Un variado y
heterogéneo, aunque, por el momento, escaso segmento del tejido social, donde
encontramos a participantes de todo el espectro político, derechas o izquierda,
monárquicos o republicanos, nacionalistas o centralistas, sindicalistas o
patronal, en definitiva a personas de la más variada ideología, vienen
coincidiendo, desde hace tiempo, no sólo en sus puntos de vista sobre la
prostitución sino también en las propuestas de intervención pública frente a la
misma.
Aunque lo
habitual sea, en el terreno político, que los presupuestos ideológicos de
partida determinen análisis divergentes sobre los asuntos públicos y, en lógica
consecuencia, medidas de actuación también diferentes, en materia de
prostitución este axioma no se cumple, por el contrario comprobamos una
comunión de ideas y soluciones francamente sospechosa. Ciertamente resulta
sorprendente que tan diferente abanico ideológico confluya, casi hasta la
uniformidad, en razonamientos y propuestas.
Un ejemplo
paradigmático de tan notables coincidencias resultó la entusiasta y unánime
aprobación del Decreto sobre regulación de los locales de pública concurrencia,
término eufemístico utilizado por el ejecutivo catalán para abordar la
regulación de los putódromos de su territorio.
¿Cómo es
posible tanta concurrencia en tan variopinto segmento social?. Lo cierto es que
el enigma está despejado desde hace tiempo.
Los análisis
políticos y las soluciones que les acompañan, procedan de quienes procedan,
suelen resultar básicamente idénticos cuando son elaborados prescindiendo de la
perspectiva de género. El abordaje de los asuntos que competen (y padecen) a
las mujeres requiere inexcusablemente partir del hecho relevante de las
desigualdades estructurales que afectan a hombres y mujeres, cuando esto no se
cumple los análisis que se elaboran conducen a soluciones patriarcales cuya intención,
explícita o implícita, intencional o casual, no es otra que mantener, preservar
o ratificar privilegios masculinos.
Las putas (detalle). Alfonso Melo |
DE LOS
TÓPICOS SOBRE PROSTITUCION: ESTRATEGIAS ANTIFEMINISTAS
El punto de
partida básico y común a todos los partidarios de la reglamentación es el que
la presuponen y colocan en el lugar de los hechos inevitables.
La
prostitución para ellos está situada al margen de lo social y ubicada en el
plano de la naturaleza, lo que permite designarla como una realidad inalterable
con la que se ha de cohabitar ineludiblemente.
Es frecuente
escucharles argumentar, como razonamiento expositivo, una y otra vez, que la
prostitución ha existido siempre. Tal aseveración conduce a una conclusión
única e indiscutible: Si la prostitución ha existido siempre, la prostitución
siempre habrá de existir.
De esta
suerte en el imaginario social y en el acervo colectivo la prostitución queda
registrada en el plano de las cuestiones inmutables e inalterables. Lo
inevitable son acontecimientos que regidos por leyes propias, naturales o
divinas, escapan a la acción humana y, por tanto, no pueden ser alterados o
cambiados por ésta, a diferencia de los procesos sociales (guerras, pobreza,
esclavitud,...) que, al depender de nuestro empeño, de nuestra capacidad de
acción e interacción, son alterables, evitables, y, en definitiva,
modificables.
Lo
inevitable estaciona las percepciones y el debate en el plano de la naturaleza.
La
naturalización de la prostitución no es un hecho casual, sino intencional que
reporta utilidades en lo que ahora nos atañe el que favorece y evita cuestionar
la existencia misma de la prostitución. Es evidente, y la lógica que procede de
la naturalización así lo determina, que si no podemos evitar aquella, lo único
que deviene pertinente es procurar sortear sus efectos más nocivos y negativos,
a fin de reducir los daños.
