Julie Bindel: “Si llamas empresario a un proxeneta deja de ser
reconocido como un criminal”
Nerea Novo
4 de octubre de 2018
Lleva décadas enfrentándose a uno
de los principales pilares que sostienen el patriarcado: el sistema
prostitucional. Julie Bindel mira a los ojos de las supervivientes de la
industria del sexo de todo el mundo. Escucharlas cambió su vida y marcó una
trayectoria periodística que ha levantado críticas feroces dentro y fuera del
movimiento feminista pero que, a su vez, ha inspirado a las nuevas generaciones
de periodistas. En esta entrevista habla sin tapujos de la industria del sexo.
Bindel disecciona a pornógrafos, lobbystas pro-prostitución, financiadores y
académicos a favor de la legalización de la prostitución. No teme las consecuencias
porque cree firmemente en sus compromisos con la causa abolicionista y con uno
de los principios básicos del periodismo: ejercer de control del poder. En 2017
publicó The Pimping of Prostitution: abolishing the sex work myth, una obra
producto de años de investigación en la que revienta los mitos de la industria
del sexo y expone sus miserias tras conocer a fondo organizaciones, lobbystas y
activistas prosex de todo el mundo. Se trata de un relato minucioso e
impactante, tan iluminador como sobrecogedor que motiva a combatir la
esclavitud del siglo XXI.
Julie Bindel participará en 2019
en el Seminario Internacional Retos y desafíos para la abolición de la
prostitución en el siglo XXI, organizado por Feminicidio.net, junto a otros
referentes del movimiento abolicionista global y a quienes también hemos
entrevistado, Kajsa Ekis Ekman y Juan Carlos Volnovich. En este prólogo de su
visita a Madrid nos muestra su apoyo por la abolición de la prostitución en
España.
Julie Bindel |
--¿Cómo fue el proceso por el que
pasó hasta convertirse en la periodista feminista y abolicionista que es hoy?
Era muy joven cuando me fui de
casa, tenía 17 años. Venía de una familia de clase trabajadora, con pocas
oportunidades para las mujeres y un sexismo flagrante. En ese momento, y eso lo
documento en mi libro, conocí una serie de asesinatos de mujeres prostituidas y
no prostituidas perpetrados por un asesino en serie en el norte de Inglaterra.
Y era clara la misoginia hacia las mujeres prostituidas por parte de la policía
y los medios de comunicación. También fui consciente de que la misoginia hacia
todas las mujeres estaba en su apogeo, que la forma en que la gente entendía
los asesinatos de mujeres prostituidas a manos de hombres era que “ellas se lo
habían buscado”, que se trataba de una elección que habían hecho estas mujeres
y, por lo tanto, se lo merecían.
En ese momento yo estaba
involucrada con un grupo de feministas que hacían campaña contra la violencia
hacia las mujeres y las niñas, viendo la pornografía en las calles y todo tipo
de violencia sexual. Para mí quedó muy claro que esto era una pandemia, que
tenía su raíz en el hecho de que las mujeres estaban totalmente oprimidas por
los hombres, que esto no era sobre hombres o mujeres como individuos, que
pueden ser victimarios o víctimas. Era un sistema. Y la prostitución integraba
una parte importante de ese sistema y esa cultura.
Los años siguientes, cuando
incluso los movimientos más radicales tenían miedo de hablar sobre prostitución
en público, me di cuenta de que la prostitución es la peor forma de violencia
masculina porque había dinero detrás y porque, al ser una cuestión
mercantilizada, también era una de las peores caras del capitalismo y el
colonialismo. Me di cuenta de que este era un argumento clave, que podíamos
convencer de que “lo bueno” era “malo”: que la violencia de género es mala, que
el abuso infantil es malo pero… cuando decías que la prostitución era mala,
incluso las feministas discutían y argumentaban que se trataba de la elección
de una mujer. Y aún así era muy claro que todos los problemas contra los que
luchaba, las terribles cosas que sufrían las mujeres, violencia machista, abuso
infantil… todos ellos los habían sufrido las mujeres prostituidas que yo
conocía. Por eso forma parte de mi ideología y como feminista haciendo campaña
contras las violencias machistas jamás lo vi como algo separado.
