Mujeres y niñas mercancías
sexuales, prostitución globalizada y liberalismo
lunes 12 de enero de 2009
El tema de la prostitución divide el movimiento feminista. Algunas
sensibilidades hablan de libertad... otros de esclavitud. ¿Hay que hablar de
prostitutas o bien de mujeres prostituidas? Este artículo, encontrado a la página
web Europe Solidaire sans Frontières, permite situar la problemática de manera rigurosa.
Más allá de un debate moralista, la dramática realidad de estos millares y miles
de mujeres y niñas que se encuentran en el ojo del huracán neoliberal, no nos
puede dejar indiferentes y nos pide un posicionamiento claro en tanto que
corriente militante anticapitalista y antipatriarcal. Sylviane Dahan.
Richard Poulin. A escala planetaria, centenares de miles - quizás
millones – de mujeres y de niñas son, cada año, reclutadas, compradas, vendidas
y alquiladas por diferentes redes de prostitución. Esta industria se aprovecha
de la existencia de una cultura hipersexualitzada, así como de la mercantilización
de las relaciones sociales, típica del capitalismo neoliberal globalizado.
Las jóvenes ligeras |
Todos los observadores están de acuerdo sobre el hecho de que el
tráfico de personas con finalidades de prostitución es la actividad del crimen
organizado que conoce actualmente la mayor expansión porque es la más provechosa.
Concierne 90-92% de los casos, siendo de lejos más importante que el tráfico de
personas con finalidades de trabajo forzado (ayudas domésticas, trabajadores agrícolas,
etc...). [2] Según la Organización internacional del trabajo, las mujeres y las
niñas constituyen, en el 2005, un 98% de las personas víctimas del tráfico con
finalidades de explotación sexual. La oficina de las Naciones Unidas para el
control de las drogas y la prevención del crimen estimaba, el año 2006, que
prácticamente ningún país del mundo se encontraba al margen del comercio de
seres humanos: así, enderezaba una lista de 127 estados considerados como
países de origen, y señalaba 137 otros como países de destinación.
Los Países Bajos aparecen como una de las diez plataformas giratorias
del tráfico internacional con finalidades de prostitución.
Los avatares de la legalización
de la explotación sexual de las mujeres
En los Países Bajos, un 80% de las personas prostituidas son de origen
extranjero – de las cuales un 70% sin papeles. El sector ilegal es más importante
que el sector legal. Según toda verosimilitud, son víctimas del tráfico de seres
humanos con finalidades de prostitución, una actividad que se encuentra bajo la
influencia del crimen organizado. Este país, que el año 2000 legalizó el proxenetismo
y que ha reglamentado la prostitución en burdeles y en zonas de tolerancia, recauda
mil millones de euros de impuestos el año, procedentes exclusivamente del sector
legal de la prostitución. Los burdeles disponen de licencia y los arrendatarios
proxenetas operan en toda legalidad.
La legalización de la prostitución en burdeles y en zonas de
tolerancia tenía que poner fin a la prostitución de menores. Ahora bien, la
Organización para los derechos de la infancia, que tiene justamente la sede en Ámsterdam,
considera que el número de menores que son prostituidas ha pasado de 4 000 en 1996
a 15 000 el año 2001. Y el tráfico de menores no acompañados es en pleno desarrollo,
como en los otros países europeos que han reglamentado la prostitución y han
legalizado el proxenetismo (Alemania, Grecia, Suiza, etc ...). Las refugiadas
menores de edad que pedían asilo a su llegada al aeropuerto de Ámsterdam eran
conducidas en hogares especializados, de las cuales desaparecían. [3] El ritmo
rápido de estas desapariciones ha alertado las fuerzas de la orden, que han
desmantelado en octubre de 2007 una importante red de tráfico de menores
procedente de Nigeria. Una parte de ellas ha sido localizada en los burdeles holandeses,
así como en los otros países.
