“No sé qué me han dado” Drogas en el porno
Este texto se basa en el vídeo
“Drogas y rodajes porno” que puedes encontrar en Youtube con el material
completo.
Ismael López Fauste
Jun 20 ·
Drogas y rodajes porno
Sabrina lleva en activo desde los
20 años y nunca ha dejado de grabar porno, sin embargo, también ejerce como
informante sobre los abusos que ha experimentado en la industria a lo largo de
su trayectoria. Gran parte de este contenido sobre drogas en la pornografía
proviene de información que ella misma me ha transmitido.
Este, por supuesto, no es su
nombre real. No puede permitirse enfrentarse a las posibles represalias, es una
forma de control que las productoras en las que ha trabajado y donde ha sufrido
los abusos utilizan para controlar lo que se filtra. Es algo aparentemente
común en la industria pornográfica, de modo que dar la cara supone correr
riesgos, perder el trabajo es el primero de ellos.
Esta vez hablamos de drogas, o de
cómo la drogaban. Ella nunca ha sido usuaria habitual de estupefacientes. Su
experiencia con ellos en los rodajes porno se dio porque las propias
productoras o distintos actores se las ofrecían para desenvolverse mejor
durante la grabación.
Aunque nunca pudimos identificar
las sustancias, ella habla de pastillas o píldoras que tomaba poco antes de
empezar a grabar y que a menudo facilitaban personas cercanas al proyecto.
Sin embargo, ¿qué podía ocurrir
si se negaba? Según su versión se dieron casos en los que se le amenazó con
marcharse a casa sin cobrar. Este era el mayor condicionante. Por supuesto,
Sabrina no entró en el mundo de la pornografía por gusto, ni era una pasión que
tuviera dentro de ella como una especie de vena artística, una versión que sí
se vende habitualmente en televisión. En este caso el consumo de drogas estaba
condicionado por una necesidad económica. Las productoras porno estaban
aprovechando esa situación para conseguir que ella hiciera lo que la empresa
quería.
Para entenderlo, tenemos que
explicar cómo se distribuía el pago de cada vídeo pornográfico en este caso. En
primer lugar, estaba el viaje hasta el set de rodaje donde se iba a grabar, lo
cual se le pagaba de entrada, y luego se enviaba un billete. Estaba por otro
lado el viaje de vuelta, que estaba condicionado por el hecho de que se grabase
ese vídeo. Y también el propio rodaje. Además, se incluía si era necesario una
noche de hotel o las que hicieran falta.
O sea que desde el momento en el
que ella pisaba la ciudad donde estaba la productora, estaba condicionada para
cobrar tres cosas distintas. Si no, tenía que volver a su casa perdiendo
dinero. Eso la dejaba en una situación vulnerable ante las exigencias de la
productora.
Al preguntar por los argumentos
que utilizaban para convencerla, más allá del chantaje, cuenta que decían lo
siguiente: si tomas esto, te vas a soltar durante la grabación. Mediante ese
tipo de prácticas se consiguió que llevara a cabo prácticas que, según su
versión, no habría hecho en condiciones normales. Ha llegado a afirmar que se
ha visto en películas y no se ha reconocido. Sin embargo, nunca ha puesto una
denuncia en este sentido, porque tiene la sensación de que sería inútil. Sin
embargo, sí que ha denunciado otras situaciones de abuso sin demasiado éxito.
Existe un concepto que podría
explicar el caso: la sumisión química. Así lo define Efesalud:
La sumisión química consiste en
la administración de una sustancia que anula la voluntad de una persona para
facilitar la comisión de delitos, bien sean agresiones sexuales o robos. (Lee
el contenido completo en Efesalud.)
Una experiencia semejante le
sucedía Laura, también nombre ficticio, según me narraba en La Sexta, donde
contaba como grabó su primer vídeo porno engañada bajo los efectos de una droga
que ni pudo identificar ni tuvo consecuencias legales para la productora en
cuestión.
“Me violaron, y no pude hacer
nada porque había firmado un contrato”
Pero el caso de Sabrina va más
lejos porque también vio cómo las drogas estaban presentes en distintos eventos
relacionados con el negocio más allá de los rodajes, cuando su caché y
relevancia como actriz porno empezaron a crecer.
“Nos pusieron esas cámaras en los
vestuarios y los baños. No sé qué pensaban grabar… ¿Qué querían? ¿Ver cómo nos
metíamos la raya?”
