sábado, 10 de marzo de 2018

Puteros y prostitución


Puteros y prostitución

“Decir que la prostitución es una elección libre es no plantearse la estructura desigual de la que parten las mujeres en una sociedad donde la economía y las políticas neoliberales  han creado un ideario ficticio de libertad abstracta”
Alicia Díaz
10/03/2018 -

Esta semana no pensaba hablar de esto pero debido al desconcierto que me ha provocado el tema he decidido dedicarle unas líneas. Todas las mujeres nos encontramos con hombres que justifican la industria sexual de forma benévola, le atribuyen una argumentación en la que está presente la idea de consentimiento, de servicio legítimo destinado a la satisfacción personal a cambio de la remuneración económica por el trabajo realizado; incluso, definen dicha situación como un “contrato gentil”. Este perfil de hombres ya lo conocéis, son los puteros. No le voy a dar mucha cancha pese haberme sentido violentada en algún momento, pero sí quiero aprovechar para exponer mi visión sobre el tema.

En todo el discurso regulacionista pro prostitución existe una referencia al modelo nórdico que castiga al cliente con el fin de luchar contra las redes de trata y el proxenetismo. Este modelo sanciona económicamente a aquellos hombres que pagan a cambio de mantener sexo y, en algunos casos, las sanciones pueden llegar a acarrear un año de cárcel dependiendo de la gravedad de los hechos.  Este tipo de modelo está basado en el principio de que la prostitución es una forma de violencia hacia la mujer subyacente de la clara desigualdad de género existente. Sin embargo, por la parte de aquellos países que apuestan por un modelo legalizador, nos encontramos a  Alemania y Dinamarca. La legalización de la prostitución en estos países confirma el propósito e intencionalidad  de la industria sexual por mercantilizar el cuerpo de la mujer atribuyéndole la  condición de “empleo”.
 


La teoría del putero con el que me he cruzado hoy es que las mujeres tienen una misión importante – particularmente las provincianas -  cuya labor es ponderar el capital erótico a través de la prostitución. Para hacernos una idea de la situación del modelo alemán actual, después de que en 2002 se aprobara la ley que legalizaba la prostitución, queda al descubierto el incremento de la demanda en más de un 30 % lo que supone, según las estadísticas policiales, que más de 500.000 mujeres se encuentran en una situación de prostitución.

Debido a la enorme demanda, el turismo sexual queda validado lo que ha dado lugar al florecimiento de cientos de  burdeles y espacios improvisados alejándolos del marco legal fuera de las estadísticas oficiales alemanas.  En algunos burdeles de la zona no es difícil costear un servicio de “ Tarifa plana de sexo “ y por 70 euros podemos ver mensajes bajo anuncios del tipo   “ Sexo con todas las mujeres, tanto como quieras, tantas veces como puedas. Sexo. Sexo anal. Sexo oral sin condón . Sexo en grupo y gang bangs “. Según el sindicato Ver.di la industria sexual alemana mueve alrededor de 14.000 millones anuales animando así a proxenetas a lucrarse de la actividad sexual de las mujeres fomentando la trata.

La trata está estrechamente ligada al negocio prostituyente y provoca graves daños tanto a las mujeres como a la sociedad ; quienes pagan por sexo no atentan sólo contra la dignidad de las mujeres, sino que contribuyen a la proliferación del arquetipo criminal . Sin embargo, en el modelo sueco se ha podido comprobar el descenso entre los compradores sexuales pasando del 13 % hace diez años a menos del 8% de la población. La normativa sueca plantea la medida como disuasoria y ha contribuido a generar la falta de interés por muchos grupos. Unos 6.600 hombres han sido detenidos desde la implantación del modelo abolicionista en Suecia, la mitad de ellos aproximadamente condenados y ninguno de ellos ha entrado en prisión.
 


Este señor con el que hablé también decía que en los países abolicionistas los hombres entraban en prisión por practicar sexo, pero las estadísticas oficiales no mantienen ese dato debido a que el ingreso en prisión es esquivado bajo el pago de una multa de al menos un tercio de sus ingresos diarios durante dos meses.

Los modelos que abogan por la legalización de la prostitución dicen amparar los derechos de las “trabajadoras sexuales “ evitando ser estigmatizadas, erradicando el mercado clandestino y asegurando así, la libertad sexual de las mujeres. Pero es difícil sostener este argumento cuando por un lado se trata la problemática desde una perspectiva comercial con validez contractual en el intercambio sexo/cliente y por otro lado, el intento de conectar  la liberación sexual femenina donde el deseo mutuo es inexistente. Estaríamos hablando pues, de un concepto capitalista de la libertad. Muchos partidos denominados de izquierda defienden el modelo alemán, al igual que muchos hombres ideológicamente progresistas; pero lo cierto es que la prostitución tiene un arraigado pensamiento conservador.

Hace un siglo la prostitución era considerada como un bien necesario para poder salvaguardar la institución matrimonial. El  hombre obrero, poco preparado intelectualmente, acudía a casa donde la mujer se encargaba del cuidado de los hijos y la limpieza; en el caso de las mujeres que trabajaban en las fábricas textiles, llegaban al hogar exhaustas tras interminables jornadas laborales por lo que tenían que dejar a los menores solos. Sin mucho de qué hablar debido a esa poca formación, el hombre gastaba parte de su salario bebiendo en los bares junto a otros hombres y aprovechaban para satisfacer sus deseos sexuales con prostitutas. De esta manera se evitaban disputas familiares por la desinteligencia existente en el seno familiar.

Así se produjo la aprobación cultural de la prostitución entre los obreros y la izquierda que tomaba la herencia de las clases privilegiadas de la burguesía. La prostitución es un fenómeno ligado a las rentas en la que prospera su desarrollo a través del capitalismo y la propiedad privada; la venta del trabajo sexual de la mujer está inexorablemente conectada a la venta del cuerpo femenino debido al empobrecimiento y a la falta de oportunidades.

Más del 90 % de las mujeres prostitutas en España están obligadas a serlo por necesidad. Se calcula que existen hoy más de 100.000 prostitutas que mueve la friolera de  3.500 millones de euros al año, que representan un 0’35 % del PIB, un volumen similar a la contribución  de una ciudad como Málaga.

Decir que la prostitución es una elección libre es no plantearse la estructura desigual de la que parten las mujeres en una sociedad donde la economía y las políticas neoliberales  han creado un ideario ficticio de libertad abstracta. Es imposible considerar trabajo el intercambio de sexo por dinero teniendo en cuenta que las necesidades económicas obligan a las mujeres a someter su cuerpo al libre mercado masculino. Los derechos sexuales parten de un base de igualdad y de deseo, y mientras no se construya sociedades completamente igualitarias donde la economía no sea el motivo por el que una mujer tenga que vender su cuerpo, la prostitución seguirá siendo un mecanismo para poder seguir ejerciendo violencia contra las mujeres.

