miércoles, 5 de febrero de 2020

“No sé qué me han dado” Drogas en el porno



“No sé qué me han dado” Drogas en el porno
Este texto se basa en el vídeo “Drogas y rodajes porno” que puedes encontrar en Youtube con el material completo.
Ismael López Fauste
Jun 20 ·

Drogas y rodajes porno
Sabrina lleva en activo desde los 20 años y nunca ha dejado de grabar porno, sin embargo, también ejerce como informante sobre los abusos que ha experimentado en la industria a lo largo de su trayectoria. Gran parte de este contenido sobre drogas en la pornografía proviene de información que ella misma me ha transmitido.

Este, por supuesto, no es su nombre real. No puede permitirse enfrentarse a las posibles represalias, es una forma de control que las productoras en las que ha trabajado y donde ha sufrido los abusos utilizan para controlar lo que se filtra. Es algo aparentemente común en la industria pornográfica, de modo que dar la cara supone correr riesgos, perder el trabajo es el primero de ellos.


Esta vez hablamos de drogas, o de cómo la drogaban. Ella nunca ha sido usuaria habitual de estupefacientes. Su experiencia con ellos en los rodajes porno se dio porque las propias productoras o distintos actores se las ofrecían para desenvolverse mejor durante la grabación.

Aunque nunca pudimos identificar las sustancias, ella habla de pastillas o píldoras que tomaba poco antes de empezar a grabar y que a menudo facilitaban personas cercanas al proyecto.

Sin embargo, ¿qué podía ocurrir si se negaba? Según su versión se dieron casos en los que se le amenazó con marcharse a casa sin cobrar. Este era el mayor condicionante. Por supuesto, Sabrina no entró en el mundo de la pornografía por gusto, ni era una pasión que tuviera dentro de ella como una especie de vena artística, una versión que sí se vende habitualmente en televisión. En este caso el consumo de drogas estaba condicionado por una necesidad económica. Las productoras porno estaban aprovechando esa situación para conseguir que ella hiciera lo que la empresa quería.

Para entenderlo, tenemos que explicar cómo se distribuía el pago de cada vídeo pornográfico en este caso. En primer lugar, estaba el viaje hasta el set de rodaje donde se iba a grabar, lo cual se le pagaba de entrada, y luego se enviaba un billete. Estaba por otro lado el viaje de vuelta, que estaba condicionado por el hecho de que se grabase ese vídeo. Y también el propio rodaje. Además, se incluía si era necesario una noche de hotel o las que hicieran falta.
O sea que desde el momento en el que ella pisaba la ciudad donde estaba la productora, estaba condicionada para cobrar tres cosas distintas. Si no, tenía que volver a su casa perdiendo dinero. Eso la dejaba en una situación vulnerable ante las exigencias de la productora.

Al preguntar por los argumentos que utilizaban para convencerla, más allá del chantaje, cuenta que decían lo siguiente: si tomas esto, te vas a soltar durante la grabación. Mediante ese tipo de prácticas se consiguió que llevara a cabo prácticas que, según su versión, no habría hecho en condiciones normales. Ha llegado a afirmar que se ha visto en películas y no se ha reconocido. Sin embargo, nunca ha puesto una denuncia en este sentido, porque tiene la sensación de que sería inútil. Sin embargo, sí que ha denunciado otras situaciones de abuso sin demasiado éxito.

Existe un concepto que podría explicar el caso: la sumisión química. Así lo define Efesalud:
La sumisión química consiste en la administración de una sustancia que anula la voluntad de una persona para facilitar la comisión de delitos, bien sean agresiones sexuales o robos. (Lee el contenido completo en Efesalud.)

Una experiencia semejante le sucedía Laura, también nombre ficticio, según me narraba en La Sexta, donde contaba como grabó su primer vídeo porno engañada bajo los efectos de una droga que ni pudo identificar ni tuvo consecuencias legales para la productora en cuestión.
“Me violaron, y no pude hacer nada porque había firmado un contrato”
Pero el caso de Sabrina va más lejos porque también vio cómo las drogas estaban presentes en distintos eventos relacionados con el negocio más allá de los rodajes, cuando su caché y relevancia como actriz porno empezaron a crecer.

“Nos pusieron esas cámaras en los vestuarios y los baños. No sé qué pensaban grabar… ¿Qué querían? ¿Ver cómo nos metíamos la raya?”

