17/07/2017
¿Qué quiere AMMAr? [i]
Un esbozo de análisis del programa y la estrategia de la Asociación de Mujeres
Meretrices de la Argentina[1]
Este confusionismo no es
expresión de ignorancia o contradicción inconsciente. Es la forma necesaria que
asume una estrategia que no puede mostrar abiertamente sus objetivos, que no
puede decir lo que realmente quiere. Es, por lo tanto, la expresión de una
estafa política. El problema no es de ellas. Esta confusión les suma. El
problema que deben plantearse las/los abolicionistas es si están preparadas/os
para responder a la altura de las circunstancias.
Rosana López Rodriguez
Grupo de Investigación sobre
Género-CEICS
Toda organización política que se
precie de seriedad a la hora de sentar posiciones sobre problemas concretos, se
toma su tiempo para examinar con el mayor detalle posible las cuestiones en
disputa. En este caso, la prostitución, un tema que genera amplias
controversias en un campo ya de por sí controversial, como el del género.
Buscando organizar un programa para intervenir en el campo, nos propusimos,
antes que nada, conocerlo.
Aprovechando recursos a mano y
tratando que nuestro ejercicio de reflexión sirviera a otros interesados en el
asunto, durante el primer cuatrimestre,en el marco de la materia Historia
Argentina III B que se dicta en la FFyL (UBA), llevamos adelante una
experiencia que resultó extremadamente positiva: el Taller Abierto de Historia
de Género. Los objetivos más importantes del Taller eran, por un lado, brindar
al público asistente, que excedió con mucho la cursada de la materia,
herramientas para el debate crítico a partir de la presentación de distintas
posturas. Por otro, que nosotros, en tanto organización y a través de las
militantes que participamos de esa doble adscripción académica y política,
pudiéramos ir construyendo un mapeo del campo y una posición al respecto. Entre
los resultados inmediatos se encuentra el “debate” que sostuvimos con la
organización AMMAr. El uso de las comillas se debe a la peculiaridad que asumió
el mismo y las conclusiones que de él sacamos. Veamos primero los hechos.
Con el antedicho propósito en
mente, desde fines de febrero comencé a contactar a las participantes del
Taller, con el criterio de presentar al público asistente las distintas
posiciones y perspectivas que hoy por hoy se plantean como un debate, tanto
académico, como político y social. Los ejes elegidos fueron Trata y
Prostitución. El ejercicio de la prostitución divide aguas en el movimiento de
mujeres. Por un lado, las regulacionistas entienden que la prostitución es un
trabajo y que, por lo tanto, las condiciones de ese desempeño laboral debieran
estar reguladas por el Estado, como cualquier otro. La otra posición es la del
abolicionismo, que considera la prostitución como una actividad socialmente
inaceptable, no feminista, una de las violencias más extendidas que ejerce el
patriarcado, en especial, sobre las mujeres, trans y travestis pobres. Hay
muchos matices y otras posturas que no desarrollaremos aquí.
Cuando uno observa el campo de
disputa en el cual se ha tomado partido por una u otra posición, se entiende
rápidamente que el regulacionismo tiene una sola organización que lo motoriza,
AMMAr (Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina). Esta “soledad” le otorga,
sin embargo, una cohesión estratégica que su contraparte no tiene. En efecto,
el campo del abolicionismo tiene distintas organizaciones que lo representan,
no siempre llevando adelante una lucha unificada, producto de programas
distintos, resultados a su vez de diversas formas de encarar los temas y no
menos diversos anclajes de clase. Así tenemosRATT (Red Alto al Tráfico y a la
Trata), AMADH (Asociación Mujeres Argentinas por los DDHH), Madres víctimas de
Trata oFuria Trava, por mencionar solamente algunas de las más conocidas y sin
incluir allí a las organizaciones ligadas a partidos (como Las Rojas, Pan y
Rosas o Plenario de Trabajadoras).
Las mesas de las exposiciones
quedaron conformadas según esa variedad disponible. El pequeño gran detalle
que, solo al comienzo nos asombró, visto el grado de belicosidad que se
despliega en el campo, fue que las adversarias no se enfrentan en discusiones
públicas. Consecuentemente, el debate no sería inmediato. Una mesa para AMMAr,
una para el abolicionismo, otra para trata y dos obras de teatro. En la mesa de
abolicionismo participaron Florencia Guimaraes García (militante de Furia Trava
y del PC) y el licenciado Edgardo Calandra (en representación de RATT). Por su
parte, en la mesa de lucha contra la trata estuvieron Margarita Meira (de
Madres Víctimas de Trata) y las integrantes del equipo de ACCT (Acciones
Coordinadas Contra la Trata) mostrándonos los resultados de las investigaciones
con su equipo de antropología y arqueología forense. Cabe señalar que, en esta
última mesa, así como Meira expresa una declarada postura abolicionista, las
compañeras de ACCT no se pronuncian en ningún sentido.
El primer contacto con Georgina
Orellano, para organizar la mesa sobre prostitución, data al menos del 5 de
marzo. Así fue cómo, después de haberle ofrecido todas las fechas posibles, la
secretaria general de AMMAr optó por el 12 de mayo. Hasta aquí todo bien. Los
problemas empezaron después. Poco antes del 12, tuvimos conocimiento de que ese
día habría paro de docentes universitarios; dado que el Taller era una
actividad abierta a todo el público, buscamos un espacio en el cual pudiéramos
mantener el compromiso. Conseguimos la Biblioteca Nacional. Cuando me comuniqué
con Orellano para informarle este cambio, me dijo que no podía venir porque
tenía que viajar y cuestionó la organización “no equitativa”, “no democrática”
del Taller, dado que, según ella, como las mesas que continuaban a la suya
tenían una “bajada de línea abolicionista”, eso significaba que, “por más que
intentáramos ser plurales, es muy desigual que abramos nosotras y todas las
clases que siguen tengan perspectiva abolicionista”. Aclaramos que nosotros,
hasta ese momento no teníamos ninguna posición tomada y que la existencia de
mesas separadas obedecía a que nadie quería sentarse con nadie. Obviamente que,
si nuestro ánimo hubiera sido ese, simplemente podríamos haber suspendido la
actividad con la excusa del paro, o directamente no ofrecer lugar alguno a
AMMAr ni a nadie que expresara su postura. Por el contrario, conseguimos para
ellas nada más ni nada menos que el auditorio Jorge Luis Borges de la
Biblioteca Nacional (hecho que fue resaltado positivamente por una de las
militantes de AMMAr que formó parte de la mesa).