Las mujeres
desde tiempo inmemoriales hemos sido naturalizadas. El discurso de la
naturaleza ha sido el fundamento teórico en que se han amparado las variadas
mutilaciones que nos han sido impuestas, el argumento presente y constantemente
utilizado para la negación de nuestros derechos. La naturaleza está presente en
la negativa a permitir nuestro acceso al saber y al conocimiento; ha sido
alzada para derivar nuestra subordinación al varón, o para ser privadas del
acceso a la titularidad de los bienes materiales o morales, o a los derechos
políticos. El discurso de la naturaleza sigue de actualidad, Larry Summers,
rector de la Universidad de Harvard, declaraba, hace unos meses, “que las
mujeres no están capacitadas para las carreras científicas o las ingenierías.
Las diferencias biológicas entre sexos podían explicar, según él, el por
qué[1]”.
La
naturaleza resulta implícita o explícitamente afirmada en los discursos pro-reglamentación
de la prostitución, en la medida en que ésta es tratada como un acontecimiento
inevitable.
Los
reglamentaristas del siglo XIX consideraban la prostitución como un mal
inevitable que requiere la intervención del Estado.
Las mujeres
prostitutas - por naturaleza depravadas- incitan y provocan a los hombres- cuya
débil naturaleza les hace incapaces de resistir los imperativos biológicos -
causando graves daños y si bien el catalogo de daños (enfermedades de
transmisión sexual, por ejemplo) no son evitables, al menos pueden ser
aminorados.
Los
reglamentaristas decimonónicos pondrán en marcha medidas de contención de la
prostitución, y actuarán sobre las mujeres en situación de prostitución a fin
de reducir los efectos dañinos que provocan. En su análisis la causa primaria
de la existencia de la prostitución radica en las mujeres, de ahí que las
actuaciones públicas recaigan sobre ellas. Las medidas puestas en marcha
consistirán básicamente, en la identificación permanente de las mujeres en
situación de prostitución y el acotamiento de espacios para el ejercicio de la
prostitución.
La medida de
identificación permanente permite someterlas a inspecciones médicas
obligatorias, para vigilar su estado de contaminación “sexual”. El acotamiento
de espacios para el ejercicio de la prostitución contiene la expansión de la
provocación al tiempo que facilita las medidas de control.
Los modernos
reglamentaristas no han variado sustancialmente ni sus argumentos, a pesar de
su apariencia, ni sus propuestas de intervención pública frente a la
prostitución, y al igual que los decimonónicos presuponen la prostitución como
una realidad inevitable.
El
proxenetismo organizado, liderado en nuestro país por Annela[2], defiende con
ardor el control sanitario de las mujeres prostituidas. En su declaración
programática así lo exponen: “Pertenecer a ANELA es sinónimo de pulcritud en
todas sus vertientes. Por ello, cada miembro asociado, dispondrá de una placa
identificativa, que actuará como un sello de calidad de cara al cliente. Este
estandarte en forma de placa, se esgrimirá a la entrada de cada local, en
guías, y en todas las acciones publicitarias que los miembros emprendan”.
Ofrecer un
producto sano, inocuo, limpio y con fecha de caducidad es una de las versiones
modernas de control sanitario de las mujeres prostituidas, en este caso para
mejor recreo de prostituidores.
El
acotamiento de espacios continúa también de actualidad y es reivindicado por
ciertos grupos con variados intereses, como las asociaciones de vecinos organizadas
bajo el lema “no en mi puerta”, o por alguna organización seudo progresista o
seudo feminista y, por supuesto, por el proxenetismo organizado
De nuevo
Anela expone sus objetivos –“Denuncia y lucha contra la competencia ilegal que
en la calle o locales no habilitados no dan las garantías de seriedad,
seguridad, limpieza e higiene, que estos establecimientos precisan”.
Claro está,
que suele ser objetado, que mientras que las motivaciones que inspiran al
proxenetismo son espurias, pretenden monopolizar el negocio (La denuncia y
lucha contra la competencia ilegal que en la calle o locales no habilitados..),
las que proceden de otros colectivos están inspiradas, en algunos casos, en
nobles motivaciones, acotar espacios y habilitarlos proporciona medidas de
seguridad y comodidad a las prostitutas.
