Prostitución.
Objeciones al Reglamentarismo.
por Alberto B Ilieff
Voy a encarar
principalmente las objeciones acerca de la reglamentación de la
prostitución, pues la reglamentación y el
abolicionismo son las dos modalidades más
importantes en relación a este tema.
Diversos factores actúan para que la
reglamentación tenga especial predicamento, uno de ellos es el
sistema capitalista en su etapa neoliberal cruzada en algunos sectores con el posmodernismo,
confluyendo en la llamada caída de los grandes relatos, la muerte de las ideologías y a la imposibilidad de
determinar verdades que no sean limitadas y muchas veces apenas
sectoriales.
El neoliberalismo en
su intento de barrer las significaciones que no sean las de los mercados
ha dejado huérfana a la sociedad de basamentos capaces no solamente de sostener
el engarce social sino de poder erigir fundamentos más allá de la simple
renta del capital. La mercantilización de todos los ámbitos, la
priorización de los mercados y en función de esto, la
conversión de todo en mercadería, ha dado un especial relieve a la prostitución como empresa y
al cuerpo como máquina para producir dinero.
Las ideas dominantes de
esta época acompañan y sostienen a la reglamentación del mismo modo
que el inmenso poder económico y político le abre
puertas. Recordemos que la llamada “industria sexual” es una de las que más ganancias
produce. Cifras que muchos estiman bastante
moderadas, aportadas por Naciones Unidas
estiman que lo obtenido solamente por la trata de personas (en
muchas zonas superando a la venta ilegal de armas y al tráfico de drogas,
llegando a ser el primer negocio ilegal) rondaría en los 32mil
millones de dólares anuales, solamente con esto tendremos una idea
aproximada de la fabulosa fortuna que genera y mueve, suficiente para abrir
fronteras, pagar a funcionarios, políticos, medios de comunicación y a todos los
que fuere necesario y se prestaren a ello. En relación a este tema
puedo poner como ejemplo lo que sucede en Argentina donde una organización de personas en
prostitución se declara reglamentarista y aboga por que la
prostitución sea reconocida como trabajo; esta organización es recibida en
los despachos oficiales, los medios masivos de comunicación difunden notas
y reportajes donde ella es el centro, tienen publicaciones que se entregan gratuitamente
de excelente calidad y muchas de ellas bilingües. Esta organización ha recibido enormes
sumas de dinero para desarrollar su actividad, mientras tanto, al menos otras
tres organizaciones de personas en prostitución que no aceptan
ser llamadas trabajadoras y que hacen lo posible por dejar esta actividad (Ammar Capital o Mujeres Argentinas por losDerechos Humanos, Asociación
Lucha por la Identidad Travesti-Transexual
(Alitt) y M.A.L.), no reciben financiamiento de ningún tipo y se
valen de sus propios y escasos recursos. Estas organizaciones no son noticia,
no son entrevistadas por los medios de comunicación o consultadas
al momento de elaborar políticas. Sirva esto como exposición de lo que
sucede y del diferente peso económico y político que se
evidencia.
Este ejemplo muestra la
desigualdad en cuando a los medios y posibilidades de divulgación e incidencia
en la población en general y factores de poder en particular, que
existe entre los postulados reglamentaristas y los abolicionistas.
Juegan también un papel muy
importante los mecanismos de sostenimientos de las instituciones sociales y la
inercia que se resiste a todo cambio, por positivo que este sea. La prostitución se halla
naturalizada y arraigada en nuestras culturas, su existencia a través del
tiempo la ha invisibilizado y alejado de un cuestionamiento profundo, mientras
que las ideas abolicionistas en este campo, deben abrirse camino y buscar los
medios para ser aceptadas y consideradas en el imaginario social.
Objeciones
Casi como una consecuencia de lo expuesto, y como un
punto importante en el sostenimiento del reglamentarismo es que: si la
prostitución esta naturalizada, su regulación aparece también
como una consecuencia lógica. Esto es así dado que se
parte de que la prostitución siempre ha existido y existirá porque es
“necesaria” como posibilidad de
satisfacción del instinto sexual masculino. Aquí va el primero
de los cuestionamientos. Hasta ahora no hay pruebas que sostengan la existencia
de la prostitución en épocas remotas, y difícilmente las
pueda haber porque se requiere de determinado régimen social de género,
determinado ordenamiento de la sexualidad y de las disposiciones morales,
sanitarias y legales respecto de la misma, de la distribución de los bienes,
en definitiva, como todo fenómeno social depende de condiciones que lo
posibiliten que de manera muy improbable se pueda sostener que siempre han
existido. Aún en el supuesto de que fuera una actividad nacida
casi con Adán, ello no implica en modo alguno legitimidad, Caín mató a Abel pero eso
no legitima al homicidio. Por otro lado,
ya ha quedado en la época mítica considerar que el deseo sexual
masculino es irrefrenable, perentorio, que su contención puede traer daños a la salud o
desencadenar consecuencias sociales catastróficas
(violaciones) (para más datos véanse estudios de masculinidad). No
existen datos científicos que demuestren que la
sexualidad masculina requiere de un régimen especial, que no puede ser
contenida o adecuadamente canalizada. Los estudios sobre masculinidades prueban
que las características que se adjudican a
la sexualidad masculina son más producto de la
socialización patriarcal que de
componentes biológicos, por lo tanto su
origen es netamente cultural.
