sábado, 26 de noviembre de 2016

La práctica de la prostitución. Un Estudio relacional



La práctica de la prostitución. Un Estudio relacional
Por: Ana Rosa Pratesi en: 11 Aug, 2006

 Tomado de Gazeta de Antropología

Introducción
Este ensayo abreva en la información obtenida en el trabajo de campo para una investigación sobre prostitución infantil realizada en el año 1999 en tres ciudades de la provincia del Chaco. El mismo consistió en la observación de niños, niñas y adolescentes, entrevistas a diez de ellos y entrevistas a funcionarios oficiales, integrantes de organizaciones no gubernamentales e informantes de la calle.

La práctica de la prostitución constituye un campo que involucra tanto a ofertantes como a demandantes de servicios sexuales diferenciados, en torno a este comercio aparecen otros actores cuya función e interés están centrados en la ganancia económica, la seguridad o el enlace entre oferta y demanda; es un ámbito social identificado como "el puterío" por quienes lo conforman.

Para referirse al servicio sexual hablan de "trabajo" y por ello, tanto varones como mujeres, adolescentes y adultos se identifican como "trabajadores sexuales". A riesgo de contradecir la voz de estos sujetos, llamaré prostituidos a los prestadores de servicios sexuales, en tanto son personas que -como veremos más adelante- tienen limitada su posibilidad de elección para ingresar, permanecer o salir de esa práctica.

En este sentido la prostitución y todas las formas de explotación sexual de la mujer, han sido reconocidas por UNESCO como formas contemporáneas de esclavitud. También la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres plantea que la prostitución no es voluntaria, es forzada ya que esclaviza a la mujer a través de ella, porque la misma no puede modificar las condiciones inmediatas de su existencia.

 Silvia Chejter (1999) ha diferenciado estas categorías: "Las modalidades pueden nombrarse como: lujosa, burguesa, pobre. Diferenciación que si bien se podría basar en el nivel económico (...) diferencia rituales y modos de representación que preceden y acompañan el 'servicio sexual', escenarios, escenas y guiones narrativos que identifican a las tres categorías mencionadas". 

Dadas las condiciones socioeconómicas de la provincia del Chaco, que ostenta los mayores índices de pobreza del país, hemos obtenido información sobre la prostitución pobre y sólo indicios sobre la prostitución lujosa y burguesa. 

Se trató de una investigación sociológica en tanto el objetivo estuvo dirigido a revelar las situaciones de prostitución en niños, niñas y adolescentes, detectar circuitos y modalidades y establecer los aspectos relevantes del problema.

En este trabajo intentaré una relectura de esos datos desde el punto de vista de las de las organizaciones familiares, de las relaciones entre los sexos y de la vivencia de ser mujer, desde el punto de vista de las personas prostituidas.
Importa conocer las características de los grupos familiares en que han nacido y crecido los y las adolescentes prostituidos, como así también los grupos familiares que conforman los adultos prostituidos.

En la práctica de la prostitución se ponen en relieve particulares relaciones de sexualidad entre varones y mujeres y, para el caso de nuestra investigación, también las relaciones entre varones y varones.

La dicotomía de roles en que se expresa lo femenino se ponen en juego en la práctica de la prostitución, para las mujeres prostituidas y para los homosexuales afeminados o travestís.  

I. Organizaciones familiares

1. La familia de origen de las y los adolescentes prostituidos

Los grupos familiares de los cuales provienen estos adolescentes -varones y mujeres- son familias nucleares monoparentales con muchos hijos, entre cinco y doce para los casos entrevistados. 

El nucleador del grupo es por lo general la madre, quien tiene sucesivos maridos, de modo que los hijos tienen genitores diferentes y comparten padrastros circunstanciales. Sólo en un caso la madre dejó a sus hijos al cuidado del padre, violento y abusador.

Los padres o padrastros no tienen oficios definidos, realizan trabajos temporarios, por lo general en la construcción. Las madres son empleadas domésticas o amas de casa.

Como resultado de migraciones hacia centros urbanos y traslados dentro de una misma ciudad, la familia nuclear no comparte el mismo territorio que la familia ampliada. Esto provoca una pérdida en el capital social y cultural que no se repara con la incorporación de nuevos recursos sino que las redes en que estas familias se desenvuelven, son muy reducidos en su extensión, pobres en su complejidad y poco eficientes como soporte de los sujetos en situaciones de necesidad, crisis, etc.



Desde el punto de vista de los adolescentes entrevistados, el sentimiento de pertenencia hacia el grupo familiar es muy variable, encontrándose relaciones de:

a) Apego 
Expresan cariño hacia sus padres y hermanos, no aparecen reproches ni recuerdos dolorosos, aún en el marco de la pobreza. "un día me mandaron a limpiar ahí afuera (del hogar), y yo... y había una señora que pasó con su hijo y todo, y entonces yo le extrañaba a mi hermanito y a mi mamá y entonces me puse a llorar porque le extrañaba porque me quedaba hace mucho y entonces un día dejé desde ese día y me vine a mi casa" (Gustavo, 13).

En algunos casos el vínculo afectivo se establece entre hermanos, por este motivo el grupo familiar se conserva a pesar de las relaciones violentas con los padres. ¿lo extrañan ustedes? "si, aparte cuando no teníamos pa' comer, él se iba y buscaba changa y eso..." (referencia al hermano mayor preso) (Soledad, 17).

b) Ambivalencia marcada 
Priman los recuerdos de situaciones dolorosas de desamparo o castigo por parte de los padres, sin embargo aún en los adolescentes mayores se observa una gran resistencia a dejar el grupo familiar. En algunos casos se producen episodios de fuga del hogar, pero luego retornan a la vivienda familiar. En todos los casos el amor entre hermanos queda preservado.

c) Autoexclusión 
Son quienes se han ido del hogar, ya sea por relaciones familiares violentas o por la situación de pobreza. Aún así hay una referencia continua al grupo familiar como el lugar adonde se vuelve o se puede volver.

Se trata de distintos modos de subjetivación de las relaciones familiares que tienen en común la experiencia de violencia, ya sea familiar o social, física o simbólica. Antes de avanzar corresponde delimitar el concepto de violencia en relación con otros términos que suelen usarse como alternativos:

Agresión, concepción biologicista que da cuenta de mecanismos de supervivencia de la especie, fue ampliamente desarrollada por Konrad Lorenz.

Maltrato, punto de vista psicológico, supone un sujeto que vivencia el trato del otro como bueno o malo, en consonancia con las pautas histórico-sociales vigentes.

Abuso, término jurídico que presume la existencia de un contrato y un exceso de una de las partes.

Violencia, perspectiva política, hay una relación de poder en la cual quien se sitúa en la posición superior somete a quien está en la posición inferior.

Estas relaciones de poder están presentes en la vida social y familiar de los adolescentes entrevistados y adoptan distintas modalidades.

d) Violencia social
Para explicar el motivo por el cual se insertaron o se mantienen en el mercado sexual, la gran mayoría hace referencia a necesidades económicas extremas. La falta de empleos o trabajos mal pagos hacen que la prostitución se convierta en el medio para la propia subsistencia, la de sus propios hijos o a sus hermanos más pequeños.

"Pero nosotros queremos llevarle a nuestra familia porque cocina mi mamá cocina para poquitos y todo eso, entonces nosotros nos tenemos que rebuscar, para nosotros para comer" (Juan Carlos, 14).

