lunes, 16 de marzo de 2020

La prostitución no es sindicable


La prostitución no es sindicable

BY REINESYLVIANE ON SETEMBRE 2, 2018

Aparte de la cuestión catalana, pocos temas suscitan debates tan encendidos como el de la prostitución. La decisión ministerial de rechazar la inscripción de OTRAS como “sindicato de trabajadoras sexuales” ha desatado una oleada de airadas reacciones en las filas de una parte significativa de la izquierda y del feminismo. Así, hemos escuchado enérgicas protestas, acusando al gobierno del PSOE de coartar el derecho de asociación, cerrando el paso a la auto-organización de las mujeres y violando sus derechos de sindicación.

Sintiéndolo mucho por esas voces que se han alzado en nombre de los derechos de las “trabajadoras sexuales” – voces entre las que se cuentan las de no pocas amigas y compañeras políticas – debo decir que, en esta controversia, es a mi entender el gobierno quien se sitúa más a la izquierda, en una posición más acorde con la defensa de los intereses de las mujeres – empezando por aquellas que se hallan inmersas en el mundo de la prostitución – y más respetuosa hacia el sindicalismo de clase.

Hay una gran confusión en el enfoque de la cuestión. El “gol por la escuadra” no se lo han colado tanto al gobierno como a la opinión pública. Y no lo ha hecho ningún colectivo de mujeres, sino la poderosa industria del sexo, interesada en promover un nuevo marco jurídico, más ventajoso para la expansión de sus negocios, que comporte la legalización de la prostitución. Eso es lo que realmente está en juego… y es precisamente lo que queda hábilmente embrollado por la polémica.

Veamos. No toda actividad humana es sindicable. Nunca ha podido haber un sindicato de esclavos – lo que no quiere decir que, a lo largo de la historia, los esclavos no se hayan rebelado y auto-organizado. Pero, cuando lo han hecho, ha sido para abolir su esclavitud, no para negociar el número de latigazos que se les podían administrar. La acción sindical requiere una existencia jurídica formal de igualdad. Y la necesidad de esa acción sindical radica en el hecho de que, a pesar de dicha igualdad jurídica, se da una desigualdad social entre los poseedores de los medios de producción y aquellos que sólo disponen de su fuerza de trabajo. En ese sentido, la tradición socialista habla de la condición de la clase obrera como de una “esclavitud asalariada”. Pero Marx distinguía muy bien entre la situación del proletariado industrial y la de los esclavos de las plantaciones. Tanto es así que la Iª Internacional apoyó firmemente a Lincoln, que distaba mucho de ser socialista, en la guerra civil americana. En el largo camino hacia la emancipación, el movimiento obrero requería la abolición de la esclavitud para progresar en su organización.

Hoy asistimos a una intensa batalla ideológica para que aceptemos la prostitución como un trabajo, como una mera prestación de servicios. La constitución y el reconocimiento de sindicatos de prostitutas certificaría, pues, la legitimación de la prostitución como una actividad profesional más. Pero ése es, al mismo tiempo, el talón de Aquiles de la argumentación. Porque no puede darse una acción sindical por debajo de un umbral de reconocimiento de derechos humanos, cuya ausencia constituye la característica fundamental de la prostitución. La prostitución se basa en una desigualdad estructural entre hombres y mujeres; desigualdad que una sociedad democrática no debería admitir. La prostitución es un privilegio masculino y funciona como un comercio entre hombres: unos hombres – por medios diversos, combinando violencia, engaño, opresión racial y explotación de situaciones de pobreza – condicionan a unas mujeres, las deshumanizan y las ofrecen como mercancía a otros hombres. Esa es la realidad. Por supuesto, no sólo hay mujeres en situación de prostitución. También hay hombres, personas transexuales… Pero los “clientes” son siempre hombres. El consumo femenino de sexo de pago es irrelevante. La prostitución quizás sea la más genuina de las instituciones patriarcales.

Los colectivos que defienden la legalización de la prostitución siempre andan exigiendo que distingamos entre prostitución forzada, resultado de la trata, y “voluntaria”. Una exigencia exclusivamente dirigida, por cierto, al feminismo abolicionista, nunca a los “clientes”. Pero la cuestión de la libertad no es pertinente cuando hablamos de prostitución. Sobre todo si la disociamos del verdadero problema, que es de la igualdad. Vale la pena recordar que la abolición de la esclavitud americana no consistió en decir que los negros que quisieran podían abandonar los campos de algodón de los terratenientes sureños. Lincoln no ahondó en la subjetividad de Kunta Kinte, ni del Tío Tom. Planteó que ningún ciudadano tenía derecho a poseer, comprar o vender a otro ser humano. En eso consiste la abolición de la esclavitud – y, cabe esperar, de esa forma persistente de esclavitud que constituye la prostitución: la supresión de un privilegio. Una supresión jurídica que, aunque no suponga ni mucho menos la desaparición de aquella relación de opresión, sí obliga a los poderes públicos a trabajar para su erradicación y representa, en ese sentido, un progreso inestimable para la humanidad.



