lunes, 23 de marzo de 2020

"Lo que los proxenetas quieren es ser bendecidos por los gobiernos para ser tratados como empresarios"


"Lo que los proxenetas quieren es ser bendecidos por los gobiernos para ser tratados como empresarios"
La psicóloga Rosa Hermoso puso en marcha en 1989 el primer centro institucional de España de atención a mujeres prostitutas dependiente del Ayuntamiento de Sevilla (y uno de los primeros del mundo)

La andaluza, de ideología abolicionista, afirma que la prostitución destruye psicológica y físicamente a las mujeres

"Un Estado democrático no puede ser un Estado proxeneta que cobre impuestos porque las mujeres vendan sus cuerpos"

"Sevilla es una referencia mundial en la abolición de la prostitución"

Raúl Solís Galván
07/09/2018 -

Rosa Hermoso (San Fernando, Cádiz, 1960) en 1989 era una joven psicóloga de 29 años que acababa de aprobar las oposiciones para trabajar en el Ayuntamiento de Sevilla. Nada más entrar, la destinaron a un lugar donde no quería ir nadie, a dirigir un centro recién creado por el alcalde socialista Manuel del Valle que no tenía recursos y que sólo contaba con una trabajadora social, una educadora y una conserje en la puerta de una de las zonas más degradadas entonces de la capital andaluza. En la calle Leonor Dávalos de la Alameda de Hércules, antiguo enclave de la prostitución en la capital andaluza, la ternura de esta feminista locuaz y combativa levantó el primer centro institucional de España (y uno de los primeros del mundo) de asistencia a las mujeres prostitutas, de ideología abolicionista, y situó a Andalucía en la vanguardia en lucha contra la esclavitud sexual.

La violencia extrema, la heroína, el sida, la llegada de las primeras extranjeras víctimas de trata, la pobreza de la que se nutre la industria del sexo, la sordidez de los prostíbulos donde las mujeres vivían hacinadas, entre malos olores y en condiciones de miseria y el recuerdo de las prostitutas que se le murieron en sus brazos le cortan el aliento y le provocan el llanto a esta andaluza menuda que es un referente clave del abolicionismo español. Ella ha rescatado a cientos de mujeres de la prostitución y las ha recuperado psicológica y físicamente para una vida sin violencia, sin chulos, sin proxenetas, sin prostíbulos y sin precio.

En 1989, Sevilla se preparaba para la Expo 92, ¿cómo era la prostitución en esta época?
Era una prostitución casera que justo estaba empezando a cambiar. Conocíamos a todas las madames y a los chulos. Las mujeres estaban fijas en cada prostíbulo y era un ambiente conocido, donde sabíamos por dónde entrar y salir. Justo en los 90, antes de la Expo, entra un grupo de mujeres extranjeras, brasileñas y senegalesas, que hasta ese momento no había en la Alameda. Ellas no vinieron solas, venían acompañadas por la figura de un hombre que ya no eran chulos, eran proxenetas.
 
Rosa Hermoso
¿Estamos hablando del comienzo de la trata de mujeres para la explotación sexual?
Sí, pero en esos momentos no se hablaba de trata, era todo prostitución. La palabra trata ni siquiera la usábamos porque no sabíamos ni que existía. El lenguaje ha cambiado mucho en estos años. No éramos conscientes de que fueran víctimas de trata, ni ellas tampoco lo decían. Justo en ese momento es cuando empieza a entrar mucha droga en la prostitución. A las mujeres las empezaron a drogar cuando ellas nunca habían tomado droga; empezaron a pincharles heroína cuando nunca lo habían hecho. Muchas de ellas mueren de sida o por sobredosis. En la Alameda hubo muchas muertes de sida. Lo que en un principio fue explotación sexual ‘controlada’, se convirtió en un boom que nos desbordó y al que tuvimos que adaptarnos.

¿Por dónde empezáis a trabajar sin apenas presupuesto, sin experiencia y sin otros experiencias institucionales de referencia?
Lo primero que hicimos fue crear un díptico para decir quiénes éramos, qué ofrecíamos y dónde estábamos. Los repartíamos por la calle a las mujeres y no nos hacían ni caso. Al principio tenían mucha desconfianza porque éramos el primer centro institucional del mundo de atención a las mujeres prostituidas y pensaban que íbamos a avisar a la policía.

