El debate sobre este asunto empezó en realidad en 2010 donde
encontró una firme oposición del Senado,
de mayoría conservadora por lo que se ha dilatado hasta el 6 de abril de 2.016
en que la Asamblea Nacional convirtió en
ley la penalización al prostituidor.
Esto una vez más demuestra que la reglamentación o
sostenimiento de la prostitución es una política neta de derecha, basada en la tradicional
desigualdad de clase. Ha sido con la firme y sostenida lucha de la izquierda
francesa que se ha obtenido este avance de los DDHH.
Laurence Rossignol, ministra de Derechos de la Mujer, ha
dicho en la Asamblea:
“Este es hoy un
combate contra la fatalidad de los que todavía consideran que la prostitución
es el oficio más antiguo del mundo”
De este modo Francia se une a otros países que han avanzado
en sancionar a los prostituidores-“clientes” de las personas sometidas a la
prostitución: Islandia, Suecia, Noruega, Corea del Sur, Canadá e Irlanda del Norte.
Alberto B Ilieff
Por qué Francia
penalizará a los clientes de prostitución
Publicado: 09/04/2016
El pasado miércoles 6 de abril, Francia aprobó una política
pública de lucha contra la prostitución inspirada en el modelo nórdico. Este
modelo a veces se critica, se comprende mal e incluso se caricaturiza, por lo
que nos gustaría explicar aquí sus pormenores.
El cuerpo legislativo francés, por medio de sus
representantes elegidos directamente por sufragio universal, tras muchos años
de comisiones parlamentarias de investigación (aquí se pueden leer los
informes) y audiencias con todas las partes implicadas, pondrá al país galo en
sintonía no sólo con sus compromisos internacionales, sino también, y sobre
todo -en nuestra opinión- con la ley de 1981 que penaliza el delito de violación,
definido como un "acto de penetración sexual, sea de la naturaleza que
sea, cometido sobre una persona ajena, por violencia, coacción, amenaza o
sorpresa". En efecto, la Asamblea Nacional reconoce así que la penetración
sexual por dinero constituye una coacción por naturaleza, así que la
prostitución equivale a violencia, y es por tanto lógico que el autor de esta
relación sexual impuesta -el "cliente"- sea penalizado.
Se suele dar por sentado que la prostitución es una
actividad inofensiva entre adultos que lo consienten, cuando en realidad son la
pobreza y la violencia las que empujan de forma masiva a mujeres a venderse o
ser vendidas.
La propuesta de ley socialista que refuerza la lucha contra
la prostitución posee también, entre otras cosas, un componente de penalización
a los clientes, que a partir de ahora estarán sujetos al pago de una multa. El
legislador ha escuchado la voz de las personas prostituidas que experimentan la
tortura que representa la imposición de varias penetraciones sexuales
indeseadas al día, una tortura física y mental desde ahora certificada por
análisis traumatológicos. Tras largos estudios, el legislador ha reconocido que
la entrada de personas -a menudo menores- en la prostitución procede de la
falta de opciones y alternativas, cuando no es -como ocurre la gran mayoría de
las veces- por coacción directa de un proxeneta o de una red de trata. Es ese
su gran valor político. El sentido común da por sentado que la prostitución es
una actividad inofensiva entre adultos que lo consienten, cuando en realidad
son la pobreza, la minoría y la violencia las que empujan de forma masiva a
mujeres a venderse o ser vendidas. Nuestros diputados han considerado que el
derecho que debe prevalecer no es el de prostituirse, sino el de no verse nunca
rebajado a la prostitución.
Los diputados estiman que la propia presencia del dinero en
la relación es la prueba irrefutable de la ausencia de libre consentimiento de
una de las partes y que "la prostitución es, en realidad, muy simple. Es
sexo entre dos personas, entre una que lo quiere y otra que no. Y como no hay
deseo, el pago lo reemplaza".
Como no hay muchas voluntarias para acudir a satisfacer los
pequeños placeres de los clientes, estos últimos se sirven de proxenetas y
traficantes de seres humanos que se dirigen hacia la mercancía deseada, alguien
que no puede decir 'no'. Los diputados han podido constatar el fracaso
documentado por todas las tentativas de regulaciones del comercio del sexo. En
efecto, en todos los lugares donde se ha legalizado la prostitución y donde se
pasa a tratar a los proxenetas como empresarios corrientes, el tráfico de
mujeres ha explotado, así como la intensificación industrial de su explotación:
en Alemania, en Australia, en España y en los Países Bajos. Y con razón: una
vez que se normaliza la demanda, nadie se opone a la expansión del mercado...