Lo cierto es que, hasta ese
momento (incluso hasta después de la segunda mesa, del 19/5), ni desde el
Taller, ni desde la cátedra, ni desde RyR habíamos manifestado posturas
abolicionistas, porque aún no teníamos resuelta esa discusión (de hecho,
todavía tiene que ser votada en el próximo plenario). Simplemente, le ofrecimos
un espacio a gente que aceptó voluntariamente intervenir. Incluso, como
cátedra, que es la institución convocante, no existe ninguna preceptiva al
respecto, más allá de ofrecer a los alumnos y al público en general, todas las perspectivas
posibles de los debates que motorizamos desde hace años, en los que cuidamos
siempre de invitar a todos los involucrados.
Orellano me preguntó si podía
asistir María Riot en su lugar. Por supuesto, aceptamos. Dado que nosotros
grabamos las charlas que hacemos y las subimos a la web, en particular porque
mucha gente del interior del país sigue nuestras actividades, habíamos
consultado por escrito a dos de las participantes (Melisa de Oro y Cherry
Vecchio) respecto de la posibilidad de filmarla mesa. A Riot y Sofía les
pregunté ese mismo día. Riot, Melisa de Oro, Sofía Compañía y Cherry Vecchio
(todas afiliadas a AMMAr), expusieron delante de la cámara a la vista de todo
el mundo, durante larga hora y media, con algunas preguntas del público, que las
trató siempre respetuosamente. En mi carácter de coordinadora de la mesa,
escuché muy atentamente y, sin dudas, aprendí mucho.
La semana del 19, en la charla de
abolicionismo, los asistentes plantearon críticas a algunas de las posiciones
que se habían vertido el viernes anterior. Guimaraes no solo discutió esas
posiciones, sino que en su cuenta de Facebook contó lo que le habían dicho.
Apenas Guimaraes hizo público esto, María Riot me increpó por mensaje privado,
diciéndome que tenía que desmentir, dada mi condición de organizadora, los
dichos de Guimaraes, porque ellas no habían manifestado semejantes cosas. Mi
respuesta fue que estando todo filmado, esto podría ser desmentido cuando se
subiera la charla. En ese momento, Riot se mostró apurada para que la charla
del 12 se hiciera pública, además de que pretendía que yo tomara partido,
negando públicamente algo que ellas habían expresado, claro que en otros
términos.[2]
Poco tiempo después, habiendo
hecho un balance, en términos personales aun, realicé una intervención en el
muro de Alika Kinan, donde cuestionaba dos caballitos de batalla del
regulacionismo. Uno, el de la sororidad; el otro, el del “feministómetro”. Más
adelante veremos cuáles son esos argumentos. Orellano y sus compañeras me
respondieron de manera violenta con acusaciones ad mulierem. Recibí una
catarata de amenazas públicas (cartas documento) y privadas (denuncias en el
ámbito laboral). Según interpretó la secretaria general, las había acusado de
ser “busca maridos”, de hacer peligrar matrimonios, haciendo una lectura
literal de expresiones que son del orden de lo político general. Ni qué decir
que las otras participantes de la mesa se despacharon con insultos del mismo
tenor, incluso peores.
Esta lamentablemente larga
excursión sobre hechos en apariencia banales, sirve para poner al lector en el
contexto de lo que aquí se va a examinar. Porque lo primero que me causó
impresión fue la violencia innecesaria para con quien no tuvo otra cosa que un
trato amable y respetuoso, como se puede ver en las reacciones de las
involucradas luego de la mesa y antes de que estallara el escandalete. Lo que
me llevó a reflexionar sobre el asunto: ¿al servicio de qué programa estaba
semejante actitud? ¿Por qué no puede debatirse en términos relativamente civilizados
en este campo? Entendiendo que “el método hace al programa”, me pregunté, en
este caso concreto, ¿qué esconde AMMAr detrás de esta metodología política?
¿Sororidad con quién?
El texto que desató la furia de
las militantes de AMMAr es un post bastante modesto en el que reaccionaba
contra la ideología de la “sororidad”, a mi juicio, una trampa ideológica que
impide la clarificación programática y la acción política coherente. Diluye,
además, en un falso “nosotras” contradicciones centrales a la vida social, que
organizan, no solo la subordinación de la mujer, sino también la ilusión del
supuesto “colectivo”. En ese texto breve y sin muchas pretensiones, manifesté
que la sororidad es una trampa porque obliga a aceptar un programa que se opone
al propio y a establecer una alianza en la cual las que se nos oponen son las
que dirigen. La “sororidad” urbi et orbi exige no discutir las posiciones y
aceptarlas, incluso cuando van contra nuestros intereses. Por ejemplo, el
patriarcado sostiene la fórmula de la “mujer buena” y la “mujer mala” (la que
es esposa y madre y la que sirve al placer). Las feministas batallamos para que
esa división se termine y reivindicamos el ejercicio de la sexualidad en el
marco del deseo, de la elección, no mediada por el dinero y otras formas de
poder opresor. Las mujeres seremos tan libres como los hombres cuando podamos
decir “no” y sea “no” y cuando logremos expresar abierta y sencillamente
nuestros “sí”. Sin embargo, cuando una fracción de mujeres reclama para sí ese
desdoblamiento patriarcal, cuando se nos dice que “ya que la sociedad es así,
nosotras podemos sacar partido de ello”, lo que encontramos es que una parte
del “colectivo” destruye todas las luchas por la liberación sexual de las otras
y a la vez, solidifica el patriarcado. Estas “sororas” quieren que nosotras les
aceptemos su programa, que comprendamos que tienen que “trabajar”, sin reparar
en que lo que ellas hacen destruye todo lo que hacemos nosotras. Obviamente, la
sororidad se convierte en una mentira cuando no es recíproca: nosotras debemos
ejercerla con ellas, pero ellas no lo hacen con nosotras.
