La práctica de la prostitución. Un Estudio relacional
Por: Ana Rosa
Pratesi en: 11 Aug, 2006
Tomado de Gazeta de Antropología
Introducción
Este ensayo abreva
en la información obtenida en el trabajo de campo para una investigación sobre
prostitución infantil realizada en el año 1999 en tres ciudades de la provincia
del Chaco. El mismo consistió en la observación de niños, niñas y adolescentes,
entrevistas a diez de ellos y entrevistas a funcionarios oficiales, integrantes
de organizaciones no gubernamentales e informantes de la calle.
La práctica de la
prostitución constituye un campo que involucra tanto a ofertantes como a
demandantes de servicios sexuales diferenciados, en torno a este comercio
aparecen otros actores cuya función e interés están centrados en la ganancia
económica, la seguridad o el enlace entre oferta y demanda; es un ámbito social
identificado como "el puterío" por quienes lo conforman.
Para referirse al
servicio sexual hablan de "trabajo" y por ello, tanto varones como
mujeres, adolescentes y adultos se identifican como "trabajadores
sexuales". A riesgo de contradecir la voz de estos sujetos, llamaré
prostituidos a los prestadores de servicios sexuales, en tanto son personas que
-como veremos más adelante- tienen limitada su posibilidad de elección para
ingresar, permanecer o salir de esa práctica.
En este sentido la
prostitución y todas las formas de explotación sexual de la mujer, han sido
reconocidas por UNESCO como formas contemporáneas de esclavitud. También la
Coalición Contra el Tráfico de Mujeres plantea que la prostitución no es
voluntaria, es forzada ya que esclaviza a la mujer a través de ella, porque la
misma no puede modificar las condiciones inmediatas de su existencia.
Silvia Chejter (1999) ha diferenciado estas
categorías: "Las modalidades pueden nombrarse como: lujosa, burguesa,
pobre. Diferenciación que si bien se podría basar en el nivel económico (...)
diferencia rituales y modos de representación que preceden y acompañan el
'servicio sexual', escenarios, escenas y guiones narrativos que identifican a
las tres categorías mencionadas".
Dadas las
condiciones socioeconómicas de la provincia del Chaco, que ostenta los mayores
índices de pobreza del país, hemos obtenido información sobre la prostitución
pobre y sólo indicios sobre la prostitución lujosa y burguesa.
Se trató de una
investigación sociológica en tanto el objetivo estuvo dirigido a revelar las
situaciones de prostitución en niños, niñas y adolescentes, detectar circuitos
y modalidades y establecer los aspectos relevantes del problema.
En este trabajo
intentaré una relectura de esos datos desde el punto de vista de las de las
organizaciones familiares, de las relaciones entre los sexos y de la vivencia
de ser mujer, desde el punto de vista de las personas prostituidas.
Importa conocer las
características de los grupos familiares en que han nacido y crecido los y las
adolescentes prostituidos, como así también los grupos familiares que conforman
los adultos prostituidos.
En la práctica de
la prostitución se ponen en relieve particulares relaciones de sexualidad entre
varones y mujeres y, para el caso de nuestra investigación, también las
relaciones entre varones y varones.
La dicotomía de
roles en que se expresa lo femenino se ponen en juego en la práctica de la
prostitución, para las mujeres prostituidas y para los homosexuales afeminados
o travestís.
I. Organizaciones familiares
1. La familia de
origen de las y los adolescentes prostituidos
Los grupos
familiares de los cuales provienen estos adolescentes -varones y mujeres- son
familias nucleares monoparentales con muchos hijos, entre cinco y doce para los
casos entrevistados.
El nucleador del
grupo es por lo general la madre, quien tiene sucesivos maridos, de modo que
los hijos tienen genitores diferentes y comparten padrastros circunstanciales.
Sólo en un caso la madre dejó a sus hijos al cuidado del padre, violento y
abusador.
Los padres o
padrastros no tienen oficios definidos, realizan trabajos temporarios, por lo
general en la construcción. Las madres son empleadas domésticas o amas de casa.
Como resultado de
migraciones hacia centros urbanos y traslados dentro de una misma ciudad, la
familia nuclear no comparte el mismo territorio que la familia ampliada. Esto
provoca una pérdida en el capital social y cultural que no se repara con la
incorporación de nuevos recursos sino que las redes en que estas familias se
desenvuelven, son muy reducidos en su extensión, pobres en su complejidad y
poco eficientes como soporte de los sujetos en situaciones de necesidad,
crisis, etc.
Desde el punto de
vista de los adolescentes entrevistados, el sentimiento de pertenencia hacia el
grupo familiar es muy variable, encontrándose relaciones de:
a) Apego
Expresan cariño
hacia sus padres y hermanos, no aparecen reproches ni recuerdos dolorosos, aún
en el marco de la pobreza. "un día me mandaron a limpiar ahí afuera (del
hogar), y yo... y había una señora que pasó con su hijo y todo, y entonces yo
le extrañaba a mi hermanito y a mi mamá y entonces me puse a llorar porque le
extrañaba porque me quedaba hace mucho y entonces un día dejé desde ese día y
me vine a mi casa" (Gustavo, 13).