Nosotras trabajamos incluso por las noches, íbamos de dos en dos, entrábamos en los prostíbulos, contactamos con todas las madames porque jamás denunciamos nada ni cuestionamos lo que hacían. Ofertábamos ayuda a las mujeres y en ese trabajo de atención social y psicológica podíamos conocer sus historias. Otra de las cosas que funcionó muy bien fue poner un recipiente de preservativos en la puerta. Muchas venían a recogerlos y de paso nos conocían. Con tesón, pudimos ganarnos la confianza de las usuarias y ser un recurso de referencia para todas ellas y otros lugares del mundo se fijaron en nosotras y nos invitaban para asesorarles y poner en marcha centros similares.

¿Cómo eran los prostíbulos?

Olían fatal, dormían hacinadas, comían mal y había todo un negocio inmenso a su alrededor. Compraban fiado en tiendecitas y luego les cobraban más de lo que debían. Había algún médico privado impresentable que les cobraba un dineral por decirles si tenían sida o no. Todo ese mundo de personas que les rodeaban las fuimos eliminando ofreciéndoles recursos gratuitos y asesoramiento que ellas necesitaban. Incluso les cobraban hasta por tramitar pensiones no contributivas a las más mayores o por sacarles el DNI a sus hijos.

Vuestra llegada a la zona provocaría oposición en quienes se enriquecían a costa de las prostitutas, ¿no?
Claro. Éramos muy criticadas. A mí me llamaban la señora de la ley seca, porque decían que yo era como la época en la que prohibieron el alcohol. Contactamos con el grupo policial que había entonces en la Alameda, que luego resultó ser el Grupo 7, para que nos protegieran y garantizaran la seguridad, la de las mujeres que denunciaban o a nosotras cuando denunciábamos a través de ellas. La verdad es que nunca tuvimos mayores problemas.

¿En qué estado acudían las mujeres al centro?
Estaban muy deterioradas. Muchas estaban enfermas de VIH, sífilis y de otras infecciones de transmisión sexual. Había una que decía que ella lavaba los preservativos y los volvía a usar con otros clientes. Imagínate el riesgo. Esa señora terminó enferma de sida. Las historias de vida de casi todas ellas eran terribles. Son historias de abandono, abusos sexuales, violencia, pobreza severa, mujeres violadas. Mujeres que eran agredidas por sus clientes, casi todas con cicatrices de navajazos. Eso es lo que era la Alameda de Hércules en los 90, un sitio sórdido, con poca luz, inhóspito. Yo he visto rodar a mujeres y por encima pasarle un barril de cerveza que le tiraban los chulos o los clientes.

¿Qué recursos ofrecía el centro para atender a las mujeres prostitutas?
Aparte de la terapia psicológica, tanto colectiva como individual, creamos un espacio de encuentro, tres días a la semana donde nos sentábamos con ellas a merendar. Nos contaban sus experiencias y así íbamos rompiendo la desconfianza. También creamos una cadena de producción textil, llamado proyecto lunares, un curso de formación en el que ellas cobraban del Ayuntamiento de Sevilla. La gran mayoría de ellas salió de la prostitución. Lo importante no era que fueran costureras, sino que se diesen cuenta de que valían y merecían otra cosa en sus vidas. Se habla muy poco de la anulación psicológica en la prostitución y es brutal.

¿Cuáles son los efectos psicológicos que sufren las mujeres en situación de prostitución?
El deterioro es tan grave que hablamos de muerte psicológica. Tienen una dualidad. Lo que ellas sienten y lo que tienen que manifestar que sienten. Sufren un estrés continuo. Cuando están con un putero tienen que hacer un esfuerzo por anular sus deseos, su placer. No tienen nunca placer y eso las va destruyendo psicológicamente. Yo he visto a muchas mujeres con psicosis, histeria, brotes psicóticos. Ella sufren malos tratos, violaciones, desprecios y además están instaladas en que son putas. La sociedad las divide en las putas y las honradas y eso las anula para la vida civil y las mata psicológicamente.


Fotógrafo: Salvador Batalla


¿Y no cree que para evitar eso sería deseable la regulación de la prostitución para luchar contra el estigma?
La legalización o regulación de la prostitución supone legalizar la destrucción física y psicológica de las mujeres; supone que el 50%, que somos las mujeres, tengamos un precio. Eso no ayuda. ¿Qué plan de prevención de riesgos laborales aplicas tú en el ejercicio de la prostitución cuando las mujeres están obligadas a no usar preservativo si el cliente no quiere? Si el cliente quiere defecar sobre ellas, ellas tienen que tragarlo; si el cliente quiere que le penetre un perro, si el cliente les pega, ellas tienen que soportarlo. ¿Qué plan de prevención de riesgos laborales aplicaríamos en la prostitución?

