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sábado, 8 de febrero de 2025

Sueños y vasijas

 

«Sueños y vasijas»

Por Feminismo -30/01/20250

 

Foto de Ecuador Etxea

Por Las Criadas

 


Hace unos días, June Fernández (activista querer) presentó la edición de su libro en castellano “Sueños y Vasijas” en Radio Euskadi https://t.co/sxiQSMwulO

 

La autora se pregunta “¿habrá alguna fórmula que permita defender los  derechos de las mujeres y de los niños, respetar la autonomía corporal y que no implique criminalizar a las familias? “ la respuesta es muy sencilla: NO.

 

Nada es más opuesto al avance de una sociedad que tratar a bebés como mercancía y sus vulnerables madres como subhumanas sin derechos para que algunas y algunos cumplan sus deseos. Nunca es ÉTICA ni puede ser “praxis correcta”. Como bien dice @Omnia_Somnia , Berta O. Garcia, presidenta de CIAMs en España (federación internacional de 50 organizaciones feministas y de DDHH fundada en 2018) “se trata claramente de sacrificar a mujeres fértiles para dar satisfacción a meros deseos ajenos, mediante  la propaganda de romantizar los #VientresDeAlquiler con el doble disfraz de la lucha contra la infertilidad y el descenso de la natalidad global (nuevo modelo de familia según el consejero de @eajpnv Erkoreka). Este invento es capitalista y patriarcal. Nos enfrentamos a una industria económicamente potente  y con previsiones de más crecimiento que tiene recursos para comprar voluntades a nivel político y académico”.

 

La inmensa mayoría de las mujeres que son madres subrogadas necesitan dinero ( colonialismo extractivista) y también se da el caso de que algunas lo hagan por coacción emocional en el entorno familiar. En todos los países donde la #gestaciónsubrogada es legal se cometen abusos y violencia contra las mujeres, porque es algo intrínseco a esta práctica: ilegal, prohibida y contraria al orden público que no interesa más que a un puñado de explotadores.

 

LEGISLACIÓN

 

Dice la autora en la entrevista, que esta práctica se encuentra en un limbo legal. Además de afirmar «no estoy por la prohibición de la gestación por sustitución, porque prohibir lleva a la criminalización de las familias”. Parece que quiera obviar o invisibilizar que si los vientres de alquiler están prohibidos en España y en otros países, es porque violan derechos fundamentales de la infancia y las mujeres, tales como la venta de niños y la trata de mujeres. La realidad de que las mujeres tengan que cruzar fronteras en el proceso de vientre de alquiler, es la desigualdad económica y el neoliberalismo. Los países en los que se ha regulado se han detenido a redes de traficantes de mujeres con fines de explotación reproductiva.

 

No existe tal limbo, existe una #Instrucción 10 prevaricadora que permite comprar bebés en el extranjero y registrarlos en consulados españoles, validando sentencias judiciales extranjeras basados en contratos de #gestaciónsubrogada que en España son NULOS de pleno derecho, porque vulnera la Constitución y varias leyes de rango superior.

 

Algunos ejemplos:

 

1. Reconoce sentencias judiciales extranjeras en base a un contrato que en España es nulo, aún cuando la STS 5879/2024 deniega el reconocimiento de facto de dichas sentencias por ser contrarias al orden público: “No cabe el reconocimiento y ejecución solicitada porque subyace un fraude de ley que no puede quedar amparado por nuestro ordenamiento jurídico, ya que los demandantes iniciaron de forma consciente y querida un proceso para obtener un niño menor, mediante la suscripción de un contrato de #gestación subrogada que está prohibido en nuestro ordenamiento jurídico “

 

2. Considera técnica de reproducción asistida una práctica excluida como tal en la Ley 14/2006 de Técnicas de Reproducción Humana Asistida, dónde se contempla, además, la nulidad de estos contratos.

 

3.El Tribunal Supremo considera la #gestaciónsubrogada una forma de compraventa de menores y los contratos contrarios a nuestro ordenamiento jurídico en sentencias de 2014, 2022 y 2024.

 

4. Su publicidad está prohibida por ley orgánica 1/2023, considerando también a ésta como una forma grave de  violencia sobre  la mujer.

 

5. El art. 221 del código penal establece en su apartado primero: los que, mediando compensación económica, entreguen a otra persona un hijo, descendiente o cualquier menor aunque no concurra relación de filiación o parentesco (agencias),eludiendo los procedimientos legales de la guarda, acogimiento o adopción, con la finalidad de establecer una relación análoga a la de filiación, serán castigados con las penas de prisión de 1 a 5 años y de inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de la patria potestad, tutela, curatela o guarda por tiempo de 4 a 10 años”. Y en su apartado segundo “con la misma pena serán castigados la persona que lo reciba y el intermediario, AUNQUE LA ENTREGA DEL MENOR SE HUBIESE EFECTUADO EN PAÍS EXTRANJERO”.

 

6. Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la pornografía:

 

Artículo 2: a) Por venta de niños se entiende todo acto o transacción en virtud del cual un niño es transferido por una persona o grupo de personas a otra a cambio de remuneración o de cualquier otra retribución

 

7. Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional: por trata de personas se entenderá la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación.

 

Quizás a la autora, ya que imparte cursos , le gustaría incluir en ellos esta Guía realizada por @StopSubrogacion para las aulas:

 

https://culturayciencia.org/stop-violencia-sexual/wp-content/uploads/2025/01/Guia-didactica-para-el-abordaje-de-la-violencia-reproductiva-en-el-aula-ver-01_compressed.pdf

 

POSICIONAMIENTO

 

“Demasiado feminista para aplaudir dentro, demasiado posmoderna para gritar fuera” dice la autora respecto a su asistencia al I Congreso De Mujeres y Gestación por Sustitución ( Bilbao Julio 2023) . Sin sorpresas, decidió entrar. No se puede estar en misa y repicando.

