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miércoles, 1 de febrero de 2023

Trata de personas y pornografía: No, nada de “libre decisión”

 

Trata de personas y pornografía: No, nada de “libre decisión”

LUIS LUQUE

16 ENERO, 2023

 

 



La imagen de una actriz porno sonriendo ante la cámara en un filme del género puede ser la “prueba definitiva” de que, si está metida en ese mundo, es por su propia voluntad. Nada más tranquilizador que ese gesto para quien, tratando de que la conciencia no le encienda una bombilla roja, quiera ver en el rostro risueño de la joven un salvoconducto para su afición a estos productos. Es “porno ético”, qué duda cabe.

 

Detrás de la cámara, sin embargo, puede estar alguien con un arma de fuego apuntando a la muchacha, o pronosticándole una paliza como no se ha visto si no se muestra particularmente “entusiasta”. Les ha ocurrido a chicas (y a chicos) en situación de vulnerabilidad por sus malas circunstancias familiares o económicas, o por ignorancia, a quienes gente con apariencia de respetabilidad han atraído con falsas promesas de trabajo como modelos, actores, etc. Personas que han firmado “contratos” que las obligan a filmar escenas de alto contenido sexual que derivan sin demasiado protocolo en pornografía. Una vez “en ambiente”, ¿qué más da algún que otro exceso? ¿Qué importa traspasar este límie o aquel otro, aunque se incumpla lo pactado?

 

Si la persona no acepta ir a más, a actos de mayor violencia y degradación, el “empresario” dispone de métodos más coercitivos. Los ha sufrido la joven canadiense Jessa Dillow Crisp, obligada por sus familiares a filmar vídeos de este tipo ya desde que era menor de edad. Según testimonió para un artículo de la organización Fight The New Drug (FTND, de activismo contra la pornografía), “me apuntaban con un arma y me decían que si no seguía haciendo lo que me decían, me dispararían. Me estaban violando, pero yo tenía una sonrisa en el rostro. Tuve que actuar como si lo disfrutara”.

 

Si para lograr que alguien acceda a actuar en estas tragedias reales intervienen la coacción o el engaño, o ambos, no se puede hablar de decisión libre, por mucho que la chica o el chico exhiban una sonrisa Colgate. Son personas traficadas, tratadas como objetos: “cosas” vendibles, aprovechables, desechables…

 

No, no lo disfrutan, con lo que ya puede ir desperezándose la conciencia del consumidor “ético”.

 

La violencia, muy presente

Con ayuda de la responsable de un refugio para víctimas de trata con fines de explotación sexual, Jessa pudo escapar de una red de tráfico y pornografía en 2010, y se radicó desde entonces en EE.UU. El suyo es un ejemplo de superación: en lugar de aislarse en su dolor, enmudecer, anularse, tomó la senda de los estudios universitarios, obtuvo un máster en Salud Mental y fundó una ONG contra la trata de personas, BridgeHope, en Denver, Colorado. Con sus conocimientos y preparación, ha impartido formación sobre el tema a funcionarios del Departamento de Estado, del de Seguridad Interna y de la Fuerza Aérea de EE.UU.

 

La joven, que ha accedido a contestar varias preguntas de Aceprensa, sabe de lo que habla cuando aborda la relación entre el porno y la trata.

 

— ¿Cuál es el perfil típico de una persona víctima de trata con fines de explotación en esta industria?

 

— Es imposible definirlo, porque la industria de porno se mueve en función de la demanda de los compradores. Allí donde los traficantes detecten una demanda de pornografía, allí donde haya gente dispuesta a pagar por esto, hacia allí se dirigirán y crearán víctimas, que no encajan en un molde específico: pueden ser niños, niñas, adolescentes, mujeres y hombres, individuos LGBTQ+, no binarios, queer…

 

– ¿Podría darse algún porcentaje aproximado de cuántas de las personas que participan en vídeos pornográficos son víctimas de la trata?

 

— Me es imposible cuantificar ese porcentaje, pero lo que sí puedo decir es que todos los materiales fílmicos de abuso sexual infantil son trata, y los datos indican que la edad promedio a la que filman a víctimas menores de edad es a los 12,8 años (Bouché, 2018). De hecho, un término muy común de búsqueda de material pornográfico es adolescente (Waugh, 2015).

 

Por otra parte, Polaris (2020) muestra, con datos acopiados por la National Human Trafficking Hotline –una línea de ayuda–, que el porno es la tercera forma más común de tráfico sexual de adultos y menores.

 

En general, como afirman mis amigos de FTND (2022), “si alguien es engañado, manipulado o coaccionado para la producción de pornografía, eso se califica legalmente como tráfico sexual. Por ejemplo, si un actor porno se presenta en el plató y descubre que la escena es mucho más agresiva o degradante de lo que le habían dicho, y su agente lo amenaza con cancelar sus otras contrataciones si no sigue adelante con esta, se califica legalmente como tráfico sexual” (párrafo 20), lo que básicamente significa que la trata dentro de la pornografía es más común de lo que uno podría imaginar.

 

“Aunque parte de la pornografía sea consentida, es imposible distinguir qué es pornografía ‘ética’ y qué es trata”

 

— Si es común la trata, lo es entonces la violencia acompañante…

 

— La violencia física se emplea a menudo como forma de control. En mi caso se utilizó tanta, que si alguien me decía algo o me amenazaba con un objeto para obligarme psicológicamente a hacer cosas que no habría hecho por libre albedrío o elección, las hacía. Todo lo que los espectadores podían ver era mi sonrisa, pero las armas que me apuntaban durante la filmación no las captaban los camarógrafos.

 

— ¿No existe entonces, para el consumidor, una manera eficaz de identificar si la persona es víctima de la trata o si realiza esas escenas con plena responsabilidad y consentimiento?

 

— No hay forma de diferenciar, a la vista, entre quien está ahí por elección y quien es víctima de trata y está siendo forzado. Aunque parte de la pornografía sea consentida, es imposible distinguir qué es pornografía “ética” y qué es trata. Además, hay que tener en cuenta que muchas personas que eligen el porno como ‘profesión’ a menudo son violadas, obligadas a hacer cosas que no figuran en sus contratos, y experimentan violencia y traumas extremos durante el rodaje. La industria perpetúa el daño en beneficio económico de los productores.

 

                   Jessa y su esposo, John Crisp (foto: cortesía de la entrevistada)

 

Cuando el porno pone el listón

La violencia en el porno trasciende, sin embargo, el plató. Si el consumidor entiende que las prácticas que ve en pantalla son perfectamente reproducibles, el sufrimiento y la degradación hincarán el colmillo en otras personas.

 

FTND subraya que los traficantes y los abusadores sexuales utilizan estos materiales para preparar a sus víctimas, reducir sus inhibiciones y desensibilizarlas para que “normalicen” lo que, acto seguido, les sucederá a ellas (sobre esta práctica testificaron recientemente ante miembros del Senado francés varias víctimas de trata). La mencionada web cita el testimonio de Elizabeth Smart, una muchacha de Salt Lake City que en 2002, a los 14 años, fue secuestrada durante nueve meses.

 

Según narró Smart, su captor la obligaba a ver pornografía antes de atacarla sexualmente. “Estaba obligada a hacer las cosas que hacían estas mujeres en las fotos. Era casi como si estuvieran poniendo el listón, estableciendo el estándar de lo que mi secuestrador me iba a obligar a hacer después… Casi sentía como si esa pornografía fuera mi sentencia”.