El reglamentarismo al
adscribir estas ideas –naturalización de la
prostitución y de la exigencia del
deseo sexual masculino) lo que logra es reforzar la desigualdad de género,
acepta una visión denigrada del hombre como poseso de su sexualidad y
de la mujer como objeto para su satisfacción. De este modo
también sostiene la moral sexual dominante al sujetar a un grupo de personas
para que sean los objetos de satisfacción de esta
supuesta urgencia sexual masculina, la
que también implica la división entre la mujer privada y la pública, la honesta
y la prostituida. O sea que parte de hechos que científicamente no se
pueden sostener. Podemos preguntarnos
entonces, si la ciencia no confirma estos hechos, cómo es que la
prostitución y su reglamentación van ganando
espacio en el tiempo actual. Una respuesta posible es que avanza porque es
parte del ideario conservador tradicional. En efecto, la prostitución y su
normalización mediante la regulación sostienen a la
mujer, a las minorías sexuales y económicas en su papel
de vasallos, de sometidos. Es otro modo de regulación de las clases
sociales, aún en el caso de la llamada prostitución vip, se trata
de modos de sometimiento a las relaciones de poder clasistas.
Las izquierdas o grupos
libertarios que creen ir hacia un cambio social regulando la prostitución, en realidad
se juegan en contra, no ven las relaciones de clase ni de patriarcado.
El sostenimiento y avance
también está dado por que favorece a la economía y principios
del capitalismo neoliberal.
En algunos casos se piensa,
con bastante inocencia, que si el estado se opone, lo revolucionario es
entonces regular la prostitución como modo de ir en contra o de ofrecer
resistencia, cuando la realidad es que el estado o determinados gobiernos
se oponen por consideraciones económicas que precisamente parten de una ideología de derecha y
sostenimiento del capital. Se oponen porque el cuerpo de las personas en
prostitución ofrece grandes ganancias en dinero negro, las que se
distribuyen entre los funcionarios y partidos políticos y se
vuelca a los mercados, tanto ilegales como legales para realizar nuevos negocios. El mercado de la prostitución con muy poca
inversión y con materia prima obtenible en cualquier calle, genera mucha más ganancia que
otros, a tal punto que muchos países “exportan” a sus mujeres para que estas
envíen luego dinero a su familia, o decididamente favorecen el abuso sexual infantil comercial
(prostitución infantil) y adulta para atraer turistas.
Es bastante esclarecedor
ver como algunas izquierdas y derechas coinciden ampliamente en el
sostenimiento de la prostitución, y por ende, de todo lo que ella implica. Se
podría decir entonces que la salida o la ruptura con este orden de cosas es
la reglamentación, que de algún modo pondría freno a este
negocio negro. Como veremos más adelante, la
reglamentación es simplemente una fachada, un lavado de cara más dedicado a los
proxenetas que pasan a ser “comerciantes” o “industriales” mientras que el dinero negro sigue circulando
y sosteniendo al capitalismo, ninguna de estas posturas apunta a un cambio
profundo social.
Libertad: Otro punto importante y que es el caballo de
batalla del reglamentarismo es su reclamo porque sea respetada la libertad que
tienen las personas para optar por la prostitución. Con el lema
“mi cuerpo es mío”, que obtuvieron del feminismo, reclaman su derecho
a prostituirse. Esta frase es un
principio innegociable del feminismo y significa para las mujeres recuperar la
libertad para disponer de sus propios cuerpos, liberándose
de las imposiciones que históricamente le han impuesto los varones, las
religiones, el Estado, que desde hace milenios vienen decidiendo sobre
ellas. Es una distorsión
injustificable utilizar esa consigna tan preciada para el feminismo, para
cosificar el cuerpo, ajeno o propio, como moneda de cambio, alienándolo
de su subjetividad porque no hay un yo
diferente al cuerpo. Somos persona en integridad.
Consideran que la no
reglamentación de la actividad lesiona su derecho a la libertad de
elección de su estilo de vida, y de sus derechos laborales. De este enunciado
se desprenden varios puntos a tratar: la cuestión de la
libertad, a qué se llama trabajo, el
derecho a prostituirse.
Desde esta página sostenemos
que el principio de derechos humanos
fundamental primariamente vulnerado es el de la dignidad. Vale
aclarar que todos los derechos humanos son solidarios entre sí, de tal modo
que la violación de solamente uno de ellos también implica el daño a todos los
otros, por eso este tema también podría ser
contemplado desde el punto de vista de la libertad o la igualdad o de otros,
pero sin perder de vista que lo que se halla en juego básicamente es la dignidad humana.
Ya Naciones Unidas en su Convenio de 1949 para
la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación
de la Prostitución Ajena centro este tema al decir en su Preámbulo:
“…la
prostitución y el mal que la acompaña, la
trata de personas para fines de prostitución, son
incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana…”
La
dignidad es un concepto central de lo
que definimos como humanidad, solamente con haber nacido humano ya se es digno,
digna, no correspondiendo ni estando sometido a ninguna circunstancia o condición
externa. Este no es el lugar para desarrollar este punto, solamente decir que
la dignidad hace que toda persona sea un fin en sí misma, que su vida no deba
tener ningún otro objetivo que ella misma y que en toda
circunstancia se es siempre sujeto, nunca objeto. Porque la persona es digna
sus circunstancias sociales deben estar a la altura de esa dignidad, su casa,
su alimento, su acceso a la salud, educación y todos los bienes indispensables para su
desarrollo.
Es
precisamente en este punto donde la prostitución de revela como opuesta a
los derechos humanos, porque justamente consiste en convertir a un ser humano
en objeto, en un cuerpo, o mucho menos,
partes de un cuerpo, suficientes
para la satisfacción sexual de quien paga.
La
cosificación de la persona, el arrebatarle su ser sujeto es el
acto de anulación de sus derechos como persona humana y por lo tanto
es un acto de violencia.
Acá
no interesa la libertad, no interesa si la persona sometida ha aceptado dicho
sometimiento o las motivaciones psicológicas por las que lo haga,
lo que importa es la conversión en objeto, es la violencia que no es redimida por
el pago. Al contrario, el pago lo que hace es demostrar, poner en evidencia, el
daño, actuaría como un fallido intento de
compensación por lo que se produce.