--Teniendo ese punto de vista,
¿qué le animó a escribir The Pimping of Prostitution?
Cuando la academia se centró
tanto en una ideología de lo que produce lo que ellos llaman “trabajo sexual”,
y eso incluye pornografía, stripping, todos los aspectos de la venta del cuerpo
de mujeres para el placer masculino, me di cuenta de que esto no es una teoría
de la conspiración sino la cábala de un grupo de gente poderosa que ha marcado
la agenda. Esta agenda, contradiciendo las visiones de la izquierda y el
liberalismo, nunca apoyaría la industria del tabaco o la compra-venta de
riñones de hombres pobres del continente africano, pero apoyan la prostitución
sin apoyar el derecho de los hombres de comprar sexo explícitamente: apoyan el
derecho de las mujeres a vender sexo.
Cuando vi ciertos estudios
académicos a nivel internacional, me di cuenta de que nadie hablaba del sexo en
prostitución, nadie hablaba de la realidad más cruda de estas mujeres… Hablaban
de cosas como la girlfriend experience (experiencia novia) o bondage y
masoquismo, de hombres vendiendo sexo como parte de su subcultura erótica,
hablaban de prestar servicios a personas con discapacidad… Todo era parte de un
eufemismo y, por supuesto, la mayor “desinfección” que viene por parte de un
sector de la academia es la idea de que si descriminalizas todos los aspectos
de la prostitución, las personas prostituidas estarán a salvo y no habrá más
violencia machista, ni policial, ni por parte de los proxenetas o los clientes.
¡Todo esto era claramente tan orwelliano! Y sucedía sin poder cuestionarlo, al
mismo tiempo que colegas académicas trataban de publicar sus artículos apoyando
el modelo nórdico o criticando la prostitución como sistema; no conseguían
sacar sus artículos en publicaciones que dependían de la revisión y aprobación
de otros colegas. Incluso estudiantes de doctorado que querían hacer su tesis
doctoral sobre aspectos dañinos de la industria del sexo eran persuadidos por
sus supervisores para que la hicieran sobre el empoderamiento de las mujeres en
prostitución. Y, por supuesto, la mayor limpieza y manipulación que se ha hecho
al respecto de este tema es la sugerencia de que no son mayoritariamente masculinos
tanto demandantes como proxenetas y que no es mayoritariamente femenina la
parte abusada. Se habla de “gente” en prostitución y “managers” (o
empresarios), que pueden ser de ambos sexos.
--Ha viajado por todo el mundo
conociendo el lobby y ha conocido, entre otros, el PIC (Prostitution
Information Centre), un centro de información en pleno Ámsterdam cuyo modelo no
parece aún muy extendido. Pero ¿cuáles son los formatos con los que se ha
cruzado?
Depende de dónde provienen y a
dónde van los fondos de prevención del VIH/sida. La Open Society Foundation es
líder en la ideología pro-prostitución. Creo que la Fundación de Bill y Melinda
Gates lo es en menor medida, pero han sido persuadidos. Son gente mayor que dan
financiación y toman decisiones sobre dónde debe ir esa financiación. Y han
sido convencidos de que con la legalización de la prostitución los ratios de
VIH/sida bajarán drásticamente. Dedico un capítulo sobre eso en mi libro: la
ciencia no lo apoya. Claramente, con la legalización los hombres tienen más
oportunidades para no usar preservativos. Y hay otros sistemas que no apoyamos,
como el prohibicionista, que no lo apoyamos porque no queremos que las mujeres
sean detenidas, pero la legalización solo da a los clientes más oportunidades
para no llevar preservativos.
Por ejemplo, un estudio en
Alemania sobre sexo seguro (y este ni siquiera era un estudio de nuestro lado
del debate) muestra que un 70% de los demandantes de prostitución piden sexo
sin preservativo y eso es bajo un marco de legalización. El resto de los datos
se pueden ver en mi libro, pero lanzaron una edición especial de un informe
financiado por dinero de prevención del VIH/sida que incluía una serie de
artículos que argumentaban, sin mucha base científica, que la descriminalización
de los demandantes bajaría las tasas de VIH/sida más de un 40% en 10 años.
