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Prostitución, incompatible con una
vida digna
Revista Sexología y Sociedad. 2014; 20(1)
ISSN 1682-0045
Versión
electrónica
Prostitution
and a dignified life are mutually exclusive
Lic. Kajsa Ekis Ekman
Periodista, activista y escritora; ha trabajado durante
siete años en la lucha contra la prostitución en Suecia, al igual que a nivel
internacional.
ekis@europe.com
RESUMEN
¿Por qué la prostitución es incompatible con la igualdad de
género y la dignidad humana? La más eficaz y justa manera de combatirla es
enfocarse en el cliente: el comprador de sexo, según el modelo sueco que ahora
ha sido adoptado en Noruega, Islandia y Francia.
Palabras claves: prostitución, género, trauma, Suecia,
legislación
ABSTRACT
Why is
prostitution incompatible with gender equality and human dignity? The most
efficient and fair way of fighting it is focusing on the client—the sex buyer—,
according to the Swedish model which is now adopted in Norway, Island and
France.
Key words:
prostitution, gender, trauma, Sweden, legislation
La prostitución puede tener muchas formas. Puede ser muy
directa, como la prostitución rutinaria de la calle: veinte pesos, pieza de
hotel alquilada por hora, dinero entregado, penetración, próximo cliente. Puede
ser muy sutil: una relación supuestamente amorosa, en la que el dinero se
esconde tras regalos, viajes, perfumes, tragos, comida,... Puede existir en
formas muy brutales, como el tráfico humano, que es la esclavitud moderna.
Puede parecer voluntaria, como anuncios de escorts de lujo, que son en verdad
«estudiantes» que se prostituyen en su tiempo libre.
Sin embargo, la prostitución se distingue de todas las otras
relaciones. Es una forma muy particular de relación humana: la comercializada.
En la prostitución hay dos personas. Una que quiere tener
sexo, que siente atracción, deseo y exaltación. Otra que no. La otra persona no
siente ni deseo, ni amor, ni atracción. Ahí es donde entra la transacción
económica.
Para que haya una transacción, tienen que estar presentes
estos dos criterios: una persona que quiere y otra que no. El deseo mutuo no
requiere transacción. La transacción entra cuando hay una desigualdad de deseo.
Solo cuando una de las dos personas no quiere tener relaciones sexuales, surge
el pago como una compensación por el deseo que falta. Si no fuera por el
dinero, ella no estaría ahí. Es la base de la prostitución: la ausencia de
deseo mutuo.
Se oye mucho hablar hoy día que prostituirse es una decisión
propia, resultado de libre albedrío. Sin embargo, lo que busca la persona
prostituida no es el sexo. Es el dinero. El sexo en sí, es sexo no deseado. Por
tanto, la prostitución es el enemigo de la sexualidad libre, la igualdad de
género y el deseo mutuo.
Estadísticas sobre la
prostitución
En Suecia, durante los últimos treinta años se han realizado
muchas investigaciones acerca de la prostitución. Los estudios científicos
dieron un giro en 1977 con la investigación estatal que se publicó en 1981 con
el nombre de Prostitution. Beskrivning. Analys. Förslag till åtgärder
(Prostitución. Descripción. Análisis. Sugerencias para medidas) (1).
Anteriormente se veía la prostitución como delincuencia y se aplicaban teorías
de delincuencia social, considerando a la prostituta como un ser marginalizado.
El clima político cambió a mediados de la década de los setenta y los
investigadores empezaron a estudiar la prostitución como parte de la sociedad.
Al descubrir que los clientes no eran seres marginalizados, pues muchas veces
eran hombres de la clase alta (políticos, empresarios, abogados,…), ya no se
podía considerar la prostitución como un fenómeno al margen, sino integral en
la sociedad: un fenómeno que afecta a toda una sociedad.