Por
otro lado, y esto es fundamental en cuanto a los derechos, la libertad es la
posibilidad de elegir entre opciones que permitan el desarrollo de una vida
plena, justamente la prostitución no es un ejemplo de una actividad que permita el desarrollo integral y sano de la persona. Los importantes daños
en el cuerpo, en lo psíquico y social demuestran lo contrario. Un hecho
que el reglamentarismo oculta son los importantes daños a la salud que provoca esta actividad y que no
dependen de si esta regulada o no.
Debemos entender a la salud desde una perspectiva integral y no
solamente como presencia o ausencia de
enfermedad. En la prostitución la
salud en el sentido amplio se ve profundamente deteriorada en sus aspectos
sociales, físicos y
emocionales.
Empoderamiento: De lo antedicho también se ve con claridad que no existe tal
empoderamiento como las reglamentaristas quienes mostrar, la mujer puede fijar
el monto de la paga, pero esta nunca compensará, por elevada que sea, la
dignidad desconocida y el daño
que de manera concreta, no metafórica, se produce en el cuerpo, la psique y en las
relaciones sociales de las personas sometidas. El empoderamiento debe llevar a mejores
condiciones de vida, a modificar y ampliar el campo de movimiento, implica una acción
decidida hacia un desarrollo integral de la persona. En el caso de las
estrategias de sobrevivencia como es esta, ese objetivo no se logra. Que la
persona pueda alimentarse y dar algún bienestar a su familia no
significa que eso se traduzca en un crecimiento personal.
Difícilmente
pueda ser valorada la persona que realiza esta actividad cuando los propios
implicados directamente como son los proxenetas, tratantes y prostituidores
(clientes) son los primeros en
convertirlas en objeto, en simples cuerpos que pueden ser usados según
el precio y luego olvidados.
Las
personas en prostitución no tienen historia, ni nombre, salvo el supuesto
con el que ejercen la actividad, porque su identidad, su deseo, su humanidad no
interesa.
“De
hecho, no es la prostitución, sino la prostituta, la que está
estigmatizada: el cliente, lejos de ser menospreciado, es celebrado por sus
congéneres, en la medida en que para ellos el uso de una prostituta es un
ejercicio de soberanía masculina, una manifestación
de dominio sobre las mujeres.” (Carmen
Vigil “Contra la regulación de la prostitución”)
“Se
va a reconocer como valioso lo que ha sido reconocido históricamente
como valioso, aunque las mujeres ahora decidan que lo valioso es lavar ollas o
platos” (o prostituirse) “si nos queremos consolar haciendo pollos al
horno por todas las frustraciones que tenemos en la vida social, pensando que
hacer pollos al horno es la esencia misma de la realización y la
creatividad, como dicen ciertas revistas y asumen ciertas feministas,
naturalmente, estás en tu derecho; ahora bien, tienes
que saber que así no se transforman las cosas.”
Amorós, C. (1990): Mujer:
participación, cultura política y Estado; Bs. As.,
Ediciones de la Flor
Trabajo: En cuanto al
reclamo que se realiza de que la prostitución es un trabajo
merece ser considerado especialmente. Muchas voces acuerdan con que se debe
prestar oído al modo como las personas en prostitución se llaman a sí mismas. En
realidad, más que escuchar lo que se pretende es que sea aceptada
sin más esta autodesignación. El reglamentarismo une esta cuestión del trabajo a
la libertad de decisión sobre el estilo de vida y el cuerpo haciendo de todo
esto una cuestión individual que depende de la voluntad y elección de cada
persona. Basarse en la libertad de la
persona para prostituirse y por lo tanto considerarla “trabajo” simplemente están engañando. En nuestra sociedad el trabajador vende
su fuerza de trabajo, su capacidad productiva, no a sí mismo, no a su
cuerpo.
He escuchado varias veces
decir que no hay diferencia entre las manos, o el cerebro y los genitales. Este
decir efectista nuevamente encubre la realidad, que sí hay diferencias
no solamente entre las distintas partes corporales sino también en su valoración social. Tan es así que el uso de
las manos o del cerebro, las especializa, afina las herramientas físicas e
intelectuales, por el contrario, el uso de los genitales como máquina para
obtener dinero, los daña y muchas veces de manera irremediable.
Quienes defienden con ahínco que es un
trabajo son aquellos que se benefician económicamente, llámeselos
empresarios, chulos o fiolos .
Este hecho como todo otro
social no depende del individuo sino que debe ser producto de un acuerdo social
en el que todas las voces, no solamente la de las personas en prostitución que
manifiestan su conformidad, dado que hay muchas otras en igual situación que no aceptan esta designación, así como las de
todos y todas quienes formamos parte de la sociedad, dado que, repito, esta no
es una cuestión individual o de elección personal sino un hecho social, todas deben
ser consideradas. Algo que no se debe perder de vista al analizar este tópico es que la
persona en prostitución es la punta del iceberg, alrededor de ella se
despliega un amplio sistema prostituyente integrado por muchas otras personas y
también situaciones diversas que son las que sostienen esta actividad. Entonces,
al validar a una de ellas considerándola “trabajadora” inmediatamente se legitima
a todo el sistema.
Junto con esto se dice que
si se reconoce como trabajo el estigma social desaparecerá. Este argumento
subestima o desconoce los mecanismos sociales. Difícilmente el
estigma será eliminado por el cambio de rótulo, los países
reglamentaristas demuestran este aserto. Sobre todo cuando el estigma es
mantenido en gran medida por los hombres que se benefician del cuerpo de las
personas que ejercen esta estrategia de sobrevivencia.
Es ideal e ilusorio creer
que con el cambio de nombre varían las condiciones que le dieran origen y
sostenimiento a una actividad, y es a esto a lo que debemos apuntar. Por esto
mismo decimos que el reglamentarismo busca un cambio superficial para no
cambiar en lo profundo, no solamente no modifica las causas sino que
indirectamente las convalida y permite que el capitalismo y el patriarcado se afiancen.