Así que la financiación va a
países en los que hay una prevalencia alta del VIH/sida. Por ejemplo, Sudáfrica
y otros países africanos. También son países en los que se han realizado
proyectos sanitarios, como Kenia, Países Bajos, Alemania, Corea del Sur,
Camboya… Si algo de ese dinero debería destinarse a hacer lobby y campañas por
la legalización de la prostitución o la descriminalización, en realidad paga
grandes salarios de líderes de ONG para que digan que representan a las
trabajadoras sexuales en un sindicato y todas están de acuerdo en que quieren
la descriminalización. Pero estas trabajadoras sexuales, como las que
entrevisté en Camboya, ni siquiera conocen las palabras que les ponen en la
boca. Claro que quieren que paren las detenciones por parte de la policía, como
lo queremos nosotras para todas las mujeres, hombres, niños, niñas y personas
transgénero. Lo llevamos diciendo décadas: no queremos criminalizar a las personas
prostituidas, pero lo que se les dice a estas mujeres en estos países es que
ahora son parte de un sindicato y que ahora luchan por los derechos de las
trabajadoras sexuales. En realidad están luchando por salir de esa situación,
por el derecho a no ser detenidas ya que la policía también abusa de ellas.
En definitiva, el dinero que va a
estos países para reducir el VIH/sida en parte es usado para crear falsos
sindicatos y para luchar desde un frente ideológico de la industria del sexo
con el objetivo de legalizar la prostitución.
maltrato. Eva Lobatón |
--¿Cuál es el interés personal de
hombres como George Soros en esta cuestión? La mayor parte del presupuesto para
este tema destinado en 2018 en Europa fue asignado a tres países: Suecia,
Francia y España. ¿Es esto casual? ¿La fundación de Soros estudia al movimiento
abolicionista para debilitarlo?
Sí, la Open Society Foundation ha
destinado una gran parte de su investigación al “efecto del modelo sueco”, como
ellos lo llaman, y claramente están deseando incorporar a personas de la
academia pro-prostitución en investigaciones que cuestionen la criminalización
de la demanda. Así que presentan un estudio global que dice que el modelo
nórdico ha fallado y que esto pone en peligro a las trabajadoras sexuales, al
tiempo que no reduce el número de clientes…
El dinero es clave para esto
porque si tú convences a un grupo de personas, eminencias, científicos, de que
con la descriminalización del comercio sexual se reducirán las infecciones por
VIH/sida en un 40%, la gente va a pensar que es una oportunidad demasiado buena
como para perderla, que esto salvará millones de vidas en las próximas décadas.
Esto no está basado en nada coherente y es fácil de echarlo abajo, pero el
problema es que la mayoría de la gente en el mundo que no tiene ningún
conocimiento sobre la realidad del comercio sexual tiene una opinión sobre ello
y lo apoya. La narrativa dominante es: legalicemos el comercio sexual, las
mujeres lo eligen, la trata es mala, la prostitución es transgresora y
empodera.
Todos estos científicos, líderes
de ONG y las personas con buenas intenciones que realmente quieren hacer lo más
seguro para las mujeres, reducir el VIH/sida… muchos de ellos ya tienen una
inclinación ideológica que está avanzando hacia la legalización porque esta es
la narrativa popular. La vemos en la cultura popular, por la televisión, en
libros sobre “putas felices”, lo vemos en Secret diary of a call girl (serie de
televisión titulada Servicio completo en España, emitida en FOX), que está
escrita desde la perspectiva de alguien completamente atípico entre las mujeres
prostituidas. Tenemos esta narrativa dominante de la misma forma que hace
cuatro décadas en Europa se decía que fumar estaba bien, que era bueno para ti,
para el pecho: “es cool, queda bien, te relaja…”. Y con el tiempo, hacer
campañas, lobby y la buena ciencia hemos cambiado nuestra visión y ahora
sabemos que fumar es malo y que hay algunos fumadores que no han tenido
problemas de salud que no deberían hablar en nombre de la industria.
Hoy lo que hacemos es cuestionar
la narrativa y poner encima de la mesa la propuesta abolicionista que, por
supuesto, es la correcta. Y al frente de ese desafío están las supervivientes
de la industria del sexo, que son expertas en el tema y es por eso que quise
escribir un libro, porque no todas las supervivientes que escriben bien tienen
la oportunidad de publicarlo. La mayor mentira que ha sido contada en el mundo
moderno es que la prostitución se elige, que asegura que no es dañina y que la
legalización resolverá todos los problemas.