En algunos casos el
vínculo afectivo se establece entre hermanos, por este motivo el grupo familiar
se conserva a pesar de las relaciones violentas con los padres. ¿lo extrañan
ustedes? "si, aparte cuando no teníamos pa' comer, él se iba y buscaba
changa y eso..." (referencia al hermano mayor preso) (Soledad, 17).
b) Ambivalencia
marcada
Priman los
recuerdos de situaciones dolorosas de desamparo o castigo por parte de los
padres, sin embargo aún en los adolescentes mayores se observa una gran
resistencia a dejar el grupo familiar. En algunos casos se producen episodios
de fuga del hogar, pero luego retornan a la vivienda familiar. En todos los
casos el amor entre hermanos queda preservado.
c)
Autoexclusión
Son quienes se han
ido del hogar, ya sea por relaciones familiares violentas o por la situación de
pobreza. Aún así hay una referencia continua al grupo familiar como el lugar
adonde se vuelve o se puede volver.
Se trata de
distintos modos de subjetivación de las relaciones familiares que tienen en
común la experiencia de violencia, ya sea familiar o social, física o
simbólica. Antes de avanzar corresponde delimitar el concepto de violencia en
relación con otros términos que suelen usarse como alternativos:
Agresión,
concepción biologicista que da cuenta de mecanismos de supervivencia de la
especie, fue ampliamente desarrollada por Konrad Lorenz.
Maltrato, punto de
vista psicológico, supone un sujeto que vivencia el trato del otro como bueno o
malo, en consonancia con las pautas histórico-sociales vigentes.
Abuso, término
jurídico que presume la existencia de un contrato y un exceso de una de las
partes.
Violencia,
perspectiva política, hay una relación de poder en la cual quien se sitúa en la
posición superior somete a quien está en la posición inferior.
Estas relaciones de
poder están presentes en la vida social y familiar de los adolescentes entrevistados
y adoptan distintas modalidades.
d) Violencia social
Para explicar el
motivo por el cual se insertaron o se mantienen en el mercado sexual, la gran
mayoría hace referencia a necesidades económicas extremas. La falta de empleos
o trabajos mal pagos hacen que la prostitución se convierta en el medio para la
propia subsistencia, la de sus propios hijos o a sus hermanos más pequeños.
"Pero nosotros
queremos llevarle a nuestra familia porque cocina mi mamá cocina para poquitos
y todo eso, entonces nosotros nos tenemos que rebuscar, para nosotros para
comer" (Juan Carlos, 14).
"Y ahora que
mi papá esta internado, mantengo a mi familia le doy la mayoría a mi mama. Para
darle de comer a mis hermanos... porque no tienen de que vivir. Porque mamá con
lo que gana, seis siete pesos nomás hace ella" (María, 14).
"...señores
que me ayudaban, que me daban plata para darle de comer a mi hermanito, porque yo casi le di de comer a mi hermanito
hasta los 11 años, le sigo dando a veces" (Natalia, 13).
A esta violencia
desencadenante de la situación se suma el estigma por su condición de
prostituido; perciben la descalificación en la mirada de los otros.
"Ahora que
estoy embarazada, todos me miran, no puedo andar en el centro porque todos me
apuntan." ¿Qué dicen? "Que soy prostituta" (Natalia, 13).
"En la (plaza)
25 hay problemas sí, porque te miran tanto la gente, sospechan mal de vos,
piensan otra cosa y vos por no decirle esto o aquello, entonces te vas y no le
hacés caso nomás. Te vas y hacés lo que vos tenés que hacer nomás. Yo no digo
que es sencillo pero te puede llegar a amargar" (Juan Carlos, 14).
Refiriéndose a sus
hermanas menores: "Ya sé que van a tener su plata y todo pero lo que va a
sufrir, le digo, no van a tener la frente bien alta para el día de mañana
decir, bueno yo no salí con este tipo, todos los tipos la van a conocer, yo ya
no puedo decir más eso, le digo, sin embargo ellas todavía pueden, que
trabajen, que tengan su estudio, todo, yo no voy a traer a ninguna"
(Soledad, 17).
e) Violencia
familiar
Algunos de los
entrevistados mencionan relaciones familiares violentas. La violencia se ejerce
de padres a hijos y en algunos casos de los hermanos mayores a los menores;
aparece en distintos niveles de la relación: el simbólico, el físico y el
sexual.
Al referirme a
niveles no sólo indico aspectos de la relación sino también una graduación en
la escalada: la violencia simbólica puede darse sola, pero la aparición de la
violencia física implica a la simbólica y la aparición de la violencia sexual
implica a la física y a la simbólica.
En el nivel
simbólico se expresa como amenazas, insultos, la negación o abdicación de la
función paterna o materna que deriva en el abandono o expulsión de uno o más
hijos del grupo familiar.
"Hace poco
anduvimos una semana por la calle, con Natalia, ella no sé donde vivía, yo
andaba en la casa de una amiga, dijeron que probaron y que andaba todo bien.
Nosotros somos una molestia para ellos. También me duele que ella me niega que
soy la hija. Todo Sáenz Peña me tiene como la hermana y no como la hija."
¿Te tuvo cuando era muy joven? "Cuando tenía 13 años y como no me pudo
anotar ella, dejó que me anote mi abuela" (Mónica, 18).
