martes, 16 de octubre de 2012

Objeciones al reglamentarismo




Prostitución.

Objeciones al Reglamentarismo. 

por Alberto B Ilieff

Voy a encarar principalmente las objeciones acerca de la reglamentación de la prostitución, pues la reglamentación y el abolicionismo son las dos modalidades más importantes  en relación a este tema.
Diversos factores actúan para que la reglamentación tenga especial predicamento, uno de ellos es el sistema capitalista en su etapa neoliberal cruzada en algunos sectores con el posmodernismo, confluyendo en la llamada caída de los grandes relatos, la muerte de las ideologías y a la imposibilidad de determinar verdades que no sean limitadas y muchas veces apenas sectoriales.
El neoliberalismo en su intento de barrer las significaciones que no sean las de los mercados ha dejado huérfana a la sociedad de basamentos capaces no solamente de sostener el engarce social sino de poder erigir fundamentos más allá de la simple renta del capital. La mercantilización de todos los ámbitos, la priorización de los mercados  y en función de esto, la conversión de todo en mercadería, ha dado un especial relieve a la prostitución como empresa y al cuerpo como máquina para producir dinero.

Las ideas dominantes de esta época acompañan y sostienen a la reglamentación del mismo modo que el inmenso poder económico y político le abre puertas. Recordemos que la llamada “industria sexual” es una de las que más ganancias produce. Cifras que muchos estiman bastante  moderadas, aportadas por Naciones Unidas  estiman que lo obtenido solamente por la trata de personas (en muchas zonas superando a la venta ilegal de armas y al tráfico de drogas, llegando a ser el primer negocio ilegal) rondaría en los 32mil millones de dólares anuales, solamente con esto tendremos una idea aproximada de la fabulosa fortuna que genera y mueve, suficiente para abrir fronteras, pagar a funcionarios, políticos, medios de comunicación y a todos los que fuere necesario y se prestaren a ello. En relación a este tema puedo poner como ejemplo lo que sucede en Argentina donde una organización de personas en prostitución se declara reglamentarista y aboga por que la prostitución sea reconocida como trabajo; esta organización es recibida en los despachos oficiales, los medios masivos de comunicación difunden notas y reportajes donde ella es el centro, tienen publicaciones que se entregan gratuitamente de excelente calidad y muchas de ellas bilingües. Esta organización ha recibido enormes sumas de dinero para desarrollar su actividad, mientras tanto, al menos otras tres organizaciones de personas en prostitución que no aceptan ser llamadas trabajadoras y que hacen lo posible por dejar esta actividad  (Ammar Capital o Mujeres Argentinas por losDerechos Humanos, Asociación Lucha por la Identidad Travesti-Transexual  (Alitt) y M.A.L.),  no reciben financiamiento de ningún tipo y se valen de sus propios y escasos recursos. Estas organizaciones no son noticia, no son entrevistadas por los medios de comunicación o consultadas al momento de elaborar políticas. Sirva esto como exposición de lo que sucede y del diferente peso económico y político que se evidencia.

Este ejemplo muestra la desigualdad en cuando a los medios y posibilidades  de divulgación e incidencia en la población en general y factores de poder en particular, que existe entre los postulados reglamentaristas y los abolicionistas.

Juegan también un papel muy importante los mecanismos de sostenimientos de las instituciones sociales y la inercia que se resiste a todo cambio, por positivo que este sea. La prostitución se halla naturalizada y arraigada en nuestras culturas, su existencia a través del tiempo la ha invisibilizado y alejado de un cuestionamiento profundo, mientras que las ideas abolicionistas en este campo, deben abrirse camino y buscar los medios para ser aceptadas y consideradas en el imaginario social.
 