Obviamente, para las feministas,
los que defienden la prostitución no forman parte de ese colectivo, simplemente
por lo que acabamos de decir. Eso lleva a Orellano y las suyas a acusarme de
poseer el “feministómetro”. Esa acusación, que consiste básicamente en
pretender monopolizar lo que es de todas (el feminismo), funciona, en realidad,
como una chicana para que nadie pueda evaluar ni cuestionar las acciones políticas
que otros realizan. Es decir, es una forma de censura política. En nombre de
una supuesta “democracia” de género, tenemos que aceptar que cualquiera que se
diga feminista lo es. Lo cual, además de ser una estupidez conceptual, impide
delimitar cuál es el terreno/programa en el que vamos a luchar. Por lo tanto,
el punto de partida de cualquier política feminista es rechazar esta
“democracia” y reivindicar que no cualquiera que se diga feminista lo es.
Consecuentemente, ni toda mujer ni todo feminismo es mi aliado, mi “sorora”.
Esta conclusión sirve para avanzar en la pregunta: ¿el programa de AMMAr debe
ser defendido por el feminismo, en particular, el que yo defiendo, el feminismo
socialista? ¿Son Orellano, Riot, De Oro, mis “sororas”?
El liberalismo prostituyente
Los argumentos de AMMAr para
justificar la prostitución son muchos. Pero el fondo filosófico del asunto es
la reivindicación de la “autodeterminación”. Cuando AMMAr reivindica tal cosa,
entra claramente en el feminismo liberal, es decir, burgués, es decir,
patriarcal. La idea básica de este “feminismo” que reivindica que con nuestros
deseos y nuestros cuerpos tenemos derecho a hacer lo que queramos, es la
negación del carácter social de la vida. Es el individualismo burgués en estado
puro. Esta “autodeterminación” es imposible, porque NADIE puede hacer CUALQUIER
COSA. Obviamente, es una ideología que calza perfecto con quienes pueden hacer
muchas cosas más que el común de los mortales, los burgueses. En este campo,
las burguesas. Es la ideología propia de los dueños de la propiedad.
En ese sentido, la reivindicación
“es mi cuerpo, con él hago lo que quiero” es falsa y anti-social. Nadie puede
hacer lo que se le dé la gana, ni vivir de CUALQUIER ACTIVIDAD, porque vivimos
en sociedad y los individuos no pueden exceder las necesidades sociales. El
robo existe, los ladrones por decisión propia también, así como la necesidad de
sobrevivir y la dificultad para obtener los medios materiales. Entonces,
¿tendría la sociedad que regular el “trabajo” de los ladrones? Podríamos dar
una enorme cantidad de ejemplos en el mismo sentido (los sicarios, los
violadores, etc.) y nos encontraríamos con el mismo resultado: los deseos del
individuo no pueden convertirse en el derecho soberano. Entre otras cosas porque
no habría forma de decidir entre derechos contradictorios: el cuerpo de la
mujer violada es suyo, no quiere que la violen; el cuerpo del violador es suyo,
quiere usarlo. Para quien crea que estos son argumentos extremos, pensemos en
el anti-abortismo que se ampara en derechos “de conciencia” y que permite que
jueces, médicos, etc., interpongan su ideología al derecho de la víctima de la
violación. El que crea que esto sigue siendo abstracto, ojo que Macri está
preparando un proyecto en este sentido, que va a llenar los hospitales públicos
de anti-abortistas y va a aislar a los solidarios. En vistas de que no
cualquier voluntad debe ser aceptada socialmente, es que digo que el feminismo
liberal miente y que es una afirmación del statu quo. Miente cuando dice que
somos individuos libres y que tenemos derecho a reclamar lo que nos venga en
gana. El feminismo liberal no es realmente feminista, solo lo es para algunas
mujeres. Y eso no es feminismo.
AMMAr no tiene un programa
feminista y no solamente porque sus representantes son liberales, sino también
porque, con su reivindicación del trabajo sexual (de eso se trata cuando se
dice que tienen derecho a hacer lo que quieran con sus cuerpos) subordinan su
deseo y el nuestro al yugo del poder social que detenta el patriarcado. AMMAr
afirma que la prostituta lo es por elección y que ella “pone las condiciones en
su trabajo”. Al mismo tiempo, señala que el trabajo sexual es un trabajo como
cualquier otro: “hay clientes buenos, otros violentos, aburridos, etc, etc, etc
y es lo mismo que una vendedora que atiende bien sin mirar a quién”. Qué feliz
sería la vida de la clase obrera si pudiéramos apropiarnos del lema “Yo si
quiero trabajo y si no, no.” Es más, no existiría la explotación si esa frase
representara nuestras vidas. La prostituta no está allí siguiendo su “deseo”,
sino la necesidad material. Se trata de un intercambio en el cual el deseo de
la prostituta no tiene ninguna importancia, ni para ella ni para el cliente. Lo
único que cuenta es el deseo del “cliente”, del propietario de esa mercancía
llamada dinero. De esa manera, el mandato patriarcal según el cual el deseo de
la mujer no tiene importancia, se cumple, justifica y refuerza con la
prostitución.