La legalización de la prostitución tenía que poner igualmente fin al
control del crimen organizado sobre la industria del sexo. Pero las mafias, todo
lo contrario, ha extendido su influencia y prosperan como nunca. El ayuntamiento
de Ámsterdam ha cerrado el tercio de los burdeles de su barrio de tolerancia,
comprando de nuevo los edificios con un coste de 15 millones de euros, con el
fin de cambiar su función. «En lugar de mejorar las cosas, la política de permisos
concedidos desde octubre de 2000 a los burdeles cerrados, ha llevado a una
situación incontrolable», afirma Karina Schaapman, ex-prostituta y concejala.
Para el alcalde de la ciudad, el «barrio rojo» ha ocurrido un refugio para
traficantes y camellos; la reglamentación no ha alcanzado su objetivo, que era
romper los vínculos de esta zona urbana con el crimen organizado». Un concejal
del
Partido del trabajo explica: «Antes, se veía la legalización de la
prostitución como una cuestión de liberación de las mujeres; hoy se la ve como
una cuestión de explotación de las mujeres, y eso se tiene que acabar.»
El fracaso de la política
neerlandesa de reglamentación es patente. Un balance similar acaba de ser
sacado con respecto a la prostitución reglamentada a Nevada (Estados Unidos) y
a Australia. [4]
Una industria mundial
Centenares de miles - quizás millones - de mujeres y de niñas son
reclutadas, compradas, vendidas y revendidas, cada año, por redes organizadas
en los mercados locales, nacionales e internacionales. Y, a cada etapa o casi
de su transporte, son alquiladas a clientes prostituidores. Son transportadas
clandestinamente o, según las circunstancias, legalmente: los visados "de
artista" para las bailarinas de cabaret, emitidos por numerosos Estados
[5]., son denunciados por diferentes organizaciones internacionales y europeas
como medio frecuentemente utilizado por los traficantes para prostituir a las
mujeres más allá de las fronteras nacionales en el mercado del sexo del mundo
entero, desde los países más pobres en los menos pobres, hasta llegar a los países
ricos. Así, por ejemplo, se estima que en los últimos diez años, 200 000 mujeres
jóvenes y niñas de Bangladesh han sido víctimas de este tráfico hacia el Pakistán,
y 150 000 mujeres jóvenes más procedentes de las Filipinas, de Taiwán, de Tailandia
y de Rusia han sido prostituidas en el Japón. Los traficantes, prácticamente desconocidos
en Londres a mediados de los años 1990, controlan actualmente a un 80% de las
jóvenes prostituidas en las calles de la ciudad. Interpol considera que están en
medida de participar en el «mercado» de mujeres jóvenes de los Balcanes en un plazo
de 48 horas.
Realizado a escala planetaria, el tráfico de mujeres y de niños no
puede ser de ninguna manera un fenómeno espontáneo. Movimientos de población
que conciernen millones de personas cada año suponen la existencia de organizaciones
bien estructuradas, que cuentan con ramificaciones internacionales y numerosas
complicidades, que disponen de recursos financieros enormes, y que tienen al suyo
servicio toda una cohorte de reclutadores, de encargados del transporte, de vigilantes,
"de adiestradores", de patrones de establecimiento y de asesinos.
El tráfico de seres humanos con finalidades de prostitución constituye
una verdadera industria donde hacen fortuna los vendedores y los revendedores, que son compradores
por turnos. Como para cualquier industria, una multitud de personas se beneficia
de los «flujos de mercancías»: desde el «protector» hasta el intermediario, desde
el reclutador hasta el propietario del burdel, desde el aduanero corrupto hasta
el policía en cábala con las mafias, desde estos mercaderes de vidas humanas
hasta el Estado que recauda tasas e impuestos con la prostitución legalizada.