Objeciones

*                  Casi como una consecuencia de lo expuesto, y como un punto importante en el sostenimiento del reglamentarismo es que: si la prostitución esta naturalizada, su regulación aparece también como una consecuencia lógica. Esto es así dado que se parte de que la prostitución siempre ha existido y existirá porque es “necesaria”  como posibilidad de satisfacción del instinto sexual masculino. Aquí va el primero de los cuestionamientos. Hasta ahora no hay pruebas que sostengan la existencia de la prostitución en épocas remotas, y difícilmente las pueda haber porque se requiere de determinado régimen social de género, determinado ordenamiento de la sexualidad y de las disposiciones morales, sanitarias y legales respecto de la misma, de la distribución de los bienes, en definitiva, como todo fenómeno social depende de condiciones que lo posibiliten que de manera muy improbable se pueda sostener que siempre han existido. Aún en el supuesto de que fuera una actividad nacida casi con Adán, ello no implica en modo alguno legitimidad, Caín mató a Abel pero eso no legitima al homicidio.  Por otro lado, ya ha quedado en la época mítica considerar que el deseo sexual masculino es irrefrenable, perentorio, que su contención puede traer daños a la salud o desencadenar consecuencias sociales catastróficas (violaciones) (para más datos véanse estudios de masculinidad). No existen datos científicos que demuestren que la sexualidad masculina requiere de un régimen especial, que no puede ser contenida o adecuadamente canalizada. Los estudios sobre masculinidades prueban que las características que se adjudican a la sexualidad masculina son más producto de la socialización patriarcal que de componentes biológicos, por lo tanto su origen es netamente cultural.
El reglamentarismo al adscribir estas ideas –naturalización de la prostitución y de la exigencia del deseo sexual masculino) lo que logra es reforzar la desigualdad de género, acepta una visión denigrada del hombre como poseso de su sexualidad y de la mujer como objeto para su satisfacción. De este modo también sostiene la moral sexual dominante al sujetar a un grupo de personas para que sean los objetos de satisfacción de esta supuesta  urgencia sexual masculina, la que también implica la división entre la mujer privada y la pública, la honesta y la prostituida. O sea que parte de hechos que científicamente no se pueden sostener.  Podemos preguntarnos entonces, si la ciencia no confirma estos hechos, cómo es que la prostitución y su reglamentación van ganando espacio en el tiempo actual. Una respuesta posible es que avanza porque es parte del ideario conservador tradicional. En efecto, la prostitución y su normalización mediante la regulación sostienen a la mujer, a las minorías sexuales y económicas en su papel de vasallos, de sometidos. Es otro modo de regulación de las clases sociales, aún en el caso de la llamada prostitución vip, se trata de modos de sometimiento a las relaciones de poder clasistas.
Las izquierdas o grupos libertarios que creen ir hacia un cambio social regulando la prostitución, en realidad se juegan en contra, no ven las relaciones de clase ni de patriarcado.
El sostenimiento y avance también está dado por que favorece a la economía y principios del capitalismo neoliberal.
En algunos casos se piensa, con bastante inocencia, que si el estado se opone, lo revolucionario es entonces regular la prostitución como modo de ir en contra o de ofrecer resistencia, cuando la realidad es que el estado o determinados gobiernos se  oponen por consideraciones económicas  que precisamente parten de una ideología de derecha y sostenimiento del capital. Se oponen porque el cuerpo de las personas en prostitución ofrece grandes ganancias en dinero negro, las que se distribuyen entre los funcionarios y partidos políticos y se vuelca a los mercados, tanto ilegales  como legales  para realizar nuevos negocios.  El mercado de la prostitución con muy poca inversión y con materia prima obtenible en cualquier calle, genera mucha más ganancia que otros, a tal punto que muchos países “exportan” a sus mujeres para que estas envíen luego dinero a su familia, o decididamente favorecen  el abuso sexual infantil comercial (prostitución infantil) y adulta para atraer turistas.
Es bastante esclarecedor ver como algunas izquierdas y derechas coinciden ampliamente en el sostenimiento de la prostitución, y por ende, de todo lo que ella implica. Se podría decir entonces que la salida o la ruptura con este orden de cosas es la reglamentación, que de algún modo pondría freno a este negocio negro. Como veremos más adelante, la  reglamentación es simplemente una fachada, un lavado de cara más dedicado a los proxenetas que pasan a ser “comerciantes” o “industriales”  mientras que el dinero negro sigue circulando y sosteniendo al capitalismo, ninguna de estas posturas apunta a un cambio profundo social.

*                  Libertad: Otro  punto importante y que es el caballo de batalla del reglamentarismo es su reclamo porque sea respetada la libertad que tienen las personas para optar por la prostitución. Con el lema “mi cuerpo es mío”, que obtuvieron del feminismo, reclaman su derecho a prostituirse. Esta frase es un principio innegociable del feminismo y significa para las mujeres recuperar la libertad para disponer de sus propios cuerpos, liberándose de las imposiciones que históricamente le han impuesto los varones, las religiones, el Estado, que desde hace milenios vienen decidiendo sobre ellas.  Es una distorsión injustificable utilizar esa consigna tan preciada para el feminismo, para cosificar el cuerpo, ajeno o propio, como moneda de cambio, alienándolo de su subjetividad porque no hay un yo  diferente al cuerpo. Somos persona en integridad.
Consideran que la no reglamentación de la actividad lesiona su derecho a la libertad de elección de su estilo de vida, y de sus derechos laborales. De este enunciado se desprenden varios puntos a tratar: la cuestión de la libertad, a qué se llama trabajo,  el derecho a prostituirse.
Desde esta página sostenemos que el principio de derechos humanos  fundamental primariamente vulnerado es el de la dignidad. Vale aclarar que todos los derechos humanos son solidarios entre sí, de tal modo que la violación de solamente uno de ellos también implica el daño a todos los otros, por eso este tema también podría ser contemplado desde el punto de vista de la libertad o la igualdad o de otros, pero sin perder de vista que lo que se halla en juego básicamente es la dignidad humana.
“…la prostitución y el mal que la acompaña, la trata de personas para fines de prostitución, son incompatibles con la dignidad y el valor de la persona humana…”
La dignidad es un concepto central  de lo que definimos como humanidad, solamente con haber nacido humano ya se es digno, digna, no correspondiendo ni estando sometido a ninguna circunstancia o condición externa. Este no es el lugar para desarrollar este punto, solamente decir que la dignidad hace que toda persona sea un fin en sí misma, que su vida no deba tener ningún otro objetivo que ella misma y que en toda circunstancia se es siempre sujeto, nunca objeto. Porque la persona es digna sus circunstancias sociales deben estar a la altura de esa dignidad, su casa, su alimento, su acceso a la salud, educación y  todos los bienes indispensables para su desarrollo.
Es precisamente en este punto donde la prostitución de revela como opuesta a los derechos humanos, porque justamente consiste en convertir a un ser humano en objeto, en un cuerpo, o mucho menos,  partes de un cuerpo,  suficientes para la satisfacción sexual de quien paga.
La cosificación de la persona, el arrebatarle su ser sujeto es el acto de anulación de sus derechos como persona humana y por lo tanto es un acto de violencia.
Acá no interesa la libertad, no interesa si la persona sometida ha aceptado dicho sometimiento o las motivaciones psicológicas por las que lo haga, lo que importa es la conversión en objeto, es la violencia que no es redimida por el pago. Al contrario, el pago lo que hace es demostrar, poner en evidencia, el daño, actuaría como un fallido intento de compensación por lo que se produce.
Por otro lado, y esto es fundamental en cuanto a los derechos, la libertad es la posibilidad de elegir entre opciones que permitan el desarrollo de una vida plena, justamente la prostitución no es un ejemplo de una actividad que permita el desarrollo integral y sano de la persona. Los importantes daños en el cuerpo, en lo psíquico y social demuestran lo contrario. Un hecho que el reglamentarismo oculta son los importantes daños a la salud que provoca esta actividad y que no dependen de si esta regulada o no.  Debemos entender a la salud desde una perspectiva integral y no solamente como presencia  o ausencia de enfermedad. En la prostitución la salud en el sentido amplio se ve profundamente deteriorada en sus aspectos sociales, físicos y emocionales.