Pero, volvamos al sindicalismo. Lo que está en cuestión no es que las mujeres inmersas en el mundo de la prostitución se organicen – cosa que no topa con ningún impedimento jurídico, sino con las condiciones de violencia, el férreo control de las mafias proxenetas y los estragos físicos y psicológicos que padecen esas mujeres. En el mejor de los casos, podríamos imaginar asociaciones de ayuda mutua. Pero en ninguna circunstancia podría hablarse de sindicatos.

En distintos países existen organizaciones que se presentan como “sindicatos de trabajadoras sexuales”. En general, esas entidades se caracterizan – dicho de modo suave – por la escasa presencia de mujeres en sus filas y por el hecho de concentrar su actividad en una propaganda de los parabienes de la prostitución, recusando de manera calumniosa del pensamiento abolicionista. No tengo noticia de que, en parte alguna, dichos “sindicatos” hayan negociado ningún convenio, contrato laboral o mejora de las condiciones de trabajo de las mujeres cuyos intereses dicen defender. Y es que, sencillamente, eso no es posible. ¿Cuáles serían los términos de un convenio del ramo de la prostitución? ¿En qué consistiría un Estatuto de la Trabajadora Sexual? Por ejemplo… ¿cuál sería la edad legal para empezar a ejercer la prostitución? ¿Habría una formación profesional y contratos de aprendizaje? ¿Cómo se establecerían las tablas salariales? ¿Por el número y la naturaleza de los “servicios”? ¿Tendrían derecho las mujeres a rehusar clientes o a rechazar determinadas prácticas? ¿Tendrían, por ejemplo, la obligación de seguir ejerciendo durante la menstruación o durante el embarazo? ¿Se reconocerían las enfermedades sexualmente transmisibles como enfermedades profesionales? Pero, sobre todo, si algo semejante llegase a plasmarse en un papel, ¿alguien cree posible el control, por parte de la Inspección del Trabajo, de un convenio incluyendo algún límite a la explotación de las mujeres? Si consideramos la experiencia de Alemania, con una amplia red de millares de burdeles, la patronal proxeneta puede dormir tranquila. La legalización no ha supuesto una mejora en la protección de las mujeres. Al contrario, al fomentar la demanda, se ha incrementado la trata – procedente sobre todo de Europa del Este – para satisfacerla. Y, con todo ello, los circuitos ilegales de prostitución.

Bajar de la nube de los discursos de auto-consumo y aterrizar sobre el arduo terreno de la articulación práctica de las mejoras materiales – no hay nada más práctico y concreto que el sindicalismo –, nos lleva a darnos de bruces con la realidad: un mundo donde la integridad y la dignidad humanas son pisoteadas, negadas por la propia naturaleza de la relación que se establece en la prostitución. Lo que hace que no sea sindicable. Situándonos en un elemental enfoque sindical, una supuesta actividad profesional que, como es el caso de la prostitución, conlleva los niveles de mortalidad, drogodependencias y enfermedades que certifican la OMS y multitud de estudios – incluidos los de países donde, legalizado, el comercio sexual se expande – debería ser tan proscrita como antaño lo fue el trabajo infantil en las minas de carbón. Sin contar con las consecuencias de normalizar la prostitución desde el punto de vista de los derechos de las mujeres en el mundo del trabajo.

Por otra parte, ¿de qué derechos hablan quienes arguyen que habría que reconocer la prostitución como un trabajo? ¿Hablan acaso de la regularización administrativa de tantísimas extranjeras pobres que nutren los contingentes de mujeres prostituidas en los clubs de carretera y las calles de los polígonos? ¡Nadie lo desea tanto como las abolicionistas! Porque nada facilitaría tanto la salida de la sordidez de la prostitución por parte de esas mujeres como disponer de papeles. ¿Hablamos de cobertura social? Nada impide a una mujer que ejerza la prostitución inscribirse en la seguridad social en régimen de autónoma, cotizar y acceder a las prestaciones correspondientes. Si eso no ocurre, no es porque alguna ley lo prohiba, sino porque las mujeres que se encuentran en situación de prostitución no gozan de la libertad y el desparpajo de quienes hablan en su nombre como supuestas sindicalistas – y que empiezan por minimizar el fenómeno de la trata y el control mafioso como si fuesen algo residual. Las leyes de extranjería, las violencias de los proxenetas, la ignorancia, las adicciones, la pérdida de autoestima y de autonomía personal… En una palabra: la propia realidad destructiva del mundo de la prostitución es lo que aleja a las mujeres incluso de derechos que, formalmente, ya tienen.