 

June no está por la prohibición de esta práctica violenta «porque es una realidad» y es legal en las grandes potencias mundiales (EEUU, Israel, Rusia…), alineándose claramente con los que están a favor y la llevan a cabo «porque los niños ya están aquí». Lo que llevaría a sostener el esclavismo en Mauritania porque es una tradición, a la OTAN porque las bases ya están aquí, la trata de mujeres con fines de explotación sexual en Alemania porque allí la prostitución es legal, o el trabajo infantil porque también es una realidad. (Cita de Berta O. Garcia)

 

Fuente:

https://elcomun.es/2025/01/30/suenos-y-vasijas/

 

sábado, 15 de julio de 2017

El ataque de la industria del sexo contra las feministas




El ataque de la industria del sexo contra las feministas
Meghan Murphy
Truthdig.com
Traducido del inglés para Rebelión por Sara Plaza.

Los pornógrafos llevan mucho tiempo defendiendo como "libre expresión" los productos y prácticas de su extremadamente lucrativa industria, incluso cuando estos sexualizan el poder y la violencia de los hombres contra las mujeres. De modo parecido, quienes defienden la prostitución, a la que estratégicamente llaman "trabajo sexual", plantean el movimiento a favor su legalización y normalización como liberador.
Pero estos grupos solo apoyan la libre expresión y las libertades en la medida en que sirven a sus intereses. Aquellos que se manifiestan contra la industria del sexo están excluidos de su versión de "libertad".
Tuvimos pruebas de ello en marzo, cuando varios lobbies de la prostitución amenazaron con boicotear una conferencia en Vancouver, Columbia Británica, que iba a contar con la presencia de Chris Hedges, destacado periodista y columnista de Truthdig, como ponente principal. Estos grupos de presión intentaron impedir su participación por haber escrito un artículo en el que definía la prostitución como "la quintaesencia del capitalismo global", y lo habrían conseguido si no hubiera sido por la respuesta apasionada de grupos locales de mujeres.
Las campañas de desprestigio contra las feministas y sus aliados que se atreven a decir la verdad sobre el poder y la violencia de los hombres no son algo nuevo. En los años noventa los pornógrafos lanzaron una campaña contra la profesora Catharine MacKinnon y la feminista Andrea Dworkin comparándolas con los nazis y acusándolas de suprimir la libre expresión cuando, en realidad, la ordenanza anti-pornografía que ellas habían redactado en Minneapolis en 1983 – definiendo la pornografía como una violación de los derechos civiles de las mujeres– no fue un intento de censurar la libre expresión sino de abordar el daño causado a las mujeres por la industria de la pornografía.
Para atraer a los progresistas bienintencionados, se inventó un movimiento por los "derechos de las trabajadoras sexuales" en oposición a aquellas feministas que creían que la prostitución era la extensión y la perpetuación del poder y la violencia del hombre. El lobby de la prostitución adoptó el lenguaje del movimiento obrero para defender los derechos de los hombres a abrir burdeles y a comprar servicios sexuales de las mujeres, y también el lenguaje del movimiento feminista para plantear la prostitución como una elección de la mujer.



Estos grupos de presión tienen a los medios de comunicación de su parte, así como a los proxenetas y los puteros. De acuerdo a sus intereses capitalistas, los medios oficiales presentan la pornografía y la prostitución como iniciativas empresariales y, en consonancia con sus bases patriarcales, aceptan como norma la idea de los cuerpos de las mujeres como objetos consumibles.
En los últimos años la industria del sexo ha colaborado con los medios para descontextualizar completamente el sistema de la prostitución. Este enfoque neoliberal es parte de un esfuerzo constante para desarmar a los movimientos que desafían los sistemas de poder: si somos simplemente individuos que miran por su propio empoderamiento (empowerment) personal y, por lo tanto, los únicos responsables de nuestros propios "éxitos" y "fracasos", entonces no hay necesidad de organizarse colectivamente. Y esto es precisamente lo que quería decir Margaret Thatcher al afirmar que no existe la sociedad, solo individuos que ante todo deben ocuparse de sí mismos.
Al plantear un sistema que canaliza a las mujeres –particularmente a las mujeres marginadas– hacia la prostitución no solo como una elección de las propias mujeres sino como potencialmente liberador, estos grupos consiguen ocultar el modo en que la pornografía sostiene el poder de los hombres, descargando la responsabilidad de la subordinación de las mujeres en las propias mujeres. Al señalar la presión social para la auto-objetivación como empoderamiento, se permite a la sociedad ignorar las razones por las que las mujeres buscan empoderarse a través de la sexualización y la mirada masculina. Al centrarnos en la capacidad de acción consciente (agency) de las mujeres, pasamos por alto el comportamiento de los hombres.
Lo que verdaderamente están defendiendo los grupos que piden hacer presión a favor de los "derechos de las trabajadoras sexuales" no son, desde luego, los derechos humanos de las mujeres sino los intereses económicos y sexuales de los hombres. Y por eso en el discurso se evita deliberadamente abordar el daño que causan estos hombres.
La campaña para presentar la presión a favor de la prostitución como un esfuerzo de base para ayudar a las mujeres marginadas ha sido todo un éxito. Al ignorar la dinámica de poder inherente a la compra por parte de un hombre de los servicios sexuales de una mujer, y llevar el debate hacia la elección de las mujeres, quienes podrían considerarse a sí mismas feministas se ven en una encrucijada: "¿Debo defender el derecho de las mujeres a elegir?" La respuesta obvia es sí. Pero esa pregunta es engañosa. La verdadera pregunta es: "¿Apoyo el derecho de las mujeres pobres y marginadas a tener una vida mejor que la que les ofrecen los hombres explotadores?"
Si bien el lenguaje manipulador diseñado para atraer a las masas liberales es una parte fundamental de la iniciativa para despenalizar a los proxenetas y a los puteros, otro componente clave es la fácil derrota de las feministas que desafían ese discurso.
Los defensores de esa industria no se detendrán ante nada para silenciar las voces de quienes se pronuncien en contra de sus intereses. Tachadas de mojigatas, conservadoras religiosas, opresoras y fanáticas, la guerra contra estas feministas culminó recientemente en el intento generalizado de impedir que quienes disienten de su proyecto tengan acceso a plataformas desde las que expresar sus puntos de vista.
Cuando hace un año la periodista sueca Kajsa Ekis Ekman iba a presentar en Londres su libro "Being and Being Bought: Prostitution, Surrogacy and the Split Self" ["El ser y la mercancía: prostitución, vientres de alquiler y disociación"], la librería que organizaba el acto fue amenazada con boicots.
El clima actual en el feminismo anglosajón es el que apoya la caza de brujas, me dijo Ekman. Esa caza de brujas comienza con "campañas difamatorias, parece que viene 'de abajo', y sobre las feministas famosas dice que están obnubiladas por el poder tildándolas de elitistas, 'cis-sexistas', racistas y 'putafóbicas'", explicó. "Luego lleva adelante auténticas campañas de silenciamiento, amenazas de boicot, demandas, y aislamiento de cualquiera que se ponga del lado de las feministas y, por asociación, del lado de la culpa".
En el año 2003, Melissa Farley, una psicóloga clínica y fundadora de la organización sin ánimo de lucro Prostitution Research and Education, dirigió una investigación en Nueva Zelanda sobre la violencia y los trastornos de estrés postraumático en personas prostituidas, y después tuvo que declarar ante el Parlamento de aquel país por las entrevistas que había realizado. Un defensor de la prostitución neozelandés que estaba en desacuerdo con su investigación presentó una queja contra ella ante la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés). La queja fue ignorada por la APA y no fue tenida en cuenta por sus colegas, pero el lobby de la prostitución la presenta como legítima y la utiliza como excusa para presionar a otros para que descarten su exhaustiva e iluminadora investigación.
Julie Bindel, periodista feminista que lleva años informando sobre el comercio sexual mundial, ha revelado que el Sindicato Internacional de Trabajadoras del Sexo en Gran Bretaña era poco más que un portavoz de los proxenetas y los dueños de burdeles. También ha estado informando sobre los importantes fallos de la legalización de la prostitución en Amsterdam. En marzo, después de las quejas emitidas por los grupos de presión a favor de la prostitución, su nombre fue retirado de un panel de discusión de una película estadounidense sobre prostitución.
Las supervivientes de la prostitución también se ven enfrentadas a una campaña de silenciamiento. Bridget Perrier, educadora indígena y co-fundadora de la organización Sextrade101 de supervivientes del comercio sexual y abolicionistas con sede en Toronto, explicó que los esfuerzos del lobby a favor de la prostitución se centran en invalidar las experiencias de las mujeres que han abandonado el negocio, a menudo poniendo en duda sus historias.


