PROSTITUTAS SÍ. DESAPARECIDAS NO.
Estudio empírico sobre percepciones de género en torno a la
prostitución y la trata de mujeres para explotación sexual en Buenos Aires
Rocío Belén Oliva*, Mariela Elizari**, Irene Cristina
Arnold*** y Nancy Iocca****
* Licenciada en Trabajo Social. Estudiante de la Maestría en
Estudios de Familia. Universidad Nacional de San Martín- Buenos Aires. Autora
principal. Correo-e: rociobelen000@yahoo.com.ar
** Licenciada en Trabajo Social. Estudiante de la Maestría
en Estudios de Familia. Universidad Nacional de San Martín- Buenos Aires.
Correo-e: marielaelizari@yahoo.com.ar
*** Licenciada en Trabajo Social. Estudiante de la Maestría
en Estudios de Familia. Universidad Nacional de San Martín- Buenos Aires.
Correo-e: irenecristinaarnold@yahoo.com.ar
**** Licenciada en Ciencias de la Educación. Estudiante de
la Maestría en Estudios de Familia. Universidad Nacional de San Martín- Buenos
Aires.
Correo-e: nancyiocca@yahoo.com.ar
Resumen
El presente artículo presenta los
resultados de una investigación exploratoria y empírica realizada en la ciudad
de Buenos Aires, Argentina, que exploró las representaciones sociales de
hombres y mujeres respecto de la prostitución y la trata de mujeres y niñas con
fines de explotación sexual. La investigación comenzó antes de la sanción de la
Ley 26.364 para reprimir la trata de personas en ese país, en 2007 y finalizó,
luego de sancionada la misma en 2008. El marco de este trabajo comprende la
discusión abolicionista y reglamentarista sobre la prostitución, y el debate de
derechos humanos y de crimen organizado, de la trata de mujeres y niñas para
explotación sexual. Ambos debates informan la discusión internacional sobre
estos temas, al igual que la Ley
26.364 y los actuales proyectos
de ley para reformar la misma en la Argentina. El análisis del material
empírico recogido fue cuantitativo, cualitativo y de género, pionero en la
Argentina. Encontrando, entre otras cosas, que en el imaginario de hombres y
mujeres la “trata de personas” es considerada un delito a diferencia de la
“prostitución” que es aceptada y naturalizada, y la falta de asociación en
dichas representaciones, entre ambos fenómenos. La metodología empleada
corresponde a la investigación feminista, la cual permitió utilizar la
entrevista y su cuestionario como facilitadores de la toma de conciencia por
parte de las personas entrevistadas de la asociación entre ambos fenómenos, y
la conceptualización de éstos como violencia de género contra las mujeres y
violaciones a los derechos humanos. palabras clave: Trata de personas con fines
de explotación sexual, prostitución, representaciones sociales, violencia de
género, derechos humanos, investigación feminista, abolicionismo,
reglamentarismo.
Introducción
En Argentina, si bien no existen
cifras exactas estiman que “hay más de 600 niñas y mujeres desaparecidas por
las redes de trata para prostitución y que hay más de dos mil víctimas
rescatadas de los diferentes procedimientos que se hicieron después de la
sanción de la Ley de trata” (Ávila, 2011, entrevista Tuñez). Es decir, que
estas mujeres y niñas desaparecidas lo habrían sido como resultado de la trata
de personas, interna e internacional, para explotación sexual de mujeres y
niñas (en adelante prostitución y trata respectivamente).
Por trata de personas se entenderá la captación, el transporte, el
traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al
uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño al
abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o
recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona
que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación, incluyendo la
explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual
(Protocolo de Palermo, 2000).
El informe elaborado por la
Organización Internacional de Migraciones comparando la trata en Argentina,
Chile y Uruguay (OIM, 2006) fue el puntapié inicial para la visibilización de
la magnitud de la trata de mujeres en este país, y conocer esta información nos
movilizó a estudiar esta temática.
El problema de la trata tiene su historia
conocida como Trata de blancas, nombre que se origina a finales del siglo XIX
con mujeres de raza blanca europeas que eran trasladadas de su lugar de origen
para ser posteriormente forzadas a la prostitución y explotadas sexualmente.
Sin embargo, en la actualidad, el término sirve para denominar la trata de
personas sin importar la edad, género o raza.
Actualmente, en el contexto de sociedades
globalizadas, la trata de personas para explotación sexual es un fenómeno de
gran magnitud. La trata de personas con fines de explotación sexual es una
forma de crimen organizado transnacional, con innumerables ganancias que
recauda anualmente alrededor de 32 000 millones de dólares, ocupa el tercer
lugar en importancia, luego del trafico de armas y drogas, y funciona con la
complicidad y/o participación de estructuras y agentes del Estado (OIT, 2005
citado en OIM, 2006). La trata de personas incluye a hombres, mujeres, niños y
niñas, pero según Naciones Unidas el 80% corresponde a mujeres explotadas
sexualmente, y el 50% de este porcentaje corresponde a menores menores (OIM,
2006, 5). En Argentina, se estima que el 90% de las personas tratadas son mujeres
con fines de explotación sexual (OIM, 2006, 5), y participan directa o
indirectamente en este negocio cerca de 500000 personas (OIM, 2006, 5). En
América Latina aproximadamente 2 000 000 de niños, niñas y adolescentes fueron
víctimas de la explotación sexual y laboral dentro y fuera de sus países de
origen. Específicamente, en la Triple Frontera (zona geográfica donde confluyen
Argentina, Brasil y Paraguay), al menos 3500 niños, niñas y adolescentes
habrían sido víctimas de explotación (OIM, 2006, 5).
En este país, al igual que en el
resto del mundo (Cacho, 2010) la captación de mujeres y niñas utiliza
principalmente las técnicas del engaño y el abuso de una situación de
vulnerabilidad social, las condiciones de explotación se sustentan en la
retención de documentos, el encierro o las amenazas. Por lo general, las
migrantes tratadas, que tratan de escapar de la discriminación y la pobreza
para mejorar sus condiciones de vida y las de sus familias, son engañadas con
promesas de trabajo, que las personas tratantes explotan mediante embaucos,
prometiendo trabajos bien remunerado, alejándolas de sus lugares de origen y
haciéndose cargo de los preparativos y los costos del viaje, para luego
endeudarlas con el reembolso de dichos gastos incurridos (OIM, 2006, 10). En
otros casos, las redes de trata utilizan directamente el secuestro, tal es el
caso en Argentina (Tucumán) de la desaparición de Marita Verón (Trimarco,
2008). En ambos supuestos, engaño o secuestro, las mujeres se percatan de que
son víctimas de trata una vez llegadas a destino. En ese momento se encuentran
absolutamente desvalidas, alejadas de sus familias, carentes de dinero,
desprovistas de recursos para hacer frente a esta situación y traumatizadas por
el engaño o por el secuestro. En una primera etapa, son sometidas a violencia
física y violaciones sexuales sistemáticas, incluyendo la utilización de
drogas, todo ello para someterlas. A este proceso se le denomina ablande
(Cacho, 2010, 25).
