Laicismo,
prostitución y libertad de conciencia
La
prostitución también degrada al hombre, porque le hace mero comprador de un
bien de consumo, arrancado de él la humanidad que se le supone.
Teresa
Galeote
Los
seres humanos son un fin en sí mismos y no pueden ser utilizados como meras
mercancías
La
controversia entre la prostitución y la libertad de conciencia para mí no
existe; al igual que otros temas de gran calado, yo estoy por la abolición de
la prostitución, como lo estoy por la abolición de todas las situaciones que
esclavizan a los seres humanos, porque entiendo que la víctima de la esclavitud
no ejerce la libertad de conciencia, sino que es llevada a esa situación por
causas ajenas a su voluntad.
La
trata de mujeres es un negocio muy lucrativo, un negocio que mueve miles de
millones de euros y como tal, la prostitución no es ejercida de forma libre,
sino que se basa en la esclavitud. ¿Debe ser el Laicismo neutral a la
controversia sobre la prostitución? Yo creo que no; porque cuando hablamos de
derechos humanos, cuando hablamos de dignidad no podemos ser neutrales, so pena
que nos desentendamos de aquello que decimos defender, y en cuyo caso tendremos
que entrar en otro debate.
Andrés
Carmona sostiene que el Laicismo debe mantenerse al margen; permitir que la
libertad de conciencia se imponga sobre cualquier otro aspecto, y hasta ahí
podríamos estar de acuerdo, pero… Siempre hay un pero cuando tocamos asuntos
delicados y éste lo es. Porque primero habría que definir la libertad, esa
hermosa palabra que contiene un alto concepto de la vida y por el que tantas
personas han luchado y han perdido las suyas.
La
violencia sobre las mujeres que se ejerce en la prostitución está fuera de toda
duda, y esa violencia implícita y explícita se da por la situación de
esclavitud a que son sometidas las mujeres en todo tipo de prostíbulos y en
algunos hoteles. Y es por ello que el laicismo, convencido de la libertad de
conciencia que deben ejercer las personas, no puede mantenerse al margen.
Ninguna mujer ha nacido para ser puta, sino para realizarse como ser humano,
para romper las creencias arcaicas del Patriarcado que la escindieron en varias
parcelas: en virgen, en madre, en esposa, y en puta.
“No
lo he dicho, pero lo doy por sobreentendido: en todo momento hablo de
prostitución voluntaria igual que doy por supuesto que hablamos de aborto
voluntario y eutanasia voluntaria”, dice Andrés Carmona, pero yo sostengo que
equiparar ambas cuestiones induce a la confusión. Las mujeres que abortan y
quienes piden la eutanasia no son carne de cañón para hombres, ni traficantes
de mujeres que se lucran con un negocio indigno, al igual que el tráfico de
armas o de drogas. En el tráfico de mujeres está el 95% de la prostitución
ejercida en el mundo, aunque haya fuentes que disfracen los datos. Dichas
mujeres son vigiladas, obligadas a consumir drogas para poder aguantar una vida
impuesta. Y hasta que el cuerpo de la mujer aguante...
Libertad
de conciencia es el paradigma de laicismo y es esa libertad de conciencia la
que esta secuestrada cuando la mujer es usada y abusada como si fuese un objeto
cualquiera.
Libertad
de conciencia, es la que no tienen las mujeres y niñas que son trasportadas
como ganado desde todos los lugares del mundo para divertimento de hombres
incapaces de lograr la satisfacción del sexo con compañeras, esposas, amantes
en plena libertad de conciencia de ambas partes. Hombres que se creen con el
derecho de humillar a las mujeres porque pagan.
Libertad
de conciencia es la que secuestran los proxenetas que vigilan obligan y
explotan a las mujeres convirtiéndolas en un porcentaje del producto interior
bruto. Y qué decir de las mujeres que son asesinadas cuando intentan escaparse
de las redes mafiosas que las esclavizan.
El
Patriarcado manda mucho, es la cultura impuesta desde tiempo inmemorial y en
ella se escinde a la mujer para gloria y disfrute del hombre, negándoles a las
mujeres esa plena libertad que para ellos reclaman. La cultura Patriarcal hace
al hombre el centro del universo, como antes lo hizo la religión con la tierra,
cuando ésta es solo un planeta que gira sobre sí mismo y alrededor del sol.
La
neutralidad es el refugio de la cobardía y el laicismo no puede entrar en ese
juego porque perdería el principal principio que promulga, La libertad de
conciencia.
La
mujeres no nacen para ser putas, es la cultura impuesta la que marca las pautas
de una sociedad que no tiene tiempo para ir a la raíz de los problemas, una
cultura que ha colonizado y sigue colonizando la mente y el cuerpo de las
mujeres, una cultura Patriarcal que vierte la acción más directa con el
machismo asumido. Una cultura colonizadora que se otorga el poder exclusivo de
esa libertad de la que tanto presumen. ¿Libertad para qué?, podríamos
preguntarnos.
“¿Debe
decir el laicismo que una opción es más digna que otra, que la dignidad
consiste en tal o cual decisión como la correcta? No, el laicismo no puede
entrar ahí. Debe defender el igual derecho de cada uno a pensar de acuerdo a su
conciencia”, argumenta Andrés Carmona.
Yo
argumento que La libertad de conciencia debe ser un principio pleno alejado de
todo condicionante que la secuestra. La libertad de conciencia no puede
escudarse en la falsa libertad que padecemos, sino en desenmascarar la falsedad
que ampara tan dignos principios. Democracia, Libertad, cuantas barbaridades se
comenten en vuestro nombre.
Legalizar
la prostitución es legalizar la esclavitud, el uso y abuso de las mujeres.
Ninguna mujer nace para puta; son las circunstancias de la vida; el hambre, los
conflictos bélicos lo que las convierten en puta. ¿Puede entenderse que una
mujer acepte de buen grado que durante todo el día su cuerpo sea recipiente de
extraños, donde la ternura y el amor estén excluidos? ¿Dónde se aloja la
Libertad de conciencia de estas mujeres.
No
se puede amparar la prostitución con la legalización, aunque haya algún caso
muy aislado de realización en el eufemístico nombre de “trabajadoras del sexo”.
¿Se pondría en el currículum de las profesiones al uso?, ¿acaso quienes la
defiende aconsejarían a sus hijas, madres, mujeres, amantes, hermanas…
dedicarse a dicho oficio?
La
prostitución no es algo irremediable, aunque muchos hombres hagan gala de ser
adictos a ella. Suecia ha abolido la prostitución con muy buenos resultados y
otros países se inclinan por ello. Para elegir en plena libertad de conciencia
hace falta que el trabajo y la justicia sea un bien de primera necesidad que
los gobiernos deben poner al alcance de mujeres y hombres, en donde las mujeres
no sean presa de las mafias.
Por
último, decir que la prostitución también degrada al hombre, porque le hace
mero comprador de un bien de consumo, arrancado de él la humanidad que se le
supone. Los seres humanos son un fin en sí mismos y no pueden ser utilizados
como meras mercancías.
Fuente:
http://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/laicismo-prostitucion-y-libertad-conciencia/20160110140122124185.html
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