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sábado, 27 de julio de 2019

Viaje al corazón del capitalismo


                17-07-2019
Viaje al corazón del capitalismo
Lluís Rabell
lluisrabell.com

Una feliz casualidad hizo que cayeran en mis manos –y que leyese uno tras otro– dos magníficos libros, imprescindibles para entender el mundo en que vivimos: “Capitalismo y democracia. 1756-1848”, obra póstuma del insigne historiador Josep Fontana, y “La prostitución”, reciente trabajo de investigación de Rosa Cobo, profesora de Sociología de Género en la Universidad de A Coruña. El primero, significativamente subtitulado por su autor “Cómo empezó este engaño”, versa sobre los orígenes del capitalismo y los caminos por los que acabó imponiéndose en todos los continentes, configurando la civilización que conocemos. El segundo se refiere al capitalismo tardío de la globalización neoliberal. Y, a través del análisis de la prostitución, convertida en vector de la nueva economía mundial y pilar de una nueva configuración de la dominación patriarcal, nos lleva –como dice la propia autora– “al corazón del capitalismo”. Las nuevas esclavitudes del siglo XXI, que encuentran en la trata y explotación sexual de millones de mujeres y niñas uno de sus máximos exponentes, resuenan en la arena de la historia como el eco siniestro del expolio colonial y el comercio negrero sobre los que se levantaron las grandes fortunas de las metrópolis.
 
Rosa Cobo

Demuestra Josep Fontana en su documentado estudio que el capitalismo no surgió de ninguna evolución natural, sino de una violenta lucha de clases en que los poseedores acabaron imponiéndose por la fuerza. El desarrollo capitalista se basó “inicialmente, en arrebatar la tierra y los recursos naturales a quienes los utilizaban comunalmente y en liquidar las reglamentaciones colectivas de los trabajadores de oficio con el propósito de poder someterlos a nuevas reglas que hiciesen posible la expropiación de gran parte del fruto de su trabajo”. Un proceso en el que la esclavitud desempeñó un papel central. “El auge de la esclavitud a finales del siglo XVIII y en la primera mitad del XIX, dice Fontana, no se puede interpretar como una continuidad del pasado, sino que se trata de un fenómeno nuevo, que Dale Tomichha denominado “la segunda esclavitud”, indisolublemente vinculado al ascenso del capitalismo. Una de las más grandes mentiras de la historia oficial del capitalismo es aquella que le atribuye un papel central en la lucha por el abolicionismo, cuando la realidad es que el progreso de la industrialización habría sido imposible sin los esclavos”.

La otra gran mentira concierne a la configuración de las democracias modernas que, lejos de emanar del nuevo orden social, han sido moldeadas por los choques entre las clases populares y los grandes propietarios, temerosos desde la gran revolución francesa de los anhelos de justicia de los miserables. “La Commune, escribirá el filósofo marxista Walter Benjamin, pondrá fin a la fantasmagoría que domina las primeras aspiraciones del proletariado. (…) La ilusión de que la tarea de la revolución proletaria sería la de acabar la obra de 1789 en estrecha colaboración con la burguesía se disipa como una aparición. Esta quimera domina la época que abarca desde 1831 a 1871, de la insurrección de Lyon a la Commune. La burguesía nunca ha compartido semejante error. Su lucha contra los derechos sociales empieza desde la revolución del 89. (…) En1831 reconoce en el Journal des débats: “Todo manufacturero vive en su manufactura como los propietarios de una plantación entre sus esclavos”.

El capitalismo ha templado su alma mediante la horca, el látigo y la bayoneta de la contrarrevolución. “Y en las hogueras donde ardieron las brujas”, añadiría sin duda Silvia Federicci. En efecto. La tarea de moldear una clase de productores, sometida a sus designios, comportó igualmente que el orden emergente adecuase las relaciones patriarcales preexistentes a sus nuevas necesidades, relegando a la mujer a la esfera privada – espacio destinado a la reproducción de la fuerza de trabajo. Pero Fontana mira al pasado para desentrañar el presente. El avance del capitalismo, contenido por la acción del movimiento obrero, nos dice, desde la Commune hasta la revolución rusa y sus distintas réplicas, “se ha desatado de nuevo a partir de las últimas décadas del siglo XX y prosigue en el siglo XXI (…), pero ahora con una ambición mayor. (…) El ascenso de un capitalismo depredador sigue imparable”.

Son esos rasgos depredadores, inscritos en el ADN del capitalismo, los que pone de relieve Rosa Cobo en su riguroso análisis de la prostitución y las industrias del sexo. “Capitalismo global y prostitución son dos fenómenos sociales que han crecido y avanzado al mismo tiempo. A medida que se han globalizado las políticas económicas neo-liberales, ha aumentado la industria del sexo. (…) Esas políticas han disparado la brecha entre personas ricas y pobres, en cada sociedad y a escala global. El resultado ha sido una crisis muy profunda del contrato social que se pactó tras la Segunda Guerra mundial en Europa…”.

La socióloga americana Saskia Sassen dice que hoy “el filo del sistema es un espacio de expulsiones”. O, como explica la propia Rosa Cobo: “Hasta los años ochenta del siglo XX la prostitución apenas ha tenido impacto económico en las cuentas nacionales. Su dimensión más relevante ha sido la poderosa arca patriarcal sobre la que originariamente se edificó esta práctica social. Si embargo, la aparición del capitalismo global cambia el rostro de la prostitución y la convierte en parte fundamental de la industria del ocio y del entretenimiento.” Las cifras producen vértigo. En 2002, el gobierno coreano estimó que la prostitución represento el 4,4% del PIB. La industria de sexo representaba por esas fechas en Holanda el 5% del PIB. En China se estima que esta industria constituye un 8% de su economía. Países enteros cuyas economía están deprimidas se incorporan al mercado global exportando sus mujeres e incluso sus niñas. La economía legal y la ilícita se entrelazan hasta configurar un negocio colosal a escala internacional; un negocio en el que la mercancía lo constituyen los cuerpos de las mujeres, deshumanizadas y transformadas en meros objetos sexuales a disposición de las apetencias de los hombres. Según Naciones Unidas, más de cuatro millones de mujeres son anualmente objeto de trata con finalidad de explotación sexual. Medio millón de ellas tienen como destino Europa. Oferta y demanda se retro-alimentan en una espiral que parece imparable. La edad de la entrada en la prostitución es cada vez más temprana. El investigador quebequés Richard Poulin habla de una “pedofilización de la prostitución”.



Sin embargo, el gran mérito del trabajo de Rosa Cobo es mostrar que la expansión de este fenómeno responde a la vez a la necesidad del sistema patriarcal, desestabilizado por el empuje del feminismo, de reestructurar sus dispositivos. Nada refuerza tanto la preeminencia, hoy contestada, de los varones como la institución de la prostitución, un espacio en que el dominio del hombre sobre la mujer se restablece plenamente. Y, además, lo hace con tal potencia que proyecta su imaginario sobre el conjunto de la sociedad. Aquella sociedad que instituye en su seno la existencia de una reserva de mujeres a disposición de todos los hombres certifica de modo inapelable la opresión de género. Así pues, la prostitución, junto a la expansión de una pornografía que normaliza la violencia y la vejación la mujer y a la industria de los vientres de alquiler, aparecen como otras tantas manifestaciones de una estrecha alianza entre el capitalismo global y el patriarcado en fase de reorganización. Una alianza que está desatando una auténtica guerra contra las mujeres. En lo material y en lo simbólico.

El capitalismo, un sistema cuyo alumbramiento fue asistido por la violencia “como su imprescindible partera”, prolonga hoy su existencia generando nuevas servidumbres. Tal es el significado de la expulsión de millones de mujeres de sus países de origen – y de sus propios proyectos vitales – para ser prostituidas en las grandes metrópolis. La prostitución, nos explica Rosa Cobo, crece en la intersección de la desigualdad, la opresión de género y el expolio colonial. El capitalismo no puede subsistir, ni reproducirse, sin recurrir una y otra vez a la esclavitud. El camino hacia el socialismo es ya inseparable del combate por abolir todas sus manifestaciones.