Las mujeres y niñas víctimas de
trata son blanco de la violencia psicológica, física y sexual de los tratantes,
proxenetas, dueños de burdeles, clientes, etc., lo que provoca depresión, baja
autoestima, intentos de suicidio y la incapacidad de mantener relaciones
saludables (Barea, 2007; Sánchez, 2011). Las consecuencias para las víctimas
menores de edad pueden ser más agudas todavía y causar un freno a su emocional.
Numerosos estudios han comparado los impactos psicológicos de la prostitución
con aquellos que presentan los veteranos de guerra (Barea, 2007; MacKinnon,
2011).
Muchas víctimas de la trata son
encerradas físicamente con candados, rejas o controladas por guardias, en tanto
que otras indicaron haber sido golpeadas con barras de hierro por rechazar a
clientes, intentar escapar o causar problemas (OIM, 2006, 92). En su mayoría,
son forzadas a consumir drogas y bebidas alcohólicas, lo que trae aparejado que
luego se vuelvan adictas (OIM, 2006, p. 92).
Entendemos por prostitución la venta de servicios
sexuales a cambio de dinero u otra retribución. Una persona que vende o es
obligada a vender servicios sexuales es considerada una prostituta o un
prostituto. La mayoría de las personas que la ejercen son mujeres, pero existen
también, en número inferior, travestis, hombres, niños y niñas que ejercen la
prostitución, en la abrumadora mayoría, con otros hombres.
En el presente trabajo, al hablar
de prostitución nos referimos
puntualmente a la explotación comercial sexual, a la consideración del cuerpo
como una mercancía plausible de ser canjeada por dinero. El término proviene
del latín prostituere, que significa “exhibir para la venta”. La prostitución
es una institución del patriarcado y su sistema sexo-género, que históricamente
consagra la desigualdad entre varones y mujeres. Es una práctica constitutiva
de la política sexual patriarcal.
Una definición de patriarcado dice que se trata de un
sistema de relaciones sociales sexo-políticas basadas en diferentes
instituciones públicas y privadas y en la solidaridad interclases e intragénero
instaurado por los varones, quienes como grupo social y en forma individual y
colectiva, oprimen a las mujeres también en forma individual y colectiva y se
apropian de su fuerza productiva y reproductiva, de sus cuerpos y sus
productos, ya sea con medios pacíficos o mediante el uso de la violencia. Los
estudios feministas sobre el patriarcado, y la constatación de que se trata de
una construcción histórica y social, señalan las posibilidades de cambiarlo por
un modelo social justo e igualitario (Fontenla, 2004).
Los sistemas de dominación
utilizan la violencia para controlar cuerpos y subjetividades, y la
prostitución es uno de estos mecanismos del patriarcado para la apropiación del
cuerpo de las mujeres y su puesta al servicio de los varones y de las
instituciones (Gamba et ál., 2009, 272).
La prostitución y la trata forman
parte de los delitos más controversiales, complejos y escabrosos en cuanto a
las relaciones entre varones y mujeres se refiere. Desde una perspectiva de
género, es innegable la relación entre ambos fenómenos con la violencia de
género, la mayoría de las prostitutas y víctimas de trata son mujeres, y la
mayoría de los tratantes, proxenetas y, por supuesto, los clientes, son
hombres.
Se entiende por violencia de género1, todo acto de
violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener
como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la
mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación
arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la
vida privada, e incluida la violencia doméstica, los delitos cometidos por
cuestiones de honor, los crímenes pasionales, las prácticas tradicionales
nocivas para la mujer, incluida la mutilación genital femenina y el matrimonio
forzado.
Es en la explotación sexual donde
el patriarcado llega a su máxima expresión y a su combinación perfecta con la
sociedad capitalista, existencia de una doble dominación, explotación del
hombre hacia la mujer por un lado, en su carácter de género (por ser mujer) y
por el otro, en su carácter de clase (por encontrarse en situación de
vulnerabilidad social y económica).
El género es un elemento
constitutivo de las relaciones sociales basadas en las diferencias que se
perciben entre los sexos, y es una manera primaria de significar las relaciones
de poder. El género es un campo en el cual, o a través del cual, se articula y
distribuye el poder como control diferenciado sobre el acceso a los recursos
materiales y simbólicos. Por ello el género está involucrado en la construcción
misma del poder (Scoot, 1993). La prostitución supone entre otras cosas una
forma extrema de violencia de género, ya que tiende a reforzar y perpetuar la
desigualdad entre los sexos, la opresión de las mujeres a nivel mundial, y una
forma grosera de violación a los derechos humanos, pues muestra el fracaso de
los Estados en proteger la vida, la libertad y la integridad psicofísica de las
mujeres.
Como mencionamos más arriba, uno
de los factores que hacen a las mujeres vulnerables a ser engañadas por los
tratantes es la pobreza. Es la misma pobreza la que empuja a muchas mujeres a
prostituirse por sí mismas. Según Naciones Unidas, el 80% de las personas
pobres del mundo son mujeres (OIT, 2005, citada en OIM, 2006), y la situación
de pobreza y vulnerabilidad se ha incrementado en las últimas décadas con la
aplicación de las políticas de ajuste estructural y neoliberalismo, que han
llevado a la denominada feminización de
las migraciones, donde muchas veces las mujeres migrantes son víctimas de
trata para explotación sexual (Sassen, 2002) o emigran para trabajar en prostitución (Maqueda,
2011).
La trata de personas para
explotación sexual es una forma de
esclavitud moderna, y en cuanto a la prostitución, generalmente se pone el
énfasis en la oferta de servicio sexual, haciendo referencia a que proviene de
sectores marginales, de mujeres discriminadas por su baja condición social y
educativa. En cambio, poco se dice de la demanda,
de los compradores, de los clientes, usuarios de la prostitución, es decir de los prostituyentes,
quienes hacen posible que se siga comerciando el cuerpo de las mujeres, y que
por lo tanto, existan tanto la prostitución como la trata. Se considera como
hallazgo del presente trabajo de investigación el dar cuenta de que la
prostitución está naturalizada dentro del marco de las representaciones
sociales del universo entrevistado (Prostitución sí), mientras que la trata de
personas con fines de explotación sexual es considerada un delito
(Desaparecidas no). Cabe aclarar que al mencionar mujeres desaparecidas se hace
referencia a mujeres víctima de trata para explotación sexual.
Este trabajo, que comenzó
indagando sobre las representaciones sociales y culturales en hombres y
mujeres, respecto de la trata y su relación con la prostitución, obtuvo como
resultado agregado e inesperado información sobre los clientes de prostitución.
Aquí presentamos los hallazgos de nuestra investigación que estimamos es pionera2
dentro de los estudios realizados en Argentina sobre la problemática de la
trata de personas y su relación con la prostitución. Recién en el año 2011 fue
publicado un trabajo similar al nuestro, en cuanto a sus objetivos y
metodología empleada, entrevistas narrativas, que da cuenta de las experiencias
de hombres que pagan por sexo en Buenos Aires (Chetjer, 2011). Por otra parte,
este trabajo se encuentran en sintonía con los hallazgos de otros estudios, por
ejemplo, aquellos conducidos en Francia en 2002, mediante cuestionarios
anónimos distribuidos por correo postal e Internet a hombres y mujeres, que
indagaron los prejuicios que sostienen los clientes respecto del consumo de
prostitución (citado en Volnovich, 2006, 12).