*                  Empoderamiento: De lo antedicho también se ve con claridad que no existe tal empoderamiento como las reglamentaristas quienes mostrar, la mujer puede fijar el monto de la paga, pero esta nunca compensará, por elevada que sea, la dignidad desconocida y  el daño que de manera concreta, no metafórica, se produce en el cuerpo, la psique y en las relaciones sociales de las personas sometidas.  El empoderamiento debe llevar a mejores condiciones de vida, a modificar y ampliar el campo de movimiento,  implica una acción decidida hacia un desarrollo integral de la persona. En el caso de las estrategias de sobrevivencia como es esta, ese objetivo no se logra. Que la persona pueda alimentarse y dar algún bienestar a su familia no significa que eso se traduzca en un crecimiento personal.
Difícilmente pueda ser valorada la persona que realiza esta actividad cuando los propios implicados directamente como son los proxenetas, tratantes y prostituidores (clientes) son los primeros en  convertirlas en objeto, en simples cuerpos que pueden ser usados según el precio y luego olvidados.
Las personas en prostitución no tienen historia, ni nombre, salvo el supuesto con el que ejercen la actividad, porque su identidad, su deseo, su humanidad no interesa.
“De hecho, no es la prostitución, sino la prostituta, la que está estigmatizada: el cliente, lejos de ser menospreciado, es celebrado por sus congéneres, en la medida en que para ellos el uso de una prostituta es un ejercicio de soberanía masculina, una manifestación de dominio sobre las mujeres.”  (Carmen Vigil “Contra la regulación de la prostitución”)

“Se va a reconocer como valioso lo que ha sido reconocido históricamente como valioso, aunque las mujeres ahora decidan que lo valioso es lavar ollas o platos”  (o prostituirse)  “si nos queremos consolar haciendo pollos al horno por todas las frustraciones que tenemos en la vida social, pensando que hacer pollos al horno es la esencia misma de la realización y la creatividad, como dicen ciertas revistas y asumen ciertas feministas, naturalmente, estás en tu derecho; ahora bien, tienes que saber que así no se transforman las cosas.”

Amorós, C. (1990): Mujer: participación, cultura política y Estado; Bs. As., Ediciones de la Flor


*                  Trabajo: En cuanto al reclamo que se realiza de que la prostitución es un trabajo merece ser considerado especialmente. Muchas voces acuerdan con que se debe prestar oído al modo como las personas en prostitución se llaman a sí mismas. En realidad, más que escuchar lo que se pretende es que sea aceptada sin más esta autodesignación. El reglamentarismo une esta cuestión del trabajo a la libertad de decisión sobre el estilo de vida y el cuerpo haciendo de todo esto una cuestión individual que depende de la voluntad y elección de cada persona.  Basarse en la libertad de la persona para prostituirse y por lo tanto considerarla  “trabajo” simplemente están  engañando. En nuestra sociedad el trabajador vende su fuerza de trabajo, su capacidad productiva, no a sí mismo, no a su cuerpo.
He escuchado varias veces decir que no hay diferencia entre las manos, o el cerebro y los genitales. Este decir efectista nuevamente encubre la realidad, que sí hay diferencias no solamente entre las distintas partes corporales sino también en su valoración social.  Tan es así que el uso de las manos o del cerebro, las especializa, afina las herramientas físicas e intelectuales, por el contrario, el uso de los genitales como máquina para obtener dinero, los daña y muchas veces de manera irremediable.
Quienes defienden con ahínco que es un trabajo son aquellos que se benefician económicamente, llámeselos empresarios, chulos o fiolos .

Este hecho como todo otro social no depende del individuo sino que debe ser producto de un acuerdo social en el que todas las voces, no solamente la de las personas en prostitución que manifiestan su conformidad, dado que hay muchas otras en igual situación que no aceptan esta designación, así como las de todos y todas quienes formamos parte de la sociedad, dado que, repito, esta no es una cuestión individual o de elección personal sino un hecho social, todas deben ser consideradas. Algo que no se debe perder de vista al analizar este tópico es que la persona en prostitución es la punta del iceberg, alrededor de ella se despliega un amplio sistema prostituyente integrado por muchas otras personas y también situaciones diversas que son las que sostienen esta actividad. Entonces, al validar a una de ellas considerándola “trabajadora” inmediatamente se legitima a todo el sistema.
Junto con esto se dice que si se reconoce como trabajo el estigma social desaparecerá. Este argumento subestima o desconoce los mecanismos sociales. Difícilmente el estigma será eliminado por el cambio de rótulo, los  países  reglamentaristas demuestran este aserto. Sobre todo cuando el estigma es mantenido en gran medida por los hombres que se benefician del cuerpo de las personas que ejercen esta estrategia de sobrevivencia.
Es ideal e ilusorio creer que con el cambio de nombre varían las condiciones que le dieran origen y sostenimiento a una actividad, y es a esto a lo que debemos apuntar. Por esto mismo decimos que el reglamentarismo busca un cambio superficial para no cambiar en lo profundo, no solamente no modifica las causas sino que indirectamente las convalida y permite que el capitalismo y el patriarcado se afiancen.
Reglamentar es instituir un mercado de cuerpos femeninos para uso del prostituidor (cliente), que tendrá asegurada la salud y calidad y variedad de su mercancía y en beneficio del proxeneta, que continuará lucrando y comerciando con los cuerpos, ahora legitimado, y de los tratantes  convertidos en abastecedores de los burdeles que pasarán a ser “centros de atención”. Lo que logra es perpetuar el sistema prostituyente con todas sus complicidades y mantiene el statu quo que les conviene en general a los gobiernos, es decir, no pensar en una distribución igualitaria de la riqueza.
Implica un mensaje hacia  la sociedad que dice que es lícito usar el cuerpo ajeno, a otra persona, para los propios fines, siempre y cuando medie dinero, es  normalizar a las personas como mercadería.