Copiado de






lunes, 9 de abril de 2018

Respuesta al artículo sobre "trabajo sexual" del grupo Feminismus im pott


Patrulla Feminista
Respuesta al artículo sobre "trabajo sexual" del grupo Feminismus im pott
 febrero 16, 2018
Artículo original: Zum "sexarbeits" - Positionspapier von Feminismus im Pott
Enlace: https://huschkemau.de/2017/06/10/zum-sexarbeits-positionspapier-von-feminismus-im-pott/
Autora: Huschke Mau
Esta es una traducción de la versión en inglés


Feminismus im Pott (1) han publicado su posición respecto al "trabajo sexual" en un artículo que quiero comentar:


Llego tarde al espectáculo, pero como mujer a la que esto concierne personalmente quiero hacer mi aportación también. Primero de todo, está bien que abordéis el tema, y es algo en lo que estoy de acuerdo con vosotras: la estigmatización es mala. Sin embargo, y es necesario que esto quede bien claro, no es nuestro mayor problema. Nuestro mayor problema es de hecho lo que el putero hace- lo que nos hace. Estáis operando bajo una profunda falta de lógica si pensáis que estáis ayudando a las prostitutas por haber encontrado un término más bonito para lo que tienen que hacer.

Una amiga se tomó la molestia de subir un post de la página de un putero en que refiere lo que está ocurriendo en la "Freudenhaus Hase" (2) - " Burdel Liebre"- , con la que os habéis aliado en aras de combatir la estigmatización de las prostitutas.

El texto describe muy claramente un "hatefuck", una violación. Cosas como esta las despacháis rápidamente como "posts de shock", algo que no tenéis que abordar. ¿Por qué nunca lo hacéis? Eso es precisamente lo que ocurre en la prostitución. Voy a ser franca: la prostituta no podrá ni siquiera denunciarlo a la policía, después de todo, lo acordado era sexo a cambio de dinero y sí, el sexo fue un poco más duro de lo acordado, ¿y qué? Así es como la policía y otras instituciones reaccionarán. ¿Por qué? Porque no definen la prostitución como violencia. No obstante, la mayoría de las prostitutas sí lo hacen. La mayoría de las prostitutas sufre trastornos relacionados con el trauma. Cuando llamáis a la prostitución "trabajo sexual" simplemente lo negáis. Lo que se publicó ahí no fue un incidente aislado, es lo que nos ocurre diariamente a nosotras las prostitutas. ¿Cómo podéis decir que sois solidarias con nosotras mientras, por otro lado, no queréis afrontar lo que la prostitución es en realidad? Echad un vistazo a los foros de puteros y sabréis lo que "sexo por dinero" significa realmente. Y entonces preguntaos a vosotras mismas si "abuso pagado" no es un término mucho más adecuado.

De acuerdo con vuestra definición de "trabajo sexual" -y fuisteis lo suficientemente amables como para considerar la prostitución por dificultades financieras o por adicción a las drogas como un "área gris"- hay tal vez unas cien trabajadoras sexuales en Alemania. Todas ellas independientes, autosuficientes, bien adaptadas a su trabajo. Pero, ¿qué pasa con nosotras, las otras prostitutas? Somos varios cientos de miles solo en Alemania. En serio, ¿qué pasa con nosotras? ¿No sois solidarias con nosotras? ¿No os gusta lo que os decimos nosotras sobre la prostitución? ¿Es demasiado "shock" para vosotras? Para nosotras es la vida cotidiana, o lo era.

No se puede combatir el estigma sin la abolición de la prostitución. La prostitución y los puteros necesitan que las mujeres envueltas en la prostitución estén estigmatizadas para degradarlas, ocultarlas, ejercer violencia sobre ellas. La virgen y la puta como principio. No hay prostitución sin estigmatización.

Lo que tristemente se echa en falta en vuestra posición es el contexto en la sociedad. Solamente decir "la prostitución está feminizada bajo las actuales relaciones de poder" no sirve. Con otras relaciones de poder no habría ningún tipo de prostitución. Definir el sexo como "servicio prestado a un hombre" sería ofensivo, sería ofensivo que los hombres pudieran decir que tienen derecho al sexo, sería ofensivo funcionar con una mentalidad que acepta la compra de mujeres para su uso, una mentalidad que no cuestiona o que acepta que esto ocurra en contra de la voluntad de la mujer. ¿Cómo pensáis que piensan los puteros? La forma en que piensan los puteros es: he pagado, ha dicho que sí, así que no tengo por qué molestarme en saber si lo hace voluntariamente o no, si le gusta o no. La forma en que piensan los puteros es: me apetece follar, compraré a alguien que lo haga, y lo haré como si jugara a un juego de mesa, moviendo mis piezas por el tablero. ¿Es este un tipo de pensamiento del que queramos ver más? No lo creo.

Pero vuestro artículo también carece de cualquier análisis sobre los efectos de la prostitución. Nunca habrá suficientes mujeres que lo hagan voluntariamente. La gran mayoría siempre tendrá que hacerlo por coacción. Diciendo que la prostitución debería ser considerada trabajo sexual estáis haciendo posible una mentalidad que considera aceptable en sociedad comprar -como vosotras lo llamáis- "servicios sexuales" (solo que atadas a esos "servicios sexuales" hay una mujer que tiene que disociarse de alguna manera para pasar por ello). Esto implica un aumento de la demanda. Cuán a menudo me han dicho los puteros: "voy a hacer esto, después de todo, no es ilegal". ¿Cuántos puteros NO se irían de putas si fuera ilegal?

Está bien que insistáis en exhibir los pocos casos de "trabajadoras sexuales felices" una y otra vez. Pero, ¿qué pasa con la legión de mujeres que tras ellas permanece en las sombras? ¿Quién tiene que soportar las consecuencias de lo que ha causado aceptar públicamente los actos de los puteros? Hay una increíble cantidad de puteros en Alemania. 1,2 millones de hombres se va de putas cada día aquí. Y los números están aumentando. ¿Todos ellos van a visitar a vuestro centenar de trabajadoras sexuales felices? Me gustaría, pero un aumento de la demanda ocasiona un aumento de la oferta. Voluntaria o no. La actitud "el trabajo sexual es trabajo" aumenta: demanda, oferta y, en consecuencia, prostitución forzada y trata. Este no puede ser vuestro objetivo.

Ni siquiera pienso dedicar más tiempo a las organizaciones con las que confraternizáis. Dueños de burdeles, tanto hombres como mujeres, gente que dice que el tráfico de seres humanos ni existe, gente que se alegra con el endurecimiento de les regulaciones del bienestar porque esto significa que habrá más mujeres que entren en la prostitución. Tampoco voy a decir nada esta vez sobre vuestra completa ceguera hacia los puteros, aparentemente no queréis saber que los puteros son los causantes de esto. La prostitución no se puede liberar del sexismo, el clasismo y el racismo porque es un sistema que se basa precisamente en estas estructuras, las necesita y las reproduce. Los puteros son los causantes. Proporcionan la demanda. La solución radica en disminuir la demanda. Denunciar lo que hacen los puteros y obligarlos a asumir su responsabilidad. Castigar a los puteros reduce la trata, como ya sabemos por Suecia. Disminuye la violencia contra las mujeres, no solo en la prostitución. Para mí, este es el campo de batalla más importante en mi guerra, y no deseo ver mi abuso definido como trabajo.

(1) Feminismus im Pott: un grupo que escribe sobre feminismo establecido en la zona de Ruhrpott en Alemania, antiguamente una zona altamente industrializada.
(2) Hase = liebre. Hase es un apellido alemán muy común (Hasen), es también un término (sexualizado) para referirse a mujeres o niñas, como "conejita".