 

Una sentencia que, de forma distinta, pero igualmente negativa, afecta también al espectador y a las personas con las que este se cruce en la vida real. Hay múltiples estudios sobre el tema, uno de ellos muy reciente, el de un equipo británico-estadounidense que examinó los comportamientos de 2.815 consumidores de porno de Alemania, Taiwán, EE.UU. y Corea del Sur. Los investigadores constataron que el visionado de estos materiales incidía de modo notable, en las personas muestreadas, en el desarrollo de una actitud de “cosificación sexual” hacia otras.

 

“La aceptación de la cosificación sexual puede conducir a la aceptación de la violencia contra las mujeres –apuntan–, pero también hay datos que sugieren que no hacen falta formas extremas de cosificación sexual (por ejemplo, una agresión) para afectar negativamente a las víctimas, pues incluso una cosificación sexual sutil en el día a día puede perjudicar el bienestar emocional de las víctimas”.

 

“Aquellas imágenes no definen quién soy”

 

Del pantano del porno nadie sale limpio. Las víctimas, las que menos, y su recuperación es ardua. Jessa, que como experta en salud mental ha hablado con cientos de supervivientes, nos habla de un proceso difícil: “Dado que la curación dura toda la vida, encontrar recursos como vivienda, atención médica, de salud mental y becas para su educación es muy difícil, y se necesitan más servicios para evitar que estas personas vuelvan a ser explotadas”.

 

Tampoco salen indemnes quienes hunden a estas personas en el fango, ni quienes disfrutan del espectáculo desde la orilla. Hay varios perjuicios, y muy interconectados.

 

“El usuario de pornografía suele referir pensamientos negativos sobre sí mismo y dificultades para conectar sexualmente con su pareja”

 

— ¿Cómo se traduce el daño en la vida personal de los consumidores y en sus relaciones sociales?

 

— A nivel neurológico, cuando las personas se autocomplacen sexualmente ante estímulos externos, experimentan una oleada del neurotransmisor del bienestar llamado dopamina, lo que crea una correlación entre pornografía y placer. La dopamina no solo desempeña un papel en las cualidades adictivas del porno, sino que, a medida que una persona sigue consumiéndolo, puede desarrollar una tolerancia a este. Así, lo que solía desatar el subidón de dopamina en el pasado puede requerir otras formas y tipos de porno para crear sensaciones similares de placer. Esto a veces conduce al uso ilícito de material de abuso sexual infantil y/o a la compra de personas que son objeto de trata en el comercio sexual.

 

Por otra parte, el usuario de pornografía suele referir una menor autoestima, menor confianza, más experiencias de depresión y ansiedad, así como pensamientos negativos sobre sí mismo. Además, manifiesta dificultades para conectar sexualmente con su pareja, para fomentar una relación emocional y física con ella.

 

— Por último: a las personas obligadas a participar en vídeos pornográficos, ¿les es posible superar esos recuerdos desagradables y evitar que influyan en sus vidas una vez rescatadas?

 

— Como profesional de la salud mental y como superviviente de la pornografía, creo que es posible curarse y sobreponerse a los recuerdos desagradables de haber sido explotada en el porno, aunque también es increíblemente difícil. Al igual que es difícil recuperarse de una operación quirúrgica importante, hacerlo de las heridas sexuales, físicas y emocionales relacionadas con la explotación que tiene lugar en la producción de pornografía es extremadamente arduo. Requiere no solo trabajo duro y perseverancia, sino un dedicado equipo de profesionales formados que estén equipados para guiarla a una a través del proceso de recuperación.

 

Personalmente, he tenido que aprender a vivir sabiendo que las imágenes de mi humillación, mi violación y el dolor sádico que sufrí se siguen comprando en todo el mundo, lo que significa que sigo siendo objeto de trata y explotación a través del porno. Hoy, sin embargo, soy una superviviente, escritora, oradora, poetisa, esposa, profesional de la salud mental y estudiante de doctorado. Aquellas imágenes no definen quién soy.

 

Fuente:

https://www.aceprensa.com/sociedad/pornografia/trata-de-personas-y-pornografia-no-nada-de-libre-decision/

Nota: las imágenes y palabras en negrita están en el original.







lunes, 31 de mayo de 2021

Preguntas y respuestas sobre pornografía (parte II)

 

Preguntas y respuestas sobre pornografía (parte II)

21/12/2020

 

Grupo feminista radical, apartidista, de ambito estatal. Divulgar el feminismo y promover y realizar acciones para la abolición de la prostitución, el alquiler de vientres, la pornografía y género

Continuando con nuestro trabajo sobre pornografía, en esta segunda parte nos detenemos en las propias “actrices”, los abusos que pasan y su sufrimiento. De nuevo con el formato de preguntas que, como en la entrega anterior, Maddi Beguiristain Garaikoetxea hizo a Mujeres por la Abolición.

 Las directoras porno “feministas” que son entrevistadas dicen que en el porno es legítimo representar todo tipo de fantasías porque se trata exclusivamente de ficción. ¿Qué opina de que en el porno se simulen situaciones de violación u otro tipo de escenas agresivas?

Para empezar, lo que ocurre ante una cámara NO ES FICCIÓN, le está ocurriendo a una mujer real, de carne y hueso. Y escenificar una situación de terror, miedo, algo tan terrible como una violación, o tener que simular una escena físicamente violenta, no puede desligarse de lo que sucede en la realidad, en la vida de estas mujeres.

Aunque se esté actuando o fingiendo, lo que se está relatando es palpable, y que una mujer tenga que gritar “por favor, no me violes” mientras un hombre la penetra, resulta, cuanto menos, atroz.

Escenificar algo tan horrendo puede llevar a las mujeres a revivir situaciones horribles, o incluso a sufrir mucha angustia por tener que interpretar algo tan cruel.

Por otro lado, para los hombres que “actúan” y para los hombres que “consumen” esos vídeos y esas escenas, esto supone que disfrutan, que sienten placer, se masturban y tienen orgasmos viendo cómo hay mujeres que sufren. Y el sufrimiento que ellos viven con placer, con el que ellos se corren, en sus mentes no deja de ser real.

Lo que deberíamos preguntarnos es: ¿Es acaso legítimo, razonable o éticoque haya hombres que disfruten imaginándose y viendo a mujeres siendo violadas? ¿De verdad podemos creer que esto puede ser compatible con una sexualidad sana (ya no digo ni feminista)?

-¿Existen mujeres que disfrutan el porno? ¿Cómo puede ser eso si en su opinión se trata de algo perjudicial para ellas?

Hay una frase fantástica de Lierre Keith que ayuda a comprender el que haya algunas mujeres que puedan “disfrutar” de su propia subordinación. Dice: “Lo brillante del patriarcado… (es que) no sólo naturaliza la opresión. También sexualiza los actos de opresión. Erotiza la dominación y la subordinación. Las institucionaliza como masculinidad y feminidad. Es decir, naturaliza, erotiza e institucionaliza la dominación y la subordinación. Lo brillante del feminismo, es que nos dimos cuenta”.

Efectivamente, las mujeres pueden llegar a naturalizar la opresión a tal extremo que den no sólo por normales, sino incluso como deseables, las relaciones sexuales basadas en la dominación-sumisión, y puedan así disfrutar del porno.