Entrevista para Escúpelo:
crónicas en negro sobre el porno en España
Es algo que yo mismo me encontré
durante mi etapa de redactor en una revista pornográfica. El uso de las drogas
estaba muy normalizado, tanto blandas como duras, pero generalmente eran
depresoras.
Durante esa etapa dentro del porno, que sería a finales de 2015, me
llegaron unos mensajes de Whatsapp. Venían de una actriz profesional que se fue
a Budapest a grabar una temporada.
Budapest es algo así como la meca
del porno aquí en Europa. Así como en Estados Unidos, Los Ángeles funciona de
la misma manera, en este caso Budapest es uno de los núcleos de la pornografía
en Europa.
En el caso de las chicas que se
van al extranjero (y sobre todo es a Budapest) entran en juego lo que se llaman
model houses y los representantes de distinto tipo. A menudo se contacta con
una de estas empresas y son ellas las que por medio de una comisión encuentran
distintos trabajos para la chica que se ha trasladado para grabar porno y
también le dan un lugar donde quedarse a dormir. También existe la alternativa
de que ellas se busquen la vida y se alquilen un piso, por supuesto.
Pero en este caso fue la agencia
de modelos la que se encargó de todo, y aquí entran otra vez las drogas y su
relación con grabar porno.
Budapest en ese momento estaba
rodando un montón para Japón. Y Japón necesitaba un tipo de vídeos muy
concretos en los que las chicas parecieran niñas. Evidentemente no eran niñas,
eran mayores de edad, pero con aspecto bastante infantil. Personas sin
tatuajes, sin piercings y chicas en general poco maquilladas y con un aspecto
bastante aniñado.
“Lamentamos que no encuentres oportunidades. Estos días la ciudad está
grabando escenas para los japoneses. Ya sabes cómo son, quieren chicas que
parezcan niñas, sin tatuajes y sin operaciones. Naturales. Vuelve a ponerte en
contacto con nosotros si no consigues encontrar nada”.
Fragmento de un correo.
Lo que ocurrió es que no cuadraba
ese aspecto que estaban buscando en ese periodo con el de la actriz porno que
protagoniza la historia. Al final, tras una semana de espera, por fin la
productora se puso en contacto con el piso y le ofrecieron un rodaje. Cuando el
chófer vino a buscarla y la llevó al set, le ofrecieron unas pastillas, las
cuales aceptó. Aunque ella, a diferencia de Sabrina sí que tenía experiencia
tomando este tipo de sustancias en distintas fiestas y eventos.
Las tomó antes de comenzar a
grabar, sin que le explicaran qué eran, solo con el argumento de que se
relajaría, pero en cuestión de minutos empezó a encontrarse mal. Lo que ocurrió
después me llegó a través de mensajes de Whatsapp poco articulados y mensajes
de voz que hablan de temblores, frío y de lo que podría identificarse como una
sobredosis.
En lugar de llevarla a un
hospital, los responsables le pidieron que se tumbara en un sofá y esperara a
encontrarse mejor. Por supuesto ellos no sabían que ella estaba hablando
conmigo y ahí quedó todo.
Al final nunca fue a un hospital y no tengo
constancia de que hubiera ningún tipo de consecuencia legal para la productora.
Como esta historia hay otras
tantas que no llegan al público general. Nos vamos al otro lado del Atlántico;
a principios de 2018 morían varias chicas bastante relevantes en la industria
pornográfica, en algunos casos por sobredosis y en otros por suicidio, pero en
ningún caso salieron investigaciones y nombres de empresas que distribuyen
estupefacientes en los rodajes.
En el caso de los hombres hay una
variante. El Huffington Post publicaba en 2014 una historia sobre un actor
porno, Danny Wilde, que había acudido a un hospital con una jeringa clavada en
el pene:
Hace aproximadamente un año,
Danny Wilde terminó en la sala de urgencias con una gran aguja sobresaliendo de
su pene erecto. Este no era el problema, sino el tratamiento. Después de tomar
80 mg de un medicamento para la disfunción eréctil (Cialis), cuatro veces el
máximo diario recomendado, el actor porno de 28 años desarrolló una erección
interminable.
En el momento en el que se
trasladó a la sala de urgencias, esta erección había durado 12 horas seguidas.
Si continuaba, se arriesgaba a dañar permanentemente el tejido del pene, o
incluso a perder el miembro del que dependía su carrera.
Los médicos solo tenían una
solución, usar una jeringa para drenar la sangre
Fuente.
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