Sin embargo,
la distancia entre motivaciones es más bien escasa.
Las
motivaciones son siempre un campo de exploración que conduce a malos
resultados. Al fin y al cabo las motivaciones enturbian lo analítico y desde el
punto de vista de la acción política, conducen al erial del todo vale.
Así, por
ejemplo, las primeras declaraciones institucionales en materia de violencia en
las relaciones de pareja estuvieron inspiradas, durante décadas, en nobles y
variadas motivaciones, tales como la preservación de la unidad familiar y la
protección del interés superior de la familia. La recomendación N. R(85)[3] del
Consejo de Europa de 26 de marzo de 1985 aconsejaba “no intervenir en
situaciones de violencia, salvo cuando lo pida la víctima o lo exija el orden
público”. El desvelo por salvaguardar la familia, conducirá a la desprotección
y abandono de las víctimas y a la condonación de la violencia masculina. Solo,
a partir de los años 90, reconocida la violencia masculina y designada ésta
como una práctica de poder y dominación, comenzarán a producirse iniciativas
encaminadas a su desarticulación.
Los
partidarios de la reglamentación, aunque difieran en motivos, coinciden en
análisis y propuestas.
Ambos
enfatizan la importancia de la distinción entre prostitución libre y forzada,
de esta suerte ambas son escindidas, separadas y presentadas como dos asuntos
distintos que pueden ser tratados de forma autónoma e independiente. Holanda
paladín del proxenetismo, apoyada por reglamentaristas de uno y otro signo,
mantuvo una hábil estrategia política, durante su mandato presidencial de la
Unión Europea en el año 1997, reafirmando la distinción entre aquéllas, lo que
le permitió constreñir el debate y las acciones internacionales al tráfico,
abandonando y silenciando la prostitución, so pretexto de que abordaje común de
ambos provocaría la ruptura del consenso, y mientras tanto preparaba el
trastero para la reglamentación de sus burdeles.
Las posturas
que distinguen entre prostitución libre y forzada endosan un mensaje de enorme
trasfondo, pues tal diferenciación sirve para obviar, de nuevo, el debate mismo
sobre la prostitución y sobre los por qué de su existencia.
El postulado
ideológico que de ello se infiere es similar al que mantuvieron los
esclavistas, que interesados en salvaguardar los privilegios derivados de la
tenencia de esclavos recurrieron a la estrategia de defender y argumentar que
lo censurable no era la esclavitud, sino las condiciones de la trata y
propusieron medidas que aliviaran las formas de traslado o de adquisición de
esclavos. Tal punto de vista equivalía a legitimar la esclavitud, de la misma
manera que limitar las acciones nacionales e internacionales al tráfico,
resulta una táctica hábil para normalizar la prostitución.
Focalizar la
atención sobre el tráfico es útil ya que tranquiliza las conciencias, y
mientras éstas laten tranquilas se desarrolla una industria globalizada,
creciente y expansiva basada en el uso del cuerpo de las mujeres.
El núcleo gordiano
del problema, según esta postura, radica en las mafias que trafican y
secuestran a mujeres para prostituirlas. Admitir tales términos conduce a una
lógica inexcusable: actuemos sobre el tráfico para impedir la coerción en la
prostitución. Y de ahí sus lógicas propuestas: fijemos reglas, organicemos sin
coerciones la importación de cuerpos de mujeres. Así lo reclaman los
proxenetas, Serafín Muñoz[4], reclamaba al INEM[5] que “en el contingente de
inmigrantes para el 2003 se incluyan 600 chicas extracomunitarias para llenar
sus negocios”, añadía que los prostíbulos almerienses tienen capacidad para
absorber 3.000 mujeres al año, y sentenciaba que tal medida permitiría el
“adiós a las mafias”.
Sin embargo
este punto de vista, prescinde del hecho relevante de que la prostitución
precede al tráfico, como la esclavitud a la trata.
