22 de enero de 2018
La aceptación del porno es resultado de una sociedad acrítica y
falsamente revolucionaria
Os sugiero mirar el vídeo de
Amarna Miller y luego, leed el texto.
Empecemos con algo simple y con
el típico pretexto para justificar la existencia de la pornografía.
Haciendo un análisis breve, en un
esquema de pensamiento muy sencillo y vacío, siempre encontramos los típicos
argumentos como: es trabajo, es cine, es cultura, es una fantasía, es erotismo,
es arte y si estás en contra, estás en contra de todo lo anterior.
Por tanto, eres una especie de
“moralista reprimido” que merece una reprimenda por intentar suprimir de la
sociedad: la híper sexualización de la mujer, la cultura de la violación y de
la pederastia. Además de eso, debes entender que es una industria preciosa y
maravillosa, que no tiene nada que ver con la cultura patriarcal y que además,
los deseos deseos son y no hay que darle más vueltas, porque si los tenemos
será por algo y hay que aceptarlos porque lo dice Amarna Miller de forma
totalmente desinteresada. No es que ella se dedique a eso.
Empecemos en serio.
¿El porno es cine? La pornografía
es cine, obviamente. No lo niego, pero al igual que tampoco niego que el
trabajo infantil sea trabajo. Creo que deberíamos dejar de usar la
“profesionalización” de ciertas cuestiones para legitimarlas.
Puede ser cine, arte, cultura,
erotismo y fantasía y seguiré estando en contra.
Esgrimo un argumento
descontextualizado, aunque confunda, para que no nos vayamos por las ramas. No
hay que confundir Feminismo Radical con alguna clase de extremismo. No hay
ninguna acepción o connotación negativa en el feminismo. Sería como si alguien
dijera: “a este no le escuchéis, que es un pacifista extremista”. Radical como
acepción de “raíz”.
¿Por qué explico esto?
Porque no hay nada de extremista
en estar en contra de la pornografía. Nada.
El análisis feminista no se ubica
en lo superficial. No hace un análisis de cómo funciona la industria, cómo
funciona un rodaje, cómo trabajan los actores y las actrices y hasta podría
decir que me puede llegar a parecer, en cierto modo, interesante.
No odio a las actrices porno, ni
a los actores, ni el cine, ni la ficción, ni el arte. No odio, critico, porque
una sociedad acrítica es corrupta, manipulable y dócil. Me niego a serlo. Así
que a riesgo de ser atacado, la critico, porque si no es un Trabajador Social
quien critica a la sociedad ¿quién lo hará? (que pureta me pongo a veces)
La pornografía es una industria
que vende sexo. Sin embargo, en un contexto social en que la violencia
estructural hacia las mujeres en gran parte es sexual, puede generar contextos
en los cuales se banalice la propia o nos podamos encontrar ciertas tipologías
de la pornografía, que a mí particularmente me preocupan. Sobre todo en el
desarrollo de la sexualidad masculina y su propia socialización.
En un contexto en el cual, desde
el punto de vista social, cultural, político, económico y hasta lingüístico, la
mujer -como categoría- es sexualizada a temprana edad, es cosificada como tal
como una cosa de la que disponer a voluntad en todos los contextos, puede ser
comprada solo en la categoría sexual o alquilada en la categoría reproductiva y
además, la mujer es objeto pasivo en cualquier relación. No es menos cierto que
la industria del porno, al ser un mercado, debe ofertar unos contenidos
asociados a la demanda, sino se arruinaría.
En toda la historia, la mujer ha
sido objeto de sexualización y cosificación. En todos lugares, desde la novela
pre romántica hasta un anuncio de colonia del año 2017. Es innegable el
concepto socio cultural de la mujer.
Si esa es la concepción sexual de
la mujer, sin duda, nuestros deseos sexuales recorrerán esa socialización y por
tanto, nuestra demanda de sexo irá en esa línea.
Si además el modelo de capital
nos permite acceder a un recurso industrial ubicado en la compra-venta de sexo,
es ese mismo sistema económico que nos permite culminar los deseos sexuales
construidos por la sociedad. Es decir, hay un encaje estratégico entre el
modelo económico y social.