"Lo peor, en
mi casa, que me duele, es que mi mamá todo el día me esté criticando por este
nenito que tengo en la panza, que no me quiere recibir en casa, porque no me da
una mano por él. Una vez, le fui a comprar chocolate y le gasté sin querer la
plata, porque ella tenía deseos, parecía que estaba embarazada. Le fui a
comprar chocolates y ella me dijo que si yo iba a cojer ahora con mi padrastro
para que me dé de comer. No, mi padrastro nunca se quiso abusar conmigo. Si me
quiso pegar estando embarazada. Me acusaba de que cuando yo tenga va a salir
muerto" (Natalia, 13).
En los castigos
corporales hacia los hijos participan tanto las madres como los padres o
padrastros.
"Porque mi
mamá se juntó con otro hombre y... que sé yo, yo no le quería y discutía con mi
mamá siempre no peleábamo´ y siempre me pegaban los dos y entonces agarré y me
escapé. Porque a mi mamá yo no la quiero {lo afirma con fuerza, es en uno de
los pocos momentos en los que levanta la vista para hablarme}... porque...
porque, se dejo con mi papá y se juntó con otro hombre... y a mi padrastro no
le quiero, porque es muy abuso cualquier cosa venía malo del trabajo y ya se le
desquitaba con cualquiera de nosotros" (Estrella, 18).
Pero la violencia
sexual sobre los hijos sólo la ejercen los padres o padrastros sobre las hijas;
si bien conocemos que hay situaciones de violencia sexual de padres a hijos
varones, no las detectamos en nuestra investigación.
"12 años
tenía, mi papá una vez quiso abusar de mi y me escapé, me fui, me echó él.
(...) Y me fui, y después me agarró, me rompió la cabeza... con un palo de
escoba, a mi mamá le pegaba mucho él... iba a ser peor ahora" (Soledad,
17).
"El tercer
marido de mi mamá, ese, cuando mi mamá estaba internada en el hospital para
tener a mi hermanito, él me llegó unas varias veces en la cama. Yo tenía 9, 10
años" (Mónica, 18).
Un varón relata una
experiencia incestuosa, como escenas de seducción, sin connotaciones
coercitivas.
"Con mi
hermano en el baño, en el baño fue mi primera experiencia. Sí, ya nos atraíamos
el uno al otro, y una vuelta yo me estaba bañando solo, y bueno, entró y pasó
lo que tenía que pasar, y bueno; Yo tenía 9, tenía, y él tenía; ¿a ver?;un
poquito más tenía, no me acuerdo ahora cuánto... (me lleva) seis por ahí"
(Gustavo, 18).
Una cuestión por
dilucidar es la posición que adopta la madre ante la relación sexual padre-hija
(incesto) o padrastro-hija. Hay indicios en estos casos -y en otros que no
provienen de la práctica de la prostitución-, que la madre conoce la situación
y actúa de distintas maneras: la tolera explícitamente, finge ignorarla o se lo
reprocha a la hija.
Serían casos de
madres que, como estrategia familiar implícita, privilegian las relaciones de
alianza tratando de retener a sus compañeros, por sobre las relaciones de
consanguinidad, postura que funciona como catalizador de la disgregación del
grupo familiar.
Otra modalidad de
relación violenta se presenta cuando un miembro adulto de la familia actúa como
proxeneta, es decir cuando explota comercialmente la relación sexual del
adolescente con un cliente.
"Y David es el
hijo de él, es hermoso ese pibe, y le manda a ejercer la prostitución, él es
chonguito machito y viene si anda algún puto viejo por ahí le manda y agarra.
Tipo taxi-boy. Pero es el padre quien lo manda, el padre lo manda. Y si no, no
comés, si no te echo; así de simple" (Mario, taxiboy).
"Me comentaba
que a ella la hicieron trabajar, y fíjese que ella se quedó embarazada sin
saber, un día la hermana le mandó un muchacho a la casa por la plata, y me dio
tanta impotencia la hermana mayor, que ya está en eso, la hizo entrar a ella, y
ella tontamente entró y embarazó ahí" (Médica).
2. La familia constituida por mujeres adultas
prostituidas
Miriam tiene 29
años, proviene de Buenos Aires y desde un año a esta parte vive en Resistencia.
Llegó siguiendo a su marido que es presidiario en la cárcel local, hace 14 años
que está casada con él. Tiene cinco hijos, los cuatro mayores viven con su
abuela en Buenos Aires, la hija menor vino con la madre.
Karina tiene 24
años, a los 16 se trasladó de una población rural del norte de Santa Fe hacia
Resistencia, al poco tiempo quedó embarazada y tuvo su primer hijo, años más
tarde tuvo dos hijos más con otro hombre quien ha constituido otra familia.
Ella es el sostén de sus hijos y de un hermano menor que quedó a su cargo a la
muerte de su madre.
Olga tiene 27 años,
hace cuatro que es prostituida, "para mí es eterno ya". Tiene cuatro
hijos de entre 14 y 7 años, son hijos de distintos genitores "siempre viví
juntada y me separaba, volví a juntarme con uno, con otro... cambie ocho
maridos. . Y bueno.. cinco años nomás viví con el verdadero y después cambié
todo".
En los tres casos
se infiere una estrategia de alianza diferente:
- Una unión
conyugal permanente (Miriam), que persiste aún en una situación extrema, para
lo cual cuenta con la solidaridad de otra mujer que se responsabiliza por sus
hijos.
- Sucesivas uniones
conyugales esporádicas (Olga), convive con distintos varones que son genitores
de sus hijos, pero una vez rota la unión conyugal no ejercen la paternidad.