"Y ahora que mi papá esta internado, mantengo a mi familia le doy la mayoría a mi mama. Para darle de comer a mis hermanos... porque no tienen de que vivir. Porque mamá con lo que gana, seis siete pesos nomás hace ella" (María, 14).

"...señores que me ayudaban, que me daban plata para darle de comer a mi hermanito,  porque yo casi le di de comer a mi hermanito hasta los 11 años, le sigo dando a veces" (Natalia, 13).

A esta violencia desencadenante de la situación se suma el estigma por su condición de prostituido; perciben la descalificación en la mirada de los otros.

"Ahora que estoy embarazada, todos me miran, no puedo andar en el centro porque todos me apuntan." ¿Qué dicen? "Que soy prostituta" (Natalia, 13).

"En la (plaza) 25 hay problemas sí, porque te miran tanto la gente, sospechan mal de vos, piensan otra cosa y vos por no decirle esto o aquello, entonces te vas y no le hacés caso nomás. Te vas y hacés lo que vos tenés que hacer nomás. Yo no digo que es sencillo pero te puede llegar a amargar" (Juan Carlos, 14).

Refiriéndose a sus hermanas menores: "Ya sé que van a tener su plata y todo pero lo que va a sufrir, le digo, no van a tener la frente bien alta para el día de mañana decir, bueno yo no salí con este tipo, todos los tipos la van a conocer, yo ya no puedo decir más eso, le digo, sin embargo ellas todavía pueden, que trabajen, que tengan su estudio, todo, yo no voy a traer a ninguna" (Soledad, 17).

e) Violencia familiar
Algunos de los entrevistados mencionan relaciones familiares violentas. La violencia se ejerce de padres a hijos y en algunos casos de los hermanos mayores a los menores; aparece en distintos niveles de la relación: el simbólico, el físico y el sexual.

Al referirme a niveles no sólo indico aspectos de la relación sino también una graduación en la escalada: la violencia simbólica puede darse sola, pero la aparición de la violencia física implica a la simbólica y la aparición de la violencia sexual implica a la física y a la simbólica.

En el nivel simbólico se expresa como amenazas, insultos, la negación o abdicación de la función paterna o materna que deriva en el abandono o expulsión de uno o más hijos del grupo familiar.

"Hace poco anduvimos una semana por la calle, con Natalia, ella no sé donde vivía, yo andaba en la casa de una amiga, dijeron que probaron y que andaba todo bien. Nosotros somos una molestia para ellos. También me duele que ella me niega que soy la hija. Todo Sáenz Peña me tiene como la hermana y no como la hija." ¿Te tuvo cuando era muy joven? "Cuando tenía 13 años y como no me pudo anotar ella, dejó que me anote mi abuela" (Mónica, 18).

"Lo peor, en mi casa, que me duele, es que mi mamá todo el día me esté criticando por este nenito que tengo en la panza, que no me quiere recibir en casa, porque no me da una mano por él. Una vez, le fui a comprar chocolate y le gasté sin querer la plata, porque ella tenía deseos, parecía que estaba embarazada. Le fui a comprar chocolates y ella me dijo que si yo iba a cojer ahora con mi padrastro para que me dé de comer. No, mi padrastro nunca se quiso abusar conmigo. Si me quiso pegar estando embarazada. Me acusaba de que cuando yo tenga va a salir muerto" (Natalia, 13).

En los castigos corporales hacia los hijos participan tanto las madres como los padres o padrastros.

"Porque mi mamá se juntó con otro hombre y... que sé yo, yo no le quería y discutía con mi mamá siempre no peleábamo´ y siempre me pegaban los dos y entonces agarré y me escapé. Porque a mi mamá yo no la quiero {lo afirma con fuerza, es en uno de los pocos momentos en los que levanta la vista para hablarme}... porque... porque, se dejo con mi papá y se juntó con otro hombre... y a mi padrastro no le quiero, porque es muy abuso cualquier cosa venía malo del trabajo y ya se le desquitaba con cualquiera de nosotros" (Estrella, 18).

Pero la violencia sexual sobre los hijos sólo la ejercen los padres o padrastros sobre las hijas; si bien conocemos que hay situaciones de violencia sexual de padres a hijos varones, no las detectamos en nuestra investigación.

"12 años tenía, mi papá una vez quiso abusar de mi y me escapé, me fui, me echó él. (...) Y me fui, y después me agarró, me rompió la cabeza... con un palo de escoba, a mi mamá le pegaba mucho él... iba a ser peor ahora" (Soledad, 17).

"El tercer marido de mi mamá, ese, cuando mi mamá estaba internada en el hospital para tener a mi hermanito, él me llegó unas varias veces en la cama. Yo tenía 9, 10 años" (Mónica, 18).

Un varón relata una experiencia incestuosa, como escenas de seducción, sin connotaciones coercitivas.

"Con mi hermano en el baño, en el baño fue mi primera experiencia. Sí, ya nos atraíamos el uno al otro, y una vuelta yo me estaba bañando solo, y bueno, entró y pasó lo que tenía que pasar, y bueno; Yo tenía 9, tenía, y él tenía; ¿a ver?;un poquito más tenía, no me acuerdo ahora cuánto... (me lleva) seis por ahí" (Gustavo, 18).

Una cuestión por dilucidar es la posición que adopta la madre ante la relación sexual padre-hija (incesto) o padrastro-hija. Hay indicios en estos casos -y en otros que no provienen de la práctica de la prostitución-, que la madre conoce la situación y actúa de distintas maneras: la tolera explícitamente, finge ignorarla o se lo reprocha a la hija.

Serían casos de madres que, como estrategia familiar implícita, privilegian las relaciones de alianza tratando de retener a sus compañeros, por sobre las relaciones de consanguinidad, postura que funciona como catalizador de la disgregación del grupo familiar.
Otra modalidad de relación violenta se presenta cuando un miembro adulto de la familia actúa como proxeneta, es decir cuando explota comercialmente la relación sexual del adolescente con un cliente.

"Y David es el hijo de él, es hermoso ese pibe, y le manda a ejercer la prostitución, él es chonguito machito y viene si anda algún puto viejo por ahí le manda y agarra. Tipo taxi-boy. Pero es el padre quien lo manda, el padre lo manda. Y si no, no comés, si no te echo; así de simple" (Mario, taxiboy).

"Me comentaba que a ella la hicieron trabajar, y fíjese que ella se quedó embarazada sin saber, un día la hermana le mandó un muchacho a la casa por la plata, y me dio tanta impotencia la hermana mayor, que ya está en eso, la hizo entrar a ella, y ella tontamente entró y embarazó ahí" (Médica).  

2. La familia constituida por mujeres adultas prostituidas

Miriam tiene 29 años, proviene de Buenos Aires y desde un año a esta parte vive en Resistencia. Llegó siguiendo a su marido que es presidiario en la cárcel local, hace 14 años que está casada con él. Tiene cinco hijos, los cuatro mayores viven con su abuela en Buenos Aires, la hija menor vino con la madre.

Karina tiene 24 años, a los 16 se trasladó de una población rural del norte de Santa Fe hacia Resistencia, al poco tiempo quedó embarazada y tuvo su primer hijo, años más tarde tuvo dos hijos más con otro hombre quien ha constituido otra familia. Ella es el sostén de sus hijos y de un hermano menor que quedó a su cargo a la muerte de su madre. 