Rachel Moran sobrevivió siete años a la explotación sexual en Irlanda y ha publicado un libro sobre sus experiencias, en el que aborda muchos de los mitos y las mentiras que ha perpetuado el lobby del trabajo sexual. Por su delito –contar la verdad– ha sido objeto de acoso continuo y acusada en más de una ocasión de inventarse su historia.
"He sido difamada, calumniada, amenazada, atacada físicamente y gritada", me dijo Moran. "Mi dirección postal, los detalles de mi cuenta bancaria y mi dirección de correo electrónico personal han estando circulando entre las personas aparentemente más desequilibradas, las cuales me han tuiteado partes de mi dirección postal con ese estilo claramente amenazante del tipo 'sabemos donde encontrarte'".
Y añadió: "Sistemáticamente se alega que yo nunca estuve en la prostitución, aunque los registros que prueban que lo estuve están en manos de los servicios sociales irlandeses y del Juzgado de Distrito de Dublín de Menores".
Negar verdades que podrían perjudicar el intento de presentar una versión expurgada de la industria del sexo, que vende la prostitución como "simplemente un trabajo como cualquier otro", es un elemento clave de la campaña a favor de su legalización.
Moran me contó que le había impactado muchísimo la falta de compasión que mostraron hacia ella los defensores del negocio del sexo que aseguran tener un interés particular en la seguridad de las mujeres. "Sencillamente les importa un bledo estar llevando a cabo una campaña deliberada y organizada de intimidación contra una mujer que fue sistemáticamente abusada sexualmente por hombres adultos desde los quince años", manifestó. "Mis verdades no les gustan, por eso hay que silenciarlas".
Desesperados, sin ser capaces y sin estar dispuestos a responder a los argumentos feministas y socialistas básicos contra el negocio del sexo –a saber, que se ha levantado sobre la base del poder del hombre y del capitalismo, perpetuando ideas misóginas sobre las "necesidades" del hombre y los cuerpos de las mujeres como los objetos para satisfacer esos deseos socializados– sus lobbies recurren a las mentiras y a la calumnia.
Estos grupos intentan hacer pasar las campañas difamatorias por "crítica", pero son cualquier cosa menos eso, señaló Ekman, la periodista sueca. "Lo que está ocurriendo no tiene nada que ver con la crítica. Recuerda más bien a una revolución cultural maoísta a gran escala".
"Si eres una destacada feminista, no te escaparás", continuó. "Si todavía no te han atacado lo harán, o no eres lo suficientemente peligrosa".
Llevo años escribiendo sobre la industria del sexo y la legislación de la prostitución en Canadá. Los ataques contra mi persona y mi trabajo han sido implacables. En las últimas semanas varios grupos de presión canadienses a favor de este negocio organizaron una importante campaña difamatoria en línea, tachando los argumentos contra la objetivación, explotación y abuso de las mujeres de "fanatismo", distorsionando intencionalmente mi trabajo y mis opiniones hasta volverlos irreconocibles.
Las acusaciones absurdas e infundadas lanzadas contra mí –"transfóbica", "putafóbica", racista y demás– reproducen las utilizadas contra todas las mujeres que desafían el statu quo en este sentido. La intención no es hacer justicia, sino calumniar a las feministas para que sus argumentos puedan ignorarse y descartarse, y también acosar a otros hasta que hagan lo mismo. La única cosa que nunca mencionan es la verdad.
La mujeres que se prostituyen tienen 18 veces más probabilidades de ser asesinadas que la población en general, y los hombres responsables tienen muchas menos probabilidades de ser condenados cuando se trata de una prostituta. En Canadá las mujeres indígenas están sobrerrepresentadas en la prostitución y, en general, sufren mayores niveles de violencia que las mujeres no-indígenas. La legalización ha demostrado no ser una solución para la explotación, la violencia y el abuso.
Estos individuos y grupos cooptan las luchas de las personas marginadas para defender una industria multimillonaria que cada año se cobra la vida y la humanidad de miles de mujeres y niñas en todo el mundo. Para impedir que quienes manifiestan su desacuerdo amenacen sus intereses con palabras y argumentos, recurren a tácticas poco limpias para silenciar a escritoras y periodistas feministas independientes. Identifican nuestras palabras como "violencia" pero no hacen nada para luchar contra los responsables de la violencia real. Estos grupos nunca han participado en ninguna campaña pública contra un maltratador, nunca han presentado una demanda solicitando el despido de un putero violento, nunca han llamado "fanáticos" a quienes fuerzan a las niñas a prostituirse en burdeles o en las calles. Sus objetivos no son el capitalismo corporativo o los traficantes de sexo, tampoco los reyes del porno o los dueños de los burdeles maltratadores. No. Sus objetivos son las feministas.
En su ensayo "Liberalism and the Death of Feminism" ["Liberalismo y la muerte del feminismo"], MacKinnon escribió que "una vez hubo un movimiento feminista": un movimiento que entendió que criticar prácticas tales como la violación, el incesto, la prostitución y el abuso no era lo mismo que criticar a las víctimas de esas prácticas. "Era un movimiento que sabía [que] cuando las condiciones materiales descartan el 99% de tus opciones, no tiene sentido llamar al 1% restante –lo que haces– tu elección". Escribió estas palabras hace 25 años y aún seguimos librando las mismas batallas. Pronunciarse hoy contra los sistemas patriarcales significa que tu medio de vida se verá amenazado, así como tu credibilidad y tu libertad para hablar.
No puedes pretender ser progresista y manifestarte en contra de la democracia. No puedes pretender ser feminista y apoyar el silenciamiento de las mujeres. Este nuevo macartismo no nos liberará. Nos deja en manos de quienes quieren nuestra desaparición.