Este artículo está conformado por
cuatro grandes partes: 1) el marco teórico que utilizamos para analizar el
material empírico recogido durante nuestro trabajo de campo; 2) la metodología,
técnicas de investigación y características de la muestra utilizada, usados
durante nuestra investigación; 3) Resultados hallados y análisis y 4) conclusión.
Las putas. Alfonso Melo |
- Marco teórico
En este trabajo se ha realizado
una revisión del material existente sobre el tema, se recabó información al
respecto y, con el resultado, se intenta contribuir al cuerpo de documentos e
investigaciones existentes en materia de prostitución y trata de personas para
fines de explotación sexual. La revisión de literatura incluyó instrumentos
jurídicos, como las recomendaciones de la relatora especial sobre los Derechos
Humanos de las Víctimas de Trata de Personas, especialmente mujeres y niños de
Naciones Unidas, las convenciones internacionales contra la trata de 1949 y el
Protocolo de Palermo sobre la Lucha contra el Crimen Organizado, del año 2000;
la Ley 26.364 de Represión de la Trata de Personas sancionada en la Argentina
en 2008; informes de investigaciones exploratorias como el de la Organización
Internacional para las Migraciones; investigaciones sociológicas, psicológicas
y periodísticas que abordan el tema de la prostitución y de la trata (Raymond,
2002; Chejter, 2001, 2011; Volnovich, 2009; Cacho, 2010); testimonios de
víctimas de prostitución forzada y de trata, la novela Vidas Robadas3 proyectada en la televisión argentina durante el año
2007 e informes distribuidos por la Red No a la Trata (años 2006 a 2008), entre
otros.
El marco teórico elaborado
comprende la conceptualización de prostitución
y de trata como formas de violencia
de género, los contenidos más importantes de los instrumentos jurídicos
mencionados y el debate que gira en torno de ambas problemáticas en el mundo y,
especialmente, en Argentina. En este sentido, por una parte, el debate en
relación con la prostitución que la
considera un trabajo y por lo tanto
debe ser reglamentado
(reglamentarista)4, en tanto que otra parte de dicha discusión considera a la
misma, una forma de violencia y aboga por la abolición de la misma
(abolicionismo)5. En tanto que, en relación con la legislación que se sanciona
para combatir la trata, se plantea la discusión de considerar la misma como un delito del crimen organizado (Convención
y Protocolo para la Represión del Crimen Organizado, de Palermo, 2002) o como
una violación a los derechos humanos (Convenio para la Represión de la Trata de
Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena de 1949).
1.1. Prostitución
Respecto de la prostitución existen dos modelos
teóricos enfrentados de igualdad de género. El primer modelo propone que toda
prostitución de la mujer se debe ver como una violación de los derechos de la
mujer y como una forma de violencia contra ella (Raymond, 2002). Este modelo es
acogido por la corriente abolicionista
respecto de la prostitución, corriente a la cual adhirió la Argentina al
ratificar la Convención contra la Trata de 1949 y sancionar la ley 12.331, de Profilaxis, que pena al proxenetismo y
prohíbe en el país el establecimiento de lugares donde se ejerza la
prostitución o se incite a ella.
Este modelo mantiene que
normalizando la prostitución –como un trabajo sexual– o legalizándola de alguna
manera, se legaliza la esclavitud sexual y la desigualdad de género. Para
quienes sostienen estas ideas, la defensa de los derechos de la mujer
prostituta, significa perseguir a quienes las explotan: proxenetas y clientes y
proveedores de servicios sexuales. Como sostiene Sánchez (2011), hay que
facilitar a las mujeres no solo condones, sino alternativas a la prostitución.
El segundo modelo mantiene que la prostitución
es una forma de igualdad de género y promueve el derecho de la mujer a ser
independiente y decidir qué quiere hacer con su cuerpo. Este modelo se halla
presente en la corriente reglamentarista que sostiene que la forma de proteger
a las mujeres es mejorar sus condiciones de trabajo, ya que mantiene que la
prostitución es trabajo sexual y que las mujeres deberían ser libres de
convertirse en jefas, (el equivalente a proxenetas en la prostitución ilegal).
Su mensaje se centra en enseñar a las mujeres a utilizar el condón, pero se
abstiene de sugerir cómo crear un futuro diferente para ellas mismas (Raymond,
2002).
La contradicción de este segundo
modelo, donde la prostitución es vista como un trabajo, es la admisión de que
las mujeres en este ámbito “todavía necesitan ser protegidas de los abusos y
violencia de la industria del sexo”. Los defensores de este modelo de supuesta igualdad de género están bien enterados
de los peligros de la prostitución legal (MacKinnon, 2011).
Por otro lado, numerosas
estadísticas muestran que la edad promedio de ingreso en la prostitución es
entre los 13 y los 15 años, y siempre como resultado de una constricción
(pobreza, violencia familiar, venta por parte de algún familiar) y, por lo
tanto, no cabría hablar de voluntad o de libre elección (Chetjer, 2001;
O’Connor y Healy, 2006; Cacho, 2010).
Al igual que la corriente
abolicionista se considera en este trabajo que el “cliente”, “proxeneta”
siempre comete una injusticia, porque reduce a la mujer a la categoría de bien
de consumo, ignorando y dañando su condición humana. Por otro lado, siguiendo
esta línea, el hecho de que una situación de abuso o explotación aparezca en apariencia
como “elegida”, no modifica su naturaleza ni su condición de violación de los
derechos humanos, puesto que “nadie puede admitir su propia victimización”
(IDDH, 2004). La diferencia esencial entre estos dos modelos de “igualdad de
género”, entre el abolicionismo y el reglamentarismo, es que la admisión de la
prostitución como un simple “trabajo” ayuda a mantener a las mujeres dentro de
la actividad. La visión de la prostitución como una “violación de los derechos
humanos de la mujer”, facilita la salida de la mujer de ella (Raymond, 2002).
1.2. Trata de mujeres y niñas con fines de
explotación sexual
Entre los instrumentos
internacionales que sirven de marco para luchar contra la trata de personas con
fines de explotación, especialmente mujeres y niñas, se encuentran: la
Declaración Universal de Derechos Humanos que señala en el artículo 1. o:
“todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos...”. El
artículo 2. o advierte que “toda persona tiene los derechos y libertades
proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo,
idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional
o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición...”.
Asimismo, el artículo 3. o
precisa que “todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la
seguridad de su persona”, mientras que el artículo 4. o establece que “nadie
estará sometido a esclavitud ni a servidumbre dumbre; la esclavitud y la trata
de esclavos están prohibidas en todas sus formas”.
El Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la
Explotación de la Prostitución Ajena, de 1949 fue el primer tratado
internacional para combatir estos fenómenos. Los Estados signatarios acordaron
castigar a los traficantes, a los dueños ilegales de casas de prostitución y a
sus cómplices y también se comprometieron a proteger y repatriar con seguridad
a las víctimas del tráfico. Esta convención adjudica carácter delictivo al
tráfico del sexo y a los actos relacionados con la explotación de la
prostitución ajena, pero en virtud de la debilidad de los mecanismos de
vigilancia y de que solo ha sido adoptada por 69 países, no ha sido eficaz
(Coomaraswamy, 2000). La convención también carece de disposiciones relativas a
formas de explotación que no se habían generalizado en 1949, a saber, las
industrias de las esposas encargadas por correo, el turismo del sexo y el
tráfico de órganos.