Pero es precisamente por esto que el feminismo debe cuestionar incluso el deseo, porque el deseo se construye, y porque a las mujeres, mediante la construcción de la feminidad, se nos ha enseñado a erotizar y disfrutar de nuestra propia subordinación. Las feministas creemos que esto no sólo es cuestionable, sino que ha de cambiar, porque supone una forma de mantener el status quo, y de hacer que las mujeres soporten todo tipo de violencias (en este caso la violencia sexual) y en todos los ámbitos (incluso en el ámbito de la pareja).

Citando a Patricia Hill-Collins, “las formas contemporáneas de opresión no fuerzan a las personas, rutinariamente, a someterse. En cambio, articulan un consentimiento hacia la dominación, de modo que perdemos la habilidad de cuestionarla y, por tanto, nos coludimos en nuestra propia subordinación”.

Por ende, la aceptación de la violencia que entraña la pornografía es la puerta a la aceptación de la violencia, en general, en las vidas de las mujeres. Por eso las feministas decimos que la pornografía “es real”, porque sus consecuencias son muy reales.

 

·         ¿En qué se diferencia el porno con una escena de sexo en una película? ¿Por qué considera una admisible y la otra no?

Las escenas de sexo que vemos en las películas, normalmente, son también un reflejo de las relaciones sexuales heterosexuales coitocentristas y falocentristas. Suelen mostrar actos sexuales centrados en el placer masculino, y exhiben una supuesta hipersexualidad femenina que, sabemos, no tiene nada que ver con la realidad (no hay más que ver los estudios sobre la brecha orgásmica, que demuestran que las mujeres heterosexuales son las que menos orgasmos obtienen, con respecto a otras mujeres, y también con respecto a los hombres, tanto hetero como homosexuales).

A este respecto, la “sexualidad en el cine” se asemeja a la sexualidad pornográfica. Al fin y al cabo, ambas se rigen por los mandatos del patriarcado.

 

No obstante, el objetivo de la pornografía es más explícito. Pasa de normalizar o naturalizar los roles de la masculinidad dominante (otorga poder absoluto a los hombres, en la escena y en sus casas) y de la feminidad sumisa (somete a las mujeres), a construir una sexualidad basada en estos roles.

La pornografía es uno de los pilares de los roles sexualesdel género. “El porno” idealiza una sexualidad en la que sólo entiende la interacción entre los sexos basada en una jerarquía. La pornografía es inconcebible fuera del marco de la opresión de las mujeres por parte de los hombres.

“El porno”, per se, es sexista, y condena a las mujeres a la servidumbre sexual, tanto a las “actrices” violadas frente a una cámara, como a las mujeres (e, incluso, niñas) que, a posteriori, padecerán eso en sus relaciones sexuales.

Y, por último, “el porno” es una de las bases, a día de hoy, de la cultura de la violación. Lo es, incluso de manera más firme que el sexo en las películas (aunque, como ya sabemos, en ellas lleguen a mostrarse también escenas de violaciones reales, como la de María Schneider en “El último tango en París”), porque lo hace sin máscara, sin camuflaje. “El porno” es explícitamente brutal, cruel, feroz… porque busca serlo, y porque quienes lo hacen saben que eso es lo que quieren los hombres.

Porque los hombres se acostumbran, y necesitan, y buscan actos sexuales cada vez más perversos y violentos, para satisfacer su deseo de poder. Y, para ello, se vuelcan en la pornografía, que les permite encontrar escenas cada vez más salvajes: desde violaciones (ni siquiera escenas en las que se “fingen”, sino violaciones reales, como sabemos que tienen páginas como Pornhub), sadomasoquismo, pederastia…

Por último, en la pornografía, las cámaras se dirigen hacia los orificios de las mujeres, porque imaginar a las mujeres, en su conjunto, haría que los hombres, quizá, atisbaran que, tras esos “agujeros” por donde han de penetrarlas, hay una persona.

La idea de la pornografía, su finalidad, es simple y llanamente deshumanizar a las mujeres hasta tal punto que los hombres puedan follarse sus agujeros sin pensar en lo que le pueda estar ocurriendo a quien los tiene, porque desaparece ese “quien”, y pasa a ser un “que”, un “algo”; la pornografía permite a los hombres no ver a las mujeres como seres humanos. La pornografía es un arma cargada y letal contra la empatía que un hombre pudiera mostrar a quien debiera ser su igual.



Como dice Gail Dines, “los sistemas ideológicos crean justificaciones para la desigualdad”, y “el porno” es un pilar fundamental para la desigualdad sexual y su justificación, hasta el punto de haber secuestrado por completo la sexualidad.

Dines explica que “El porno está, hoy en día, tan imbuido en nuestra cultura, que se ha convertido en un sinónimo de “sexo”, hasta el punto en que criticar el porno supone ganarse la etiqueta de “anti-sexo”… ¿Pero qué pasa si eres una feminista que es pro-sexo, en el verdadero sentido de la palabra: en el sentido de que eres pro-diversión, pro-placer, pro-lo maravilloso que puede llegar a ser el sexo, pero estás en contra de la pornografía (una forma de sexo que degrada, deshumaniza; un sexo que es típico y genérico, porque no se basa en la fantasía individual, el juego o la imaginación, sino que es el resultado de un producto industrial creado por aquellos que no se excitan con el contacto humano, sino con las ganancias que obtienen en el mercado)?”

La industria de la pornografía tiene un poder inmenso, no sólo económico, sino también de control social, que es mayor que la de la industria del cine. Imaginemos qué significa esto.

·         ¿Es posible destruir el patriarcado si mantenemos la pornografía?

Evidentemente, no. Para acabar con el patriarcado es imprescindible, a su vez, acabar con toda forma de explotación sexual y reproductiva de las mujeres.

El patriarcado se fundamenta sobre el uso y, en el contexto del capitalismo, la mercantilización de la sexualidad y capacidad reproductiva de las mujeres. Cuando las mujeres son mercancía, algo que se puede obtener, algo a lo que se puede tener acceso previo pago, es porque las mujeres son concebidas como un grupo con una autonomía menor. Es porque nuestra libertad se ve restringida por los mandatos de la sociedad patriarcal, que nos convierte a las mujeres en la propiedad privada de los hombres.

La pornografía, al igual que la prostitución, no sólo es una vulneración clara de los DDHH de las mujeres, sino que es un atentado contra los cuerpos de las mujeres. Porque, efectivamente, prostitución y pornografía son la misma cosa: porque una es prostitución grabada, la pornografía, y la otra es a la que acuden los hombres que, gracias a la educación que reciben en la pornografía, buscan liberar sus deseos de dominar, violentar, violar… a mujeres en carne y hueso, la prostitución.

Como bien dice Andrea Dworkin, cuando habla de la explotación sexual de las mujeres, dice: “Prostitución: ¿qué es? Es el uso del cuerpo de una mujer para el sexo por parte de un varón. Él paga dinero, él hace lo que quiere. En el minuto que te mueves de lo que es la realidad, te mueves de la prostitución al mundo de las ideas. Hay mucho que discutir, pero estarás discutiendo ideas, no prostitución. La prostitución no es una idea. Es la boca, la vagina, el recto, penetrado usualmente por penes, algunas veces por manos, objetos, por un varón, y luego otro, y otro, y otro y otro.  Eso es lo que es.

Les pido que piensen sobre nuestros cuerpos, si pueden hacerlo fuera de lo que los pornógrafos han creado en sus mentes, las monótonas y muertas bocas y vaginas y anos de mujer. Les pido que piensen concretamente en sus propios cuerpos usados de esa manera. ¿Cuán sexy es? ¿Es divertido? La gente que defiende la prostitución y la pornografía quiere que sientan una pequeña emoción cada vez que piensen en algo clavado en una mujer. Yo quiero que sientan los tejidos delicados de su cuerpo que están siendo abusados. Yo quiero que sientas lo que se siente cuando pasa una y otra y otra y otra y otra y otra vez. Porque eso es lo que es la prostitución.