Este señor con el que lamentablemente me he cruzado es la voz de muchos hombres que apuestan por un modelo legal en el que sus deseos sexuales no sean cuestionados y donde las mujeres estén situadas en una escala en la que sus derechos son pisoteados cruelmente en un ambiente explotador normalizado social y culturalmente. Este debate se habría erradicado hace años si los explotados sexualmente fueran mayoritariamente hombres.

Fuente
https://www.eldiario.es/eldiarioex/Puteros-prostitucion_0_748575540.html




El putero moderno se consiguió una niñera


El putero moderno se consiguió una niñera
Mujeres por laAbolición de la Prostitución·  
viernes, 16 de septiembre de 2016

 Link al original: http://www.feministcurrent.com/2016/08/24/modern-john-got-queer-nanny/

 El putero moderno se consiguió una niñera
Pasa algo raro en los debates sobre la prostitución: mientras que la casi todos los que solicitan servicios de índole sexual son hombres, la abrumadora mayoría de los intelectuales que defienden la prostitución son mujeres.
Se trata de un fenómeno extraño que, ciertamente, merece que se lo analice por separado.
En teoría, el putero tiene razones de sobra para preocuparse. Está, por primera vez, en el centro de la discusión: los legisladores, cada vez con más frecuencia, los tienen a ellos (o a la “demanda”, para usar un término empleado por las ONG) en la mira y el modelo nórdico ha sido elogiado por el Parlamento Europeo, que reconoce que es el modelo que mejor combate la trata de personas. Además, los movimientos conformados por sobrevivientes de la prostitución crecen día a día en todo el mundo. Las mujeres se animan a alzar la voz, como sucede en Prostitution Narratives: Stories of Survival in the Sex Trade (“Narrativas de la prostitución: historias de supervivencia en el comercio sexual”), un libro de publicación reciente que devela lo que los puteros realmente les hacen a las mujeres en prostitución. Es la primera vez en la historia que tantas mujeres colectivamente revelan lo que pasa en el mundo de la prostitución, un mundo en el que, hasta no hace mucho, un hombre podía hacer casi cualquier cosa con una mujer sin que nadie se enterase. Esos tiempos ya se acabaron: el putero se está volviendo una figura visible.


Crece la tensión. ¿Hemos llegado a un punto en la historia en el que a una mujer le tiene que gustar un hombre para que él pueda acostarse con ella?

 A pesar de todo esto, al putero no se le conoce la voz. No necesita hablar. Como siempre, cuando un hombre está bajo amenaza, llega una mujer para ayudarlo: a la vanguardia del discurso que intenta presentar a la prostitución como un “trabajo” no está el putero, sino la académica mujer. En cualquier revista, conferencia o evento en el que se esboce una leve crítica al putero, ahí se alzará una académica proprostitución para defenderlo. ¿Quién es esta académica? Ella se denomina una “subversiva”, una “revolucionara” o una “feminista”, incluso. Por esa razón es que el putero la necesita de embajadora: que una mujer como ella defienda la prostitución hace que parezca el epítome de la liberación femenina: un intercambio de bienes por dinero que es justo para ambas partes, una práctica moderna y socialista que además es pro LGBT y queer. Pero, el  putero la necesita más que nada porque, cuanto más hable ella, más nos olvidaremos de que él existe. El acuerdo tácito pactado entre el putero y la académica proprostitución es que ella va a hacer todo lo posible por defender el modo de actuar del putero, al tiempo que se asegura de que nunca se hable de él. La académica, entonces, habla sin parar sobre la prostitución, pero jamás nombra al putero, porque ella está para asegurarse de que la discusión sobre la prostitución siempre termine en las mujeres. La académica queer usa a la mujer prostituida como escudo protector del putero. Le hace de todo: la analiza, la reconstruye y la deconstruye, la presenta como modelo a seguir y hasta la usa de micrófono (es decir, para acrecentar su fama como académica). A través de este mecanismo, se posiciona como la feminista “buena” que lucha contra las feministas “malas”. La jugada imita la prostitución a la perfección: la prostituta es visible, se la ve en la calle y en los bares, pero el putero sólo pasa por ahí sin ser visto, lo que hace él no genera vergüenza ni hace que se tejan mitos alrededor de su figura.

La función de la académica queer es asegurar la continuidad de ese status quo para el putero.
Ante lo que nos encontramos es una defensa de la prostitución pensada como un escudo doble, ya que a cualquiera que quiera debatir sobre la prostitución le va a costar llegar al putero, porque en el medio se encuentran la académica y la “trabajadora sexual”. Cualquier intento que se haga de hablar de lo que hace, piensa o dice el putero rebota y se termina convirtiendo en una discusión sobre las identidades de las mujeres o en una pelea. La académica proprostitución tiene su propia definición de “debate intelectual”: le dice “escuchar” a cuando ella habla. Asegura que no está de por sí a favor de la prostitución, sino que solamente “escucha a las trabajadoras sexuales”. Cuanto más fuerte habla, más asegura de que eso es prueba de que “escucha”. Cuando se le presenta una persona que no está a favor de la prostitución, denuncia que se la está “silenciando”. El surgimiento de los movimientos conformados por sobrevivientes de prostitución ha mostrado que la supuesta capacidad que tiene la académica para escuchar a las mujeres en prostitución, está condicionada. Cuando las sobrevivientes hablan en contra de la prostitución, la académica queer puede proceder de dos formas: o directamente no las escucha o argumenta en contra de ellas. Ahí es cuando queda al descubierto que  no defiende a la voz de las “trabajadoras sexuales”, sino al putero.


Canadá penaliza al putero.