En la Argentina, antes de la
promulgación de la Ley 26.364, de represión del Delito de Trata y Tráfico de
Personas existía tipificado en el Código Penal el delito de reducción a
servidumbre (art. 140 CP), que consiste en someter a alguien a la voluntad de
otro. También se halla tipificado el delito de –promoción de la prostitución
ajena– (art. 127 bis CP), con escasísimas condenas y muchas sospechas de
complicidad policial e infracciones migratorias y laborales (Código Penal
Argentino).
La Ley 26.364 –Prevención y
Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus Víctimas– sancionada por el
Congreso de la República Argentina el 9 de abril de 2008 y que entró en vigor
el 29 de abril del mismo año modifica el Código Penal, tipificando el delito.
Esta ley recogió su definición del Protocolo de Palermo (Protocolo para
Prevenir, Reprimir, Sancionar la Trata de Personas, especialmente mujeres y
niños, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la
Delincuencia Organizada Trasnacional). Lamentablemente, la ley no siguió los
postulados de la Convención Internacional contra la Trata de 1949, que
justamente al ser un instrumento de derechos humanos, no exigía de la víctima
mayor de 18 años demostrar que no había dado su consentimiento para ser
explotada. Durante 2011, se han propuesto proyectos para modificar dicha ley
con vistas a dar protección a las víctimas de trata mayores de edad
En relación con lo antes
expuesto, en 2010 la Relatora Especial sobre los Derechos Humanos de las
Víctimas de Trata de Personas, especialmente Mujeres y niños, Joy Ngozi Ezeilo
realizó una visita oficial a Argentina invitada por el gobierno de ese país
(Ezeilo, 2010). El propósito de la misión fue conocer la estructura legislativa
e institucional, las políticas gubernamentales implementadas en relación con la
lucha contra la trata de personas, así como los desafíos que quedaban por
delante. Al respecto, la Relatora, efectuó una serie de recomendaciones al
gobierno argentino, entre ellas, aprobar las reformas a la Ley 26.364
formuladas por organizaciones sociales y algunas(os) legisladores(as) para
garantizar sanciones más estrictas contra los tratantes y eliminar el requisito
del consentimiento y la distinción por motivos de edad, destinar recursos
suficientes a las oficinas que se encargan de la lucha para que así se
garantice que las medidas de protección y asistencia se lleven a cabo.
En su informe, la Relatora
sugirió al gobierno argentino que promueva la reinserción integral, social y
laboral, y la rehabilitación psicológica de las víctimas en pleno
reconocimiento de sus derechos humanos. Para ello, la Relatora exige que los
programas de asistencia estén a disposición de la ciudadanía en todo el país, y
no solo en la ciudad de Buenos Aires, llegando a las víctimas directas y a las
potenciales víctimas, sin ningún tipo de discriminación. Recomienda también establecer
un organismo central federal para mejorar la coordinación entre las oficinas y
unidades creadas para combatir la trata; asignar presupuesto adecuado
incluyendo el apoyo financiero a los organismos de la sociedad civil, así como
un fondo especial para la indemnización de las víctimas. La Relatora recomendó
también tolerancia cero respecto de la corrupción, para que los agentes del
Estado involucrados en el delito de trata y sugirió fortalecer la cooperación
con los países vecinos (Ezeilo, 2010).
Las putas de Goya. Roberto García Márquez |
- METODOLOGÍA Y TÉCNICA DE INVESTIGACIÓN
Partiendo desde la perspectiva
que tanto la prostitución como la trata de mujeres y niñas para explotación
sexual constituyen formas de violencia de género contra las mujeres, y formas
de violaciones a los derechos humanos (Plataforma de Acción de Beijing, 1995;
CEDAW, 1979), decidimos efectuar una investigación
feminista, puesto que sus principios combinan la búsqueda de cambios de las
estructuras de opresión (incluyendo las basadas en el género) y utiliza como
técnica el conscious raising, es decir el facilitar la toma de conciencia de
las personas entrevistadas por medio de la entrevista (Stacey, 1992; Cancian,
1992; Fenow & Cook 1991).
Entrevistamos un total de 190
personas de ambos sexos, sin reclamar representatividad ni generalizar los
resultados para la sociedad de Buenos Aires en su conjunto. Para ello,
indagamos representaciones sociales que existen en la sociedad porteña acerca
de la prostitución y de la utilización de servicios sexuales; buscamos
verificar si las personas entrevistadas relacionaban la existencia de la
explotación de la prostitución ajena, bajo el rótulo de prostitución, con la
desaparición de niñas y mujeres jóvenes en la vía pública, en sus barrios,
etc., en el fenómeno de la trata. A su vez, buscamos identificar las
diferencias por género en las representaciones halladas, al igual que las
diferencias en las percepciones y representaciones sociales entre un año y otro
de la muestra, a fin de identificar si había existido alguna variación en el conocimiento
de hombres y mujeres sobre la temática de la trata y en su interés sobre la
misma.
Llevamos a cabo nuestro trabajo
de campo en la ciudad de Buenos Aires, Argentina en dos etapas. La primera
parte, la condujimos durante el primer semestre del año 2007, en tanto que
llevamos a cabo la segunda parte de la recogida de entrevistas en los últimos
meses del año 2008. Elegimos estos períodos por dos razones; primero, porque en
los últimos meses de 2007 el tema de la trata de personas con fines de explotación
sexual había cobrado más relevancia por la discusión parlamentaria sobre el
proyecto de ley para sancionar la trata, y fue más visibilizado por los medios
masivos de comunicación.
La muestra total comprende 190
personas, 113 mujeres y 77 hombres de diversas edades (entre 16 y 60 años de
edad), mayoritariamente de clase media, de raza blanca, con escolaridad
promedio en nivel secundario completo, todas ellas residentes en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, Argentina, y elegidas al azar. En 2007 entrevistamos
a 90 personas (50 mujeres y 40 hombres), y en 2008 entrevistamos a 100
personas, 63 mujeres y 37 hombres. Las edades de las mujeres oscilan entre los
16 y los 65. La franja etárea que comprende de 21 a 30 años y la de 41 a 50
años fue la más encuestada. Las edades de los hombres oscilan entre los 16 y
los 65 años. La franja entre los 31 a 40 años se encuentra sobrerepresentada en
la muestra. En su mayoría, las mujeres presentan algún tipo de instrucción o
nivel educativo siendo empleadas, administrativas, profesionales, estudiantes,
docentes y amas de casa, en tanto que los hombres trabajan como empleados,
profesionales y estudiantes. Si bien no se especificó el nivel educativo de las
personas entrevistadas, inferimos por sus ocupaciones que no hubo analfabetos,
ni desocupados. Tanto hombres como mujeres pertenecen a estratos medios y ello
es consecuencia directa del círculo social de quienes llevamos a cabo la
elección de las personas por entrevistar y condujimos las entrevistas.
