Paremos la explotación sexual reproductiva de mujeres y el mercado de
bebés
El deseo y la culpa
Autora: Inma Guillem de Stop
Vientres de Alquiler
Somos socializadas para pensar
que tener la capacidad de gestar es un privilegio que nos endeuda con la sociedad.
Desde cierto sector de la
izquierda española y parte de la comunidad LGTBI, se nos vende la maternidad subrogada como un
acto de infinita generosidad por parte de mujeres totalmente autónomas y libres (el concepto de libertad, no como
forma de elegir en igualdad, sino como forma de escoger ponerse al servicio de
los deseos ajenos).
Pululan por la red, fotografías
de padres y madres compradores llorando emocionados, abrazando por primera vez
a una criatura que todavía está bañada con la sangre de su madre. Imágenes que
dejan a un lado a una mujer tirada en un paritorio, cual muñeca rota,
deshumanizada, con el rostro desencajado por el dolor y la mirada perdida, para
evitar el sufrimiento de ver cómo le arrancan aquella criatura que la llama con
su llanto.
Tener descendencia es un mandato
social que sirve para oprimir y humillar a mujeres que no tienen esa capacidad,
y culpabilizar a las que sí la tienen.
Recibimos desde nuestro
nacimiento, una serie de mandatos que cumplimos sin darnos cuenta, porque de
eso se trata, de ser socializadas para que, inconscientemente, pensemos que en este caso, tener la capacidad
de gestar es un privilegio que nos endeuda con la sociedad.
En Portugal, hay una madre que
está gestando a su nieto o nieta. Nadie duda del altruismo de este gesto, ni
del admirable acto de amor de esta mujer hacia su hija.
¿Qué lleva a una hija a pedir a
su madre tal sacrificio?
Maria José Guerra Palermo define
el concepto de “tiranía del deseo” como: “no poner límites al deseo, una base
legitimadora de cualquier asunto”. Deseo entendido, no como una noción
constructiva, sino como una fábrica de
caprichos que es la sociedad de consumo.
Esta tiranía legitima a la hija a
pedirle a su madre que le geste una criatura a sabiendas de que puede mermar la
calidad de vida de su madre, incluso ponerla en peligro.
¿Qué lleva a una madre a decidir
gestar su propio nieto o nieta?
Seguramente la respuesta más
común sería un acto de amor profundo. Pero vamos a ir más allá:
La ética de la sumisión nos
dirige a no discriminar entre lo bueno y lo malo, lo que queremos y lo que
rechazamos, y aparece un sentimiento de angustia muy profundo: La culpa.
En las mujeres, la culpa y su
poder son indetectables. En muchas ocasiones nos lleva a aceptar obedientemente
y con alegría situaciones que no deseamos realmente. Ataca nuestra autonomía y
acrecienta nuestra vulnerabilidad, todo manipulado por unas manos invisibles.
Dijo Kant que “todas las mujeres,
en la conservación de su existencia ( en mantenimiento y protección), no
dependen de su propio impulso, sino de las órdenes de los otros”.
La culpa, la presión familiar, el
dolor que puede ver una madre en los ojos de su hija o hijo, la sumisión son
las causas que pueden generar esa falsa generosidad en una madre, que acepta
poner su salud en peligro para ver feliz a su hija o hijo.
Por lo tanto, el altruismo de la
maternidad subrogada, es un envoltorio
que esconde el sometimiento de las mujeres a los caprichos de los seres
queridos o cercanos. Una trampa más del patriarcado para tenernos atadas y
calladas.
Fuente:
https://stopvientresdealquiler.wordpress.com/2017/10/24/el-deseo-y-la-culpa/
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