Pero, aparte de lo dicho, aún nadie ha formulado, ni concebido, un derecho sindical propiamente dicho susceptible de implementarse en las relaciones laborales del pretendido “trabajo sexual”. Sólo escuchamos discursos sobre el “empoderamiento” que hacen las delicias de una izquierda de matriz postmoderna que se ha socializado muy poco en el mundo del trabajo y de un feminismo sin arraigo de clase. Sería muy recomendable recuperar la memoria histórica y la continuidad de movimientos feministas tan ejemplares como el que representaron en su día las “Mujeres Libres” de la CNT. En los años treinta y en plena guerra contra el fascismo, no disponían todavía de las herramientas conceptuales y los descubrimientos que ha ido forjando el feminismo en décadas ulteriores. Sin embargo, sí entendieron como nadie la solidaridad con las mujeres prostituidas, a quienes veían como las hijas más humilladas y oprimidas de la clase obrera y a quienes había que devolver a un lugar digno de la sociedad. Y eso, levantándose contra los privilegios y el dominio de los hombres… empezando por los de la propia CNT. (Ver el magnífico trabajo de Nekane Jurado, “Lucharon contra la hidra del patriarcado: Mujeres Libres”, editado por Eusko Lurra fundazioa).



En resumen: no es el derecho de asociación lo que está amenazado por el gobierno, sino el derecho de las mujeres a no ser prostituidas lo que está en peligro ante el poderío de las industrias del sexo. Unas industrias que generan enormes beneficios y que quieren seguir expandiéndose. Y unas industrias que despliegan campañas publicitarias muy eficaces, con mensajes específicos para seducir a cada colectivo de las bondades de una prostitución adaptada a sus respectivas ideas. Ante las feministas, se evoca el derecho al propio cuerpo. A los anticapitalistas, se les habla de auto-organización. A los sindicalistas, de derechos laborales. En Alemania hubo hace algún tiempo una campaña promocional, ofreciendo descuentos a los clientes que acudiesen al burdel en bicicleta. ¿Quién dijo que la prostitución está reñida con la ecología? Si hemos de atenernos al revuelo que se ha formado estos días – e incluso a las dudas aparecidas en las filas de algún sindicato de clase – hay que reconocer que esas maniobras de confusión funcionan.

En la prostitución, los únicos derechos que prevalecen son los de proxenetas y puteros. Para que triunfen los de las mujeres son necesarios cambios legislativos que nos saquen del actual limbo jurídico. Pero no en el sentido que querrían los proxenetas, deseosos de instalarse en el panorama social como respetables empresarios. Necesitamos con urgencia una legislación inspirada en el modelo abolicionista feminista nórdico, que despenalice y proteja a las mujeres y, por el contrario, castigue la compra de servicios sexuales. Sin demanda, no habría prostitución, ni trata. A no ser que creamos que la prostitución constituya un derecho del hombre.

Lluís Rabell (2/09/2018)

https://acciofeminista26n.files.wordpress.com/2011/10/mostra3-llibre-abolicio_nomc3a9s_lectura.pdf

Fuente




La Rose Alliance, una organización fraudulenta


La Rose Alliance, una organización fraudulenta

5/5/2019
 Original: http://www.kvinnofronten.nu/Nyhetsbrev/rose-alliance.php
Traducción: Joan Marco Perales
Revisión: I. M.

La Rose Alliance es una organización sueca que asegura luchar por los derechos de las mujeres prostituidas. En los debates aseguran que hay que distinguir entre la prostitución “libre” y “forzada”.
Pero, ¿quiénes son? ¿qué intereses defienden realmente?



Pye Jakobsson es la fundadora de la Rose Alliance
y la representante de la organización. Foto: GFDL/Adrián Estévez

La ROSE ALLIANCE SWEDEN es una organización que seguramente sea más conocida fuera de Suecia. Su portavoz, Pye Jakobsson, ocupa cargos importantes en numerosas organizaciones internacionales y ejerce como asesora en otras. 1.

Pye Jakobsson ha conseguido hacer creer que la Rose Alliance es la entidad representante de las mujeres prostituidas en Suecia.

“Nosotras, las trabajadoras sexuales”, dice Pye Jakobsson cuando se debate sobre la prostitución. Da a entender que puede erigirse en la voz de todas las mujeres prostituidas.

Resulta imposible descubrir sus verdaderas intenciones, como también sucede con muchas otras mujeres que declaran públicamente que la prostitución y la pornografía no constituyen ninguna imposición. A los medios de comunicación les encanta difundir la historia que nos cuenta, la de las “putas felices”.

Sin embargo, en la primavera de 2013 pudimos escuchar algo diferente por primera vez.