Reglamentar
es instituir un mercado de cuerpos femeninos para uso del prostituidor
(cliente), que tendrá asegurada la salud y calidad y variedad de su
mercancía y en beneficio del proxeneta, que continuará
lucrando y comerciando con los cuerpos, ahora legitimado, y de los
tratantes convertidos en abastecedores
de los burdeles que pasarán a ser “centros de atención”.
Lo que logra es perpetuar el sistema prostituyente con todas sus complicidades
y mantiene el statu quo que les conviene en general a los gobiernos, es decir,
no pensar en una distribución igualitaria de la riqueza.
Implica
un mensaje hacia la sociedad que dice
que es lícito usar el cuerpo ajeno, a otra persona, para los
propios fines, siempre y cuando medie dinero, es normalizar a las personas como mercadería.
También vale considerar que
por este camino se abre un espacio para el abuso sexual infantil comercial
(prostitución infantil) de tal como que podría ser
comprendida como lo hace la Organización Internacional del Trabajo, como una de las peores formas de trabajo, peores, pero trabajo al fin (Artículo 3 del
Convenio núm. 182 de la OIT).
Se aduce que en una
actividad reglamentada y custodiada por el estado la seguridad de las personas
en prostitución es mucho mayor, lo cual es inexacto. Las personas
quedan son sometidas a contratos de trabajo que son estipulados por los ahora
llamados industriales, antes proxenetas. Son estos los que fijan las
condiciones de la actividad porque son los dueños de los
establecimientos y tienen el poder económico. Como al
estar registradas estas personas deben
cumplir una serie de requisitos (papeles migratorios y documentación personal, exámenes médicos,
pago de impuestos, registro, entre otros)
la mayoría opta por no registrarse porque esta de manera ilegal
o porque no quiere pagar impuestos y quedar oficializada como en prostitución.
Aquellas
mujeres que están en situación de prostitución
y defienden su "derecho" a estarlo como si se tratara de un trabajo,
proceden como los esclavos del siglo XIX que no querían
la liberación, sino seguir sirviendo a su amo; y como todos
aquellas y aquellos que en los sucesivos momentos históricos,
sufriendo imposiciones, aceptan someterse a las mismas como algo natural.
Cuando una persona se resigna a convertirse en
esclava y en objeto para que otro la use, está aceptando que también otras
personas sean convertidas en esclavas y objeto de uso.
Medio de vida: Una expositora reglamentarista dijo que el “trabajo sexual” es un medio de vida para un
montón de mujeres, hombres y transexuales, que la
sociedad tendría que
aprender a respetar las decisiones de quienes quieren “trabajar en esto",
lo que demuestra claramente que se apunta a la inmovilidad, no al cambio. Que
algo sea un medio de vida no necesariamente los justifica ni lo torna personal
y socialmente valioso. En su momento también fue usado cuando se pretendía
abolir la esclavitud. Se decía que estas personas no conocían
otra cosa, que habían nacido y vivido siempre como esclavas y que ese
era su medio de vida. En definitiva, se usaba a las personas esclavas para no
introducir modificaciones. En nuestro
caso, si la preocupación es el medio de vida sería
interesante que las reglamentaristas abogaran por trabajos acordes a la
dignidad de las personas, a que todas accedieran a educación
y capacitación
laboral, antes que dejarlas en la misma condición nada más
que ahora con el nombre de “trabajadoras”.
Este es el punto preferido
por los reglamentaristas para atacar las leyes que posturas que buscan la
desaparición de las situaciones de
prostitución, decir que de cesar
estas, se dejaría a las personas sin
posibilidad de sostenerse económicamente a sí mismas y a su familia. Esto no es exacto, es
un principio del abolicionismo la asistencia integral a las personas en
prostitución por entender que la
sociedad debe reparar el daño que se les ha causado y
restituirles sus derechos.
Cercana a esta crítica es
común también escuchar que se reprocha al abolicionismo
ser intelectual, hablar desde el púlpito, y por eso estar
distanciado de la realidad de las personas en prostitución.
Precisamente es lo contrario, el abolicionismo surgió a partir del contacto con las personas
en esta situación
oponiéndose desde el comienzo mismo al proxenetismo, al rufianismo, a los
tratantes. Por este motivo acompañó en las calles el pedido de eliminación
de los Códigos de Faltas o Contravencionales porque estos
eran armas para un mayor sometimiento de las personas en prostitución.
Además, difícilmente se pueda decir que está alejado cuando varias entidades de personas en
prostitución están en sus filas (Ammar Capital o Mujeres Argentinas
por los Derechos Humanos, M.A.L., ALITT). Es el abolicionismo capaz de una
escucha integral atenta que involucra no solamente el presente de las personas
sino también su futuro, que conoce las enfermedades y los pronósticos
de vida, que asiste a las víctimas de trata, que llama por su nombre al sistema
prostituyente y denuncia a quienes viven de la explotación
de las personas; por esto, no cree que llamando “trabajo” a este tipo de
violencia, desaparezcan los problemas y los delincuentes.
Los
abolicionistas no es que no escuchen a las sujetas directamente involucradas,
sino que escuchan tanto a las personas en prostitución
o sobrevivientes reglamentaristas como a las personas en prostitución
o sobrevivientes abolicionistas, y encuentran más razonables los planteos de
éstas últimas, así como los reglamentaristas
también escuchan a ambos sectores de las personas en prostitución
y optan por los planteos de las primeras.