Olga tiene 27 años, hace cuatro que es prostituida, "para mí es eterno ya". Tiene cuatro hijos de entre 14 y 7 años, son hijos de distintos genitores "siempre viví juntada y me separaba, volví a juntarme con uno, con otro... cambie ocho maridos. . Y bueno.. cinco años nomás viví con el verdadero y después cambié todo".

En los tres casos se infiere una estrategia de alianza diferente: 

- Una unión conyugal permanente (Miriam), que persiste aún en una situación extrema, para lo cual cuenta con la solidaridad de otra mujer que se responsabiliza por sus hijos.

- Sucesivas uniones conyugales esporádicas (Olga), convive con distintos varones que son genitores de sus hijos, pero una vez rota la unión conyugal no ejercen la paternidad.

- Sin unión conyugal (Karina), no convive con los genitores de sus hijos.

Las similitudes se encuentran en el ejercicio de la función materna, hay un énfasis en el cuidado físico y moral de los hijos. 

Los cuidados físicos consisten en brindarles alimentación y albergue, pero también preservar su salud.
"Saben que trabajo para ellos, para darles los gustos, para mandarlos a la escuela, y lo necesario que haga falta. Y si, porque de empleada doméstica no quiero trabajar, realmente no quiero trabajar. Porque no tiene sentido acá trabajar de doméstica porque te pagan 5,6 o 7 pesos y estas seis siete u ocho horas y yo directamente con cinco criaturas, para vestirlas y mandarlas a la escuela, darle todo lo que haga falta... no me alcanza. Directamente me arriesgo a esto. En mi caso sí" (Olga).

"Como no tenía recursos para mantener mis hijos, entonces me largué a esto (...) al menos para mantener mi alquiler y para darle de comer a mis hijos, ya me alcanza" (Karina).

"Yo uso (preservativo) porque si me llego a enfermar o algo... mi nena... encima que estoy acá sola, que tengo a mi marido preso y la nena, qué hago... yo si o si tengo que usar, el que no quiere... bueno... papi... toma la plata... " (Miriam).

Como cuidado moral es crucial mantenerlos apartados del ámbito de la prostitución, ya sea ocultando su condición de prostituida o alertando acerca de los peligros.

"Mi parada es en la ruta... un poco es por la gente, yo me... no se vio, por mis hijos más, vio. Porque no va a faltar uno que me vea..." (Karina).

"Tengo una nena de 14 años. Ella no sabe que yo hago esto ni nada porque esta en Buenos Aires. . Pero pienso que si supiera, ahí yo le explicaría todo, los riesgos que hay, todo. Advertir que el día de mañana sea grande""ellas en el tema de la droga, y todo eso ya la saben bien, porque como vieron ir preso al padre... entonces directamente, ya ellas mismas te dicen.. mira mama, cualquier cosa menos la droga. Yo voy a cuidar a mis hermanas, tampoco..." (Miriam).

"Desde que estoy en la calle hasta ahora jamás dicen nada ni les dije nada, al contrario, le atiendo, le doy lo que sea, les digo que no es bueno, y todo. Ellos saben, por ahí hasta ellos mismos me dicen, mama quedate, no trabajes. Tenemos para comer o tenemos lo que nos hace falta, y bueno, quedate. O sea, ellos me comprenden a mí, no sé si es por el hecho de que son mis hijos nomás... pero si, me comprenden... hasta ahora estudian todos, están todos bien" (Olga).  



3. A modo de conclusión

Lo que aparece en forma recurrente es la organización familiar matrifocal. Como fue caracterizada por Bartolomé (1984), se trata de grupos familiares conformados por una mujer con varios hijos, que suelen ser de distintos genitores, con presencia esporádica de compañeros masculinos quienes no realizan aportes sustanciales para la supervivencia de la familia.

En el caso de nuestro estudio, esa matrifocalidad no redunda exclusivamente en la primacía de las relaciones consanguíneas ya que se da con frecuencia por parte de la madre una prioridad a las relaciones de alianza, aún cuando estas sean temporarias.

También encontramos transgresiones a las normas culturales que regulan las relaciones sexuales, ya sea el incesto o sucedáneos, como es la relación padrastro-hijastra. Pero esa transgresión no se produce por mutuo consentimiento sino por el ejercicio del poder en una relación de desigualdad.

Otra de las dimensiones de la organización familiar que no está preservada es la residencia. En estos grupos se ha perdido la relación de vecindad y, por lo tanto, de cotidianeidad, con la familia ampliada. Tampoco se consolidan nuevas relaciones de solidaridad con motivo de los traslados continuos de una ciudad a otra o de un barrio a otro.

Estas características hacen de estos grupos familias vulnerables, ya sea en sus relaciones internas, donde hay miembros objeto de violencia; como en sus relaciones externas que no llegan a constituir una red de apoyo; o en ambas.  

II. Las relaciones entre los sexos

Varón y mujer son los dos sexos culturalmente reconocidos a los que se adjudica valores y roles diferenciados; mientras el varón es activo e independiente, la mujer es pasiva y dependiente del varón.

En la práctica de la prostitución se ponen en escena estos roles aunque la relación se desarrolle con un esquema invertido. Esto vale también para las relaciones sexuales entre varones, donde el prostituido adopta una posición femenina.

Además de este patrón cultural, encontramos una diversidad de modos de relación entre los sexos.  

1. La pareja amorosa

Los noviazgos también suelen ser relaciones violentas, o de escaso componente afectivo. Su evocación no es emotiva.

"Mi novio ¿cómo le puedo decir? me pegaba (...) una vez me fui y me fui a Campo Largo, le dije que iba a ir a (...) y que ya volvía. Agarré, hice dedo en la ruta y me fui a Campo Largo, a la casa de una amiga" (Soledad, 17).

Hay relaciones de fuerte vínculo amoroso que quedan truncadas como consecuencia del estigma del niño o adolescente prostituido.

Su primera relación: "A los 11 (...) Tenía mi novio, de 12 años (...) ; fue rebuenito conmigo, me quería mucho, después se enteró que empecé a hacer esas cosas y no me quiso ver más ni la punta del pie" (Al decir esto su voz se entrecortó) (Natalia, 13).

"Hay una persona que me gusta pero, cómo le puedo decir, no, no puedo hablar con ella, que esto y aquello porque me da medio como una, me da como una vergüenza de ir y decirle así, de frente. (...) de la escuela nos fuimos a la casa, y empezamos a charlar y que esto y aquello y sucedió lo que tuvo que suceder: eso es lo más, lo más, cómo le puedo decir, lo más (Busca las palabras, emocionado) ¿Cómo se dice? Lo más sentido para mí fue" (Juan Carlos, 14).

La asociación entre relación sexual y dinero está presente aún en el vínculo amoroso.

"Con él su novio vamos al hotel y ahí sí, ¡te agarran los leones, te meté en la jaula de los leones si te meté ahí!... Pasa de todo en la pieza esa. En la pieza que estamos nosotros pasa de todo. Claro él es el perro y yo el gato y disparamos para todo lado... (se ríe) ¡Es lindo... va lindo! ¡Más linda es su plata! (...) Bastante, más que yo tiene" (Estrella, 18).  

2. La díada de explotación

El proxenetismo es una figura delictiva que designa la acción de explotar económicamente la actividad sexual de otro sujeto. En la práctica de la prostitución, como en toda actividad económica, existen distintas escalas de explotación; en nuestra investigación encontramos la pequeña escala, en la que un proxeneta explota unas pocas personas prostituidas.