Financiación a cambio de ejercer presiones
Todo empezó cuando la periodista independiente Kajsa Skarsgård reveló que la Rose Alliance obtuvo ayuda económica de la entidad holandesa Mama Cash, una organización que actúa en favor de la despenalización de la prostitución, con el fin de que esta se considere mero “trabajo sexual”. 2.

Entre 2011 y 2013 la Rose Alliance recibió alrededor de 95.000€ (unas 800.000 coronas suecas).

Sin embargo, la cosa no acaba aquí. Esos fondos proceden de manera indirecta del Estado sueco. Así, Mama Cash ha recibido 31 millones de coronas suecas (unos 3 millones de euros), provenientes de la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (SIDA).

Por lo tanto, el Estado sueco, que ha penalizado las transacciones económicas de carácter sexual, otorga subvenciones a una organización internacional que por un lado combate en favor de la despenalización y por otro, aporta capital a aquellos que en Suecia se oponen a nuestra ley.

Cero apoyo a las mujeres
Las revelaciones sobre la fuente de financiación llevaron a que una antigua miembro de la Rose Alliance se decidiera a explicar como funciona realmente la organización.

Anna Berg (nombre ficticio) contó que había buscado ayuda en la Rose Alliance porque quería conocer a otras mujeres prostituidas en un lugar donde no tuviera que mentir sobre su pasado. Pero la organización no prestaba ninguna ayuda a las mujeres. Sencillamente, se había limitado a redactar una guía de prácticas seguras, según afirmaba Anna en una entrevista concedida al periódico Dagens Arena. 3.
“La Rose Alliance es una organización política, no una organización que ayude a las mujeres” -cita textual de la entrevista a Anna.

También indicó que escasísimas personas llevaban las riendas de la organización.
“La Rose Alliance es, en pocas palabras, Pye Jakobsson”.

¿Jugando a dos bandas?
Anna contó además que la propia Pye Jakobsson no era en absoluto “una de las chicas”, como acostumbraba a presentarse, sino que pertenecía al otro bando.

Resulta que Pye Jakobsson formaba parte de la dirección de Flirt Fashion, un club de striptease de Estocolmo, desde 2001. Anna puntualizó que, además, Pye Jakobsson organizaba los turnos de las chicas y que ayudaba a encontrar caras nuevas para el club.

Las palabras de Anna suscitaron interrogantes. Evidentemente, resulta gravísimo que quien asegura luchar por los derechos de las mujeres en la trata con fines de explotación sexual, ejerza en realidad de gerente de un club de esas características, sin olvidar su papel en las nuevas contrataciones.

Cuando a Pye Jakobsson le preguntaron sobre el relato de Anna, respondió que ella no consideraba que hubiese ejercido como gerente, a pesar de haberse ocupado de repartir turnos y de contratar a chicas nuevas. Sin embargo, afirmó que ella no se dedicaba a buscarlas activamente, sino que “tan solo” asignaba los turnos. Añadió que formaba parte de la dirección “porque se lo pidió un viejo amigo”.

No es la primera vez
Las afirmaciones son contradictorias. Pero basta con echar una ojeada al pasado de Pye Jakobsson para descubrir que no es la primera vez que ejerce funciones directivas, siendo la responsable de elaborar los turnos.

Cuando el periódico Aftonbladet cartografió los burdeles de Estocolmo hace trece años, visitó entre otros el club Erostop. El periodista Richard Aschberg entrevistó por aquel entonces a Pye Jakobsson y escribió lo que sigue sobre ella:
“Pye Jakobsson, de 32 años, se encarga de los turnos de las strippers de Erostop, entre otras cosas”. 5.

El papel de Pye Jakobsson parece haber sido el de una especie de “Madame”, una mujer con experiencia pasada como stripper, a la que une una relación de amistad con el propietario y que se encarga de una parte de la gestión.
Hoy, casi un año después desde esas revelaciones, Pye Jakobsson ha dejado la dirección de Flirt Fashion.

¿Prostitución libre o forzada?
Los interrogantes sobre el pasado de Pye Jakobsson no son el único motivo por el que la Rose Alliance suscita grandes dudas cuando pasamos en revista sus actividades. Esas dudas también se extienden a su defensa del concepto de prostitución voluntaria.
Cuando en los debates públicos los participantes exponen ante la Rose Alliance los riesgos a los que las mujeres prostituidas se enfrentan cotidianamente en todo el planeta, sus portavoces aseguran que sólo hablan de las mujeres que quieren y a las que les gusta ser prostitutas. Y añaden que ya existen leyes que, por ejemplo, protegen a las mujeres de las violaciones o de la trata.