Entrevista para Escúpelo: crónicas en negro sobre el porno en España

Es algo que yo mismo me encontré durante mi etapa de redactor en una revista pornográfica. El uso de las drogas estaba muy normalizado, tanto blandas como duras, pero generalmente eran depresoras. 
Durante esa etapa dentro del porno, que sería a finales de 2015, me llegaron unos mensajes de Whatsapp. Venían de una actriz profesional que se fue a Budapest a grabar una temporada.
Budapest es algo así como la meca del porno aquí en Europa. Así como en Estados Unidos, Los Ángeles funciona de la misma manera, en este caso Budapest es uno de los núcleos de la pornografía en Europa.

En el caso de las chicas que se van al extranjero (y sobre todo es a Budapest) entran en juego lo que se llaman model houses y los representantes de distinto tipo. A menudo se contacta con una de estas empresas y son ellas las que por medio de una comisión encuentran distintos trabajos para la chica que se ha trasladado para grabar porno y también le dan un lugar donde quedarse a dormir. También existe la alternativa de que ellas se busquen la vida y se alquilen un piso, por supuesto.

Pero en este caso fue la agencia de modelos la que se encargó de todo, y aquí entran otra vez las drogas y su relación con grabar porno.

Budapest en ese momento estaba rodando un montón para Japón. Y Japón necesitaba un tipo de vídeos muy concretos en los que las chicas parecieran niñas. Evidentemente no eran niñas, eran mayores de edad, pero con aspecto bastante infantil. Personas sin tatuajes, sin piercings y chicas en general poco maquilladas y con un aspecto bastante aniñado.

“Lamentamos que no encuentres oportunidades. Estos días la ciudad está grabando escenas para los japoneses. Ya sabes cómo son, quieren chicas que parezcan niñas, sin tatuajes y sin operaciones. Naturales. Vuelve a ponerte en contacto con nosotros si no consigues encontrar nada”.

Fragmento de un correo.
Lo que ocurrió es que no cuadraba ese aspecto que estaban buscando en ese periodo con el de la actriz porno que protagoniza la historia. Al final, tras una semana de espera, por fin la productora se puso en contacto con el piso y le ofrecieron un rodaje. Cuando el chófer vino a buscarla y la llevó al set, le ofrecieron unas pastillas, las cuales aceptó. Aunque ella, a diferencia de Sabrina sí que tenía experiencia tomando este tipo de sustancias en distintas fiestas y eventos.

Las tomó antes de comenzar a grabar, sin que le explicaran qué eran, solo con el argumento de que se relajaría, pero en cuestión de minutos empezó a encontrarse mal. Lo que ocurrió después me llegó a través de mensajes de Whatsapp poco articulados y mensajes de voz que hablan de temblores, frío y de lo que podría identificarse como una sobredosis.

En lugar de llevarla a un hospital, los responsables le pidieron que se tumbara en un sofá y esperara a encontrarse mejor. Por supuesto ellos no sabían que ella estaba hablando conmigo y ahí quedó todo. 

Al final nunca fue a un hospital y no tengo constancia de que hubiera ningún tipo de consecuencia legal para la productora.

Como esta historia hay otras tantas que no llegan al público general. Nos vamos al otro lado del Atlántico; a principios de 2018 morían varias chicas bastante relevantes en la industria pornográfica, en algunos casos por sobredosis y en otros por suicidio, pero en ningún caso salieron investigaciones y nombres de empresas que distribuyen estupefacientes en los rodajes.

En el caso de los hombres hay una variante. El Huffington Post publicaba en 2014 una historia sobre un actor porno, Danny Wilde, que había acudido a un hospital con una jeringa clavada en el pene:

Hace aproximadamente un año, Danny Wilde terminó en la sala de urgencias con una gran aguja sobresaliendo de su pene erecto. Este no era el problema, sino el tratamiento. Después de tomar 80 mg de un medicamento para la disfunción eréctil (Cialis), cuatro veces el máximo diario recomendado, el actor porno de 28 años desarrolló una erección interminable.

En el momento en el que se trasladó a la sala de urgencias, esta erección había durado 12 horas seguidas. Si continuaba, se arriesgaba a dañar permanentemente el tejido del pene, o incluso a perder el miembro del que dependía su carrera.

Los médicos solo tenían una solución, usar una jeringa para drenar la sangre

Fuente.







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