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lunes, 31 de mayo de 2021

Los principios de la bioética y los vientres de alquiler

Los principios de la bioética y los vientres de alquiler

22/11/2020

AUTORA  Vanesa Rodriguez Vilas

 

Cuando hablamos de vientres de alquiler es habitual escuchar que son una técnica de reproducción asistida o un tratamiento para la infertilidad. Las feministas tenemos claro y hemos argumentado que no lo es, pero me gustaría añadir por qué para las ciencias de la salud tampoco. Básicamente, porque existen unos principios éticos que hacen que los vientres de alquiler no puedan ser considerados un tratamiento. Uy, ¿unos principios de qué? A continuación, intentaré hacer un brevísimo resumen del origen de la bioética y de estos principios (estáis a tiempo de hacer unas palomitas para acompañarme).

 

La bioética nace en el siglo XX para dar respuesta a los conflictos que surgían entre el avance de la biotecnología y los principios morales. Supone un debate entre la medicina, la filosofía y la ética para responder si todo lo técnicamente posible es éticamente aceptable. Aunque la bioética no es exclusiva de la medicina, en occidente nace y se desarrolla en el ámbito de las ciencias de la salud, muy ligada al ámbito de la medicina, la enfermería, la farmacia, la biología…

 

En 1974 se crea la Comisión Nacional para la Protección de los Sujetos Humanos de Investigación Biomédica del Comportamiento para identificar cuáles eran los principios éticos que deberían cumplirse en la investigación con seres humanos. En 1978, los comisionados publican el «Informe Belmont», en el que distinguen tres principios éticos: respeto por las personas, beneficencia y justicia. En 1979, Tom L. Beauchamp y James F. Childress publican su famoso libro Principios de ética biomédica, donde reformulan estos principios para ser aplicados a la ética asistencial.

 

En la actualidad, la bioética está presente en instituciones de salud mediante los comités de ética asistencial (sí, probablemente en ese hospital al que vas a hacerte una revisión anual hay uno) y los comités de ética de la investigación. El comité de ética asistencial es un órgano consultivo e interdisciplinar al servicio de los profesionales y usuarios de los centros sanitarios para la prevención o resolución de los conflictos éticos que pudieran generarse en el proceso de atención sanitaria. El comité ético de la investigación, tal como indica el Instituto de Salud Carlos III, “tiene como misión garantizar el respeto a la dignidad, integridad e identidad del ser humano en lo que se refiere a la investigación con humanos, con muestras biológicas o con datos de origen humano, así como promover un comportamiento ético en la investigación.”

 

Vaya, ¿hay una ética asistencial? Curioso que con la cantidad de profesionales de la salud que trabajan en este negocio, nadie haya mencionado estos principios, ¿verdad? Si todavía te quedan palomitas y has llegado hasta aquí me gustaría que continuaras leyendo un poco más.

 

Vamos a hipotetizar y a considerar que los vientres de alquiler son un tratamiento médico para la infertilidad, tal como defienden los surropapis y el lobby proxeneta reproductivo. A continuación hablaré del principio de la no maleficencia, de autonomía y de justicia desde el punto de vista de la mujer gestante. Creo que sería incluso más interesante ahondar en estos principios desde el punto de vista de las criaturas, pero lo dejaré para otras pensadoras.

 