Este liberalismo es el que lleva
a las representantes de AMMAr a acusar a todas las que las critican con el mote
de “moralista” o “anti-sexo”. Nadie les ha dicho que el sexo es sucio, indigno,
ni ninguna otra de las peroratas religiosas, simplemente hemos dicho que la
sexualidad no debe mercantilizarse. Cuando entran en juego el dinero y la
necesidad, el deseo y la voluntad se esfuman del panorama. Sexualidad oprimida
y explotada por el imperio de (la inmensa mayoría) de los varones, no. El
putero siempre es machista, porque ejercita su poder sometiendo la sexualidad
de otros/as y esto lo diferencia de los compradores en una tienda, en la cual
no se pone en juego un intercambio jerárquico.
El sindicalismo patronal encubierto
Esta eliminación de todo criterio
de clase en relación al fenómeno de la prostitución, da como resultado un
sindicalismo patronal que se encubre detrás de un discurso “progre”. Lo de “se
encubre” es literal. Mi primera actitud con relación a AMMAr fue clásicamente
abolicionista: dado el tipo de actividad del que hablamos, todo intento de
prohibirla, al menos en la sociedad capitalista, lleva a consecuencias peores.
De allí que no soy “prohibicionista”. Esta distinción decanta en una actitud
tolerante hacia el trabajo autónomo, pero en un rechazo del proxenetismo. Por
eso, el “proyecto de AMMAr”, tal cual figura en su página web, de claro corte
“autonomista” me pareció interesante, hasta que descubrí que ese no era su
proyecto, según la propia Orellano me confesó… Le pedí que me facilitara el
texto del nuevo proyecto y no recibí respuesta alguna.
Cuando una tarea, trabajo o
actividad se ordena por medio de leyes, decretos, estatutos y otras formas
legales, se dice que esa actividad está reglamentada o regulada. Pues bien, aun
cuando a todas luces los proyectos de AMMAr son regulacionistas o reglamentaristas,
ellas niegan sistemáticamente ser tal cosa. En la charla de la Biblioteca
Nacional, ante mi requerimiento de aclaración respecto de este punto, María
Riot dijo que “la regulación y la reglamentación son modelos del Estado,
nosotras no somos ni reglamentaristas ni regulacionistas, somos trabajadoras
sexuales”. Esta es una afirmación que suelen expresar recurrentemente, pero que
se contradice con su práctica efectiva. Mientras niegan ser regulacionistas, se
reúnen con legisladores y políticos por todo el país presentando proyectos de
ley que son, en sí mismos, no solo un reconocimiento del Estado sino una
exigencia de regulación estatal. En su página, por ejemplo, publican lo
siguiente:
“Desde AMMAR nuestra tarea se
encuentra enmarcada en la lucha por la defensa de los derechos de las Mujeres
Trabajadoras Sexuales y a pesar de tener posturas encontradas jamás militaremos
en contra de aquellas mujeres que han ejercido el Trabajo sexual y que hoy le
exigen al estado reinserción laboral y acceso a políticas públicas, creemos que
una política pública no invalida a la otra. Así como ellas quieren empleo
formal nosotras queremos que el estado le dé un marco legal a nuestra
actividad. (…) Cuando nosotras como Trabajadoras Sexuales decidimos en una
asamblea exigirle al Estado la regulación de nuestro Trabajo, sabíamos que nos
íbamos a encontrar con piedras en el camino…”
La primera inquietud que
permanece irresuelta es ¿por qué AMMAr niega por un lado lo que sostiene en
otro? Veremos cómo el oscurantismo, la ambigüedad y la confusión también forman
parte de la estrategia.
Las leyes argentinas son
abolicionistas, no prohíben el ejercicio autónomo de la prostitución, no
penalizan a la prostituta ni al cliente. Lo que sí está penalizado es el
proxenetismo, vale decir, la prostitución no puede ejercerse con patrón. Cuando
AMMAr pretende que se regule el trabajo autónomo, se queja de que las
“cooperativas” de prostitutas están prohibidas (por ser consideradas
asociaciones empresarias) y de que los abusos policiales no son combatidos, una
puede, legítimamente entender que están criticando el abolicionismo puramente
formal del Estado argentino. Y que su lucha consiste en superar ese formalismo
en la vida real. Con esta postura, veía yo un camino de cierta coincidencia y
posible colaboración con AMMAr: si lo que quieren es que el Estado regule el
trabajo autónomo y combata el proxenetismo, al mismo tiempo que se eliminan los
abusos policiales, las razzias, la violencia contra las compañeras que ejercen
la prostitución, los allanamientos, etc., aunque no estemos de acuerdo con el
fondo del asunto (si o no a la prostitución como tal) se abre un campo de
colaboración en la práctica. Ninguna organización seria puede condenar a una
compañera que se ve arrastrada a prostituirse, ni puede avalar la violencia
policial y para-policial, ni puede negarle auxilio a toda una capa de la clase
obrera obligada a tal explotación y opresión. Pero, como quedó claro en la
charla y puede verificarse después en innumerables intervenciones, el “proyecto”
de AMMAr no es la prostitución autónoma. Volvamos a la historia.