Un sistema bien rodado
Un tráfico de alcance mundial no se hace de cualquier manera. Exige
comisiones y corrupción desde el más bajo hasta el más alto nivel de la
sociedad. Exige igualmente medios que van desde la compra de niños bajo falsas
representaciones hasta el secuestro, pasando por el engaño. Las organizaciones
criminales pueden administrarlo todo, desde el reclutamiento hasta colocación
en el mercado de las personas prostituidas, pasando por su traslado desde los
países de origen. Pueden funcionar por subcontratación o bien controlar
directamente el conjunto de las operaciones. Pueden igualmente prosperar por
medio de colaboraciones estrechas con otros grupos criminales, en el marco de
una división internacional o regional del trabajo. Contratan especialistas:
financieros encargados de blanquear los ingresos, falsarios, abogados y profesionales
del lobby. Pueden actuar de manera integrada verticalmente, desde el reclutador
hasta el gerente de los establecimientos de prostitución, pasando por los encargados
del transporte y del cobro de las deudas de las víctimas, desde los corruptores
que distribuyen comisiones en los operadores de las oficinas de colocación y a
los escoltas de las víctimas de todo este tráfico.
Hay redes que reclutan mujeres y niñas sobre el terreno, suministran
visados y falsifican documentación y organizan el transporte. Los métodos de
reclutamiento varían. El método más extendido consiste a publicar pequeños
anuncios proponiendo un trabajo en otro país como peluquera, canguro, muchacha,
camarera, maniquí o bailarina. Otro método consiste a reclutar por medio de
oficinas de colocación, de agencias de viajes o de matrimonio y de encuentros,
que son simples, pantallas. Hay víctimas que han sido vendidas por su propia
familia, por su compañero sentimental o por instituciones como orfanatos. Una
vez reclutada, la persona es colocada en una situación de dependencia a lo
largo de su tráfico. La víctima pasa como semillas de mano en mano hasta su
llegada al país de destino. ¡Una chica de 14 años, repatriada de Bosnia y
Hercegovina por la Organización internacional para las migraciones (OIM), había
sido vendida 22 veces a diferentes redes de proxenetas y propietarios de burdeles!
Cada vez, ha tenido que sufrir violaciones y otras agresiones.
Los traficantes se suceden en el momento del desplazamiento de las
víctimas del tráfico, pero la suerte de las chicas no varía. Las violaciones y
las otras formas de sujeción son frecuentemente utilizadas incluso para la
minoría que conoce el objetivo de su tráfico: su prostitución. Sólo llegar al
país de destino, las personas ven sus papeles confiscados y son inmediatamente
prostituidas. Las recalcitrantes pasan por un campo de «adiestramiento», donde
son rotas psicológicamente.
En el país de destino, la víctima del tráfico, tanto si ha sido una
persona ya prostituida en su país como si no, verá su pasaporte y sus otros
papeles confiscados por los que organizan su prostitución. Tendrá que pagar la
«deuda» del viaje. Y en eso se añaden los gastos de alojamiento, de alimentos,
de indumentaria, de maquillaje, de preservativos, que son deducidos de sus
«ingresos». Una vez todos los «gastos» pagados, no le queda prácticamente nada,
incluso a menudo su deuda aumenta. Será vigilada, es decir «protegida» según el
punto de vista de los miembros de la red que lo explota. Será amenazada de
venta a otra red, donde tendrá que pagar de nuevo una «deuda». Si consigue
escapar a las proxenetas, corre el peligro de ser expulsado en tanto que
inmigrando clandestina, lo cual, según OIM, no hace más que alimentar las redes
de tráfico operante en los países de origen.
