La periodista sueca que lucha contra la prostitución: "Solo
fomenta el crimen, la mafia y la muerte de miles de mujeres"
Por Isabel Valdés│Kajsa Ekis
Ekman es una activista feminista que escribió acerca de la mercantilización de
los cuerpos y que se presentó en España a dar cátedra sobre el capitalismo y el
patriarcado.
El País de España
Publicada: 16/10/2019
Pasó dos años recorriendo Europa
para investigar sobre los sindicatos de prostitutas, escribió El ser y la
mercancía sobre cómo se mercantiliza el cuerpo de las mujeres en la industria
de los vientres de alquiler, escribe para medios como The Guardian y tiene un
discurso muy claro sobre el capitalismo y el patriarcado. Kajsa Ekis Ekman es
periodista, escritora y activista y está en España dando cátedra en el
seminario Entre patriarcado y capitalismo: la historia de la prostitución como
doble opresión.
Para ella hay una parte del
feminismo que es lucha de clases y otra que no. Es el cuerpo, dice, lo que une
a las mujeres, en todo el mundo, de todos los niveles sociales. "Las
experiencias de parir, menstruar, sufrir el riesgo de acoso, violación,
discriminación... Nos pasa a ricas y pobres". Está en contra de la
corriente que "quiere adulterar el nombre 'mujer' y decir que mujer es
cualquier persona que se identifica con el rol femenino". Asegura que no,
que la mujer es una realidad, "no un estereotipo". Y ve la lucha de
clases en el trabajo: "Las mujeres trabajadoras hacen el trabajo más
fundamental en cualquier sociedad. Parir, cambiar pañales, limpiar, dar de
comer, enseñar a leer, a portarse bien, cuidar a los enfermos. Sin eso ninguna
sociedad puede funcionar. Son los trabajos o no remunerados o mal pagados. Ahí
no tenemos a las mujeres de clase alta en nuestro lado". En esta
entrevista habla sobre feminismo, movimientos y, sobre todo, sobre la
prostitución, sus consecuencias y las herramientas legales para combatirla.
Kajsa Ekis Ekman |
Durante décadas se puso el foco del feminismo en las víctimas (las de
violencia sexual, maltrato, prostitución, trata, violencia psicológica), ¿es el
momento de empezar a cambiar ese foco hacia los perpetradores y el sistema que
los mantiene?
Hablar de víctimas no es
controvertido: nadie cuestiona a un ONG ayudando a las víctimas de trata o una
campaña mediática sobre víctimas de abuso. Hasta el culto de la codependencia
contribuyó a culpabilizar a las víctimas, quienes reciben el consejo de
analizar sus propios defectos como causa del abuso. Dirigiendo la mirada hacia
los abusadores provocamos un cambio de perspectiva en muchos sentidos:
legislativo, mediático, académico y psicológico. En Suecia se produjo ese
cambio en términos legales en 1999 cuando, por primera vez en la historia, el comprador
de servicios sexuales empezó a ser penalizado. En España veo también que los
medios de comunicación ya no hablan de "mujer asesinada" o
"mujer violada" sino de "un hombre mató a su esposa". Ese
es un lenguaje que visibiliza al abusador.
Un cambio en el lenguaje para un mundo en el que el auge del
neoliberalismo está cambiando los mecanismos, las herramientas y los procesos
del patriarcado. ¿Cuál cree que es el que mejor le está funcionando ahora a
este sistema?
Hay cosas que cambian y cosas que
no; la prostitución como tal no cambió mucho y tampoco la violencia de género.
Lo que sí cambió son las formas de legitimar la opresión: las mismas prácticas
que antes se defendían con el orden divino y la biología hoy se defienden con
la libre elección, el empoderamiento y la diversidad. Es una forma de
apropiarse del discurso radical de los años setenta y en adelante. Yo sí creo
en la libre elección, es decir, la elección de los libres. El abusador decide
abusar. Ni la biología lo impone ni la mujer engaña. Hace poco leí el
testimonio de Paula Zubiaur, Gritos silenciosos, sobre una mujer abusada
físicamente por su marido durante el franquismo. El régimen en casa era una
dictadura: aquí mando yo, yo soy Dios. Hoy los abusadores ya no se presentan
como dictadores sino como víctimas. "Ella me maltrata, las mujeres son
violentas también...". Hay un nuevo movimiento de
"hombres-víctimas" que es mucho más manipulador porque es el mismo
abuso pero con disfraz de víctima y capaz de atraer la simpatía de las mujeres
abusadas.
