REGULACIÓN DEL NEGOCIO SEXUAL
Prostitutas con
síndrome de guerra
Las mujeres que se
prostituyen pueden sufrir patologías similares a las de un soldado que ha
entrado en combate
MARICEL CHAVARRÍA -
04/02/2006 - Barcelona
Prostituirse es
comparable, a efectos psicológicos, a entrar en combate contra tropas enemigas.
Las personas que ejercen la prostitución sufren un índice de estrés
postraumático igual o superior al que registran los soldados que han estado en
la guerra. "El solo hecho de dejar que un desconocido penetre en tu cuerpo
causa un estrés importante; si a eso se añade la experiencia de haber sido
maltratada o insultada en este contexto, las posibilidades de reproducir muchas
de esas sensaciones de pánico y sobresalto cada vez que la prostituta se
encuentra con un nuevo cliente son muy elevadas", indica Consuelo Barea,
médico y psicoterapeuta, especialista en el maltrato psicológico de la mujer.
El periódico danés
Urban recogía recientemente una opinión similar de la psicóloga Birgitte
Lieberkind. Según esta especialista en mujeres que tratan de salir de la
prostitución, el mero hecho de no saber si el cliente será violento ya supone
gran estrés. Estudios internacionales demuestran que dos tercios de las
prostitutas de calle sufren PTSD (siglas en inglés del desorden por estrés
postraumático) y la mayoría, problemas derivados de esa explotación: sólo se
libran de una enfermedad de transmisión sexual un 15%, y prevalece el carcinoma
de cuello uterino.
"Hay una gran
hipocresía al abordar el tema sanitario en la regulación de la prostitución -
dice Barea-: cuando un sanitario detecta una enfermedad de transmisión sexual
hay que avisar a los posibles contagiados, pero, ¿se hará con los clientes de
las prostitutas? Dicen que se las tratará de las secuelas psicológicas, pero
será difícil solventar su pánico en cada acto de su oficio, pues conlleva una
violencia sexista brutal; es increíble lo que tragan esas mujeres".
El estrés
postraumático puede aparecer tras experiencias de guerra, torturas, desastres,
accidentes, ataques terroristas o la pérdida de un ser querido. Cuando una
prostituta ha sufrido una o dos situaciones de maltrato puede sufrir el
trastorno: tener flashbacks, revivir la pesadilla. Otros síntomas incluyen la
dificultad de concentración y la irritabilidad. Además, las prostitutas
comparten el síndrome de Estocolmo con las mujeres maltratadas, los niños
abusados, los soldados en manos de tropas enemigas y quienes han estado en
campos de concentración.
"Para que se dé
el síndrome deben producirse las cuatro a: una amenaza, alguna amabilidad, el
aislamiento y el aprendizaje de que no hay escape del terror", explica
Barea, autora de Manual para mujeres maltratadas que quieren dejar de
serlo."La mayoría de las prostitutas se inician con métodos violentos por
parte de su chulo y muchas han sido víctimas de abusos en su infancia, casi
siempre por parte de un familiar", dice Barea.
El consumidor de
prostitución no sólo busca sexo, también dominio, abuso de poder... incluso las
escasas prostitutas vocacionales acaban en una casa de reposo si siguen unos
cuantos años en la profesión, asegura Barea:
"Sacarlas de
la calle no es la solución, a juzgar por experiencias de países con sistema
reglamentarista: sigue habiendo igual o mayor maltrato y se fomenta el tráfico.
En Alemania se espera que lleven 40.000 mujeres para cubrir las necesidades
sexuales durante el Mundial de fútbol; no puede extrañarnos que los hombres de
nuestra sociedad consideren a la mujer un bien de consumo. En ese país una
mujer perdió el paro por no aceptar un trabajo de camarera que implicaba
prostituirse". En Alemania se la considera una actividad laboral y toda
menor de 55 años que lleve más de un año en paro está obligada a aceptar
cualquier trabajo...
"La
prostitución no es una profesión ni un oficio, es la última esclavitud que
queda en Occidente", afirma la psicóloga y ex profesora de Psicología
Diferencial Victòria Sau. "Su principal problema es la dependencia: el
cliente paga, es amo de la situación; la prostituta ni siquiera es capaz de
pensarse, su autoestima es inexistente. Y es maltratada por partida doble, pues
cuando aparece asesinada no lo llamamos violencia sexista".
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