Hay una modalidad de proxenetismo que es invisible a los ojos del explotado, la que ejercen aquellos con quienes los prostituidos mantienen un vínculo muy estrecho, por lo general sus maridos o novios, quienes reciben los beneficios económicos que se producen con la práctica de la prostitución. 

"No, yo tengo mi pareja y no... yo le doy porque yo quiero darle... no que digan ¿Tu pareja trabaja? Por ahora no, pero trabaja, si.. ¿Cuantos años tiene? 22 años... me estará esperando" (Selen, travesti).

"¿Tu novio sabe lo que haces? Sí ¿Cuántos años tiene tu novio? 18 ¿Y le das plata? Cuando no tiene a veces... a veces le digo que no tengo" (Natalia, 14).  

3. La pareja comercial

Las relaciones sexuales pactadas comercialmente son "servicios" que realiza la persona prostituida al "cliente". Los servicios son diferenciados y a cada uno les corresponde una tarifa que se pacta previamente.

En la percepción de las personas prostituidas los clientes presentan rasgos comunes con sus novios o padres, dadas por la situación particular en que se desarrolla la relación, así es que encontramos referencias a:

a) La fidelidad

Existe una relación regular y continuada entre cliente y prostituido/a, esta situación genera en estos últimos una sensación de seguridad y, en algunos casos, esta relación se convierte en un capital social: se recurre al cliente solicitando favores.

"Fijos, fieles, buscan a esa misma persona, y si esa persona no está, bueno, se va o viene más tarde o vienen otro día, ¿viste?, pero suelen ser fijos los clientes" (Gustavo, 18).
b) La iniciación

Aunque anacrónica es frecuente que la relación cliente-prostituida constituya la primera relación sexual para un joven, generalmente por iniciativa de su padre. Esta situación provoca actitudes diferentes en las prostituidas de acuerdo a su edad. Tenemos en las más jóvenes un sentimiento de superioridad y control sobre el cliente, mientras que las adultas asumen un rol docente implícitamente aliada con el padre.

Relatan la situación anacrónica del adolescente que tiene su primera relación sexual con una prostituta, adolescente o madura. Suele suceder con el consentimiento o iniciativa del padre del iniciado.

"Una vuelta fui con un chico de 14 años. Era de acá del centro. ¡Qué si tenía plata, con tal que me de la plata a mi me da lo mismo... Era virgo el pendejo. ¡ Ay! me arde me decía {se ríe burlonamente}... Después le sangraba todo y me mostraba donde le sangraba y le había sacado la telita" (Estrella, 18).

"Casi la mayoría ahora los padres les traen a los chicos, para que ellos pasen, les pagan para que conozcan, para que se hagan (...) debe ser por el miedo que tengan de que salga mal... o algo. Pero la mayoría de los padres mismos. traen.. (...) claro, de 14, 15, 16 años, pero los padres le traen (Olga).

c) El cuidado

La relación adquiere una modalidad paternalista cuando el cliente expresa preocupación (aunque no se ocupa) por la seguridad y bienestar del prostituido/a. Esta actitud del cliente se vive como una relación intersubjetiva de buen trato.

"Eran personas de mucho dinero y eran muy buenitos conmigo, me trataban bien, siempre me aconsejaron y me dijeron que esas cosas no tengo que hacer. " ¿Te aconsejaron, pero al mismo tiempo...? "Mm.. Si, yo siempre me pregunté porque ellos me dicen eso si salen conmigo. Una vez, le pregunté a un señor por qué dice eso, si está saliendo conmigo y me dijo "yo estoy saliendo con vos porque sé que necesitas plata y como 20 pesos para mi no es fácil regalar, entonces te doy a vos haciendo que hagas eso" (Natalia, 13).

d) La violencia

Una vez a solas con el cliente los niños y jóvenes quedan expuestos a posibles prácticas violentas. Algunos de ellos están instruidos por los mayores en cuanto al manejo de ese tipo de situaciones.

"Una vez si allá en la ruta frente al seminario andaba con mi hermana, vino un tipo y me dice vamos, bueno le digo, hablé con mi hermana, pedí la plata adelantado me dice, (...) entramos y le digo la plata por adelantado, y me dice no, pero vamos a hacer primero, no, no, no, me empezó a apretar fuerte el pecho, me puse a llorar y me fui..." (Soledad, 17).

Pareciera que cuanto mayor es la indefensión de la persona prostituida, dada principalmente por la edad, la violencia se exacerba.

"Y entonces ese fue mi primer momento que me estaba sacando la ropa, que esto que aquello y entonces, yo, como algo que sentía dentro de mi cuerpo, y entonces cuando empiezo a disfrutar así, me asusto demasiado y yo tenía acá, las dos manos y los pies y no podía hacer nada (hace gestos como que estaba atado) (...) Tuve mucho miedo" (Juan Carlos, 14).

"Un hombre lo eligió a un pendejito chiquito que, si quería ir no sé a dónde que él le iba a dar plata que esto que aquello, y...el pendejito era un compañero que yo le decía que no se vaya, que no se vaya, y se fue...y resulta que el hombre ese era travesti y se ve que el hombre ese le jugó todo al pendejito y no le dio nada. Entonces después me vino y me contó a mí que le lastimó a la fuerza le quiso hacer y le quería hacer eso ¿viste?, a la fuerza le quería hacer...como el pendejito era chiquitito puede ser por eso" (Juan Carlos, 14).  

3. A modo de conclusión

Encontramos un intercambio de roles y una transversalidad de los valores adjudicados a las relaciones de prostitución y a las que están al margen de esa práctica. Así el novio puede ser (como) el cliente, pero también el cliente puede ser (como) el padre, el hijo o el novio.

Sin embargo lo que predomina son las relaciones prostituyentes, donde la pareja amorosa es valorizada en función de sus recursos, o es beneficiario del producto de la prostitución; y donde la persona prostituida mantiene el estigma.   

III. Ser mujer

Los dos arquetipos vigentes en nuestra cultura en torno a la mujer son la madre y la puta. Arquetipos antagónicos ante la conciencia del varón quien orienta su deseo hacia uno y otro.

Esta contradicción se relativiza en la subjetividad de la mujer prostituida para quien, en la mayoría de los casos, la maternidad constituye el rol que la reivindica socialmente, en especial en la sociedad argentina donde la figura de la madre se reviste de un valor superior.  

1. La maternidad
Hemos visto más arriba que las mujeres adultas prostituidas conforman su familia -con o sin cónyuge- y dedican un importante esfuerzo a la crianza de sus hijos.

El valor de la maternidad se expresa como presión social sobre las jóvenes, de ellas se espera que tengan hijos, que sean madres cuanto antes, con prescindencia de la presencia de una pareja estable.

"Todos me dicen ¿cuándo vas a tener un hijo? y qué sé yo, a veces me pongo a pensar y le digo ¿para qué, para tenerlo así como lo tienen todo sucio, que no tienen ni para comer? Para traerlo a sufrir al mundo, no le digo, dejale nomás" (Soledad, 17).

La posibilidad o imposibilidad de la maternidad está muy presente aún en aquellas que utilizan métodos anticonceptivos, y se expresan como fantasías de esterilidad:

"Soy estéril, tengo la boca de la matriz que no se me abre. Parece como si la tuviera pegá (...) Sí, yo igual me cuido, porque a veces se equivocan los doctores..." (Estrella, 18).

"Me gusta tenerlos hijos pero no puedo (...) soy machorra, no puedo tener. ¿Quién te dijo eso, un médico? No, mi mamá" (Soledad, 17).