Vulneración de los
derechos humanos y laborales:
Reclaman que las posturas abolicionistas vulneran estos derechos. En este punto
se hace una elaboración tendenciosa de lo que se entiende por derechos
humanos. Esto es, toman el derecho al trabajo y a la libertad olvidándose
de los restantes como el básico de la dignidad, y otros como el derecho a
la salud. Si partimos que la prostitución
es una forma de sobrevivencia no un trabajo, difícilmente se pueda encontrar
un derecho a prostituirse, o mejor aún, el derecho de los
clientes a prostituir. Si la prostitución fuera un derecho humano,
no se le podría negar a los niños y niñas.
Reclaman
su derecho a la libertad para disponer de sus vidas y cuerpos, retoman la idea
de ser dueñas de su propio cuerpo para reivindicar su derecho a
prostituirse. Paradójicamente es el mismo caso de quien haciendo uso de su
libertad decidiera esclavizarse, renunciar a su libertad y entregarse como
esclavo a un otro, adueñarse del propio cuerpo para someterlo a la
prostitución es similar.
Asociaciones o cooperativas: Se ha lanzado la propuesta de que las personas en
prostitución puedan unirse y crear algún
tipo de asociación o cooperativa sostenida por ellas mismas, sin
proxenetas. Esta propuesta si bien es
interesante no es acordada por todas las personas en prostitución
pues el alquiler y sostenimiento de emprendimientos de este tipo requiere
de cierta cantidad de dinero que no todas poseen lo que las llevaría
a tener que recurrir nuevamente a algún proxeneta. La realidad es
que este es un intento de lograr el ordenamiento de la prostitución como trabajo y dar algún cuerpo asociativo legal que
permita su reglamentación cuando no se modificaría
la situación pues en general las personas en prostitución
no tienen capacidad económica ni los recursos para comprar o alquilar una
vivienda apta, el amueblamiento y sostenimiento de la misma, pago de impuestos,
etc, por lo que detrás, como en la actualidad, estarán
los proxenetas, los que sí tienen capacidad económica
para montar emprendimientos de este tipo. En definitiva, sería
un burdel con otro nombre. Aún en el hipotético caso que este modelo pudiera
funcionar adecuadamente, que las personas pudieran agruparse y unirse en
sociedades o cooperativas, lo central y que hace que de todos modos esta
supuesta solución sea
inaceptable es que la cosificación de la persona y el uso para la satisfacción
sexual ajena no se modifican, por lo que el centro de violencia se mantiene.
“La
prostitución, para nosotras, es un campo de
concentración a cielo abierto, donde entrás y
desaparecés, la tortura es diaria, los penes son picanas, las palabras son
latigazos que nos enmudecen.
La
prostitución es una práctica
constante de femicidio maquillado con un lenguaje que distorsiona, tapa y
mantiene los lugares asignados por el patriarcado.”
Activistas feministas
Para algunas
izquierdas: Para algunos sectores de izquierda la reglamentación de la
prostitución significa la ruptura con la heteronorma y al mismo
tiempo la ruptura de modelos centrados en la mujer monogámica
heterosexual y reproductiva. Este ideario es necesario que sea sometido a una
reelaboración en vista a los datos actuales que se tienen
acerca del tema y de la profusa elaboración intelectual, mucha
realizada por las mismas mujeres que están o
estuvieron en situación de
prostitución. Otra postura a considerar
desde la izquierda es que la prostitución es parte de un sistema de
sometimiento de las personas, de mantenimiento de los prejuicios y limitaciones
impuestos a la sexualidad (mujer pública vs privada, honesta vs
deshonesta, sexo no libre, sexo sometido a turnos y pago, el cuerpo como máquina
de producción económica, el cuerpo como máquina de reproducción, grupos destinados al “servicio” y satisfacción
de otros, etc.), mantienen una división sexual y clasista, el
dinero habido es captado fundamentalmente por el capitalista, por el dueño
del establecimiento y en la mayoría de los casos, dueño de las personas en
prostitución. En definitiva, la prostitución
lejos de ser un momento transgresor o capaz de producir modificaciones
sociales, es un elemento más de la sociedad tradicional clasista y dividida en
géneros.
La ruptura de
modelos centrados en la monogámia heterosexual y
reproductiva no se logra con la prostitución dado que esta está
montada para sostener dichos modelos. Solamente una sexualidad libre basada en la mutua elección,
en el placer compartido, en el respeto de los cuerpos y las personas, en el
propio sentir, librada de imposiciones sociales externas modificará
este cuadro. Mientras tanto la prostitución será
la válvula de escape para no producir un cambio
significativo en las relaciones y repetirá el sometimiento clasista y
de género.
Un término que llama a
confusión es
el de “explotación
sexual” equiparándolo
a la “explotaciónlaboral” cuando son conceptos diferentes.
En el capitalismo todo
trabajador es explotado, por eso hablamos de explotación
laboral. El punto no está
en las condiciones en que se desarrolla
la labor sino en la plusvalía.
Al hablar de explotación
sexual no solamente se hace referencia al proxeneta, chulo, marido o como se le
llame, que se queda con parte o todo el dinero que la mujer obtiene, sino
también al prostituidor o cliente que obtiene placer mediante ese cuerpo y que
no compensa con el dinero ya que no es lo mismo ser trabajador que persona en prostitución.
El trabajador lo que
vende es su fuerza de trabajo, en el caso de la prostitución, lo
que se entrega es el cuerpo. He escuchado muchas veces decir a personas en
prostitución que,
por ejemplo, para limpiar un inodoro se
necesita un mínimo
saber y que la suciedad siempre queda fuera de su cuerpo, en la prostitución no
cuenta el saber sino el cuerpo que se tiene y el cliente ingresa a este y se
descarga en su interior.