¿No sería posible humanizar los prostíbulos?
No. La barbarie hay que abolirla porque es imposible humanizarla. Los puteros y proxenetas sólo se preocupan de las mujeres cuando están muertas, para enterrarlas y que no les huela el cadáver en el prostíbulo. A nosotras nos han aparecido mujeres muertas en descampados y decían que era por sobredosis cuando en realidad era por violencia ejercida por los puteros y proxenetas. El índice de mortalidad de mujeres prostituidas es muchísimo más alto que en mujeres que no están en situación de prostitución; el índice de mujeres enfermas mentales es muchísimo más alto; los brotes psicóticos y la depresión donde más se da es en el ámbito de la prostitución. De día les dan cocaína para que estén alerta, de noche les dan porros para que se duerman. La prostitución invalida psicológicamente a las mujeres.

¿Cómo os afectaba a las profesionales esta realidad tan dura?
Éramos tres mujeres, no teníamos ni treinta años, y para nosotras supuso un terremoto. Yo, que soy muy charlatana, llegaba a mi casa y no hablaba. Me ahogaba ver el horror, la miseria. Todavía lloro cuando me acuerdo porque se nos murieron muchas allí delante. La violencia más brutal, algo de lo que no se habla mucho, yo la he visto en mujeres transexuales. He visto horrores, mujeres sangrando que nos esperaban en la puerta del centro a que abriéramos. Me acuerdo todos los días de aquellas escenas y muchas noches me quitan el sueño.

¿Qué ha aportado a la sociedad el Centro Leonor Dávalos?
Nuestro centro se convirtió en un laboratorio porque, dada la experiencia, la cantidad de información y de historias de vida que nos llegaron, fuimos construyendo cómo era el fenómeno de la prostitución, cómo destruía a las mujeres, cómo las dejaba enfermas y psicológicamente muertas y la necesidad de tomar medidas. Si no hubiera existido ese centro, el movimiento abolicionista hoy no estaríamos donde estamos.

¿Qué medidas necesita tomar España para acabar con la explotación sexual?
La explotación sexual no va a terminar nunca hasta que los gobiernos no se lo tomen en serio, como una razón de Estado. Es una cuestión de género, que nos afecta a las mujeres. Un Estado democrático no puede ser un Estado proxeneta que cobre impuestos porque las mujeres vendan sus cuerpos.

¿Es posible abolir la prostitución en España?
Es posible como lo fue en Suecia. Nosotras tenemos un encuentro cada año con los suecos en su embajada en Madrid y no dan crédito de que en España no estemos haciendo nada. Después de abolir la prostitución en Suecia, sólo hay cinco mujeres prostituidas por cada millón de personas. Si lo ha hecho Francia, ¿cómo no va a ser posible aquí? España es un país democrático, progresista, donde ahora gobierna la izquierda. La izquierda no puede tolerar que el capitalismo, que está aliado con la industria del sexo, se enriquezca con el cuerpo de las mujeres.

Pero en la izquierda no hay consenso…
No hay consenso porque hay una falsa interpretación en este tema. Hablan de la libertad, cuando la libertad en la industria del sexo sólo la disfrutan los proxenetas, que son libres para explotar. Lo que los proxenetas quieren es ser bendecidos por los gobiernos para ser tratados como empresarios. ¿Cómo puede Ada Colau, que se dice de izquierdas y defensora de los derechos humanos, subvencionar cursos de formación a mujeres novatas en la prostitución? Es decir, a mujeres que aún no se han iniciado. En lugar de hacer políticas de prevención, la alcaldesa de Barcelona está empujando a las mujeres a la prostitución. Yo no entiendo a esa izquierda que se llama anticapitalista y que está a favor de la prostitución. Pero si es el capital el que se enriquece con el cuerpo de las mujeres, si es el capital el que es dueño de los clubes de alternes.





¿Dónde está el movimiento abolicionista?
A punto de abolir la prostitución, ganando espacios mediáticos que antes se nos negaban, convenciendo cada día a más personas y demostrando que la trata de mujeres para la explotación sexual existe porque no hay suficientes mujeres para abastecer la demanda de los prostíbulos.