--¿Cómo funciona en el Reino
Unido la industria del sexo? ¿Hay complicidad policial y de integrantes de
partidos políticos?
El problema es que los hombres de
izquierdas son profundamente hipócritas en este tema. Obviamente, cuando tienes
toda una industria del sexo basada en imperialismo, colonialismo, racismo,
misoginia, pobreza y capitalismo extremo no regulado, lo normal sería que la
izquierda saliera a protestar contra eso. Sin embargo, como es el derecho de
los hombres a acceder al cuerpo de las mujeres y porque lo ven como parte de lo
que las mujeres realmente queremos y lo que es bueno para nosotras, su
misoginia queda bastante clara. Esta es la mayor hipocresía de la agenda de
izquierdas, independientemente de que se autoconvenzan de que están apoyando
los derechos de las mujeres al apoyar el comercio sexual. Se niegan a verlo
como verían cualquier otra gran corporación dirigida por criminales, dañando a
gente pobre, a las más vulnerables. En este país tenemos un Partido Laborista,
un Partido Verde y un Partido Liberal-Demócrata que están oficialmente a favor
de la descriminalización de la prostitución y dicen hacerlo en favor de las
trabajadoras sexuales. Necesitan ser desafiados en este sentido, que su
hipocresía se destaque claramente y comparar con otras industrias que explotan
seres humanos porque realmente hacen una excepción con la prostitución al
apoyarla.
--¿En qué estado de salud se
encuentra el movimiento abolicionista allí para luchar contra ello?
El lobby pro-prostitución siempre
ha sido más fuerte que el movimiento abolicionista porque tiene mejor
financiación. Llama más la atención a la gente porque brinda una forma más
cómoda de mirar un problema. Es más fácil pensar que ellas siempre han estado
ahí y que las mujeres eligen, aunque pasen por una situación de desesperación,
abuso, violencia, pobreza y proxenetismo… Para las mujeres también es mucho más
cómodo aceptar que la prostitución no es dañina y que otras mujeres lo eligen
porque de otra forma cuando desayunan por las mañanas tendrían que mirar al
otro lado de la mesa y ver que su hijo o su marido también mantienen viva a
esta industria.
A pesar de que el movimiento por
los derechos de las trabajadoras sexuales tiene más poder, estamos empezando a
desafiar un equilibrio que hemos conseguido principalmente por el auge del
movimiento de supervivientes. No son mujeres que dicen “fui violada”, “fui
abusada”, “pobre de mí”. Son mujeres que dicen: “así se comporta la policía”,
“así son los puteros”, “así es el comercio sexual”, “así es como funciona la
legalización y estas son las políticas y los programas de salida de la
prostitución que necesitamos”. Así que en movimiento abolicionista estamos
claramente encabezadas por supervivientes.
Y claramente vamos ganando porque
hay más países ahora que han implementado el modelo nórdico que países que
apuestan por la legalización o descriminalización. Dicho esto, hay muchos
países a los que no hemos prestado atención. Estoy haciendo una pieza para una
revista estadounidense en la que entrevisté a Amelia Tiganus. La pieza iba
sobre Suiza, donde acabo de estar, en Ginebra y Zúrich, las dos ciudades más
grandes del país y uno de los peores lugares de comercio sexual legal de los
que he visto en el norte global. Es legal desde 1942 e incluso yo, con mi gran
investigación y visitando numerosos países y haciendo cientos de entrevistas,
solo visité un día las cajas en las que los demandantes de prostitución entran
con el coche para abusar de mujeres en Zúrich. Busca “sex boxes” en Zúrich… son
horribles, como los prostíbulos, que los llevan quienes dicen que esto es solo
otro servicio más de la industria del sexo. Está tan mal como en Alemania y
necesitamos estar más vigilantes de esos países y sus políticas, de cosas que
se nos hayan pasado.
Cada día ganamos más fuerza y
persuadimos a más personas, más gobiernos y más grupos de que llevamos razón,
de que el problema que tenemos es que Amnistía Internacional, la Organización
Mundial de la Salud, ONU Mujeres, se han creído este sin sentido de la
prevalencia del VIH/sida. Y tenemos que estar más vigilantes del origen de
estos discursos y seguir haciendo campaña al más alto nivel en todos los
frentes: la sociedad, la legislación y el gobierno.