Liberalismo triunfante
El deseo de una vida mejor para sí mismo y para sus hijos empuja a la
gente a emigrar o a hacer emigrar a sus niños. Es lo que explica, por ejemplo,
que una familia albanesa acepte vender a su bebé a traficantes que lo llevarán
a Italia, o que una familia thai del norte del país celebre el nacimiento de
una hija como una promesa de ingresos a través de su futura prostitución en el
sur del país. Visto bajo este ángulo, poner fin al tráfico de seres humanos
exige más que leyes severas y medidas de protección de las víctimas. Hay que
atacar el fundamento sobre el cual reposa el 90-92% del tráfico: la industria
de la prostitución. Pero el triunfo del neoliberalismo en los años 1980 ha
permitido una aceleración de la mercantilización de las relaciones sociales y todo
se ha traducido en un desarrollo considerable de las industrias del sexo, que
han visto su legitimidad aumentada. El sexo tarifado ha conocido, en los últimos
decenios, una expansión considerable; la sumisión a las reglas del mercado y a
las leyes liberales contractuales de intercambio comporta una aceptación cada
vez más extendida del acto mercantil, que da acceso, a cambio de una suma
variable de dinero, al sexo de las mujeres y de las niñas. La prostitución
ocurre, para un número importante de estados de Europa occidental y del
Pacífico Sur, un «trabajo» legítimo y, para algunos, incluso un «derecho» y
una« libertad ». En los estados del Sur, la prostitución es considerada como
uno de los medios de «desarrollo» económico del país. La prostitución forma parte
de la estrategia de desarrollo. Además, bajo la exigencia de pago de la deuda externa
contraída por numerosos estados de Asia, y más recientemente de África, la prostitución
ha sido fomentada por organismos internacionales como el Fondo monetario
internacional y el Banco mundial - que han ofrecido préstamos importantes para
el desarrollo de sus industrias de turismo y «diversión». El desarrollo de estos
sectores ha permitido el elevada de la industria del comercio sexual.
En el transcurso de los dos últimos decenios, la prostitución como la
pornografía se han transformado en industrias legítimas y corrientes: ¿han sido
renombradas como "trabajo sexual", "venta de servicios
sexuales" o bien como "sexualidad recreativa" (para quien| quién?);
las proxenetas son simples "empresarias" o, si queréis,
"empresarios eróticos"; los reclutadores son "cazadores de
talentos"; ¿los bares de striptease y los burdeles son "lugares|sitios
de diversión" y " establecimientos eróticos» (para quién?). Las bailarinas
desnudas son "eróticas" o "exóticas", y obtienen de
numerosos gobiernos "visados de artista". En nombre de "la
autonomía" de las personas y del derecho a "controlar el propio
cuerpo" [6] (en beneficio del placer masculino) es defensa el "derecho"
a la prostitución y al tráfico de mujeres con finalidades de prostitución
(consideradas como una migración de "trabajadoras del
sexo"). Esta ideología liberal se ha ido imponiendo poco a poco. Durante
mucho tiempo, todo eso no ha parecido normal, "moral" ni
"natural". Han hecho falta cambios profundos y un conjunto de condiciones
propicias para que se convirtiera en posible formular la prostitución en tanto
que "libertad".
La globalización neoliberal es el factor que domina hoy el desarrollo
de la prostitución y del tráfico de mujeres y niñas con esta finalidad. Aumenta
las desigualdades sociales y explota los desequilibrios entre los hombres y las
mujeres, que refuerza singularmente. Se encarna en una mercantilización de los
seres humanos y en el triunfo de la venalidad sexual. Esta industria representa
la confluencia de las relaciones comerciales capitalistas y de la opresión de
las mujeres, dos fenómenos indestriables. A pesar de eso, la inmensa mayoría de
los análisis sobre la globalización capitalista contemporánea no toman en
consideración el impacto que sobre las sociedades y sobre las relaciones
sociales tiene la industria del comercio sexual. En la abundante literatura producida,
muchos aspectos han sido examinados: privatizaciones, preeminencia de las
finanzas, ajustes estructurales, falta de regularización,
enriquecimiento y empobrecimiento, crecimiento de las desigualdades,
neoliberalismo, reducción de los presupuestos sociales, programas de
austeridad, paraísos fiscales, etc ... Pero raros son los estudios integrando
dentro de la dinámica de la globalización el desarrollo de las industrias del
sexo. Sin embargo, el proceso de mercantilización de bienes y servicios, y más
particularmente la comercialización del ser vivo, incluyendo cuerpos y sexos,
así como la monetarización de las relaciones sociales, están en el corazón
actual acumulación capitalista. Muchos opositores a la globalización neoliberal
y a la
extensión del reinado de la mercancía en la educación y la salud
defienden no obstante la legalización de la prostitución y del proxenetismo, en
nombre de los derechos de las "trabajadoras del sexo" (nunca en
nombre del "derecho" de los clientes prostituidores); vale decir, la
legalización de la explotación sexual de las mujeres y de las chicas.