¿Por dónde empezaría usted a abolir la prostitución?
En esta guerrilla tienen que existir las teóricas, que son fundamentales, la prevención y la línea de recursos tiene que ser vital. Tiene que haber un plan integral contra la prostitución a nivel estatal y ahí debe existir una partida presupuestaria destinada a la creación de recursos de empleo y de reconstrucción personal. A estas mujeres tú no les puedes decir: ¡Mira, mañana te voy a dar un trabajo! No, tú primero las tienes que reconstruir porque están destrozadas. Hay que incluirlas en la sociedad.

Los colectivos pro-prostitución critican con mucha dureza las políticas abolicionistas del Ayuntamiento de Sevilla
A mí eso me alegra profundamente. Eso es señal de que nosotras hemos hecho algo. Es un orgullo. Efectivamente, Sevilla está ocupada por una ideología abolicionista porque el Ayuntamiento de Sevilla, en 1989, apostó por esto y lo ha mantenido. Todos los partidos que han gobernado la ciudad (PSOE, PP y Partido Andalucista) han mantenido este compromiso de apoyo a las mujeres y a mí eso me hace sentirme muy orgullosa de mi ciudad. Es un orgullo que Sevilla sea una referencia mundial en la abolición de la prostitución y en la inclusión de las mujeres prostituidas.

Otra crítica de los colectivos pro-prostitución o regulacionistas es que el discurso abolicionista estigmatiza a las prostitutas
Nosotras no estigmatizamos a las prostitutas, al contrario. Estigmatizamos a los puteros y a los proxenetas. Nunca hemos ido contra ellas. Las ordenanzas municipales del Ayuntamiento de Sevilla, que fuimos nosotras quienes redactamos el primer borrador desde el Centro Leonor Dávalos, en ningún caso multan o criminalizan a las mujeres. Nosotras consideramos víctimas a las mujeres, mientras los puteros las tratan como objetos que producen dinero. Las ordenanzas de Sevilla persiguen a los puteros y proxenetas, en ningún caso a las mujeres en situación de prostitución.


Fuente









Libertad, cuerpo y mercado: hablemos de prostitución


Libertad, cuerpo y mercado: hablemos de prostitución .
por Diana Maffia

En el suplemento Domingo del 28 de octubre leemos un adelanto del libro Esclavos del dinero, del reconocido filósofo Michael Sandel, donde señala que vivimos una época en que casi todo se mercantiliza. Entre los ejemplos, pone los vientres de alquiler de las mujeres indias, donde la práctica es legal y se paga un precio menor a un tercio de lo que se paga en Estados Unidos.

Necesitamos reflexionar, dice, sobre los límites morales del mercado. O lo que es lo mismo, si hay cosas que el dinero no debe comprar. Porque acceder a los derechos solo por el mercado y el poder del dinero profundiza la desigualdad y genera corrupción (pensemos en la posibilidad de que se resolviera de esa manera la necesidad de un trasplante de órganos).


Diana Maffia


El mercado no es un distribuidor equitativo de valores fundamentales de la vida social. Pero mucha gente alega, en nombre de la libertad, no solo el derecho a comprar esos bienes sino el “derecho” a venderlos.

El mismo domingo, en el suplemento Cultura, Eugenia Massat realiza una entrevista a Lukas Bärfuss y en una pregunta (de las llamadas “pregunta compleja”, porque en la misma se presupone algo de modo que si se responde se ha aceptado esa presuposición) afirma que el capitalismo sostiene la libertad absoluta de elegir.

 Bärfuss responde: "La libertad significa más que poder elegir entre diferentes productos. Deberíamos poder tener la elección sobre las condiciones de nuestra existencia, y no veo que el capitalismo apoye esto".

Extraordinaria respuesta para reflexionar sobre uno de los temas que hacen grieta profunda en el feminismo contemporáneo: el de la prostitución, que algunas personas piden reconocer como "trabajo sexual" para así acceder a derechos, y cuyo ejercicio defienden en nombre de la libertad de decidir sobre el propio cuerpo (frente a la alternativa –siempre mencionada como opción– del trabajo doméstico; alternativa realista para una abrumadora mayoría de mujeres pobres).

Siguiendo a Bärfuss, tal decisión solo puede considerarse libertad si permanecemos dentro de los límites del capitalismo patriarcal; si no vamos a discutir que el 98% de los medios de producción están en manos de varones y solo el 2% en manos de mujeres; si no vamos a considerar que en quien compra un cuerpo o una práctica sexual (en lenguaje mercantil, un “servicio”) y quien oficia como mercancía hay por abrumadora mayoría una sistemática diferencia de sexo; si omitimos que el mercado no ofrece alternativas igualitarias laborales o económicas a varones y mujeres y que los roles de género dan prerrogativas y privilegios que los hombres no quieren revisar y a los que no quieren renunciar.