El principio de no maleficencia cuya formulación clásica era primum non nocere, ha sido traducida como «en primer lugar, no hacer daño». Según este principio de la bioética, un profesional sanitario nunca debe causar más daño del que ya tenga el paciente; lo primero antes de mejorar una situación, es no generar un daño mayor. Algo muy simple que en la práctica médica diaria se traduce en sopesar riesgos vs beneficios y que conlleva que una actuación no deberá realizarse si los riesgos no superan los beneficios. Ejemplo: si la pastilla del colesterol va a causarte más daño que beneficio, recetártela y recomendártela sería una mala praxis médica. En el caso de los vientres de alquiler, estamos sometiendo a una mujer sana a un tratamiento que no necesita para su propia salud (¿Qué riesgos vs beneficios hemos sopesado aquí?). Dividimos los beneficios de ser “padre/madre” y los riesgos del embarazo y parto en dos personas. Si a mí me duele la cabeza, el tratamiento me lo debo tomar yo, ya que soy la que tiene el problema. Lo mismo si no puedo llevar un embarazo a término. Imaginaos que yo tenga una hernia lumbar y la solución médica sea que se opere a una mujer sana de la India, ¿qué locura verdad?, pues es lo que se está haciendo con los vientres de alquiler. Asumimos que no tener hijos o hijas es una enfermedad, y la cura es poner en peligro la salud de una mujer y quitarle su criatura. ¿En serio? ¿Qué profesional de la medicina pone en peligro la salud de una mujer sana por los deseos de otras personas? Me imagino dos supuestos: el que se ha perdido las clases de bioética en la facultad o el que se está sacando una buena suma de dinero a costa de enfermar a mujeres sanas, y me decanto más por el segundo.

 

El principio de la autonomía es el derecho de los sujetos a decidir sobre su salud. La concreción más evidente de este principio es el consentimiento informado, ya sea verbal o escrito, necesario antes de cualquier intervención. En el caso de los vientres de alquiler, a las mujeres no se les da un consentimiento informado, se les da un contrato. Una de las características de la autonomía es que tiene que ser actualizada en la medida de lo posible. Por ejemplo, cualquier persona que haya hecho un preoperatorio y firmado un consentimiento puede negarse a la cirugía en la puerta de un quirófano sin ser sancionada por ello (ya que han firmado un consentimiento no un contrato, ojo). En el caso de los vientres de alquiler a las mujeres se les obliga a firmar un contrato que las priva de toda libertad y autonomía sobre su cuerpo. No hay opción a negarse ni a decidir sobre su propia salud, estas mujeres han firmado un contrato y su incumplimiento conlleva posibles represalias judiciales y sanciones económicas. Van a ser los compradores los que decidirán dónde vive, qué vacunas se pone, qué pruebas se hace, qué come, si se puede teñir el pelo, si puede tener relaciones sexuales, qué fármacos tomará y cómo, cuándo y dónde será el parto. La supuesta libertad se invoca para la firma del contrato, pero acto seguido queda anulada.

 


Para que exista autonomía, la persona tiene que conocer los riesgos vs beneficios de una práctica; en el caso de los vientres de alquiler, a las mujeres se les informa de los riesgos de un embarazo “normal”. En ningún momento se les informa de los riesgos que supone para su salud la hormonación extra a la que serán sometidas durante todo el proceso de embarazo y parto, como tampoco se les informa de los riesgos psicológicos derivados de vivir un embarazo disociado ni del acto “voluntario” de entrega de a su bebé a los que han pagado para su existencia.

 

El principio de justicia supone la equidad en la distribución de cargas y beneficios. Por lo tanto, ¿a que no sería ético investigar un fármaco con personas de África para luego comercializarlo en Europa? De la misma forma que no sería ético probar un fármaco en niños huérfanos que no van a beneficiarse de los resultados. Las ciencias de la salud necesitan trabajar continuamente con estos principios para que no se repitan errores del pasado. En el caso de los vientres de alquiler, las cargas las sufren mujeres desfavorecidas en situaciones de necesidad y siempre en desigualdad con los contratantes.

 

El lobby del alquiler de vientres y mercado de bebés junto con toda la industria tecnorreproductiva está presionando a la OMS (Organización Mundial de la Salud) para que considere que cualquier motivo que nos impida reproducirnos sea considerado una enfermedad. Como ejemplo, tenemos al señoro David Adamson, experto en fertilidad y miembro de la OMS, que dice: “La definición de infertilidad está ahora escrita de modo que incluye los derechos de todos los individuos para tener una familia, incluyendo a hombres solteros, mujeres solteras, hombre gay y mujer gay. Traza una línea para dejar claro que un individuo tiene el derecho de reproducirse tenga o no un compañero sexual. Es un cambio enorme”.