Meghan Murphy es una escritora y periodista de Vancouver, Columbia Británica. Su página web es Feminist Current.


http://www.rebelion.org/noticia.php?id=200576







martes, 20 de junio de 2017

Las políticas económicas neoliberales aumentan el trabajo gratuito de las mujeres




26 mayo de 2014
“Las políticas económicas neoliberales aumentan el trabajo gratuito de las mujeres”

Es docente, investigadora y, sobre todo, militante por los derechos de las mujeres. Fue asesora ministerial en el gobierno de Rodríguez Zapatero. Aquí, advierte sobre las consecuencias que provocan en la lucha por la igualdad de los géneros los planes de ajuste en su país y Europa toda. También se suma al debate en torno de la prostitución. Y analiza qué cambió en España con la ley contra la violencia de género.

A su paso por Buenos Aires, adonde vino invitada por una organización regional de mujeres, Cladem, Rosa Cobo Bedia se explayó sobre las consecuencias de los planes de ajuste sobre la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, el debate en torno de la prostitución –¿trabajo o explotación sexual?– y los cambios que trajo la ley contra la violencia de género sancionada una década atrás en España, entre otros temas.

–¿Cómo están afectando las políticas económicas neoliberales en Europa la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres?

–Europa ya está metida de lleno en las políticas económicas neoliberales. Tienen muchos efectos. Pero hay dos básicos, que se pueden identificar analíticamente. El primero de ellos es que aumenta el trabajo gratuito de las mujeres. En la medida en que el Estado abdica de las funciones que hasta ese momento desempeñaba, esas tareas se desplazan a las familias, donde son las mujeres las que las asumen. Se trata de invisibilizar ese proceso de desplazamiento. Al mismo tiempo, han bajado muchísimo los salarios y, entonces, las familias de clase media tienen que prescindir de una ayuda doméstica y esas tareas pasan a hacerlas las mujeres. También con menos dinero en los hogares se tiende a preparar otro tipo de comidas, ya no un bife, sino platos más elaborados que son más baratos pero demandan más trabajo. Las que cocinan suelen ser las mujeres. Del 2003 al 2014, el trabajo gratuito de las mujeres en España ha subido un 4,3 por ciento. Es un dato paradigmático. Imagínese un país de América latina, como sucedió unos años atrás en Perú o en Brasil, que tenga un crecimiento anual de esa magnitud. Ese trabajo gratuito de las mujeres aumenta sobre otro fenómeno, que también es históricamente nuevo, y es el ingreso masivo de las mujeres al mercado laboral. Por lo tanto, tienen la doble jornada laboral.

Rosa Cobo Bedia

–¿Cuál es el segundo efecto?

–Las mujeres hemos entrado al mercado laboral a partir de los años ’60 y ’70, en un proceso de pérdida de derechos para los trabajadores y de reducción muy significativa de los salarios. En 1973, a partir del golpe militar de Pinochet, Chile se convierte en el primer laboratorio donde se aplican las políticas económicas neoliberales; después fue Argentina, Inglaterra... La reducción de los salarios en los últimos veinte años ha sido de muerte. Es decir, las mujeres entran al mercado laboral en la misma posición que tienen en la sociedad: en una posición de clara desigualdad con respecto a los varones. Las mujeres son mayoría en los trabajos de tiempo parcial, en la economía sumergida, en los empleos más precarios, tienen mayor presencia en las maquilas más descalificadas. La mayor parte de los salarios de pobreza son femeninos. El paradigma que lo explica con muchísima claridad es el de las maquilas. Se tiende a pensar que están sólo en Centroamérica y en el Sudeste asiático. Es muy falso: las maquilas están invadiendo el mundo entero. En España también las tenemos. Los dos grandes fenómenos que explican la posición de explotación de las mujeres son la maquila por un lado y la prostitución por el otro. Son las dos metáforas explicativas de la suerte de las mujeres en el siglo XXI. Hay otro efecto que ya no tiene que ver exclusivamente con las mujeres pero que también puede tener una lectura feminista, y es que han ensanchado el mercado y han reducido muchísimo la capacidad de maniobra del poder político, para poder gestionar el mercado en clave social demócrata, keynesiana, de redistribución económica. En términos generales, las políticas económicas neoliberales están aumentando muchísimo la desigualdad social en clave de un abismo entre pobres y ricos, un fenómeno que era completamente desconocido en Europa desde hacía tantísimas décadas. Es un proceso que está más vinculado a la revolución del siglo XIX, con aquel capitalismo que explotaba de una forma inmisericorde, que con cualquier otro momento que haya ocurrido en el último siglo.