 Esta académica es de las hacen denuncias en las redes sociales si se cruza con un hombre que cree que sabe más que ella o que acapara mucho espacio en el transporte público, o si alguien la trata de “preciosa” o si alguien dice que las mujeres se embarazan y no usa el término “personas”, que es más abarcativo. Uno no puede evitar preguntarse cómo es que la indignación que le nace ante esos detalles logra convivir con la insensibilidad que demuestra al hablar de una industria que, según estudios, es la más mortal para las mujeres. No hay que olvidar que para ella, al igual que para el putero, la mujer en prostitución es “otro tipo” de mujer. Es cierto que la académica emplea un tono de admiración para hablar de la prostituta, mientras que el putero utiliza solamente desprecio, pero, en el fondo, se trata de lo mismo. La verdad es que la académica queer no es una revolucionaria o una feminista, ya que ni siquiera intenta defender a las mujeres, sino que, más bien, es la niñera del putero. Se trata de una de las funciones más antiguas pertenecientes al patriarcado. La académica lo tranquiliza cuando está preocupado y considera a sus enemigos como propios. Vigila que nadie le saque los juguetes, sin importar lo que él les haga a los demás. Es como aquella niñera de antaño que siempre trataba al hijo varón de la familia como niño y amo al mismo tiempo: obedecía sus pedidos, limpiaba el lío que dejaba y lo subía al regazo para que llore. La niñera, más que cualquier otra mujer dentro del patriarcado, es la figura de la mujer comprensiva. No soporta ver a su joven amo con hambre y por eso él siempre come antes de que ella se prepare algo, pero nunca lo trata como a un hombre con responsabilidades. Sin importar cuántos años tenga, para ella siempre va a ser un niño que no puede controlar su comportamiento. La niñera fue la que permitió que los hombres de clase alta sean, al mismo tiempo, jefe y niño irresponsable. No se puede entender al patriarcado sin comprender cómo la “niñera” le dio forma a los hombres que se encuentran en los escalafones más altos de la masculinidad. El putero personifica a este tipo de hombre. El tipo de hombre que da órdenes y pretende que le cumplan todos los caprichos, pero que no se hace responsable de su comportamiento. Si le arruina la vida a otras personas, les contagia ETS a mujeres en situación de prostitución y a la propia esposa, contribuye a que se mantenga el negocio de la trata de personas, ¿cuál hay? Ni que fuese problema de él...

 El putero de la actualidad no tiene una niñera literal, pero encontró algo parecido en la académica proprostitución: una niñera queer que lo tranquiliza cuando está alterado, se encarga de sus necesidades y lo defiende del mundo exterior. De esta manera, el putero puede seguir fanfarroneando sobre todas las “putas” que se va a coger en los viajes que haga, aunque él nunca aceptaría que su hija se hiciera prostituta (ni tampoco se casaría con una). Puede seguir mirando películas porno pero cuidado con que la novia se porte como “una puta”. Nunca la niñera lo va a retar. Nunca va a entrar en los foros de puteros donde los hombres se congregan para darles una puntuación a las prostitutas a decirles que no tienen que llamarlas “putas”, que el término correcto es “trabajadoras sexuales”. La niñera nunca lo va a retar por estigmatizar a las mujeres o por tener dobles estándares. Los hombres son hombres, después de todo… Bien, si es así, entonces que crezcan y que hablen y se defiendan ellos solos. Si pagar por sexo es algo que está muy bien, que hablen y cuenten qué hacen y por qué, y que lo hagan utilizando sus propias palabras, las mismas que usan cuando van a los prostíbulos. Y cuando las supervivientes señalen a los puteros, que las niñeras se corran, que no dejen que los hombres se les cuelguen de la pollera en busca de protección. A las niñeras queer del mundo, les pregunto: ¿les pagan para hacer de embajadoras de los puteros, siquiera, o trabajan gratis? ¿Se ofrecen gratis, como lo han hecho mujeres por siglos, para proteger a los hombres y para no se los obligue a madurar y hacerse cargo de los que hacen? Niñeras queer, a ustedes les hablo: renuncien. También ustedes se merecen algo mejor.

Fuente
https://www.facebook.com/notes/mujeres-por-la-abolici%C3%B3n-de-la-prostituci%C3%B3n/el-putero-moderno-se-consigui%C3%B3-una-ni%C3%B1era/540043682870231/




martes, 30 de enero de 2018

‘De la prostitución se lucra el crimen organizado, no las mujeres’

26 ene 2018 -
 ‘De la prostitución se lucra el crimen organizado, no las mujeres’

Todo indica que la firma del acuerdo de paz ha disparado el “turismo sexual” de extranjeros. El embajador sueco contra la trata de personas y prostitución, Per-Anders Sunesson, hace un llamado para que entendamos qué hay detrás de la prostitución: crimen organizado, violencia y pobreza de miles de mujeres y niñas.
Natalia Herrera Durán - @Natal1aH

En Bogotá, según cifras del Distrito, entre el 90 y 96 por ciento de las mujeres en situación de prostitución entraron al "negocio " a los 14 años y tienen muy baja escolaridad.
Reglamentar la esclavitud. Decir, por ejemplo, en adelante los hombres y mujeres de “raza” negra, mayores de 22 años, pueden ser sometidos a un trabajo que los expone a enfermedades y puede incluir golpes, escupitajos, burlas y menosprecio, durante 10 horas diarias, cinco días a la semana, por una remuneración económica y algunas prestaciones sociales. No tiene sentido, ¿no?

Nadie pensaría hoy que la esclavitud de personas con piel oscura debe ser reglamentada, pese a que el racismo siga presente en el mundo e incluso haya un presidente como Donald Trump que, hablando de políticas migratorias, se pregunte: "¿Por qué viene toda esta gente de países de mierda (shithole countries) aquí?". Esa esclavitud, como institución humana, buscó acabarse no reglamentarse. No ha pasado lo mismo con “el oficio más antiguo del mundo”. La prostitución, en cambio, ha buscado reglamentarse con el apoyo de algunos sectores poderosos, aunque mayoritariamente se realice con el cuerpo de mujeres sin recursos y sin oportunidades, expuestas a múltiples violencias y entornos de crimen. La trata de personas es una de las formas más graves de crimen organizado y una forma de esclavitud moderna.

En Colombia, la prostitución no es un delito, aunque sí lo es el proxenetismo. Solo en Bogotá, según cifras de la Secretaría de Integración Social, se calcula que hay alrededor de 30.000 personas en situación de prostitución. Entre el 90 y 96 por ciento son mujeres y niñas que entraron al "negocio" a los 14 años y tienen muy baja escolaridad. El 90 por ciento de ellas viene de otras regiones. El 90 por ciento de ellas tiene un proxeneta que se lucra de su cuerpo. Entre el 85 y 95 por ciento fueron abusadas sexualmente en la infancia o en la adolescencia. El 70 por ciento ha sido atacada físicamente (entiéndase mutilada, lacerada y golpeada por "clientes") y el 50% son asesinadas entre los 20 y 40 años, es decir, en los años más activos para "ejercer" la prostitución.

Suecia y otros países como Canadá, Noruega, Irlanda, Irlanda del Norte, Islandia y Francia lo han entendido. Y han buscado en sus legislaciones adoptar un modelo que criminaliza a quien compra sexo y a quien se enriquece con el cuerpo de alguien más. A la persona que vende su cuerpo no se criminaliza, pero el Estado le ofrece alternativas educativas, psicológicas y laborales si quiere salir de esta situación.