 

Veamos los pasos: primero, consideramos una enfermedad el no poder tener hijos/as (ya sea por soltería, pareja del mismo sexo, etc), segundo, decimos que tenemos derecho a reproducirnos y, tercero, consideramos los vientres de alquiler una técnica de reproducción asistida. De esta forma podemos deshumanizar el embarazo y el parto diciendo que son una técnica, convirtiéndolo además en la cura para una supuesta enfermedad que se han inventado e intentarán que la OMS reconozca como tal. Ya veis que con dinero y poder hasta la explotación reproductiva y el tráfico de criaturas se puede edulcorar en pleno siglo XXI. Pero que no se olviden de las mujeres, de la fuerza que tenemos, de que no nos creemos el cuento, y de que vamos a luchar por nosotras, por nuestras hermanas y por las criaturas convertidas en moneda de cambio. Y no, señoros, nuestra lucha no es altruista, porque a cambio queremos un mundo sin explotación reproductiva ni tráfico de criaturas.

Fuente

https://tribunafeminista.elplural.com/2020/11/los-principios-de-la-bioetica-y-los-vientres-de-alquiler




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lunes, 10 de agosto de 2020

Vientres de alquiler

 Copiado de Facebook

Leo en un muro:

" QUIENES SON UDES PARA JUZGAR ? INFÓRMENSE.-La subrogación de útero se trata de una manifestación de voluntades donde una mujer lleva adelante un embarazo para otra persona o pareja.Se aplica como terapia para toda persona que desee tener un hijo y que no tenga posibilidad de llevar adelante el embarazo, por ejemplo, un hombre, dos hombres, o en mujeres por ausencia del útero, por estar afectado o por riesgo de vida para llevar adelante un embarazo."

Y mi sangre hierve, mi cara se pone verde y le contesto:

"¿manifestación de voluntad libre el tener que arriesgar la vida en un parto para tener un hijo para otros a cambio de dinero? ¿de qué libertad hablán? ¿saben que el 80% de las muertes por complicaciones del embarazo ocurren al final del mismo y durante el parto y el puerperio?¿ alguien dice que es libre el que vende un riñón?? ¿¿En verdad??????"

"¿por qué nunca hablan de la libertad de vender un riñón o un pedazo de hígado?? Me atraganta la inequidad de género. Mercantilizan todo, pero los cuerpos de las mujeres son instrumentalizados sin duscusión alguna! Las personas no somos cosas para vender enteras o de a piezas. No estamos ni en venta ni en alquiler, pedazo de esclavistas!

Un parto es más peligroso que vender un riñón, pero de eso no hablan!

Ay, caray, Covid o no Covid, pueden seguir llamándome feminazi, o femininja o como quieran. Saben bien que tenemos razón en nuestro enojo. Saben que clamamos por justicia, nada más. Si quieren un hijo, adopten, manga de misóginos chauvinistas! Sepan que su ADN no tiene nada de espectacular!

#NuncaConLosEsclavistas.

#NuncaConLosDespreciadoresDeMujeres.

#SiempreConLasNiñas

#SiempreConLasMujeres. Del muro de Stella Manzano

viernes, 8 de mayo de 2020

Ucrania: Bebés almacenados en stock por empresas sin autorización legal de tutela de menores



30/04/2020
AUTORA


Berta O. García
Docente









¿Qué pasará con los bebés que van a nacer de vientre de alquiler en Ucrania durante este periodo de confinamiento y cierre de fronteras debido al Covid-19? Esta era la pregunta que me rondaba la cabeza. Los medios se hacían eco de la situación que vivían algunas familias «atrapadas» en Kiev, pero ¿y los bebés que nacerían solos?, ¿tendría el Estado ucraniano previstas medidas de protección y tutela hacia los bebés nacidos en Ucrania por vientre de alquiler de ciudadanas ucranianas? No se sabía nada de ellos.