Sin embargo uno de los riesgos de la práctica de la prostitución son los embarazos no deseados (o al menos no planeados). Esto genera la utilización de métodos anticonceptivos que varían desde los empíricos a los farmacológicos y mecánicos.

"Si mi mamá me cuida con remedios. Una planta que tiene en mi casa. No me acuerdo muy bien el nombre, hasta ahora no estoy así es que..." (M. Natalia, 14).

"Porque hay una pastilla, que es como una cápsula, que vos te la meté dentro de la vagina y se desarma y hace tipo una cápsula que cuando entra el esprema esperma vuelve a salir y después se desarma sola, cuando te vas a orinar y así. Se compra en la farmacia... Ocho pesos, las dos cápsulas (...) Una por noche y trato de no ir al baño. Porque si vas, se sale" (Estrella, 18).

Cuando fracasan los métodos recurren al aborto en condiciones sanitarias deficientes.

En referencia a abortos: "Ellas no más se hacen, se compran inyecciones y se inyectan... Una casi murió una vez, porque se ve que el bebé era muy fuerte y no quería salir y se inyectaba y se inyectaba y casi se murió... pero la mayoría casi todas abortan... Hay una, que no hace ni quince días que tuvo y está trabajando ya..." (Estrella, 18).  

2. La mujer completa 
Los arquetipos femeninos contradictorios se armonizan en las actitudes de un varón: el homosexual afeminado, el travesti.

A través de su puesta en escena, transformación de su cuerpo, técnicas de seducción y exageración de lo femenino, el travesti se convierte en la mujer ideal desde el punto de vista del deseo del cliente.

Se diferencia claramente de la mujer prostituida que impone distancia y profesionalismo.

"No, en las mujeres es un trato más comercial que otra cosa; en cambio la mayoría de nosotros por ejemplo que vamos por ahí, sea joven, sea viejo; uno se excita, se excita, pero no con todos, no con todo el mundo;Yo, generalmente con las personas mayores no es que me excito, a excepción con el viejito ese que te pone la mano" (Mario).
"Cuando subo ya le digo, yo lo hago porque necesito, no me gusta, no soy mujer caliente" (Ana).

"Entonces dicen: 'la mujer no, porque si la mujer me va tratar así, prefiero un hombre'. Y ahí se le prende la lamparita y empiezan a pensar en el hombre, qué sé yo, y los travestis, son apasionados por ser mujer, entonces ponen todo lo mejor de sí para poder ser mujer y entonces, atrapan al hombre. Eso es lo que pasa. Porque es verdad. Se portan mucho mejor que las mujeres" (Sol, 17).

Por otra parte la sexualidad desplegada por el travesti se abre a diversas alternativas; se puede comprobar que existe una gran demanda de varones homosexuales y de travestis, casi similar a la de mujeres.

"Eso, me parece raro lo que está pasando últimamente: antes vos te ibas con un tipo, y el tipo era macho, era macho. Ahora últimamente se está dando un caso de que pagan para ser pasivo" (Mario).

Pero el travesti no sólo es mejor puta que las mujeres, también ejerce el rol de madre, aunque sus hijos no son niños o niñas; son travestis. De esta manera el travesti alcanza la feminidad completa.

"Pero nosotras los travestis, cuando sale así a la calle, quiere estar en la calle, le enseñamos y le tomamos como hijo... le enseñamos el peligro, cuánto tiene que cobrar, con quién tiene que salir, o los que quieran. -Yo tengo dos hijas divinas que ahora están en Buenos Aires. -Yo tenía tres hijas... desastre.  -Yo misma me encargué de llevarla... a una. Después, hace poco, vino otra y la llevo a su hermana" (Selen y Vicky, travestis).  

3. A modo de conclusión

Ser mujer es una carrera. En el campo que abordamos las mujeres más avanzadas en la carrera son las que, a la práctica de la prostitución, añaden la maternidad. 

Pero tienen en el travesti una dura competencia, ya que éstos son quienes más han desarrollado y explotan las características femeninas valoradas por los clientes. A lo que suman una maternidad putativa sobre sus pares más jóvenes.  



IV. Reflexiones de inicio

En el recorrido de este trabajo van surgiendo cuestiones para la reflexión que tienen que ver con el eje del poder en las relaciones interpersonales y sociales. Estas cuestiones se relacionan con la práctica misma de la prostitución; con la transgresión de normas sexuales que culturalmente rigen en la familia y con los cambios en la estructura familiar.

Cuando, en el inicio de la investigación, nos abocamos a encontrar casos de personas en situación de prostitución, lo que en realidad encontramos fue una práctica extendida y enraizada en la sociedad, que involucra a una diversidad de personas.
Las transacciones de sexualidad prostituida se constituyen como un mercado específico. Allí hay clientes, servicios, pagos diferenciales, intermediarios, explotadores, etc.

Pudimos comprobar el mecanismo de naturalización que esta práctica tiene a través de un discurso legitimador según el cual su origen se pierde en el tiempo, ya que se trata de "el oficio más viejo del mundo", y cuyo fin no se vislumbra.

Pero este oficio se adquiere y se explota en condiciones de desigualdad. Preferentemente serán las mujeres y los más jóvenes, aún niños, los que adquieran el oficio. La situación de necesidad es otro argumento del discurso que naturaliza la práctica. Según un abogado conocedor del campo, cuando una familia se sume en la pobreza "siempre es mejor una mujer puta que un tipo chorro".

Sin desconocer que existen algunas personas que eligen la condición de prostituidas, podemos decir que en la mayoría de los casos no se trata de una libre elección, característica que se evidencia en la imposibilidad de salir de la situación.

De acuerdo a estos rasgos podría decir que no se trata de una relación mercantil con un cliente a quien se le presta un servicio, sino del consumidor de un bien, siendo el bien consumido la persona prostituida.

Situaciones coincidentes encontramos en la modalidad en que se transgrede la prohibición del incesto.

No se trata de relaciones sexuales originadas en la seducción y a iniciativa de cualquiera de los dos componentes, que pueden interrumpirse o finalizar según el flujo de la relación.

Por el contrario se trata de una relación sexual iniciada y mantenida, aún por la fuerza física, por uno de los miembros de la pareja, invariablemente varón y mayor, quien ejerce el poder sobre el otro miembro, generalmente mujer e invariablemente menor, quien opone una débil resistencia y no tiene aliados eficaces dentro de su propia familia.

El poderoso es propietario del cuerpo y la vida del otro; la relación, que está marcada por los celos, no puede terminar a menos que la persona violentada huya de la situación.

Detectamos un tipo de organización familiar matrifocal, que estaría expresando un cambio estructural. 

Según la Encuesta de Opinión realizada por UNICEF (2000) -entre más de 13.000 niños, niñas y adolescentes de zonas rurales y urbanas en 20 países de América Latina y El Caribe, más España y Portugal-, uno de cada cuatro niños y/o adolescentes reporta la ausencia de su padre en el hogar.

Es decir que mientras el varón abdica de su función paterna, se evidencia una mayor responsabilidad directa de las madres en el cuidado de sus hijos. La maternidad se constituye en una carga con un gran valor simbólico.
Si bien se trata de reflexiones surgidas a partir de una investigación acotada, los hallazgos tienen puntos de coincidencia con resultados de estudios realizados en otros ámbitos geográficos y sociales (Springer, 1985; Chejter, 1999). 