En esta entrevista, el embajador sueco contra la trata de personas y prostitución, Per-Anders Sunesson, de visita en Colombia, explica el impacto de la ley que defiende y cuáles son sus poderosas razones para estar de acuerdo con la abolición del “oficio más antiguo del mundo”. 


Per-Anders Sunesson




 ¿Cómo es el modelo sueco que abolió la prostitución hace 14 años?

En 1999 en Suecia se decidió que no queríamos más prostitución porque vimos el daño que le hizo a la sociedad. Inicialmente, se pensó que se debía criminalizar tanto al comprador como al vendedor de servicios, pero cuando hablamos del vendedor estábamos hablando de las mujeres que ya eran víctimas de muchísima violencia, así que pensamos que no se podía criminalizar más a estas mujeres. Por eso se decidió solo criminalizar al cliente y a los proxenetas que se lucran con los cuerpos de ellas, y ofrecer salidas educativas y psicológicas, así como acompañamiento a estas mujeres para que dejen la prostitución.

¿Qué resultados han medido de esta política en un poco más de una década?

La prostitución se redujo a la mitad y no se volvió más clandestina, como se temió. Desde entonces ha decrecido. Pero tal vez el efecto más importante de la ley es que cambió totalmente la visión de la gente y hoy muy pocos hombres están interesados en comprar servicios sexuales. Yo tengo 54 años y creo que todavía algunos de mi generación están en contra, pero puedo ver la generación de mi hijo, que tiene 26 años, y ellos tienen claro que no está bien porque además están convencidos de la necesidad de igualdad de género. La demanda en el país de servicios sexuales es baja y por tanto la explotación sexual es baja. Por eso podemos decir que no tenemos crimen organizado involucrado en estas actividades. 

¿Qué países se han sumado a este modelo?

Suecia en 1999; Noruega, luego Irlanda del Norte, Canadá, Islandia. Hace seis meses Irlanda; hace dos años se adoptó en Francia. En España y Grecia se está debatiendo la ley.

Al tiempo de que ustedes buscaban la abolición de la prostitución, otros países la legalizaron, ¿qué impacto ha tenido esa política?

Conozco de cerca el caso de Alemania, país vecino de Suecia. Hoy tiene unas 400 mil mujeres en prostitución, pero el 98% de ellas no son alemanas. Son mujeres que vienen de países con bajos ingresos como Rumania o Nepal. Ellas son las que trabajan en los burdeles alemanes.

¿Qué impacto tiene legalizar la prostitución?

Desde que la sociedad legalizó esta situación y con eso dijo “está bien comprar bienes sexuales” se ha incrementado la demanda. De hecho, hay un prostíbulo enorme, de seis pisos. En el primer piso hay un restaurante, en el segundo se venden servicios sexuales con mujeres asiáticas, en el tercer piso con mujeres negras, en el cuarto nivel con mujeres de medio oriente, etc. Como ahora hay una gran disponibilidad de mujeres gracias a la migración en Europa ofrecen tarifas básicas, promociones, por todo el sexo que se quiera, 24 horas. La demanda es muy alta en Alemania y por eso requieren tantas mujeres de otros países. Interpol y otras agencias de seguridad saben que los países que legalizan la prostitución tienen graves problemas con el crimen organizado y redes de tratas de personas. Por eso es interesante comparar estos resultados.

¿Qué piensa sobre que en Colombia se ha disparado el turismo sexual de extranjeros, luego de la firma del acuerdo de paz?

Estoy seguro de que esto va a pasar a una gran escala si además legalizan o “reglamentan” la prostitución. Recientemente he tenido la misma conversación con el gobierno cubano, que abrió su isla al turismo y siguen preguntándose si quieren ser un país de turismo sexual o no. Tal vez esto traiga dinero, pero ¿eso es lo que realmente quieren? Que las mujeres sean víctimas de hombres extranjeros que vengan a buscar sus “servicios”.
 
Waiting. Niria Fortuny
¿Qué pasa con los suecos que viajan buscando “servicios sexuales” que no encuentran en su país?

De hecho, en Suecia hemos buscado criminalizar también a los suecos que van a otros países a comprar servicios sexuales y creo que es importante que se sepa que estamos preparando una ley para sancionar a estas personas. Incluso así hayan viajado a países donde esto sea legal o autorizado.

¿Es usted feminista?

Sí, soy feminista y represento también el primer gobierno feminista de Suecia, que es el actual. Se trata de una transformación por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres. Cuando se debatió la ley que abolía la prostitución como institución el entorno era muy machista. Pero el Gobierno mandó una señal muy fuerte al decir que no estaba bien aprovechar el hecho de tener dinero para contratar servicios sexuales y el clima fue cambiando.

Pero los cambios sociales no solo necesitan de leyes para ser reales…

Claro, una ley no es suficiente, fue necesario pedir, por ejemplo, que personas con mucho capital social, como artistas o deportistas famosos, entendieran y dijeran en campañas publicitarias que no estaba bien comprar sexo. Se trató también de sensibilizar y educar en los colegios en otra idea de masculinidad, en prohibir la publicidad sexista, por ejemplo.

¿Cree que quienes compran sexo necesitan ayuda?

Al entrevistar a quienes compran servicios sexuales se puede ver que tienen una percepción extraña de esto. Muchos de ellos creen que les hacen un favor a estas mujeres y que es su derecho como hombres. Así que creo que hay que tratar de hablar con ellos para aterrizar el tema.

La poderosa industria del sexo ha buscado en Colombia y en el mundo hacer lobby alrededor de que se reglamente la prostitución y no se busque acabarse ¿qué piensa de eso?

Sí, es claro que hay mucho dinero en la industria, ganan cerca de 3.000 dólares americanos por segundo. Hay por lo tanto fuerzas económicas considerables que no quieren que se reduzca la demanda de pornografía o prostitución porque están ganando mucho dinero por ello.  En realidad, se pagan los mejores lobistas, que defienden y financian la idea de la legalización de la prostitución, pero sabiendo lo que esto le hace a la sociedad y a quienes ponen sus cuerpos para esto. Me cuesta entender cómo los países se dejan convencer por estos lobistas. Hay que ver las fuerzas detrás. No son las mujeres quienes se están lucrando.

¿Es cierto que la prohibición de la prostitución en Suecia elevó el consumo de pornografía?

No tenemos ningún indicador o investigación que muestre una conexión clara entre la prohibición y el aumento de consumo de pornografía. Lo que sí hemos documentado es que la pornografía ha cambiado mucho en los últimos cinco años. Hoy es mucho más violenta, incluye golpes, escupitajos, y humillaciones.
 