Recordemos que le había pedido a
Orellano el texto del nuevo proyecto, infructuosamente. Aproveché la charla
para volver sobre el punto. Recibí la siguiente respuesta por parte de Melisa
de Oro:
“Ese proyecto de ley fue
presentado como una emergencia para neutralizar una movida muy fuerte de las
corrientes abolicionistas que querían imponer en ese momento la penalización al
cliente (…). Fue un emergente, no fue muy discutido. Salió por una necesidad
estratégica. (…) Hoy por hoy (…) estamos buscando una ley más consensuada, que
respete las distintas modalidades de trabajo (…) porque está el trabajo en la
calle, está el trabajo en departamentos privados, en lugares de alterne (…). Estamos
buscando un proyecto que sea lo menos reglamentarista posible que contemple
todas las modalidades de trabajo, que respete la diversidad (…)”
Como se ve, todo muy vago, frente a una
pregunta concreta. En este ocultamiento hay un tufillo a maniobra. Aunque no se
entra en detalles, Melisa de Oro reconoce que esta nueva ley es más “amplia”
que las anteriores. Amplia quiere decir que pretende regular también el
proxenetismo. Puede parecer a simple vista una extrapolación indebida o una
exageración interpretativa. Pero, entre los reclamos de AMMAr, uno de los
caballitos de batalla actual es la defensa de los derechos laborales de las
trabajadoras sexuales, el acceso a la jubilación y a la obra social.
Considerando que se puede ser monotributista y obtener una jubilación sin
necesidad de esta ley, los indicios hacia la reglamentación del trabajo con
patrón se acumulan. Para eso, basta con dejarlas hablar:
“Muchas chicas prefieren trabajar
en privados (…) porque en el privado, con patrón, de alguna manera, tiene
seguridad, siempre alguien que cuida, no tiene que hacerse cargo de los gastos
del departamento, tiene la clientela fija. Sí, suele haber, como pasa en muchos
otros trabajos, como las docentes que trabajan para academias, o las
peluqueras, un porcentaje que se lleva, digamos el… socio capitalista, para
decirlo de alguna manera, que se lleva un porcentaje del trabajo, que, bueno,
puede rondar entre el 30 y el 50% en promedio. Pero, mi amor, si a mí me
consiguen diez clientes por día a 500 pesos, me llevo 5 lucas ese día.”
Melisa de Oro dixit. En una
entrevista con Leonor Silvestri, Melisa, ahora con el nombre de Stella d’Vita,
lo dijo aún más claramente:
“Yo estoy a favor del trabajo
bajo patrón. (…) Puede ser que en un departamento privado atiendas más, pero lo
cobrás muy bien. (…) El dueño del lugar se lleva un porcentaje (…) El problema
no está en el porcentaje, el problema es cuánto gano. (Si hubiera un sindicato
y con una ley y paritarias) podríamos fijar en un máximo de 30 el porcentaje,
por ejemplo.”[3]
Queda aquí explícita la asunción
de la explotación social como normal y deseable, bien que confundiendo
“porcentaje” con “plusvalía”, al más puro estilo liberal. Por su parte, María
Riot reforzó las explicaciones dadas en la charla:
“Si ustedes trabajan, seguramente
tienen jefes, empleadores; esos empleadores y jefes en nuestros trabajos son
llamados proxenetas y fiolos. Para las abolicionistas, esos nombres tienen una
carga negativa y peyorativa que solo en nuestro trabajo el trabajar para
alguien es un delito. (…) El trabajo sexual es el único trabajo en que estás
obligada a ser independiente porque si vos decidís trabajar para alguien vas
presa o sos una víctima que debe ser rescatada.”
Casi no hace falta aclarar nada
más. Aunque por si a algún desavisado no le resultare suficiente, Melisa de Oro
sigue:
“A mí no me interesa bajo ningún
punto de vista ser empresaria del sexo (…) pero es la única profesión, la única
rama del comercio donde cuando vos adquirís la experiencia y el dominio del
área y la especialidad, el knowhow, el expertisse, ya estás vieja, tenés que
jubilarte y morirte de hambre, en lugar de poder aprovechar ese recurso que sí
se aprovechaba en años anteriores, en siglos anteriores, donde existía la
regenta o la madama. No estoy justificando las modalidades antiguas, estoy
explicando un fenómeno en el cual la puta vieja tenía una continuidad laboral y
un prestigio social. Ahora a la puta vieja la tiramos a la basura, la tiramos a
ser empleada doméstica por dos pesos.”
“No aclares que oscurece”,
podríamos decir. La intención de AMMAr, cuando pretende reglamentar un “trabajo
como cualquier otro”, es clara: legalizar el proxenetismo. El asunto toma forma
escrita incipiente en los proyectos impulsados por la organización en
diferentes provincias y a nivel nacional. En 2013, Osvaldo López, de Nuevo
Encuentro, senador nacional por Tierra del Fuego, presentó en el Congreso
Nacional “un proyecto elaborado por AMMAr para regular el trabajo sexual
autónomo, para darle un marco legal”. Este es el proyecto del que hablamos más
arriba y que perdió estado parlamentario. AMMAr volvió a la carga en otras dos
ocasiones, aunque la estrategia ahora se concentraba en las provincias. El
segundo intento fue en Mendoza en el 2014, presentado de la mano de la diputada
Lorena Saponara, del FpV. También en el 2014, el diputado Rodolfo Canini (del
Bloque Encuentro Frente Grande-Nuevo Encuentro) de Neuquén, presentó en su
provincia el mismo proyecto que Saponara. Estos proyectos provinciales hablan
de trabajo “autónomo”, pero consagran como autoridad de aplicación al
Ministerio de Trabajo, entidad cuya presencia es innecesaria si no hay una
relación laboral de por medio. Si se tratara de trabajo autónomo, el
responsable debiera ser la autoridad que regula las relaciones comerciales, no
las laborales. Esta presencia del Ministerio de Trabajo insinúa ya la
reglamentación de otras relaciones. Su presencia en forma tan vaga es coherente
con la estrategia que veremos más abajo.