A Michael Sandel le parecen privilegios que sirven de contraejemplo para la intuición moral el derecho a circular por un carril aliviado de la ruta, o a cazar un animal en extinción, o a que un médico nos atienda el celular los fines de semana, a cambio de un monto diferencial de dinero.
Pero no hay ninguna mención a la capacidad económica diferencial de los varones, que les da el privilegio de obtener satisfacción sexual por parte de mujeres, travestis o trans. Es bajo el capitalismo sumado a los roles de género dictados por el patriarcado que las mujeres optan entre alternativas subalternas y las travestis son leídas como cuerpos para el consumo.


En este sistema obtienen beneficios proxenetas, policías, dueños de prostíbulos, políticos que se financian con sus tributos, protectores judiciales, medios de comunicación que las exhiben y tratan como mercancías disponibles. Solo bajo ese mercado el proxeneta es un “empresario”, el prostituyente es un "cliente" y el sexo es un "servicio". (Fuente www.perfil.com).

Fuente
https://www.perfil.com/noticias/columnistas/libertad-cuerpo-y-mercado-hablemos-de-prostitucion.phtml







"Te acostás con 15 tipos por día y dicen que es un trabajo"


Regulacionismo o abolicionismo; el debate sobre la prostitución divide a parte del feminismo. Una mendocina, al frente de uno de los lados de esa grieta.


"Te acostás con 15 tipos por día y dicen que es un trabajo"

Martes 17 MAR 2020 3 días atrás
porRolando López (*)

 El movimiento feminista, muy compacto en los más de sus conceptos, tiene su propia grieta que cada tanto se perfora un poco más. El video y la letra de la canción "Puta", de la cantante Jimena Barón, trajo la polémica de nuevo a la palestra.

Por un lado están las abolicionistas y por otro las legalistas, en referencia al debate acerca de la prostitución. A grandes rasgos, las primeras están a favor de abolir la práctica y las segundas la consideran como un trabajo con derechos como cualquier otro.

Del lado de las abolicionistas, una de las caras más visibles en Argentina es Teresita Sifón (64), más conocida como "Mimí" y oriunda del departamento de Las Heras, Mendoza. Es ex prostituta y milita en la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos (Amadh) en Buenos Aires donde dicta cursos en el Centro Educativo de la Asociación, con la finalidad de hacerles conocer sus derechos a las mujeres en situación de prostitución y que a su vez tratan de salir.

Teresita Sifón, "Mimí".

"Mimí" recuerda desde Buenos Aires y ya retirada, que le tocó ejercer la prostitución en Mendoza en la época más dura del siglo pasado: la dictadura militar. "Mi ingreso a la calle es el modelo que más se repite: vengo de un barrio humilde de Las Heras, de una familia sin recursos, con pocos estudios. A los 17 años conocí a un hombre del que se podría decir que me enamoré. Él me dijo que si lo hacía (ejercer la prostitución) en un año podía tener una casa y un auto, algo que obviamente no pasó. Después te vas quedando allí y pasan los años y no podés salir".

La mujer trae a colación que las dos chicas que aparecieron muertas en la zona de Canota, en 1975, resultaron "chicas que hacían la calle conmigo en las esquinas. Esas muertes se las adjudican al comando moralista Pío XII que en Mendoza era muy fuerte por aquellos años".

Al igual que sucede ahora, "Mimí" ejercía la prostitución en algunas zonas de la Cuarta Sección "y también en algunos bares del Centro". Y registra un dato que no puede estar en estadísticas -que en tema de prostitución prácticamente no existen- pero que se lo dicta la experiencia: "En Mendoza, a diferencia de Capital Federal, donde también hice la calle, los clientes que consumían prostitución eran como más ricos; ¿será por la fama que tiene la provincia conservadora?, no lo sé".

En una de las aulas donde Mimí dicta sus cursos hay un pizarrón cruzado por una frase a tiza que funciona a modo de bienvenida: "La prostitución no es un trabajo, es violencia", leitmotiv de la Asociación.

"Empoderamos a las mujeres en situación de prostitución. Les explicamos cuáles son sus derechos. Algo que, por ejemplo, cuando nosotros empezamos, no lo sabíamos. Como la mayoría que está en esta condición, provenimos de la pobreza".


