El alma del putero
15/11/2018
AUTORA Lucía S. Naveros
Periodista y feminista.
Asociación Hypatia.
La prostitución ha acompañado a
las sociedades humanas desde hace tanto tiempo que vivimos sin conmovernos con
el alma del putero, sentado entre nosotros como uno de los nuestros.
Ese corazoncito patriarcal de
nuestra sociedad es el arca sagrada, el secreto mejor guardado, protegido entre
algodones por padres protectores, compañeros cómplices y solícitas niñeras.
Así, el debate de la prostitución sigue girando como una peonza, una y otra
vez, sobre el derecho de las mujeres a ser sirvientas sexuales, y gira y gira,
sin rozar la piel fina del putero. No nos imaginamos, siquiera, como sería una
sociedad donde ese alma hubiera sido eliminada.
Así, en el arduo debate que las
feministas abolicionistas estamos desplegando en redes sociales por la
ilegalización del sindicato OTRAS, me encuentro con algunos amables
contertulios que me advierten de que la abolición de la prostitución es “una
utopía”, y que por tanto es mejor que lo vayamos asumiendo. Ni siquiera les
parece concebible un mundo en el que los varones no tengan ese privilegio.
Se ha hablado mucho de los
efectos que tiene el sistema prostitucional sobre las mujeres prostituidas, y
sobre todas las mujeres en general, a las que disciplina, a las que divide en
castas (respetables/ no respetables), y a las que coloca en una posición
intermedia, no plenamente humana, a veces personas, a veces objetos. Pero no
tanto sobre el efecto que tiene sobre ellos. ¿Qué le hace la prostitución a los
niños que crecen, cómo moldea el alma de los hombres?
La prostitución le dice a las
mujeres que sus vidas no importan. Que, en según qué circunstancias, pueden ser
sacrificadas para la satisfacción de un deseo.
En el espejo, a los hombres les
dice que sus deseos son órdenes. Que un orgasmo suyo bien vale una industria
mundial que rapte, viole, seduzca, atemorice y encierre, siempre que a él no se
le exija más que el dinero, poco o mucho, que transforma la violación en sexo
consentido. La prostitución le dice a los hombres quién es el amo aquí.
El alma del putero, para poder
cerrar los ojos a los moratones, a las ojeras, a la evidente vulnerabilidad de
las mujeres en prostitución (africanas sin papeles, jóvenes del este que no
entienden el idioma, sudamericanas de todas las latitudes sin medios de vida)
tiene que suprimir la empatía.
Fábrica de pequeños narcisistas,
abusones que no tienen reparos en aprovecharse de la pobreza y la
vulnerabilidad, gente sin imaginación o con la imaginación endurecida, que sólo
se despierta ya ante el ejercicio del dominio. Así es el alma del putero:
infantil, primaria, reducida a la satisfacción del Yo. Y cuando salen del
burdel, ese corazoncito patriarcal y violento les acompaña a todas partes,
infectando todos los órdenes sociales.
Miro a los jóvenes que están
creciendo, y creo que no sólo por nosotras hay que acabar con esto. Las
feministas creemos sinceramente en la capacidad de los hombres de crecer ética
e intelectualmente, por eso nos negamos a tirar la toalla y a permitir que
nuestros chicos se corrompan como amos en el campo de concentración que es el
burdel.
Fuente
https://tribunafeminista.elplural.com/2018/11/el-alma-del-putero/
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