Foto: Salvador Batalla


¿Cree que el debate debe dirigirse también a abolir la pornografía?

Pues, sabiendo que muchas de las mujeres que aparecen en pornografía están en situación de prostitución, yo creo que efectivamente se debería considerar la prohibición de la pornografía. Y así lo haremos muy pronto en Suecia.

Fuente
https://colombia2020.elespectador.com/pais/de-la-prostitucion-se-lucra-el-crimen-organizado-no-las-mujeres






martes, 23 de enero de 2018

¿Cuándo soy, entonces, un machista de izquierda?

 Este listado contiene pensamientos y actitudes de machismo de izquierda. Algunas mías; y otras que he visto en distintas personas.


 ¿Cuándo soy, entonces, un machista de izquierda?



Cuando siempre tengo preparado el término “burgués”, “pequeñoburgués”, “liberal” y “posmoderno”
para descalificar al feminismo que me incomode, corresponda o no la caracterización.

Cuando coincido con la gente de derecha en preguntar “¿por qué feminismo y no igualismo?”, lo cual indica que ni siquiera me importa el tema para hacer una búsqueda en google pero me siento amenazado o desplazado por un movimiento que pregona la libertad y el poder para las mujeres.


Cuando minimizo o rechazo las luchas feministas diciendo “el verdadero problema es el capitalismo” (y de esa manera demuestro mi ignorancia sobre cómo se articulan capitalismo y patriarcado y sobre la influencia reaccionaria que tiene el machismo sobre la clase trabajadora).

Cuando coincido con la derecha en naturalizar la heteronormatividad y los roles de género.

Cuando no puedo dejar pasar la ocasión de decir “el verdadero problema es de clase” cada vez que se dice algo desde una perspectiva de género.

Cuando, así como los machistas de derecha quieren negar el patriarcado al buscar ejemplos de mujeres que agreden hombres o falsas denuncias o situaciones donde los hombres sufren más que las mujeres, yo busco situaciones de feminismo burgués o blanco o misándrico para justificar que la izquierda no tiene nada que aprender del feminismo.

Cuando soy muy revolucionario hablando de capitalismo y socialismo pero me convierto en “pragmático y realista” hablando de machismo y feminismo.

 Cuando digo que el socialismo no tiene nada que tomar del feminismo porque “la cuestión de la mujer” ya estaba planteada en algún texto socialista de siglos pasados.
Cuando en vez de escuchar a una compañera para aprender, espero a mi turno para hablar.






Cuando digo que como el socialismo está contra toda opresión no hace falta ser feminista.




 Cuando hago “mansplaining”, o sea explicarle de manera condescendiente a una mujer lo que ella ya sabe (a menudo, interrumpiéndola), asumiendo que sin mi explicación no caza una.






Cuando cometo “gaslighting”, es decir, manipular el sentido de realidad de una mujer, poniendo en duda su memoria, percepción o cordura, porque no dice lo que yo quiero escuchar.

 Cuando solo veo al machismo en sus manifestaciones más visibles y explícitas (feminicidio, trata, violencia doméstica, violaciones, discriminación laboral) y me niego a verlo en sus manifestaciones más sutiles (acoso sexual callejero, inequidad en el reparto de las tareas domésticas, microviolencias, violencia simbólica).

 Cuando denuncio con fuerza los actos de machismo cometidos por burgueses, políticos, figuras públicas y hasta dirigentes de otros partidos pero me hago el distraído sobre el machismo en mi clase social, en mi laburo, en mi organización.

 Cuando solo denuncio el machismo y la homo/transfobia de políticos, empresarios, comunicadores, policías u otros agentes directos de la opresión y nunca interpelo al machismo de los varones de clase obrera en general, ni el de mis compañeros de partido en particular.

 Cuando descalifico las luchas feministas que me molestan apelando al “feminismo de antes” o haciéndome el erudito sobre el “feminismo de la tercera ola”.

 Cuando creo que la solución del machismo pasa únicamente por realizar ciertas reformas institucionales y un poco de “concientización”, y excluyo la revisión de mis privilegios masculinos y mi propia autotransformación.

 Cuando intelectualizo las discusiones desde un lugar de “objetividad científica” como excusa para no empatizar con el punto de vista “demasiado subjetivo” de las víctimas del machismo.
Cuando le doy más valor a mis opiniones sobre el género y la diversidad sexual que a las experiencias de mujeres y gente LGBT.

Cuando la juego de “escéptico” como excusa para no investigar concretamente sobre el tema ya que… ¿quién necesita datos si ya tiene LA teoría revolucionaria? Marx, Lenin, Bakunin, entre otros, ya dijeron todo lo que había para decir sobre la emancipación humana.

Cuando ridiculizo las reivindicaciones feministas/LGTB por “exageradas”, sin hacer el mínimo esfuerzo por ponerme en el lugar de las personas marginadas. Por ejemplo cuando se minimiza el acoso callejero o la falta de libertad de parejas gay a darse muestras de afecto en público porque no son reivindicaciones “obreras”.

Cuando ante un caso de acoso sexual callejero me fijo la clase social de víctima y victimario para decidir si lo repudio o no. Como si el acoso callejero de un obrero a una mujer de “clase media” fuera un episodio más de la lucha de clases y no de la violencia machista…



 Cuando demuestro incomodidad y me pongo hostil ante la crítica radical del machismo, tomándome todo a personal y diciendo cosas como “yo no tengo la culpa de siglos de opresión”.

 Cuando todas mis posiciones sobre el tema están diseñadas para no quedar pegado a la derecha, pero sin que eso implique un compromiso real de mi parte.

 Cuando me creo con el derecho de emitir cualquier opinión ignorante, prejuiciosa, y paranoica sobre temas de sexo-género,  y tomo la actitud de hablar sin estudiar ni investigar ni preguntar lo que se critica.

 Cuando investigo solo lo suficiente para aprenderme algunos términos (como “feminismo de la tercera ola”) y aparentar erudición con el objetivo de conservar mis opiniones previas.

 Cuando señalo el hecho -verdadero- de que hay machistas en las organizaciones de izquierda porque sus miembros también vienen de la sociedad capitalista y patriarcal a la que combaten, pero lo hago para justificar ese machismo en los compañeros y no para arrimar mi hombro a la tarea de desafiarlo y erradicarlo.
Cuando digo “después de la revolución vemos”.

 Cuando ante una expresión de odio y de ira por los asesinatos y el discurso que minimiza la violencia hacia la mujer y la gente LGBT, me pongo desde un lugar progre a dar sermones del tipo “esa no es la manera, hay que educar”. Total, yo no soy quien debe convivir con la impotencia y con la tristeza de pertenecer al grupo vulnerado.