¿Cuál creés que es el principal obstáculo del feminismo en esta lucha
que se extiende desde la calle a las redes sociales?
El feminismo de hoy es mucho más
amplio que el de los años sesenta y setenta. Éramos miles, ahora somos
millones. Lo más fuerte es que somos intelectuales y populistas a la vez. Somos
el sueño de toda izquierda. Desarrollamos teorías y estamos en la calle, y como
cada mujer es el sujeto de la lucha, tenemos una herramienta muy fina para
juzgar las teorías: nuestra experiencia. Si una teoría es verdadera, es como si
se iluminara la noche con una fuerte luz, porque nuestra experiencia es la base
con la cual comparamos la eficiencia de la teoría. Hemos pasado por una época
muy oscura, posmodernista, donde nos enseñaban a amar la opresión como
subversiva, secuestrando al pobre Foucault por sus fines; la época que empieza
ahora tiene muchas más posibilidades.
Entre ellas las que da Internet, las redes sociales. ¿En qué creés que
ayuda más la presencia virtual del feminismo y en qué perjudica más?
Cuando las leyes, y la aplicación
de las leyes no funcionan, las redes son una herramienta fantástica para poder
reclamar justicia. En Suecia tuvo mucho impacto el movimiento Me Too. Mujeres
que anteriormente habían denunciado a sus violadores sin éxito ahora salían a
las redes para hablar públicamente. Los violadores cayeron como bolos:
periodistas, famosos, hasta un artista muy cercano a la Academia, quien había
estado violando y abusando de mujeres durante décadas con impunidad total. Sin
las redes no hubiera pasado esto. La misma función utiliza Shaun King del
movimiento Black Lives Matter en los Estados Unidos contra la brutalidad de la
policía. También hay un peligro evidente; cualquier persona puede decir
cualquier cosa y nadie sabe si es verdad.
Esa democratización del discurso que ofrece la web también llegó al
debate sobre prostitución y alquiler de vientres, ¿son dos formas de esclavitud
del siglo XXI?
La prostitución y los alquileres
de vientres son dos lados de la misma moneda. Ambas convierten a la mujer en
mercancía, ambas comercializan lo que es más fundamental en la vida humana,
sexo y reproducción; ambas tienen como superestructura el mito de la libre
elección y la idealización de la cosificación y son mutuamente exclusivas.
Ningún prostíbulo quiere aceptar a un hijo fruto de sexo comprado. Ningún
comprador de vientres de alquiler tiene sexo con la madre. Como dijo Marx, la
burguesía se forja un mundo a su imagen y semejanza; así crea el hombre
patriarcal un mundo donde separa entre sexo y reproducción, putas y santas,
amantes y madres. Eso, literalmente, forma dos industrias.
En cuanto a prostitución, Suecia tiene la mejor ley para luchar contra
ella. ¿cómo creés que puede evolucionar esa legislación?
Estoy muy orgullosa de la ley. El
hecho de que nadie nos pueda comprar es fantástico. El número de hombres que
compran sexo bajó, los niveles de trata son mucho más escasos que en Finlandia
y Dinamarca. Los jóvenes no piensan que son más machos por comprar sexo, al
contrario, lo ven como algo repugnante que solo los asquerosos que no pueden
conseguir mujeres tienen que hacer. Incluso el estigma de haber estado en la
prostitución está desapareciendo. Las sobrevivientes hoy hablan de una manera
que hubiera sido impensable hace 30 años. Una ley, sin embargo, no es nada sin
su aplicación: el éxito depende del trabajo de la policía. En las ciudades
donde hay unidades que trabajan con este tema los resultados son muy buenos y
si de repente aflojan, se nota inmediatamente. En Estocolmo los resultados son
muy buenos gracias a un excelente trabajo. Hubo un intento de criminalizar
también la compra de sexo en el exterior, como se hizo en Noruega, pero no
resultó,desafortunadamente. Además, habría que modernizar la ley para poder
atacar a los sitios web que ofrecen servicios como los de los sugar daddies
(relaciones basadas en un intercambio económico, hombres mayores y mujeres
jóvenes que, por dinero, entablan una relación), que es prostitución oculta.
Europa tiene formas dispares de luchar contra esto, ¿cuál pensás que es
el país que va en el mejor camino?