Fuente:
http://patrullafeminista.blogspot.com.ar/2018/02/respuesta-al-articulo-sobre-trabajo.html


Nota: la imagen es de la publicación original.


sábado, 10 de marzo de 2018

Puteros y prostitución


Puteros y prostitución

“Decir que la prostitución es una elección libre es no plantearse la estructura desigual de la que parten las mujeres en una sociedad donde la economía y las políticas neoliberales  han creado un ideario ficticio de libertad abstracta”
Alicia Díaz
10/03/2018 -

Esta semana no pensaba hablar de esto pero debido al desconcierto que me ha provocado el tema he decidido dedicarle unas líneas. Todas las mujeres nos encontramos con hombres que justifican la industria sexual de forma benévola, le atribuyen una argumentación en la que está presente la idea de consentimiento, de servicio legítimo destinado a la satisfacción personal a cambio de la remuneración económica por el trabajo realizado; incluso, definen dicha situación como un “contrato gentil”. Este perfil de hombres ya lo conocéis, son los puteros. No le voy a dar mucha cancha pese haberme sentido violentada en algún momento, pero sí quiero aprovechar para exponer mi visión sobre el tema.

En todo el discurso regulacionista pro prostitución existe una referencia al modelo nórdico que castiga al cliente con el fin de luchar contra las redes de trata y el proxenetismo. Este modelo sanciona económicamente a aquellos hombres que pagan a cambio de mantener sexo y, en algunos casos, las sanciones pueden llegar a acarrear un año de cárcel dependiendo de la gravedad de los hechos.  Este tipo de modelo está basado en el principio de que la prostitución es una forma de violencia hacia la mujer subyacente de la clara desigualdad de género existente. Sin embargo, por la parte de aquellos países que apuestan por un modelo legalizador, nos encontramos a  Alemania y Dinamarca. La legalización de la prostitución en estos países confirma el propósito e intencionalidad  de la industria sexual por mercantilizar el cuerpo de la mujer atribuyéndole la  condición de “empleo”.
 


La teoría del putero con el que me he cruzado hoy es que las mujeres tienen una misión importante – particularmente las provincianas -  cuya labor es ponderar el capital erótico a través de la prostitución. Para hacernos una idea de la situación del modelo alemán actual, después de que en 2002 se aprobara la ley que legalizaba la prostitución, queda al descubierto el incremento de la demanda en más de un 30 % lo que supone, según las estadísticas policiales, que más de 500.000 mujeres se encuentran en una situación de prostitución.

Debido a la enorme demanda, el turismo sexual queda validado lo que ha dado lugar al florecimiento de cientos de  burdeles y espacios improvisados alejándolos del marco legal fuera de las estadísticas oficiales alemanas.  En algunos burdeles de la zona no es difícil costear un servicio de “ Tarifa plana de sexo “ y por 70 euros podemos ver mensajes bajo anuncios del tipo   “ Sexo con todas las mujeres, tanto como quieras, tantas veces como puedas. Sexo. Sexo anal. Sexo oral sin condón . Sexo en grupo y gang bangs “. Según el sindicato Ver.di la industria sexual alemana mueve alrededor de 14.000 millones anuales animando así a proxenetas a lucrarse de la actividad sexual de las mujeres fomentando la trata.

La trata está estrechamente ligada al negocio prostituyente y provoca graves daños tanto a las mujeres como a la sociedad ; quienes pagan por sexo no atentan sólo contra la dignidad de las mujeres, sino que contribuyen a la proliferación del arquetipo criminal . Sin embargo, en el modelo sueco se ha podido comprobar el descenso entre los compradores sexuales pasando del 13 % hace diez años a menos del 8% de la población. La normativa sueca plantea la medida como disuasoria y ha contribuido a generar la falta de interés por muchos grupos. Unos 6.600 hombres han sido detenidos desde la implantación del modelo abolicionista en Suecia, la mitad de ellos aproximadamente condenados y ninguno de ellos ha entrado en prisión.
 


Este señor con el que hablé también decía que en los países abolicionistas los hombres entraban en prisión por practicar sexo, pero las estadísticas oficiales no mantienen ese dato debido a que el ingreso en prisión es esquivado bajo el pago de una multa de al menos un tercio de sus ingresos diarios durante dos meses.

Los modelos que abogan por la legalización de la prostitución dicen amparar los derechos de las “trabajadoras sexuales “ evitando ser estigmatizadas, erradicando el mercado clandestino y asegurando así, la libertad sexual de las mujeres. Pero es difícil sostener este argumento cuando por un lado se trata la problemática desde una perspectiva comercial con validez contractual en el intercambio sexo/cliente y por otro lado, el intento de conectar  la liberación sexual femenina donde el deseo mutuo es inexistente. Estaríamos hablando pues, de un concepto capitalista de la libertad. Muchos partidos denominados de izquierda defienden el modelo alemán, al igual que muchos hombres ideológicamente progresistas; pero lo cierto es que la prostitución tiene un arraigado pensamiento conservador.

Hace un siglo la prostitución era considerada como un bien necesario para poder salvaguardar la institución matrimonial. El  hombre obrero, poco preparado intelectualmente, acudía a casa donde la mujer se encargaba del cuidado de los hijos y la limpieza; en el caso de las mujeres que trabajaban en las fábricas textiles, llegaban al hogar exhaustas tras interminables jornadas laborales por lo que tenían que dejar a los menores solos. Sin mucho de qué hablar debido a esa poca formación, el hombre gastaba parte de su salario bebiendo en los bares junto a otros hombres y aprovechaban para satisfacer sus deseos sexuales con prostitutas. De esta manera se evitaban disputas familiares por la desinteligencia existente en el seno familiar.

Así se produjo la aprobación cultural de la prostitución entre los obreros y la izquierda que tomaba la herencia de las clases privilegiadas de la burguesía. La prostitución es un fenómeno ligado a las rentas en la que prospera su desarrollo a través del capitalismo y la propiedad privada; la venta del trabajo sexual de la mujer está inexorablemente conectada a la venta del cuerpo femenino debido al empobrecimiento y a la falta de oportunidades.

Más del 90 % de las mujeres prostitutas en España están obligadas a serlo por necesidad. Se calcula que existen hoy más de 100.000 prostitutas que mueve la friolera de  3.500 millones de euros al año, que representan un 0’35 % del PIB, un volumen similar a la contribución  de una ciudad como Málaga.

Decir que la prostitución es una elección libre es no plantearse la estructura desigual de la que parten las mujeres en una sociedad donde la economía y las políticas neoliberales  han creado un ideario ficticio de libertad abstracta. Es imposible considerar trabajo el intercambio de sexo por dinero teniendo en cuenta que las necesidades económicas obligan a las mujeres a someter su cuerpo al libre mercado masculino. Los derechos sexuales parten de un base de igualdad y de deseo, y mientras no se construya sociedades completamente igualitarias donde la economía no sea el motivo por el que una mujer tenga que vender su cuerpo, la prostitución seguirá siendo un mecanismo para poder seguir ejerciendo violencia contra las mujeres.

Este señor con el que lamentablemente me he cruzado es la voz de muchos hombres que apuestan por un modelo legal en el que sus deseos sexuales no sean cuestionados y donde las mujeres estén situadas en una escala en la que sus derechos son pisoteados cruelmente en un ambiente explotador normalizado social y culturalmente. Este debate se habría erradicado hace años si los explotados sexualmente fueran mayoritariamente hombres.

Fuente
https://www.eldiario.es/eldiarioex/Puteros-prostitucion_0_748575540.html




El putero moderno se consiguió una niñera


El putero moderno se consiguió una niñera
Mujeres por laAbolición de la Prostitución·  
viernes, 16 de septiembre de 2016

 Link al original: http://www.feministcurrent.com/2016/08/24/modern-john-got-queer-nanny/

 El putero moderno se consiguió una niñera
Pasa algo raro en los debates sobre la prostitución: mientras que la casi todos los que solicitan servicios de índole sexual son hombres, la abrumadora mayoría de los intelectuales que defienden la prostitución son mujeres.
Se trata de un fenómeno extraño que, ciertamente, merece que se lo analice por separado.
En teoría, el putero tiene razones de sobra para preocuparse. Está, por primera vez, en el centro de la discusión: los legisladores, cada vez con más frecuencia, los tienen a ellos (o a la “demanda”, para usar un término empleado por las ONG) en la mira y el modelo nórdico ha sido elogiado por el Parlamento Europeo, que reconoce que es el modelo que mejor combate la trata de personas. Además, los movimientos conformados por sobrevivientes de la prostitución crecen día a día en todo el mundo. Las mujeres se animan a alzar la voz, como sucede en Prostitution Narratives: Stories of Survival in the Sex Trade (“Narrativas de la prostitución: historias de supervivencia en el comercio sexual”), un libro de publicación reciente que devela lo que los puteros realmente les hacen a las mujeres en prostitución. Es la primera vez en la historia que tantas mujeres colectivamente revelan lo que pasa en el mundo de la prostitución, un mundo en el que, hasta no hace mucho, un hombre podía hacer casi cualquier cosa con una mujer sin que nadie se enterase. Esos tiempos ya se acabaron: el putero se está volviendo una figura visible.