Al final, no es más que una
retroalimentación del sistema. Quieres pornografía hardcore y el mercado te lo
dará, porque es rentable. De no serlo probablemente sería perseguido.
¿Cuál es el problema fundamental
de la pornografía? Toda la conjunción de lo anterior, aunando la adquirida
violencia al sexo. Que el sexo y la violencia son dos paradigmas inseparables
se constata observando los niveles de demanda de pornografía, los niveles de
demanda de prostitución, las tipologías de pornografía y las exigencias del
comprador de prostitución y sus consecuencias derivadas.
Alerta, eliminando la violencia
de la pornografía, no eliminas el problema. Te cargas la demanda y la
industria. Sin más. El problema sigue en el mismo lugar.
Es una realidad como un templo
que la sexualidad masculina está socializada como un ejercicio de dominación,
relaciones sexuales autocomplacientes y por tanto, egoístas. Eso que acabo de
decir, dudo que alguna mujer me lo pueda negar. Los hombres probablemente sí me
lo negarán. Es gracioso verlo.
¿Cuál es el papel del hombre y de
la mujer en una relación sexual en la pornografía?
Ella tiene un papel de jovencita,
alumna despistada, sin voluntad, tonta, híper sexualizada, infantil, virgen
pero experimentada (lógica aplastante) y demás. Al final no es más que la
máxima representación de la vulnerabilidad y de la voluntad alienada, sería
como un “dejarse llevar”. Sin embargo, los hombres son profesores, jueces,
policías, bomberos, hombres con traje, fuertes, maduros, experimentados,
machos, musculados y demás. Que en realidad, representan la fortaleza y el
control.
También hay casos de jerarquías
femeninas, pero son completamente estereotipadas, sexualizadas, cosificadas y
además, la relación suele iniciarse en un contexto de desaprobación de su
liderazgo como si el alumno castigara a su profesora, en el caso de los hombres
es al contrario, después de una bronca, él la castiga con sexo.
Lo que quiero decir es que ocupe
el espacio que ocupe la mujer, siempre es cosificada y sexualizada. Ya sea
porque cumple su rol o porque no lo cumple y puede ser cuestionada. Es evidente
que las mujeres en lugares de poder son más cuestionadas y con mucha más
frecuencia. Además del comportamiento asociado a la crítica, suele ser más
disruptivo, más impulsivo e irracional.
Si una jefa da ventajas a las
mujeres de cara a la crianza en el lugar de trabajo, es porque es una feminista
radical, que entiende mal el feminismo o simplemente quiere la supremacía
hembrista. Sin embargo, si lo hace un hombre es progre, feminista de verdad o
como las de antes, porque respeta la maternidad y sus “complicaciones” o porque
simplemente entiende las desventajas de la crianza, tiene un carácter empático
súper desarrollado impropio de los hombres y una inteligencia emocional que no
tienen los demás. Más allá de eso, continuamos con la pornografía.
La relación sexual consta de sexo
oral para él media escena, sexo oral para ella lo justo para la penetración y
no se trata de placer, sino de enfocarla a ella como grita, llora, se le corre
el rimmel y es constantemente golpeada, pisada, escupida, asfixiada, incluso
arrastrada por el suelo o colocada de tal forma, que además de doloroso, impide
control sobre la relación sexual, que es el mensaje que quiere transmitirse. Yo
te follo y tú eres follada, es decir, se construye intencionadamente una
relación desigual.
Por no decir que la mayoría de
relaciones sexuales son sin condón ni lubricante, vaginal y analmente. Desde
aquí se podrían explicar perfectamente las exigencias constantes de los hombres
a hacerlo sin preservativo.
Y esto es un vídeo normal y
corriente.
Si queréis podemos hablar largo y
tendido de la demanda mayoritaria de porno. Porno súper small, que es nada más
y nada menos que una escenificación de la pederastia. Una joven de entre 18 y
20 años que finge tener 15 vestida como una de 12, teniendo sexo con su
profesor de 40 años porque ella va provocando y él no se ha podido resistir. Y
sí, es un problema que a un hombre le atraiga la infancia en cualquier
categoría, incluso en una teatralización.