También vale considerar que por este camino se abre un espacio para el abuso sexual infantil comercial (prostitución infantil) de tal como que podría ser comprendida como lo hace la Organización Internacional del Trabajo, como una de las peores formas de trabajo, peores, pero trabajo al fin (Artículo 3 del Convenio núm. 182 de la OIT).
Se aduce que en una actividad reglamentada y custodiada por el estado la seguridad de las personas en prostitución es mucho mayor, lo cual es inexacto. Las personas quedan son sometidas a contratos de trabajo que son estipulados por los ahora llamados industriales, antes proxenetas. Son estos los que fijan las condiciones de la actividad porque son los dueños de los establecimientos y tienen el poder económico. Como al estar registradas  estas personas deben cumplir una serie de requisitos (papeles migratorios y documentación personal, exámenes médicos, pago de impuestos, registro, entre otros)  la mayoría opta por no registrarse porque esta de manera ilegal o porque no quiere pagar impuestos y quedar oficializada como en prostitución.

Aquellas mujeres que están en situación de prostitución y defienden su "derecho" a estarlo como si se tratara de un trabajo, proceden como los esclavos del siglo XIX que no querían la liberación, sino seguir sirviendo a su amo; y como todos aquellas y aquellos que en los sucesivos momentos históricos, sufriendo imposiciones, aceptan someterse a las mismas como algo natural.
 Cuando una persona se resigna a convertirse en esclava y en objeto para que otro la use, está aceptando que también otras personas sean convertidas en esclavas y objeto de uso.


*                  Medio de vida: Una  expositora reglamentarista dijo que el “trabajo sexual” es un medio de vida para un montón de mujeres, hombres y transexuales, que la sociedad tendría que aprender a respetar las decisiones de quienes quieren “trabajar en esto", lo que demuestra claramente que se apunta a la inmovilidad, no al cambio. Que algo sea un medio de vida no necesariamente los justifica ni lo torna personal y socialmente valioso. En su momento también fue usado cuando se pretendía abolir la esclavitud. Se decía que estas personas no conocían otra cosa, que habían nacido y vivido siempre como esclavas y que ese era su medio de vida. En definitiva, se usaba a las personas esclavas para no introducir modificaciones.  En nuestro caso, si la preocupación es el medio de vida sería interesante que las reglamentaristas abogaran por trabajos acordes a la dignidad de las personas, a que todas accedieran a educación y  capacitación laboral, antes que dejarlas en la misma condición nada más que ahora con el nombre de “trabajadoras”.
Este es el punto preferido por los reglamentaristas para atacar las leyes que posturas que buscan la desaparición de las situaciones de prostitución, decir que de cesar estas, se dejaría a las personas sin posibilidad de sostenerse económicamente a sí mismas y a su familia. Esto no es exacto, es un principio del abolicionismo la asistencia integral a las personas en prostitución por entender que la sociedad debe reparar el daño que se les ha causado y restituirles sus derechos.
Cercana a esta crítica es común también escuchar que se reprocha al abolicionismo ser intelectual, hablar desde el púlpito, y por eso estar distanciado de la realidad de las personas en prostitución. Precisamente es lo contrario, el abolicionismo surgió  a partir del contacto con las personas en  esta situación oponiéndose desde el comienzo mismo al proxenetismo, al rufianismo, a los tratantes. Por este motivo acompañó en las calles el pedido de eliminación de los Códigos de Faltas o Contravencionales porque estos eran armas para un mayor sometimiento de las personas en prostitución. Además, difícilmente se pueda decir que está alejado cuando varias entidades de personas en prostitución están en sus filas (Ammar Capital o Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos, M.A.L., ALITT). Es el abolicionismo capaz de una escucha integral atenta que involucra no solamente el presente de las personas sino también su futuro, que conoce las enfermedades y los pronósticos de vida, que asiste a las víctimas de trata, que llama por su nombre al sistema prostituyente y denuncia a quienes viven de la explotación de las personas; por esto, no cree que llamando “trabajo” a este tipo de violencia, desaparezcan los problemas y los delincuentes.
Los abolicionistas no es que no escuchen a las sujetas directamente involucradas, sino que escuchan tanto a las personas en prostitución o sobrevivientes reglamentaristas como a las personas en prostitución o sobrevivientes abolicionistas, y encuentran más razonables los planteos de éstas últimas, así como los reglamentaristas también escuchan a ambos sectores de las personas en prostitución y optan por los planteos de las primeras.                    





