lunes, 10 de febrero de 2020

Explotación sexual, trata y femicidio

Explotación sexual, trata y femicidio
La mayoría de las mujeres que se encuentran en situación de prostitución son mujeres pobres, muchas de ellas se han visto obligadas a someterse a esta forma de explotación ante la imposibilidad de hallar un trabajo digno.
16 JULIO, 2019
ESTHER PINEDA

La problemática de la trata de personas y la explotación sexual sin lugar a dudas se constituye como una de las más graves violaciones de derechos humanos de niños, niñas, adolescentes y mujeres, sin embargo, continua siendo desatendida y relativizada por la academia, por los medios de comunicación, pero también por el Estado ante la ausencia de políticas públicas capaces de prevenir su ocurrencia, y de los órganos de justicia en lo que refiere el acceso y otorgamiento de justicia.

Además, sobre la explotación sexual y la trata de niños, niñas, adolescentes y mujeres, continúan habiendo posiciones diversas y antagónicas. Por un lado existe acuerdo en que la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes está mal, que es un delito, y que, los niñas, niñas y adolescentes sometidos a esta forma de explotación deben ser protegidos; no obstante, cuando se trata de las mujeres en situación de prostitución no existe tanto consenso, cuando se trata de las mujeres esta deja de ser considerada una forma de explotación sexual, deja de percibirse como un delito, deja de creerse que las mujeres víctimas de explotación sexual deben ser protegidas y comienza a desarrollarse una narrativa en la que, a esta forma de explotación sexual comienza a ser considerada un trabajo, una elección, una opción de vida, pero sobre todo, una actividad económica legitima, autónoma, independiente, e incluso empoderante.

Este discurso invisibiliza y desconoce las diferentes estructuras de desigualdad existentes tras la explotación sexual, las formas de dominación que la sostienen, así como, las formas de violencia y vulneración a partir de la cual se ejerce. En este sentido es importante señalar que la prostitución no es una causa sino una consecuencia, de la precarización y pauperización de las condiciones de vida de las mujeres, de los prejuicios y estereotipos construidos en torno a sus cuerpos y su sexualidad, aunado al bombardeo de las industrias que lucran a partir de la explotación sexual de los cuerpos, principalmente de aquellos más vulnerables como los son los niños, niñas, adolescentes y mujeres.

Mosaico del Imperio Romano


Esto puede considerarse una forma de violencia contra la mujer porque es algo que se le impone y se espera solo de las mujeres, como consecuencia de las concepciones que de ellas se tienen. La explotación sexual es una consecuencia de los procesos de hipersexualización de las mujeres, donde su valor social se encuentra determinado por su corporeidad, su sexualidad, su genitalidad, la cual siempre debe estar disponible a los deseos y demandas del patriarcado. A la mujer se le considera un objeto, algo que puede ser usado, vendido, comprado, intercambiado, y por tanto, descartado; uso, venta, compra, intercambio y descarte que además siempre es realizado por los hombres, aquellos quienes se encuentran en condición de poder frente a estas mujeres y que se acreditan su propiedad, por ejemplo: esposo, padre, hermanos, jefe, o cualquier otro hombre ante el cual las mujeres se encuentren en situación de subordinación o dependencia.
Al respecto es importante destacar, que ante las condiciones de precarización, crisis económica, situaciones de vulnerabilidad o de pobreza extrema, se imponen a las personas situaciones de exposición y riesgo diferenciado. En el caso de los hombres se les presenta como vía de escape a la situación de vulnerabilidad la comisión de delitos contra la propiedad, el hurto, el robo a mano armada, el micro tráfico de drogas, entre otros, pero los hombres no se plantean la prostitución como una opción para la sobrevivencia. Sin embargo, cuando las mujeres se encuentran en situación de vulnerabilidad o pobreza, la prostitución siempre es siempre una opción; esta le es mostrada como alternativa por los medios de comunicación, pero sobre todo, generalmente inducida y promovida por hombres cercanos o presente en la vida de estas mujeres.

Esta es una indiscutible forma de violencia de género porque es una forma de explotación que se impone solo sobre los cuerpos de las mujeres; los hombres nunca se plantean la prostitución, a menos que sea para ser puesta en práctica sobre alguien más, niños, niñas, adolescentes o mujeres. Además, cuando los hombres se encuentran en situación de prostitución es porque son cuerpos socialmente considerados feminizados o transgresores de la masculinidad hegemónica, por ejemplo hombres homosexuales o transgéneros; es decir, la explotación sexual se erige como una forma de explotación necesaria e imprescindiblemente feminizada.