Lo cierto es que el Estado ucraniano se ha desentendido de esos bebés. Nos enteramos en qué situación viven por las redes sociales y la web de la empresa de vientres de alquiler Biotexcom, que sigue operativa en Ucrania a pesar del escándalo en el que se vio envuelta en 2018 por tráfico de personas, falsedad documental y evasión de impuestos, entre otros delitos.

Es la propia empresa la que muestra a esos bebés en sus cunas en un gran salón del hotel Venecia en Kiev –hotel a disposición de los clientes que contratan el paquete de alquiler de vientre VIP–, a cargo de cuidadoras en un régimen laboral cuando menos abusivo, ya que Biotexcom se jacta de tenerlas allí confinadas con los bebés por periodos de 30 días, sin poder ver a sus seres queridos más que por videoconferencia.

Así pues, el Estado ucraniano discrimina a esos bebés simplemente por el procedimiento por el que han venido al mundo, a pesar de –insisto– haber nacido en Ucrania de madres ucranianas. Una vulneración flagrante de derechos y garantías por parte del Estado de Ucrania hacia recién nacidos por encargo y contrato en su territorio, almacenados en stock por una o varias empresas que no cuentan con autorización legal de tutela, guarda y custodia de menores.



Imagen de BioTexCom de sus instalaciones. Es la principal empresa en Ucrania de alquiler de mujeres con fines reproductivos

Esta dejación de funciones por parte de Ucrania y lo que ello revela de desprotección hacia la parte más débil, el bebé, que es el objeto de contrato de la mal llamada «gestación subrogada», viene a sumarse a todo lo que venimos denunciando sobre la práctica de los vientres de alquiler. Mientras tanto, la empresa Biotexcom continúa su actividad a todo ritmo, ofreciendo incluso contratos online de vientres de alquiler.

Biotexcom sigue operativa en Ucrania a pesar del escándalo en el que se vio envuelta en 2018 por tráfico de personas, falsedad documental y evasión de impuestos,

Estos días atrás saltó a los medios el desmantelamiento de una red de tráfico de menores que operaba en Ucrania. Se detuvo a varias personas que regentaban una clínica de vientres de alquiler y se dedicaban a vender recién nacidos a ciudadanos chinos «solteros de una cierta orientación» (así aparecían descritos y entrecomillados en los medios), involucrados también en matrimonios ficticios con ucranianas. El viceministro de Interior de Ucrania Anton Gerashchenko emitió un comunicado en el que calificaba a la clínica como «supermercado para la venta de bebés», lo que me lleva ineludiblemente a preguntarme si acaso las clínicas que operan según la legalidad ucraniana no lo son también. Es curioso cómo en unos contextos se utilizan los términos «compra» y «venta» y en otros no, cuando el objeto de la transacción comercial –sea ésta legal o no– es siempre un bebé y es siempre a cambio de dinero.

Lo más sorprendente es que Gerashchenko añadió que el alquiler de vientres no está regulado en Ucrania, aunque tampoco prohibido por ley, y afirmó que Ucrania no debería ser «un campo de juego semilegal para la trata de bebés». Ojalá esta reflexión lleve a buen puerto y Ucrania prohíba de una vez por todas la explotación reproductiva de sus mujeres y la compraventa de recién nacidos. No obstante, hay una tarea pendiente y urgente aún a resolver por parte del Estado: la protección y tutela inmediata de esos bebés que siguen en manos de las empresas que se dedican a venderlos.