Cuando pongo más énfasis en criticar al feminismo por cómo comunica sus ideas que a la cerrazón mental machista de la mayoría de los varones, producto de privilegios y no solo de “ignorancia”.

 Cuando me enojo con las propuestas de discriminación positiva o cupo para mujeres y gente LGBT y las rechazo con argumentos meritócratas que creo no-burgueses (idoneidad, esfuerzo, lucha).

Cuando, desde mi comodidad como mayoría simbólica, rechazo las medidas de cupo femenino en la política diciendo “que haya más mujeres en la política no va a mejorar la situación de las mujeres trabajadoras”.

Cuando me quejo “me discriminan por ser hombre” porque las mujeres tienen espacios propios donde no se permiten hombres, negándome a entender por qué ni para qué los necesitan. Lo mismo con “me discriminan por ser hétero” en referencia a espacios exclusivamente LGBT.

 Cuando hago ultimátums para optar entre lucha feminista y lucha de clases.

Cuando digo que el estudio de teoría feminista y su aplicación para la transformación personal y de las relaciones sociales son cosas de “clase media acomodada”. Como si el grado de embrutecimiento mental y emocional de la clase obrera fuera un rasgo plebeyo a glorificar por lxs revolucionarixs. Como si la violencia en las relaciones familiares y de pareja sumada a la violencia al distinto nos quitase un montón de energía para la lucha por nuestra liberación.



 Cuando doy rodeos intelectuales con muestras de erudición para esquivar planteos que me interpelan personalmente.
Todo esto no es ningún secreto. Lo han vivido muchas mujeres, gays, y gente trans: no hay nada más parecido a un machista de derecha que un machista de izquierda.

Autores
Danilo Castelli
Cronista

Danilo Castelli se define como porteño de nacimiento y carlospacense por elección. Le interesaba resolver problemas mediante lógica, y eso lo llevó a la programación como hobbie, cursar unos años de Ingeniería en Sistemas y dedicarse a la profesión de programar por 15 años. Ver más


http://www.revistaanfibia.com/ensayo/el-machismo-de-izquierda/




No hay que creer lo que dicen los lobbys -la prostitución puede ser abolida y lo será

No hay que creer lo que dicen los lobbys -la prostitución puede ser abolida y lo será



Este post es la traducción libre de ESTE artículo de Julie Bindel, publicado en The Independent.


El modelo Neozelandés de descriminalización ha sido desenmascarado por las abolicionistas, como únicamente beneficioso para proxenetas y puteros. Las organizaciones lideradas por supervivientes del comercio sexual, aseguran que aquellos que dicen la verdad, no los explotadores ni los propagandistas, son los que muestran la prostitución como la violación de derechos humanos que realmente es.


Uno se los mitos más perniciosos sobre el comercio sexual, propagado por el lobby pro-prostitución, es que no puede abolirse. Si me hubieran dado un dólar cada vez que he oído que “la prostitución siempre ha existido y siempre existirá”, las organizaciones feministas nunca más se quedarían sin fondos.

Esta política del pesimismo define el consenso liberal de que la prostitución debe ser regulada en lugar de abolida. Y esta actitud es la antítesis del feminismo. “No decimos, la pobreza siempre existirá, construyamos más albergues”, me dijo una activista superviviente, durante la investigación que hice para mi libro sobre el comercio sexual global. “O, ‘siempre habrá violaciones, así que vamos a centrarnos en aliviar a las víctimas’, pero sí decimos este tipo de cosas sobre la prostitución”.

Las políticas y las creencias del lobby pro-prostitución son las más pesimistas y fatalistas de todos los movimientos que conozco. “Es la profesión más antigua del mundo”, dice el mantra, “la prostitución siempre ha existido y siempre existirá”. O, como dice la académica Catherine Hakim, los hombres quieren más sexo que las mujeres, y por tanto es inevitable que paguen por él.



Algunos activistas por los derechos de las trabajadoras sexuales, aseguran incluso que los hombres tienen que tener sexo cuando lo “necesiten”, o se verán obligados a violar. “La prostitución es el último recurso ante deseos sexuales no satisfechos. Violar sería menos seguro, como que te fuercen a hacer daño a alguien cuando estás tan frustrado que pasas el día masturbándote”, como dijo un putero en una entrevista para saber por qué pagaba por sexo. ¿Hay alguna visión más pesimista que esta sobre los hombres y la sexualidad masculina?.

El movimiento abolicionista es el más optimista de todos. Se atreve a ser idealista. Como dice el brillantísimo Gary Younge, el idealismo es crucial para quienes quieren cambiar el mundo para mejorarlo. Sin idealismo o visiones utópicas, dice Younge, no es posible concebir el tipo de mundo que queremos habitar en el futuro. Yo estoy de acuerdo -un mundo sin prostitución no sólo es posible, es inevitable. Si el feminismo tiene éxito y derroca al patriarcado para dejar sitio a una sociedad verdaderamente igualitaria, la prostitución, un sistema que está supeditado a la opresión y el abuso de las mujeres y las niñas por parte de los hombres; no podría existir.

Los gobiernos que han legalizado el comercio sexual hace mucho que se deshicieron de cualquier visión crítica, pero el movimiento abolicionista se está abriendo paso en un buen número de estos países. Renate van der Zee, una periodista que vive en Holanda, forma parte de la nueva ola de abolicionistas que se niegan a aceptar la expansión de la violación comercial de mujeres en situaciones desesperadas. Antes, Van der Zee estaba convencida de que la legalización era la única opción para controlar el comercio sexual, pero cambió de opinión tras haber investigado la industria.

En 2013 se publicó el libro de Van der Zee, De Waarheid Achter de Wallen (La verdad detrás del Barrio Rojo), y la autora ahora está involucrada en el modesto pero creciente movimiento abolicionista de Holanda. “Hace cinco años habría sido impensable que hubiera un movimiento abolicionista en este país, pero hoy en día está creciendo y va camino de ser muy próspero”, me contaba ella misma.




Alemania, donde el comercio sexual es legal, recientemente ha sido desenmascarado como una cloaca de abuso, gracias a las feministas que se atreven a criticar el proxenetismo de estado.

El año pasado fui a la primera conferencia abolicionista que se celebró en Melbourne, Australia, titulada: “La opresión más antigua del mundo”. Melbourne es una ciudad en la que muchos restaurantes prohíben que se le den al cliente los restos de comida por motivos sanitarios, pero cuyo gobierno defiende los burdeles legales. Entrevisté a un grupo de supervivientes del comercio sexual que están haciendo campaña para derogar la ley, y tuve la oportunidad de estar con las abolicionistas que están haciendo campaña contra la venta legal de mujeres y niñas.

