Gestación subrogada: la legalización del modelo liberal de la trata de
seres humanos
Los vientres de alquiler son un
ejemplo más de la mercantilización del cuerpo de la mujer, al mismo nivel que
la prostitución o la trata de blancas
Por José Antonio Gómez - 08/03/2019
El concepto de la gestación
subrogada es antitético con los principios fundamentales de la izquierda,
No se trata de criminalizar a
quienes acuden a este método de concepción, sino el propio concepto. Pagar por
utilizar el cuerpo de una mujer es un nuevo tipo de prostitución. Tan aberrante
es ésta como aquélla. El cuerpo de la mujer no tiene precio, sea para lo que
sea, sea para conseguir favores sexuales, sea para concebir a un hijo.
Desde sectores favorables a la legalización
se intenta confundir a la sociedad con argumentos adulterados y fuera de la
realidad. Por ejemplo, se habla del derecho a ser padres. No, no existe tal
derecho. Se tiene derecho a la vida, se tiene derecho a la salud, pero tener
progenie no es un derecho, es un deseo personal. Mercantilizar el cuerpo de la
mujer por satisfacer un deseo es algo bastardo y, sobre todo, se trata de un
nuevo tipo de violencia que se quiere vender envuelto con el caramelo de la
bondad.
Por otro lado, algunos de los que
defienden la maternidad subrogada afirman que lo hacen por «respeto a la
libertad de la mujer», cosa que es imposible porque alquilar el cuerpo femenino
no es, precisamente, un modo de respetar esa libertad, más bien se trata de
atacarla. Con ese mismo argumento estaríamos defendiendo la prostitución o la
trata de mujeres.
El propio concepto de gestación
subrogada es un modo de limitar la libertad a decidir sobre su propio embarazo.
Hay un contrato que está obligada a cumplir, independientemente de las secuelas
que le pueda producir. Si se defiende el derecho de la mujer a decidir sobre un
embarazo no se la puede obligar a cumplir con un contrato que limita dicha
libertad.
La gestación subrogada supone un
control sexual de la mujer, al mismo nivel que los matrimonios concertados o la
compra por dote. Eso no es libertad, más bien es esclavizar durante 9 meses por
cumplir un contrato que está obligada a respetar. Ese mismo control sexual se
aplica en las sociedades occidentales en los países en los que está prohibido
el aborto o el uso de anticonceptivos, además de que el propio concepto se
asemeja al de la prostitución.
Los defensores de los vientres de
alquiler afirman que se trata de una técnica de reproducción, cosa que es falsa
ya que el cuerpo de la mujer no se puede catalogar como un tubo de ensayo en un
laboratorio. Hablamos de seres humanos a los que se confiere la categoría de
producto por el mero hecho de que haya personas que tengan el deseo de tener
progenie.
Aquellos que defienden la existencia
y la legalización de la gestación subrogada siempre ponen por delante el
altruismo de las mujeres que se ofrecen para concebir a un hijo que será de
otros. Ya es una contradicción en sí misma puesto que recibir una compensación
económica elimina ese concepto. Por otro lado, también argumentan que esas
mujeres se presentan voluntarias, que nadie las fuerza. Eso se da en pocos
casos. Mercantilizar el cuerpo de la mujer lleva a que unas pocas excepciones
de voluntariedad se transformen en redes de tráfico de úteros similares a las
de órganos, las de drogas o las de personas.
Rivera y Ciudadanos: defensores
de la mercantilización femenina
El presidente de Ciudadanos,
Albert Rivera, ha declaró que «Hay algunos que quieren ser padres, no abuelos,
y no pueden esperar más de 10 años para adoptar». Unas palabras por las que
defendía la regularización legal de la maternidad subrogada en España. Ciudadanos es un partido de ideología
liberal, es decir, que defiende el libre mercado, lo que implica que cualquier
cosa es susceptible de convertirse en negocio. Incluso la vida humana.
El proyecto sobre vientres de
alquiler del partido de Rivera permitirá la solicitud para ser padres los
ciudadanos españoles o extranjeros residentes en España. Las mujeres gestantes
tendrán que ser mayores de 25 años y no recibirán ningún tipo de remuneración.
Hay que ser claros en este
asunto, no hay que quedarse en medias palabras o interpretaciones sesgadas. O
se está a favor del respeto a los derechos de la mujer y a los derechos humanos
o se está a favor de la mercantilización del cuerpo de las mujeres y de la
compra de seres humanos. Albert Rivera y muchos otros están a favor de regular
una actividad similar a la esclavitud que fue abolida en España en el año 1870,
porque, por mucho que se quiera asegurar que las mujeres gestantes no recibirán
remuneración alguna, el hecho de utilizar el cuerpo de una mujer para concebir
un hijo destinado a otra pareja es, además de cruel, un modo de esclavitud.
Las propuestas de Rivera y de los
dirigentes de su partido en referencia a esta problemática son un manifiesto de
quienes defienden que se pueda contratar a una mujer para quedarse embarazada y
tener un hijo que luego no será suyo porque ya ha habido alguien que ha
redactado un contrato que se lo impide. No se puede ser más cruel: pagar por
separar a una madre de su hijo. Los argumentos de los defensores de la
maternidad subrogada dicen que es el único medio por el que las parejas o
matrimonios españoles pueden acceder a la progenie porque los canales de
adopción están prácticamente vedados debido a la ruptura de acuerdos
internacionales o a las trabas que ponen ciertos países a, por ejemplo,
permitir la adopción para las parejas gays.
Hay un concepto fundamental que
inhabilita este argumento. Ser padres no es un derecho recogido por ninguna
convención internacional ni por ninguna Constitución democrática. La
paternidad/maternidad es una elección, un deseo. Es cierto que las elecciones
personales pueden convertirse en derechos, tal y como ocurre con el derecho de
la mujer a elegir sobre su maternidad. Pero esta elección se circunscribe al
ámbito de la persona, no incluye a terceros ni, por supuesto, lleva consigo un
acuerdo comercial.
Los defensores de los vientres de
alquiler como Rivera enseguida ponen encima de la mesa un nombre: California.
La realidad, sin embargo, demuestra que la gestación subrogada está creando
redes de tráfico de vientres que no son tan idílicas. Hay países donde se han
abierto centros, granjas, donde las mujeres son recluidas para quedarse
embarazadas, una vez, y otra, y otra, y otra… mujeres que no tienen la libertad
de elegir si quieren o no quieren ser madres, mujeres que son tratadas como
verdaderas esclavas. La India es el mejor ejemplo de ello. De las mujeres que
están recluidas ahí, mueren un 2% durante el embarazo o en el parto. Si esto
ocurre, los padres que han comprado el cuerpo de un ser humano tienen derecho a
elegir otro vientre. Una especie de indemnización. En estas granjas nos
encontramos con que muchas de esas mujeres están casadas y que sus maridos
dejan de trabajar porque tienen el negocio en el útero de su esposa. Esto es lo
que defienden Rivera y todos aquellos que son favorables a la gestación
subrogada.
Fuente
https://diario16.com/gestacion-subrogada-la-legalizacion-del-modelo-liberal-de-la-trata-de-seres-humanos/
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