Fuente


Nota: imágenes y negritas están en la nota original






Fui gestante subrogada altruista y ahora estoy en contra de TODA subrogación



04/02/2020
AUTORA
Redacción Tribuna
La revista de información que te cuenta lo que otros no creen importante
Escrito por NMN
Traducido por Berta O. García @Omnia_Somnia

Fui gestante altruista para una amiga y un amigo que eran pareja; gesté y di a luz a gemelos. Fue una experiencia increíblemente traumática y tuve que recibir tratamiento por el trastorno de estrés postraumático (TEPT) que me provocó. Nunca hablo con nadie sobre mi experiencia, ya que todavía la encuentro completamente devastadora.
Únicamente oímos hablar de experiencias positivas en los medios, impulsadas por las organizaciones que promueven la subrogación. Es importante que la gente sepa también que la subrogación puede salir muy mal, así como el impacto que deja para toda la vida en las mujeres que ofrecen sus cuerpos para que otros los usen.
Me convertí en gestante para una pareja de amigos. Creía ingenuamente que, dado que los partos de mis propios hijos habían ido bien, sería igual de fácil en un embarazo subrogado. Pensé que había investigado mucho y hablé con otras gestantes sustitutas antes de embarcarme en ello.

Únicamente oímos hablar de experiencias positivas en los medios, impulsadas por las organizaciones que promueven la subrogación.

Sin embargo, acepté hacerlo antes de saber lo suficiente sobre los procedimientos médicos extremadamente intrusivos y dañinos a los que tendría que someterme. Creía ingenuamente que simplemente me serían implantados los embriones atendiendo a mi propio ciclo menstrual. No sabía que mi ciclo natural tendría que detenerse químicamente, ni la cantidad de hormonas dañinas y sintéticas que tendría que tomar para crear un ciclo artificial que estuviera coordinado con el de la donante de óvulos.
Una vez que descubrí la cantidad de hormonas que tendría que tomar, sentí que no podía dar marcha atrás sin destrozar a mis amigos. Seguí adelante muy a pesar mío y de las advertencias de mi propio instinto, porque no quería que se ofendieran ni que se disgustaran.
Con el fin de aumentar las posibilidades de éxito, también me convencieron de que me dejara implantar dos embriones. Ahora sé que yo no tenía pleno conocimiento de que gestar y dar a luz gemelos suponía mayores riesgos para mí.
Echando la vista atrás, veo que sacrifiqué mi propia salud y seguridad para dar prioridad a los deseos de los padres intencionales. Me doy cuenta también de que, cuando tomé aquellas decisiones, mi estado psicológico revela que sufría complejo de mártir y que era demasiado abnegada. Pasé completamente por alto mis prioridades personales. Todo era debido a mi falta de autoestima y de asertividad, y porque sólo me valoraba a mí misma por lo útil que era para los demás. Tenía un sentido hipertrofiado de la «entrega».




Con el fin de aumentar las posibilidades de éxito, también me convencieron de que me dejara implantar dos embriones. Ahora sé que yo no tenía pleno conocimiento de que gestar y dar a luz gemelos suponía mayores riesgos para mí.


Esto es algo muy común en las mujeres, ya que la socialización femenina fomenta y entrena a las mujeres y a las niñas a colocarse en segunda posición, a dar prioridad a los demás y a ser «amables». Esta socialización y psicología femeninas deben ser objeto de investigación y estudio y ser tenidas muy en cuenta en el contexto de las gestantes altruistas.

A lo largo del embarazo, experimenté celos y enfados repentinos por parte de la madre intencional, molesta porque yo podía quedar embarazada tan fácilmente. Ambos, tanto ella como él, me presionaban sobre cómo y dónde tenía que dar a luz. Tenía que ser muy asertiva para dejar claro que se trataba de mi cuerpo y que el proceso fisiológico del parto funciona mejor cuando la madre se siente completamente segura y da a luz de la manera en que se siente más cómoda. Tuve que dejar muy claro que esas decisiones me concernían sólo a mí.
Sentí que se creían –hasta cierto punto– «dueños» de mi útero y de mí, y que «merecían» dirigir el parto porque veían a los bebés como «suyos».
El parto resultó ser traumático en extremo, con uno de los bebés ingresado en la unidad de cuidados intensivos neonatales y yo con desgarro perineal de segundo grado.