Pero esta distinción entre prostitución libre y forzada no se ajusta a la realidad. Muy al contrario, existe una relación directa entre prostitución legal y trata de seres humanos. Es más, la trata está aumentando en aquellos países donde la prostitución es legal. 6.

Es cierto que es difícil encontrar indicios de delitos de trata de seres humanos y en Suecia las condenas se dictan muy a menudo por proxenetismo. Y precisamente, la Rose Alliance quiere derogar este delito.

Mensajes diferentes en contextos diferentes
Lamentablemente, mi respuesta conlleva que, desafortunadamente, la Rose Alliance se convierta en un interlocutor privilegiado. Sin embargo, quisiera exponer por qué su argumentación es falaciosa, y que por lo tanto, la organización no lucha contra la trata de seres humanos, como aducen en los debates públicos. Todo lo contrario: adaptan sus afirmaciones al contexto en el que se hallen.

Laura María Agustín, doctora en filosofía y afincada en Malmö, es una de las pocas portavoces conocidas de la Rose Alliance. Esto es lo escribe sobre las víctimas de trata, es decir, sobre las mujeres que están siempre encerradas todo el tiempo y que son trasladadas de un lugar a otro según les convenga a los traficantes:
“La realidad es que las mujeres residen en burdeles y rara vez los abandonan hasta que, sin preguntarles nada, las transportan a otro lugar. Esa se destaca en los medios de comunicación y se da por sentado que se trata de una privación absoluta de libertad. No obstante, a menudo las trabajadoras inmigrantes lo prefieren por causas muy diversas. Si no salen del burdel, no derrochan dinero; si carecen de un permiso de trabajo, se sienten más seguras en un ambiente controlado. Si un tercero se encarga de encontrar un lugar y reserva las citas con los clientes, no tienen que ocuparse ellas mismas. Si han llegado con un visado de turista de tres meses, querrán permanecer (en Suecia, nota del traductor) el mayor tiempo posible para ganar dinero.” 8.

Restando importancia a la trata de personas
Las expresiones “trabajadora inmigrante” que tiene “citas” de los que otros “se encargan” mediante una “reserva” parecen aludir a algo completamente distinto a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, cuyos perpetradores trasladan a las mujeres cautivas de un lugar a otro sin posibilidad de huida.

Otras miembros de la Rose Alliance también restan importancia a la trata.
Por ejemplo, Pye Jakobsson mencionó en un programa de radio su pasado como stripper en Portugal:
“Trabajé allí con muchas mujeres brasileñas. Hoy en día a muchas se les consideraría víctimas de trata, pues a la mayoría las habían engañado prometiéndoles que trabajarían en un restaurante. Al llegar a Portugal, no había ningún restaurante. Incluso les confiscaban el pasaporte hasta que pudieran pagarse el billete de vuelta. No se hablaba de trata por aquel entonces como ahora y había más margen para interpretar el estado anímico de cada cual. Algunas chicas acudieron a la policía, otras lloraban y se deprimían, y otras se sentaban y decían: “Dios mío, ¿cómo he podido estar haciendo algo así? ¡Menuda imbécil!” Y luego continuaban trabajando alegremente. Y pensaban: “Cuando vuelva a Brasil no le hablaré de esto a nadie, ¡pero antes de regresar de verdad que voy a ganar todo el dinero que pueda!” 9.

La opresión extrema que se ejercía sobre esas jóvenes, mediante el engaño, la confiscación de sus pasaportes y la explotación con fines sexuales no es más que una cuestión de “interpretación”, en palabras de Pye Jakobsson.


Un mensaje confuso
Cuando investigué para este artículo descubrí que Pye Jakobsson es del todo imprecisa cuando responde a las preguntas sobre su pasado y sobre la Rose Alliance.

A pesar de que una sencilla comprobación indica que la Rose Alliance se fundó en 2010, Pye Jakobsson afirma una y otra vez que la organización ha existido desde principios de los 2000. 3.

Tampoco coincide con lo que ha explicado en otros lugares sobre los errores cometidos anteriormente en la creación de una estructura para “trabajadoras sexuales”. Así describía ella misma el intento de fundar una organización en 2004:
“Sin embargo, las cosas salieron bastante mal. Pensábamos que era indispensable tener aliados, como por ejemplo nuestras compañeras. Rápidamente la organización se llenó de un montón de liberales bienintencionados que pensaban que el sexo era en todo momento la maravilla de las maravillas, pero para las trabajadoras sexuales todo iba de mal en peor”. 9.

Pye Jakobsson se describe a sí misma como “trabajadora sexual” en entrevistas, conferencias y debates sobre la prostitución. Habla de la prostitución como si la hubiera conocido de primera mano. 10.
No obstante, en otras ocasiones ha subrayado que nunca “ha vendido sexo”. 11.