–Mencionó a la prostitución... ¿Qué opina de la postura de algunas organizaciones que sostienen que hay que regularlo como un trabajo?

–Es un debate complicado que está presente en muchas partes del mundo y desde luego ha logrado instalarse en un lugar marginal, pero finalmente en un lugar de la agenda política de los países europeos. Y por el mismo motivo está en el centro del escenario político feminista, sin ninguna duda. La mayor parte del feminismo se inclina por la consideración de que la prostitución es una forma de explotación de las mujeres. Adhiero a esa mirada. También es cierto, y hay que tener en consideración que los países que tienen estados de bienestar más desarrollados en Europa, como es el caso de Suecia, Noruega, Finlandia, Islandia, han llegado a la conclusión de que es una forma extrema de explotación sobre las mujeres. Y están haciendo políticas públicas orientadas a penalizar al cliente y a poner sobre la mesa políticas y recursos que hagan posible que mujeres que están viviendo de la prostitución puedan salir de ella. Es importantísimo poner de manifiesto cómo el feminismo está intentando desplazar el foco de la mujer prostituida al varón prostituidor, al putero, al que se llama cliente, a mi criterio, de una forma bastante blanda. No creo que haya que llamarlo así, porque es reconocer una relación comercial.

–Voces que defienden la prostitución como trabajo fundamentan su postura en el derecho a decidir sobre su propio cuerpo de las mujeres, el mismo argumento con el cual desde el feminismo se defiende el derecho al aborto. ¿Qué responde a ese planteo?

–Hay elección cuando hay posibilidades de elegir. Cuando no hay posibilidades de elegir, no. Una mujer extremadamente pobre, con pocos recursos culturales y que ha sido abusada sexualmente en su infancia –porque la mayoría de las mujeres que ejercen la prostitución lo ha sido y es un aspecto que no se dice–, ¿qué posibilidades de elección tiene? Lo que hay son circuitos semiinstitucionalizados por los que transitan las mujeres para la prostitución, que son los mismos por los que transitan las armas, las drogas, los órganos. Las mujeres van de los países más pobres a los más ricos, y siguen esos circuitos. No se puede decir alegremente que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, porque la mayor parte de las mujeres que la ejercen no quieren ejercerla. No pongo en discusión que haya grupos reducidísimos de mujeres que ejercen la prostitución que lo consideren como un trabajo. Dirigí un trabajo de investigación entre 2010 y 2013, financiado por el Instituto de la Mujer en España. En ese marco hemos entrevistado a mujeres que ejercen la prostitución y ninguna de ellas quiere ejercerla. Lo hace porque sencillamente es una posibilidad segura de obtener recursos y mucho más en momentos en que el mercado laboral se ha reducido hasta extremos insólitos. A las mujeres les queda ese recurso para poder vivir, como a gente de poblaciones pobres vender un riñón. Que sea así no quiere decir que sea aceptable. No podemos renunciar a construir una imagen de cómo queremos que sea el mundo. Desde el punto de vista ético y social, no me parece que en esa imagen haya grupos de mujeres para uso sexual de todos aquellos varones que quieran hacerlo. Una ley envía un mensaje a la sociedad. Cuando se legaliza la prostitución se envía el mensaje a todas nuestras mujeres jóvenes –yo estoy pensando en mi hija, de 12 años– de que se trata de una actividad aceptable. Desde luego no quiero que mi hija ni que todas las jóvenes –porque son las jóvenes básicamente las que van a nutrir ese campo– reciban como mensaje que la prostitución es un trabajo como cualquier otro, porque sencillamente no lo es.

–¿Qué secuelas deja la prostitución en las mujeres?

–El uso de alcohol y de drogas es altísimo en ellas. Cuando las entrevistás, te dicen que tienen que beber y tomar drogas porque se les hace insoportable el acostarse con un hombre y luego con otro y luego con otro. Además, es una actividad que desgasta muchísimo porque mientras se acuestan con los hombres tienen que tener unos niveles de control fortísimos para que no se sobrepasen, no utilicen violencia, para que estén el tiempo que tienen que estar, para que no las obliguen a hacer cosas que no quieren hacer. Es un desgaste psicológico extremadamente fuerte y es un proceso de desempoderamiento brutal. Muchas de ellas no utilizan esta palabra pero el significado es ése.

–¿Qué intereses hay detrás de los planteos de legalización y sindicalización de la prostitución?

–Lo voy a decir de esta manera: hay momentos en que cuando no se puede hacer desaparecer fenómenos sociales que son extraordinariamente duros para los que los tienen que vivir, se trata de optar por salidas que mejoren sus condiciones de vida. Pero ya tenemos datos claros y rotundos, como los informes que se han publicado después de tantos años de legalización en Holanda, que sostienen que con la legalización de la prostitución no han mejorado las condiciones de vida de las mujeres que la ejercen. Por lo tanto, no debemos olvidarnos de ese argumento. Si la tendencia es a desnormatizar las relaciones laborales de sectores cada vez más amplios de trabajadoras y trabajadores, a que no haya contratos –le llaman flexibilización–, me pregunto ¿cómo es posible que les vayan a hacer contratos a las mujeres que ejercen la prostitución, sobre todo, si como ocurre en Europa la mayoría no tienen papeles porque son inmigrantes? Su vida no mejora. Lo que mejora con la legalización es la vida de los traficantes, de los dueños de los burdeles y de los varones que saben que tienen cuerpos que son mercancías a su disposición.


–¿Qué cambió en España en la última década en relación con la violencia de género a partir de las leyes que se aprobaron para sancionarla e implementar otras medidas para su prevención?