A partir de ahí, comenzó una horrible pesadilla que duró dos años, ya que las matronas se movieron rápidamente para culparme a mí y acusarme falsamente de haberles impedido ayudar en el parto. Esta culpabilización es una experiencia ya familiar entre las mujeres que sufren partos traumáticos; vivimos en una cultura en la que ya sabemos que la sanidad pública hará todo lo posible para evitar la responsabilidad en las demandas por negligencia médica. Hubo cuatro investigaciones distintas por parte del colegio oficial independiente de matronas que concluyó que todas las matronas que intervinieron en el parto fueron culpables de no intervenir en un caso de emergencia y de no controlar la salud fetal durante el parto. El trauma del parto se agravó posteriormente por el trauma de ser culpabilizada y de tener que soportar durante dos años un montón de investigaciones que finalmente me exoneraron de culpa. En lugar de seguir adelante con mi vida después de la subrogación, tuve que revivir el trauma una y otra vez durante todo el tiempo que duraron las investigaciones.

Tras el parto, la madre y el padre intencionales me abandonaron más o menos por completo, dejaron que me las arreglara por mi cuenta para hacer frente a las mentiras de las matronas y la revictimización de la que fui objeto. No me apoyaron ni me defendieron y me quedé sola para sobrellevar las diversas investigaciones.
Me dolió muchísimo que no me invitaran al bautizo de los gemelos. Me utilizaron por mi útero y luego me desecharon cuando ya no me necesitaban. Fue la experiencia más degradante y horrible. Mi salud mental colapsó y, dos años después de aquel parto traumático, me diagnosticaron trastorno de estrés postraumático (TEPT), por lo que tuve que ponerme en tratamiento.
Nunca le cuento a nadie lo que pasó, ni siquiera a mis parientes más cercanos, no quiero revivirlo. Sólo me decidí a hacerlo a raíz de la Law Commissioners’ consultation. [1]

Me quedaron secuelas del parto, incontinencia y diástasis de rectos (separación de los músculos abdominales) que me provocan problemas a diario. No sé cuáles serán los efectos para mi salud a largo plazo de las grandes cantidades de hormonas sintéticas que tuve que tomar, ni el posible aumento del riesgo de cáncer de mama, ya que no amamanté a los bebés.
Ahora estoy absolutamente en contra de TODAS las subrogaciones, tanto de las comerciales (que en mi opinión son completamente inmorales) como de las no remuneradas o altruistas. El riesgo de abuso es demasiado grande. No se debe alentar a las mujeres a poner en peligro su salud y seguridad emocional y física por la «necesidad» de otras personas de tener bebés. Las mujeres importan. No se debe alentar a las mujeres a ponerse en segundo lugar ni a arriesgar nuestras vidas por otras personas.
Recomiendo ilegalizar TODAS las subrogaciones como lo han hecho otros países. La ley no debe modificarse para facilitar la explotación de las mujeres, tanto de las mujeres que son vulnerables por su pobreza como de las que simplemente tienen buenas intenciones y están mal informadas como yo.

También pienso a menudo en la pobre y joven estudiante de Europa del Este que tuvo que soportar la extracción de óvulos –y sus consecuencias para toda la vida– para pagar sus estudios. Hay muy poco de «ético» en la subrogación.

Comparte tu historia
Creemos que hay muchas mujeres que sufren en silencio una experiencia infeliz, dañina o traumática después de «donar» sus óvulos o de haber sido «gestante sustituta» en beneficio de otras personas. Si desea compartir su historia de forma anónima, nos encantaría saber de usted. https://nordicmodelnow.org/share-your-surrogacy-or-eggsploitation-story/

[1] En Gran Bretaña, período de consulta abierto del 6 de junio al 11 de octubre de 2019 con el fin de reformar la actual ley de subrogación.