La prostitución es, en sí, un abuso del cuerpo de la mujer. Las que decimos esto somos acusadas de ser simples. Pero la prostitución es muy simple. En la prostitución, ninguna mujer se mantiene entera. Es imposible usar un cuerpo humano de la manera en que se usa el cuerpo de las mujeres en prostitución y tener un ser humano entero al final de eso, o durante, o al principio. Es imposible. Y ninguna mujer se completa después.”

·         En definitiva: ¿Qué papel juega el porno en el feminismo? ¿Pueden ir de la mano?

El feminismo, en su defensa de las libertades y derechos de las mujeres, tiene como única vía el abolicionismo de cualquier forma de explotación sexual de las mujeres.

Es decir, que no podemos quedarnos en la superficie, y pensar que “el porno puede cambiar”. Parafraseando a Audre Lorde, “las herramientas del amo no destruirán la casa del amo”; o sea, la pornografía en ningún momento nos será de utilidad a las mujeres, ni conseguirá ninguna forma de “liberación sexual”, puesto que su objetivo primordial es la de perpetuar una sexualidad machista, misógina, y eso es incompatible con una sexualidad libre, sana, ni mucho menos feminista.

Haciendo otra vez alusión a lo que explica Sheila Jeffreys sobre la pornografía como propaganda, dice Susan Brownmiller que “la pornografía, como la violación, es una invención masculina dirigida a deshumanizar a la mujer para reducirla a un objeto de acceso sexual y no a liberar su sensualidad de inhibiciones familiares o moralistas… La pornografía representa la esencia pura de la propaganda contra la mujer.” Es decir, la pornografía es, y será siempre, violencia contra las mujeres y, por ello, contraria al feminismo.


Asimismo, según afirma Helen Longino, “La pornografía miente cuando dice que nuestra vida sexual (la de las mujeres) es o debe estar subordinada al servicio del hombre, que nuestro placer consiste en darle placer a los hombres y no a nosotras mismas, que somos depravadas, y que estamos dispuestas a ser objeto de violación, esclavitud, tortura y asesinato. La pornografía miente explícitamente acerca de la sexualidad de la mujer, y a través de tales mentiras fomenta aún más mentiras acerca de nuestra humanidad, nuestra dignidad y nuestra personalidad”.

El feminismo es un movimiento de liberación de las mujeres como clase sexual, y para la consecución de esa liberación, hay que acabar con todo aquello que sostenga al patriarcado: la prostitución, la pornografía, los vientres de alquiler, el género…

Por eso, y para poder vivir nuestra sexualidad libremente, hay que ser feministas, y hay que abolir la pornografía.

 

Mujeres por la Abolición

 

 

 

Grupo feminista radical, apartidista, de ambito estatal. Divulgar el feminismo y promover y realizar acciones para la abolición de la prostitución, el alquiler de vientres, la pornografía y género

 Fuente

https://tribunafeminista.elplural.com/2020/12/preguntas-y-respuestas-sobre-pornografia-parte-ii/?fbclid=IwAR2PD5NL1e5pVetkGNJUC6hymkELmSrA1BAIy9je48xao8Uod24HVUn_lXg






 

Preguntas y respuestas sobre pornografía (Parte I )

 Preguntas y respuestas sobre pornografía (Parte I )

25/11/2020

AUTORA Mujeres por la Abolición

 Grupo feminista radical, apartidista, de ambito estatal. Divulgar el feminismo y promover y realizar acciones para la abolición de la prostitución, el alquiler de vientres, la pornografía y género

 

En momentos en que el uso de la pornografía aumenta, como ha podido comprobarse durante esta pandemia que nos afecta, es cuando más debemos ahondar en lo que significa, en el daño que produce  y en los sistemas de blanqueo que se quieren divulgar. Para ello, hemos preparado, a modo de preguntas y respuestas, un trabajo que pretende ser didáctico a la vez que serio.

 

 ¿Opina que el porno “mainstream” está hecho para el disfrute de un público masculino? ¿Por qué?

 

La pornografía se edifica sobre una sexualidad basada en la dominación masculina, violenta y sádica con respecto a las mujeres. Los hombres, en la pornografía, y con ésta mediante, logran disfrutar de un placer basado en el sometimiento de las mujeres, en la vejación, en la violencia física y sexual.

 

La pornografía, además, no solamente se nutre de las relaciones de dominación-sumisión que se dan entre hombres y mujeres en la sociedad patriarcal, sino que resulta imprescindible, a día de hoy, para su propia construcción: los niños y adolescentes aprenden, mediante la pornografía, a violentar sexualmente a sus pares, mediante prácticas sexuales cada vez más crueles, a las que se acostumbran, normalizando así que la misoginia es inseparable, indisociable, de la sexualidad, y de cualquier otra relación que entablen con las mujeres.

 

Tal y como lo explica brillantemente Andrea Dworkin (en Pornography, Men Possessing Women), “En el sistema de dominio sexual masculino que se da en la pornografía, no hay salida, no hay redención. El sexo de las mujeres es apropiado; su cuerpo es poseído, utilizado y despreciado: esto es lo que hace la pornografía, lo que nos demuestra la pornografía. El poder de los hombres en la pornografía es el poder de los soberanos, crueles y arrogantes, que no dejan de apropiarse y conquistar, por el placer del poder, y el poder del placer.”

 

No hay que olvidar, por supuesto, el papel que juega la pornografía en la violencia sexual (porque el resultado de estas dinámicas de dominación-sometimiento, cargan con la secuela de la normalización de la violación). Lo explica así Gail Dines, socióloga y autora de Pornland: “La implicación de la pornografía en la violación es compleja. Claramente, no todos los hombres que hacen uso del porno violan, pero la pornografía crea lo que las feministas llamamos “cultura de la violación”, mediante la normalización, legitimación y justificación de la violencia contra las mujeres. En una imagen tras otra, el sexo violento y abusivo se presenta como algo sexy y profundamente satisfactorio para todas las partes. Estos mensajes de la pornografía socavan las normas sociales que definen la violencia contra las mujeres como algo inaceptable o anormal, normas que ya son constantemente atacadas en una sociedad dominada por los hombres.

 

En la mayor parte de estas imágenes, la mujer no tiene una integridad corporal, barreras o límites que deban ser respetados. En su conjunto, estas imágenes nos cuentan que la violación de estos límites sería, en realidad, lo que ella está buscando y a su vez disfruta. Este es uno de los muchos mitos de la violación (rape myths) que el porno divulga entre sus usuarios. Imbuidos en el porno hay otros numerosos mitos, todos ellos con intención de presentar la agresión sexual como un acto consentido, en vez de como un acto de violencia.”

 

Si el porno “mainstream” está hecho para un público masculino, ¿Qué opina de estas directoras que intentan hacer un porno “para mujeres”?

Los hombres, ante la cámara, y tras ella, cuando se masturban con este contenido, erotizan y disfrutan de una sexualidad basada en el desprecio y violencia contra las mujeres. Las mujeres, por otro lado, aprenden a erotizar y disfrutar de su propia sumisión.

