Prohibir la prostitución
por Alberto B Ilieff
Mientras
que el abolicionismo busca la desaparición de la prostitución
mediante la intervención en las condiciones sociales que propician su
aparición, el prohibicionismo apunta al mismo objetivo pero
mediante el uso de la represión penal aplicada a través de la acción
policial.
En
estos casos el bien jurídico que se protege puede ser la seguridad pública,
la salud pública, la moral.
En
el caso del abolicionismo las personas en prostitución
son consideradas víctimas de la explotación
sexual de su cuerpo y por esto se busca que se dicten políticas
públicas para su inserción
social y la recuperación de sus derechos dañados.; la acción
penal queda reservada únicamente para quienes inducen, mantienen y se
benefician de la prostitución ajena no para las personas sometidas a prostitución.
En el sistema prohibicionista las personas en prostitución
son consideradas delincuentes por lo que se las reprime penalmente.
El
régimen prohibicionista considera la prostitución como tal un
"delito" y propone su eliminación.
Las
experiencias prohibicionistas han demostrado un resultado negativo porque al no
actuar sobre las causas de la prostitución,
esta se sostiene y al ser convertida en
delito se esconde de la vista. La corrupción de los representantes del
orden, funcionarios públicos, policías, políticos,
jueces, no decrece. La situación
de las mujeres empeora ya que quedan aún
más sometidas bajo el poder de proxenetas y
tratantes. Además, cuando se da la intervención
policial, son ellas las que terminan multadas y encarceladas y raramente los
otros componentes del sistema prostituyente.
A
nivel simbólico el prohibicionismo no produce modificaciones,
al contrario, refuerza los prejuicios
sobre las personas en situación de prostitución,
acerca de su peligrosidad, de su carácter antisocial, de su “maldad”
y “vicio”, convirtiéndolas, ahora, en delincuentes.
El
resultado de estos prejuicios es hacer recaer toda la responsabilidad sobre la
persona en situación de prostitución, de todo cuanto a ella le
pasa y de todo lo relacionado con esa actividad, relevando de ella a quienes
integran el sistema prostituyente, de esta manera el estigma social se ve
reforzado. La práctica indica que por más
que también se persiga a proxenetas y rufianes, quienes terminan siendo
detenidas y juzgadas son las personas sometidas a la prostitución.
El
resultado de la práctica prohibicionista es la discriminación y exclusión de la persona prostituida
lo que implica mayores riesgos para su salud mental y física,
provocándole dificultades para una integración
en la sociedad y, particularmente, en el acceso a los servicios sanitarios públicos.
Si en cualquier sociedad el acceso a los sistemas de salud para la persona en
prostitución se ve seriamente comprometido, al ser convertida
en delincuente, esto se ve mucho más reducido, quedando
expuesta al aislamiento social y a factores de riesgo importantes para su
salud. Esto implica también un serio deterioro al dañar
las relaciones interpersonales y la posibilidad de acceder al aprendizaje de
habilidades sociales y laborales. Desde este punto de vista puede ser
considerada como una especie de ciudadanía de categoría
inferior.
Este
punto es importante dado que los riesgos en la salud de las personas en
prostitución son elevados. No solamente implican las posibilidades
de infecciones de transmisión sexual, sino la aparición
de otras enfermedades y trastornos psíquicos, especialmente en las
mujeres. Estos trastornos psicológicos que sufren tienen su origen en el desarrollo
de la actividad misma, en la que el cuerpo y su interior están
constantemente en juego, además de las agresiones físicas, amenazas y
violaciones de que son objeto durante el ejercicio de la actividad, así
como del continuo falseamiento de su propia realidad ante la sociedad y muchas
veces ante su propia familia.
El
sistema prohibicionista teóricamente iguala responsabilidades y niega las relaciones de poder propias del
sistema prostituyente y patriarcal, y al negarlas borra de un plumazo las desigualdades de
género y de clase social.
Como
la mayoría del derecho penal quienes lo padecen
especialmente son las minorías, esto es, las clases sociales sometidas,
aquellas que menor poder de defensa tienen y las mujeres.
En
general, más allá de su aplicación a este tema específico,
el prohibicionismo ha dado muestras de ineficacia, de incapacidad para
modificar las situaciones ya dadas como para prevenirlas. Si bien se dice que
la presencia de la ley, de por sí, disuadirá, si no hay detrás
una fuerte voluntad política para su aplicación y programas aplicados, no
solamente escritos, que apunten a las condiciones que originan los hechos, la
ley deviene únicamente en represora.
“Implica la sanción y el
castigo, tanto para quienes acepten un pago a cambio de sexo como para quienes
lo demanden. Penaliza la totalidad del sistema. Lo cierto es que en el marco de
la cultura patriarcal la tendencia es a penalizar a las mujeres en situación de
prostitución y a absolver, en la mayoría de los
casos, a los clientes-prostituyentes.” “Una perspectiva abolicionista sobre la prostitución
y la trata” Campaña Ni una mujer más víctimade las redes de prostitución.
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