Crece la tensión. ¿Hemos llegado a un punto en la historia en el que a una mujer le tiene que gustar un hombre para que él pueda acostarse con ella?

 A pesar de todo esto, al putero no se le conoce la voz. No necesita hablar. Como siempre, cuando un hombre está bajo amenaza, llega una mujer para ayudarlo: a la vanguardia del discurso que intenta presentar a la prostitución como un “trabajo” no está el putero, sino la académica mujer. En cualquier revista, conferencia o evento en el que se esboce una leve crítica al putero, ahí se alzará una académica proprostitución para defenderlo. ¿Quién es esta académica? Ella se denomina una “subversiva”, una “revolucionara” o una “feminista”, incluso. Por esa razón es que el putero la necesita de embajadora: que una mujer como ella defienda la prostitución hace que parezca el epítome de la liberación femenina: un intercambio de bienes por dinero que es justo para ambas partes, una práctica moderna y socialista que además es pro LGBT y queer. Pero, el  putero la necesita más que nada porque, cuanto más hable ella, más nos olvidaremos de que él existe. El acuerdo tácito pactado entre el putero y la académica proprostitución es que ella va a hacer todo lo posible por defender el modo de actuar del putero, al tiempo que se asegura de que nunca se hable de él. La académica, entonces, habla sin parar sobre la prostitución, pero jamás nombra al putero, porque ella está para asegurarse de que la discusión sobre la prostitución siempre termine en las mujeres. La académica queer usa a la mujer prostituida como escudo protector del putero. Le hace de todo: la analiza, la reconstruye y la deconstruye, la presenta como modelo a seguir y hasta la usa de micrófono (es decir, para acrecentar su fama como académica). A través de este mecanismo, se posiciona como la feminista “buena” que lucha contra las feministas “malas”. La jugada imita la prostitución a la perfección: la prostituta es visible, se la ve en la calle y en los bares, pero el putero sólo pasa por ahí sin ser visto, lo que hace él no genera vergüenza ni hace que se tejan mitos alrededor de su figura.

La función de la académica queer es asegurar la continuidad de ese status quo para el putero.
Ante lo que nos encontramos es una defensa de la prostitución pensada como un escudo doble, ya que a cualquiera que quiera debatir sobre la prostitución le va a costar llegar al putero, porque en el medio se encuentran la académica y la “trabajadora sexual”. Cualquier intento que se haga de hablar de lo que hace, piensa o dice el putero rebota y se termina convirtiendo en una discusión sobre las identidades de las mujeres o en una pelea. La académica proprostitución tiene su propia definición de “debate intelectual”: le dice “escuchar” a cuando ella habla. Asegura que no está de por sí a favor de la prostitución, sino que solamente “escucha a las trabajadoras sexuales”. Cuanto más fuerte habla, más asegura de que eso es prueba de que “escucha”. Cuando se le presenta una persona que no está a favor de la prostitución, denuncia que se la está “silenciando”. El surgimiento de los movimientos conformados por sobrevivientes de prostitución ha mostrado que la supuesta capacidad que tiene la académica para escuchar a las mujeres en prostitución, está condicionada. Cuando las sobrevivientes hablan en contra de la prostitución, la académica queer puede proceder de dos formas: o directamente no las escucha o argumenta en contra de ellas. Ahí es cuando queda al descubierto que  no defiende a la voz de las “trabajadoras sexuales”, sino al putero.


Canadá penaliza al putero.

 Esta académica es de las hacen denuncias en las redes sociales si se cruza con un hombre que cree que sabe más que ella o que acapara mucho espacio en el transporte público, o si alguien la trata de “preciosa” o si alguien dice que las mujeres se embarazan y no usa el término “personas”, que es más abarcativo. Uno no puede evitar preguntarse cómo es que la indignación que le nace ante esos detalles logra convivir con la insensibilidad que demuestra al hablar de una industria que, según estudios, es la más mortal para las mujeres. No hay que olvidar que para ella, al igual que para el putero, la mujer en prostitución es “otro tipo” de mujer. Es cierto que la académica emplea un tono de admiración para hablar de la prostituta, mientras que el putero utiliza solamente desprecio, pero, en el fondo, se trata de lo mismo. La verdad es que la académica queer no es una revolucionaria o una feminista, ya que ni siquiera intenta defender a las mujeres, sino que, más bien, es la niñera del putero. Se trata de una de las funciones más antiguas pertenecientes al patriarcado. La académica lo tranquiliza cuando está preocupado y considera a sus enemigos como propios. Vigila que nadie le saque los juguetes, sin importar lo que él les haga a los demás. Es como aquella niñera de antaño que siempre trataba al hijo varón de la familia como niño y amo al mismo tiempo: obedecía sus pedidos, limpiaba el lío que dejaba y lo subía al regazo para que llore. La niñera, más que cualquier otra mujer dentro del patriarcado, es la figura de la mujer comprensiva. No soporta ver a su joven amo con hambre y por eso él siempre come antes de que ella se prepare algo, pero nunca lo trata como a un hombre con responsabilidades. Sin importar cuántos años tenga, para ella siempre va a ser un niño que no puede controlar su comportamiento. La niñera fue la que permitió que los hombres de clase alta sean, al mismo tiempo, jefe y niño irresponsable. No se puede entender al patriarcado sin comprender cómo la “niñera” le dio forma a los hombres que se encuentran en los escalafones más altos de la masculinidad. El putero personifica a este tipo de hombre. El tipo de hombre que da órdenes y pretende que le cumplan todos los caprichos, pero que no se hace responsable de su comportamiento. Si le arruina la vida a otras personas, les contagia ETS a mujeres en situación de prostitución y a la propia esposa, contribuye a que se mantenga el negocio de la trata de personas, ¿cuál hay? Ni que fuese problema de él...

 El putero de la actualidad no tiene una niñera literal, pero encontró algo parecido en la académica proprostitución: una niñera queer que lo tranquiliza cuando está alterado, se encarga de sus necesidades y lo defiende del mundo exterior. De esta manera, el putero puede seguir fanfarroneando sobre todas las “putas” que se va a coger en los viajes que haga, aunque él nunca aceptaría que su hija se hiciera prostituta (ni tampoco se casaría con una). Puede seguir mirando películas porno pero cuidado con que la novia se porte como “una puta”. Nunca la niñera lo va a retar. Nunca va a entrar en los foros de puteros donde los hombres se congregan para darles una puntuación a las prostitutas a decirles que no tienen que llamarlas “putas”, que el término correcto es “trabajadoras sexuales”. La niñera nunca lo va a retar por estigmatizar a las mujeres o por tener dobles estándares. Los hombres son hombres, después de todo… Bien, si es así, entonces que crezcan y que hablen y se defiendan ellos solos. Si pagar por sexo es algo que está muy bien, que hablen y cuenten qué hacen y por qué, y que lo hagan utilizando sus propias palabras, las mismas que usan cuando van a los prostíbulos. Y cuando las supervivientes señalen a los puteros, que las niñeras se corran, que no dejen que los hombres se les cuelguen de la pollera en busca de protección. A las niñeras queer del mundo, les pregunto: ¿les pagan para hacer de embajadoras de los puteros, siquiera, o trabajan gratis? ¿Se ofrecen gratis, como lo han hecho mujeres por siglos, para proteger a los hombres y para no se los obligue a madurar y hacerse cargo de los que hacen? Niñeras queer, a ustedes les hablo: renuncien. También ustedes se merecen algo mejor.