Estos hechos desmontan la idea de la explotación sexual como una elección, como una incursión libre, autónoma e independiente; imaginario que ha sido alimentado por la industria de la explotación sexual, la pornografía, pero también por el cine y la televisión como agente de socialización. En este caso es posible mencionar productos mediáticos como la película Joven y bonita (Francia 2013) y las series El negocio (Brasil 2013) Llámame Bruna (Brasil 2016) The Deuce (Estados Unidos 2017), entre otras.

En estos productos mediáticos las mujeres en situación de prostitución generalmente son presentadas como mujeres universitarias, independientes, poderosas, quienes saben de marketing, administración e inversiones. En estas narrativas la explotación sexual es concebida como una elección, como cosa de mujeres autónomas, empoderadas, quienes obtienen cuantiosas sumas de dinero para vivir, eligen a criterio a sus prostituyentes y nunca son víctimas de ninguna forma de violencia. Además en estas representaciones se muestra la  explotación sexual como una decisión tomada por las mujeres en reacción por el aburrimiento de sus vidas, el deseo de experimentación y disfrute de la sexualidad, pero también como acto de rebeldía y desafío a la autoridad familiar.





Sin embargo, estos discursos y representaciones se encuentran profundamente alejados de la realidad. Además estos procesos de objetualización, hipersexualización y mercantilización de los cuerpos se profundizan cuando se trata de mujeres racializadas; específicamente las mujeres indígenas y afrodescendientes quienes, producto de los prejuicios y estereotipos instalados y heredados del proceso colonial, continúan siendo consideradas y representadas como mujeres de sexualidad exacerbada, irresponsables, promiscuas, lo cual ha favorecido su conversión en mercancía y objetos de consumo sexual.

La realidad es que la mayoría de las mujeres que se encuentran en situación de prostitución son mujeres pobres, muchas de ellas se han visto obligadas a someterse a esta forma de explotación ante la imposibilidad de hallar un trabajo digno, la necesidad de obtener recursos que le permitan satisfacer sus necesidades básicas y las de sus familias, mujeres víctimas de violencia por razones de género y obligadas a prostituirse por sus maltratadores, mujeres que fueron prostituidas desde su niñez y no conocen otra forma de vida, mujeres sin redes de apoyo familiares, sociales o institucionales, mujeres revictimizadas por los cuerpos policiales y los órganos de justicia, mujeres en situación de calle quienes se encuentran obligadas a prostituirse por un plato de comida o un abrigo, mujeres con adicciones, etc. Mujeres víctimas de las redes de trata, mujeres reclutadas por las llamadas industrias del entretenimiento para ser explotadas en prostíbulos y la pornografía, así como, mujeres reducidas a situaciones de prostitución y trata en medio de conflictos armados y contextos extractivistas.

Ahora bien, ustedes dirán que estos no son todos los casos, que hay mujeres que se encuentran en situación de prostitución pero no son pobres, que no se encuentran en situación de calle, que tienen estudios universitarios, que no han sido víctimas de violencia de género, es decir, que lo han elegido, que lo han decidido, y que estos casos no pueden compararse con aquellos donde existe un evidente ejercicio de fuerza y coacción. Al respecto es necesario considerar que si bien algunas de estas mujeres no se encuentran en situación de vulnerabilidad extrema como las anteriormente señaladas, se encuentran en situación de prostitución como consecuencia de las presiones de una sociedad que concibe a las mujeres como un objeto a disposición del deseo masculino; quienes han sido han socializadas con la idea de que su cuerpo es una mercancía a la cual se le puede poner precio y se puede vender.

No obstante, con independencia de las modalidades a través de las cuales las niñas y mujeres terminan siendo sometidas a la explotación sexual, la realidad es que esto las expone a otras múltiples formas de violencia y vulnerabilidad. Las mujeres en situación de prostitución con frecuencia son víctimas de violencia por parte de desconocidos y proxenetas en los espacios públicos, agresiones, violaciones y asesinatos. Las niñas y mujeres reclutadas o secuestradas por las redes de trata son mantenidas en cautiverio en lugares que desconocen, rotadas en prostíbulos improvisados y clandestinos a los que se les conoce como “cambio de elenco”, obligadas a recibir prostituyentes constantemente, generalmente en estados de inconciencia y donde una gran proporción de ellas mueren producto de sobredosis de sustancias psicotrópicas que son obligadas a consumir, pereciendo producto de la desatención, infecciones y enfermedades de transmisión sexual, pero también victimas del femicidio.