El método de investigación que
utilizamos fue en ambos estudios la administración de Cuestionarios Semiestructurado y Anónimos, que permitieron en
muchos casos más de una respuesta a una misma pregunta. Algunas de las
entrevistas se recolectaron vía Internet especialmente en el año 2008, y en
todos los casos se contactó a personas conocidas y no conocidas por las
autoras. Decidimos confeccionar dos cuestionarios con preguntas que permitían
finales abiertos; el Cuestionario N° 1,
referido a la prostitución y el Cuestionario
N° 2, respecto de la trata. Después de realizar la recolección de la
información, procedimos a la sistematización de los datos, analizamos
cuantitativamente y cualitativamente los mismos, comparamos las respuestas
entre géneros y entre años, extrayendo las conclusiones que presentamos en la
antepenúltima parte de este artículo. Los ejes temáticos trabajados son:
En relación con la prostitución:
¿Cómo es considerada la prostitución? ¿Consideran que es un “trabajo” como
cualquier otro? ¿Por qué los hombres recurren a prostitutas? ¿Es una práctica
común? ¿Qué diferencia hay entre la prostitución callejera y la ejercida en un
prostíbulo?
En relación con la trata: ¿Cuál
es el conocimiento que tienen hombres y mujeres sobre este tema? ¿Consideran
que hay alguna relación entre trata y prostitución?
Por su parte, en las encuestas
realizadas en 2008 incluimos algunas preguntas relativas a la Ley de Trata de
Personas y una novela de televisión que trató la temática (Vidas Robadas)
durante 2007, con el objetivo de observar si a partir de esta y otras
exposiciones mediáticas (como noticias en diarios de tirada nacional como La
Nación, Pagina 12, Clarín, etc.) las personas personas entrevistadas se
mostraban más interesadas en la temática en cuestión.
Nos pareció sumamente
significativo después de preguntar sobre la prostitución, sugerir a la persona
entrevistada que la prostitución podría estar relacionada con la trata, y
preguntarle si alguna vez había pensado en esa posibilidad, dándole así el
espacio y la oportunidad para que pudiera pensarlo en el encuentro de la
entrevista.
- RESULTADOS HALLADOS Y ANÁLISIS
En esta sección presentamos los
resultados hallados en nuestro trabajo de campo y el análisis de las 190
entrevistas tomadas entre 2007 y 2008. Comenzamos presentando las impresiones iniciales
observadas en las personas entrevistadas, para luego pasar al análisis del
material, dividido este en tres partes, a) análisis del año 2007, b) análisis
del año 2008 y, c) comparación entre los análisis de los años 2007 y 2008.
En primer lugar, las mujeres
mayores, comprendidas en la franja etárea de “adultas mayores”, se mostraron
reacias a contestar en un primer momento, con dificultad para hablar del tema.
Esto no ocurrió en la mayoría de los varones entrevistados y por lo tanto,
consideramos de importancia mencionar la reacción de las adultas mayores. Las
personas entrevistadas adolescentes y a adultos(as) no presentaron dificultad
alguna a la hora de contestar los cuestionarios empleados. Sin embargo, en las
primeras respuestas de los hombres al contestar el Cuestionario N. o 1,
respecto de su contacto con prostitutas, se evidenciaron dificultades como
“timidez”, “temor” y/o “vergüenza”.
En ambos sexos se observó que al
comenzar la entrevista no imaginaron que la encuesta devendría en un
cuestionario sobre la problemática de la trata de personas. El Cuestionario N.
o 2, permitió a las personas encuestadas relacionar el origen de las preguntas,
desembocando en el interrogante que fue el objetivo de este trabajo, es decir,
la vinculación Prostitución = Trata de
personas y, las representaciones sociales acerca de dicha problemática.
3.1. Análisis año 2007
Del total de 50 hombres y 40
mujeres encuestados(as) durante 2007, el 100% de los hombres afirmaron haber
tenido en algún momento contacto con prostitutas y solo el 50% de las mujeres
encuestadas afirmó conocer algún hombre que estuvo con prostitutas. Las
respuestas de los varones nos sorprendieron, probablemente porque se trataba de
nuestros conocidos, amigos, etc., de quienes no pensamos, al diseñar la
investigación, podían ser usuarios de prostitución.
Es interesante señalar que la
práctica de la prostitución está absolutamente naturalizada, aun entre los
varones y mujeres adolescentes. Si bien hay estudios que muestran que en la
actualidad la gran mayoría de los jóvenes no se inician sexualmente con
prostitutas, sino con amigas, novias, compañeras ocasionales, esta práctica
aparece totalmente aceptada por las personas entrevistadas adolescentes (tanto
por chicas como por varones) cuando no hay novias o amigas que accedan a tener
sexo. Así, las chicas manifestaron que “está bien que los varones vayan ‘de
putas’ ya que tienen otras necesidades”.
Con base en las respuestas
obtenidas se observó que ya sea por “necesidad” y/o “placer” (según sus propias
palabras), los hombres tienen o tuvieron contactos con prostitutas.
Consideramos que esto se refiere estrictamente a la dominación de un sexo
(varón) sobre el otro (mujer), considerado por parte de los hombres como “placer”
por medio de un contacto sexual que solo pueden obtener pagando por el mismo,
contribuyendo así al ejercicio de la prostitución. Scott (1988) sostiene que el
género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales, basado en la
percepción de las diferencias entre los sexos, y que el mismo es una forma
esencial de dar sentido a las relaciones de poder. Siguiendo ese concepto,
vemos que las entrevistas recogidas señalan una relación de poder del sexo
masculino sobre el sexo femenino, la mayoría de los hombres paga por
“satisfacción sexual” y bajo la lógica patriarcal ejerce dominación masculina
sobre la femenina.
En el momento de realizar la
pregunta acerca de si la prostitución es un “trabajo como cualquier otro”,
agregamos a la misma el pedido de que dieran las razones de su respuesta. De
allí obtuvimos que la mayor parte de los encuestados(as), específicamente el
76%, piensa “que no es un trabajo como cualquier otro”, y a continuación
transcribimos los comentarios al respecto: – “No porque supongo que no existe
placer al ejercer” (mujer, 50 años de edad).
– “No, no es un trabajo como
cualquier otro, porque no tiene obra social (varón, 32 años).
– “¡No! porque están mas expuestas a riesgos
estando en la calle” (varón, 28 años).
– “Es más riesgoso que otro
trabajo” (varón, 33 años).
– “No hay a quien reclamar en la calle, no es
como un empleado y un empleador, por eso me parece que es más riesgoso” (varón,
27 años).
– “Existe abuso de poder por
parte de quienes regentean a las mujeres, no hay posibilidades de pensar en
derechos/obligaciones del trabajador/ empleados” (mujer, 32 años de edad).
De las ilustraciones citadas
también se puede observar que las personas entrevistadas consideran que la
prostitución no es un “trabajo como cualquier otro” debido a que es riesgoso, y
denigrante para quien lo ejerce. Al respecto, recibimos comentarios, tales
como: “No es un trabajo como cualquier otro, es mucho el riesgo y la
denigración de la persona” (mujer, 35 años de edad).