Las representantes de AMMAr se
enojan cuando se las trata de “fiolas” y consideran esa expresión como
insultante. Concedamos que ellas mismas, como dice Melisa de Oro, no quieran ni
estén interesadas en ser proxenetas o “empresarias del sexo”. Es cierto que
decirles “fiolas” podría representar, en ese caso, un insulto. Sin embargo, eso
no borra el hecho de que ellas defienden al proxeneta como un patrón igual a
cualquier otro. Dicho de otra manera, AMMAr es regulacionista y quiere
legalizar al burgués “del sexo”. Concedamos que las militantes de AMMAr solo
pretenden legalizar una situación en la que sus afiliadas puedan actuar de modo
abierto, salir de la clandestinidad. Concedamos también que eso, desde su punto
de vista solo interesado en sus afiliadas, pueda requerir el “blanqueo” del
cafisho. Bien. Díganlo así: queremos la reglamentación, somos reglamentaristas,
queremos blanquear al proxeneta, porque el trabajo sexual es un trabajo como
cualquier otro. Si así lo dijeran, podríamos estar o no de acuerdo, pero al
menos tendríamos un campo de disputa claro en el cual debatir sin necesidad de
andar escondiendo el verdadero objeto de controversia. La pregunta es ¿por qué
AMMAr prefiere embarrar la cancha? ¿Por qué no dice abiertamente lo que quiere?
La estrategia de AMMAr
AMMAr está dando una batalla política
que abarca todos los terrenos de la vida social. Las abolicionistas han
subestimado la unidad, la inteligencia y la fuerza de esta intervención. Las
reglamentaristas saben muy bien que defender abiertamente la regulación, es
decir, el blanqueo del proxenetismo, resulta igual que llevarse las paredes por
delante. En particular, desde el despliegue del discurso de la “trata”, del
cual nos ocuparemos en otro momento. Consecuentemente, AMMAr ha diseñado una
estrategia que consiste en la “victimización”, el desarrollo de un discurso
“progresista”, un enfoque gradualista y una aproximación lateral.
El tono general de las
intervenciones de AMMAr es la “victimización”. AMMAr se presenta como defensora
de “víctimas”: las prostitutas son trabajadoras superexplotadas como
consecuencia de la clandestinidad a la que están sometidas por los prejuicios
sociales, la policía y la Iglesia. De allí que sus militantes intenten siempre
colocar a sus oponentes en el campo de la “yuta” y el “clero”. Subsidiaria con
esta posición en el campo del debate, es la adopción de un discurso
“progresista” que va desde el simple liberalismo (“tengo derecho a usar mi
cuerpo como quiera”, “tengo derecho a hablar y ser escuchada”) al posmodernismo
reaccionario (“todo es relativo”, “nadie tiene la verdad”), pasando por un
populismo seudo-izquierdista anti-clerical (“las que nos critican son monjas
frígidas”) y una reivindicación del feminismo muy sui generis. La función de
este discurso “progre” es atacar al abolicionismo en su propio campo y quitarle
las banderas que históricamente lo nutrieron. En un clima ambiente corrido
hacia la izquierda, como el que vive la Argentina desde el 2001, una
reivindicación “menemista” del proxenetismo hubiera sido, sencillamente, un
suicidio. El discurso de AMMAr, entonces, es inexplicable sin los dispositivos
ideológicos desarrollados por el kirchnerismo, en particular, por los
intelectuales que le dieron ese tono “rojizo” al final de su gestión. El
derecho a la “identidad”, la reivindicación de los derechos humanos y hasta de
los animales, la lucha contra la discriminación, todo eso está detrás del
discurso que examinamos. Un discurso que puede volverse rápidamente cínico y
posmoderno, como de hecho sucede cuando AMMAr habla directamente por boca de
sus mentoras ideológicas, como Marta Lamas, Mabel Bellucci o Virginie Despentes.
Precisamente, porque reconocer al
proxeneta como buen burgués es difícil de tragar para el consenso
espontáneamente abolicionista que reina en la Argentina, la estrategia de AMMAr
es gradualista. Es decir, el asunto no se plantea directamente, los proyectos
no dicen “liberen al proxeneta”. Primero, se trata de cambiar las ideas
dominantes en la sociedad sobre la prostitución. En este punto, el primer paso
es la constitución de AMMAr como sindicato en el marco de la CTA. La
vinculación con el movimiento obrero les da ya esa pátina de “causa popular”,
que se hace más fuerte cuando se incorporan al movimiento feminista y al
kirchnerismo. De allí la importancia de captar personajes públicos provenientes
de ese espacio, desde Malena Pichot hasta Florencia Kirchner, pasando por
Víctor Hugo Morales, o incluso maniobras de propaganda espurias (como en el
caso de Nora Cortiñas) y que no excluyen el amedrentamiento de
opositores.[4]Ello va de la mano de una exposición mediática creciente, desde
la concurrencia a cuanto programa de radio y televisión las invite hasta su
propio espacio radial semanal de dos horas (“Servicio completo”). También forma
parte de esta línea estratégica, la inserción internacional, ya sea en
instituciones reglamentaristas (RedTraSex) o en las Naciones Unidas y la OEA.
Todo está al servicio de cambiar la imagen pública de la prostitución,
preparando a la población para aceptarla.
Este gradualismo en el planteo,
obliga a AMMAr a esconder su verdadero proyecto, que solo va apareciendo de
manera lateral, oblicua, tratando de seguir la línea de menor resistencia. Así,
la reglamentación del trabajo “autónomo” se plantea de modo tan laxo que entran
allí todas las formas sociales posibles de la prostitución. Como sus militantes
lo admiten, el “autonomismo” es solo una pantalla. Una pantalla necesaria
porque la verdad no puede ser dicha porque generaría una enorme resistencia.