- Sin unión
conyugal (Karina), no convive con los genitores de sus hijos.
Las similitudes se
encuentran en el ejercicio de la función materna, hay un énfasis en el cuidado
físico y moral de los hijos.
Los cuidados
físicos consisten en brindarles alimentación y albergue, pero también preservar
su salud.
"Saben que
trabajo para ellos, para darles los gustos, para mandarlos a la escuela, y lo
necesario que haga falta. Y si, porque de empleada doméstica no quiero
trabajar, realmente no quiero trabajar. Porque no tiene sentido acá trabajar de
doméstica porque te pagan 5,6 o 7 pesos y estas seis siete u ocho horas y yo
directamente con cinco criaturas, para vestirlas y mandarlas a la escuela,
darle todo lo que haga falta... no me alcanza. Directamente me arriesgo a esto.
En mi caso sí" (Olga).
"Como no tenía
recursos para mantener mis hijos, entonces me largué a esto (...) al menos para
mantener mi alquiler y para darle de comer a mis hijos, ya me alcanza"
(Karina).
"Yo uso
(preservativo) porque si me llego a enfermar o algo... mi nena... encima que
estoy acá sola, que tengo a mi marido preso y la nena, qué hago... yo si o si
tengo que usar, el que no quiere... bueno... papi... toma la plata... "
(Miriam).
Como cuidado moral
es crucial mantenerlos apartados del ámbito de la prostitución, ya sea
ocultando su condición de prostituida o alertando acerca de los peligros.
"Mi parada es
en la ruta... un poco es por la gente, yo me... no se vio, por mis hijos más,
vio. Porque no va a faltar uno que me vea..." (Karina).
"Tengo una
nena de 14 años. Ella no sabe que yo hago esto ni nada porque esta en Buenos
Aires. . Pero pienso que si supiera, ahí yo le explicaría todo, los riesgos que
hay, todo. Advertir que el día de mañana sea grande""ellas en el tema
de la droga, y todo eso ya la saben bien, porque como vieron ir preso al
padre... entonces directamente, ya ellas mismas te dicen.. mira mama, cualquier
cosa menos la droga. Yo voy a cuidar a mis hermanas, tampoco..." (Miriam).
"Desde que
estoy en la calle hasta ahora jamás dicen nada ni les dije nada, al contrario,
le atiendo, le doy lo que sea, les digo que no es bueno, y todo. Ellos saben,
por ahí hasta ellos mismos me dicen, mama quedate, no trabajes. Tenemos para
comer o tenemos lo que nos hace falta, y bueno, quedate. O sea, ellos me
comprenden a mí, no sé si es por el hecho de que son mis hijos nomás... pero
si, me comprenden... hasta ahora estudian todos, están todos bien"
(Olga).
3. A modo de conclusión
Lo que aparece en
forma recurrente es la organización familiar matrifocal. Como fue caracterizada
por Bartolomé (1984), se trata de grupos familiares conformados por una mujer
con varios hijos, que suelen ser de distintos genitores, con presencia
esporádica de compañeros masculinos quienes no realizan aportes sustanciales
para la supervivencia de la familia.
En el caso de
nuestro estudio, esa matrifocalidad no redunda exclusivamente en la primacía de
las relaciones consanguíneas ya que se da con frecuencia por parte de la madre
una prioridad a las relaciones de alianza, aún cuando estas sean temporarias.
También encontramos
transgresiones a las normas culturales que regulan las relaciones sexuales, ya
sea el incesto o sucedáneos, como es la relación padrastro-hijastra. Pero esa
transgresión no se produce por mutuo consentimiento sino por el ejercicio del
poder en una relación de desigualdad.
Otra de las
dimensiones de la organización familiar que no está preservada es la
residencia. En estos grupos se ha perdido la relación de vecindad y, por lo tanto,
de cotidianeidad, con la familia ampliada. Tampoco se consolidan nuevas
relaciones de solidaridad con motivo de los traslados continuos de una ciudad a
otra o de un barrio a otro.
Estas
características hacen de estos grupos familias vulnerables, ya sea en sus
relaciones internas, donde hay miembros objeto de violencia; como en sus
relaciones externas que no llegan a constituir una red de apoyo; o en
ambas.
II. Las relaciones entre los sexos
Varón y mujer son
los dos sexos culturalmente reconocidos a los que se adjudica valores y roles
diferenciados; mientras el varón es activo e independiente, la mujer es pasiva
y dependiente del varón.
En la práctica de
la prostitución se ponen en escena estos roles aunque la relación se desarrolle
con un esquema invertido. Esto vale también para las relaciones sexuales entre
varones, donde el prostituido adopta una posición femenina.
Además de este
patrón cultural, encontramos una diversidad de modos de relación entre los
sexos.
1. La pareja
amorosa
Los noviazgos
también suelen ser relaciones violentas, o de escaso componente afectivo. Su
evocación no es emotiva.
"Mi novio
¿cómo le puedo decir? me pegaba (...) una vez me fui y me fui a Campo Largo, le
dije que iba a ir a (...) y que ya volvía. Agarré, hice dedo en la ruta y me
fui a Campo Largo, a la casa de una amiga" (Soledad, 17).
Hay relaciones de
fuerte vínculo amoroso que quedan truncadas como consecuencia del estigma del
niño o adolescente prostituido.