Todas las personas entrevistadas
consideran que son las mujeres de los sectores más empobrecidos y menos
educados quienes realizan ese tipo de trabajo. Ante la pregunta acerca de la naturaleza de la prostitución,
la gran mayoría (62%) considera que no es un trabajo como cualquier otro y que
las mujeres lo ejercen por necesidad, como manera rápida de ganar dinero, de
los cuales el 54% corresponden al sexo masculino y el 46%, al femenino. Así
mismo, El 16% expresó “por facilidad”, de los cuales el 79% corresponden al
sexo masculino y el 21% al femenino. El 16% dijo que es “por falta de
educación” de los cuales el 21% corresponde al sexo masculino, y el 79% al
femenino. El 4% contestó que es “por elección/gusto”, de los cuales el 100%
corresponden al sexo masculino. Estas respuestas muestran claramente que los
hombres y mujeres entrevistadas difieren sobre las creencias mencionadas, donde
los hombres “consideran” que las mujeres lo hacen “porque es un trabajo fácil”,
en tanto que las mujeres parecen comprender las circunstancias que constriñen a
otras mujeres en aceptar prostituirse (como es la falta de educación).
Es interesante destacar que al
poner el foco solo en las redes, al penalizar solo a los proxenetas, se elude a
“los clientes” y así la sociedad toda alivia la responsabilidad sobre aquellos
que inician, sostienen y refuerzan esta práctica, el ¿último? (¿el primer?)
eslabón de esta modalidad. En nuestra hipótesis inicial estimamos que ninguna
ley serviría para contrarrestar prácticas arraigadas en el imaginario popular,
convalidadas por la costumbre, tales como el derecho de los hombres sobre los
cuerpos de las mujeres que, según Pateman (1995), “es el objeto del contrato
originario entre hombres para acceder al cuerpo de las mujeres, en un contexto
patriarcal”.
En las entrevistas recogidas, una
de las primeras manifestaciones que aparece por parte de los entrevistados
“usuarios” de prostitución es una distinción entre una “prostitución forzada”,
que para ellos estaría mal, y la “prostitución consentida”, que está bien. Es decir,
expresan una disociación –la buena y la mala– y que en todo caso, mientras uno
se mantenga dentro de los límites de la buena, está bien.
Esta disociación es la que lleva
a decir, por ejemplo, que “la prostitución infantil es mala”, pero “la
prostitución adulta es buena”, sin reparar en el hecho que se trata de las
mismas seres humanas diferenciadas por su evolución cronológica nada más
(MacKinnon, 2011). En este contexto, los hombres entrevistados consideraron que
“la prostituta adulta está ejerciendo un trabajo y que el cliente colabora con
ella para que se gane la vida”.
En relación con la trata de
personas podemos observar que el 84% de las personas encuestadas cree que “sí
existe relación entre la prostitución y la desaparición de chicas en la vía
pública”, y que el 21% respondió que “sí han escuchado hablar acerca de la
desaparición de personas para explotación sexual”, de los cuales el 11%
corresponde al sexo masculino y el 89% al femenino Sin embargo, no parecen
tener mucho conocimiento sobre el tema y sus respuestas son vagas al indagar
sobre el destino que corren las jóvenes desaparecidas. Si bien los datos nos
muestran que existe un conocimiento sobre la problemática, este se circunscribe
a la desaparición de mujeres jóvenes y niñas en la vía pública y no, sobre la
trata de personas en general.
Con relación a si los
encuestados(as) piensan que podría haber una relación entre las chicas que
desaparecen y la prostitución, las respuestas muestran cómo el sexo masculino
no se animó a relacionar la prostitución prostitución con la desaparición de
personas, tal es así que el 10% del total de personas encuestadas respondió que
no existe relación, de lo cuales el 89% corresponde al sexo masculino y el 11%
al femenino. Un 6% de los entrevistados se abstuvo de contestar,
correspondiendo el 100% a casos masculinos. Así mismo, las respuestas también
muestran cómo hombres y mujeres, a través del cuestionario, pudieron relacionar
prostitución y desaparición de mujeres, respondiendo el 84% afirmativamente, de
los cuales el 49% corresponde al sexo masculino y el 51%, al femenino.
Solo el 30,6%, 38 de las 90
personas encuestadas, relacionó “la desaparición de las jóvenes con el tráfico
de personas”.
Cuando preguntamos directamente a
las personas encuestadas qué pensaban respecto de una posible relación entre la
desaparición de personas y la prostitución, “respondieron afirmativamente pero
no se reconocían a sí mismos o a sus amigos como parte de este circuito”. Esto
evidencia un mecanismo de disociación, de distanciamiento, al cual ya nos
referimos más arriba. En sus relatos, por lo tanto, consideramos que “no son
esas –las jóvenes secuestradas y desaparecidas– las prostitutas a las que ellos
acuden”. Quizás, es en esta línea en donde se enmarca la categorización que
muchas de las personas entrevistadas efectuaron de los prostíbulos como lugares
más seguros, dejando de lado que quizás sean esas las redes más organizadas y
quienes más se enmarcan dentro de la trata de personas.
3.2. Análisis año 2008
Como se menciona más arriba, se
decidió sumar otro cuestionario durante el año 2008 partiendo de la hipótesis
de que en dicho año el tema de la trata de personas para fines de explotación
sexual habría cobrado más relevancia y exposición mediática y, que por consiguiente,
podíamos esperar hallar, entre las personas a entrevistar en esa etapa, mayor
conocimiento del tema que, entre las entrevistadas en el año anterior. Al mismo
tiempo, no esperábamos encontrar grandes cambios respecto de las
representaciones sociales ya que sabíamos que estos dispositivos operan a
niveles profundos y requieren tiempos prolongados para sufrir cambios. O sea,
muchas veces las leyes y las disposiciones cambian pero las representaciones de
los actores intervinientes no sufren las mismas modificaciones.
De los 37 hombres encuestados, 35
respondieron conocer a hombres que tienen contacto con prostitutas y 2 de ellos
afirmaron no conocer. Respecto de las 63 mujeres encuestadas, 41 respondieron
que sí y 22 que no. En relación con la frecuencia de los contactos con
prostitutas, 25 de los 37 hombres encuestados respondieron que estos contactos
se realizaban en forma ocasional y respecto de las mujeres 21 de las 42 que
afirmaron conocer hombres que tuvieron contacto con prostitutas. En un
porcentaje minoritario, 10 hombres y 8 mujeres, expresaron que los contactos
eran en forma frecuente. Es interesante señalar que la práctica de la
prostitución aparece naturalizada en todos los casos y ante la pregunta por “la
causa de acudir a este tipo de encuentros” las respuestas oscilaron entre “el
placer y/o la diversión” hasta “la necesidad” y “la facilidad del encuentro”.
Tanto hombres como mujeres
coinciden en las mismas causas consideradas, aunque el orden de prioridad varía
(por ejemplo, en el caso de los hombres, en 15 encuestas se encontró
denominaciones tales como “placer”. En 16 se menciona que por “necesidad” y
diversión”, en 7 por “facilidad”, en 6 se encontró que el motivo es para
vivenciar “nuevas experiencias”, en 2 encuestas mencionaron “por debut sexual”,
en 1 por “curiosidad”. Diez mujeres mencionaron que las razones por los cuales
los hombres han tenido sexo con prostitutas son por “facilidad”; 8 por “debut
sexual”, otras 8 mujeres respondieron que por “necesidad”, 5 por “diversión”, 4
por “placer”, otras 4 por “nuevas experiencias”, 2 mujeres mencionan “por
placer de someter a alguien”, 2 mujeres mencionan que “porque se aburren con su
mujer” y se puede verificar que la mayoría de las mujeres (20 de las
encuestadas) decidió no contestar la razón por la cual considera que un hombre
ha estado con prostitutas. Cabe destacar que solo las mujeres mencionaron entre
las causas posibles de la prostitución es el “sometimiento de otra persona”.