Sentada y
aceptada la distinción entre prostitución y tráfico se habilita un paso más. Si
hay una prostitución con el calificativo de forzada, es porque en
contraposición existe otra que no lo es, la de aquéllas que a pesar de no ser
obligadas, coaccionadas o violentadas, ejercen la prostitución.
De la
ausencia de compulsión derivan la voluntariedad [6]. En efecto, los partidarios
de la reglamentación exaltan la libertad como elemento determinante del estado
de prostitución. Afirman que la prostitución pertenece al ámbito de las
elecciones personales y que por ello tales decisiones han de ser respetadas,
incluso algún sector seudo feminista llega a afirmar que la prostitución empodera
a las mujeres.
Claro está
que tales afirmaciones no rinden cuenta de las condiciones sociales y
materiales de vida que padecen las mujeres, colocadas en las esquinas de la
supervivencia, ni de los roles asignados en el campo de la sexualidad, ni del hecho
nada baladí de los millones de usuarios dispuestos, en toda circunstancia y
lugar, a hacer uso del sexo comercial.
Siguiendo la
voluntariedad como elemento determinante de la prostitución hay que concluir,
con gran estulticia, que las mujeres albergadas en los campos de refugiados[7]
del Congo, Camboya, Somalia, Bosnia o Ruanda, cuando realizan felaciones,
griegos o profundos, a cambio de dinero o comida, ya sea a los cascos azules o
a otros integrantes de fuerzas humanitarias lo hacen con voluntariedad o en
libertad, con la misma voluntariedad y libertad que las nigerianas, colombinas,
brasileñas o rumanas, que deambulan por las calles y prostíbulos de nuestro
país[8], satisfacen las demandas de los prostituidores locales.
La
voluntariedad aislada de las condiciones de vida y de las relaciones de género
constituye una herramienta inútil para aprehender y comprender el fenómeno de
la prostitución.
¿Cómo es
posible explicar que sean precisamente las mujeres las que toman estas
elecciones? ,o lo que es lo mismo ¿cómo es posible explicar que los demandantes
de sexo comercial sean abrumadoramente hombres?. Las mujeres sobreviven en
prostitución, son las víctimas de la violencia en las relaciones de pareja, de
la mutilación genital y no es, precisamente, la voluntad lo que determina la
posición, sino los roles de género.
¿Alguna de
entre nosotras ha podido olvidar que nuestra voluntariedad ha sido afirmada y
reafirmada en materia de violación o violencia doméstica e, incluso, aún sigue
siéndolo?
Las sentencias
de los Tribunales han apelado frecuentemente a nuestra provocación [9] en los
juicios por violación, para ratificar la impunidad. Y provocar equivale a una
elección, a una decisión y por tanto a voluntariedad.
Durante
largo tiempo hemos oído argumentar que si las mujeres son golpeadas es porque
les va la marcha, porque son masoquistas o porque quieren.
La
voluntariedad como explicación de la violencia y de la prostitución opera como
elemento para perpetuar ésta y aquélla.
Las putas. Diego Perrota |
POR UN
ANÁLISIS FEMINISTA DE LA PROSTITUCIÓN
Las
relaciones sociales por razón del sexo, están imbricadas en la prostitución.
Como afirma Cecilia Hofman[10], “El pensamiento feminista analiza la
prostitución como un soporte del control patriarcal y de la sujeción sexual de
las mujeres, con un efecto negativo no solamente sobre las mujeres y las niñas
que están en la prostitución, sino sobre el conjunto de las mujeres como grupo,
ya que la prostitución confirma y consolida las definiciones patriarcales de
las mujeres, cuya función primera sería la de estar al servicio sexual de los
hombres”.
Un análisis
feminista de la prostitución requiere interrogarse sobre la significación
política que tiene el acceso por precio al cuerpo de las mujeres; interrogarnos
a cerca de si la compra de servicios sexuales es una práctica masculina que
impide u obstaculiza nuestro estatuto de igualdad, o por el contrario, es una
práctica indiferente, inocua y desvinculada de las desigualdades de género.