Eso se conjuga con una cultura cada vez más hipersexualizada (en
beneficio de la "diversión" masculina), de manera tal que una
"carrera" en el mundo de la prostitución o de la pornografía aparece
incluso rodeada de un cierto hechizo. El reclutamiento para estas industrias se
encuentra facilitado. Es uno de los efectos notables, pero a menudo silenciados,
de la banalización de las industrias del sexo a escala mundial. Por ejemplo, en
los países del Este, donde la prostitución, la pornografía y el tráfico con
finalidades de explotación sexual han conocido una explosión en los años 1990,
toda una serie de encuestas han revelado que cerca de una sexta parte de las
alumnas ucranianas percibía la prostitución de manera positiva, creyente que se
trataba de una actividad rodeada de lujo y placer en el Oeste, y que una cuarta
parte de las chicas de Moscú, alumnos de
secundaria, consideraba la posibilidad de prostituirse. Cuando la prostitución
y la pornografía aparecen como si se tratara de un oficio como otro, se abren
vías de «futuro» ... para las chicas.
La prostitución ya no es considerada por mucha gente, sobre todo de la
izquierda y entre las feministas liberales, como una forma de sujeción del sexo
femenino a los hombres, al sistema patriarcal; ahora se trata más bien de un
"derecho". Los años 1990 se han caracterizado por la legitimación de
la mercantilización sexual de las mujeres y las niñas en beneficio del sistema
prostitucional, en nombre de la implementación de ciertas modalidades de
regulación (reglamentarismo).
La prostitución, legal o ilegal, como las otras industrias del sexo,
no es organizada por las personas prostituidas: éstas sólo son mercancía y
moneda de cambio. Está organizada para/por un sistema proxeneta a favor de los
clientes prostituidores. ¿Dónde están pues las proxenetas y los clientes en las
palabras de los defensores de la prostitución? En el mejor de los casos, los
clientes prostituidores no aparecen más que como partes contratantes de un
intercambio comercial, como simples consumidores.
Tienen el "derecho" de consumir a las personas prostituidas,
tal como se desprende del derecho contractual burgués: se trata de un
entendimiento decidido entre dos personas consentidoras (como si una tercera,
la proxeneta, no estuviera implicada). Por qué no defender también otro derecho
del consumidor, aquél de ver renovar la mercancía de manera periódica - el
tráfico con finalidades de prostitución no sirve precisamente para eso? En
efecto, este tráfico no les plantea tampoco ningún problema, ya que es considerado
también como un desplazamiento "voluntario" y asimilado a una migración
de "trabajadoras del sexo".
Al mismo tiempo, los Estados que han legalizado esta explotación
sexual y que consideran una buena parte del tráfico como una migración de
"trabajadoras sexo" efectúan una distinción entre "prostitución
forzada" y trabajo "ilícito". Entonces, una víctima del tráfico,
considerada como "consentidora" de su prostitución, no tendrá derecho
a ninguna protección particular y, a menudo, será catalogada como inmigrante ilegal.
En este caso, ocurre una amenaza para "la integridad territorial" del
Estado. No se trata pues de una víctima, sino de una delincuente - claro su entrada
en el país ha sido ilegal - y su "trabajo", es decir su prostitución,
constituye por lo tanto un acto "ilícito". [7]
Definir la prostitución o el tráfico por su carácter forzado o no
implica que ya no es necesario analizar la prostitución como tal: su sentido,
sus mecanismos, sus relaciones con el crimen organizado, su inscripción a las
relaciones mercantiles y patriarcales, su papel en la opresión de las mujeres,
etc ... La legitimación de la prostitución pasa por esta operación de reducción
liberal.