–A partir de 2004 se empiezan a hacer políticas públicas de igualdad de género y, en ese marco, se aprueba una ley contra la violencia de género. Había más expectativas en torno de esa ley de las que finalmente logró satisfacer. Lo más importante, creo, es el mensaje que se envió a la sociedad de que la violencia contra las mujeres no es aceptable desde el punto de vista moral y social. El umbral de tolerancia se bajó. Eso ha sido muy bueno. Se convirtió, además, en un tema de debate social, político y público, un tema que se consideraba privado. El problema se hizo visible para mucha gente, para la cual hasta ese momento era invisible. La ley tiene una parte impositiva, que se centra en el castigo al agresor, y otra, propositiva, que señala que la violencia contra las mujeres no puede desaparecer si no se hacen políticas de prevención, que tienen que ver con educación sexual en las escuelas, con introducir en los estudios primarios, secundarios y universitarios el problema de la desigualdad entre hombres y mujeres. Hay violencia porque hay desigualdad. Esa parte es la que no se ha cumplido. Ahí también tenemos que decir que la derecha ha sido extremadamente beligerante contra las políticas de prevención. Nunca aceptó introducir la educación sexual en la currícula escolar. En los últimos tiempos, que han sido los peores en España desde que se reinstauró la democracia, como las políticas de ajuste han sido brutales, han desaparecido completamente las políticas sociales y los recursos para las mujeres –aunque no sólo para ellas–. Con lo cual la ley contra la violencia de género se está vaciando de contenidos.

–En Argentina se observa una exacerbación de la violencia hacia las mujeres, con casos que se repiten de mujeres quemadas vivas por sus parejas o ex parejas. ¿Se observa el mismo fenómeno en España? ¿A qué cree que puede responder?

–Podríamos hablar de un canon de violencia patriarcal, que es el de un varón que considera que su pareja es de su propiedad –como en el siglo XIX, cuando no teníamos muchos derechos civiles– y frente a la posibilidad de que ella pueda tener voz, autonomía, pueda irse, utilizan variadas formas de violencia, que en algunos casos desembocan en el asesinato. Ese es el canon de violencia patriarcal que estamos acostumbradas a ver y hemos logrado identificar analíticamente las feministas, y a partir de lo cual hemos generado mucha conciencia e introducido en la agenda política de muchos países. Después, hemos visto que ha habido un surgimiento de nuevas formas de violencia patriarcal. Estoy pensando en los femicidios de Ciudad Juárez, en cómo están aumentando en algunos lugares de Centroamérica los crímenes de mujeres los fines de semanas, adolescentes que se van por ahí a tomar una copa y varios varones las violan colectivamente, y en algunos casos las matan. En maras, en Centroamérica, para que algunas mujeres puedan acceder como miembros de pleno derecho se las obliga a pasar por vejaciones, desde tener relaciones sexuales con los jefes hasta aguantar golpes. Es decir, están surgiendo formas de violencia perpetradas por un varón que no es la pareja de la víctima. Se puede interpretar de esta manera: las mujeres hemos logrado a partir de los años ‘70 más libertad, más igualdad, más autonomía, más independencia económica y por primera vez en la historia –y esto es inédito– podemos decir no a los varones. Y no sólo que podemos decirlo, sino que lo decimos. Las tasas de divorcio son altísimas en muchas partes del mundo, sobre todo en sectores de clase media y media baja. Y no sólo en Europa. Las tasas de natalidad, además, han descendido. Son maneras de decir que no al concepto de familia patriarcal tradicional. Parece que los varones no pueden aceptar ese proceso: que las mujeres les digan que no. Por ejemplo: el 13 por ciento de las mujeres alemanas no quiere tener hijos y no los tienen. Es completamente inédito. Parece que en la medida en que las mujeres ganamos derechos y podemos decir que no a los varones individualmente, los varones colectivamente responden con un tipo de agresividad y de violencia que no estaba en la manera de relacionarse los hombres y las mujeres. No tiene sentido como hecho aislado tomar a una mujer, torturarla, violarla, meterla en cal viva, porque los actos de violencia tienen siempre una dimensión instrumental. Es decir, yo ejerzo violencia contra alguien porque eso me va a producir beneficios. Y, sin embargo, estos actos aparentemente no tienen esa dimensión instrumental. Solamente la tienen si la miramos dentro de un contexto más amplio. Las víctimas de los feminicidios de Ciudad Juárez son mujeres que han salido del dominio masculino, van por las calles, por las noches a los bares, tienen una vida autónoma. Ese es el telón de fondo de esos asesinatos. Una violencia de esas características hace que tu padre, tu hermano, tu novio, te vayan a buscar al trabajo, a la escuela, y que muchísimas menos mujeres salgan a la calle solas sobre todo en determinadas horas. Hace que ellas no tengan la confianza para salir solas.


–¿Por qué si las conquistas que han logrado las mujeres en las últimas décadas tienen que ver con las luchas feministas, el feminismo sigue teniendo tan mala prensa?

–Porque es una teoría crítica de la sociedad que trata de poner en cuestión un sistema de dominio y es el que establecen los hombres colectivamente sobre las mujeres. Todas las teorías críticas de la sociedad siempre generan mucha resistencia social y rechazo por quienes no se benefician: ocurrió con el marxismo, el anarquismo, el ecologismo en países como Brasil y Costa Rica. El caso del feminismo es más grave porque, como decía un filósofo francés del siglo XVII, los hombres son juez y parte al mismo tiempo. Los varones ven amenazados sus privilegios y el feminismo los interpela directamente en la cara y les dice que los privilegios se tienen que acabar, y ellos responden que no son tales, que responden a un orden natural de las cosas. Nadie quiere que le dejen de hacer la cama, de cuidar los hijos, de desarrollar su carrera profesional, ir a jugar a las cartas, a tomar, o compartir las listas electorales de los partidos y el poder, que está en el centro de todo esto. El patriarcado ha subsistido con órdenes económicos muy distintos, pero creo que es un momento histórico muy especial y que hay una alianza a muerte entre patriarcado y neoliberalismo porque las mujeres somos las trabajadoras idóneas para un nuevo mercado laboral sin contratos, para personas intercambiables. Y las mujeres hemos sido definidas como intercambiables siempre. No sé acá, pero en España se decía: “Lo que puede hacer una mujer lo puede hacer otra”, que es una manera de decir que no se requiere calificación profesional ni transformación cultural. En las maquilas puede trabajar cualquiera porque se repite siempre lo que hay que hacer. El feminismo es la teoría crítica que interpela más profundamente los cimientos de la sociedad porque no está pensando en lo público sino también en lo privado. No solamente queremos tener un trabajo bien pagado, entrar en la política y participar en todos los poderes fácticos, sino que además vamos iluminando las relaciones de poder que tienen lugar dentro de las familias.