El
pensamiento feminista en materia de prostitución no puede obviar, como se
pretende, el papel fundamental que representa la demanda masculina y pasar por
alto que el prostituidor constituye el elemento primario y esencial del
desarrollo y pervivencia del sistema prostitucional.
Las
estadísticas internacionales señalan que cada año, unos 4 millones de mujeres y
niñas son destinadas a ser consumidas sexualmente en los prostíbulos del
mundo[11] . Claro está que para que un número tan importante de mujeres sea
destinado a la prostitución, tiene que haber un número multiplicado e
inmensamente mayor de compradores que consumen el producto.
Los/as
partidarios de la reglamentación no suelen mencionar esta cuestión. Sus
alusiones, la mayoría de las veces, remiten de nuevo al discurso de la
naturaleza, y los imperativos biológicos masculinos son izados como
inapelables: los hombres, dicen, tienen unas necesidades sexuales perentorias,
ineludibles de acceder a los cuerpos de las mujeres. Los reglamentaristas, sin
distinción vuelven a mostrar sus coincidencias, son muy, pero que muy
tolerantes, con quienes consumen servicios sexuales, incluso abanderan su
defensa[12].
Visibilizar
al prostituidor impide toda connivencia o tolerancia con sus prácticas y con el
significado que tienen las mismas. Es oportuno recordarnos que la visualización
del maltratador constituyó un elemento esencial para un análisis feminista de
la violencia en las relaciones de pareja y para la articulación de políticas
públicas de protección de las víctimas y de sanción de la violencia.
Los
prostituidores no precisan de eufemismos, ellos no van de “trabajadoras
sexuales”, ellos simplemente van de putas y ¿qué significa ir de putas?
Los
putañeros de la Casa de Campo de Madrid, los que optan a las mujeres por
catálogo, los turistas sexuales o los que acuden a los macro-burdeles buscan lo
mismo, un servicio “sexual”. Todos ellos, por igual y sin distinción, colocan a
las mujeres en situación de mercancías, y a ese estatuto no se escapa por
decisión propia.
En efecto,
acudir al mercado prostitucional es formalizar una demanda de compra de
servicios genitales y estos servicios no están asociados a una mujer concreta o
determinada, porque de lo que se trata es de hacer uso de un cuerpo, de una
anatomía.
Como afirma
Carmen Vigil[13]: “Para el cliente, las prostitutas son simplemente cuerpos
femeninos en abstracto. Cualquier prostituta es intercambiable por otra y el
único criterio de elección posible entre una u otra son sus características
anatómicas. El cliente elige entre cuerpos, no entre personas”.
El mercado
prostitucional es un mercado de cuerpos de mujeres, y constituye la reducción
de nuestra humanidad, no sólo de las mujeres en prostitución sino de todas, a
la condición de meras anatomías.
Que estamos
ante un mercado de carne, no presenta dudas. María José Barahona, en un
reciente trabajo publicado por la Comunidad de Madrid [14], expone las
representaciones de los prostituidores entrevistados: “yo normalmente las
prefiero extranjeras, me gustan las rusas, las ucranianas, las subsaharianas,
marroquíes, colombianas, brasileñas...”.
Ignasi Pons,
eufórico reglamentarista, citado como “experto” en la Comisión de Estudios de
la Prostitución [15] también lo ratificaba durante su comparecencia: “Todos los
estudios realizados, incluido el mío, coinciden en que lo que se vende en
principio es juventud y presencia” “A los empresarios de clubes les interesa
vender un producto sano”. Y Solana Ruiz, también compareciente en el Senado, lo
ratificaba: “...(..) voy a reproducir
palabras de los clientes..., es que por muy poco dinero te llevas a la cama a
joven guapísima” “Mulata impresionante” “una rubia de piernas kilométricas”
Que lo que
buscan los prostituidores es un cuerpo y no una relación con una persona, lo
saben bien las mujeres prostituidas. Ellas han de exhibir sus cuerpos,
mostrarse semidesnudas para ser elegidas por el posible cliente. Son sus
características físicas: sus largas piernas, su color de piel, sus mamas, lo
que puede atraer, determinar o decidir al prosituidor a decantarse por ella:
“Por eso, las prostitutas procuran llevar sus cuerpos lo más descubiertos
posibles, con objeto de tentar a sus potenciales clientes mostrándoles sus
características anatómicas.