Artículo publicado en https://nordicmodelnow.org/2020/01/29/i-was-an-altruistic-surrogate-and-am-now-against-all-surrogacy/


Fuente:

Nota: las negritas están en el original



sábado, 1 de febrero de 2020

Gestación subrogada: la legalización del modelo liberal de la trata de seres humanos


Gestación subrogada: la legalización del modelo liberal de la trata de seres humanos
Los vientres de alquiler son un ejemplo más de la mercantilización del cuerpo de la mujer, al mismo nivel que la prostitución o la trata de blancas
Por José Antonio Gómez -  08/03/2019

El concepto de la gestación subrogada es  antitético con los principios fundamentales de  la izquierda,
del feminismo, de la defensa de la igualdad entre mujeres y hombres y del respeto a los derechos humanos. El cuerpo de un ser humano no puede monetizarse porque nos encontramos ante un caso flagrante de trata de personas o una tipología encubierta de esclavitud.

No se trata de criminalizar a quienes acuden a este método de concepción, sino el propio concepto. Pagar por utilizar el cuerpo de una mujer es un nuevo tipo de prostitución. Tan aberrante es ésta como aquélla. El cuerpo de la mujer no tiene precio, sea para lo que sea, sea para conseguir favores sexuales, sea para concebir a un hijo.



Desde sectores favorables a la legalización se intenta confundir a la sociedad con argumentos adulterados y fuera de la realidad. Por ejemplo, se habla del derecho a ser padres. No, no existe tal derecho. Se tiene derecho a la vida, se tiene derecho a la salud, pero tener progenie no es un derecho, es un deseo personal. Mercantilizar el cuerpo de la mujer por satisfacer un deseo es algo bastardo y, sobre todo, se trata de un nuevo tipo de violencia que se quiere vender envuelto con el caramelo de la bondad.

Por otro lado, algunos de los que defienden la maternidad subrogada afirman que lo hacen por «respeto a la libertad de la mujer», cosa que es imposible porque alquilar el cuerpo femenino no es, precisamente, un modo de respetar esa libertad, más bien se trata de atacarla. Con ese mismo argumento estaríamos defendiendo la prostitución o la trata de mujeres.

El propio concepto de gestación subrogada es un modo de limitar la libertad a decidir sobre su propio embarazo. Hay un contrato que está obligada a cumplir, independientemente de las secuelas que le pueda producir. Si se defiende el derecho de la mujer a decidir sobre un embarazo no se la puede obligar a cumplir con un contrato que limita dicha libertad.

La gestación subrogada supone un control sexual de la mujer, al mismo nivel que los matrimonios concertados o la compra por dote. Eso no es libertad, más bien es esclavizar durante 9 meses por cumplir un contrato que está obligada a respetar. Ese mismo control sexual se aplica en las sociedades occidentales en los países en los que está prohibido el aborto o el uso de anticonceptivos, además de que el propio concepto se asemeja al de la prostitución.

Los defensores de los vientres de alquiler afirman que se trata de una técnica de reproducción, cosa que es falsa ya que el cuerpo de la mujer no se puede catalogar como un tubo de ensayo en un laboratorio. Hablamos de seres humanos a los que se confiere la categoría de producto por el mero hecho de que haya personas que tengan el deseo de tener progenie.

Aquellos que defienden la existencia y la legalización de la gestación subrogada siempre ponen por delante el altruismo de las mujeres que se ofrecen para concebir a un hijo que será de otros. Ya es una contradicción en sí misma puesto que recibir una compensación económica elimina ese concepto. Por otro lado, también argumentan que esas mujeres se presentan voluntarias, que nadie las fuerza. Eso se da en pocos casos. Mercantilizar el cuerpo de la mujer lleva a que unas pocas excepciones de voluntariedad se transformen en redes de tráfico de úteros similares a las de órganos, las de drogas o las de personas.