Algunas características acerca de la prostitución a nivel
nacional y global:
El que compra es, en casi todos los casos, un hombre. La
mayoría tiene trabajo fijo, una vida estable y proviene de la clase media o
media alta (2). Lo más común es que tenga entre 30 y 50 años; la mayoría son
casados con hijos (3). Algunos compran sexo por primera vez cuando su mujer
está embarazada. El investigador sueco Jari Kuosmanen, especializado en el tema
de la prostitución, divide a los que compran sexo en tres categorías: el que
compra porque está obsesionado con el sexo; el hombre casado que dice que
compra porque ya no tiene sexo dentro de su matrimonio; y los hombres que no
saben cómo relacionarse con mujeres y que de hecho buscan una relación amorosa
(2). La que vende es, en la mayoría de los casos, una mujer o una niña (4). Se
estima que entre 2 y10 % son hombres o travestis. Hay estudios que demuestran
un crecimiento de varones jóvenes que venden sexo (5). Es común ser muy joven
cuando se entra en la prostitución: la edad más frecuente es 14 años, según
estudios suecos y norteamericanos (6). En partes de Asia, la edad de entrada en
la prostitución es aún menor (7). Esto demuestra que la prostitución es un
fenómeno de género y tiene que analizarse en el contexto de la histórica
opresión de la mujer. Las que entran en la prostitución tienen muchas cosas en
común. La pobreza es un factor; la historia de abuso, otro. Según las
investigadoras Mimi H. Silbert y Ayala M. Pines, 70 % de las prostitutas
entrevistadas han sido víctimas de abuso sexual en la infancia y dicen que fue
un factor importante en su camino hacia la prostitución (8). Buscan una manera
de salir de su hogar, bien sea por abuso, por pobreza o por haber sido
abandonadas o maltratadas por la familia. El estudio más amplio que se ha hecho
hasta hoy de las personas en la prostitución a nivel internacional, fue
realizado en 2003 por un grupo de psicólogos de varios países, dirigido por la
psicóloga norteamericana Melissa Farley. Entrevistaron a 800 personas
prostituidas de 9 países y encontraron que 71 % habían sido víctimas de abuso
físico dentro de la prostitución; 63 % habían sido violadas dentro de la
prostitución; 89 % querían dejar de prostituirse (9).
Estos hechos demuestran que la prostitución significa una
desigualdad enorme en cuanto a:
género (ella mujer, él hombre); edad (ella menor, él mayor);
situación económica (ella más pobre, él más rico); psicológica (ella inestable,
él estable); origen (el de un país más rico que ella).
El crecimiento de la
industria del sexo
Durante los últimos treinta años se ha visto crecer la
prostitución mundialmente, volviéndose una verdadera industria del sexo. Desde
1998, cuando la Organización Internacional del Trabajo (OIT) recomendó, a
través de su oficina asiática, la legalización de la industria del sexo para
que los países pudieran sacar impuestos, varios países eligieron este camino
(Alemania, Países Bajos, Nueva Zelanda, partes de Australia,…). Solo en
Alemania, la industria del sexo generaba seis billones de euros cada año en la
década de los noventa (10). Corporaciones multinacionales han entrado en la
industria del sexo, y en Australia está hasta representado en la bolsa. Y la
mafia entrega la mercancía, las mujeres. La ONU y la OIT estiman que entre dos
y cuatro millones de seres humanos han caído víctimas del tráfico humano (4).
La legalización se efectuó en varios países con argumentos
profeministas: iba a facilitar el estatus legal de las prostitutas y ayudarlas
a obtener un seguro social, pagar impuestos y salir de la estigmatización. Sin
embargo, no ha producido los resultados deseados. Alemania hizo un estudio en
2007 y llegó a la conclusión de que la legalización no había protegido a las
mujeres de la violencia ni mejorado su situación y no había logrado disminuir
los crímenes relacionados con la prostitución (11). Menos de 1 % de las
prostitutas tenían un empleo fijo y 60 % no querían tenerlo en la industria del
sexo, pues querían salir de la prostitución y buscar otro trabajo, si fuera
posible (12).