--La Unión Europea ha mantenido
una posición neutral en este tema. ¿Podemos esperar un paso al frente de la
Unión Europea hacia políticas abolicionistas?
En 2014 una de las
europarlamentarias, Mary Honeyball, llevó a cabo una Directiva que plantea que
todos los Estados miembros deberían apoyar el modelo nórdico. Claramente,
tenemos que estar atentas a todos los niveles de la política. La ONU, la Unión
Europea, Estados Unidos y su terrible prohibición con leyes que penalizan a las
mujeres… Tenemos que tener mucho cuidado al apoyar, por ejemplo, la causa de
revocar la legalización en Nevada, escribí sobre ello en The New York Review of
Books. Necesitamos tener mucho cuidado cuando apoyamos la revocación de la legalización
para, al mismo tiempo y de forma fraccionada, hacer campaña por descriminalizar
a las mujeres y no volver al mismo sistema, como en el resto de Estados Unidos,
donde son detenidas por ser prostituidas. Desde mi punto de vista, tenemos que
priorizar la campaña por la descriminalización de las personas prostituidas
incluso sobre criminalizar a los puteros. Porque si criminalizamos a los
puteros, pero las mujeres siguen siendo detenidas, eso es prohibicionismo con
un poco de atención en el demandante. Y sabemos las enormes barreras que
afrontan los hombres y las mujeres que salen del comercio sexual con
antecedentes.
--En la entrevista que le hizo a
Amelia Tiganus ella describía los tipos de putero que había conocido aquí en
España. ¿Cómo son los puteros en Reino Unido? ¿Hay turistas sexuales?
Creo que hay algunas similitudes.
Tampoco hay muchas diferencias. Creo que hay puteros que tienen un sentido de
derecho propio, hay puteros que son simplemente sádicos a los que no les
importan las mujeres y hay puteros que no son conscientemente sádicos pero que
aún así son dañinos. Los turistas sexuales creo que son alentados a convertirse
en puteros cuando visitan países en los que la prostitución es legal o cuando
está muy aceptada o visible. Hombres que visitan Ámsterdam, Praga o distintas
ciudades de España, sin intención de consumir pero que pueden llegar a sentir
la presión del grupo para convertirse en puteros y pensar: “¿Por qué no?”.
Cuando tienes un McDonald’s al final de tu calle, es más probable que comas
comida rápida si eres vago y te han dicho que no tiene nada de malo. Y si no
tienes un McDonald’s en cinco kilómetros a la redonda y no hay envío a
domicilio, es más probable que pases y te prepares algo tú mismo.
Los hombres ven a menudo el
autoservicio en coche (drive-through) o zonas de tolerancia, que son como con
el McDonald’s: llegas, coges a una chica, ¿y por qué no? Está al final de la
calle. Yo he conocido hombres en los Países Bajos que van a lo que se llaman
zonas de tolerancia a mirar a las mujeres de los escaparates y considerar si
eso es algo que quieren hacer. Si esas zonas de tolerancia no existieran, y por
supuesto no deberían existir, entonces habría menos puteros.
Creo que el proceso de
construcción del putero, desde mi perspectiva, con la cantidad de entrevistas
que he hecho y los hombres que he conocido y visto en prostíbulos, se divide en
dos grandes tipos: unos son misóginos y eso es lo que pagan por sexo, porque
ven a las mujeres como meros orificios y receptáculos que usar. Y luego hay
hombres que empezaron a pagar por sexo bajo algún tipo de presión social o de
grupo, o algún tipo de concepción de que esto les ayudaría a ser sexualmente
maduros… Lo que sea. Y entonces es cuando se convierten en misóginos, al pagar
por sexo, porque no puedes evitar convertirte en el tipo de hombre que ve a las
mujeres como trozos de carne si pagan por sexo. De otra manera, no serían capaces
de hacerlo.
--¿Qué puede contarnos de países
en los que la prostitución está legalizada y se sostiene con un capitalismo
feroz?