Su primera
relación: "A los 11 (...) Tenía mi novio, de 12 años (...) ; fue rebuenito
conmigo, me quería mucho, después se enteró que empecé a hacer esas cosas y no
me quiso ver más ni la punta del pie" (Al decir esto su voz se entrecortó)
(Natalia, 13).
"Hay una
persona que me gusta pero, cómo le puedo decir, no, no puedo hablar con ella,
que esto y aquello porque me da medio como una, me da como una vergüenza de ir
y decirle así, de frente. (...) de la escuela nos fuimos a la casa, y empezamos
a charlar y que esto y aquello y sucedió lo que tuvo que suceder: eso es lo
más, lo más, cómo le puedo decir, lo más (Busca las palabras, emocionado) ¿Cómo
se dice? Lo más sentido para mí fue" (Juan Carlos, 14).
La asociación entre
relación sexual y dinero está presente aún en el vínculo amoroso.
"Con él su
novio vamos al hotel y ahí sí, ¡te agarran los leones, te meté en la jaula de
los leones si te meté ahí!... Pasa de todo en la pieza esa. En la pieza que
estamos nosotros pasa de todo. Claro él es el perro y yo el gato y disparamos
para todo lado... (se ríe) ¡Es lindo... va lindo! ¡Más linda es su plata! (...)
Bastante, más que yo tiene" (Estrella, 18).
2. La díada de
explotación
El proxenetismo es
una figura delictiva que designa la acción de explotar económicamente la
actividad sexual de otro sujeto. En la práctica de la prostitución, como en
toda actividad económica, existen distintas escalas de explotación; en nuestra
investigación encontramos la pequeña escala, en la que un proxeneta explota
unas pocas personas prostituidas.
Hay una modalidad
de proxenetismo que es invisible a los ojos del explotado, la que ejercen
aquellos con quienes los prostituidos mantienen un vínculo muy estrecho, por lo
general sus maridos o novios, quienes reciben los beneficios económicos que se
producen con la práctica de la prostitución.
"No, yo tengo
mi pareja y no... yo le doy porque yo quiero darle... no que digan ¿Tu pareja
trabaja? Por ahora no, pero trabaja, si.. ¿Cuantos años tiene? 22 años... me
estará esperando" (Selen, travesti).
"¿Tu novio
sabe lo que haces? Sí ¿Cuántos años tiene tu novio? 18 ¿Y le das plata? Cuando
no tiene a veces... a veces le digo que no tengo" (Natalia, 14).
3. La pareja
comercial
Las relaciones
sexuales pactadas comercialmente son "servicios" que realiza la
persona prostituida al "cliente". Los servicios son diferenciados y a
cada uno les corresponde una tarifa que se pacta previamente.
En la percepción de
las personas prostituidas los clientes presentan rasgos comunes con sus novios
o padres, dadas por la situación particular en que se desarrolla la relación,
así es que encontramos referencias a:
a) La fidelidad
Existe una relación
regular y continuada entre cliente y prostituido/a, esta situación genera en
estos últimos una sensación de seguridad y, en algunos casos, esta relación se
convierte en un capital social: se recurre al cliente solicitando favores.
"Fijos,
fieles, buscan a esa misma persona, y si esa persona no está, bueno, se va o
viene más tarde o vienen otro día, ¿viste?, pero suelen ser fijos los
clientes" (Gustavo, 18).
b) La iniciación
Aunque anacrónica
es frecuente que la relación cliente-prostituida constituya la primera relación
sexual para un joven, generalmente por iniciativa de su padre. Esta situación
provoca actitudes diferentes en las prostituidas de acuerdo a su edad. Tenemos
en las más jóvenes un sentimiento de superioridad y control sobre el cliente,
mientras que las adultas asumen un rol docente implícitamente aliada con el
padre.
Relatan la
situación anacrónica del adolescente que tiene su primera relación sexual con
una prostituta, adolescente o madura. Suele suceder con el consentimiento o
iniciativa del padre del iniciado.
"Una vuelta
fui con un chico de 14 años. Era de acá del centro. ¡Qué si tenía plata, con
tal que me de la plata a mi me da lo mismo... Era virgo el pendejo. ¡ Ay! me
arde me decía {se ríe burlonamente}... Después le sangraba todo y me mostraba
donde le sangraba y le había sacado la telita" (Estrella, 18).
"Casi la
mayoría ahora los padres les traen a los chicos, para que ellos pasen, les
pagan para que conozcan, para que se hagan (...) debe ser por el miedo que
tengan de que salga mal... o algo. Pero la mayoría de los padres mismos.
traen.. (...) claro, de 14, 15, 16 años, pero los padres le traen (Olga).
c) El cuidado
La relación
adquiere una modalidad paternalista cuando el cliente expresa preocupación
(aunque no se ocupa) por la seguridad y bienestar del prostituido/a. Esta
actitud del cliente se vive como una relación intersubjetiva de buen trato.
"Eran personas
de mucho dinero y eran muy buenitos conmigo, me trataban bien, siempre me
aconsejaron y me dijeron que esas cosas no tengo que hacer. " ¿Te
aconsejaron, pero al mismo tiempo...? "Mm.. Si, yo siempre me pregunté
porque ellos me dicen eso si salen conmigo. Una vez, le pregunté a un señor por
qué dice eso, si está saliendo conmigo y me dijo "yo estoy saliendo con
vos porque sé que necesitas plata y como 20 pesos para mi no es fácil regalar,
entonces te doy a vos haciendo que hagas eso" (Natalia, 13).
d) La violencia
Una vez a solas con
el cliente los niños y jóvenes quedan expuestos a posibles prácticas violentas.