*                  Vulneración de los derechos humanos y laborales: Reclaman que las posturas abolicionistas vulneran estos derechos. En este punto se hace una elaboración tendenciosa de lo que se entiende por derechos humanos. Esto es, toman el derecho al trabajo y a la libertad olvidándose de los restantes como el básico de la dignidad, y otros como el derecho a la  salud. Si partimos que la prostitución es una forma de sobrevivencia no un trabajo, difícilmente se pueda encontrar un derecho a prostituirse, o mejor aún, el derecho de los clientes a prostituir. Si la prostitución fuera un derecho humano, no se le podría negar a los niños y niñas.
Reclaman su derecho a la libertad para disponer de sus vidas y cuerpos, retoman la idea de ser dueñas de su propio cuerpo para reivindicar su derecho a prostituirse. Paradójicamente es el mismo caso de quien haciendo uso de su libertad decidiera esclavizarse, renunciar a su libertad y entregarse como esclavo a un otro, adueñarse del propio cuerpo para someterlo a la prostitución es similar.

*                  Asociaciones o cooperativas: Se ha lanzado la propuesta de que las personas en prostitución puedan unirse y crear algún tipo de asociación o cooperativa sostenida por ellas mismas, sin proxenetas.  Esta propuesta si bien es interesante no es acordada por todas las personas en prostitución pues el alquiler y sostenimiento de emprendimientos de este tipo requiere de  cierta cantidad de dinero  que no todas poseen lo que las llevaría a tener que recurrir nuevamente a algún proxeneta. La realidad es que este es un intento de lograr el ordenamiento de la  prostitución como trabajo y dar  algún cuerpo asociativo legal que permita su reglamentación cuando no se modificaría la situación pues en general las personas en prostitución no tienen capacidad económica ni los recursos para comprar o alquilar una vivienda apta, el amueblamiento y sostenimiento de la misma, pago de impuestos, etc, por lo que detrás, como en la actualidad, estarán los proxenetas, los que sí tienen capacidad económica para montar emprendimientos de este tipo. En definitiva, sería un burdel con otro nombre. Aún en el hipotético caso que este modelo pudiera funcionar adecuadamente, que las personas pudieran agruparse y unirse en sociedades o cooperativas, lo central y que hace que de todos modos esta supuesta solución sea inaceptable es que la cosificación de la persona y el uso para la satisfacción sexual ajena no se modifican, por lo que el centro de violencia se mantiene.

“La prostitución, para nosotras, es un campo de concentración a cielo abierto, donde entrás y desaparecés, la tortura es diaria, los penes son picanas, las palabras son latigazos que nos enmudecen.
La prostitución es una práctica constante de femicidio maquillado con un lenguaje que distorsiona, tapa y mantiene los lugares asignados por el patriarcado.”

          Activistas feministas


*                  Para algunas izquierdas: Para algunos sectores de izquierda la reglamentación de la prostitución significa la ruptura con la heteronorma y al mismo tiempo la ruptura de modelos centrados  en la mujer monogámica heterosexual y reproductiva. Este ideario es necesario que sea sometido a una reelaboración en vista a los datos actuales que se tienen acerca del tema y de la profusa elaboración intelectual, mucha realizada por las mismas mujeres que están o estuvieron en situación de prostitución. Otra postura a considerar desde la izquierda es que la prostitución es parte de un sistema de sometimiento de las personas, de mantenimiento de los prejuicios y limitaciones impuestos a la sexualidad (mujer pública vs privada, honesta vs deshonesta, sexo no libre, sexo sometido a turnos y pago, el cuerpo como máquina de producción económica, el cuerpo como máquina de reproducción, grupos destinados al “servicio” y satisfacción de otros, etc.), mantienen una división sexual y clasista, el dinero habido es captado fundamentalmente por el capitalista, por el dueño del establecimiento y en la mayoría de los casos, dueño de las personas en prostitución. En definitiva, la prostitución lejos de ser un momento transgresor o capaz de producir modificaciones sociales, es un elemento más de la sociedad tradicional clasista y dividida en géneros.
La ruptura de modelos centrados  en la monogámia heterosexual y reproductiva no se logra con la prostitución dado que esta está montada para sostener dichos modelos. Solamente una sexualidad  libre basada en la mutua elección, en el placer compartido, en el respeto de los cuerpos y las personas, en el propio sentir, librada de imposiciones sociales externas modificará este cuadro. Mientras tanto la prostitución será la válvula de escape para no producir un cambio significativo en las relaciones y repetirá el sometimiento clasista y de género.
Un término que llama a confusión es el de “explotación sexual” equiparándolo a la “explotaciónlaboral” cuando son conceptos diferentes.
En el capitalismo todo trabajador es explotado, por eso hablamos de explotación laboral. El punto no está en  las condiciones en que se desarrolla la labor sino en la plusvalía.
Al hablar de explotación sexual no solamente se hace referencia al proxeneta, chulo, marido o como se le llame, que se queda con parte o todo el dinero que la mujer obtiene, sino también al prostituidor o cliente que obtiene placer mediante ese cuerpo y que no compensa con el dinero ya que no es lo mismo ser trabajador que  persona en prostitución.
El trabajador lo que vende es su fuerza de trabajo, en el caso de la prostitución, lo que se entrega es el cuerpo. He escuchado muchas veces decir a personas en prostitución que, por ejemplo,  para limpiar un inodoro se necesita un mínimo saber y que la suciedad siempre queda fuera de su cuerpo, en la prostitución no cuenta el saber sino el cuerpo que se tiene y el cliente ingresa a este y se descarga en su interior.