En los
países en los que el negocio de la prostitución está más organizado, los cuerpos
de las prostitutas se exhiben incluso tras los escaparates, para que los
clientes puedan contemplar y elegir más fácilmente la mercancía que compran” [16].
Esta oferta
de cuerpos femeninos, recuerda las ofertas de mercancías tras los escaparates
de supermercados o tiendas. Se mira, palpan calidades, se comparan precios y,
finalmente, se elige.
Las mujeres
devenimos cuerpos, objetos, mercancías en el mercado prostitucional al servicio
de los prostituidores, y para satisfacción de la genitalidad masculina.
La
prostitución es una institución al servicio de una concepción masculina de la
sexualidad según la cual los hombres tienen necesidades “naturales”,
“inexcusables” e “irreprimibles”, por ello hay que proveerles de cuerpos de
mujeres, renovar la mercancía, ampliar la oferta para que puedan elegir, y
todos estos privilegios se realizan y consolidan a costa de nuestra indemnidad
Y ello
equivale a aceptar “que existe una necesidad masculina, biológica, natural que
no puede ser puesta en cuestión”, y esto es tanto como renunciar al combate
político por nuestros derechos, por nuestra igualdad.
ESTRATEGIAS
FEMINISTAS CONTRA EL SISTEMA PROSTITUCIONAL
La
reglamentación de la prostitución constituye una política incompatible con la
igualdad entre sexos.
Reglamentar,
es organizar medios y personas para un fin determinado.
Reglamentar
la prostitución es organizar el mercado, la industria de sexo a fin de poner a
disposición de prostituidores, y para beneficio de proxenetas, un ejército de
mujeres para uso y consumo sexual.
Las
relaciones prostitucionales son per se desiguales y asimétricas y ésta
desigualdad es independiente de todo subjetivismo, de toda razón o excusa que
proporciona la supervivencia.
Leer los
anuncios de prensa, es decir, lo que se oferta es bastante ilustrativo de lo
que se demanda, de lo que se compra, del señorío que se ejerce en el acto
prostitucional: “se ofrecen sumisas”, “te hago lo que quieras” “Bárbara: pechos
como mi nombre”, “hazme de todo” “sierva” “culo descomunal”. No cabe otra lectura,
las relaciones entre una mujer prostituida y un prostituidor son esencialmente
desiguales.
Las
políticas públicas pro-prostitución, pro-reglamentación son doblemente
perniciosas: consolidan privilegios masculinos en el campo de la sexualidad o
lo que es lo mismo apuntalan y ratifican la desigualdad de las mujeres, y
favorecen la expansión del proxenetismo.
Los países
que han adoptado políticas pre-reglamentaristas o decididamente
reglamentaristas han facilitado y favorecido el desarrollo de la industria del
sexo, el crecimiento de los prostíbulos y por tanto la normalización de las
prácticas masculinas en prostitución. En Victoria (Australia) desde que se
legalizaron los burdeles en el año 1984, se ha producido un crecimiento
vertiginoso de los mismos.
Aunque para
constataciones no tenemos que irnos muy lejos. La política pre-reglamentarista
que representó la despenalización por el Código Penal de 1995 del proxenetismo
no coercitivo ha sido un elemento capital para la expansión de la industria del
sexo en nuestro país.