Mientras los activistas por los derechos de las trabajadoras sexuales intentan que veamos a los proxenetas como hombres de negocios, las abolicionistas queremos que pasen a la historia.

Cada vez más países alrededor del mundo están estudiando el modelo abolicionista (antes conocido como modelo nórdico, pero ahora adoptado por otras naciones, incluyendo Francia e Irlanda) como vía para abordar el comercio sexual, en lugar del ya desacreditado modelo de legalización. El modelo de descriminalización de Nueva Zelanda también ha sido desenmascarado por las abolicionistas como únicamente beneficioso para los proxenetas y los puteros. Las organizaciones lideradas por supervivientes del comercio sexual, como Space International, aseguran que aquellos que dicen la verdad, no los explotadores ni los propagandistas, son los que muestran la prostitución como la violación de derechos humanos que realmente es.

Como dijo una vez la gran escritora feminista Andrea Dworkin: “Ciertamente la libertad de las mujeres nos debe parecer más importante que la libertad de los proxenetas”. El crecimiento del movimiento abolicionista asegurará que aquellas que levanten la voz sobre el comercio sexual, serán escuchadas y creídas. La misma tradición de orgullo de las mujeres que se niegan a ser silenciadas sobre la violencia de género, la violación y el abuso sexual a menores; será la que haga que las supervivientes del comercio sexual acaben siendo reconocidas como las expertas, y no aquellos que obtienen réditos o se benefician de la venta de carne de mujer.


https://somoslamitad.wordpress.com/2017/09/14/no-hay-que-creer-lo-que-dicen-los-lobbys-la-prostitucion-puede-ser-abolida-y-lo-sera/





Paralelismos entre el Feminismo y el MPCD (Movimiento de Personas Con Discapacidad)

Paralelismos entre el Feminismo y el MPCD (Movimiento de Personas Con Discapacidad)
Por Víctor Villar Epifanio -  15/01/2018

Aunque no suelo en mis columnas hacer reflexiones puramente teóricas, creo que es el momento para ello. Hago esto para recordar que en el Movimiento de Personas Con Discapacidad (MPCD), como todos los Movimientos Sociales que le precedieron, no está exento de posicionamientos ideológicos, basados en intereses de los diferentes sectores del colectivo y en teorías socioeconómicas ya existentes.

Partiendo de esta primera reflexión, yo, a diferencia de otros sectores del MPCD, prefiero hacer paralelismos con el Feminismo y sus diferentes tendencias, un Movimiento con 300 años de historia, que ahora parece estar pasando por una mala racha por la ambigüedad política generalizada usada como bandera por una parte de nuevos colectivos que no respetan siglos de lucha, uniéndose al capitalismo salvaje y sus lobbies en nombre de la libertad individual.


Y es que el MPCD también está sufriendo el ataque del liberalismo individual en sus filas, heredero del la moral protestante anglosajona en lo económico y en lo social de la libertad del destape en la transición en el Estado español. De este modo, por ejemplo, mientras el Feminismo debate sobre la prostitución, la pornografía o el vestido de la Pedroche, el MPCD debate sobre la asistencia sexual, que viene a ser lo mismo con otro nombre. A esto hay que añadir que ambos colectivos huimos de cuarenta años de represión del nalcional-catolicismo, en le caso de la mujer restringiendo sus derechos civiles y reproductivos, en nuestro caso, mediante la caridad judeocristiana, tratándonos de una forma pasiva en la consecución de nuestro bienestar, sin que tenga nada que ver con la consecución de un derecho. Pero, como ya es costumbre en este país, se ha optado por el efecto péndulo y se ha ido al otro extremo. De este modo, en ambos movimientos han surgido sendas ramas liberales, que, a grandes rasgos, defienden lo siguiente:




En el caso del Feminismo, la corriente liberal es representada 
por la llamada “tercera ola” feminista y
defiende posturas como: Un supuesto “empoderamiento” de la mujer a través de su sexualidad, la regulación de la prostitución o los vientres de alquiler.


En el caso de la discapacidad , esta rama está representada por el Movimiento de Vida Independiente. Este sector defiende posturas como: La eliminación del sistema residencial público en favor de los llamados asistentes personales o la asistencia sexual.

     En ambos casos, y es lo que quiero resaltar, se trata de una visión tremendamente individualista ya que se basan en visiones del empoderamiento de carácter individual. En el caso de las mujeres, según lo veo, se trata de intentar la aceptación del patriarcado hablando su propio lenguaje para que esté le conceda un trocito de su poder. Esta estrategia no es muy diferente a la de mujeres que han triunfado en política como Margaret Thacher, triunfar en un mundo de hombres adaptándose a él, solamente que, en este caso, se utiliza la propia sexualidad.

En el caso del Movimiento de Vida Independiente, se trata de una élite académica que solamente ve su situación personal, que apenas tiene contacto con la realidad de la mayoría del colectivo. De este modo, se cae en un postmodernismo activista, despreciando las políticas reales de Discapacidad y dependencia, dedicando todos sus esfuerzos a reivindicaciones que apenas benefician a un 10% de la población con discapacidad. Aquí también vemos un sálvese quién pueda o, como diría Malcolm X, una discapacidad del Tío Tom, obsesionada con encajar en la sociedad sin discapacidad.

En ambos casos, estas dos tendencias se caracterizan por:

La consecución individualista de derechos civiles. Se trata de conseguir encajar en la sociedad, no de cambiarla.

Se antepone la libertad individual a la lucha colectiva. No sé trata de cambiar el sistema para el bien común de un colectivo, sino de presumir de supuestas consecuciones individuales. En otras palabras, se ha cambiado a la lucha de las vanguardias, que busca la toma de conciencia y el bien común del colectivo, por la lucha de las élites por abrirse paso.

El protagonismo de lo económico en el campo social. En ambos casos, aquí hay que mencionar el Tercer Sector y el asociacionismo asistencial, guiado por intereses económicos o por su propia supervivencia organizativa. Mi querido Shangay Lily, en el colectivo LGTB, a esto lo llamaba gaypitalismo.


Dicho esto, tengo que confesar que estoy chapado a la antigua. Prefiero la lucha colectiva al individualismo postmoderno, prefiero la definición ideológica al supuesto librepensamiento individualista, prefiero garantizar el bienestar de todos y todas a presumir de los logros de algunos o algunas. Si eso me hace estar anclado en el siglo XIX, ser un politiquero, un colaboracionista de las “feminazis” de la Segunda Ola y un dictador de lo políticamente correcto, que así sea. Aunque creo, que más bien tiene algo que ver con qué soy socialdemócrata. En fin, tiempos modernos, nunca mejor dicho. Toca apretar algunos tornillos.