 

Sexualizar la indefensión y normalizar estas relaciones de poder, incluso en algo tan íntimo como las relaciones sexuales, y hasta en el contexto de las relaciones de pareja, es la táctica perfecta del patriarcado para que las mujeres no solamente no reconozcamos la violencia que se ejerce sobre nosotras, sino que también lleguemos a normalizarla, a aceptarla.

 

En palabras de Sheila Jeffreys, “las niñas aprenden a amar y a tener sentimientos sexuales en una posición de inferioridad, y la erotización de su indefensión forma parte de la construcción de la feminidad”.

 

A su vez, la propia Jeffreys añade “La pornografía como propaganda, según el análisis feminista, representa a las mujeres como objetos que adoran ser abusadas”. Y es que la pornografía, se le ponga el apellido que se le ponga, nunca puede ser feminista, porque su función es inherentemente misógina, dañina para las mujeres.

 

En ningún momento se nos ocurriría hablar de “esclavitud feminista”, o “maltrato feminista”; ¿cómo podríamos, entonces, plantearnos una especie de “violencia sexual feminista” o “explotación sexual feminista”? Es inconcebible.

 


 

¿Encuentra alguna diferencia entre lo que se llama el porno “mainstream” y el porno “feminista”, o cree que en el fondo son lo mismo?

Pretender que el abuso sexual de mujeres y niñas por dinero pueda ser feminista puede responder sólo a dos intenciones:

 

No querer ver lo que realmente sucede en la pornografía: la prostitución grabada de mujeres y niñas, torturadas y vejadas, violadas reiteradamente y grabar este tormento para que los hombres puedan masturbarse con ello.

Querer lucrarse de la explotación sexual de las mujeres: esto tiene un nombre: PROXENETISMO. Y debería penarse, de manera efectiva.

 

 

¿La mercantilización del sexo puede ir de la mano de una sociedad feminista?

Según dice Lisa Thompson, “el “sexo por dinero” es, por naturaleza, un acto de coerción. Si tienes que pagar a alguien, eso significa que (esa persona) no quiere tener sexo contigo.”

 

En el momento en que la sexualidad está sujeta a condiciones de compra-venta, dejamos de enmarcar la sexualidad en el deseo, y entramos en el juego patriarcal del consentimiento. Y el consentimiento es una trampa fatal para las mujeres. Ya lo dice Catherine MacKinnon: “La regla legal del consentimiento es tan perversa que la mujer puede estar muerta y haber consentido.”

 

Es por eso que las feministas abogamos, con contundencia, porque las relaciones sexuales se rijan, tanto desde el marco de la ley, como desde la perspectiva socioeducativa, por el deseo mutuo y el respecto, que den pie a unas prácticas sexuales consensuadas; NO “consentidas”, ni aceptadas, o toleradas, tampoco por dinero.

 

En palabras de Judith Bosch, “no me preguntes si consentí, pregúntame si deseaba”. Decir “él desea y ella consiente” forma parte de la estructura patriarcal de normalización de la violación, porque dibuja la sexualidad desde un prisma en que las mujeres debemos aceptar, tolerar, las relaciones sexuales iniciadas y dominadas por los hombres, que son los únicos que pueden desearlas, en este contexto.

 

Este marco del “consentimiento” no es más que una máscara para la coacción de las mujeres más vulnerables para las que, cuando no hay otra salida, su cuerpo, su sexualidad, se convierte en un bien explotable por terceros.

 

Esto resulta indefendible desde la perspectiva feminista. Las mujeres no somos objetos, no somos mercancía. Y, evidentemente, cualquier marco legislativo o industria que permita o, incluso, se beneficie de tal explotación sexual de las mujeres, no es más que otra expresión de la alianza entre patriarcado y capitalismo.

 

 

Si desde el feminismo se defiende la libertad de la mujer ¿no deberíamos apoyar a las mujeres si libremente deciden que quieren ser actrices porno?

Hay una frase de Ana de Miguel que ilustra perfectamente esta farsa de la supuesta “libre elección”: “Tomar el eslogan feminista de “Mi cuerpo es mío” para redefinirlo como “Tu cuerpo es tu mercancía” es la relación que quiere el neoliberalismo: todo es mercado, y el único límite es el consentimiento individual”.

 

De nuevo, tenemos que hablar del consentimiento, y plantearnos si, realmente, el consentimiento de las mujeres, en el patriarcado, es libre.

 

Cuando las mujeres, sistemáticamente, nos vemos abocadas a una situación de inferioridad, tanto económica como social, hasta el punto de normalizar la violencia en todos sus ámbitos, no podemos hablar de “libre elección”.

 

En un mundo en el que las mujeres no solo naturalizan la opresión, sino que llegan a sexualizarla, el abuso de poder y el aprovechamiento de la vulnerabilidad de las mujeres se convierten en “libre elección” para el discurso proxeneta.

 

 

 


Si tuviera las condiciones laborales adecuadas, ¿podría la pornografía llegar a ser como cualquier otro trabajo?

La prostitución, y su análogo grabado, la pornografía, no son trabajos. Llamarlas “trabajo sexual” supone blanquear, a través del lenguaje, la violencia sexual y la grave vulneración de los DDHH que se dan en las mismas.

 

Fuente

https://contrainformacion.es/el-regimen-juridico-de-la-prostitucion-en-espana-y-la-imperiosa-necesidad-de-una-legislacion-abolicionista/

 

 

 

Asimismo, las consecuencias que acarrean la prostitución y la pornografía para las mujeres, en cualquier aspecto de su vida, pero en particular para su salud, son inaceptables.

 

Las mujeres que se ven sometidas a estas formas de violencia sexual padecen secuelas físicas (desgarros vaginales, anales, lesiones provocadas por actos sexuales violentos), psicológicas (disociación para poder tolerar las violaciones, trastornos afectivos, altas tasas de consumo de alcohol y drogas…), y una gran patología derivada de las relaciones sexuales que llevan a cabo, muchas veces sin métodos de barrera que las protejan de diversas ITS.

 

https://contrainformacion.es/repercusion-en-la-salud-de-la-prostitucion-las-huellas-de-la-esclavitud-en-las-mujeres/

 

(Entendemos que las consecuencias para la salud, como las consecuencias sociales – merma de los derechos y libertades de las mujeres- que se dan en pornografía son las mismas que en prostitución, porque el acto de compra-venta de personas, la violencia que esto, en sí mismo, supone y los riesgos a los que se somete a estas mujeres son los mismos).

 

La industria de la pornografía, que es la misma que la de la prostitución, no utiliza recursos para proteger a las mujeres, sino que pretende garantizar el buen estado de su “producto”, durante el tiempo que le sea útil. Y si estas mujeres enfermaran (VIH+, VPH,…), se aprovecharía, a su vez, de esta situación para pagarles menos, y grabar escenas con otros seropositivos… Así funciona el proxenetismo tras las cámaras.

 

Las medidas de reducción de daños (uso y reparto de preservativos, serologías para ITS y revisiones ginecológicas reiteradas) que lleva a cabo la propia industria, a su vez, consiguen aislar a las mujeres aún más. Les hacen sus propios tests, les atienden “profesionales” designados por los propios proxenetas… Si les preocupara su salud, acudirían a los Servicios Públicos; pero eso supondría que profesionales con cualificación y medios para detectar violencia machista podrían intentar ayudarlas a salir de la industria, y eso no les interesa.