Fuente
https://www.facebook.com/notes/mujeres-por-la-abolici%C3%B3n-de-la-prostituci%C3%B3n/el-putero-moderno-se-consigui%C3%B3-una-ni%C3%B1era/540043682870231/




sábado, 25 de noviembre de 2017

La RedTraSex, el proxenetismo y las ambigüedades del lenguaje

De cómo se oculta un elefante tras una flor… La RedTraSex, el proxenetismo y las ambigüedades del lenguaje
POR · 11/11/2017

Como la sociedad tiene la “sospecha” de que la prostitución no es un trabajo socialmente aceptable, porque atenta contra la lucha de las mujeres por su liberación, a ese personaje, al capitalista, se lo denomina, como corresponde, de modo despectivo: proxeneta, cafisho, fiolo, etc. La RedTraSex y AMMAR llaman trabajo autónomo a la explotación sexual de las mujeres.

Rosana López Rodriguez
Trece Rosas

AMMAR juega constantemente con el secretismo y la ambigüedad del lenguaje al solo efecto de que no se sepa públicamente lo que realmente quiere. “No somos del Estado”, “ni regulacionismo ni abolicionismo”, “respeto a los derechos laborales”, etc., etc. En privado, las “compañeras” no se privan, sin embargo, de decir lo que piensan y de negociar, a espaldas de la sociedad, con los diferentes bloques de diputados y senadores para imponer por ley la regulación del trabajo sexual, proxeneta incluido. Se dicen ajenas al “regulacionismo”, pero reivindican los modelos “uruguayo” y “neocelandés”.1 Su “nuevo” proyecto es mantenido oculto y solo se ofrece a cuentagotas a público seleccionado, es decir, afín. Esa es la estrategia: que nadie sepa de dónde viene el ataque hasta que reciba el golpe en la mandíbula.



Esta estrategia es la recomendada, como vimos, por las agencias internacionales proxenetas. No obstante, tarde o temprano tienen que decir la verdad. Obviamente, otra vez, camuflada en las ambigüedades del lenguaje. La palma, en este sentido, se la lleva un cuadro sinóptico muy ilustrativo que puede encontrarse en la página de la RedTraSex, que queriendo ocultar la realidad, termina mostrándola. En efecto, el nudo de la estrategia de la ambigüedad, creada para no enfrentar de golpe una oposición compacta sino para irla fragmentado y dividiendo, es la expresión “trabajo autónomo”.



Ambas palabritas están orladas por el prestigio de dos tradiciones políticas diferentes, el socialismo y el liberalismo. Por la primera, se perturba al público de izquierda: “¿cómo vas a estar en contra de las trabajadoras?” Por la segunda, atrae el apoyo inmediato de la burguesía liberal: “cada uno tiene derecho a hacer lo que quiere”. De ese cóctel ideológico explosivo, dejamos para el futuro el análisis de la prostitución como “trabajo” y nos concentraremos aquí en la cuestión de la “autonomía”, sin profundizar demasiado en todas las consecuencias filosóficas y las contradicciones que acarrea, para el feminismo y para cualquier política de liberación humana, un uso liviano de un concepto como ése.

El Diccionario de la Real Academia Española define “autonomía” de una manera, no podría ser otra, que da lugar a lecturas divergentes. Enumerando una serie de usos concretos, en la segunda acepción de la palabra, el DRAE la define como “Condición de quien, para ciertas cosas, no  depende de nadie”. Pero cuando habla, más abajo de “autonomía de la voluntad”, señala: “Capacidad de los sujetos de derecho para establecer reglas de conducta para sí mismos y en sus relaciones con los demás dentro de los límites que la ley señala”. Veamos cómo define “autónomo” el “trabajo” de las prostitutas la RedTraSex, es decir, AMMAR:

El trabajo sexual “autónomo” está definido como aquel que afecta a quien está en condiciones de elegir, porque no es menor de edad, ha hecho uso de esa posibilidad, porque no ejerce la prostitución contra su voluntad y no se encuentra en un espacio de trabajo insalubre, no le retienen un porcentaje elevado de sus ingresos ni se la obliga a trabajar demasiadas horas. Nótese que las especificaciones son lo suficientemente vagas como para que cualquier definición de “explotación laboral” sea discutible: ¿qué es “un porcentaje alto de sus ingresos” y a partir de qué patrón de medida se establece?; ¿cuántas son “demasiadas horas”?; ¿qué sería, exactamente “insalubre”? Pero este no es el fondo del problema.

Esta maniobra gira toda en torno de la “autonomía” como ejercicio de la “voluntad”, no como la de quien “para ciertas cosas, no depende de nadie”. En esta última expresión es que se basa la normativa legal sobre “trabajo autónomo”. El “autónomo” es el que no trabaja bajo patrón. En la definición de la RedTraSex, “autónoma” es la prostituta que trabaja para un patrón “bueno”.



En efecto, esta maniobra ha transformado la categoría “explotación”, que es una categoría técnica de la economía, que explica el funcionamiento del proceso de producción capitalista, en una categoría moral burguesa. En lugar de decir “trabajo producido en relaciones capitalistas, es decir, que consiste en la apropiación de plusvalía, valor enajenado al productor directo como consecuencia de la relación de dependencia de este último a raíz de la carencia de medios de producción y de vida”, la RedTraSex define la explotación a la manera burguesa, como simple “abuso”. Con esta maniobra, la central proxeneta ha hecho desaparecer al capitalista, dividiéndolo en dos personificaciones distintas: el que somete a sus prostitutas a un trabajo insalubre, largas jornadas y por poca plata, desde ahora “el malo”, y el que hace lo contrario, es decir, “el bueno”.

No hay capitalistas buenos y malos. Hay capitalistas. En el mundo de la prostitución, el trabajo asalariado, subordinado, en buenas o malas condiciones, supone la presencia de un patrón, un capitalista. Como la sociedad tiene la “sospecha” de que la prostitución no es un trabajo socialmente aceptable, porque atenta contra la lucha de las mujeres por su liberación, a ese personaje, al capitalista, se lo denomina, como corresponde, de modo despectivo: proxeneta, cafisho, fiolo, etc. La RedTraSex y AMMAR llaman trabajo autónomo a la explotación sexual de las mujeres.

Es cierto que las normas legales se han estirado para hacer aparecer como autónomo a personal “en relación de dependencia”, por la vía de la ficción del “contrato”. El “contratado” es obligado a “renovar” su precaria situación año a año, forma en la que su patrón se saca de encima todas las obligaciones que devienen de tener personal asalariado. Con el asunto de la “autonomía de la voluntad”, la RedTraSex, no solo defiende al proxeneta “bueno”, sino que va a hacerle más fácil todavía la vida al “malo”, escondiéndolo detrás de los “terceros involucrados”. El proyecto de AMMAR defiende a todos aquellos involucrados en el hecho de la prostitución como “terceras” partes que no están ligadas al acto en sí: la que recibe las llamadas, la que limpia y lava las sábanas, el dueño del hotel alojamiento, etc. Obviamente, un prostíbulo entero manejado “a contrato”, con mujeres “sujetos de derecho” que optan “voluntariamente” por prostituirse y que simplemente “alquilan” cuartos o comparten “telefonista”, ni siquiera entra dentro de la definición de trabajo autónomo “bueno”, porque, al no tener patrón, ellas eligen, finalmente, si quieren o no las condiciones en las que libremente entraron. Más perverso, imposible. Finalmente, era cierto: se puede esconder un elefante tras una flor.

NOTAS

1LatFem: “Ni regulacionismo ni abolicionismo: reconocimiento de derechos laborales”, 1º de noviembre de 2017, en latfem.org.

Fuente

http://razonyrevolucion.org/de-como-se-oculta-un-elefante-tras-una-flor-la-redtrasex-el-proxenetismo-y-las-ambiguedades-del-lenguaje/


Pornografía: la propaganda del patriarcado

PORNOGRAFÍA: LA PROPAGANDA DEL PATRIARCADO
3/29/2017
Por MICKEY Z.

​Texto original: http://worldnewstrust.com/pornography-the-propaganda-of-patriarchy-mickey-z
Traducción: Olga Baselga



“Radical significa simplemente 'agarrar las cosas desde la raíz'”. (Angela Davis)

Cada rama del activismo parece convencida de que “su” cuestión es la más urgente de todas, pero ninguno –con alguna excepción– de estos activistas parece dispuesto o preparado para comprender la raíz de todos los problemas de la justicia social.