En las entrevistas afirma frecuentemente, que ella “dejó el striptease hace ya algunos años”. Por lo tanto, ha continuado usando las mismas palabras -como si fuese algo reciente- , a pesar de que hayan transcurrido años entre las diferentes entrevistas que ha concedido.

Credibilidad
Resulta obvio que Pye Jakobsson, al igual que cualquier otra persona, está en todo su derecho de manifestar sus opiniones sobre la prostitución, independientemente de si tiene o no experiencia directa.

Pero actualmente Pye Jakobsson desarrolla una carrera internacional como conferenciante y consultora para organizaciones internacionales, e incluso para algunos organismos de la ONU, sobre cuestiones relacionadas con la prostitución. Su carrera se cimienta en el personaje que ha creado, como si fuese la voz de las “trabajadoras sexuales” y líder de “la organización de las trabajadoras sexuales” en Suecia. Y afirma que, por supuesto, la sociedad debería escuchar más “a las propias trabajadoras sexuales”.

En consecuencia, es importante subrayar que Pye Jakobsson no representa a las mujeres prostituidas, pues carece de experiencia. Lo que sí importa es que dirija una organización que no ayuda a las mujeres prostituidas, sino que se limita a difundir su opinión: hace propaganda en contra la ley sueca sobre la prostitución y a favor de una despenalización total de todo lo relacionado con esta. Lo que sí es importante es que asegure que todas las mujeres con experiencia de prostitución en Suecia están de acuerdo con ella. A menudo oculta que existe otra organización, PRIS (siglas en sueco de El desquite de las prostitutas contra la sociedad), una organización que no acepta miembros que sean o puteros o chulos, y que realmente ayuda a las mujeres que quieren dejar la prostitución. Al contrario que Pye Jakobsson, consideran la ley sueca de prostitución como un primer paso adecuado, aunque insuficiente, porque nadie debería sufrir en sus carnes todo lo que conlleva la prostitución para las mujeres explotadas.

Y sobre todo, lo que sí importa es que Pye Jakobsson, al tiempo que creaba esa imagen de sí misma, también ha sido parte integrante de una industria que explota a las mujeres.

Carrera internacional
Hoy en día Pye Jakobsson se consagra a su carrera internacional como experta en prostitución y en la prevención del contagio por VIH. En este último ejemplo, se ocupa de encontrar la mejor manera de detener la propagación del VIH/SIDA en todo el mundo.

La colaboración de Pye Jakobsson con VIH Suecia (HIV Sverige) desde 2012 ha contribuido a esa nueva carrera. Ha trabajado como responsable de proyectos para elaborar material pedagógico. Entre otras cosas, Jakobsson debía hacer averiguaciones sobre “la salud y la seguridad entre las trabajadoras sexuales”. En la página web de la Rose Alliance se pide a las “trabajadoras sexuales” que la consultan que respondan a un cuestionario. Aunque no se trate en absoluto de una encuesta científica o rigurosa, Pye Jakobsson la utiliza como si lo fuera. 10.

Y el mito de la puta feliz sigue siendo tan poderoso que ni siquiera se nos ocurre cuestionar para qué o a quién sirve.

¿En nombre de quién?
Sin embargo, tal vez la pregunta más importante sea quién se beneficia de las actividades de Pye Jakobsson, Laura Agustín y las demás miembros de la Rose Alliance.

Actualmente, y según Pye Jakobsson, la Rose Alliance se dedica ante todo a la prevención del contagio por VIH, además de seguir oponiéndose a la legislación contra la prostitución. 3.

Y justamente, las organizaciones ONUSIDA y ONU Mujeres se han pronunciado recientemente a favor de la despenalización de la prostitución en todos los países del mundo, invocando la importancia de la prevención del contagio por VIH. Da mucho que pensar.
¿Acaso el lobby de la prostitución ha decidido utilizar la prevención del VIH como caballo de batalla? ¿Hay más personas como Pye Jakobsson en los foros internacionales y, por tanto, otras presuntas “representantes de las trabajadoras sexuales” procedentes de otros países que también se oponen a cualquier acto legislativo contra la prostitución?
Y de ser así, ¿los medios de comunicación de sus países las investigan tan poco como a la Rose Alliance en Suecia?

Gerda Christenson

HECHOS
La Rose Alliance
La ROSE ALLIANCE Suecia fue fundada oficialmente en 2010 por Pye Jakobsson.

  Anteriormente, ya había creado varias organizaciones similares, ROSEA (siglas en sueco de Organización Nacional de Trabajadores Sexuales y Eróticos) a principios de la década de 2000 y posteriormente SANS (siglas en sueco de Vendedores de Sexo y Trabajo en la Red Relacionado en Suecia).