El capitalismo neoliberal encuentra su expresión acabada en el ámbito
de las industrias del sexo. Este régimen de acumulación estrechamente vinculado
a las desregularizaciones de la mundialización refuerza de una manera
considerable el sistema de opresión de las mujeres y su sumisión al placer del
otro, al placer masculino.
Reduciendo a las mujeres a una mercancía susceptible de ser comprada,
vendida, alquilada, apropiada, intercambiada o ganada, la prostitución afecta a
las mujeres en tanto que grupo. Refuerza la ecuación arcaica entre mujer y
sexo, reduciendo a las mujeres a una humanidad menor y contribuyendo a
mantenerlas en un estatuto inferior por todas partes en el mundo.
Las mujeres y las niñas pagan un terrible tributo.
Notes
[1] Traducción (francès/castellà) Sylviane DAHAN
[2] La Organización internacional del trabajo (OIT) considera que 2,45
millones de personas son
víctimas del tráfico con finalidades de explotación sexual cada año.
Pero esta cifra se desprende de un estudio sobre el tráfico con finalidades de
prostitución «forzada», asimilado al «trabajo forzado», es decir que no toma en
cuenta el conjunto del tráfico con finalidades de prostitución.
[3] En los Países Bajos, la mayoría de las menores no acompañadas
provienen de la China, de Somalia, de Sierra Leona y, más recientemente, de
Angola y de Nigeria.
[4] Melissa Farley,
Prostitución and Trafficking in Nevada. Making the Connectem, San Francisco,
PRE, 2007; Mary L. Sullivan, Making Sex Work: En Failed Experimento with
Legalized Prostitution, North Melbourne, Spinifex, 2007.
[5] El año 2004, las embajadas suizas han concedido 5 953 visados
destinados a bailarinas de cabaret, medio privilegiado de los traficantes
proxenetas para prostituir a las mujeres. El mismo año, Eslovenia ha concedido
650 visados, una gran mayoría a chicas ucranianas, el Luxemburgo
aproximadamente 350, Chipre 1 200 visados y el Canadá 500 visados a rumanas (y
sin duda más, si se tienen en cuenta las otras nacionalidades). En el 2004, el
gobierno japonés ha concedido 71 084 visados a mujeres procedentes de las
Filipinas. Diversos países del Caribe, entre los cuales está Santa Lucía, las
Bahamas, Jamaica, Surinam, conceden visados a «bailarinas» para que puedan
trabajar en la industria de la diversión para hombres. Es igualmente el caso de
las Antillas neerlandesas, dónde la prostitución está reglamentada, sobre todo
S. Marteen, Curaçao y Bonaire. El Canadá y Luxemburgo han puesto fin a sus
programas de visados de artista al final de 2004
[6] Para Élisabeth Badinter, por ejemplo, la prostitución se integra
en un "derecho de forma dificultosa obtenido todavía no hace treinta años
y [que] exige el respecto de todo el mundo: la libre disposición del propio
cuerpo". La distinción entre prostitución "libre" y
"forzada" le permite denunciar el discurso que pretende que las
personas prostituidas son "víctimas de la lógica económica liberal y del
dominio masculino propio del patriarcado". Calificarlas de
"víctimas" supondría admitir la existencia de una opresión social
estructural, cosa que ya no es el caso: "El patriarcado agoniza en
nuestras sociedades."
[7] Sra. Zwerver, Países Bajos, REJA, Migraciones vinculadas al
tráfico de mujeres y a la prostitución, Informe de la Comisión sobre la
igualdad de oportunidades para las mujeres y los hombres, Asamblea parlamentaria,
Consejo de Europa, dock. 9795, 23 abril de 2003.
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