Porno absolutamente racista,
hombres blancos teniendo sexo con latinas, negras y siendo vejadas brutalmente,
insultadas por su raza y además en contextos de supremacía. Tiene que ver con
la concepción colonial y sobre todo con el “exotismo” negro. La híper
sexualización de la raza negra es brutal en todos los medios. Ya sea la
industria de la moda o en cualquier sector del mercado.
Porno de violación, que consiste
en que -en teoría- una mujer escenifica una violación. Y digo “en teoría”
porque no en todos los casos es una teatralización, hasta en el porno
mainstream encontramos casos de abusos sexuales o violaciones.
De hecho, hay un montón de
actrices que dicen haber sido violadas en medio del rodaje, porque el propio
director les encomendó a los actores sobrepasarse para que la escena de
violación fuera más real. Todo por el arte cinematográfico. Películas porno,
por cierto, comercializadas por Brazzers.
Y la nueva moda, porno con embarazadas
y gangbang con mujeres que acaban de parir. Este tipo de porno se está haciendo
tan común, que antes solo lo encontrabas en la Deep Web, pero ahora lo puedes
encontrar en páginas porno a las que te redirige Google.
Por tanto, hay una clara disposición
a sexualizar la maternidad, la jerarquía, las razas, los ciclos vitales, los
cuerpos, la violencia y la sexualidad de las mujeres, en todos los contextos.
Ya sea una empresa, un instituto, una tienda de ropa, un restaurante, en la
calle, en un taxi, en un autobús, en una biblioteca y añadiendo el llamado:
“morbo” que a veces se usa para legitimar conductas parafílicas muy peligrosas,
que en algunos casos –de llevarse a la práctica- tendrían consecuencias
penales.
Se sexualiza hasta lo
indudablemente criminal. Un grupo de hombres que entran en una vivienda para
robar y acaban teniendo sexo con la propietaria, hija y demás. Sin mencionar
que en algunos casos hasta el hijo y el marido se unen a la violación.
A veces, parece que usan el
código penal para escribir el guion cinematográfico y por cada delito, montan
escenas sexuales. El problema es que el sexo siempre se ve desde la categoría
de la diversión, el ocio y el disfrute. Al final, nos damos cuenta que la
industria del porno no solo pretende fomentar el sexo violento de una manera
elefantiásica y al tiempo, manteniendo ese falso epicureísmo, sino con el
objetivo de construir fantasías más y más parafílicas para llegar al máximo de
demandantes posible, no solo de desarrollar las ya existentes en nuestra mente
colmena. Recordad, es una empresa.
Si una violación callejera gusta,
tal vez, también guste una violación a través de un secuestro y hasta puede
resultar más morboso, que el hijo y el padre entren en ese juego de violencia
sexual. Porque ¿a quién no le gustaría violar a su mujer y a su hija en
presencia de unos secuestradores? (ironía)
Lo que yo me pregunto es si la
socialización y la normalización de las fantasías traen consecuencias, no como
origen del problema, sino como una retroalimentación del sistema sexual y
normativo.
Hay hombres que me han preguntado
qué tiene de malo que les atraiga que sus novias se vistan con ropa escolar,
que actúen de alumnas, animadoras o performen una relación casual con una chica
que ha perdido el autobús, con promesas de ayudarla, cuando en realidad su
objetivo es meramente sexual. Y yo les contestaba que era un reflejo de su
predisposición al placer sexual con contenido infantil. A lo que siempre me
respondían, generalmente a gritos o a la defensiva: “¡Yo no soy un pedófilo!”.
No, no eres un pedófilo.
Simplemente eres un hombre que forma parte de una socialización del sexo igual
violencia, que abraza con sus tentáculos cualquier lugar en el que una mujer o
una joven estén presentes en nuestro imaginario, sexualizándolo y que además no
tienes ni la más mínima intención de modificar tus pautas de deseos. Cuando un
deseo sexual no se puede materializar, es porque tenemos pensamientos
delictivos o que merman derechos de terceros. Por tanto, ese pensamiento debe
ser sustituido o deconstruido, porque de llevarlo a la práctica incurres en un
delito y de no practicarlo puede generar cierto nivel de insatisfacción sexual.