Los Informes
de la Guardia Civil Sobre el Tráfico de seres humanos con fines de explotación
sexual lo repiten año tras año:
“ El TSH con
fines de explotación sexual hacia España se considera, desde la óptica de la
Guardia Civil, un problema de gran relevancia debido al incremento en los
últimos años de la actividad de los grupos criminales organizados, dedicados
sobre todo a la captación e introducción de mujeres inmigrantes que son
explotadas en nuestro país de muy diversas formas. Estos grupos han sabido
aprovechar el vacío propiciado por la reforma del Código Penal de 1995, en
virtud de la cual se despenalizaban conductas favorecedoras de la prostitución
que antes eran perseguibles...... Este cambio legislativo permitió que comenzara
a desarrollarse de forma explosiva una nueva industria alrededor del sexo,
aprovechando y reconvirtiendo infraestructuras que ya existían en la sociedad
en las que se ejercía la prostitución de una forma marginal y encubierta. En
demarcación de la Guardia Civil este desarrollo se ha producido
fundamentalmente a nivel de los Clubes de carretera, que han pasado de ser
establecimientos pequeños a la categoría de auténticos complejos hoteleros de
lujo, en algunos casos. …”[17]
Como apunta
Sheila Jeffreys[18] “Cuando la prostitución se legaliza... se crea un cultura
de la prostitución...(...)...”.
La cultura
de la prostitución es muy elocuente. La concejala de Sanidad de uno de los
distritos de Berlín, Sra. Schmiedhofer, participa activamente en los preparativos
del Mundial de Fútbol para el año 2006[19], en declaraciones al diario Berliner
Kurier, señaló: “Queremos repartir 100.000 condones en los alrededores del
Estadio Olímpico para los potenciales clientes. Si encontramos patrocinadores,
los hombres lo tendrían gratis". Alemania, incorporada a la
reglamentación, desde enero de 2002, prepara el acontecimiento deportivo con
entusiasmo y lo mismo que se disponen a mejorar la oferta hotelera para los
aficionados al fútbol muestran su interés en que tengan a su alcance una limpia
felación. Ya se sabe la euforia genital que provocan los acontecimientos
deportivos.
Combatir la
cultura de la prostitución constituye una estrategia básica para el feminismo y
eso requiere actuar en diversos frentes.
Deconstruir
los argumentos y razones en que descansa la complacencia y tolerancia social
hacia los prostituidores debe constituir un elemento esencial de nuestras
acciones políticas.
Suecia ha
abierto un camino inequívoco en esa dirección, con la ley que penaliza la compra
de servicios sexuales, pero no es la única iniciativa institucional. El
Informe[20] del Grupo de Trabajo sobre Formas Contemporáneas de Esclavitud,
elaborado en sede de Naciones Unidas, apunta en esa dirección y recomienda a
los Gobiernos que “tomen nota seriamente de que es la existencia de una demanda
de explotación sexual de mujeres y niños la que perpetúa la prostitución y la
trata y a que tomen medidas eficaces para castigar a quienes compran servicios
sexuales de otros”.
Y
profundizando en esta línea, las recomendaciones [21] dirigidas a España por el
Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer: “El Comité
también insta al Estado Parte a que adopte todas las medidas apropiadas para
luchar contra la explotación de la prostitución de la mujer, INCLUSIVE
desalentando la demanda de la prostitución”.
Actuar
contra todas las modalidades de proxenetismo, ya usen la coerción o no, es una
estrategia imperiosa y una camino imprescindible para desmovilizar el tráfico y
el negocio que gira en torno a la prostitución, de ahí nuestra insistencia en
que este objetivo constituya una prioridad de la política criminal en nuestro
país.
Y por
supuesto, con carácter previo y conjunto, reforzar las políticas de igualdad de
oportunidades y crear condiciones laborales que eviten que las mujeres sin
recursos se vean abocadas a formar parte de la población prostituida. Asimismo
es esencial, dado que en la actualidad la mayor parte de mujeres en
prostitución son inmigrantes, desarrollar políticas específicas de integración
e inserción laboral de las mujeres inmigrantes y de protección y acogimiento de
las mujeres traficadas.
