La psique del putero, un constructo social
19/12/2019
AUTORA
Nerea Sanchís Rodríguez
Analista y activista feminista.
Psicóloga Social. En el Partido Feminista de España.
La prostitución existe porque
existe la psique del putero, un constructo social creado por el patriarcado y
sustentado por el capitalismo neoliberal. Esta psique, es una de las máximas
representaciones de la deshumanización, construida para someter y dañar, y
desgraciadamente está en la base de la masculinidad hegemónica predominante.
Profundizaré un poco más en esta
noción de la psique putera, en cómo se articula y toma forma. La psique humana
en el patriarcado está construida a través de símbolos estereotipados, que nos
indican cómo tienen que ser los hombres y las mujeres, para recrear a la
perfección un modelo de relación basado en el ejercicio del poder y en la
DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO. Siendo la familia nuclear el espacio privilegiado
para que tenga lugar este contrato sexual y la prostitución la otra cara de la
moneda que lo sostiene.
Hablar de la psique del putero,
es hablar de cómo históricamente el patriarcado ha construido los cuerpos de
las mujeres y su sexualidad. Desde la Grecia clásica y los remotos textos
aristotélicos, donde las mujeres eran reducidas a vasijas vacías, a recipientes
para ser engendradas, hasta las modernas formas de esclavitud sexual y
reproductiva que se dan en la prostitución y los vientres de alquiler (bajo el
paraguas neoliberal de la libre elección y el libre mercado para todo,
incluidos los cuerpos, eso sí, los cuerpos de las más vulnerables, es decir, de
las niñas y mujeres pobres). Todo ello pasando por los ideólogos y
constructores de la psicología patriarcal moderna, como Freud y sus teorías
psicoanalíticas sobre la sexualidad y los complejos de las mujeres, siempre
situadas estas en la categoría de objetos.
El cuerpo de las mujeres se ha
construido (y sigue haciéndose) en función de los derechos de los hombres sobre
los mismos. Es decir, en función de las leyes del patriarcado, no hay nada de
natural, de elevado y de esencial en esto. Lo único que hay es violencia y
abandono de la vida. La antropóloga feminista Gerda Lerner, nos muestra
claramente en sus obras, como la psicología del patriarcado es la psicología de
la guerra y la expropiación, de las armas y de la deificación del falo. La
misma que está presente en la psique del putero. Sólo tenemos que echar un
vistazo a los foros donde los hombres comentan sus jugadas prostituidoras, para
ver en diferentes grados y formas de expresión, esta cultura de la violación y
la guerra, este erotismo del daño y el dolor hacia las mujeres y niñas.
Estos espacios detestables, nos
permiten tener una radiografía exacta de los pensamientos, ideas, nociones,
deseos e intenciones de los hombres que frecuentan los burdeles, pisos y tramos
de calle en busca de su ración de poder y opresión. El patriarcado es la cultura de la muerte,
como bien nos anunciaba Andrea Dworking, de la colonización y el feminicidio.
La psique del putero, es una psique feminicida, una psique exterminadora de
mujeres, en lo simbólico y en lo real. Por eso las feministas, siempre
afirmamos que la prostitución no tiene nada que ver con el erotismo, ni la
liberación sexual, ni el trabajo, sino con la dominación, el ejercicio de poder
y la ira patriarcal, que sólo puede ver a las mujeres como colonizables y
desechables.