Esther PinedaInstagram Website Twitter Facebook GmailSocióloga, Magister Scientiarum en Estudios de la Mujer, Doctora y Postdoctora en Ciencias Sociales egresada de la Universidad Central de Venezuela. Fundadora de EPG Consultora de Género y Equidad. Escritora y columnista en diversos medios de comunicación venezolanos y extranjeros.


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"Lo hago ahora mismo por la necesidad que tengo": mujeres que se prostituyen de forma esporádica ante la precariedad

"Lo hago ahora mismo por la necesidad que tengo": mujeres que se prostituyen de forma esporádica ante la precariedad

El estudio Feminización de la supervivencia y prostitución ocasional, de la Federación de Mujeres Progresistas, analiza este tipo de prostitución que ejercen mujeres "ante la ausencia de recursos económicos suficientes"
El género es, según el informe, el principal factor que conduce a la prostitución ocasional, junto a la clase social, el riesgo de pobreza, la situación administrativa, la raza o la ausencia de redes de apoyo
"Todas las mujeres entrevistadas manifestaron que abandonarían la prostitución si encontrasen un trabajo que les proporcione ingresos", concluye
Marta Borraz 
14/12/2018 -

-"Ayer volví", cuenta una mujer de 41 años.

-"¿Cómo te sentiste?", le pregunta la entrevistadora.

-"Lo primero es asco, volver a acostumbrarse (…) Lo mejor para salir de aquí es darnos trabajo", responde ella.

Después de un año y medio en una empresa de manipulación y preparación de alimentos y, en ocasiones, combinando este trabajo con otro en un restaurante de comida rápida, esta mujer fue despedida y recurrió a la prostitución durante un tiempo. Luego volvió a encontrar trabajo. Ahora cobra una prestación por desempleo, pero ha vuelto a la prostitución para conseguir los ingresos suficientes para enviar a sus hijos y su marido en su país de origen, Ecuador.

Visibilizar la situación que atraviesan las mujeres que, en búsqueda activa de empleo, se prostituyen de forma ocasional como fuente para obtener ingresos es el objetivo del estudio Feminización de la supervivencia y prostitución ocasional, que la Federación de Mujeres Progresistas (FMP) acaba de presentar. Una forma de "violencia" contra las mujeres, según define el estudio, muy invisibilizada y sobre la que apenas existen investigaciones, detalla. ¿Qué tipo de mujeres son más   susceptibles de prostituirse de forma esporádica? ¿Por qué lo hacen? ¿Suelen reconocerse como mujeres que ejercen la prostitución?

El informe cuenta con datos obtenidos a partir de entrevistas realizadas a 117 mujeres en búsqueda activa de empleo que acudieron a servicios de orientación laboral de diferentes organizaciones de ciudades como Madrid, Valencia, Zaragoza o Málaga. De ellas, un 1% aseguró haber intercambiado sexo por dinero y un 25% afirmó conocer a otras mujeres de su entorno que, ante la falta de ingresos económicos, recurrieron a la prostitución. Por su parte, fueron también entrevistadas 58 personas técnicas de empleo, de las cuales un 66% declararon haber identificado casos durante las sesiones de orientación.



Pero más allá del enfoque cuantitativo, el informe prefiere centrarse en el análisis de este tipo de prostitución. "Siempre piensas en economía sumergida como limpieza de casas y no piensas que pueda ser prostitución", afirma una de estas técnicas entrevistadas, en este caso de Zaragoza. Ante este escenario, la investigación, que se posiciona ideológicamente en el abolicionismo de la prostitución, apuesta por visibilizar una realidad que, asegura, afecta más a aquellas mujeres "en riesgo de exclusión social, en especial, migrantes, con personas a cargo y sin una red de apoyo social o material y que acuden a servicios de búsqueda de empleo ante la falta de recursos económicos".

La investigación de la FMP, que parte de la tesis de que se da una "interiorización de la idea de que el cuerpo de la mujer es una herramienta de supervivencia", ha puesto el foco en dos formas de este tipo de prostitución esporádica: por un lado, "mujeres que, ante la ausencia de recursos económicos suficientes para garantizar la supervivencia, acuden de forma ocasional a espacios de prostitución (calle, pisos o clubs)" y, por otro, mujeres que "de forma ocasional mantienen sexo pagado a través de dinero o bienes materiales (a veces con hombres de su entorno) sin que este intercambio se produzca necesariamente en espacios de prostitución". En este último caso, se recogen situaciones en las que aparece el intercambio de sexo por alojamiento.