*                  Vacío legal: También consideran que, como sucede en algunos países,  al no ser ilícita la actividad pero al mismo tiempo, no estar debidamente legislada, se cae en un vacío legal que favorece la acción de proxenetas y deja en situación de desamparo a las personas que ejercen la prostitución. Esto significa que el ejercicio de la prostitución de personas mayores de edad y ejercido por voluntad propia no está penado pero tampoco hay una legislación que lo ampare. De ahí que un reclamo constante  sea la reglamentación de esta actividad en esos países.   También sostienen que este vacío legal no les permite organizarse como sindicato, acceder a derechos y obligaciones laborales y  a una  jubilación.  En este punto es conveniente detenernos un momento. En el caso de los países reglamentaristas o prohibicionistas no cabe hablar de vacío legal. Estos grupos con esa expresión se refieren a aquellos países  en los que se aplica el sistema abolicionista. Veremos a continuación que no es exacta esa aseveración. El abolicionismo persigue a los proxenetas, tratantes, explotadores en general de la sexualidad ajena, por lo que hay leyes dictadas al respecto. En cuanto a las personas en situación de prostitución las considera víctimas por lo que no hay persecución ni reproche en su contra, sino que se tiende a su asistencia. Por lo tanto no se puede hablar de vacío legal, la falta de reglamentación de esta actividad no es tal vacío,  sino justamente la esencia de este sistema.

*                  Contrato entre adultos: Decir que la prostitución puede ser comprendida como un contrato realizado de manera voluntaria entre dos personas mayores de edad es desdibujar el concepto mismo de contrato. Entre una persona en prostitución y su “cliente” no existe tal posibilidad de contrato dado que se efectúa en el marco del concepto de género, donde no hay reciprocidad posible. No es posible fundamentalmente porque no es entre iguales. Si indagamos en el hecho veremos que sí hay un contrato entre iguales pero que este no es evidente sino que se halla implícito, y es entre el proxeneta y el prostituidor (cliente).
La idea de contrato reglamentarista esta basada en el mito de la persona en prostitución que lo hace por cuenta propia y voluntaria, o sea, la que sin coacciones externas y siendo libre, sana y educada, y teniendo otras opciones, decide de manera informada que la prostitución es el modo de vida que ella quiere llevar a cabo para obtener rédito económico y la ejerce por sí misma y sin la presencia de proxenetas, fiolos, maridos, o como quiera llamárseles. Este argumento es absurdo sobre todo porque niega la realidad dado que este tipo de prostitución que imagina es una rareza cuando no un invento de la fantasía. Por el contrario, los hechos nos muestran que la prostitución va directamente unida a la marginalidad, la exclusión, el abuso, la falta de acceso a  los medios que posibilitan el desarrollo de una vida plena, por no hablar de la participación criminal.

Vale aclarar que el hecho de que pudiera ser comprendida desde una visión de contrato, esto no necesariamente legitima y otorga valor social a la actividad, también se puede decir que existe un contrato entre el que encarga una muerte y el sicario, también entre el vendedor de drogas y su comprador.

*                  Control médico:  Algo que se aduce a favor de la reglamentación es que se podrán ordenar exámenes médicos periódicos. Si vemos la cuestión desde el punto de vista de la salud pública aparece con claridad la discriminación hacia las personas en prostitución porque es a ellas a las que se les obliga a realizarse estas revisiones médicas para demostrar su salud cuando son sus prostituidores (clientes) los que seguramente les contagian sus enfermedades. No se hace un  control de los hombres cuyo número sobrepasa de las personas en prostitución enfermas y son ellos los diseminadores de la enfermedad.
Por otro lado, un certificado de salud es un engaño, nada indica que minutos después de obtenido la persona no puede ser contagiada. Además debieran implican análisis químicos pues una simple revisión clínica no es suficiente, los que demandan tiempo en que seguramente la persona en prostitución seguirá su actividad.
Todo esto teniendo en cuenta a las personas registradas y que por lo tanto son exigidas del cumplimiento de este requisito. Los países reglamentaristas muestran que el mayor porcentaje de personas no se registran y por este motivo tampoco cumplen con el examen médico.
La experiencia del período en que Argentina fue reglamentarista demuestra la ineficacia de este sistema que en realidad favoreció a la corrupción y a un mayor abuso sobre las personas en prostitución que se veían de este modo más sometidas a proxenetas y funcionarios.

*                  Proxenetas y tratantes: Otro argumento a favor de la regulación es que termina con la presencia de proxenetas y tratantes, elimina la prostitución infantil y la trata de personas y da seguridad a quienes ejercen la actividad. Estos extremos están negados y de manera muy clara por las experiencias de los países reglamentaristas donde por el contrario, se muestra que estos delitos no solamente no desaparecen sino que se incrementan. El análisis de las experiencias llevadas a cabo en los países reglamentaristas muestra que el resultado es negativo. Lejos de la propaganda que determinados grupos hacen sobre la supuesta bienaventuranza que se logra con la regulación, los resultados objetivos muestran otra cosa:  se ha incrementado el crimen organizado relacionado con la prostitución, han proliferado los locales y la industria ilegal, las condiciones en las que se desarrolla la actividad, de salud y de seguridad de las personas que la ejercen no han mejorado y, además, se han enriquecido los explotadores convertidos en “honorables” empresarios. El abuso sexual comercial infantil (prostitución infantil) no desaparece pues es una fuente importante de ganancias que siempre está junto a la prostitución de adultos. Por último, ahí donde hay prostitución hay trata de personas porque este es el medio por el que se nutren de personas sometidas los burdeles.

*                  Trata de personas y prostitución: los grupos reglamentaristas tratan infructuosamente de establecer una separación neta entre la trata de personas y la prostitución. Aducen que mientras esta última no está prohibida (lo penado es la explotación de la prostitución ajena), la trata sí lo está por ser un delito. Basadas en lo que es una interpretación, una construcción  jurídica y tomándola como un todo, separan ambos elementos. En la práctica, en la realidad de todos los países, no existe tan diferencia pues inevitablemente una lleva a la otra. Separar la trata de personas de la prostitución no es inocente, precisamente es todo lo contrario. Es una estrategia para encubrir a tratantes y proxenetas. El destino mayoritario de las mujeres y niñas víctimas de trata es la prostitución, la trata de personas es el medio por el que los proxenetas se nutren de mujeres para explotar. Reitero, la trata es el medio, no un fin en sí misma, el fin es la explotación en la mal llamada “industria sexual”. Si  la vulnerabilidad económica,  la exclusión social, la presión de las normas patriarcales no alcanzan  para cubrir la demanda y variedad y por ello se necesitan más cuerpos-personas, se recurre a la trata.
Por lo tanto, la trata de personas es una parte importante del sistema prostituyente, no puede ser separada de este.