La psique putera está más
presente de lo que imaginamos en elideario colectivo y no solo en el de los
hombres que pagan por violar, ya que este aleccionamiento psicosocial -que
altera la conciencia y el ser, que quiebra las vidasde las mujeres y
obstaculiza el desarrollo de las potencialidades humanas- comienza a darse
desde edades muy tempranas en la infancia. Es lo que en teoría feminista se ha
llamado la socialización en género. Pronto los niños van adquiriendo la psique
del putero, viendo lo que ocurre a su alrededor. Ellos son los protagonistas,
los guerreros y los dueños de sus deseos, siempre acompañados de ellas, ese
alguien, ese algo hermoso, débil e inferior, que les estimula en su fuerza y
virilidad, con servilismo y entrega. Pareciera de otra época, pero este es el
mensaje predominante en casi todo aquello que los niños consumen y absorben de
pequeños: películas de acción y aventuras, superhéroes y superheroínas con
máscaras de modernas, pero por dentro siguiendo las rancias recetas de la
masculinidad y la feminidad, videojuegos cuasi pornográficos, series de TV
donde hay cinco personajes masculinos y uno femenino a disposición de todos
ellos y vestida de rosa. Padres, madres, tíos, abuelos y abuelas, amistades
etc., que inculcan la masculinidad del machote en los niños, promoviendo o
simplemente pasando por alto el juego violento, de guerrillas, competición,
pistolas y demás temáticas destructivas, bajo el mantra de son cosas de niños,
es normal.
Niños que escuchan una y otra vez
los comentarios sobre los cuerpos, formas de vestir, sexualidad etc., de boca
de sus mayores, cuando acosan por las calles a las mujeres, cuando comentan la
portada de una revista o hablan de una amiga, compañera de trabajo etc. Niños
que crecen sintiendo e interiorizando el poder como herramienta principal para
usar en sus relaciones. De forma universal, casi todos ellos crecen con un
mensaje implantado a fuego en su psique: siempre podrás tener a una mujer,
aunque ella no quiera, ni desee estar contigo. Puesto que el cuerpo de las
mujeres casi siempre se representa disponible para los hombres, desde la
ternura y el acompañamiento de las series y películas infantiles, hasta el sometimiento
total y la vejación que nos vende la industria del sexo con la pornografía y la
publicidad. Industria que cada vez llega antes a los niños, hoy día se inician
en el visionado de pornografía a edades escandalosamente tempranas, los 8 años.
Sin que los gobiernos muevan un dedo para dar la educación afectivo-sexual
necesaria… El resultado lo vemos a diario en las noticias y en los periódicos:
la violencia sexual que sufren millones de mujeres y niñas, perpetrada por
hombres de todo el mundo, en todos los rincones de nuestra tierra.
Esta psique hoy día sigue muy
protegida y lo más preocupante de todo es que algunos sectores autodefinidos
como progresistas y de izquierda , la reconstruyen y recrean en sus
postulados, donde defienden la regulación de la prostitución como un trabajo y
la descriminalización de los proxenetas y puteros, usando para ello los
perversos argumentos de protección hacia las mujeres. La psique del putero, se
blinda desde determinadas universidades públicas, cuyos rectores y parte del
profesorado han sucumbido al discurso de lobby proxeneta, permitiendo charlas
para legitimar la vulneración de los derechos humanos, ocultando el verdadero
impacto de la prostitución sobre la vida de las mujeres y niñas, negando la
violencia contra las mujeres y como no, protegiendo los intereses del
prostituidor. Valga decir que, en estas charlas, nunca se aborda el
comportamiento de los hombres, ni la brutalidad, ni la misoginia, eso sólo lo
hacemos las feministas putofóbicas, como osan en llamarnos, otro término
machista y sancionador para acallar las voces feministas, las voces realmente
disidentes. Y por supuesto, esta psique
del putero también se perpetúa cuando se considera al género como una
identidad, como parte de la naturaleza del ser humano e incluso deseable,
legitimando así la masculinidad hegemónica que el patriarcado construyó para
someter a la mitad de la población: las mujeres.
Terminaré este artículo, diciendo
que podemos vivir de otra manera, para ello es imprescindible abolir la psique
del putero y por tanto abolir el género. Es imprescindible un modelo de
gobierno que opte por la paz para las mujeres y niñas, un modelo de gobierno
que sirva para sentar las bases de la sociedad y el mundo que tanto
necesitamos, ese lugar donde por fin la vida se ponga en el centro.
Por la abolición de la
prostitución, el género y todas las formas de opresión y mercantilización de
los seres humanos, en especial de las mujeres y niñas.
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