Fuente

https://tribunafeminista.elplural.com/2020/11/preguntas-y-respuestas-sobre-pornografia-parte-i/






 

 

 

 

 

 

 

 

Rosa Cobo: “Quien vea la pornografía y la prostitución fuera del capitalismo no ha entendido nada”

Rosa Cobo: “Quien vea la pornografía y la prostitución fuera del capitalismo no ha entendido nada”

Entrevista a la socióloga y autora del libro 'Pornografía. El placer del poder' (Ediciones B, 2020)

Sara Montero El sábado, 19 de diciembre de 2020

Termina el día y te quedas solo en la habitación. No concilias el sueño tras un día de estrés en el trabajo o el instituto. Tienes el móvil en la mano. Vídeos porno numerosos, gratuitos y a un clic. Quizá en dos días repitas esta rutina, habrá un tercero. Tú piensas que es tu intimidad, pero es algo que replican millones de hombres todos los días. Es una estructura, configura tu mirada, tus relaciones y es un negocio millonario. Y todo sobre la base de la misoginia. En el libro Pornografía. El placer del poder (Ediciones 8, 2020), la socióloga Rosa Cobo anima a pararse a pensar, a hacerse preguntas y a ser crítico con un sistema que está creando un nuevo relato patriarcal.

 

Cobo plantea interrogantes cuyas respuestas pueden resultar incómodas, pero que considera esenciales. Para documentarse, ha visto cientos de vídeos porno. Ha navegado por bukakes, incestos simulados, fotogramas que muestran a mujeres aniñadas, violaciones ficticias... Pocos días antes de que la profesora de Sociología de Género se siente a hablar con cuartopoder, el New York Times publicó un artículo de investigación en el que denunciaba que Pornhub permitía que cualquiera suba un vídeo sin controlar que no estén protagonizados por menores o que el origen no sean agresiones sexuales. El artículo ha provocado que la plataforma tenga que eliminar 10 millones de vídeos. 

 

Tras la investigación, Cobo se confiesa preocupada por lo que las nuevas generaciones, sin educación sexual, están aprendiendo sobre sexo en el porno. Y recuerda: “Yo no hablo de todos los varones, sino de los que agreden, de los nuevos bárbaros del patriarcado”.

 

-Usted dice en el libro que cuando se critica la prostitución o la pornografía, se contraargumenta que la crítica es moral y, de esta manera, se difumina la cuestión política de ambos temas, ¿cree que estamos perdiendo la capacidad de ver las estructuras de poder en temas como el porno o la prostitución?

 

Sí, la influencia ideológica tan enorme e invasiva del capitalismo neoliberal hace que a quienes estamos en la izquierda, en el feminismo o en las filas del pensamiento crítico a veces nos resulte costoso identificar las estructuras de poder que explotan a los individuos. Por un lado, expresamos nuestra solidaridad con los individuos explotados, pero al mismo tiempo no vemos con la suficiente precisión las estructuras de poder que los oprimen.

 

- Cuando hablamos del porno hablamos de estructura de poder también empresarial e internacional como es la industria del porno, ¿cuesta relacionar un acto íntimo como puede ser la masturbación con una gran trama empresarial?

 

"La pornografía y la prostitución son las dos caras de la misma moneda"

 

-La pornografía y la prostitución son las dos caras de la misma moneda. Es la conclusión a la que he llegado tras años de estudiar las dos. Esa moneda es la industria de la explotación sexual. Es la segunda o tercera, en términos de beneficios a escala global en las economías ilícitas. Es muy importante señalar que una buena parte de la pornografía transita en el mundo de a economía ilegal, como es la explotación sexual.

 

Es difícil ver la sexualidad, que tiene que ver con el placer, la gratificación y la intimidad, convertida en una industria.

 

-Usted también aprecia racismo y clasismo en algunos vídeos que vemos en los grandes contenedores de porno. Dice que en muchos vídeos ser migrante, empleada o esclava es “fuente de erotismo”.

 

-La pornografía es una narrativa que se articula a través de estereotipos que funcionan en la sociedad, como que los negros tiene una sexualidad insaciable. Eso ya lo sabíamos, pero hasta que yo no he estado estudiando los vídeos pornográficos, no he llegado a comprender la extraordinaria fuerza que tienen todos esos estereotipos.

 

Más allá de esos estereotipos, esta industria está dirigida por grandes y medianos empresarios proxenetas. Quienes trabajan en esta industria y la habitan es gente que tiene condiciones de enorme vulnerabilidad y grandes faltas de recursos, ¿quiénes son los sectores sociales que tienen esas condiciones? En Europa, indudablemente, las mujeres migrantes, como son la mayoría de las que están en la prostitución. Quien quiera ver la pornografía y la prostitución fuera del capitalismo no ha entendido nada. Es el capitalismo el que ha articulado esta industria y la ha convertido en un mercado enormemente beneficioso.

 

-Usted dice que el porno impone una nueva normatividad para la mujer. Las coloca como servidoras sexuales y servidoras precarizadas.

 

"Hay cientos de vídeos pornográficos donde el argumento fundamental es la violencia masculina"

 

Yo he hablado de servidoras sexuales, servidoras domésticas, servidoras reproductivas y servidoras laborales. El capitalismo neoliberal nos está otorgando a las mujeres unos espacios específicos dentro del mercado. Uno de esos espacios es la explotación sexual. Sí hay una propuesta de convertirnos en servidoras sexuales, igual que con las mujeres de las maquilas hay un intento, bastante exitoso, de convertirlas en servidoras laborales. Es decir, se deja atrás la idea del trabajo para convertirnos en servidoras. No digo yo que no ocurra también en otros casos, pero nosotras estamos analizando a las mujeres.

 

En el porno hay una propuesta de cómo debe ser definida y resignificada la feminidad y la masculinidad normativa. Ellas son definidas como seres sexuales, no cuentan sus deseos. El deseo masculino es unilateral, no se negocia. Los varones son definidos como seres ensimismados en sus deseos, agresivos, violentos, hay cientos de videos pornográficos donde el argumento fundamental es la violencia masculina. A mí me parece que es inaceptable.  Los adolescentes replican las prácticas que ven ahí. Esto es lo que digo en el libro.

 

                                                                           Rosa Cobo


-Usted dedica alguna línea a Mayo del 68. En los 60 se pone en marcha ese relato de la libertad sexual que llega hasta hoy, ¿nos engañaron un poco a las mujeres para estar siempre disponibles sexualmente?¿Al final los únicos que tenían libertad sexual eran ellos?

 

-Eso nos explicaron las feministas de la tercera ola, que no aceptaban el modelo de sexualidad que proponían ellos. Fue una propuesta hecha para los varones a los varones. Sostenía que las mujeres teníamos que estar sexualmente disponibles siempre. Eso lo podemos ver por cómo es la publicidad, la pornografía, el canon de belleza... Fueron  procesos intensivísimos de la sexualización de lo femenino.

 

Hubo otra propuesta feminista que consistía en obtener placer, gratificación sexual, de una forma compartida y en la intimidad. Son dos propuestas de sexualidad que arrancan de los 60, pero hay una enorme desproporción entre ellas. La primera ha sido articulada por el mercado y el mercado tiene mucho poder.

 

La otra hay quien la vive en la intimidad, pero a mí me preocupa la juventud que consume pornografía. No están consumiendo ese modelo de sexualidad más humano, que satisface los deseos de ambas partes, sean los que sean. Lo importante es que no te los impongan.

 

-Citando a Celia Amorós, usted habla de las heterodesignaciones patriarcales. Por un lado tenemos un feminismo fuerte y crítico, por otro, cientos de vídeos pornográficos en internet imponiendo significados machistas sobre el sexo. Habla de nuevos modelos de masculinidad hegemónica, ¿cuáles son?