Es interesante señalar cómo opera
en estas respuestas la naturalización de las diferencias entre los géneros:
“los hombres aparecen teniendo necesidades que deben satisfacer”. O sea, las
mujeres mismas consideran que los hombres tienen necesidades físicas que deben
satisfacer, y que “la prostitución es una vía válida para tal fin”. En el
imaginario colectivo, del universo encuestado hablar de prostitución es
únicamente hablar de la relación de intercambio de dinero por sexo entre una prostituta mujer y un cliente hombre.
Tanto para los hombres como para
las mujeres entrevistadas “no es lo mismo que una chica/mujer venda servicios
sexuales en un prostíbulo que en la calle”. Ambos grupos consideran, que es más
seguro ejercer la prostitución en un prostíbulo, expresando ideas tales como:
“están más protegidas” (varón, 25 años), “no corren tantos peligros como en la
calle” (mujer 25 años), “tienen gente de seguridad que las protege” (varón 29
años), “En la calle les puede pasar cualquier cosa, en cambio en un prostíbulo
están más seguras… como que se me hace que están más protegidas.”(varón 33
años), o bien expresiones como: “Seguramente en un prostíbulo sería más seguro,
así la gente no tendría que ver ciertos espectáculos que realizan estas mujeres
para conseguir clientes” (mujer 52 años).
Existe un porcentaje minoritario
(7%) que relaciona la pregunta con “la seguridad y protección del cliente”,
manifestando también que es más seguro para el cliente contactar con las
prostitutas en el prostíbulo, y aluden incluso a cuestiones higiénicas e
incluso de imagen.
Es interesante destacar que
existen diferencias de género en la conceptualización de la palabra seguridad.
Las mujeres aluden a que “el prostíbulo es más seguro para la prostituta, la
protege de la calle, de los abusos de posibles clientes, de la policía” (mujer
30 años). Paralelamente los hombres aluden a “la seguridad del cliente”, en
tanto “los prostíbulos son lugares más higiénicos, están protegidos de las
miradas en la calle, la clientela es más selecta” (varón 36 años).
Ninguna de las personas
entrevistadas mencionó lo que para nosotras es el meollo de la cuestión de los
prostíbulos. Nosotras consideramos que es allí donde hay mayor posibilidad de
trata de personas, de chicas privadas de su libertad, de un mayor nivel de
organización del delito. Esta consideración no fue avalada por ninguno de las
personas encuestadas, percibiéndose que prevaleció entre ellas la falsa
creencia de que todas las prostitutas que están en los prostíbulos están allí
por su propia decisión y no por coerción.
Al igual que con el grupo de
personas entrevistadas de 2007, tanto hombres como mujeres consideraron que
“las jóvenes ejercen la prostitución por razones económicas o de falta de
educación”. Estas dos variables son las que aparecen en la gran mayoría de las
respuestas.
En relación con “la desaparición
de mujeres jóvenes en la vía pública” se observó en las respuestas recogidas
conocimiento sobre este tema, tanto entre hombres como mujeres. Sin embargo,
ello sucedió solamente después que preguntamos “si podía existir alguna relación
entre la desaparición de chicas y la prostitución”.
Siguiendo esta línea es que en el
cuestionario realizado en 2008 profundizamos en esta temática, indagando acerca
de qué entendían las personas entrevistadas por “trata de personas para
explotación sexual”.
Tanto los hombres como las
mujeres entrevistadas, coincidieron en contestar que “en la Argentina existe la
trata de personas”, pero sus respuestas fueron confusas al preguntárseles sobre
las características del delito de trata. Aparecieron en ambos géneros
respuestas imprecisas, vagas. Se mencionan términos tales como “tráfico,
comercio, esclavitud” que por sí solos no nos dicen nada acerca de cuál es el
conocimiento que las personas entrevistadas tienen del fenómeno. Parece haber
tanto entre mujeres como varones un acercamiento al tema, una noción de qué es
la trata, ya sea por haber escuchado casos a través de los medios de
comunicación, haber leído sobre el tema en los periódicos, pero no una
comprensión cabal del mismo y mucho menos de su alcance.
Ante la pregunta sobre “la
posibilidad de sanción de una ley de trata de personas y la incidencia de la
edad de la víctimas en la tipificación del delito” se evidencian dos posturas
tanto entre varones como entre mujeres. Aquellas personas que 1) “consideran
que el delito en sí es tan grave que no importa la edad de la víctima, que lo
que se castiga es el delito” y 2) aquellos “que consideran que el delito es el
mismo pero está agravado si la víctima es una menor, ya que es una situación
aún más abusiva y hay un daño irreparable”. Estas respuestas son espejo de las
posturas argumentativas que estuvieron presentes en el debate parlamentario del
año 2008 que dio lugar a la sanción de la Ley 26.364 de represión del delito de
Trata de Personas, pudiéndose sugerir que la publicidad de estas posturas llegó
a informar las respuestas de las personas entrevistadas, al igual que la emisión durante 2008 de la novela televisiva Vidas Robadas
que se basa en hechos reales.
3.3. Comparación entre los resultados hallados y
análisis de los años 2007 y 2008
A continuación presentamos la
comparación entre los resultados obtenidos entre los años 2007 y 2008. En 2007,
como ya expusimos, las respuestas a “la posible relación entre la desaparición
de una chica/mujer y la prostitución” el 84% se manifestó afirmativamente. De
este porcentaje, el 49% corresponde al sexo masculino y el 51%, al femenino,
sobre un total de 100%. El 16% restante, contestó: el 10% “que no existe
relación”, y de ese porcentaje, el 89% son hombres, y el
11% son mujeres. El 6% de las
personas entrevistadas restante “se abstuvo de contestar”, correspondiendo el
100% a varones.
En las respuestas de 2007 se pudo
observar “que los hombres no se reconocen a sí mismos o a sus amigos como parte
del circuito de la prostitución asociada a la trata”, es decir, hay un
mecanismo disociatorio. Con base en sus relatos se considera que: “no son esas
–es decir, las víctimas de trata– las prostitutas a las que ellos acuden”.
Quizás, es en esta línea donde se enmarca la categorización de los prostíbulos
como lugares más seguros.
Respecto de las respuestas de las
personas entrevistadas en 2008, se pudo corroborar que los hombres, de un total
de 37 encuestados, 28 hombres “afirmaron que existía relación entre la prostitución
y la desaparición de mujeres jóvenes”. Sin embargo, en 2007, como vimos más
arriba, el 89% de los 40 hombres entrevistados dijo que no existía. Esta
notoria diferencia nos lleva a preguntarnos, ¿por qué en el año 2008 otro grupo
de hombres entrevistados consideró que existe relación entre desaparición y
prostitución? ¿Lo creen posible? ¿Existiría en 2008 un mayor nivel de
conciencia sobre la problemática?