Desde la cultura corporativa hasta la cultura de la violación, pasando por la violencia doméstica y la ambiental, podemos encontrarnos con que todos los sistemas de opresión y explotación derivan de la Supremacía Masculina.

Llámenlo patriarcado, misoginia, sexismo, privilegio masculino, o pónganle cualquier otro nombre: en todos los casos se trata de violencia machista, omnipresente e implacable violencia masculina a micro- y macro-escala.

[Video: https://youtu.be/3exzMPT4nGI]



Las cifras son tan impactantes como reales. La violencia, que crece casi sin control desde los cimientos de la supremacía masculina, ha extendido sus tentáculos igual que la supremacía blanca y la de clase, y ahora nos lleva al borde del desastre.

Pero antes de que me inunden con Male Tears™, antes de que los gritos de “no todos los hombres” retumben de punta a punta de los mares, me gustaría presentar el eje central de este artículo: la pornografía. Es la nueva Educación Sexual y es donde el patriarcado nos alcanza más insidiosa y eficazmente.

Permítanme decirlo claro: este artículo no versa sobre las trabajadoras sexuales, la pornografía “ética” o el feminismo liberal. Este artículo se centra en que la supremacía masculina es la piedra angular de la cultura dominante y, por tanto, la fuente primaria de toda violencia y opresión. Se centra en las palabras de Sheila Jeffreys: “La pornografía educa al público masculino”.

“La pornografía es una maestra poderosa, tanto en materia de creencias como de conductas, y de hecho proporciona las condiciones ideales para el aprendizaje”, explica la Dra. Mary Anne Layden, Directora del Programa de Trauma Sexual y Psicopatología del Centro de Terapia Cognitiva. “Puede enseñar no sólo comportamientos sexuales específicos, sino actitudes generales hacia las mujeres y los niños, cómo son las relaciones y la naturaleza de la sexualidad”.

Layden continúa: “Aprendemos mejor cuando estamos excitad@s. Si algo activa nuestro sistema nervioso simpático, estamos mejor preparad@s para recordar la información recibida en ese momento. La excitación puede proceder de la emoción, la alegría, el miedo, el asco o la tensión sexual. Tendemos a recordar cualquier experiencia que tengamos en esos estados de excitación. Y el aprendizaje es mejor si se refuerza. El comportamiento recompensado es probable que se repita, mientras que si se castiga es menos probable que se repita. La excitación sexual y el orgasmo son experiencias muy gratificantes”.

Si se preguntan cómo podrían manifestarse estas “recompensas”, tenga en cuenta este estudio, donde se demuestra que la pornografía parece “inducir a sus espectadores a trivializar la violación”.

Permítame también decirlo claramente: no estoy aquí para descubrir la pólvora o hacer mansplaining. Para contextualizar más a fondo, lean a aquellos que han estudiado este problema pinchando en los múltiples hipervínculos de este artículo.



Y ya que están en ello, por favor, consideren también lo que dijeron feministas como:

·         Andrea Dworkin: “Cualquier violación del cuerpo de una mujer puede convertirse en sexo para los hombres; ésa es la verdad esencial de la pornografía”.

·         Sheila Jeffreys: “La pornografía como propaganda, según el análisis feminista, representa a las mujeres como objetos que adoran sufrir abusos, y enseña a los hombres cómo han de llevar a cabo la degradación y el abuso sobre las mujeres”.

·         Gail Dines: “La industria del porno ha secuestrado la sexualidad de toda una cultura y está echando a perder a toda una generación de niños. Y si destrozas a una generación de chicos, destrozarás a una generación de chicas”.

Tal vez la única posibilidad que tengamos de atajar ese daño y generar el cambio social drástico que necesitamos sea reconocer y abordar la fuente: La Supremacía Masculina. Un paso trascendental en esa dirección sería abordar una de sus ramas más maliciosas: la pornografía.

¿Qué podemos hacer cada un@ de nosotr@s, además de cambios a nivel personal? Como Gail Dines explica en el siguiente video, la respuesta puede estar en lo que podríamos llamar contra-reclutamiento, es decir, educación anti-porno, enfocándola como cuestión de salud pública.

[Video: https://youtu.be/_YpHNImNsx8]

Una vez más, les ruego que por favor se tomen el tiempo de abrir los enlaces incluidos en este artículo (más arriba y más abajo) antes de sacar conclusiones.

Otros recursos (http://gaildines.com/resources/)

Más recursos (http://stoppornculture.org/resources-2/organizations/)

Documentales relacionados (http://www.antipornography.org/documentaries.html)

Denunciar la pornografía infantil (https://report.cybertip.org/index.htm)


Mickey Z. es autor de 12 libros, el más reciente: Occupy this Book: Mickey Z. on Activism. Hasta que cambien las leyes o se quede sin fuerzas, se le puede encontrar en la Web aquí y aquí. Cualquier persona que desee apoyar su labor activista puede hacer una donación aquí.


 Texto original: “Pornography: The Propaganda of Patriarchy” by Mickey Z.

Fuente
 http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/





lunes, 20 de noviembre de 2017

Cómo la pornografía está deformando a una generación de hombres

Cómo la pornografía está deformando a una generación de hombres
5/5/2017

Texto original: http://nypost.com/2010/07/11/how-porn-is-warping-a-generation-of-men/
Traducido por Desobediencia y Felicidad


Hoy la pornografía no es la de la Playboy de tu papá. Si tecleas porno en Google no vas a ver nada parecido a los viejos posters, sino que vas a ser catapultado a un mundo de crueldad sexual y de brutalidad donde las mujeres son sujeto de castigos corporales sexuales y son llamadas por nombres humillantes. No sorprende cuán poco las mujeres realmente saben sobre el porno hoy, ya que la mayoría de las mujeres evitan entrar a esos sitios. No es lo mismo para los hombres que he conocido, en especial aquellos que están en edad universitaria e incluso chicos de secundaria. Han crecido con el porno y, para ellos, esta ha sido la principal forma de educación sexual.

Gail Dines

En el porno, el sexo no trata sobre hacer el amor. Los sentimientos y emociones que normalmente asociamos con ese acto – conexión, empatía, ternura, cuidado, afecto- están ausentes, y en su lugar están aquellos que normalmente asociamos al odio – miedo, asco, enojo, repugnancia y desprecio. En el porno, el hombre “hace el odio” a la mujer, como si cada acto sexual tuviera el propósito de entregar la mayor cantidad de degradación. Así sea asfixiándola o teniendo una relación sexual violenta, el objetivo del sexo porno es demostrar cuánto poder él tiene sobre ella. Y aun así, las mujeres son retratadas como si estuvieran disfrutando de las escenas. Imágenes como estas son ahora lugar común por todo internet y están moldeando la manera en que los hombres piensan sobre el sexo, las relaciones y la intimidad.


El tamaño de la industria hoy es impactante. Aunque los números fiables sean difíciles de encontrar, se ha estimado que la industria global ha alcanzado un total de u$s 96 billones en el 2006, con un mercado estadounidense de aproximadamente u$s 13 billones. Cada año, más de 13000 películas son estrenadas, y aun cuando tengan un presupuesto modesto, las ganancias de la pornografía rivalizan con la totalidad de los mayores estudios de cine de Hollywood.


Según Internet Filter Reviews, hay 420 millones de páginas porno en internet, 4,2 millones de páginas web, y 68 millones de solicitudes de búsqueda de pornografía a diario. Un estudio reciente de Optenet, una firma de seguridad online, mostró que aproximadamente un 37% de las páginas online tienen contenido pornográfico. Mientras tanto, el número de sitios porno se incrementó un 17% desde el año pasado.


Sin duda, el factor clave que lleva al crecimiento del mercado del porno ha sido el desarrollo de tecnologías que permiten a los usuarios comprar y consumir porno en privado, sin avergonzados viajes a locales sórdidos o videoclubes. Estas tecnologías también permiten que puedan ser visualizadas en cualquier lugar, en cualquier momento, incluso se espera que el mercado global de celulares para porno alcance los u$s 3, 5 billones este año, según Juniper Research radicada en Gran Bretaña.