  La ROSE ALLIANCE dispone de una página web, pero en el momento de la redacción de este artículo allí tan sólo aparece una dirección de correo electrónico. Y la dirección postal de la organización corresponde a la del domicilio de Pye Jakobsson.

Referencias:
1. Pye Jakobsson tenía funciones allí cuando se escribió este artículo • miembro de la ejecutiva de la NSWP (Red Global de Proyectos de Trabajo Sexual • consultora en Harm reduction International • miembro del “consejo asesor” de la GCWA (Coalición Global sobre Mujeres y SIDA) desde marzo de 2013 - consulte la web de la organización correspondiente.
2. Kajsa Skarsgård: Lobby för sexarbete får Sidabidrag (en sueco), del boletín Omvärlden, publicado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo (SIDA). 04/12/2012.
3. Kajsa Skarsgård: Intern kritik mot organisation som ska hjälpa sexsäljande kvinnor (en sueco), periódico Dagens Arena. 13/01/2013.
4. Kajsa Skarsgård: Frontfigur också i styrelse för strippklubb (en sueco), periódico Dagens Arena. 14/01/2013.
5. Kajsa Skarsgård: Sexklubbsägare - och familjefar (en sueco), cartografía de burdeles del periódico Aftonbladet. 24/07/2000.
6. Seo-Young Cho, Axel Dreher y Eric Neumayor: Does Legalized Prostitution Increase Human Trafficking? (en inglés) World Development, vol. 41, 2013.
7. Kajsa Wahlberg: Lägesrapport 13. Människohandel för sexuella och andra ändamål (en sueco) Rikspolisstyrelsen 2012.
8. Laura Augustin: The Disappearing of a Migration Category: Migrants Who Sell Sex (en inglés), en Journal of Ethnic and Migration Studies, número 1, vol. 32, 2006, traducción al sueco realizada por la autora del artículo.
9. Vintersurr en Radio 1, Pye Jakobsson, 13/12/2011.
10. Conferência Internacional PREVIH, Intervención de Pye Jakobsson, de Rose Alliance, Panel IV, II, 03/07/2013 (en portugués) y Pye, prostituta sueca: "penalizar al cliente no es la solución" (en francés). 28/06/2012.
11. Äntligen med Gert Fylking, Radio 1 (en sueco). 26/08/2011.

Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos

Fuente







La psique del putero, un constructo social


La psique del putero, un constructo social

19/12/2019
AUTORA
Nerea Sanchís Rodríguez
Analista y activista feminista. Psicóloga Social. En el Partido Feminista de España.

La prostitución existe porque existe la psique del putero, un constructo social creado por el patriarcado y sustentado por el capitalismo neoliberal. Esta psique, es una de las máximas representaciones de la deshumanización, construida para someter y dañar, y desgraciadamente está en la base de la masculinidad hegemónica predominante.

Profundizaré un poco más en esta noción de la psique putera, en cómo se articula y toma forma. La psique humana en el patriarcado está construida a través de símbolos estereotipados, que nos indican cómo tienen que ser los hombres y las mujeres, para recrear a la perfección un modelo de relación basado en el ejercicio del poder y en la DIVISIÓN SEXUAL DEL TRABAJO. Siendo la familia nuclear el espacio privilegiado para que tenga lugar este contrato sexual y la prostitución la otra cara de la moneda que lo sostiene.

Hablar de la psique del putero, es hablar de cómo históricamente el patriarcado ha construido los cuerpos de las mujeres y su sexualidad. Desde la Grecia clásica y los remotos textos aristotélicos, donde las mujeres eran reducidas a vasijas vacías, a recipientes para ser engendradas, hasta las modernas formas de esclavitud sexual y reproductiva que se dan en la prostitución y los vientres de alquiler (bajo el paraguas neoliberal de la libre elección y el libre mercado para todo, incluidos los cuerpos, eso sí, los cuerpos de las más vulnerables, es decir, de las niñas y mujeres pobres). Todo ello pasando por los ideólogos y constructores de la psicología patriarcal moderna, como Freud y sus teorías psicoanalíticas sobre la sexualidad y ​los complejos de las mujeres, siempre situadas estas en la categoría de objetos.