Hay algunas diferencias en los
países que han decidido apostar por la legalización. Pero en todos se alimentan
ciertos mitos: tienes que creer que es un trabajo, que es un empleo normal, que
las mujeres u hombres eligen estar involucrados, que es un negocio legítimo en
el que se debería pagar impuestos. Tienes que creer que no hay ninguna
diferencia con vender un sándwich o los servicios de un fontanero o un
electricista, que el consumidor tiene derechos y que hay formas diferentes de
llevar estos negocios.
Si llevara un catering y
trabajara con comida puede que elija crear un negocio de sándwiches que llevo a
oficinas donde se los vendo a la gente y solo necesitaría una pequeña cocina
para prepararlos y una cesta. O puedo elegir tener un pequeño puesto donde
vender mi comida al lado del parque, o puedo tener un restaurante, o puedo
tener una nave donde preparo comida para vender a restaurantes… Es lo mismo en
el comercio sexual. Si crees todas estas cosas y lo ves como un negocio normal,
¿por qué no puedes tener un prostíbulo con autoservicio en coche? ¿Por qué no
aceptar a seis hombres queriendo hacer un gangbang con una mujer? Por qué no
tener una oferta que diga: “dos por uno antes de las seis de la tarde” o “tras
la medianoche, comida gratis y folla todo lo que quieras por 50 euros”; “si
eres mayor o pensionista… ¡puedes pagar la mitad!”. El resto de los negocios lo
tienen. Y este es el problema de cuando la prostitución es vista como una
comodidad, como un negocio, un trabajo legítimo. No puedes tenerlo todo: si
legalizas tienes que tratarlo exactamente igual que si estuvieras vendiendo
hamburguesas, coches o ropa.
--Parte de la investigación de su
libro se la dedica al crimen organizado y su vinculación con proxenetas legales
e ilegales y líderes de estas organizaciones pseudo-sindicales.
Obviamente, si descriminalizas el
comercio sexual consigues más credibilidad y permisividad con los demandantes
de prostitución, das apoyo y respetabilidad a los dueños de los prostíbulos y
los proxenetas, que se convierten en managers o empresarios y las mujeres no
tienen más protección de la que tendrían si fueran criminalizadas. De hecho,
tienen menos protección porque no pueden, como en los países con el modelo
nórdico, coger un teléfono y decir: “aquí hay un hombre que quiere pagar por
sexo conmigo”; ellos ni siquiera necesitan perpetrar un acto de violencia
contra ellas porque ya están criminalizados. Por lo tanto, si descriminalizamos
el comercio sexual y el proxenetismo se convierte en algo como ir a comprar una
hamburguesa, ellos nunca serán detenidos. Si tienes más demanda de
prostitución, tienes más mujeres prostituidas, tienes más actos sexuales y, por
lo tanto, más actos con violencia sexual porque la violación en claramente
endémica en la prostitución. Se cometen actos más violentos que desgarran el
ano o la vagina… Más mujeres en prostitución conlleva también una bajada de los
precios y, por lo tanto, los demandantes serán más capaces de conseguir sexo
sin preservativo si pagan un poco más. Al no haber policía persiguiéndolos
tampoco le tienen miedo a eso y: ¿cómo inspeccionas si dentro de la
descirminalización alguien está llevando preservativo? ¿Están los agentes en la
habitación o le ponen ellos el condón en la polla?
Insisto: al llamar empresario a
un proxeneta deja de ser visto como un criminal. Si legalizas o
descriminalizas, tienes más demandantes de prostitución, más prostíbulos
legales e ilegales, más proxenetas, más demanda de sexo más violento y sádico,
por lo que se cometen más crímenes. Y los proxenetas son más brutales en
contextos descriminalizados porque tienen protección policial.
--¿Contesta esto también al
argumento de que la descriminalización reduce la trata?
Claro, descriminalizar el
comercio sexual significa una luz verde para los traficantes, es muy atractivo
para ellos. Por eso prefieren ir a Nueva Zelanda, Alemania o Países Bajos que
países como Suecia o Francia, donde la policía tiene el ojo puesto en la
demanda sin detener a las personas prostituidas, ya que las políticas están
focalizadas en criminalizar a los explotadores.