Vacío
legal: También consideran que, como sucede en algunos países, al no ser ilícita la
actividad pero al mismo tiempo, no estar debidamente legislada, se cae en un
vacío legal que favorece la acción de proxenetas y deja en situación de desamparo a
las personas que ejercen la prostitución. Esto significa que el ejercicio de la prostitución
de personas mayores de edad y ejercido por voluntad propia no está
penado pero tampoco hay una legislación que lo ampare. De ahí
que un reclamo constante sea la
reglamentación de esta actividad en esos países.
También sostienen que este vacío legal no les permite
organizarse como sindicato, acceder a derechos y obligaciones laborales y a una
jubilación. En este
punto es conveniente detenernos un momento. En el caso de los países
reglamentaristas o prohibicionistas no cabe hablar de vacío
legal. Estos grupos con esa expresión se refieren a aquellos países en los que se aplica el sistema
abolicionista. Veremos a continuación que no es exacta esa
aseveración. El abolicionismo persigue a los proxenetas,
tratantes, explotadores en general de la sexualidad ajena, por lo que hay leyes
dictadas al respecto. En cuanto a las personas en situación
de prostitución las considera víctimas por lo que no hay
persecución ni reproche en su contra, sino que se tiende a su
asistencia. Por lo tanto no se puede hablar de vacío
legal, la falta de reglamentación de esta actividad no es tal vacío, sino justamente la esencia de este sistema.
Contrato entre adultos: Decir que la prostitución
puede ser comprendida como un contrato realizado de manera voluntaria entre dos
personas mayores de edad es desdibujar el concepto mismo de contrato. Entre una
persona en prostitución y su “cliente” no existe tal posibilidad de
contrato dado que se efectúa en el marco del concepto de género, donde no hay
reciprocidad posible. No es posible fundamentalmente porque no es entre
iguales. Si indagamos en el hecho veremos que sí hay un contrato entre
iguales pero que este no es evidente sino que se halla implícito,
y es entre el proxeneta y el prostituidor (cliente).
La
idea de contrato reglamentarista esta basada en el mito de la persona en
prostitución que lo hace por cuenta propia y voluntaria, o
sea, la que sin coacciones externas y siendo libre, sana y educada, y teniendo
otras opciones, decide de manera informada que la prostitución
es el modo de vida que ella quiere llevar a cabo para obtener rédito económico
y la ejerce por sí misma y sin la presencia de proxenetas, fiolos,
maridos, o como quiera llamárseles. Este argumento es absurdo sobre todo porque
niega la realidad dado que este tipo de prostitución
que imagina es una rareza cuando no un invento de la fantasía.
Por el contrario, los hechos nos muestran que la prostitución
va directamente unida a la marginalidad, la exclusión,
el abuso, la falta de acceso a los
medios que posibilitan el desarrollo de una vida plena, por no hablar de la
participación criminal.
Vale
aclarar que el hecho de que pudiera ser comprendida desde una visión
de contrato, esto no necesariamente legitima y otorga valor social a la
actividad, también se puede decir que existe un contrato entre el que encarga
una muerte y el sicario, también entre el vendedor de drogas y su comprador.
Control médico: Algo que se aduce a favor de
la reglamentación es que se podrán ordenar exámenes
médicos periódicos. Si vemos la cuestión
desde el punto de vista de la salud pública aparece con claridad
la discriminación hacia las personas en prostitución
porque es a ellas a las que se les obliga a realizarse estas revisiones médicas
para demostrar su salud cuando son sus prostituidores (clientes) los que
seguramente les contagian sus enfermedades. No se hace un control de los hombres cuyo número
sobrepasa de las personas en prostitución enfermas y son ellos los
diseminadores de la enfermedad.
Por
otro lado, un certificado de salud es un engaño, nada indica que minutos
después de obtenido la persona no puede ser contagiada. Además
debieran implican análisis químicos pues una simple revisión
clínica no es suficiente, los que demandan tiempo en
que seguramente la persona en prostitución seguirá
su actividad.
Todo
esto teniendo en cuenta a las personas registradas y que por lo tanto son
exigidas del cumplimiento de este requisito. Los países
reglamentaristas muestran que el mayor porcentaje de personas no se registran y
por este motivo tampoco cumplen con el examen médico.
La
experiencia del período en
que Argentina fue reglamentarista demuestra la ineficacia de este sistema que
en realidad favoreció a la
corrupción y a un mayor abuso sobre
las personas en prostitución que
se veían de este modo más sometidas a proxenetas y funcionarios.
Proxenetas y tratantes: Otro argumento a favor de la regulación
es que termina con la presencia de proxenetas y tratantes, elimina la
prostitución infantil y la trata de personas y da seguridad a
quienes ejercen la actividad. Estos extremos están negados y de manera muy
clara por las experiencias de los países reglamentaristas donde
por el contrario, se muestra que estos delitos no solamente no desaparecen sino
que se incrementan. El análisis de las experiencias llevadas a cabo en los países
reglamentaristas muestra que el resultado es negativo. Lejos de la propaganda
que determinados grupos hacen sobre la supuesta bienaventuranza que se logra
con la regulación, los resultados objetivos muestran otra
cosa: se ha incrementado el crimen
organizado relacionado con la prostitución, han proliferado los
locales y la industria ilegal, las condiciones en las que se desarrolla la
actividad, de salud y de seguridad de las personas que la ejercen no han
mejorado y, además, se han enriquecido los explotadores convertidos
en “honorables” empresarios. El abuso sexual comercial infantil (prostitución
infantil) no desaparece pues es una fuente importante de ganancias que siempre está junto a la prostitución
de adultos. Por último, ahí donde hay prostitución
hay trata de personas porque este es el medio por el que se nutren de personas
sometidas los burdeles.
Trata de personas y prostitución: los grupos reglamentaristas tratan infructuosamente
de establecer una separación neta entre la trata de personas y la prostitución.