Aquí, la forma de aproximación es por la vía del embellecimiento del trabajo
sexual: se elige, se gana bien, se tienen los mismos problemas que en cualquier
otro trabajo, es la liberación del deseo de la mujer, se brinda un servicio
“social”, se elimina la trata, etc. Cuando se les pregunta por experiencias concretas
en las que no parece constatarse lo que afirman, siempre eluden la respuesta.
La intervención de las militantes de AMMAr se vuelve, entonces, sumamente
contradictoria: se reivindican feministas mientras tratan de tontas a las que
no cobran; se reconoce la miseria de la prostituta callejera y se afirma que se
gana aquí más que en cualquier otra alternativa laboral; se reclaman derechos
laborales propios de trabajadores asalariados mientras se reivindica la
cooperativa empresarial.
Este confusionismo no es
expresión de ignorancia o contradicción inconsciente. Es la forma necesaria que
asume una estrategia que no puede mostrar abiertamente sus objetivos, que no
puede decir lo que realmente quiere. Es, por lo tanto, la expresión de una
estafa política. El problema no es de ellas. Esta confusión les suma. Atrae a
mucha gente “progre” ignorante políticamente hablando y reaccionariamente
posmoderna. Gracias a esto, AMMAr va copando, lenta pero sin pausa, todos los
espacios tradicionalmente abolicionistas y expulsando de ellos a sus
opositoras.[5] El problema que deben plantearse las/los abolicionistas es si
están preparadas/os para responder a la altura de las circunstancias.
[1]Este texto es la primera parte
de una serie de artículos dedicados al tema que serán publicados en sucesivos
números de El Aromo.
[2]Después de estallado el
escándalo, Riot me amenazó con una carta documento si subía el video de la
charla.
[3]Véase “Trabajo sexual en
primera persona: Stella d’Vita”, en https://www.youtube.com/wacht?v=75OLM1GrX04&t=1490s
[4]Margarita Meira, la
responsable de Madres Víctimas de Trata, siempre cuenta cuántas cartas
documento ha recibido de parte de AMMAr en sus fútiles intentos para evitar que
las cuestionara y las nombrara públicamente. La última vez en que una
representante del sindicato “apuró” a Meira fue durante el último 3J cuando
pretendió que Margarita, que estaba parada al lado de Cortiñas en el palco, se
sacara la pechera de su organización.
[5]Véase los casos de la
expulsión de abolicionistas de la red social RIMA o Transfeministas Trabajando
y Transfeministas Cooperando. Sin embargo, los casos más importantes de
expansión de la presencia de AMMAr en el campo abolicionista son los del
espacio Ni una menos y el del Encuentro Nacional de la Mujer.
COMENTARIO
Pablo 20/07/2017 a las 18:30
Se equivocan grueso al comparar
la decisión de una mujer de prostituirse con la decisión de cualquier otra
persona de cometer un delito (asesinato, violación, robo, etc). En un caso la
mujer que decide prostituirse no provoca un daño a nadie (en todo caso a nadie
más que a ella misma). Es lo mismo que lo que hace quien decide empezar a
drogarse o quien decide empezar a fumar o quien decide empezar a tomar alcohol.
Es lo contrario del que comete un
delito y que provoca un daño a un tercero. No existe un derecho, una
autodeterminación de dañar a otros porque, precisamente, lo que ocurre en estos
casos es que se vulnera la voluntad del otro.
La decisión de prostituirse,
cuando existe realmente y no es por coerción, entra en el terreno de la
autonomía personal. Esa autonomía personal está limitada en el capitalismo por
la necesidad material y en ese caso la prostituta decide tan libremente como
decide el que “elige” ir a trabajar a la zafra o a una obra en construcción o a
la cosecha de maíz. No tiene ni más ni menos autonomía.
Por lo tanto lo que habría que
explicar entonces cuál es el fundamento por el cual el sexo no puede ser objeto
de intercambio mercantil.
Existen relaciones de intercambio
en las que se involucra la sentimentalidad, el cariño, y nadie plantea que
exista algo repudiable en el intercambio mercantil. Por ejemplo, quien gusta de
cuidar personas, niños, discapacitados, que siente cariño e igualmente cobran
por su trabajo. Incluso se valora monetariamente si quien se dedica a cuidar
personas es además de responsable, cariñoso, empático, simpático, etc. Es
decir, eso tiene un precio.
¿Cuál es el fundamento entonces
para repudiar que una mujer quiera exigir una paga a cambio de tener sexo? No
me queda claro el fundamento de tal postura. Es como si existiera algo sagrado
en lo sexual que impide toda consideración mercantil al respecto.
Por otra parte, el principio de
autonomía personal es una conquista de las revoluciones burguesas que tiene que
ser defendido y no menospreciado como se hace en la nota.
Responder
Lucía Sangiorgio 23/07/2017 a las 22:06
“En un caso la mujer que decide
prostituirse no provoca un daño a nadie (en todo caso a nadie más que a ella
misma)”
Es interesante que admitas aunque
sea marginalmente el daño que puede causar en la persona, para luego dejar bien
claro que ese posible daño no entra en tu análisis.
“La decisión de prostituirse,
cuando existe realmente y no es por coerción, entra en el terreno de la
autonomía personal. ”
El terrorismo machista es
literalmente un sistema institucionalizado de coerción y represión orientado a
explotar la sexualidad de las mujeres. Pensá en eso un rato y luego preguntate
qué entendés por “autonomía personal”.
” la prostituta decide tan
libremente como decide el que “elige” ir a trabajar a la zafra o a una obra en
construcción o a la cosecha de maíz. No tiene ni más ni menos autonomía.”
Cínico y negacionista. Mala combinación.
“Por lo tanto lo que habría que
explicar entonces cuál es el fundamento por el cual el sexo no puede ser objeto
de intercambio mercantil.”
No, a negadores crónicos, culos
acomodados que no corren el riesgo de venderse en el mercado de los violadores
y femicidas, hay que ignorarlos y combatirlos.