Consideramos que en 2008 el tema
de la trata de personas para explotación sexual ha tenido mayor difusión por
parte de los medios. Por un lado, se publica y se habla sobre el proyecto de
ley para reprimir la trata, se leen artículos al respecto en los diarios y se
emite por televisión la novela Vidas Robadas basada en hechos reales, etc.
Creemos que todo eso influyó en las respuestas recogidas en 2.008 a la pregunta
“¿qué considera que le sucede a esas chicas/mujeres que desaparecen?”, que
expresaron en sus respuestas términos como “esclavitud sexual”, “la usan para
traficar con sus cuerpos”, “las obligan a prostituirse”, a diferencia de
aquellas respuestas a la misma pregunta recogidas en 2007, donde expresaron que
“nada bueno” podía sucederles o simplemente, “desaparecen” no especificando
demasiado al respecto.
Siguiendo con la misma línea de
análisis, otra diferencia notoria entre un año y otro y en relación al género,
es que “los hombres en mayor cantidad mencionan la muerte a la hora de
contestar sobre el destino de las mujeres que desaparecen”. Es interesante
mencionar que mayor cantidad de hombres que de mujeres dijo conocer la novela
Vidas Robadas, y un número alto de mujeres (15 de las 63 encuestadas) se
abstuvo de contestar “¿Qué es la trata de personas?”.
Del material recogido y de la
comparación realizada, podemos sugerir que la mayor difusión pública a través
de los medios de comunicación del tema de la trata para explotación sexual, de
los secuestros de mujeres jóvenes para ser desaparecidas en las redes de trata,
el tratamiento de la ley para reprimir la trata de personas, y la novela Vidas
Robadas contribuyeron como factor externo a concientizar a las personas
entrevistadas, habiendo influido –aunque sin poder precisar cuán profundamente–
en las representaciones sociales de las personas entrevistadas en 2008.
CONCLUSIÓN
Con esta investigación buscamos explorar las
representaciones sociales y culturales, al igual que el conocimiento que las
personas entrevistadas tuvieran sobre la prostitución y la trata. Asimismo, nos
propusimos a través de la utilización de la investigación feminista6, facilitar
la toma de conciencia y la sensibilización en cuanto a la relación entre la
prostitución y la desaparición de mujeres y niñas por medio de la trata de
personas para explotación sexual.
En las páginas anteriores dimos
cuenta de los hallazgos encontrados, de las diferencias en las percepciones de
acuerdo al género de la persona entrevistada, como también, registramos los
cambios en el conocimiento sobre la trata de personas comparando los resultados
del año 2007 con aquellos del año 2008. Consideramos que hemos contribuido con
la toma de conciencia por parte de las personas entrevistadas respecto a estas
problemáticas, dado que al finalizar las preguntas las personas entrevistadas
manifestaron que al momento de contestar el cuestionario pudieron relacionar la
prostitución con la trata de mujeres para explotación sexual, y también
pudieron pensar el delito como una violación a los derechos humanos.
En relación con una de nuestras
hipótesis iniciales los resultados del análisis de las entrevistas ha
demostrado que la difusión del tema de la trata en medios de comunicación y
especialmente, mediante la utilización de una novela televisiva ha permitido
impactar sino en las percepciones sociales y culturales, si en la
concientización de la grave violación a los derechos humanos que constituye la
trata, y su relación con la prostitución. Por ello consideramos importante que
se continúen realizando ese tipo de programas televisivos para profundizar la
sensibilización y distribuir información sobre el tema. Asimismo, obtuvimos
como resultado agregado información directa de “clientes” de prostitución,
contribuyendo con esta información a conocer sobre la demanda de prostitución,
y hallamos allí una serie de mitos que justifican dicha práctica.
Consideramos que tanto la
prostitución como la trata son serias violaciones a los derechos humanos que
requieren de la conformación de una sociedad civil que pueda exigir que el tema
esté en la agenda pública de los gobiernos, y demandar a estos, que investiguen
y castiguen a los responsables de los delitos, y prevengan tanto el delito de
trata como las condiciones de pobreza que empujan a niñas y mujeres a la
prostitución.
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1 Declaración para la Eliminación
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2 Un primer avance del mismo fue
presentado en el I Congreso Latinoamericano sobre Trata y Tráfico de Personas,
celebrado en Buenos Aires, en 2008.
3 Vidas Robadas fue una
telenovela argentina dramática de 131 episodios que se emitió desde el 3 de
marzo de 2008 hasta el 29 de octubre del mismo año. La historia se desarrolla
en el marco del secuestro de mujeres para obligarlas a ejercer la prostitución,
y traza paralelismos con el caso Marita Verón. La propia Susana Trimarco, madre
de Marita Verón, asesoró a los guionistas.
4 El sistema reglamentarista
surge en Argentina en el periodo comprendido entre 1875-1936; este sistema es
el que legaliza la instalación de los prostíbulos y la existencia de fiolos,
proxenetas y demás tratantes estableciendo los lugares donde puede ejercerse la
prostitución, y somete a las mujeres prostituidas a controles sanitarios y
administrativos. Considera que la prostitución es un mal inevitable y que es
preferible tolerarla reglamentándola e imponiendo impuestos. Al reglamentarla,
el Estado la transforma en una institución aceptable. En este sistema se
inscriben las actuales propuestas de considerar a la prostitución trabajo
tratando de mostrarla como un bien social y una actividad posible y aun
deseable para mujeres y niñas (Fontenla, 2010).
5 Hace 60 años, el 2 de diciembre
de 1949, las Naciones Unidas adoptaron la Convención contra la Trata de
Personas y la Explotación de la Prostitución Ajena. Esta Convención establece
que toda forma de explotación de la prostitución ajena es punible, sin importar
el consentimiento de la víctima. Prohíbe el establecimiento de prostíbulos y la
reglamentación de la prostitución; plantea la prevención de la prostitución y
la trata, la protección de las víctimas y el control de las agencias de empleo.
Se trata de una convención claramente abolicionista, que ha sido ratificada por
Argentina y se encuentra vigente, aunque no se respete, como lo demuestran la
actual ley contra la trata de personas, la persecución de las personas en
situación de prostitución a través de los Códigos Contravencionales y de
Faltas, la proliferación de los prostíbulos bajo diversos nombres ante la
mirada cómplice de los poderes públicos, la impunidad de los proxenetas, la
promoción de la prostitución en medios de comunicación, publicidades, Internet,
teléfonos celulares, propaganda callejera y algunas centrales de defensa de los
trabajadores (Fontenla, 2009).
6 Se utiliza la investigación
feminista como el método de investigación que supone una crítica a la
investigación no feminista. Es aquella que está guiada por la teoría feminista.
La investigación feminista puede ser interdisciplinar. Intenta crear un cambio
social. Se esfuerza por representar la diversidad humana. Suele incluir a la
investigadora como una persona y frecuentemente intenta establecer una relación
especial con la gente estudiada (investigación interactiva).
Las imágenes han sido
agregadas por mí, no aparecen en el teto original.
La mayoría de las
IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en
que aparezcan por favor enviar un correo a
alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas
gracias por la comprensión.
En este blog las imágenes
son afiches, pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en
prostitución para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de
documentos históricos.
Se puede disponer de las notas
publicadas siempre y cuando se cite al autor/a y la fuente.