Mitos y discursos
acerca de la prostitución
La prostitución siempre se ha rodeado de mitos. Toda
sociedad marcada por la prostitución crea su propia justificación para no tener
que enfrentarla. Estos mitos pueden hacer de la prostitución algo banal, como
en los chistes; algo eterno, como en la frase «la profesión más vieja del
mundo»; algo divertido, como «la puta feliz»;
algo romántico, como en la literatura o el cine; algo inevitable, como
en la idea de que «si se prohíbe, solo desaparece de la luz pero sigue igual».
Todos estos mitos rodean la prostitución de una burbuja que
nos impide ver la tragedia que consiste en que un ser humano compra a otro. Un
ser humano reduce a otro ser humano a un objeto, una mercancía: «Te compro.
Existes para satisfacerme a mí.»
En los últimos cien años ha habido un cambio de narrativa, o
más bien una modernización. Como cualquier industria que quiere vender sus
productos tiene que adaptar su publicidad a la época, lo mismo hace la
industria del sexo.
Hace un siglo en Europa la prostitución era común y legal.
Se llamaba en aquel entonces reglamentación. La justificación era que la
prostitución era un fenómeno natural, necesario y biológico. La teoría
elaborada por el higienista francés Parent-Duchâtelet a finales del siglo ix y
el criminólogo italiano Cesare Lombroso a principio del siglo xx, era que el
hombre necesitaba la prostitución. Si el hombre no tenía acceso a las
prostitutas, no se iba a poder controlar, terminaría violando a damas decentes
y derrumbando la civilización y el matrimonio. Parent-Duchâtelet la llamaba «el
modelo del desagüe», con el significado de que al igual que una casa necesita
un sistema de desagüe para mantenerse limpia, la prostitución era el desagüe de
la civilización (13). Las mujeres prostitutas canalizarían todos los deseos
sucios del hombre. En cuanto a la mujer prostituida, se decía que ella era
biológicamente inferior, de otra raza, más débil, menos inteligente que otras
mujeres, que no servía para nada más. Pero, «mientras más cae, más ayuda a la
sociedad», decía Lombroso (14).
Este mito tiene semejanzas con las teorías que se utilizaban
para legitimar la esclavitud y la colonización: a una raza inferior no se tiene
que aportar los mismos derechos.
Era evidente, al principio del siglo xx, que este modelo
había fracasado. El tráfico humano aumentaba cada año. En estaciones de trenes
de las ciudades grandes de Europa, había proxenetas esperando a las jóvenes del
campo que venían a la ciudad para buscar trabajo.
Al comienzo del mismo siglo, los países europeos se vieron
obligados a investigar cuáles eran las causas de este tráfico. La Liga de
Naciones, la predecesora a la ONU, hizo un estudio que concluyó que la
prostitución legal causó el tráfico. A partir de ese instante, país tras país
abandonó la reglamentación. Holanda fue el primer país de hacerlo en 1910 (15).
Después de entonces la prostitución se fue desvaneciendo.
A partir de la década de los ochenta, empezó a crecer otra
vez en Europa. Hoy se ha convertido en una industria global que genera mucha
ganancia y que está vinculada no solo con la pornografía, sino con la mafia y
los traficantes de drogas y armas. Países subdesarrollados ven sus jovencitas
agredidas por la industria del sexo y turistas del sexo del mundo occidental.
En el caso de Tailandia, la gran industria del sexo ha
afectado hasta el concepto de tailandesa, que en el Occidente se ha convertido
en un sinónimo de «mujer prostituida». Lo mismo está pasando con las mujeres
rusas, quienes se conocen en el Medio Oriente como «las Natashas».
Sin embargo, la justificación es diferente. Los tiempos han
cambiado. Ya no se oye hablar de la inferioridad biológica de la prostituta ni
de deseos naturales por parte del hombre.