Rivera y Ciudadanos: defensores de la mercantilización femenina

El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, ha declaró que «Hay algunos que quieren ser padres, no abuelos, y no pueden esperar más de 10 años para adoptar». Unas palabras por las que defendía la regularización legal de la maternidad subrogada en España.  Ciudadanos es un partido de ideología liberal, es decir, que defiende el libre mercado, lo que implica que cualquier cosa es susceptible de convertirse en negocio. Incluso la vida humana.

El proyecto sobre vientres de alquiler del partido de Rivera permitirá la solicitud para ser padres los ciudadanos españoles o extranjeros residentes en España. Las mujeres gestantes tendrán que ser mayores de 25 años y no recibirán ningún tipo de remuneración.

Hay que ser claros en este asunto, no hay que quedarse en medias palabras o interpretaciones sesgadas. O se está a favor del respeto a los derechos de la mujer y a los derechos humanos o se está a favor de la mercantilización del cuerpo de las mujeres y de la compra de seres humanos. Albert Rivera y muchos otros están a favor de regular una actividad similar a la esclavitud que fue abolida en España en el año 1870, porque, por mucho que se quiera asegurar que las mujeres gestantes no recibirán remuneración alguna, el hecho de utilizar el cuerpo de una mujer para concebir un hijo destinado a otra pareja es, además de cruel, un modo de esclavitud.

Las propuestas de Rivera y de los dirigentes de su partido en referencia a esta problemática son un manifiesto de quienes defienden que se pueda contratar a una mujer para quedarse embarazada y tener un hijo que luego no será suyo porque ya ha habido alguien que ha redactado un contrato que se lo impide. No se puede ser más cruel: pagar por separar a una madre de su hijo. Los argumentos de los defensores de la maternidad subrogada dicen que es el único medio por el que las parejas o matrimonios españoles pueden acceder a la progenie porque los canales de adopción están prácticamente vedados debido a la ruptura de acuerdos internacionales o a las trabas que ponen ciertos países a, por ejemplo, permitir la adopción para las parejas gays.



Hay un concepto fundamental que inhabilita este argumento. Ser padres no es un derecho recogido por ninguna convención internacional ni por ninguna Constitución democrática. La paternidad/maternidad es una elección, un deseo. Es cierto que las elecciones personales pueden convertirse en derechos, tal y como ocurre con el derecho de la mujer a elegir sobre su maternidad. Pero esta elección se circunscribe al ámbito de la persona, no incluye a terceros ni, por supuesto, lleva consigo un acuerdo comercial.

Los defensores de los vientres de alquiler como Rivera enseguida ponen encima de la mesa un nombre: California. La realidad, sin embargo, demuestra que la gestación subrogada está creando redes de tráfico de vientres que no son tan idílicas. Hay países donde se han abierto centros, granjas, donde las mujeres son recluidas para quedarse embarazadas, una vez, y otra, y otra, y otra… mujeres que no tienen la libertad de elegir si quieren o no quieren ser madres, mujeres que son tratadas como verdaderas esclavas. La India es el mejor ejemplo de ello. De las mujeres que están recluidas ahí, mueren un 2% durante el embarazo o en el parto. Si esto ocurre, los padres que han comprado el cuerpo de un ser humano tienen derecho a elegir otro vientre. Una especie de indemnización. En estas granjas nos encontramos con que muchas de esas mujeres están casadas y que sus maridos dejan de trabajar porque tienen el negocio en el útero de su esposa. Esto es lo que defienden Rivera y todos aquellos que son favorables a la gestación subrogada.

Fuente
https://diario16.com/gestacion-subrogada-la-legalizacion-del-modelo-liberal-de-la-trata-de-seres-humanos/