Así que, por supuesto que crecerá
la trata tanto en la legalización como en la descriminalización, porque en
ambos sistemas sabemos que crecen tanto los prostíbulos legales como los ilegales
porque los legales suponen una pantalla de legalidad. Incluso oficialmente en
Nueva Zelanda tienen un tipo de prostíbulo que puede albergar hasta a cuatro
personas prostituidas y sus dueños no tienen ni que pedir una licencia, así que
eso es el salvaje oeste.
--¿Conoce la situación en España
con la prostitución?
Veo que está muy arraigada en la
cultura española, los hombres jóvenes son más susceptibles de ser llevados a
prostíbulos para sus primeras experiencias sexuales de la mano de sus propios padres
u otros hombres más mayores. También conozco una investigación que analizaba la
demanda de prostitución en seis países, entre ellos, España, y he trabajado con
activistas contra la prostitución españolas que me comentan la gravedad de la
situación. Y esto también lo he visto yo con mis propios ojos en Madrid,
Barcelona, Málaga… Los prostíbulos están tan aceptados y normalizados y tenéis
un comercio sexual más legalizado que nosotros aquí. El número de demandantes
de prostitución en España es mayor incluso que en el Reino Unido y eso que
nosotras tenemos una industria relativamente normalizada y grandes problemas.
Creo que en términos de liberación de las mujeres luchando contra el
patriarcado y lo que hemos conseguido hasta ahora, en España ha sido más
complicado debido a la influencia de la Iglesia Católica. Pero todo esto lo veo
gracias a feministas españolas, para nada impongo mi visión colonialista
británica en este sentido.
--Para terminar en clave
positiva: ¿qué le diría al movimiento abolicionista de España?
No creo que necesitéis ningún
estímulo o aliento. Necesitáis todo el apoyo que podáis conseguir de
feministas, aliados feministas y otros activistas y grupos por los derechos
humanos que os ayuden en esta lucha. Somos un movimiento global y no podemos
dejar que cada país luche sus propias batallas porque en algunos países es más
complicado que en otros. En España tenéis un trabajo tremendamente difícil y
aquí en Reino Unido lo tenemos complicado, pero creo que es más difícil aún en
España. Así que necesitamos ir a España y decir: ¿qué queréis que hagamos? Y
quizás luego vosotras en España tengáis que ir a Kenia, por ejemplo, y decir:
¿qué necesitáis que hagamos?
Y tenemos que reconocer que
ganaremos, que nunca dudemos ni por un segundo. Tenemos que visualizar un mundo
sin prostitución y tenemos que trabajar para conseguirlo como un gran objetivo
entre nosotras. Debemos vernos como un movimiento global y recordar que tenemos
razón, que hay dinero detrás de esto y que es por eso que el otro lado es tan
poderoso, pero tenemos que convencer a todas las personas con buenas
intenciones que podamos y que no se crean la basura que les cuentan. Porque
muchos de los activistas pro-prostitución simplemente necesitan recibir la
información de vuestras organizaciones y de otras supervivientes.
Tenemos que tener claro que habrá
gente que nunca esté convencida, pero esos son los delincuentes, los
beneficiarios, los criminales… Y: ¿sabes? Creo que tenemos que aferrarnos a una
cosa: nunca he conocido una abolicionista convencida que se haya cambiado de
lado y empezara a hacer campaña pro-prostitución. Y, sin embargo, conozco
muchas que solían estar en el lado pro-prostitución que han cambiado y se han
puesto de nuestro lado de la batalla.
portada-libro-bindel-prostitución
Biografía de la entrevistada
Julie Bindel (1962, Darlington,
Reino Unido) es periodista, escritora, feminista radical y cofundadora de
Justice for Women, una organización de apoyo a mujeres procesadas por matar a
sus parejas tras ser víctimas de violencia de género.
Autora de libros como Straight
expectations (2014) y The Pimping of Prostitution: Abolishing the Sex Work Myth
(2017), también ha participado en la edición de The Map of My Life: The Story
of Emma Humphreys (2003) y Exiting Prostitution: A Study in Female Desistance.
En 2008 fue nominada como
Periodista del Año en los Stonewall Awards, unos premios en reconocimiento a
las personas que han influido en las vidas de lesbianas, gays, bisexuales y
transexuales en Reino Unido.
Fuente:
https://geoviolenciasexual.com/julie-bindel/
No hay comentarios:
Publicar un comentario