"Mimí" junto a integrantes de la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos (Amadh)

Dilema

Amadh se encuentra en la vereda de enfrente de AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices Argentinas) a la hora de definir si cobrar por favores sexuales constituye o no un trabajo. En ese aspecto, la gente de AMMAR se enfoca en el concepto de las libertades individuales: alguien puede hacer lo que quiera con su cuerpo siempre que no moleste a un tercero.

La mendocina recuerda que empezó a militar en AMMAR-CTA en 1995. "Nos organizamos con la CTA para hacerle frente básicamente a la violencia policial de la que somos víctima, pero cuando AMMAR insistía en que lo nuestro era un trabajo, nos abrimos; eso fue en el 2000. Te acostás con 15 tipos por día y dicen que es un trabajo", reflexiona.

La división también es semántica: en AMMAR se llaman ?trabajadoras sexuales' y en Amadh directamente que son personas en ?situación de prostitución', "a las que hay ayudar a salir de eso. Estamos contra la reglamentación porque está comprobado que facilita el delito de trata entre otros problemas. Proponemos que desde el Estado se promueva el acceso a la educación y al trabajo genuino que viven las personas en condición de prostitución si así lo quieren deciden".


La organización promueve el abolicionismo y busca ayudar a las mujeres a salir de la situación de prostitución.


En AMMAR, liderado por Georgina Orellano, por otra parte, aseguran que legalizar la prostitución formalizaría más de 60 mil puestos de trabajo en el país.

Pero Mimí asegura que "en la asamblea del año 2000 cuando rompimos con AMMAR el 90 por ciento de las mujeres dijeron que no era un trabajo, sino que fue algo que hicimos porque estábamos en situación de vulnerabilidad. La mayoría somos mujeres pobres y analfabetas que comenzamos con esto a los 17 años".

En lo referente al marco legal, la Asociación se basa en el Pacto de San José de Costa Rica, "al que Argentina adhiere, que en su artículo 22 indica que toda persona en situación de prostitución debe ser ayudada y asistida por el Estado".

"Hay mucho mito -va terminando Mimí- en cuanto a las putas. Que es el trabajo más antiguo, que las que ejercen de manera VIP son millonarias y universitarias, de clientes que se enamoran y la ?salvan', y un montón de mentiras más. Así como ningún pibe nace chorro, nadie nace para prostituirse. Hay un avasallamiento contra personas que no pueden hacer frente a la situación. En Mendoza estamos trabajando para poner una especie de filial de la Asociación".

En medio de ese racimo de poetización histórica de la prostitución aparece la imagen de la lágrima espesa cargada de rímel que se desliza por la mejilla, en la cara de una persona que ha vendido su cuerpo toda la noche. Y que está cansada.

Apoyos Varios

Prostitución en el Código de Convivencia Mendoza

Desde 2015 cuando se comenzaron a aplicar sanciones del Código de Convivencia en Ciudad de Mendoza, se multaron a 87 consumidores de prostitución. En el 2016 la cifra fue de 2.328 y en 2017, disminuyó a 1.447 infracciones. Jueves y viernes hay mayor incidencia.

Artículo 40. Las conductas tipificadas como infracción persiguen preservar de la exhibición de prácticas sexuales y del ofrecimiento o demanda de servicios sexuales en la vía pública con la finalidad de mantener la pacífica convivencia del espacio público de la Ciudad de Mendoza.

Artículo 41. Se prohíben el ofrecimiento, solicitud, negociación y aceptación directa o indirectamente de servicios sexuales retribuidos en el espacio público de la Ciudad de Mendoza, en todo su radio municipal y de forma especial cuando excluyan o limiten la compatibilidad de los diferentes usos de dicho espacio público.

Artículo 42: Los que son encontrados in fraganti negociando con una prostituta, tienen que pagar una multa de 2.000 unidades tributarias. La multa llega al domicilio

A las que quieren dejar

Artículo 43

1. El Municipio de Mendoza, a través de los servicios sociales, presta información y ayuda a todas aquellas personas que ejerzan el trabajo sexual en la Ciudad y en especial a aquellas que quieran abandonar su ejercicio.

2. Los servicios municipales, con el auxilio de los agentes de la autoridad, si es el caso, informarán a las personas que ofrecen servicios sexuales retribuidos, en espacios públicos de las dependencias municipales y de los centros de atención institucional o de carácter privado (asociaciones, ONG, etc.) a los que podrán acudir para recibir el apoyo que sea necesario para abandonar esas prácticas.

Fuente