerar como
profesiones, desarrolladas más allá del Neolítico. En cambio, sí es cierto, en
contrapartida, que el control sobre la sexualidad femenina empieza mucho antes
del patriarcado, ya en el Paleolítico. En la medida en que las mujeres se
incorporan a la investigación y estudios científicos con perspectiva de género
(y me refiero a la arqueología, la antropología o la paleontología) empieza a
haber evidencias del dominio sexual masculino muchísimo antes del nacimiento
del patriarcado. La dominación masculina es una práctica ancestral, pero jamás
un acto consentido; ni mucho menos un oficio.
¿Cómo analiza el fenómeno de la prostitución masculina para clientes
mujeres?
El análisis pormenorizado de la prostitución
masculina para clienta mujer indica, primero de todo, que sigue siendo un
fenómeno residual en el ámbito de la prostitución y, segundo, que las
características de la relación son casi totalmente opuestas. Se produce siempre
por necesidad de mantener una relación sexual esporádica en un contexto de
seguridad, sin peligro de ninguna clase de sometimiento. Así que la
prostitución masculina para clienta mujer, bien analizada, no es sino otra
prueba más del alto nivel de violencia sexual que existe contra la mujer en la
sociedad contemporánea.
https://www.eldiario.es/canariasahora/sociedad/prostitucion-violencia_de_genero-feminismo-8M-Canarias_0_874912940.html
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