Fuente
http://www.pagina12.com.ar/diario/dialogos/21-247071-2014-05-26.html




miércoles, 24 de mayo de 2017

'La prostitución en el corazón del capitalismo'



'La prostitución en el corazón del capitalismo'
 infoLibre adelanta un capítulo del libro de Rosa Cobo que saldrá a la venta este lunes 22 de mayo
Rosa Cobo Publicada 22/05/2017
La escritora feminista Rosa Cobo publica el libro La prostitución en el corazón del capitalismo (Catarata), que saldrá a la venta este lunes 22 de mayo. infoLibre adelanta aquí uno de sus capítulos.
Rosa Cobo es profesora de Sociología del Género en la Universidad de A Coruña y directora del Centro de Estudios de Género y Feministas en esa universidad.

La industria internacional del sexo
La prostitución es el corazón de una industria internacional del sexo que incluye una gran variedad de negocios, desde macroburdeles o locales de striptease hasta editoriales, desde casas de masaje hasta agencias de "acompañantes", desde películas hasta revistas sobre pornografía, sin olvidarnos de las cifras del turismo sexual. La industria del sexo no acaba en el conjunto de negocios que forman parte del sector de la prostitución, pues también otros muchos actores económicos se lucran de esta industria y contribuyen a su apuntalamiento. En efecto, diversos negocios cuya función no está directamente vinculada con la prostitución sirven a sus intereses y también se sirven de esta industria para incrementar sus beneficios. Entre ellos, hay que destacar principalmente hoteles, empresas de bebidas alcohólicas, periódicos, farmacias, taxis o karaokes. ¿Qué ocurriría si las empresas productoras y distribuidoras de bebidas alcohólicas se negasen a surtir a los burdeles o lo periódicos no aceptasen publicar anuncios de locales o pisos en los que se ejerce la prostitución? Lo que quiero señalar es que la prostitución es el eje de todo un sector económico que se articula en torno a los cuerpos de las mujeres prostituidas. El centro de la industria del sexo son los cuerpos de las mujeres, que se han convertido en las mercancías sobre las que se ha edificado esta industria global. Y más concretamente, toda esta actividad económica se sustenta sobre la vagina y otras partes del cuerpo femenino, que se han convertido en el fundamento de un negocio organizado a escala global.

Hasta los años ochenta del siglo XX la prostitución apenas ha tenido impacto económico en las cuentas nacionales. Su dimensión más relevante ha sido la poderosa marca patriarcal sobre la que originalmente se edificó esta práctica social. Sin embargo, la aparición del capitalismo global a partir de los años setenta cambia el rostro de la prostitución y la convierte en parte fundamental de la industria del ocio y del entretenimiento. En efecto, a partir de esa época, al industria del sexo se ha ido globalizando con la ayuda de las redes informacionales, pero también con la contribución de redes criminales.

Hace poco más de tres décadas la prostitución era un conjunto de burdeles con mujeres autóctonas que ejercían la prostitución con encargadas y jefas que gestionaban, a veces paternalistamente, esos pequeños negocios.

Antes existían muchos "clubes de alterne" pequeños. Eran lugares íntimos, casi familiares. Ahora quedan cada vez menos, y los que quedan han vivido una transformación radical, tanto en la forma como en la manera de funcionar. Los pequeños clubes, en su mayoría, están desapareciendo, sustituidos por los megalocales de striptease con show-girls y chicas exhibiéndose con la mínima ropa posible. Son negocios que a veces incluso funcionan con licencia de hotel... Los pequeños locales donde tantas mujeres ejercían de manera más o menos discreta una forma de prostitución light, porque no solamente no estabas obligada a acostarte con los clientes, sino que además podías ganar mucho dinero sin necesidad de ello, son ya cosa del pasado.

En esa antigua forma de prostitución no existían apenas mujeres migrantes, ni tráfico de mujeres para la explotación sexual ni circuitos criminales. En otros términos, ese viejo canon de la prostitución correspondía al capitalismo previo al neoliberalismo, y, por ello mismo, su dimensión más relevante era la patriarcal.

El nuevo canon de la prostitución solo puede ser explicado en el marco de tres sistemas de dominio: el patriarcal, el neoliberal y el racial/cultural. En efecto, varones de todas las clases sociales acceden sexualmente a los cuerpos de mujeres pobres, migrantes y pertenecientes a culturas, razas y regiones del mundo que el Occidente etnocéntrico ha conceptualizado como inferiores. Este es el rostro que ofrece la prostitución en los países con altas tasas de bienestar. En aquellos países con índices de pobreza significativos puede variar el componente cultural o racial en el consumo interno de sexo, pero permanece invariable la explotación sexual de las mujeres por varones de todos los estratos sociales. En efecto, "como en todo fenómeno de prostitución, las minorías étnicas y nacionales están sobreexplotadas". Varones de sus propios países, de regiones próximas y de países occidentales acuden a comprar sexo barato de mujeres que necesitan recursos para sobrevivir. Si bien la marca de clase ha estado presente en la prostitución anterior a la globalización capitalista, en esta época de creciente mercantilización de los cuerpos de las mujeres, la pobreza y la extrema pobreza de las mujeres, es decir, la jerarquía de clase, ha adquirido una dimensión que no tenía en el pasado.