Este es un negocio con un considerable impacto político, con capacidad de presionar políticos, caros litigios legales, y el uso de relaciones públicas para influir el debate público. Como la industria tabacalera, esto no es sólo un tema del consumo personal; sino que el negocio está siendo cada vez más capaz de desplegar una sofisticada y bien provista maquinaria de marketing, no sólo para incrementar sus beneficios sino para promover la imagen de la industria con una luz positiva. Es más, uno de los mitos clave que la industria promueve es que el porno es diversión que no le hace mal a nadie: que es todo sobre la fantasía y el juego, y que no deberíamos tomarlo demasiado en serio.




Mis entrevistas con hombres en edad universitaria cuentan una historia bien diferente. Cuando hablo con los hombres acerca de sus experiencias con el porno, queda claro que no todos se ven afectados de la misma manera, pero sí que les afecta a todos. Recuerden, esta es la generación que creció con porno por internet, y algunos estudios muestran que la primera visualización del porno es a los 11 años. A diferencia de las previas generaciones, estos chicos y hombres tienen un suministro de pornografía explícita 24 horas al día.


Muchos de los hombres con los que hablé creen que el porno es lo que las mujeres quieren, y se molestan y enojan cuando su pareja sexual, tal vez su esposa, su novia o el ligue de una noche, se niega a verse o comportarse como sus estrellas favoritas del porno. Las mujeres suelen negarse a realizar los actos sexuales que los hombres han disfrutado de mirar de forma rutinaria, y en comparación con los gritos orgásmicos y la gimnasia sexual del sexo porno, el sexo con mujeres reales les empieza a parecer aburrido y poco estimulante.


Un estudiante me dijo que “me encanta el porno y ensayo el sexo en mi novia, pero no está interesada. Dejé a la última chica con la que estaba porque quería dejar el sexo convencional. Eso no es para mí. Si las mujeres no quieren probar cosas diferentes, entonces no estoy interesado.


Estos hombres se acostumbraron tanto al sexo porno que algunos se decepcionan por su propia performance sexual. Cuando se comparan a sí mismo con actores fortalecidos por el Viagra, los tipos con los que hablé suelen admitir que se siente como fracasados sexuales y se preocupan de que algo vaya mal con ellos. Adam creció mirando el porno de su padre y sintió que “el porno me enseñó todo lo que sé sobre sexo. Mis padres nunca mencionaron la palabra sexo en casa, y la educación sexual en la escuela fue… un chiste. Tuve esta imagen de cuán genial el sexo podría ser, con los dos haciéndolo por horas. Entonces fue como un shock la manera en que resultó ser la cosa real…”


Lo que más problemático para muchos de estos hombres es que la mayoría necesitan ponerse las imágenes porno en la cabeza para poder satisfacerse sexualmente con sus parejas. Reproducen escenas porno en sus mentes, o piensan en tener sexo con su estrella de porno favorita cuando están con sus parejas. Dan estaba preocupado por su performance sexual con las mujeres. Me contó que “no me enfoco en la mujer sino en la última escena que miré”. Le pregunté si pensó que el porno le había afectado de alguna manera su sexualidad. Me dijo, “no lo sé. Empecé a mirar porno antes de tener sexo, entonces el porno es bastante de lo que yo aprendí sobre sexo. Puede ser un problema el pensar en el porno tanto como lo hago yo, especialmente cuando estoy con mi novia. Significa que en realidad no estoy realmente presente con ella. Mi cabeza está en alguna otra parte”.


El porno se volvió tan violento y degradante que ignoramos que estamos en peligro. Ahora estamos criando una generación de chicos en un porno violento y cruel y dado que las imágenes dan forma a la manera en que las personas piensan y se comportan, esto va a tener un efecto profundo en su sexualidad y en la cultura como un todo. El uso del porno es uno de las cuestiones más graves para la salud pública actual y precisamos que pararlo de raíz ahora antes de que traigamos al mundo una nueva generación de chicos con imágenes aún más duras.


Lamentablemente, no hay respuestas fáciles. Los padres y madres enfrentan un desafío técnico abrumador para evitar que sus chicos accedan al porno. Con educación y mayor concienciación, sólo podemos desear que la sociedad eventualmente se rebele, y que se haga socialmente inaceptable que haya un acceso tan fácil al porno, que los hombres gasten tanto tiempo mirándolo y, que nuestras ideas sobre la sexualidad se deformen tanto.


Gail Dines es autora de “Pornolandia: cómo el porno ha secuestrado nuestra sexualidad” (Beacon Press), publicado esta semana. (julio 2010)


http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/



Aún piensas que la prostitución es empoderadora tras escuchar a los «clientes»-prostituidores?

Aún piensas que la prostitución es empoderadora tras escuchar a los «clientes»-prostituidores?
9/19/2017
Por Julie Bindel  ​Publicado originalmente el 12 de agosto de 2017


Traducción del inglés: María Victoria Cincunegui ; Colaboracion: Atenea Acevedo
Original en inglés: http://www.independent.co.uk/voices/sex-work-punters-what-do-they-think-prostitution-exploitation-rape-danger-a7889511.html

 
Julie Bindel
Conocí a un putero que me dijo que la prostitución «evita violaciones» y, como consecuencia, si molestas feministas impidieran que los hombres 'consumieran prostitutas', se verían forzados a violar a «mujeres de verdad».


Cuando comencé a militar contra la violencia de género 35 años atrás, los agresores eran invisibles. Escuchábamos hablar casi siempre acerca de las víctimas, y el agresor era el hombre invisible. Lo mismo pasaba con las violaciones y con el abuso sexual infantil. En general, se ponía el foco en las mujeres sobrevivientes de tales atrocidades para que relataran su «recuperación» o cómo habían ayudado a otras mujeres a atravesar su calvario, mientras que la desnudez del rey resultaba visible tan solo para unas pocas personas. Por tal motivo, decidí que uno de los capítulos de mi próximo libro sobre el comercio global de sexo versaría sobre los «clientes»-prostituidores: este signo de interrogación, una nube de humo, un rostro pixelado, un hombre que rara vez tiene nombre.

Durante las conversaciones que mantuve para el libro con 50 sobrevivientes de comercio sexual, escuché mucho acerca de los prostituidores. Nada de lo cual es agradable, a menos que contemplemos los comentarios extraños del estilo «al menos se duchó» o «esa vez no me violó, así que sentí alivio».

Mi amiga Emma Humphreys, fallecida en 1998, fue quien primero me abrió los ojos respecto del abuso en el seno del encuentro entre el prostituidor y su prostituida. "¿Por qué lo hace?", me preguntó. "Su verga no se le caerá y él es quien elige hacerlo, no la mujer. Ella simplemente está desesperada o drogada o siente terror de su proxeneta".

Emma relata aquello que toda mujer inmersa en la prostitución sabe por demás. El prostituidor tiene casi todas las opciones, y la mujer, casi ninguna. Ellos pagan por sexo porque, sin el dinero de por medio, la mujer no prestaría su consentimiento. ¿De qué otra forma denominamos al sexo sin consentimiento?

He entrevistado a compradores de sexo desde 1999, año en el cual, junto a sobrevivientes del comercio sexual y otras activistas feministas, creamos un programa de reeducación para hombres que pagan por sexo en West Yorkshire. En el año 2009, yo era investigadora en el marco de un gran estudio realizado en seis países con hombres que pagan por sexo. Fui parte del equipo que entrevistó a 103 «clientes»-prostituidores en Londres. Más del 50% de los hombres, que fueron entrevistados exhaustivamente y cara a cara, admitieron que sabían que las mujeres por las que pagaban eran víctimas de trata, estaban siendo explotadas sexualmente o su libertad era coartada de alguna otra manera. No hubo ni uno de ellos que decidiera no tener sexo con la mujer prostituida al enterarse de esto.