Algunos de ellos están instruidos por los mayores en cuanto al manejo de ese
tipo de situaciones.
"Una vez si
allá en la ruta frente al seminario andaba con mi hermana, vino un tipo y me
dice vamos, bueno le digo, hablé con mi hermana, pedí la plata adelantado me
dice, (...) entramos y le digo la plata por adelantado, y me dice no, pero
vamos a hacer primero, no, no, no, me empezó a apretar fuerte el pecho, me puse
a llorar y me fui..." (Soledad, 17).
Pareciera que
cuanto mayor es la indefensión de la persona prostituida, dada principalmente
por la edad, la violencia se exacerba.
"Y entonces
ese fue mi primer momento que me estaba sacando la ropa, que esto que aquello y
entonces, yo, como algo que sentía dentro de mi cuerpo, y entonces cuando
empiezo a disfrutar así, me asusto demasiado y yo tenía acá, las dos manos y
los pies y no podía hacer nada (hace gestos como que estaba atado) (...) Tuve
mucho miedo" (Juan Carlos, 14).
"Un hombre lo
eligió a un pendejito chiquito que, si quería ir no sé a dónde que él le iba a
dar plata que esto que aquello, y...el pendejito era un compañero que yo le
decía que no se vaya, que no se vaya, y se fue...y resulta que el hombre ese
era travesti y se ve que el hombre ese le jugó todo al pendejito y no le dio
nada. Entonces después me vino y me contó a mí que le lastimó a la fuerza le
quiso hacer y le quería hacer eso ¿viste?, a la fuerza le quería hacer...como
el pendejito era chiquitito puede ser por eso" (Juan Carlos, 14).
3. A modo de
conclusión
Encontramos un
intercambio de roles y una transversalidad de los valores adjudicados a las
relaciones de prostitución y a las que están al margen de esa práctica. Así el
novio puede ser (como) el cliente, pero también el cliente puede ser (como) el
padre, el hijo o el novio.
Sin embargo lo que
predomina son las relaciones prostituyentes, donde la pareja amorosa es
valorizada en función de sus recursos, o es beneficiario del producto de la
prostitución; y donde la persona prostituida mantiene el estigma.
III. Ser mujer
Los dos arquetipos
vigentes en nuestra cultura en torno a la mujer son la madre y la puta.
Arquetipos antagónicos ante la conciencia del varón quien orienta su deseo
hacia uno y otro.
Esta contradicción
se relativiza en la subjetividad de la mujer prostituida para quien, en la
mayoría de los casos, la maternidad constituye el rol que la reivindica
socialmente, en especial en la sociedad argentina donde la figura de la madre
se reviste de un valor superior.
1. La maternidad
Hemos visto más
arriba que las mujeres adultas prostituidas conforman su familia -con o sin
cónyuge- y dedican un importante esfuerzo a la crianza de sus hijos.
El valor de la
maternidad se expresa como presión social sobre las jóvenes, de ellas se espera
que tengan hijos, que sean madres cuanto antes, con prescindencia de la
presencia de una pareja estable.
"Todos me
dicen ¿cuándo vas a tener un hijo? y qué sé yo, a veces me pongo a pensar y le
digo ¿para qué, para tenerlo así como lo tienen todo sucio, que no tienen ni
para comer? Para traerlo a sufrir al mundo, no le digo, dejale nomás"
(Soledad, 17).
La posibilidad o
imposibilidad de la maternidad está muy presente aún en aquellas que utilizan
métodos anticonceptivos, y se expresan como fantasías de esterilidad:
"Soy estéril,
tengo la boca de la matriz que no se me abre. Parece como si la tuviera pegá
(...) Sí, yo igual me cuido, porque a veces se equivocan los doctores..."
(Estrella, 18).
"Me gusta
tenerlos hijos pero no puedo (...) soy machorra, no puedo tener. ¿Quién te dijo
eso, un médico? No, mi mamá" (Soledad, 17).
Sin embargo uno de
los riesgos de la práctica de la prostitución son los embarazos no deseados (o
al menos no planeados). Esto genera la utilización de métodos anticonceptivos
que varían desde los empíricos a los farmacológicos y mecánicos.
"Si mi mamá me
cuida con remedios. Una planta que tiene en mi casa. No me acuerdo muy bien el
nombre, hasta ahora no estoy así es que..." (M. Natalia, 14).
"Porque hay
una pastilla, que es como una cápsula, que vos te la meté dentro de la vagina y
se desarma y hace tipo una cápsula que cuando entra el esprema esperma vuelve a
salir y después se desarma sola, cuando te vas a orinar y así. Se compra en la
farmacia... Ocho pesos, las dos cápsulas (...) Una por noche y trato de no ir
al baño. Porque si vas, se sale" (Estrella, 18).
Cuando fracasan los
métodos recurren al aborto en condiciones sanitarias deficientes.
En referencia a
abortos: "Ellas no más se hacen, se compran inyecciones y se inyectan...
Una casi murió una vez, porque se ve que el bebé era muy fuerte y no quería
salir y se inyectaba y se inyectaba y casi se murió... pero la mayoría casi
todas abortan... Hay una, que no hace ni quince días que tuvo y está trabajando
ya..." (Estrella, 18).