El interrogante no explicitado pero que campea en toda la investigación es acerca de la naturaleza de una sociedad en la cual en distintos niveles y relaciones aparece -naturalizada- la sexualidad prostituida.

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Bibliografía

Bartolomé, Leopoldo  1984 "La familia matrifocal en los sectores marginados: desarrollo y estrategias adaptativas", Revista Runa, Nº XIV: 23-47.Universidad de Buenos Aires. Facultad de Filosofía y Letras.

Basaglia Ongaro, Franca  1989 "Mulher", en Enciclopedia Einaudi. Vol. 20. Impresa Nacional. Casa da Moneda.

Chejter, Silvia  1999 La explotación sexual de niñas, niños y adolescentes. Informe Nacional. Buenos Aires, UNICEF.

Foucault, Michel  1980 Historia de la sexualidad. Madrid, Siglo XXI.

Goffman, Erving  1995 Estigma. La Identidad deteriorada. Buenos Aires. Amorrortu.

Guemureman, Silvia (y Adriana Gugliotta)  1998 "Aportes para una reflexión acerca de la violencia perpetrada sobre los niños, niñas y adolescentes", en Inés Izaguirre (coord. y comp.), Violencia social y derechos humanos. Buenos Aires, Eudeba. 

Heritier, Françoise  1989 "Masculino/Femenino", "Parentesco",  "Familia", en Enciclopedia Einaudi. Vol 20. Impresa Nacional. Casa da Moneda.

Lévi-Strauss, Claude  1993 Las estructuras elementales del parentesco. Barcelona, Planeta-Agostini?.

Pratesi, Ana Rosa  1999 La explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes en la Provincia del Chaco. Informe de Investigación. Mimeo. 

Reich, Wilhelm  1983 La irrupción de la moral sexual. Buenos Aires, Homo Sapiens.

Silva, Hélio  1999 Travesti. A invençao do feminino. Río de Janeiro, ISER.

Springer de Freitas, Renan  1985 Bordel, bordéis: negociando identidades. Petrópolis, Vozes.

UNICEF  2000 Voz de los niños, niñas y adolescentes en América Latina y El Caribe. Encuesta de Opinión.

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Nota
El trabajo de campo fue realizado por un equipo conformado por Ana Pratesi, Jorge Roze, Andrea Rizzotti y Graciela Varela.

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Ana Rosa Pratesi. Doctoranda en Antropología Social. Programa de Postgrado en Antropología Social. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Misiones. Argentina. anapratesi@ciudad.com.ar
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Resumen
La práctica de la prostitución. Un estudio relacional

Es un estudio realizado en la ciudad de Resistencia, Provincia del Chaco, Argentina, a través de observaciones y entrevistas a distintos actores que intervienen en la práctica de la prostitución callejera, tanto adultos como adolescentes y niños. Trato de identificar las interacciones que se desarrollan en esta práctica entre las personas prostituidas, sus clientes y proxenetas. También indago en los grupos familiares de origen de las personas prostituidas y los que ellas mismas conforman, echando luz acerca de la naturaleza de las relaciones como las alianzas, la maternidad y el incesto. En esta práctica se recortan los arquetipos de sexo encarnados por la mujer y el varón homosexual afeminado o travesti. Se muestra como las interacciones en las que participan las personas prostituidas, se producen en un contexto de poder caracterizado por una marcada asimetría en las relaciones.  


Abstract
The practice of prostitution. A relational study

We present a study carried out in the city of Resistencia, Province of the Chaco, Argentina, through observations and interviews, on the people that are involved in the practice of street prostitution, as much adults as adolescents and children. We identify the interactions between prostitutes, their clients, and their pimps. We also investigate the original family groups of the prostitutes, to which they themselves conform, casting light on the aspects of the nature of the relationships, like maternity, incest, and family ties. In this practice the embodied sex archetypes are determined by women and effeminate homosexual males, or travestis. We show that the interactions in which prostitutes participate have a power context characterized by a marked asymmetry.



Fuente Hombres Abolicionistas
 http://www.hombresabolicionistas.org/tiki-read_article.php?articleId=32




El discurso del “trabajo sexual” es el triunfo del patriarcado más neoliberal


Foto: Salvador Batalla

 El discurso del “trabajo sexual” es el triunfo del patriarcado más neoliberal
Raquel Rosario Sánchez
Escritora y activista dominicana; trabajando en los derechos de niñas y mujeres. Especialista en Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad.

Las niñas invulnerables del “trabajo sexual”

Imaginemos una niña. Puede tener 8 años como puede tener 17. La niña vive en pobreza extrema. Es probable que su padre y su madre hayan fallecido en medio de un conflicto de guerra. Por lo tanto, la niña tiene que valerse por sí misma para encontrar el pan de cada día. Muchos días solo puede cenar y dice que el hambre le da dolor de cabeza, lo que le dificulta concentrarse en la escuela. La niña no está sola; hay muchas más como ella. Aparte de las adversidades descritas anteriormente las niñas comparten algo más… Primero, un ferviente deseo de ir a la escuela y superarse a través de su educación. Segundo, que diariamente los hombres (quizás uno 1, quizás 4) en su pueblo le pagan menos de un dólar para que se acuesten con ellos.

¡Ah! …y tercero: que según Al Jazeera English esto no es ni explotación sexual comercial de menores, ni prostitución “forzada” ni su genérico “prostitución” sin más ni más. No, según Al Jazeera English estas niñas son trabajadoras sexuales. Trabajadoras sexuales en quienes recae el famoso “poder de agencia”, de decidir sus opresiones. ¿Vomitaron ya o necesitan más contexto?

El día 28 de septiembre, Al Jazeera English público un fotoreportaje titulado “Educando a las niñas de Sudán del Sur”, escrito por la documentalista y fotógrafa Sara Hylton. El proyecto fotográfico fue elaborado en colaboración con la Fundación Internacional de Mujeres en los Medios. Es una serie de fotografías que reflejan las vidas de las niñas y adolescentes del estado de Unidad en Sudán del Sur. Conflictos sectarios dentro de su pueblo, caminar horas para poder ir y venir de la escuela más cercana, matrimonios forzados… y pobreza; la pobreza extrema implacable son alguno de los desafíos con los que viven las niñas.

“Las niñas de Sudan del Sur son doblemente vulnerables, muchas son obligadas a contraer matrimonios forzados, sufren abusos sexuales y explotación. Es tres veces más probable que una niña adolescente del Sur de Sudán muera dando a luz, a que complete su educación primaria,” escribe Hylton. Pero a pesar de todo, son niñas fuertes con sueños y deseos inquebrantables de superación “que pelean por sus futuros en uno de los países más volátiles del mundo.”



Es una historia inspiradora y llena de esperanza. Una de las niñas comenta que en su casa nadie la puede ayudar con su tarea porque nadie en su familia ha ido a la escuela pero que, aún así, ella sueña con convertirse en Ministra de Educación en su país. La valentía y determinación de las niñas y adolescentes me hicieron llorar… Por lo que me quedé helada cuando leí la siguiente descripción en una de las fotografías. “Jessica, de 14 años tiene desorden de personalidad múltiple. Vive en una casa de acogida junto con otras 50 niñas vulnerables donde recibe cuidados y educación… Según la fundadora de la casa de acogida, el trabajo sexual está normalizado entre las niñas, que ganan menos de un dólar por “cliente”. La meta de la fundadora es enseñarles a las niñas que “su cuerpo es lo que se queda” y enseñarle maneras alternativas de generar dinero.”