Aducen que mientras esta última no está
prohibida (lo penado es la explotación de la prostitución
ajena), la trata sí lo está por
ser un delito. Basadas en lo que es una interpretación,
una construcción jurídica
y tomándola como un todo, separan ambos elementos. En la
práctica, en la realidad de todos los países,
no existe tan diferencia pues inevitablemente una lleva a la otra. Separar la trata
de personas de la prostitución no es inocente, precisamente es todo lo
contrario. Es una estrategia para encubrir a tratantes y proxenetas. El destino
mayoritario de las mujeres y niñas víctimas de trata es la prostitución, la trata de
personas es el medio por el que los proxenetas se nutren de mujeres para
explotar. Reitero, la trata es el medio, no un fin en sí misma, el fin
es la explotación en la mal llamada “industria sexual”. Si la
vulnerabilidad económica, la
exclusión social, la presión de las normas patriarcales
no alcanzan para cubrir la demanda y
variedad y por ello se necesitan más cuerpos-personas, se
recurre a la trata.
Por
lo tanto, la trata de personas es una parte importante del sistema
prostituyente, no puede ser separada de este.
Unir prostitución y trata
es integrar la secuencia hacia su
finalidad; sino, si consideramos a la trata como algo separado, caeríamos en el sin
sentido de pensar que una mujer o niña son engañadas,
secuestradas, sometidas, para nada, para quedar en una especie de limbo, cuando
la realidad nos muestra que son halladas en los burdeles.
Y si es ahí donde son
encontradas, si es ahí donde se continúa la victimización comenzada con
la captación, es porque proxenetas, rufianes, instigadores,
tratantes, así como todos y todas los que
saben de su condición de víctimas son participantes de este delito.
La trata de personas existe porque
existe la prostitución, y esta porque hay prostituidores (clientes) que
pagan por obtener de esta manera su satisfacción.
Por otro lado, junto a
este argumento también se pretende separar la prostitución
adulta de la infantil, lo que es una argucia desmentida por la propia realidad.
La edad promedio en que las personas son ingresadas a esta actividad es
alrededor de los 13 años. Como en la mayoría de los países
esto constituye un delito, es la parte menos visible de esta actividad, son muy
pocos los casos en que el inicio fue ya en la mayoría
de edad legal.
Sostener
ese tipo de “moralismo” es desconocer completamente la historia del
abolicionismo y su profunda relación con el feminismo y otros
movimientos propulsores de un cambio social y una apertura hacia una sexualidad
voluntaria, libre de condicionamientos y de la obligatoriedad de la procreación e integrada a la personalidad.
Lo
que sí resulta innegable es la
profunda relación e
integración del abolicionismo a los
derechos humanos como principios reguladores de las conductas humanas.
Por
otro lado, la acusación resulta inútil por
cuanto ser moral es parte de la constitución humana. Salvo los psicópatas, toda persona tiene capacidad de discernir
entre lo que es correcto y lo que no lo es, por ejemplo, es lo que permite
hablar de cualidades ciudadanas o rechazar a las dictaduras; de ahí que toda actividad, sea
esto reconocido de manera conciente o no, implica un punto de partida moral a
partir del cual es llevada adelante y en esto no difieren el abolicionismo,
reglamentarismo o prohibicionismo. La diferencia radica en este caso, en que el
abolicionismo expresa con claridad cuáles son
sus principios básicos.
- Países Bajos– Suecia: Podemos comparar la aplicación de dos modelos jurídicos diferentes en relación a este tema, el de los Países Bajos y el de Suecia.
Si
bien los Países Bajos no son los únicos que han aplicado el
sistema reglamentarista, su experiencia es una de las más
conocidas, por eso la tomo como referente.
Países Bajos. Si bien el activismo reglamentarista cuenta con
recursos económicos
muy importantes, se halla en retroceso. Las experiencias en los países en que se ha reglamentado la prostitución desmienten
palmariamente los supuestos avances que se darían con la regulación de esta actividad. La experiencia holandesa de
reglamentación de la prostitución está
siendo actualmente revisada y no tanto por consideraciones éticas sino
evaluando los resultados concretos de estos años.
Se
ha comprobado que lejos de mejorar la situación ha empeorado. El resultado
observado en los países reglamentaristas es que existen dos modalidades
de prostitución, la legal y la clandestina.
La
trata de personas y el abuso sexual
infantil comercial han aumentado notoriamente.
Del mismo modo los delitos relacionados a esta actividad como el tráfico
de drogas y la trata de personas. Esto ha significado que los gastos
gubernamentales para hacer frente al crecimiento de los delitos y de la
inseguridad pública se han incrementado notoriamente, no siendo
compensados por el ingreso fiscal debido a esta actividad, además del malestar político que crean.
Las
personas en prostitución oficializadas son una minoría
pues al ser víctimas de trata unas e inmigrantes ilegales otras,
no se registran, un tercer grupo podría serlo pero se niega a
pagar impuestos, a la revisación médica y sobre todo a quedar estigmatizada en
adelante como persona en prostitución.
Tengamos
presente que en Holanda en el primer año de reglamentación
la prostitución creció un 25 % dándose
un aumento progresivo, y lo mismo ocurrió con la trata. Actualmente
el 85% de la prostitución en ese país es de mujeres y niñas
víctimas de trata que son inmigrantes sin documentación.
Sólo un entre un 3 a 4 % de las nacionales se ha
registrado.
Otra cosa para decir sobre Países Bajos es que es el
principal estado de la Europa rica y desarrollado con víctimas de trata
nacionales. Al estar legitimada la prostitución es más fácil
captarlas.
Un
fenómeno que se evidenció fue que mediante los prostíbulos
legales se lava dinero proveniente de los ilegales y de otras actividades ilícitas.
Un
signo de todo esto es que el famoso Barrio Rojo de Amsterdam (Red Light District) muy visitado por
el turismo internacional por las vidrieras en que son expuestas las personas en
prostitución a efectos de ser evaluadas
y elegidas, está siendo desmantelado por el
propio gobierno. Este lo está
transformando en un barrio dedicado al diseño,
eliminando los burdeles.