2. La mujer
completa
Los arquetipos
femeninos contradictorios se armonizan en las actitudes de un varón: el
homosexual afeminado, el travesti.
A través de su
puesta en escena, transformación de su cuerpo, técnicas de seducción y
exageración de lo femenino, el travesti se convierte en la mujer ideal desde el
punto de vista del deseo del cliente.
Se diferencia
claramente de la mujer prostituida que impone distancia y profesionalismo.
"No, en las
mujeres es un trato más comercial que otra cosa; en cambio la mayoría de
nosotros por ejemplo que vamos por ahí, sea joven, sea viejo; uno se excita, se
excita, pero no con todos, no con todo el mundo;Yo, generalmente con las
personas mayores no es que me excito, a excepción con el viejito ese que te
pone la mano" (Mario).
"Cuando subo
ya le digo, yo lo hago porque necesito, no me gusta, no soy mujer
caliente" (Ana).
"Entonces
dicen: 'la mujer no, porque si la mujer me va tratar así, prefiero un hombre'.
Y ahí se le prende la lamparita y empiezan a pensar en el hombre, qué sé yo, y
los travestis, son apasionados por ser mujer, entonces ponen todo lo mejor de
sí para poder ser mujer y entonces, atrapan al hombre. Eso es lo que pasa.
Porque es verdad. Se portan mucho mejor que las mujeres" (Sol, 17).
Por otra parte la
sexualidad desplegada por el travesti se abre a diversas alternativas; se puede
comprobar que existe una gran demanda de varones homosexuales y de travestis,
casi similar a la de mujeres.
"Eso, me
parece raro lo que está pasando últimamente: antes vos te ibas con un tipo, y
el tipo era macho, era macho. Ahora últimamente se está dando un caso de que
pagan para ser pasivo" (Mario).
Pero el travesti no
sólo es mejor puta que las mujeres, también ejerce el rol de madre, aunque sus
hijos no son niños o niñas; son travestis. De esta manera el travesti alcanza
la feminidad completa.
"Pero nosotras
los travestis, cuando sale así a la calle, quiere estar en la calle, le
enseñamos y le tomamos como hijo... le enseñamos el peligro, cuánto tiene que
cobrar, con quién tiene que salir, o los que quieran. -Yo tengo dos hijas
divinas que ahora están en Buenos Aires. -Yo tenía tres hijas... desastre. -Yo misma me encargué de llevarla... a una.
Después, hace poco, vino otra y la llevo a su hermana" (Selen y Vicky,
travestis).
3. A modo de
conclusión
Ser mujer es una
carrera. En el campo que abordamos las mujeres más avanzadas en la carrera son
las que, a la práctica de la prostitución, añaden la maternidad.
Pero tienen en el
travesti una dura competencia, ya que éstos son quienes más han desarrollado y
explotan las características femeninas valoradas por los clientes. A lo que suman
una maternidad putativa sobre sus pares más jóvenes.
IV. Reflexiones de inicio
En el recorrido de
este trabajo van surgiendo cuestiones para la reflexión que tienen que ver con
el eje del poder en las relaciones interpersonales y sociales. Estas cuestiones
se relacionan con la práctica misma de la prostitución; con la transgresión de
normas sexuales que culturalmente rigen en la familia y con los cambios en la
estructura familiar.
Cuando, en el
inicio de la investigación, nos abocamos a encontrar casos de personas en
situación de prostitución, lo que en realidad encontramos fue una práctica
extendida y enraizada en la sociedad, que involucra a una diversidad de
personas.
Las transacciones
de sexualidad prostituida se constituyen como un mercado específico. Allí hay
clientes, servicios, pagos diferenciales, intermediarios, explotadores, etc.
Pudimos comprobar
el mecanismo de naturalización que esta práctica tiene a través de un discurso
legitimador según el cual su origen se pierde en el tiempo, ya que se trata de
"el oficio más viejo del mundo", y cuyo fin no se vislumbra.
Pero este oficio se
adquiere y se explota en condiciones de desigualdad. Preferentemente serán las
mujeres y los más jóvenes, aún niños, los que adquieran el oficio. La situación
de necesidad es otro argumento del discurso que naturaliza la práctica. Según
un abogado conocedor del campo, cuando una familia se sume en la pobreza
"siempre es mejor una mujer puta que un tipo chorro".
Sin desconocer que
existen algunas personas que eligen la condición de prostituidas, podemos decir
que en la mayoría de los casos no se trata de una libre elección,
característica que se evidencia en la imposibilidad de salir de la situación.
De acuerdo a estos
rasgos podría decir que no se trata de una relación mercantil con un cliente a
quien se le presta un servicio, sino del consumidor de un bien, siendo el bien
consumido la persona prostituida.
Situaciones
coincidentes encontramos en la modalidad en que se transgrede la prohibición
del incesto.
No se trata de
relaciones sexuales originadas en la seducción y a iniciativa de cualquiera de
los dos componentes, que pueden interrumpirse o finalizar según el flujo de la
relación.
Por el contrario se
trata de una relación sexual iniciada y mantenida, aún por la fuerza física,
por uno de los miembros de la pareja, invariablemente varón y mayor, quien
ejerce el poder sobre el otro miembro, generalmente mujer e invariablemente
menor, quien opone una débil resistencia y no tiene aliados eficaces dentro de
su propia familia.