¿Qué? ¿Cómo saltamos de la pobreza extrema y el deseo de las niñas a empoderarse a través de la educación a que las niñas son trabajadoras sexuales con “clientes”? Me llevó un segundo entender el salto gigantesco que expresaban estas palabras en el contexto del artículo. Cuando pude analizarlo me di cuenta de que lo que tenía ante mí era una prueba de cómo la retórica del trabajo sexual es incompatible con las realidades materiales que expresan las niñas. El discurso del “trabajo sexual” no admite ni víctimas ni vulnerabilidades ni opresiones estructurales. Toda mujer y niña se convierte en un ser que encuentra poder “para decidir” acceder, curiosamente, a todo lo que el patriarcado de por sí quiere. No hay situación lo suficientemente precaria, no hay niña lo suficientemente vulnerable para ser interpretada como una “trabajadora sexual”.

No son argumentos aislados. Consciente o inconscientemente, Hylton se unía a una línea de pensamiento que insidiosamente se ha adentrado en el feminismo y el lenguaje coloquial. Mucha gente, tanto conservadora como progresista, piensan que utilizar el término “trabajo sexual” le pone un poco de dignidad y respeto al asunto. Funciona como un manto para higienizar la industria y así no tener que pensar en las realidades materiales de que hombres adultos (que curiosamente son los grandes ausentes del fotorreportaje de Al Jazeera) le están pagando menos de un dólar a niñas pobres (¿50 centavos, 75 centavos? ¿menos aún?), muchas huérfanas, para penetrarlas.

    La universalización del discurso del “trabajo sexual” para hablar de prostitución es el triunfo del patriarcado más neoliberal

La universalización del discurso del “trabajo sexual” para hablar de prostitución es el triunfo del patriarcado más neoliberal. A los conservadores no les digo mucho porque nunca se han preocupado demasiado por los derechos de mujeres y niñas, pero sí quisiera recordarles a los y las progresistas que en la concepción (capitalista) del trabajo hay derechos laborales, pero también deberes. Si las niñas y adolescentes son trabajadoras sexuales, ¿puede uno de esos hombres reclamar que no le hicieron la felación como ellos querían o que no se sienten conforme con cualquier otro de los actos sexuales por los que pagaron? ¿Y pueden entonces demandar o que le devuelvan su dinero o que lo hagan otra vez? Preguntas que demuestran la trampa absurda en la que caen todos quienes asumen el discurso sin pensarlo bien.

¿Por qué tanta insistencia en que lo cubramos todo bajo el manto del “trabajo sexual”? ¿Por qué tanta insistencia en llamar “trabajadoras sexuales” a niñas que viven en la mayor de las precariedades? ¿Por qué negarnos a decir las palabras duras: explotación sexual, víctimas, sobrevivientes, violación?

Como nos explica Kajsa Ekis Ekman en su trabajo referencial ‘Being and Being Bought’ (Ser y Ser Comprada), el discurso del trabajo sexual se construye como una antítesis de la opresión de las mujeres bajo un sistema patriarcal. La trabajadora sexual es una mujer activa que encuentra empoderamiento personal dentro de un sistema opresor, dice el discurso. La trabajadora sexual comprende que nada puede cambiar el comportamiento de los hombres ni la sociedad que cosifica la sexualidad de la mujer, entonces, en vez de resistir o protestarlo, la trabajadora sexual es presentada como una sabia emprendedora que utiliza “su poder sobre los hombres” para aventajarlos en su propio juego. Bajo esta concepción, “la trabajadora sexual es interpretada como la mejor feminista”, explica Ekis Ekman. Es por eso que cuando alguien intenta hablar de los daños que causa la prostitución, la respuesta siempre es “las trabajadoras sexuales son fuertes y sujetos activos” a quienes el lenguaje de opresión y agravios minimiza. Entonces en el discurso del trabajo sexual no hay espacios para ningún tipo de víctima ni victimización.



Desmoronemos el argumento:

1.La literatura feminista que critica la prostitución como sistema opresor casi nunca habla de víctimas. Cuando me encuentro con la palabra “víctimas” en mis investigaciones sobre el tema, siempre es en el contexto de académicas en favor de prostitución que acusan a quienes están en contra de estigmatizar como “víctimas” a las mujeres en la prostitución. Estas acusaciones de las académicas que defienden el derecho de los hombres a acceso sexual e ilimitadamente al cuerpo de mujeres y niñas, nunca cita textualmente ningún ejemplo del crimen retórico que cometen quienes no apoyan la prostitución, pero siempre viene acompañado de acusaciones e improperios contra “las feministas moralistas que odian la libertad, son reprimidas, retrogradas y anti-sexo.” Poniendo de lado las connotaciones sexistas que tienen cada una de esas acusaciones, yo hago otra pregunta ¿y qué si el feminismo decidiera hablar de víctimas?

La palabra “víctima” no es una característica personal, en una descripción de una relación de poder. Si hay víctimas, se infiere que hay perpetradores. Si bajo está concepción de las relaciones de poder no podemos hablar de víctimas, entonces ¿dónde quedan los perpetradores? Si nos enfocamos sólo en resaltar lo fuertes y empoderadas que somos todas las mujeres todo el tiempo y no hablamos de las opresiones de las que somos víctimas bajo el patriarcado, entonces ¿en qué contexto hablaremos del daño que nos causa?

Ser víctima de una opresión habla mal del opresor. La víctima de x opresión puede ser una joven estudiosa, una tía cariñosa, una cocinera mediocre, una trabajadora medio vaga, una amiga ambivalente, entre otras cosas. ¿Por qué asumimos que ser víctimas de un sistema al que le encanta victimizarnos, cancela todas nuestras otras identidades? En vez de negar que el daño que nos causa el patriarcado es real y que el patriarcado es el genocidio más largo de la historia, tratando de esconder sus opresiones bajo lenguaje (y solo lenguaje) empoderador, deberíamos utilizar esa energía para decirle a los perpetradores “No, no. La víctima pude haber sido yo, ¡pero el abusador eres tú!”

2. Esa idea de que “el trabajo sexual” no es ninguna opresión contra las mujeres y niñas, sino El Gran Empoderador porque nos permite ejercer “nuestro poder” sobre los hombres, es en el fondo enteramente misógino. Una vez una amiga que baila en la barra para pagar su tratamiento de cáncer me racionalizó que el verdadero poder lo tenía ella porque a los hombres se les salía la baba cuando la veían bailar y por tanto ella tenía total control de ellos durante el tiempo que ella tenía su atención y excitación sexual.

Sí, ¿pero, cuando se les baja la erección? Cuando se les pasa, son los hombres quienes siguen teniendo el poder político, económico, cultural y estructural de toda nuestra sociedad. El dinero que nos pagan por bailarles viene de un sistema financiero que ellos controlan. Las políticas que controlan nuestro cuerpo (desde nuestros derechos reproductivos hasta el impuesto que pagarán los tampones que nos ponemos) son dominadas por hombres. Y tristemente, son los hombres quienes tienen el poder histórico de decidir que esta noche sea la pelirroja ucraniana no la morena salvadoreña quien le “trabaje” sexualmente.

    Las políticas que controlan nuestro cuerpo (desde nuestros derechos reproductivos hasta el impuesto que pagarán los tampones que nos ponemos) son dominadas por hombres.