Sorina Vazelina
La globalización económica ha hecho posible que la prostitución se convierta en un lugar de intersección entre el norte y el sur, pues el sur exporta mujeres para consumo sexual de los varones del norte. Y los hombres del norte viajan a países del sur a comprar sexo y ejercer el derecho patriarcal que les autoriza a usar sexualmente a las mujeres en el marco de la prostitución. Esta industria conecta el norte rico y el sur endeudado. Y, además, contribuye a crear una nueva afiliación entre los varones del norte y los del sur. Con más o menos recursos, los varones occidentales comparten con los del resto del mundo la posibilidad de usar sexualmente a las mujeres que el capitalismo neoliberal y los distintos patriarcados han situado en esos lugares acotados para satisfacer el deseo masculino. Incluso en algunos países en los que la prostitución ha sido legalizada, los demandantes no solo creen tener el derecho a usar sexualmente a las mujeres prostituidas, sino que tienen consagrado por ley ese derecho. La cartografía global de la prostitución muestra a varones de los países centrales cruzar regiones e incluso continentes para acceder a cuerpos de mujeres y niñas de otras razas y culturas que solo tienen su cuerpo para sobrevivir. Son migraciones puntuales de los demandantes de prostitución para comprar sexo barato, racializado y, muchas veces, infantil.

La teoría feminista ha propuesto la necesidad de estudiar la política sexual de todas las instituciones para comprender las lógicas patriarcales que habitan en su interior. Pues bien, en este sentido, la política sexual de la prostitución muestra sociológicamente el carácter interclasista de los demandantes y la composición femenina y sin recursos de aquellas que ejercen la prostitución. La lógica patriarcal y la lógica de clase se funden en la prostitución.

La característica más significativa del capitalismo avanzado es su globalización. Y esa exigencia ha llegado a la prostitución. La globalización desactiva las fronteras para el capital y las mercancías. Y la mercancía sobre la que está edificada la industria del sexo, los cuerpos de las mujeres, no pueden permanecer dentro de los límites del Estado nación. Sobre todo porque esa "mercancía" escasea en las sociedades del bienestar y hay mucha disponible en los países con altas tasas de pobreza. Lo que quiero decir es que la globalización de la industria del sexo exige que los cuerpos de las mujeres puedan ser deslocalizados de sus países de origen y sean trasladados a países en los que la demanda no se cubre:

El tráfico, el turismo sexual y el negocio de las esposas que se compran por correo han asegurado que la severa desigualdad de las mujeres pueda ser transferida más allá de las fronteras nacionales, de manera tal que las mujeres de los países pobres puedan ser compradas con fines sexuales por hombres de los países ricos. El siglo XX vio el hecho de que los países ricos prostituyen a las mujeres de los países pobres como una forma de colonialismo sexual.

Como afirmaba en el primer capítulo, siguiendo los análisis de Saskia Sassen, una característica fundamental del capitalismo global es la lógica de expulsiones que pone en funcionamiento para lograr en poco tiempo y sin economías productivas unos niveles de beneficios impensables. Desde este punto de vista, las mujeres prostituidas no solo representan una de las grandes expulsiones del siglo XXI, sino que son sometidas a las mismas reglas que otras mercancías para el consumo. La prostitución es así el máximo exponente de la deslocalización neoliberal, pues las mujeres son trasladadas de los países con altos niveles de pobreza a los países con más bienestar social para que los varones demandantes de todas las clases sociales accedan sexualmente a los cuerpos de esas mujeres. Si bien el cuerpo de las mujeres prostituidas se convierte en una mercancía muy codiciada por los traficantes y proxenetas porque proporciona altos beneficios con bajos costes. Esta forma de funcionamiento del capitalismo, la deslocalización de la producción menos cualificada a países con pocos derechos laborales y altas tasas de pobreza, se ha extendido a las mujeres prostituidas. Sin embargo, esta deslocalización de mujeres para la industria del sexo tiene elementos que la convierten en una auténtica expulsión. Son mujeres expulsadas de su condición de ciudadanía, de sus contextos culturales, de sus entornos familiares y de sus proyectos de vida. Son expulsadas de sus espacios físicos y emocionales y, cuando llegan a los destinos proyectados, ya son seres sin historia; nadie las conoce aquí y tienen que negar lo que son allí, en su país de origen. Por el camino aprendieron a ocultar su historia, y en muchas ocasiones su lengua, como condición de posibilidad para adoptar la nueva identidad que se le ofrece, la de mujer prostituida.

Burdel Chanel. Argentina. Foto elacnasta.com.ar
La prostitución, como hemos dicho anteriormente, tiene tres marcas, sin la identificación de las cuales no es posible la comprensión de esta realidad social: la patriarcal, la capitalista neoliberal y la cultural/racial. En la intersección de estos tres sistemas de poder ha crecido la industria del sexo y han aumentado tanto los consumidores de prostitución como el número de mujeres de las que se alimenta este negocio global. Sin embargo, en estos momentos, la estructura que sostiene esta industria está pilotada por las lógicas económicas que gobiernan el capitalismo global. Solo esto explica los enormes esfuerzos que se están haciendo para que el acceso sexual al cuerpo de las mujeres sea percibido como un asunto de consumo para los varones y de libre elección para las mujeres prostituidas. El imaginario colectivo, resultado en muy buena medida de las estructuras de poder patriarcales y capitalistas, ofrece la imagen de la prostitución como un acto libre de ellas y un acto de consumo de ellos. Dicho de otra forma, las élites dominantes intentan que la prostitución sea vista como un contrato libre entre dos partes que están igualmente interesadas en firmarlo.

Si, como hemos afirmado, la prostitución se encuentra en la confluencia de tres sistemas de poder, el capitalista, el cultural/racial y el patriarcal, el propio título de este capítulo es en sí mismo una propuesta de cómo debe ser interpretada esta práctica social. En efecto, la prostitución es una industria esencial para la economía capitalista, para la economía criminal, para los estados que ven en esta institución una fuente de ingresos públicos, pero también las instituciones del capitalismo internacional, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, que ven en lo que han conceptualizado como industria del entretenimiento y del ocio unos ingresos que pueden garantizar la devolución de la deuda. Poulin afirma que "el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los planes de ajuste estructural proponen préstamos a los estados para desarrollar empresas de turismo y entretenimiento".

Fuente
http://www.infolibre.es/noticias/politica/2017/05/18/la_prostitucion_corazon_del_capitalismo_65209_1012.html