A esas construcciones sexuales ilegítimas las denominamos: cultura de la
pedofilia y de la violación.
El sexo es salud, siempre que su
concepción también lo sea.
¿Cómo pensáis que puede influir
en su socialización a un chico de 14 años que consume estas tipologías de
pornografía respecto a las mujeres?
¿No pensáis que extrapolará
alguien a la realidad sus fantasías sexuales?
Si no es un problema de
sexualidad y de masculinidad ¿cómo explicamos los datos de acoso, abuso y
agresión sexual? El 99’99% de agresores sexuales son hombres.
¿Cómo explicamos que una
industria que va a satisfacer los deseos sexuales masculinos, la más rentable
del planeta y la que mueve más capital, tenga una demanda masculina y
mayoritaria de relaciones sexuales violentas?
¿De verdad alguien piensa que una
violación es deseada? ¿Nos damos cuenta que confundimos relaciones deseadas y
las indeseadas?
¿Cómo lo explicamos si el
problema no somos nosotros y nuestra óptica, enfoque y perspectiva de la
sexualidad humana?
La pornografía no es el problema,
es la consecuencia de una consecutiva socialización del machismo que difumina
la clara línea entre algo deseado e indeseado, entre algo consentido o no
consentido, entre la voluntad propia y la voluntad alienada o la ausencia de
voluntad. Incluso con la capacidad generacional de consentir.
Pensar que podemos disponer del
sexo a nuestro antojo, de las mujeres en diversas categorías sexuales, raciales
y prácticas sexuales y de exigir relaciones sexuales violentas con una mirada
acrítica y normalizadora, es el problema y forma sin duda una parte sustancial
del catálogo de conductas del ideario colectivo de la masculinidad.
Hay algunas personalidades que
consideran que el deseo es algo relativo, que no depende de nada más allá de la
individualidad o por el contrario, opinan que el deseo es construido
socialmente y que por tanto, no está mal. Si Anthony Giddens levantara la
cabeza.
Yo no digo que esté mal o bien
tener una fantasía o un deseo sexual en el cual eres violado o violador. Lo que
digo es que ese deseo nace de un paradigma en el cual influye la normalización
del abuso sexual, la cosificación sexual y la violencia mimetizada con el sexo.
Todo eso, merma derechos. Me da igual si está bien o mal, esos son conceptos
más bien religiosos. Yo hablo del cumplimiento de todos los derechos de forma
simultánea y cualquier actividad, que en su naturaleza práctica conculque
derechos, no es legítima.
Esas últimas ideas nacen de un
modelo social machista, que representadas políticamente pueden entenderse como
válidas. Si deseas violar, aunque sea solo un deseo y nunca llegue a
materializarse, no es algo bonito, no es algo que debas fomentar, no es algo en
lo que uno deba regocijarse, ni utilizar diversas vías de consumo sexual para
apaciguar sus impulsos, es un problema para tu sexualidad, tu vida y para la
vida de muchas mujeres.
Si legitimamos el deseo de
violar, no legitimamos la violación per se, pero sí una lógica opresiva. En
realidad, lo único que cambiamos es el contexto, no el ejercicio de violencia.
Es una fantasía porque es inmaterial, pero es verosímil.
Lo que se relata en la mente de
un hombre que desea violar, es exactamente el mismo sistema de pensamientos de
un violador. La diferencia es que no lo lleva a la práctica.
Legitimar el porno de violación,
no es legitimar las violaciones, pero sí la lógica de los violadores. Del mismo
modo, que el porno de simulación pederasta, no es legitimar la pederastia, pero
sí la lógica pederasta. Fundamentalmente porque lo deseas, pero te parece
inmoral.
Por tanto, podemos llegar a la
lógica de que abusar de una niña de 14 años no es legítimo, pero el deseo de
hacerlo sí y por tanto, tienen derecho a cumplir ese deseo.
¿De verdad alguien cree que
entrar en la mente de un violador o de un pederasta es sexualmente sano?
No se puede luchar contra un
sistema de pensamiento machista si legitimamos ese mismo pensamiento solo en
casos en los que no haya peligro. Que además, es relativo ese peligro, porque
formas de violación hay muchas y no todas son reconocidas ni penadas.