 

-Hablo de tres modelos, aunque es solo una aproximación. Hay un sector minoritario masculino que en sí mismo constituye una herida en las entrañas del patriarcado porque se ha distanciado críticamente de algunos de sus privilegios. Son nuestros aliados, comprenden la lucha feminista y entienden que la desigualdad es excesiva. Probablemente son muy pocos y es muy difícil saberlo.

 

Hay otro sector de varones, que creo que es mayoritario en una sociedad como la española,   que aceptan a regañadientes los espacios de libertad e igualdad que hemos conseguido las mujeres. Ellos aceptan que las mujeres estén en el mercado laboral y tengan carreras, pero luego son muy estrictos en el control sobre la esposa y la familia. La familia es un espacio que se democratiza con mucha dificultad en términos de la autonomía de las mujeres. Nosotras seguimos siendo las que se encargan de la familia, de los hijos y del trabajo reproductivo.

 

Luego hablo de otro sector de varones, que no sé cuál es su dimensión, que está detrás de las economías ilegales, los feminicidios, la prostitución y buena parte de la pornografía. Son los que tratan de proponer un nuevo modelo de lo que tiene que ser un hombre y una mujer. La pornografía es el lenguaje que han encontrado para hacer valer esa propuesta.

 

-Usted habla de que hay hombres que para justificar que ven porno agresivo intentan elaborar un discurso positivo sobre él. Esto incluye procesos de “desconexión moral” que dan lugar a un “entumecimiento emocional”, ¿qué mecanismos operan?

 

-¿Puede un hombre estar masturbándose viendo escenas de niñas y después apartar esa mirada cuando ve a las amigas de sus hijas o a las niñas en general?¿La pornografía crea una mirada masculina hacia todas las mujeres? Esas son las preguntas que me hice. Es imposible no hacértelas después de ver pornografía.

 

También sé que hay consultas de psicólogas que están comenzando a recibir hombres, y también mujeres aunque menor medida, que tienen una enorme dificultad para poder tener una vida sexual que su pareja acepte porque se han habituado a excitarse con las prácticas pornográficas de una violencia extraordinaria. Llegan a las consultas con mucha angustia.

 

-Siempre se dice que el sexo es ficción, que no hay que confundirlo con la realidad. ¿Los casos que comenta sugieren que el consumo masivo de pornografía podría derivar en disfunciones sexuales?

 

-En muchos casos sí. La pornografía se ha globalizado, en el sentido fuerte del término, desde 2008. Aún no tenemos suficientes investigaciones para saber los efectos que va a tener, que yo creo que van a ser extraordinariamente peligrosos. A mí me preocupan las chicas adolescentes y preadolescentes, aunque también los chicos.

 


-¿Por qué?

 

"Las primeras experiencias sexuales de los chicos no son con chicas, sino con vídeos pornográficos"

 

-Las primeras experiencias sexuales de los chicos no son con chicas, sino con vídeos pornográficos. La pornografía se ve a un solo clic y la ve gente muy joven, cuya primera experiencia ha sido con una práctica violenta. Y no hablo de golpes, asfixias e incestos, que también hay muchos vídeos sobre esto, sino de vídeos pornográficos en los que los varones ponen en pie su deseo y son ellas las que tienen que satisfacerlo. Es un acto violento porque no hay reciprocidad. Estos chavales, que han tenido sus primeras experiencias con este tipo de vídeos, pueden tratar de replicarlas con las chicas.

 

Creo que esto puede provocar una enorme insatisfacción en las chicas, que no encuentran su sexualidad cumplida o satisfecha con prácticas violentas y que no tiene en cuenta lo que a ellas les gustan.

 

-Usted dice que el siglo XXI va a haber una lucha por el contrato sexual.

 

- Es el corazón del sistema patriarcal. El contrato sexual comienza con una política de distribución de las mujeres: una para cada varón y unas pocas para todos. Así tenemos el matrimonio y la prostitución como las dos grandes instituciones que regulan la sexualidad. Ese contrato sexual tiene unas características. Hay cuerpos que no deben ser tocados por los varones: los de las niñas. El incesto es la ley de las leyes que marca no solo el paso a la cultura y la comunidad, sino una especie de límite que el sistema patriarcal.

 

Yo lo que he visto en la pornografía, y jamás pensé que lo vería, es la relevancia y el crecimiento en el contexto pornográfico que está tomando el imaginario del incesto. Esto quiere decir que hay una propuesta de romper el contrato sexual a favor del reforzamiento de los privilegios patriarcales.

 

-Es cierto que en los grandes contenedores de porno vemos vídeos titulados “jovencita”, “alumna con el profesor”, “incesto”, ¿por qué en el porno sí se traspasa ese límite?¿qué mecanismos operan para que veas un vídeo que simula un incesto si luego en la vida real te parece una aberración?

 

- He tratado de interpretar eso, de acercarme. Esto es un fenómeno lo suficientemente complejo que requiere más investigaciones. Yo mantengo una hipótesis, que seguramente te parecerá exagerada, pero la mantengo. Creo que lo que los varones querían hacer en privado, ahora lo quieren hacer en público. No quieren tener límites y barreras. ¿Todos los varones? No, sino esa fratría masculina que no quiere que las mujeres tengan un proyecto de vida autónomo. Son ese grupo de varones que agreden, lo que yo llamo los nuevos “bárbaros del patriarcado”. Son los que no quieren abandonar el mundo de los privilegios patriarcales y cada vez quieren tener más y más poder.

 

-De hecho, usted dice que los hombres quieren abandonar los privilegios de la misoginia también sufren presiones.

 

-La pornografía es un universo lleno de sentido. Les envía un mensaje para que no se distancien de los privilegios masculinos: las mujeres están ahí para que puedan acceder a sus cuerpos cuando quieran. Es muy difícil comprender la pornografía mainstream si no la interpretas con estas claves. La brutalidad es demasiada.

 

-Más allá de la pornografía, en el cine o las series vemos muchos cuerpos sexualizados. Vamos a Instagram y vemos fotos continuamente en posturas sensuales, ¿se está pornificando buena parte de nuestra cultura visual?

 

-Eso es lo que sostiene Natasha Walker. Yo te diría que la pornografía está teniendo una gran influencia en la alta y baja cultura. Se han escrito muchos libros sobre pornografía en los que se habla de ella como transgresión y fantasía. Todo lo que vemos ocurre en la realidad. La penetración doble no es simulada, es verdad, pero la otra parte es quién consume esto y cómo influye en sus novias y sus compañeras.

Fuente

https://www.cuartopoder.es/cultura/2020/12/19/rosa-cobo-quien-vea-la-pornografia-y-la-prostitucion-fuera-del-capitalismo-no-ha-entendido-nada/






domingo, 23 de mayo de 2021

El daño físico en la prostitución: informe de un ginecólogo del trabajo de calle

 El daño físico en la prostitución: informe de un ginecólogo del trabajo de calle

Liane Bissinger

2019

Publicado el 9 de abril de 2020 por PRE

Contribución de Liane Bissinger, ginecóloga, Munich 2019

 

Texto en alemán: http://abolition2014.blogspot.com/2019/11/korperliche-schaden-der-prostitution.html

[Nota del traductor: cualquier error relacionado con los términos médicos es mío, por completo].