Los ejes de vulnerabilidad
El informe, elaborado por la investigadora feminista Beatriz Ranea, identifica varios ejes de desigualdad que interseccionan y que, según la tesis inicial, posicionarían a algunas mujeres en situación de mayor vulnerabilidad "de encontrarse en riesgo" de ejercer la prostitución de forma ocasional. Entre ellos, califica el género, el hecho de ser mujeres, como "el principal factor de riesgo para ser prostituibles" y, de hecho, afirma que entre las mujeres demandantes de empleo que no ejercen el trabajo sexual "se observa como la prostitución aparece en sus narrativas como una actividad de supervivencia que se plantean en situación de vulnerabilidad socioeconómica".

Por otro lado, apunta como factor la clase social y el riesgo de pobreza y concluye que "la situación económica precaria es un elemento común en todas las mujeres en prostitución ocasional". "La ausencia de recursos económicos es el elemento clave que expulsa a algunas mujeres a la prostitución y por ello, es necesario invertir esfuerzos en la generación de redes de apoyo y medidas de protección social que les permitan no entrar en prostitución", explica la investigación.

Junto a ello, la migración y la situación administrativa se erigen como factores fundamentales partiendo de la base de que en sociedades en las que los niveles de bienestar social crecen, "son mujeres de contextos más empobrecidos quienes son prostituidas, siendo por tanto, mujeres precarias de otros países". Con ello, la situación administrativa irregular coloca a las mujeres en una situación de vulnerabilidad, las excluye del mercado laboral y de las medidas de protección social. "Lo hago ahora mismo por la necesidad que tengo, que no tengo trabajo. Tengo un diploma de auxiliar de enfermería pero no puedo trabajar porque no tengo documentación", cuenta una mujer de 51 años de origen guineano.

Estas mujeres, además, han relatado el "estado de miedo y pánico" que sufren ante las redadas policiales en los espacios en los que se ejerce la prostitución y cuando "han de esconderse" de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Además, la cuestión racial también influye, analiza el informe, puesto que  existe una "jerarquización social que sitúa en una posición de mayor desventaja y vulnerabilidad a las mujeres con características que no se correspondan con la blanquitud de la piel o con el patrón cultural occidental". "Lo mío no es… Bueno, es ocasional, no es muy seguido. Tengo dos niños a los cuales tengo que dar de comer puesto que estoy sola", explica una mujer española y racializada de 30 años que asegura que ha dejado de poner su foto en los currículums que envía para conseguir que le llamen para entrevistas de trabajo.




Detección en los servicios de empleo
La ausencia de redes de apoyo, las mujeres en familias monomarentales y en las que no hay una corresponsabilidad de las tareas, la expulsión de las mujeres del mercado laboral una vez que tienen una edad avanzada o el bajo nivel de estudios son otros de los factores "de vulnerabilidad" identificados por la investigación, que pone sobre la mesa estos elementos con el objetivo de que sean utilizados por los servicios de empleo para detectar este tipo de situaciones.

Así, el informe califica de "indispensable" que se pongan en marcha políticas públicas "que contribuyan a prevenir las situaciones de riesgo de entrada en prostitución, y para las mujeres que están siendo prostituidas que se lleven a cabo medidas que garanticen su salida y la atención integral que garantice su recuperación y restitución". En este sentido, recomienda a los servicios de empleo integrar la perspectiva de género, fomentar una atención integral, diseñar herramientas de diagnóstico o poner en marcha protocolos "para actuar cuando se detecten casos. Siempre con la mirada puesta en la necesidad de "salir del enfoque de atención al colectivo de mujeres en prostitución" puesto que, según cita el informe, las mujeres que ejercen prostitución esporádica no suelen acudir a los servicios especializados y no se suelen reconocer como prostitutas.

"Todas las mujeres entrevistadas que se encontraban en situación de prostitución ocasional durante la realización del estudio, manifestaron que abandonarían la prostitución si encontrasen un trabajo que proporcione ingresos", concluye la investigación.

Fuente
https://www.eldiario.es/sociedad/necesidad-mujeres-prostituyen-esporadica-precariedad_0_845866238.html