El poderoso es
propietario del cuerpo y la vida del otro; la relación, que está marcada por
los celos, no puede terminar a menos que la persona violentada huya de la
situación.
Detectamos un tipo
de organización familiar matrifocal, que estaría expresando un cambio
estructural.
Según la Encuesta
de Opinión realizada por UNICEF (2000) -entre más de 13.000 niños, niñas y
adolescentes de zonas rurales y urbanas en 20 países de América Latina y El
Caribe, más España y Portugal-, uno de cada cuatro niños y/o adolescentes
reporta la ausencia de su padre en el hogar.
Es decir que
mientras el varón abdica de su función paterna, se evidencia una mayor
responsabilidad directa de las madres en el cuidado de sus hijos. La maternidad
se constituye en una carga con un gran valor simbólico.
Si bien se trata de
reflexiones surgidas a partir de una investigación acotada, los hallazgos
tienen puntos de coincidencia con resultados de estudios realizados en otros
ámbitos geográficos y sociales (Springer, 1985; Chejter, 1999).
El interrogante no
explicitado pero que campea en toda la investigación es acerca de la naturaleza
de una sociedad en la cual en distintos niveles y relaciones aparece
-naturalizada- la sexualidad prostituida.
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Bibliografía
Bartolomé,
Leopoldo 1984 "La familia
matrifocal en los sectores marginados: desarrollo y estrategias
adaptativas", Revista Runa, Nº XIV: 23-47.Universidad de Buenos Aires.
Facultad de Filosofía y Letras.
Basaglia Ongaro,
Franca 1989 "Mulher", en
Enciclopedia Einaudi. Vol. 20. Impresa Nacional. Casa da Moneda.
Chejter,
Silvia 1999 La explotación sexual de
niñas, niños y adolescentes. Informe Nacional. Buenos Aires, UNICEF.
Foucault,
Michel 1980 Historia de la sexualidad.
Madrid, Siglo XXI.
Goffman, Erving
1995 Estigma. La Identidad deteriorada. Buenos
Aires. Amorrortu.
Guemureman, Silvia
(y Adriana Gugliotta) 1998 "Aportes
para una reflexión acerca de la violencia perpetrada sobre los niños, niñas y
adolescentes", en Inés Izaguirre (coord. y comp.), Violencia social y
derechos humanos. Buenos Aires, Eudeba.
Heritier,
Françoise 1989
"Masculino/Femenino", "Parentesco", "Familia", en Enciclopedia Einaudi.
Vol 20. Impresa Nacional. Casa da Moneda.
Lévi-Strauss,
Claude 1993 Las estructuras elementales
del parentesco. Barcelona, Planeta-Agostini?.
Pratesi, Ana
Rosa 1999 La explotación sexual
comercial de niños, niñas y adolescentes en la Provincia del Chaco. Informe de
Investigación. Mimeo.
Reich, Wilhelm 1983 La irrupción de la moral sexual. Buenos
Aires, Homo Sapiens.
Silva, Hélio 1999 Travesti. A invençao do feminino. Río
de Janeiro, ISER.
Springer de
Freitas, Renan 1985 Bordel, bordéis: negociando
identidades. Petrópolis, Vozes.
UNICEF 2000 Voz de los niños, niñas y adolescentes
en América Latina y El Caribe. Encuesta de Opinión.
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Nota
El trabajo de campo
fue realizado por un equipo conformado por Ana Pratesi, Jorge Roze, Andrea
Rizzotti y Graciela Varela.
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Ana Rosa Pratesi.
Doctoranda en Antropología Social. Programa de Postgrado en Antropología
Social. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de
Misiones. Argentina. anapratesi@ciudad.com.ar
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Resumen
La práctica de la
prostitución. Un estudio relacional
Es un estudio
realizado en la ciudad de Resistencia, Provincia del Chaco, Argentina, a través
de observaciones y entrevistas a distintos actores que intervienen en la
práctica de la prostitución callejera, tanto adultos como adolescentes y niños.
Trato de identificar las interacciones que se desarrollan en esta práctica
entre las personas prostituidas, sus clientes y proxenetas. También indago en
los grupos familiares de origen de las personas prostituidas y los que ellas
mismas conforman, echando luz acerca de la naturaleza de las relaciones como
las alianzas, la maternidad y el incesto. En esta práctica se recortan los
arquetipos de sexo encarnados por la mujer y el varón homosexual afeminado o
travesti. Se muestra como las interacciones en las que participan las personas
prostituidas, se producen en un contexto de poder caracterizado por una marcada
asimetría en las relaciones.
Abstract
The practice of prostitution. A relational
study
We present a study carried out in the city of
Resistencia, Province of the Chaco, Argentina, through observations and
interviews, on the people that are involved in the practice of street
prostitution, as much adults as adolescents and children. We identify the
interactions between prostitutes, their clients, and their pimps. We also
investigate the original family groups of the prostitutes, to which they
themselves conform, casting light on the aspects of the nature of the
relationships, like maternity, incest, and family ties. In this practice the
embodied sex archetypes are determined by women and effeminate homosexual
males, or travestis. We show that the interactions in which prostitutes
participate have a power context characterized by a marked asymmetry.
Fuente Hombres
Abolicionistas
http://www.hombresabolicionistas.org/tiki-read_article.php?articleId=32
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