Con eso no estoy diciendo que
tengamos que negarnos a nuestros deseos, porque todos tenemos un desarrollo de
la sexualidad viciado por el contexto y no lo estoy criminalizando como si
estuviéramos todos locos, solo sugiero una vida sin autocomplacencia, de
autocrítica y de cambios que pueden mejorar la vida de muchas personas. Nada
más.
Si el sexo es diversión y el sexo
violento es legítimo, el sexo violento también es diversión. Por tanto, negarte
a él o criticarlo, te convierte en algo así como en un agente antisocial contra
la diversión, contra lo que te genera bienestar y te llena como ser humano.
Al final, los que no bajamos la
cabeza ante un ideario sexual que tiende a la violencia, somos catalogados de
seres no pasionales, sin vida, aburridos, desgastados y sin inteligencia
afectivo sexual, que estamos bajo los dogmas de no sé qué creencias religiosas
que nos oprimen.
La híper sexualización no es lo
contrario a la represión sexual. Son dos formas de dominación.
Cuando domina cualquier ideología
de la represión humana, la creencia instalada por la represión de aquello que
era catalogado de transgresor o revolucionario es siempre la respuesta al
cambio social necesario, es una falacia en sí misma. Ya que ambos bloques
ideológicos usan al contrario para deslegitimar cualquier idea que no sea la
propia y también para existir.
Al final, el represor te llamará:
“libertino” por mirar pornografía y el liberador: “moralista” por criticarla.
Dos expresiones de un mismo paradigma que han servido para amortiguarse
ideológicamente sin resultados.
La represión sexual y la híper
sexualización son cárceles, pero solo la segunda tiene las puertas abiertas,
esa es la razón por la que puede parecer liberador. No hay transgresión en
desear una violación, es el mismo patriarcado de siempre, con purpurina
Es mucho más complicado explicar
por qué la sociedad tiene que recapacitar sobre sus pautas, sus costumbres, sus
tradiciones. Repensar las relaciones interpersonales. Reflexionar sobre los
límites de la economía, sobre el sexo y el origen de nuestros deseos. Y lo más
complicado, casi imposible, hacer autocrítica sin pensar en la autocomplacencia
típica del egoísmo más humano.
Lo verdaderamente revolucionario
es criticarlo todo con un objetivo a gran escala, que pretenda construir -por
seguro- unos pilares sólidos para la reconversión a una sociedad totalmente
saludable.
Si hablamos en términos de
economía. Una actriz o actor porno, no se pueden comparar con un panadero o con
un cocinero de un restaurante de comida rápida, fundamentalmente porque un
actor porno es trabajador y también producto. En el caso de un cocinero, es
solo trabajador, el producto es la comida. Cosificar una cosa, no es insano.
Si entendemos que una persona
puede ser producto de una dinámica empresarial, obligatoriamente estamos
cosificando. Es decir, estamos convirtiendo en una “cosa” algo que es un ser
humano y lo reconvertimos en un producto. Por tanto, es un trabajo, es cine,
incluso puede ser arte, pero las dinámicas de esta rama de la economía
evidentemente deshumanizan el trabajo por su naturaleza práctica en el momento
en que eres trabajador y producto.
Un trabajo que deshumaniza, que
cosifica, que cubre la demanda exclusiva de los deseos violentos de la
masculinidad y que pretende exaltar el sexo como un ejercicio de violencia
legítima, jamás puede promocionar la igualdad, por tanto ¿porno feminista?
La economía tiene límites y debe
tenerlos. Sino caemos en la idea neoliberal de que todo es un producto de
consumo, de que todo se puede comprar y vender. Es más difícil explicar los
límites de lo que puede ser trabajo y lo que no, que hacer una enmienda a la
totalidad hablando de libertad, cuando en realidad lo que se pretende es una
cárcel con las puertas abiertas y mucha purpurina para defender el mismo
sistema social.
Y recordad: “No es saludable
estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma” (Krishnamurti)
Antoni Miralles Alemany
Trabajador Social y Escritor
http://www.lapandereta.es/porno-resultado-una-sociedad-acritica-falsamente-revolucionaria/
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