Los hombres –en su mayoría, ingleses blancos– hablaron de cómo decidían con qué mujer tener sexo, lo cual solía basarse en cómo percibían la etnia o docilidad de la mujer. «Hice una lista mental. Me dije a mí mismo que estaría con diferentes razas, por ejemplo: japonesas, indias, chinas… Una vez que ya estuve con ellas, las tildo en mi lista. Es como una lista del supermercado», un putero me dijo. «Elegir y comprar tienen algo que ver con la dominación y el control», dijo otro.



Las mujeres no son nada más que una «escupidera para el semen de los hombres», como me dijo una mujer prostituida. Esto efectivamente se corresponde con los dichos de los hombres. «Una prostituta es como la descarga de una olla a presión», expresó uno. «Pagas por el servicio, casi como cuando vas a los servicios de la vía pública a orinar o defecar», comentó otro de los encantos.

En mi libro exploro cómo y por qué la sociedad en su conjunto compra y a la vez perpetúa la mitología alrededor de por qué los hombres pagan por sexo. Incluso entre hombres de izquierda, que arguyen ser profeministas, existe la idea de que el sexo masculino tiene la «necesidad» de una «descarga». Owen Jones, por ejemplo, al escribir acerca de un caso en el que tres jueces fueron despedidos por mirar pornografía mientras se suponía que estuvieran deliberando en los tribunales, reflexionó: «Nada de ello fue ilegal; sin embargo, se los avergonzó públicamente y fueron despedidos… Quién sabe, quizás, en su defecto, un juez tenso en busca de un leve y rápido alivio se concentraría mejor».

La idea de que mirar pornografía –sinónimo de prostitución filmada y fotografiada– libera tensiones es un justificativo clásico entre los prostituyentes, tal como ilustra el comentario anterior. En uno de los viajes de investigación que hice para mi libro a Holanda, país en donde el comercio sexual fue legalizado en el año 2000, conocí a un putero que me dijo que la prostitución «evita violaciones» y, como contrapartida, si molestas feministas impidieran que los hombres 'consumieran prostitutas', se verían forzados a violar a «mujeres de verdad». Este es uno de los más perniciosos de todos los mitos acerca de la prostitución. En primer lugar, que nos digan que los hombres están programados para violar si no tienen sexo es una aberración y debería ser aborrecida por todas las personas  feministas. Es una de las visiones más pesimistas y equivocadas que he escuchado acerca de la sexualidad masculina. Aunque igual de peligrosa es la visión de que algunas mujeres deben ponerse a disposición de los hombres para ser violadas, así «otras» mujeres pueden permanecer a salvo del ultraje.

Pagar por sexo no es una necesidad y tampoco es un derecho humano. Sin embargo, sí constituye un derecho para las mujeres y niñas el crecer en un mundo en que la prostitución sea una reliquia del pasado.

El libro sobre el comercio global de sexo de Julie Bindel será publicado por Palgrave McMillan el 27 de setiembre de 2017

Fuente:

http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/




domingo, 10 de septiembre de 2017

Porno a la fuerza, el lado oscuro de la industria del entretenimiento en Japón

Esta historia es calificada como trata de personas, delito transnacional, violatorio de los Derechos Humanos. Estos relatos y otros nos muestran como la pornografía es una forma de violencia que emerge de estos delitos o directamente se trata de prostitución. Las “estrellas” que aparentemente ganan muchísimo dinero son simples formas de marketing.
Trata de personas, prostitución, y en este caso pornografía, son una continuidad. Los nombres crean la ilusión de ser cosas diferentes, pero no es así. Son todas formas de violencia en las que fundamentalmente niñas, niños y mujeres son sometidos y dañados.
Alberto B Ilieff



Porno a la fuerza, el lado oscuro de la industria del entretenimiento en Japón
Cada año, decenas de jóvenes son convencidas por "cazatalentos" para filmar escenas sexuales, con la promesa de entrar al mundo del espectáculo.
Viernes, 26 de mayo de 2017
               
Las jóvenes llegan a la industria de la pornografía a base de presión y engaños por parte de "cazatalentos".
TOKIO (EFE) -
Tenía 23 años y soñaba con ser una estrella musical cuando un hombre la abordó en una concurrida zona de Tokio y le ofreció trabajar como modelo. Ella cayó en la trampa, una red de engaños y coacciones que arrastra en Japón a miles de jóvenes a participar en filmes X cada año.

Aroma Kurumin, cuyas escenas sexuales grabadas en 2013 aún circulan por internet pese a sus esfuerzos por erradicarlas, es una de las muchas víctimas embaucadas por productoras niponas de películas AV (pornográficas), un fenómeno que comienza a salir a la luz en Japón y ante el cual el gobierno ha decidido al fin actuar.

"Pensé que era la oportunidad para cumplir mi sueño", relata la joven, cuya pesadilla comenzó con una entrevista y una sesión de fotos desnuda -le prometieron que solo tendría que posar así una vez- para una conocida revista amarillista.

La "agencia de modelos" la citó para otra sesión fotográfica y un rodaje en Saipán, en las Islas Marianas del Norte, donde se encontró rodeada de hombres que la presionaron hasta que accedió a rodar escenas sexuales por las que más tarde cobraría un salario ínfimo.

"Todo sucedió demasiado rápido. Si me oponía a algo, me decían que era la mejor vía para iniciar una carrera musical, e insistían hasta que cedía", señala Kurumin, educada en un país donde la mujer nunca debe llevar la contraria, y menos una joven.




Aroma Kurumin es el seudónimo que emplea ahora esta veinteañera como youtuber y activista para concienciar a otras chicas y evitar que muerdan el anzuelo de la poderosísima industria nipona del entretenimiento.

Estos conglomerados mediáticos acaparan cadenas de televisión, discográficas, editoriales, agencias de "talentos" o productoras AV, y son una máquina de engullir aspirantes a estrellas que resultan presas fáciles en manos de profesionales del engaño.

"El problema existe desde hace años aunque ahora se empieza a hablar de él", dice Aiki Segawa, portavoz de la ONG de apoyo a víctimas del tráfico sexual Lighthouse, quien añade que el fenómeno "sigue siendo tabú en Japón".

Esta organización basada en Tokio ha recibido más de 40 solicitudes de ayuda de chicas obligadas a rodar porno en lo que va de año, y ha visto crecer el número de peticiones desde una sola en 2012 hasta un centenar en 2016.

El perfil habitual de la víctima es una joven de entre 18 y 25 años -aunque también hay 5% de varones- y aspirante a una carrera en la moda, la música o el cine.

Además de "cazatalentos" que abordan a las chicas en la calle, los métodos de captación incluyen anuncios en revistas, online e incluso en camiones publicitarios, que prometen jugosos sueldos para trabajos como modelo o azafata a tiempo parcial.

Las interesadas acuden a entrevistas donde se les persuade de firmar contratos poco claros, y luego se les chantajea de diversas formas para participar en los rodajes. También ha habido casos de amenazas físicas y agresiones, e incluso violaciones grabadas y distribuidas como películas, señala la portavoz de Lighthouse.

Un informe reciente de otra ONG, Human Rights Now, recoge el caso de una joven que se suicidó al no poder soportar que los videos X en los que aparecía no dejaran de distribuirse.

Las víctimas se sienten "demasiado avergonzadas o asustadas para pedir ayuda o para hablar de su experiencia", subraya Segawa, quien añade que las afectadas "se culpan a sí mismas y se creen únicas responsables de su situación".

27% de las jóvenes contratadas por "agencias de talentos" han sido requeridas para grabar escenas sexuales, y 8% accedió, según una encuesta entre unas 2,500 aspirantes a estrellas llevada a cabo a comienzos de año por el gobierno, que ha puesto en marcha una campaña de concientización.

Las ONG reclaman normativas laborales más estrictas para prevenir los abusos, un mayor control sobre las "agencias de talentos" o que los filmes X se rueden bajo supervisión para garantizar que todos los actores participan de pleno consentimiento.

Segawa, no obstante, admite la "dificultad" de controlar al monstruo de la industria nipona del porno, la mayor del mundo con una facturación anual 4,400 millones de dólares y con una proyección creciente en China y otros mercados.

Fuente:

http://expansion.mx/tendencias/2017/05/26/porno-a-la-fuerza-el-lado-oscuro-de-la-industria-del-entretenimiento-en-japon