Unir prostitución y trata es  integrar la secuencia hacia su finalidad; sino, si consideramos a la trata como algo separado, caeríamos en el sin sentido de pensar que una mujer o niña son engañadas, secuestradas, sometidas, para nada, para quedar en una especie de limbo, cuando la realidad nos muestra que son halladas en los burdeles.
Y si es ahí donde son encontradas, si es ahí donde se continúa la victimización comenzada con la captación, es porque proxenetas, rufianes, instigadores, tratantes, así como todos y todas los que saben de su condición de víctimas son participantes de este delito.
La trata de personas existe porque existe la prostitución, y esta porque hay prostituidores (clientes) que pagan por obtener de esta manera su satisfacción.

Por otro lado, junto a este argumento también se pretende separar la prostitución adulta de la infantil, lo que es una argucia desmentida por la propia realidad. La edad promedio en que las personas son ingresadas a esta actividad es alrededor de los 13 años. Como en la mayoría de los países esto constituye un delito, es la parte menos visible de esta actividad, son muy pocos los casos en que el inicio fue ya en la mayoría de edad legal.

*                  Moralismo: Desde esta postura se critica al abolicionismo por considerarlo “moralista”, representante principios morales, especialmente religiosos, los que se contrapondrían al ejercicio libre de la sexualidad. Esto es un contrasentido pues vale recordar que fueron esos principios tradicionales los que permitieron el desarrollo y mantuvieron a la prostitución como una institución social más y una forma de control social.  La prostitución siempre fue instituida cuando se necesitó controlar la sexualidad, separar y amparar la reproducción y por este medio la trasmisión de los bienes mediante una herencia también controlada.
Sostener ese tipo de “moralismo” es desconocer completamente la historia del abolicionismo y su profunda relación con el feminismo y otros movimientos propulsores de un cambio social y una apertura hacia una sexualidad voluntaria, libre de condicionamientos y de la obligatoriedad de la procreación e integrada a la personalidad.
Lo que sí resulta innegable es la profunda relación e integración del abolicionismo a los derechos humanos como principios reguladores de las conductas humanas.
Por otro lado, la acusación resulta inútil por cuanto ser moral es parte de la constitución humana. Salvo los psicópatas, toda persona tiene capacidad de discernir entre lo que es correcto y lo que no lo es, por ejemplo, es lo que permite hablar de cualidades ciudadanas o rechazar a las dictaduras;  de ahí que toda actividad, sea esto reconocido de manera conciente o no, implica un punto de partida moral a partir del cual es llevada adelante y en esto no difieren el abolicionismo, reglamentarismo o prohibicionismo. La diferencia radica en este caso, en que el abolicionismo expresa con claridad cuáles son sus principios básicos.

  • *                  Países Bajos– Suecia: Podemos comparar la aplicación de dos modelos jurídicos diferentes en relación a este tema, el de los Países Bajos y el de Suecia.
Si bien los Países Bajos no son los únicos que han aplicado el sistema reglamentarista, su experiencia es una de las más conocidas, por eso la tomo como referente.

 Países Bajos. Si bien el activismo reglamentarista cuenta con recursos económicos muy importantes, se halla en retroceso. Las experiencias  en los países en que se ha reglamentado la prostitución  desmienten palmariamente los supuestos avances que se darían con la regulación de esta actividad. La experiencia holandesa de reglamentación de la prostitución está siendo actualmente revisada y no tanto por consideraciones éticas sino evaluando los resultados concretos de estos años.
Se ha comprobado que lejos de mejorar la situación ha empeorado. El resultado observado en los países reglamentaristas es que existen dos modalidades de prostitución, la legal y la clandestina.
La trata de personas y  el abuso sexual infantil comercial han aumentado notoriamente.  Del mismo modo los delitos relacionados a esta actividad como el tráfico de drogas y la trata de personas. Esto ha significado que los gastos gubernamentales para hacer frente al crecimiento de los delitos y de la inseguridad pública se han incrementado notoriamente, no siendo compensados por el ingreso fiscal debido a esta actividad, además del malestar político que crean.
Las personas en prostitución oficializadas son una minoría pues al ser víctimas de trata unas e inmigrantes ilegales otras, no se registran, un tercer grupo podría serlo pero se niega a pagar impuestos, a la revisación médica y sobre todo a quedar estigmatizada en adelante como persona en prostitución.
Tengamos presente que en Holanda en el primer año de reglamentación la prostitución creció un 25 % dándose un aumento progresivo, y lo mismo ocurrió con la trata. Actualmente el 85% de la prostitución en ese país es de mujeres y niñas víctimas de trata que son inmigrantes sin documentación. Sólo un entre un 3 a 4 % de las nacionales se ha registrado.
Otra cosa para decir sobre Países Bajos es que es el principal estado de la Europa rica y desarrollado con víctimas de trata nacionales. Al estar legitimada la prostitución es más fácil captarlas.
Un fenómeno que se evidenció fue que mediante los prostíbulos legales se lava dinero proveniente de los ilegales y de otras actividades ilícitas.