[1] El País,
domingo 29 de mayo de 2005.
[2] Anela:
Asociación Nacional de Empresarios de Clubes de Alternes. La despenalización que
llevo a cabo el Código Penal de 1995 de la llamada tercería locativa ( este
tipo penal castigaba la conducta de los que con ánimo de lucro se beneficiaban
de la prostitución ajena proporcionando el local o lugar para el ejercicio de
la prostitución) permitió que los proxenetas se organizaran legalmente creando
una asociación que quedo registrada de forma legal en el Ministerio de Trabajo
en el año 2002.
[3] Titulada
Sobre la violencia en el seno de la Familia, titulo relevante en el que se
invisibiliza a las víctimas y a los autores de la violencia.
[4] El
MAGNATE DEL ALTERNE. El Mundo, domingo 1 de diciembre de 2002.
[5]
Instituto Nacional de Empleo: ante dicho organismo se presentan las demandas de
empleo por los trabajadores/as y las ofertas de empleo por parte de los/as
empresarios/as
[6] Esta
idea es la aplicada por los Tribunales tras la nefasta redacción dada a los
tipos penales por el C. Penal de 1995, así lo ratificaron las sentencias
producidas con el nuevo C.Penal “El proxenetismo.... solo puede ser castigado
cuando afecta a personas mayores de edad si sobre las mismas se emplea
violencia, intimidación, engaño o abuso de superioridad o necesidad, es decir,
si la prostitución no es ejercitada de forma voluntaria...”Sentencia de 5
noviembre 1999, Audiencia Provincial de C. Real Sección 1ª.
[7] Las
prácticas prostituyentes de los cascos azules desplazados en misiones
humanitarias ha sido expresa y públicamente reconocidas por el actual
Secretario de NNUU Kofi Annan.
[8] Los
informes nacionales, gubernamentales y no gubernamentales, señalan que entre el
85% al 90% de las mujeres prostituidas en nuestro país son inmigrantes no
comunitarias.
[9]
Provocar. Excitar, incitar, inducir a uno a que ejecute una cosa. Real Academia
de la Lengua.
[10] Es
Miembro de la Coalición contra el tráfico de mujeres –Asia Pacífico. Ver, Sexo:
de la Intimidad al “trabajo sexual” o ¿Es la Prostitución un Derecho Humano?,
en www.aboliciondelaprostitucion.org.
[11] Informe
de la UNFPA, año 2003.
[12] “Que se
reconozca y respete la dignidad de las prostitutas y su capacidad de decidir
sin coacción a qué quieren dedicarse y cómo o con quién quieren establecer
acuerdos comerciales. Consecuentemente rechazamos el hostigamiento a los
clientes... (...)...” Extracto del Manifiesto de Hetaira por los Derechos de
las Prostitutas. Organización de mujeres que se presenta como defensora de los
derechos de las prostitutas.
[13] Ver
Heterosexismo y Prostitución, en www.aboliciondelaprostitucion.org.
[14] Una
aproximación al perfil del cliente de prostitución femenina en la Comunidad de
Madrid, Dirección Gral. de la Mujer, Comunidad de Madrid.
[15] Dicha
Comisión fue constituida en el Senado el 21 de marzo de 2001.
[16] Carmen
Vigil.
[17] Informe
sobre Tráfico de Seres Humanos, año 2001, puede verse en
www.aboliciondelaprostitución.org
[18]
Profesora Colaboradora en Ciencias Políticas, Universidad Melborune
(Australia). Co-fundadora de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres en
Australia.
[19]
BBC.Mundo com, noticia pubicada 13 de junio de 2005.
[20]
Naciones Unidas Consejo Económico y Social, Comisión de Derechos Humanos
e/CN.4/Sub.2/2003/31, 27 de junio de 2003.
[21]
Recomendaciones del Comité de la CEDAW a España, tras el examen del quinto
informe periódico de España (CEDAW/C/ESP/5). NNUU Suplemento No.38 (A/59/38).
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