Francia tiene una ley
abolicionista que es mucho más amplia que la sueca. Creo que sería un ejemplo
para España también, porque en Francia sí había prostitución antes de la ley.
En Suecia había muy poca, eran unos cuantos proxenetas drogadictos, pero no
había una verdadera industria.
Para investigar parte de esa industria, pasaste dos años recorriendo
Europa conociendo los sindicatos en esta área, ¿cuál fue la principal
conclusión que sacaste?
Que los supuestos sindicatos no
son sindicatos. Son lobbies con la meta de obtener una legalización total de la
industria. Algunos son fundados por estados como en Holanda, otros por
proxenetas como en Reino Unido, algunos son activistas como en Francia. Pero no
encontré ni un solo sindicato, en el sentido de una organización fundada y
pagada por miembros que luchan contra los dueños de la industria. La pregunta
obvia a una organización que se autoproclama sindicato es: ¿qué lograron? Si no
obtuvieron ni un solo beneficio, ni una reducción de horas laborales, ni
precios más altos, ¿qué tipo de sindicato es? Además cabe decir que hasta desde
una perspectiva monetaria, olvidando por un momento los derechos humanos, una
legalización de la industria de sexo reduce los precios, mientras el precio de
un acto sexual en Suecia es muy, muy alto porque hay poca oferta.
Aunque la apropiación del cuerpo de las mujeres es secular, ¿percibís
que el incremento de partidos conservadores está recrudeciendo el proxenetismo
global?
La industria de sexo no tiene
nada que ver con la división política. Tiene que ver con los derechos humanos,
y hay gente que lo entiende y gente que no. Y tiene que ver con la demanda y el
acceso. Si hay una industria legal y abierta, obviamente más hombres compran
sexo. En Alemania uno de cada cuatro hombres compran sexo. En Suecia uno de
cada 13. Simplemente los argumentos a favor de la prostitución cambian según la
orientación política: la derecha dice que es algo que siempre existió y que eso
no cambiará nunca, la izquierda dice que es un derecho vender sexo. Se puede
pintar la mierda en muchos colores, pero sigue siendo caca.
¿Cuál creés que es la razón de que los gobiernos no pongan freno a la
mercantilización de los cuerpos de las mujeres de forma efectiva con
instrumentos legales?
Cada día hay más gobiernos que lo
entienden. Ahora en Alemania, por primera vez, hay una mayoría parlamentaria a
favor del modelo abolicionista. Y en Nueva Zelanda se está mostrando que la
descriminalización fue un fracaso total. Mira, yo siempre digo: la prostitución
es sexo entre dos personas, una que quiere y una que no. Y es así de simple.
¿Cómo es posible tener sexo con alguien que no te quiere, que siente asco por
vos? La industria fomenta una falta de respeto total hacia la voluntad de las
mujeres, el deseo de las mujeres. Fomenta crimen, mafias, venta de nenas, la
muerte prematura de miles de mujeres... ¡Y no tiene ni una sola ventaja! No
trae absolutamente ningún beneficio para la sociedad. Y si desaparece, nadie la
extraña. Los hombres tienen que encontrar mujeres que sí quieran tener sexo con
ellos.
Y después de hablar de "cuerpos" ¿cómo de erróneo es ese
concepto? Durante varios siglos se ha disociado el cuerpo de la mente, sin
embargo, el ser humano es una entidad completa. ¿Cuánto ha afectado esto a la
cosificación de los cuerpos de las mujeres? ¿Cómo afecta todavía?
Decía Anne Mignard en Les Temps
Modernes en 1976, "uno no tiene un cuerpo, uno es un cuerpo". La
división religiosa entre alma y cuerpo se convirtió hoy en una manera de
disociación bajo el régimen capitalista. "Yo vendo mi cuerpo, pero no me
vendo a mí misma". Así las mujeres en prostitución tratan de sobrevivir,
guardando su alma, acomodando el cuerpo. En psicología se llama disociación, en
marxismo se llama reificación, pero es la misma cosa. El acto de separarse de
su cuerpo, de no sentir su cuerpo. Los testimonios de la prostitución hablan
muy claramente de eso. ¿Y no está ahí la paradoja? El sexo es un acto donde se
supone que dos personas se unen para disfrutar juntos de sus cuerpos, y aquí
pasa lo contrario. Una persona disfruta, la otra persona disocia. Y la primera
persona ni se da cuenta. Acá está la tragedia del prostíbulo.
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