Un signo de todo esto es que el famoso Barrio Rojo de Amsterdam (Red Light District) muy visitado por el turismo internacional por las vidrieras en que son expuestas las personas en prostitución a efectos de ser evaluadas y elegidas, está siendo desmantelado por el propio gobierno. Este lo está transformando en un barrio dedicado al diseño, eliminando los burdeles.

Suecia: El sistema legal sueco es abolicionista, penaliza la compra del consumo de personas en prostitución y despenaliza su venta. Considera a la prostitución como una forma de explotación masculina de mujeres y menores y un obstáculo para la consecución de la igualdad real de género. Destina importantes fondos a las personas que quieren abandonar la prostitución, realiza importantes campañas destinadas a la población para lograr la igualdad de género y también  para formar a policías y fiscales para que puedan desarrollar su trabajo bajo esa visión.
Una de les estrategias usadas es la persecución penal del prostituidor (“cliente”),  no de las personas en prostitución.
El modelo sueco logró todo aquello que se proponía el modelo holandés, se ha reducido enormemente el número de personas que se dedica a la prostitución, y bajado notoriamente la tasa de trata de personas y abuso sexual comercial infantil y se ha facilitado la persecución de los proxenetas y explotadores sexuales. Tal ha sido su éxito que otros países han replicado su experiencia. Holanda, por su parte, se ha convertido en el centro de destino de mujeres extranjeras víctimas de trata, de prostitución infantil y generó una dinámica que hace difícil investigar a aquellos “intermediarios” o “facilitadores” de la prostitución. Las autoridades holandesas consideran a esta situación como “crítica” y están decididas a cerrar la mayoría de los prostíbulos y a dar marcha atrás con el paradigma permisivo, que funciona como enclave europeo del crimen organizado.

Palabras finales:
El abolicionismo se opone a la reglamentación de la prostitución por considerar que esta medida es retrógrada, que destruye los avances en la recuperación de los derechos de las mujeres la convalidar  y fijar una situación de desigualdad. Ello significa que en adelante las personas vulneradas, excluidas, podrán ser reclutadas para un mercado de cuerpos en el que los beneficiados son todos aquellos que lucran con estos cuerpos y los que se satisfacen en ellos. Estos, al ser los que detentan el mayor poder en estas relaciones, estarían en condiciones de exigir y pautar, establecer reglas,  por lo que las personas en prostitución serían aún más perjudicadas.  Esto no es una elucubración teórica, es el resultado de la situación que viven en países que optaron por la reglamentación. Por el contrario, el abolicionismo  aboga por la penalización de todas las modalidades de proxenetismo, tratantes, rufianes y prostituidores (clientes)

Se ha empezado a comprender la idea de que la prostitución es una forma de violencia y que, por tanto, no se puede entender como forma de relación laboral alguna, dado que no puede haber derechos laborales ni mercantiles cuando se violan derechos fundamentales.
La equidad entre varones y mujeres  no es compatible con la prostitución. No se puede entender la dignidad  como la legalización de esta inequidad.
El cuerpo es parte de la integridad que es la persona, no es escindible de un alma o psique, por lo que le cabe la noción de dignidad humana,  siempre sujeto, nunca objeto.

El ser creadores de nuestras vidas, sus diseñadores, hacer uso de nuestra libertad, no nos autoriza a renunciar a un derecho humano básico como el de la dignidad, porque cada acción humana involucra a todos y todas, porque cuando elegimos una conducta estamos diciendo que esa acción es la que considero mejor para nosotras y nosotros y para cualquier otro sujeto, o sea, la convertimos en modelo.
Los derechos no son ilimitados, unos limitan y sostienen a los otros, de modo tal que no se puede apelar a la libertad si esta daña a la igualdad o a la dignidad o a cualquier otro derecho.


Es mucho más fácil decir que son trabajadoras porque cierra el cuestionamiento, cesa el reclamo moral, además, apelando a lo que podríamos llamar una actitud piadosa, se pretende ayudarlas llamándolas trabajadoras. Es como decretar que son mayores de edad y que entonces deben arreglárselas solas, ya no son víctimas ni "pobres" sino que se confirma que están porque quieren, que ganan plata, que hasta disfrutan. Es así como los lugares comunes se tornan verdaderos, los mitos ahora gracias a un talonario de la agencia de impuestos decantan en realidad, y como con cualquier otra profesión liberal, puedo desentenderme y librarla a su propio devenir.

Sí, ser reglamentarista es mucho más sencillo, no hay inquietud ni cuestionamiento, todo está  en su lugar, la señora esposa y madre en su casa, la trabajadora sexual en el prostíbulo o en la cooperativa sexual.

El abolicionismo, como todo movimiento de cambio, revolucionario, pregunta por las razones, cuestiona y se cuestiona, no cesa la pregunta, es incómodo, molesto, no permite que durmamos como los justos porque sabemos que no lo somos. Sí, ser abolicionista es muy incómodo. !!!




                                         “Queremos que nuestr@s niñ@s crezcan aprendiendo que la prostitución  es un abuso y que la trata es una abominable esclavitud, un delito 
                        que hay que combatir. Que ya no piensen que los cuerpos de niñas, adolescentes jóvenes, hombres y mujeres están para ser alquilados, vendidos, ultrajados, torturados para meter cosas en sus vaginas, su ano, su boca.
La prostitución no es inevitable ni hereditaria. El silencio de muchas de esas mujeres es el resultado de la intimidación, el terror, la vergüenza. Su silencio, como el de las mujeres maltratadas, no debería ser interpretado como un consentimiento.
Sin prostitución, no hay trata de personas.”




Con su paciencia corrigió textos y me ayudó a aclarar conceptos, mi agradecimiento a quien queda en el anonimato por así haberlo pedido.

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Muchas gracias por la comprensión.