Argumentar que encontremos “poder” dentro de nuestro rol subordinado es la manera más sutil del patriarcado (como buen abusador al fin) de decirnos “Ay, ya no te quejes tanto. ¡Alégrate de que siquiera te presto atencion!”

“¿Por qué tanto miedo de llamar a alguien víctima?” pregunta Ekis Ekman. “¿Por qué es tan importante decir que gente prostituida no puede nunca, bajo ninguna circunstancia, ser víctima?”, porque, según explica, “convertir la palabra víctima en un tabú es un paso para legitimar divisiones de clase y las desigualdades de género”. Solo tras abolir el concepto de víctima, podemos crear a la persona invulnerable.

    Solo tras abolir el concepto de víctima, podemos crear a la persona invulnerable.

Para llegar ahí necesitamos 2 pasos:

1. Nos creemos el cuento de que la palabra víctima no es una relación de poder sino una característica o identidad personal. Entonces nos creemos el cuento de que “víctima” significa pasividad, debilidad y apatía. Hacemos de la palabra víctima (y de cualquier persona a quien se le asocie) una caricatura patética. Nadie entonces querrá que se le llame víctima ni tildar ninguna otra opresión como victimizante. La caricatura que hemos construido es tan patéticamente inactiva que cualquier cosa, desde mirar al otro lado mientras te viola un prostituidor hasta fumarnos un cigarrillo después de un acoso, representa un acto de resistencia. Esto sabemos que son estrategias de supervivencia y que no cancelan ni las opresiones anteriores ni el daño que conllevan. Pero como ya hemos determinado que víctima=pasividad absoluta y sujeto activo=literalmente cualquier actividad, entonces asumimos que en realidad las víctimas no existen.

2. Como lógicamente nadie (excepto quizás las personas que se encuentran en un coma) es “tan pasivo” como la caricatura que hemos inventado de la víctima, decidimos que el concepto de víctima deber ser remplazado porque es una falacia. “¿Cómo puede ninguna de esas niñas ser víctimas de nada si ellas aceptan el dinero que les pagan los hombres? ¿Aceptar dinero es un acto que te convierte en sujeto activo, verdad?” Esos análisis me recuerdan mucho a los argumentos que hace la gente que no entiende ni un ápice de cómo funciona la violencia. El argumento va en la misma línea de aquel otro que asume que a menos que te estén poniendo una pistola en la nuca y te estén amenazando con tirar del gatillo EN ESE PRECISO MOMENTO, entonces nada es obligado y todo tu lo haces por voluntad. Una línea que ignora completamente que el abuso y la opresión es muchísimo más multifacética y más insidiosa que eso. Una línea de pensamiento que nunca se ha enterado que la violencia psicológica es invisible, la manipulación emocional también y que la pobreza es tanto material como estructural y conlleva un poder de coerción latente.

Como no hay víctimas que satisfagan la nueva caricatura de pasividad en que hemos convertido la palabra, no hay perpetradores. Y como la víctima es “revelada” como un sujeto activo que toma las riendas de su vida, no hay entonces porque estar hablando de opresiones ni de abusos ni hacer análisis sistemáticos de la violencia. Son unas piruetas retoricas e ideológicas complicadas pero que sirven finalmente para revelar a la persona invulnerable.

“La persona invulnerable es la versión neoliberal del mito antiguo del esclavo fuerte, la mujer pobre extremadamente trabajadora, la “supermujer” negra, la mujer colonizada que no siente los latigazos ni los golpes. La historia está llena de ejemplos de cómo las condiciones de vida son reinterpretadas como características personales.” Durante la esclavitud colonial en los Estados Unidos era común que se exaltara las cualidades “sobrehumanas” de las esclavas y los esclavos.

    La supuesta fuerza y las cualidades supra humanas que se le asignan a la persona invulnerable son en el fondo una excusa para no tener que analizar las condiciones que la hacen necesitar dicha fuerza o aguantar tantas miserias. Es una táctica deshumanizadora.

La escritora Michele Wallace describe en su libro ‘Black Macho and the Myth of the Superwoman’ (El Macho Negro y el Mito de la Supermujer) cómo la mujer negra que tenía que sobrevivir dentro de varios sistemas opresores, fue convertida en una caricatura que la exaltaba, pero solo con el fin de negar las opresiones en sí. La mujer negra del imaginario “es una mujer de fuerza extraordinaria, con una habilidad inusual para tolerar el trabajo pesado y la miseria. Esta mujer no tiene los mismos miedos e inseguridades que tienen las otras mujeres, pero ella misma cree que es incluso más fuerte emocionalmente que la mayoría de los hombres.”

La supuesta fuerza y las cualidades supra humanas que se le asignan a la persona invulnerable son en el fondo una excusa para no tener que analizar las condiciones que la hacen necesitar dicha fuerza o aguantar tantas miserias. Es una táctica deshumanizadora.

Asignar a las adolescentes y niñas de Sudan del Sur la denominación de “trabajadoras sexuales” sonara muy bonito los círculos feministas más neoliberales, pero la realidad es que nos blinda de tener que hacer muchas preguntas. Preguntas verdaderamente incómodas: ¿Qué repercusiones físicas, emocionales y psicológicas desarrollarán las niñas y adolescentes al saber que los hombres de su comunidad ven sus cuerpos como objetos por los que pueden pagar menos de un dólar? ¿Por qué los hombres están explotando sexualmente de niñas que viven en tanta precariedad? ¿Habrá un contexto social que se lo permite? ¿Qué contexto geopolítico estará causando tantos conflictos internos en Sudán del Sur? ¿Tendrán algo que ver los intereses occidentales en este conflicto y será posible que de manera directa o indirecta estarán nuestros países exacerbando las condiciones que subyugan las niñas y adolescentes de este fotorreportaje?

    ¿Cómo hemos podido las feministas permitir que nuestro movimiento, un movimiento que centra la lucha de las niñas y mujeres, sea secuestrado por estas ideas que priorizan los intereses tanto del mercado como del mismo patriarcado?

¿Cuánto daño causará a largo plazo que esa rama del feminismo occidental tan nociva que insiste en hacer piruetas con el lenguaje y las teorías sin alterar las realidades materiales sea exportada y extrapolada a la máxima potencia en todas las esquinas y rincones de opresión imaginables? ¿en qué momento vemos niñas hablar del dolor de cabeza que les produce el hambre cuando lo que quieren es estudiar, y en vez de sentir empatía por su lucha, justificamos el sistema opresor que las considera “trabajadoras” serviles del patriarcado?

El feminismo es un movimiento que busca acabar con la violencia contra las niñas y mujeres y desmantelar el patriarcado. ¿Cómo hemos podido las feministas permitir que nuestro movimiento, un movimiento que centra la lucha de las niñas y mujeres, sea secuestrado por estas ideas que priorizan los intereses tanto del mercado como del mismo patriarcado?

Dice una de las adolescentes “Lo que encuentro más horrible es escuchar cómo todas las niñas han sido violadas. No hay nada difícil que una niña no pueda hacer… Sé que, si yo me levanto, todas las niñas también se podrán levantar…. (pero) las niñas son las que han sufrido más.”

Me parece que esta adolescente tiene muy claro su análisis feminista al priorizar en su recuento la importancia de nombrar la violencia por su nombre. ¿Le permitiremos que nos enseñe?

Fuente
http://tribunafeminista.org/2016/10/el-discurso-del-trabajo-sexual-es-el-triunfo-del-patriarcado-mas-neoliberal/