Por el contrario, los diputados consideran que no se debe regular el delito, al
igual que no se regula ni el asesinato ni la esclavitud. Debemos procurar los
medios para luchar contra ellos, aunque sepamos que se requiere tiempo para
eliminarlos. Por desgracia, la penalización de la violación no siempre detiene
a los violadores, pero facilita una reparación a las víctimas y permite a las
instituciones sociales hacer justicia.
Esta ley estipula, nada más y nada menos, que las mujeres no
son mercancías, ni para vender ni para alquilar. En otras palabras, se trata de
la dignidad humana.
El legislador ha tenido en cuenta los desastrosos costes
humanos y financieros de la prostitución y ha decidido contrarrestarlos por el
único modelo viable, testado y funcional desde 1999: el llamado sueco o
nórdico, que ha logrado reducir la explotación sexual allí donde se ha
implantado y no es de ningún modo prohibicionista. El pueblo sueco consideró
que las personas son prostitu-idas por prostitu-tores, y que ante todo deben
ser descriminalizadas y apoyadas financieramente para salir de ahí, al
contrario que sus compradores, que son la fuente y la condición del sistema
prostitucional. El proxeneta sólo existe para responder a una demanda. Sin
clientes que compren prostitutas, no hay mercado, ni proxenetismo, ni tráfico
de seres humanos, pues estos últimos sólo existirán por y para ellos. Por
tanto, no es normal que sólo se penalice a los proxenetas, pues ellos son los
segundos en el orden de causalidad. Los clientes son la razón y la causa
principal del sistema prostitutor y las violencias que de ahí se derivan. Son
directamente responsables del proxenetismo y de la trata, cuyo único objetivo
es alimentarlos. Incluso más allá de estas situaciones mayoritarias, ellos son
los agentes principales de la violencia inherente a cualquier caso de
prostitución: la necesidad de dinero constituye como mínimo una coacción
determinante, hasta cuando la relación se considera voluntaria, y esto ocurre
en contadas ocasiones.
Sea cual sea la hipótesis, la prostitución es un acto sexual
impuesto bajo coacción: la del dinero. La prostitución está en el rango de la
violación. Es una violencia sexual perpetrada, mayoritariamente, por hombres.
Basta con leer los comentarios que los clientes dejan en foros de internet
donde evalúan la mercancía para constatar el vocabulario que comparten con los
violadores. La coacción es precisamente lo que busca el prostitutor: lo que
compra es la posibilidad de prescindir del consentimiento del otro, para hacer
lo que le dé la gana en una relación asimétrica en la que el otro está a merced
de quien paga. Un dinero que la otra persona necesita para garantizar su
supervivencia o la de su familia; o, peor, que será captado por un proxeneta o
una red de trata. El putero no tiene cura; en cualquier caso, suponiendo que él
no esté al corriente de la situación, ¿cómo podría verificar el discurso que le
servirá para aplacar los escrúpulos que le queden? Todos los estudios sobre los
clientes demuestran su relación con el comportamiento de los violadores, y con
razón: la prostitución no es una forma de violación; es una violación tarifada.
Sin dinero, no hay relación sexual, no es algo deseado. Cada año se trafica con
millones de mujeres y de jóvenes para el placer de estos señores a los que es
hora de penalizar, aunque sea con una simple multa como prevé la nueva ley.
El reto fundamental en una democracia igualitaria es el
siguiente: ¿cómo pueden ser las mujeres ciudadanas iguales que los hombres, si
estos últimos pueden pagar por ellas como por un filete en la carnicería? Por
consiguiente, los diputados han hecho honor a Francia al decidir que esto no
puede ocurrir en un país que procura ser ejemplar en el ámbito de los derechos
humanos; que es indigno en una nación que exhibe en sus frontispicios el lema
libertad, igualdad y fraternidad. Entre 2013 y 2016 se ha encontrado con el
rechazo sistemático del Senado hasta en tres ocasiones (pronto serán cuatro).
Pocas leyes han tenido tanta trayectoria parlamentaria y se han votado y vuelto
a votar tantas veces durante la Quinta República. Pero ha merecido la pena:
esta ley estipula, nada más y nada menos, que las mujeres no son mercancías, ni
para vender ni para alquilar. En otras palabras, se trata de la dignidad
humana.
Por tanto, nos alegramos del voto de esta nueva ley, que
completará el dispositivo legislativo francés en materia de igualdad entre
hombres y mujeres, y nos enorgullece haber formado parte, como militantes
feministas abolicionistas, de esta "ruptura antropológica que funda otro
mundo".
Este post fue publicado originalmente en la edición francesa
del 'HuffPost' y ha sido traducido del francés por Marina Velasco Serrano
http://www.huffingtonpost.es/yael-mellul/francia-penaliza-prostitucion_b_9641498
Las imágenes han sido agregadas por mí,
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En este blog las representaciones son
afiches, pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución
para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos
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