Suecia: El sistema legal sueco es abolicionista, penaliza
la compra del consumo de personas en
prostitución y despenaliza su venta. Considera a la prostitución como una forma de explotación masculina de mujeres y menores y un obstáculo para la consecución de la igualdad real de género. Destina
importantes fondos a las personas que quieren abandonar la prostitución, realiza importantes campañas destinadas a la población para lograr la igualdad de género y también para formar a policías y fiscales para que puedan desarrollar su
trabajo bajo esa visión.
Una
de les estrategias usadas es la persecución
penal del prostituidor (“cliente”), no
de las personas en prostitución.
El
modelo sueco logró todo aquello que se proponía el modelo holandés, se ha reducido enormemente el
número de personas que se dedica a la prostitución, y bajado notoriamente la tasa de trata de
personas y abuso sexual comercial infantil y se ha facilitado la persecución de los proxenetas y explotadores sexuales. Tal ha
sido su éxito que otros países han replicado su experiencia. Holanda, por su
parte, se ha convertido en el centro de destino de mujeres extranjeras víctimas de trata, de prostitución infantil y generó
una dinámica que hace difícil investigar a aquellos “intermediarios” o
“facilitadores” de la prostitución. Las
autoridades holandesas consideran a esta situación
como “crítica” y están decididas a cerrar la mayoría de los prostíbulos
y a dar marcha atrás con el paradigma
permisivo, que funciona como enclave europeo del crimen organizado.
Palabras finales:
El
abolicionismo se opone a la reglamentación de la prostitución por considerar que esta
medida es retrógrada, que destruye los avances en la recuperación de los
derechos de las mujeres la convalidar y
fijar una situación de desigualdad. Ello significa que en adelante las personas
vulneradas, excluidas, podrán ser reclutadas para un mercado de cuerpos en el
que los beneficiados son todos aquellos que lucran con estos cuerpos y los que
se satisfacen en ellos. Estos, al ser los que detentan el mayor poder en estas
relaciones, estarían en condiciones de exigir y pautar, establecer reglas, por lo que las personas en prostitución serían
aún más perjudicadas. Esto no es una
elucubración teórica, es el resultado de la situación que viven en países que
optaron por la reglamentación. Por el contrario, el abolicionismo aboga por la penalización de todas las
modalidades de proxenetismo, tratantes, rufianes y prostituidores (clientes)
Se
ha empezado a comprender la idea de que la prostitución es una forma de
violencia y que, por tanto, no se puede entender como forma de relación laboral
alguna, dado que no puede haber derechos laborales ni mercantiles cuando se
violan derechos fundamentales.
La
equidad entre varones y mujeres no es
compatible con la prostitución. No se puede entender la dignidad como la legalización de esta inequidad.
El
cuerpo es parte de la integridad que es la persona, no es escindible de un alma
o psique, por lo que le cabe la noción de dignidad humana, siempre sujeto, nunca objeto.
El
ser creadores de nuestras vidas, sus diseñadores, hacer uso de nuestra
libertad, no nos autoriza a renunciar a un derecho humano básico como el de la
dignidad, porque cada acción humana involucra a todos y todas, porque cuando
elegimos una conducta estamos diciendo que esa acción es la que considero mejor
para nosotras y nosotros y para cualquier otro sujeto, o sea, la convertimos en
modelo.
Los
derechos no son ilimitados, unos limitan y sostienen a los otros, de modo tal
que no se puede apelar a la libertad si esta daña a la igualdad o a la dignidad
o a cualquier otro derecho.
Es
mucho más fácil decir que son trabajadoras porque cierra el cuestionamiento,
cesa el reclamo moral, además, apelando a lo que podríamos llamar una actitud
piadosa, se pretende ayudarlas llamándolas trabajadoras. Es como decretar que
son mayores de edad y que entonces deben arreglárselas solas, ya no son víctimas
ni "pobres" sino que se confirma que están porque quieren, que ganan
plata, que hasta disfrutan. Es así como los lugares comunes se tornan
verdaderos, los mitos ahora gracias a un talonario de la agencia de impuestos
decantan en realidad, y como con cualquier otra profesión liberal, puedo
desentenderme y librarla a su propio devenir.
Sí,
ser reglamentarista es mucho más sencillo, no hay inquietud ni cuestionamiento,
todo está en su lugar, la señora esposa
y madre en su casa, la trabajadora sexual en el prostíbulo o en la cooperativa
sexual.
El
abolicionismo, como todo movimiento de cambio, revolucionario, pregunta por las
razones, cuestiona y se cuestiona, no cesa la pregunta, es incómodo, molesto,
no permite que durmamos como los justos porque sabemos que no lo somos. Sí, ser
abolicionista es muy incómodo. !!!
“Queremos
que nuestr@s niñ@s crezcan aprendiendo que la prostitución es un abuso y que la
trata es una abominable esclavitud, un delito
que hay que combatir. Que ya no
piensen que los cuerpos de niñas, adolescentes jóvenes, hombres y mujeres están
para ser alquilados, vendidos, ultrajados, torturados para meter cosas en sus
vaginas, su ano, su boca.
La
prostitución no es inevitable ni hereditaria. El silencio de muchas de esas
mujeres es el resultado de la intimidación, el terror, la vergüenza. Su
silencio, como el de las mujeres maltratadas, no debería ser interpretado como
un consentimiento.
Sin
prostitución, no hay trata de personas.”
Con su paciencia corrigió
textos y me ayudó a aclarar conceptos, mi agradecimiento a quien queda en el
anonimato por así haberlo pedido.
La mayoría de las IMAGENES han sido tomadas desde la web, si algún autor
no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a
alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente.
Muchas gracias por la comprensión.
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