No querés una explicación querés
repetir una fantasía que se cae a pedazos y muestra quién sos en realidad.
” Incluso se valora
monetariamente si quien se dedica a cuidar personas es además de responsable,
cariñoso, empático, simpático, etc. Es decir, eso tiene un precio.”
Pero no tiene un precio solamente
en plata, por eso las personas sin alma no lo entienden. Que a todo lo que se
le pone precio en esa platita que tanto te gusta y tan bien entendés, todo
tiene un correlato en un precio que SIEMPRE se paga, pero los varoncitos
negacionistas nunca se interesan en cuál es ese precio ni quién lo paga porque
saben lo único que les importan: que no van a ser ellos.
“¿Cuál es el fundamento entonces
para repudiar que una mujer quiera exigir una paga a cambio de tener sexo? ”
Ni siquiera leiste, ¿no?
Se repudia que LOS VARONES se
aprovechen de una diferencia de poder para reafirmar y perpetuar el rol sexual
de las mujeres en la sociedad.
“Es como si existiera algo
sagrado en lo sexual que impide toda consideración mercantil al respecto.”
Te referís a cosas sagradas como:
– La violencia sexual es la más
común y más extendida contra las mujeres.
– La violencia sexual es el
problema n°1 de las mujeres trabajadoras en su espacio de trabajo.
– La violencia sexual contra
niñas y niños totalmente impune en la familia, la iglesia y el poder político.
– La violencia sexual
institucional por parte de todas las expresiones del Estado y la enorme mayoría
de instituciones de la sociedad
– La explotación sexual siendo el
3 negocio ilegal más rentable del planeta después del tráfico de armas, y de
drogas
– Las secuelas físicas y
emocionales de por vida que deja la prostitución incluyendo las formas más
graves de estrés postraumático
¿Ya te parece lo bastante sagrado
o seguimos?
“Por otra parte, el principio de
autonomía personal es una conquista de las revoluciones burguesas que tiene que
ser defendido y no menospreciado como se hace en la nota.”
Contame, señor autónomo, cuántas
veces entregaste tu culo a cambio de algo.
Responder
Nadie 24/07/2017 a las 03:23
“Véase los casos de la expulsión
de abolicionistas de la red social RIMA o Transfeministas Trabajando y
Transfeministas Cooperando”.
Es claro que en el segundo grupo podían
coexistir las abolicionistas siempre y cuando no cuestionen el trabajo de
quienes publicaban (que realmente trabajaban por su cuenta) planteando los
servicios en un contexto exclusionista hacía los cisvarones ya que esa es la
tematica del grupo. Cuando no se daba el caso eran expulsadas, similar era el
caso de T. Cooperando.
http://razonyrevolucion.org/que-quiere-ammar-un-esbozo-de-analisis-del-programa-y-la-estrategia-de-la-asociacion-de-mujeres-meretrices-de-la-argentina-rosana-lopez-rodriguez/
[i]
[i] ¿Qué es
Ammar? Según se define en su
página, http://www.ammar.org.ar/-Quienes-somos-.html,
tienen como: ““Nuestra Visión
Lograr que el Estado garantice los derechos humanos y
laborales de las Trabajadoras Sexuales en la Argentina.
Nuestra Misión
Defender los derechos humanos y laborales de las
Trabajadoras Sexuales de la Argentina.
Por qué luchamos...
El Proyecto Ammar se fundamenta en la auto-organización de
un sector de mujeres que hemos sido excluidas, discriminadas, marginadas y
sometidas históricamente a todo tipo de maltratos.
Buscamos fortalecernos mediante la defensa de la libertad
laboral a través de conocer y ejercer nuestros derechos humanos y de generar
estrategias para el cuidado de nuestra salud integral.
Las trabajadoras sexuales de Ammar somos mujeres adultas,
que ejercemos este trabajo por consentimiento propio y de manera autónoma.
Las Trabajadoras Sexuales somos triplemente marginadas: por
ser mujeres, por ser pobres y por ser trabajadoras sexuales.
Podemos hablar de “trabajo sexual” y no de “prostitución”
como resultado de una larga batalla ideológica y política en el marco de la
concepción de los derechos humanos y el respeto por la libre determinación de
las mujeres. Y creemos que es necesario conseguir las condiciones dignas para
realizar nuestro trabajo y así salir de la clandestinidad a la que nos exponen
constantemente. Por esa razón nos organizamos como sindicato.”
Es
necesario precisar algunas inexactitudes. En primer lugar el llamado “trabajo
sexual” no está reconocido en la Argentina. La Argentina es un país
abolicionista desde su misma Constitución Nacional, en ese sentido no se
persigue ni castiga a las personas en prostitución sino a quienes lucran con su
explotación sexual, incluidos los tratantes de personas, los prostíbulos están
prohibidos por ley nacional.
Se
llaman “sindicato” pero no está reconocida como tal esta organización, no
solamente porque no es aceptada esta actividad como “trabajo” sino porque quien
sería la contraparte empresarial son los proxenetas-tratantes, quienes son
considerados delincuentes.
En realidad
Ammar responde a un amplio y generoso financiamiento que exige se denominen del
modo que lo hacen y se dediquen casi exclusivamente al lobby a efectos de
obtener una ley que reglamente-regule la actividad y de ese modo abrir el
camino al reconocimiento del proxenetismo, trata de personas, como una
actividad también legal.
Existen organizaciones de personas en prostitución que no se reconocen como trabajadoras y solicitan del Estado medios para dejar la actividad. Estas organizaciones no tienen apoyo económico ni político por lo que su actividad la desarrollan por sus propios medios y sin la trascendencia pública que tienen la del lobby proxeneta-tratante.
Alberto B
Ilieff
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