 

Soy un ginecólogo con mi propia práctica en Munich. De 1996 a 2000 trabajé en Hamburgo en la "Zentrale Beratungsstelle für Sexuell Übertragbare Erkrankungen", llamada "ZB" para abreviar, en la traducción: "Oficina central de asesoramiento para infecciones de transmisión sexual". Esto fue antes de la Ley de prostitución (2002) y antes de la Ley de protección de prostitutas (2017), y la ciudad de Hamburgo adoptó un modelo comparativamente progresista para asesorar y examinar a las personas, en su mayoría mujeres, en la prostitución. La oferta fue gratuita, voluntaria y anónima.

 

Mi informe aquí se basa en mi trabajo y mi experiencia allá, donde trabajé en el trabajo de calle y como ginecólogo en la “ZB”. En mi opinión, ni los años ni las dos leyes han cambiado nada sobre el daño a la salud y el daño físico que han estado sufriendo las mujeres, entonces y ahora.

 

Los efectos en su psique, los traumatizantes, suelen ser incluso más profundos, duraderos y más difíciles de tratar en comparación con el daño físico.

 

El daño más final, el asesinato de mujeres en la prostitución, es algo que deseo mencionar aquí explícitamente; Entre 2002 y el 17 de octubre de 2019, mientras escribo esto, se han documentado en Alemania 91 asesinatos “descubiertos” de mujeres en la prostitución. (-> la industria del sexo mata: https://www.sexindustry-kills.de/doku.php )

 

Con toda la "progresividad" y el fin de las pruebas obligatorias para quienes se prostituyen, el enfoque de nuestro trabajo en el centro fue la protección de los hombres / prostitutas de las ITS. “Sin caucho” era la demanda entonces como lo es ahora. Por lo tanto, el enfoque principal de nuestro trabajo fue en las ITS y las pruebas se realizaron mediante los exámenes ginecológicos habituales y los análisis de sangre.

 

Se diagnosticaron regularmente gonorrea, clamidia, tricomonas y verrugas genitales. Lamentablemente, esto también se aplica a la sífilis, la hepatitis y el VIH. Es superfluo señalar que estos diagnósticos fueron más frecuentes en comparación con el resto de la población. Junto a estos exámenes, sin embargo, vimos muchos otros fenómenos en y en el abdomen de las mujeres, la parte inferior del cuerpo: niveles de ph vaginal destruidos y fluidos vaginales destruidos a través de innumerables enjuagues de la vagina, a veces con sustancias nocivas, lo que significa una vagina desprovista de cualquier acción defensiva. como zona de entrada de infecciones e inflamaciones, y como sabemos hoy, con especial riesgo de carcinoma cervical; desgarros, lesiones, fisuras por sobreextensión o lesiones infligidas deliberadamente. Desgarro especialmente del ano y dentro del recto.

 

La cistitis frecuente era una ocurrencia casi diaria, y algunas mujeres tomaban antibióticos como profilaxis (si podían pagarlos).

 

Degradación pélvica o debilidad del suelo pélvico. Hubo algunos casos de mujeres muy jóvenes que ya tenían dificultades para retener la orina o las heces. Este es normalmente un fenómeno que asociamos con los nacimientos. Pero el suelo pélvico es un sistema de múltiples capas de tejidos y nervios, y la sobreextensión repetida y también las situaciones de violación a veces provocan daños irreversibles en esta zona.

 

Inflamaciones del abdomen, a veces de las trompas ováricas con los peores dolores hacían necesaria la hospitalización (teníamos formularios de seguros oficiales especiales para ello). Además, esto muy a menudo conduce a la infertilidad.

 

Embarazos no deseados. En mi experiencia, la mayoría de las mujeres en ese momento estaban tomando la píldora o tenían inyecciones de 3 meses. A pesar de esto, hubo varios embarazos. En un caso recuerdo que el embarazo estaba tan avanzado (¡y negado!) Que los dolores que sintió la mujer la llevaron directamente a la sala de partos del hospital. Es inconcebible que tuviera que exponerse a los apostadores hasta ese momento. No pude seguir con su vida. Otras mujeres con embarazos más tempranos (y notados) tuvieron las mayores dificultades, entonces sin estatus legal ni seguro médico, para acceder a interrupciones médicamente aceptables.

 


Anticoncepción. A menudo, hubo un problema con la regularidad o confiabilidad. Los problemas digestivos, por ejemplo, conducen a una reducción de la eficacia de la píldora. Considero que los riesgos de trombosis aumentan absolutamente en el contexto de la vida diaria de las mujeres prostituidas. Tabaquismo, falta de ejercicio, otros factores de riesgo no registrados… Durante mi trabajo en la ZB vi un caso de trombosis con embolia pulmonar.

 

El ambiente intestinal destruido (y por lo tanto un sistema inmunológico disminuido) tuvo muchas causas: enemas frecuentes para controlar el movimiento intestinal (para prácticas anales), un sistema digestivo completamente inflamado desde el estómago hasta los intestinos debido a vómitos frecuentes debido a la repulsión, prácticas orales , nutrición deficiente, desnutrición, trastornos alimentarios, trastornos nerviosos.

 

Enfermedades bucales que afectan a dientes, boca, mandíbula. Debido a la falta de seguro médico, a la anestesia autoadministrada, la falta de autocuidado o lesiones, el tratamiento de las inflamaciones de esta zona se retrasó regularmente. Esto implicaba el peligro de abscesos, pus, que de nuevo ejercían más presión sobre todo el cuerpo.

 

Eczema cutáneo. Falta de higiene por parte de los apostadores, de los locales, y también repulsión psicológica que busca su expresión en el eccema.

 


Dolor. Básicamente siempre y en todas partes. Dolores de cabeza A través de los golpes, la tensión, especialmente los calambres en los hombros y la mandíbula a través de prácticas orales repetidas sin cesar ("mamadas"). Dolor de garganta. Dolores de "pies a cabeza". A menudo, las mujeres se quejaban de dolores en las articulaciones de la cadera (horas de mucho peso de los apostadores y sus violentas embestidas).

 

“Dolores abdominales poco claros”, poco claros, porque el dolor no puede localizarse en ningún órgano o desencadenante específico, pero es lo suficientemente insoportable como para considerar la cirugía. Psicosomático es como se llama entonces.

 

Trastornos del sueño. No hay horarios regulares para dormir por tener que estar disponible en cualquier momento. Dormir en la misma cama donde antes ha tenido lugar el encuentro con el apostador, falta de ritmo día / noche con falta de luz, siempre luz artificial, ruido. A cambio: pastillas para dormir.

 

Abuso de sustancias. Nicotina, alcohol, drogas, medicación. No hay forma de pasar los días de otra manera.

 

Resumiendo esto, quiero dejar en claro que lo anterior comprende mis experiencias laborales como ginecólogo en este centro de asesoramiento en Hamburgo y no pretende tener importancia estadística.

 

Sin embargo, estoy seguro de que los problemas descritos aquí no han cambiado de ninguna manera en las diversas áreas de la prostitución ni siguiendo las dos nuevas leyes en los años posteriores. ¿Como pudireon? El sistema de prostitución desprecia a las mujeres y a la humanidad, se basa en la explotación y la crueldad, y se trata principalmente del ejercicio del poder por parte de los hombres y de un máximo de ganancias.

 

¡Solo la abolición de este sistema puede ser la solución!

 

Liane Bissinger, ginecóloga.

 Fuente

https://prostitutionresearch.com/the-physical-damage-in-prostitution-report-by-a-gynaecologist-from-street-work/

Las imágenes fueron sacadas de internet