Fuente

Nota: las negritas están en el original.




miércoles, 17 de enero de 2018

¿Por que la izquierda no puede aceptar que la prostitución se construye sobre un racismo brutal?


¿Por que la izquierda no puede aceptar que la prostitución se construye sobre un racismo brutal?
12/21/2017
Julie Bindel
 Por Julie Bindel

 Traducción: Vito Pinillo
Publicación original: “Why can’t the left accept that prostitution is built on brutal racism?”



​Un entrevistado admitió abiertamente que recurría a mujeres chinas en la prostitución para realizar una fantasía que tenía de ellas. “Puedes hacer mucho más con las chicas orientales …”


Varios de los "compradores de sexo" que he entrevistado me han dicho que a menudo seleccionan mujeres específicas en base a estereotipos racistas y colonialistas. Getty

No es ningún secreto que el comercio sexual está atravesado por la misoginia. La izquierda liberal y otros llamados "progresistas" a menudo se despiden de sus principios para apoyar un comercio global multimillonario basado en el dolor y la opresión de mujeres y niñas. Esto no sorprende teniendo en cuenta el sexismo de la izquierda, pero los mismos apologistas a menudo también guardan silencio sobre el hecho indiscutible de que las mujeres y niñas negras, latinas e indígenas de todo el mundo son las primeras en ser compradas y vendidas a la prostitución.

Durante una extensa investigación para mi libro sobre el comercio sexual, he conocido y entrevistado a mujeres y hombres que se resisten a la normalización del racismo dentro de la prostitución.

Conocí a Ne'cole Daniels en 2015, sobreviviente de la prostitución afroamericana e integrante de la organización abolicionista SPACE International  en una conferencia en los Estados Unidos. Daniels lo tiene claro: el racismo sostiene los sistemas de prostitución en los Estados Unidos. "El comercio sexual es como el racismo. Están diciendo que algun@s valemos menos que otr@s".

A Pala Molisa, un académico del Pacífico y activista contra la violencia masculina de Nueva Zelanda, se le ha acusado a menudo de ser “putófobo” desde que escribió sobre la prostitución como una forma de opresión. Molisa ha sido amenazado con perder su trabajo, blanco de una campaña de hostigamiento y acoso en línea, y acusado por los propagandistas de trabajo sexual de ser un “desgraciado sexualmente reprimido”.

Molisa dice que ha aprendido de su madre y de “otras hermanas indígenas” sobre la supremacía blanca y la base colonial de la prostitución.
“No sólo queremos que se responsabilice a los hombres por reducir las mujeres a ganado sexual. Queremos que se desmantele toda la institución de la prostitución, que es la base de la cultura de la violación patriarcal colonial”, dice Molisa. “El modelo dominante de la masculinidad bajo la supremacía masculina también está determinado por la raza y la clase, por el capitalismo y la supremacía blanca”.



Bridget Perrier es una activista nativa canadiense y sobreviviente de la prostitución. En 2015, Perrier apareció en televisión en el Reino Unido debatiendo con una miembra (blanca) del “Colectivo de Prostitutas de Inglaterra” (ECP). Perrier, que crió a dos hijos de las víctimas de Robert Pickton (asesino en serie) fue acusada por la portavoz de ECP de tener “sangre en las manos” por sus campañas para criminalizar a chulos y puteros. “Esto es sólo una mierda colonialista”, dice Perrier. “Estoy harta de que me digan que la prostitución es buena para mí y para mis hermanas indígenas cuando obviamente no es lo suficientemente buena para ellas mismas”.

Courtney, también una sobreviviente nativa canadiense, me dijo: “El comercio sexual se basa en el racismo y el colonialismo, así como en la misoginia. Para las mujeres nativas y afroamericanas, y todas las mujeres y niñas de color, es otra forma que tiene el hombre blanco de tomar lo que quiere de nuestras comunidades, nuestras culturas y nuestras almas”.

Varios de los puteros a los que he entrevistado me han dicho que a menudo seleccionan mujeres específicas en base a estereotipos racistas y colonialistas. La etnicidad misma se erotiza en la prostitución. Un hombre dijo: “Yo tenía una lista de razas a probar; Las he probado todas durante los últimos cinco años, pero resultaron ser lo mismo”. Otro entrevistado admitió abiertamente que recurría a mujeres chinas en la prostitución para realizar una fantasía que tenía de ellas. “Puedes hacer mucho más con las chicas orientales, como una mamada sin condón y puedes correrte en la boca... Las veo sucias”.

La publicidad de servicios sexuales a menudo depende de estereotipos racistas y colonialistas. Durante una reunión con la Sociedad de Mujeres Asiáticas por la Igualdad en Montreal, me informaron de una investigación donde se analizaban 1.500 anuncios de prostitución en Internet. Se descubrió que el noventa por ciento de éstos utilizaba estereotipos racistas como factor de venta, como las mujeres asiáticas que se describen como “sumisas”, “exóticas”, “recién inmigradas”, “recién llegadas” y “jóvenes y con experiencia”. “Esto es lo que los hombres están buscando en las mujeres asiáticas”, dijo una miembra de los colectivos.

En el principal distrito del Barrio Rojo de Ámsterdam, donde la mayoría de las mujeres prostituidas que se muestran como carne en los escaparates de los burdeles son de Rumania y África Occidental, se ofrecen tan pocas mujeres nacidas en Holanda vendiendo sexo que los proxenetas colocan pegatinas con la bandera holandesa o “NL” (Países Bajos) en los ventanales con fines publicitarios. Las mujeres blancas holandesas se han convertido en una rareza.

La trata de esclavos está viva y goza de buena salud, pero ha sido reestructurada bajo el capitalismo neoliberal. Durante el acto de la prostitución, los cuerpos de las mujeres y las niñas son colonizados por los hombres que los usan. Cómo la izquierda puede ignorar este hecho, mientras afirma estar luchando por una sociedad igualitaria y libre de opresión, es algo que me supera. Puede que gran parte de la izquierda masculina no se preocupe demasiado por la opresión de las mujeres en situación de prostitución, pero ¿no podrían aceptar al menos, aunque sea con la boca pequeña, que el sistema prostituyente se sustenta en parte sobre un racismo brutal?


El libro de Julie Bindel The Pimping of Prostitution: Abolishing the Sex Work Myth se publicó en septiembre 2017 en Palgrave Macmillan. Los detalles del lanzamiento y del debate alrededor del tema tratado pueden encontrarse aquí. ​

Fuente

https://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/por-que-la-izquierda-no-puede-aceptar-que-la-prostitucion-se-construye-sobre-un-racismo-brutal