Ahora tenemos la narrativa de la trabajadora del sexo. «Ella
no es una víctima. ¡Es fuerte! Es una chica moderna, capaz, sabe lo que hace,
vende lo que tiene.» Este mito ha sido fortalecido por la política de Holanda,
cuyo gobierno, al prepararse para la relegalización de la industria del sexo
que se efectuó en 1999, creó varias organizaciones con el fin de transmitir
este mensaje: la prostitución es como un trabajo cualquiera. La industria del
sexo representa alrededor de 5 % del producto nacional (16). Su industria del
sexo es visible en ciudades como Ámsterdam, donde las mujeres se venden en
escaparates. La mayoría de las prostitutas en Holanda no son holandesas, sino
extranjeras. Según un estudio, 80 % de las prostitutas son de otros países de
Europa del Este, África, Asia y América Latina (17).
El discurso de «trabajo sexual» combina los conceptos
modernos y, especialmente, los discursos del movimiento feminista y la lucha de
clases. Según este discurso, hablar de prostitución suena feo, viejo, trágico,
y se sustituye por «trabajo sexual». Este término combina dos conceptos que han
sido esenciales para la lucha de las mujeres: derecho al trabajo y a la
sexualidad libre. En una forma de manipulación muy cínica, se asocia estos dos
términos modernos a la prostitución.
Lo que tiene este mito de particular es que pretende elevar
la figura de la prostituta a un nivel igual. Ya no se dice que es débil: es una
chica como todas, es fuerte, sabe lo que hace. Vende, es empresaria, pero es
muy importante para este mito establecer que no se vende a sí misma. Vende,
pero no se vende. Es la empresaria, no la mercancía.
Pero entonces, ¿cuál es la mercancía? Lo que se ha
transformado en objeto en este discurso, es el cuerpo. Según este mito, ella
vende su cuerpo, como si ella y el cuerpo fueran dos cosas distintas. Como si
el cuerpo hiciera el trabajo mientras ella está detrás contando los billetes.
Como si la boca, el órgano sexual, sus brazos, su vientre y su pecho no fueran
partes de ella.
También se dice «ella vende sexo», como si el sexo fuera un
objeto ajeno: «Mira, te dejo aquí tres kilos de sexo, te mando la factura.» En
realidad, el sexo sigue siendo un acto en el que la persona tiene que estar
físicamente presente.
Testimonios de mujeres prostituidas de varias partes del
mundo tienen algo en común: las mujeres en prostitución hablan de estrategias
de autodefensa.
S., una mujer sueca que estuvo en la prostitución durante
dos años, dice:
Lo que sentí, durante el acto, fui que subí a mi persona a
la cabeza. Desde entonces, entro en otra realidad. Así no sentía que tenía un
cuerpo. No tenía ninguna sensación. Me apagué totalmente. Podían hacer
cualquier cosa con mi cuerpo sin que lo sintiera [18].
E., una mujer francesa, dice:
Siempre hago una distinción. En la cama, siempre hay una
sábana que separa el cliente de lo que es mío. Nunca dejo que se acueste en mis
sábanas. Mis sábanas son mías; ahí duermo, siento mis olores. Esto puede
parecer raro ya que hay contacto entre su piel y la mía. Alguien podría pensar
que mi piel me es más cercana que la sábana, pero no. El cuerpo no es el mismo cuerpo: el cuerpo
que le doy al cliente es otro, no es mío [19].
Sin comunicarse entre sí, mujeres en la prostitución adoptan
estrategias de defensa para no tener que sentir lo que es sexo no deseado. Un
estudio noruego identificó seis estrategias de autodefensa: apagarse (pensar en
otra cosa o tomar drogas/alcohol); establecer fronteras físicas (no dejar que
el cliente la toque en alguna parte, como la boca o los brazos); limitar el
tiempo; esconder su propio ser (usar otro nombre, otro tipo de ropa, no hablar
de su vida personal); engañar al cliente; evitar clientes que te pueden gustar
demasiado (20).
Jorge Barudy, psiquiatra chileno, ha dicho: «La prostitución
es para una sociedad lo que el incesto es para la familia.»
La legislación sueca
Hay un tercer camino que no es legalizar ni ignorar la
prostitución: concentrarse en la demanda. Durante los últimos quince años, el
debate internacional acerca de la prostitución ha empezado a concentrarse cada
vez más en la demanda. Proviene de la percepción de que la prostitución no se
trata de quién vende, sino de quién compra. Es una respuesta diferente a la
cuestión: ¿quién es la prostitución? En vez de contestar, como siempre se había
hecho: la prostituta; este enfoque contesta: el cliente. El cliente es el
origen de la prostitución; su deseo de comprar hace de una mujer una
prostituta. El cliente realmente tiene libre albedrío. Y más importante: el
cliente es el que realmente puede parar la prostitución.
El enfoque en la demanda tiene varias formas, según el país
y la región. En Inglaterra y partes de los Estados Unidos se han establecido
john schools, centros de reeducación del cliente. El programa puede incluir
información sobre las consecuencias de la prostitución, una ponencia de una
persona exprostituida, riesgos de VIH y discusión sobre igualdad entre hombre y
mujer (21).
En 1999 Suecia fue el primer país del mundo en adoptar una
ley contra la compra del sexo. Esta ley fue el resultado de una lucha de
treinta años del movimiento feminista. Se basa en la idea de que la
prostitución es incompatible con la igualdad de género. Castiga al cliente,
quien paga una multa o puede ir a la cárcel, mientras a la prostituta no se
castiga.
Catorce años después, esta ley ha sido muy eficaz para
reducir la demanda. Ha reducido el número de hombres que pagan por sexo de 1/8
a 1/13, según la investigación estatal. En Alemania, el número de hombres que
compran sexo es de alrededor de 1/4 (22).
Mientras una minoría de los suecos estaba de acuerdo con la
ley anteriormente, hoy 80 % de la población está de acuerdo. La ley ha logrado
cambiar las normas de la sociedad: comprar sexo no es un derecho.
No es solo el efecto de la ley en sí: también se ha hecho un
trabajo enorme para informar al público y educar a la policía. Se han
establecido tres centros de acogida y ayuda para las personas prostituidas.
Centros de acogida existen en Estocolmo, Gotemburgo y Malmö; ofrecen servicios
gratuitos de terapia, comadrona, ginecóloga y apoyo social. Nadie obliga a las
personas prostituidas a acudir al centro. No se trata de reeducar, sino de
ofrecer el servicio que la mujer necesita. Dejar la prostitución tiene que ser
decisión propia.
Desde 1999, Noruega e Islanda han adoptado leyes parecidas,
y se debate hoy en Francia y en Alemania.
Conclusiones
La prostitución se basa en la desigualdad de deseo: una
persona que quiere, otra persona que no quiere. Detrás hay pobreza, desigualdad
de género y generalmente una historia de abuso o abandono. La industria del
sexo ha crecido en los últimos treinta años; se ha comercializado y ha tenido
que acudir a la esclavitud para satisfacer la demanda. La legalización no ha
logrado poner fin a la esclavitud ni proteger a las mujeres de violencia. La
justificación contemporánea de la prostitución se basa en el concepto «trabajo
sexual». El cuerpo se ha transformado en mercancía.
Para poder sobrevivir en la prostitución, la prostituta
desarrolla muchas veces estrategias de autodefensa. Estas estrategias conducen
a la alienación del ser humano. Concentrarse en la demanda es la manera más
eficaz de reducir la prostitución. La prostitución no es compatible con una
vida digna y una sexualidad libre y mutua.
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FECHA DE RECEPCIÓN DE ORIGINAL: 15 de noviembre de 2013
FECHA DE APROBACIÓN PARA SU PUBLICACIÓN: 24 de febrero de
2014
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