El cuerpo de las mujeres se ha construido (y sigue haciéndose) en función de los derechos de los hombres sobre los mismos. Es decir, en función de las leyes del patriarcado, no hay nada de natural, de elevado y de esencial en esto. Lo único que hay es violencia y abandono de la vida. La antropóloga feminista Gerda Lerner, nos muestra claramente en sus obras, como la psicología del patriarcado es la psicología de la guerra y la expropiación, de las armas y de la deificación del falo. La misma que está presente en la psique del putero. Sólo tenemos que echar un vistazo a los foros donde los hombres comentan sus jugadas prostituidoras, para ver en diferentes grados y formas de expresión, esta cultura de la violación y la guerra, este erotismo del daño y el dolor hacia las mujeres y niñas.
Estos espacios detestables, nos permiten tener una radiografía exacta de los pensamientos, ideas, nociones, deseos e intenciones de los hombres que frecuentan los burdeles, pisos y tramos de calle en busca de su ración de poder y opresión.  El patriarcado es la cultura de la muerte, como bien nos anunciaba Andrea Dworking, de la colonización y el feminicidio. La psique del putero, es una psique feminicida, una psique exterminadora de mujeres, en lo simbólico y en lo real. Por eso las feministas, siempre afirmamos que la prostitución no tiene nada que ver con el erotismo, ni la liberación sexual, ni el trabajo, sino con la dominación, el ejercicio de poder y la ira patriarcal, que sólo puede ver a las mujeres como colonizables y desechables.


La psique putera está más presente de lo que imaginamos en el​ideario colectivo y no solo en el de los hombres que pagan por violar, ya que este aleccionamiento psicosocial -que altera la ​conciencia y ​el​ ser, que quiebra las ​vidas​de las mujeres y obstaculiza el desarrollo de las potencialidades humanas- comienza a darse desde edades muy tempranas en la infancia. Es lo que en teoría feminista se ha llamado la socialización en género. Pronto los niños van adquiriendo la psique del putero, viendo lo que ocurre a su alrededor. Ellos son los protagonistas, los guerreros y los dueños de sus deseos, siempre acompañados de ellas, ese alguien, ese algo hermoso, débil e inferior, que les estimula en su fuerza y virilidad, con servilismo y entrega. Pareciera de otra época, pero este es el mensaje predominante en casi todo aquello que los niños consumen y absorben de pequeños: películas de acción y aventuras, superhéroes y superheroínas con máscaras de modernas, pero por dentro siguiendo las rancias recetas de la masculinidad y la feminidad, videojuegos cuasi pornográficos, series de TV donde hay cinco personajes masculinos y uno femenino a disposición de todos ellos y vestida de rosa. Padres, madres, tíos, abuelos y abuelas, amistades etc., que inculcan la masculinidad del ​machote en los niños, promoviendo o simplemente pasando por alto el juego violento, de guerrillas, competición, pistolas y demás temáticas destructivas, bajo el mantra de ​son cosas de niños, es normal.




Niños que escuchan una y otra vez los comentarios sobre los cuerpos, formas de vestir, sexualidad etc., de boca de sus mayores, cuando acosan por las calles a las mujeres, cuando comentan la portada de una revista o hablan de una amiga, compañera de trabajo etc. Niños que crecen sintiendo e interiorizando el poder como herramienta principal para usar en sus relaciones. De forma universal, casi todos ellos crecen con un mensaje implantado a fuego en su psique: siempre podrás tener a una mujer, aunque ella no quiera, ni desee estar contigo. Puesto que el cuerpo de las mujeres casi siempre se representa disponible para los hombres, desde la ternura y el acompañamiento de las series y películas infantiles, hasta el sometimiento total y la vejación que nos vende la industria del sexo con la pornografía y la publicidad. Industria que cada vez llega antes a los niños, hoy día se inician en el visionado de pornografía a edades escandalosamente tempranas, los 8 años. Sin que los gobiernos muevan un dedo para dar la educación afectivo-sexual necesaria… El resultado lo vemos a diario en las noticias y en los periódicos: la violencia sexual que sufren millones de mujeres y niñas, perpetrada por hombres de todo el mundo, en todos los rincones de nuestra tierra.
Esta psique hoy día sigue muy protegida y lo más preocupante de todo es que algunos sectores autodefinidos como progresistas y de izquierda ​, la reconstruyen y recrean en sus postulados, donde defienden la regulación de la prostitución como un trabajo y la descriminalización de los proxenetas y puteros, usando para ello los perversos argumentos de protección hacia las mujeres. La psique del putero, se blinda desde determinadas universidades públicas, cuyos rectores y parte del profesorado han sucumbido al discurso de lobby proxeneta, permitiendo charlas para legitimar la vulneración de los derechos humanos, ocultando el verdadero impacto de la prostitución sobre la vida de las mujeres y niñas, negando la violencia contra las mujeres y como no, protegiendo los intereses del prostituidor. Valga decir que, en estas charlas, nunca se aborda el comportamiento de los hombres, ni la brutalidad, ni la misoginia, eso sólo lo hacemos las feministas putofóbicas, como osan en llamarnos, otro término machista y sancionador para acallar las voces feministas, las voces realmente disidentes.  Y por supuesto, esta psique del putero también se perpetúa cuando se considera al género como una identidad, como parte de la naturaleza del ser humano e incluso deseable, legitimando así la masculinidad hegemónica que el patriarcado construyó para someter a la mitad de la población: las mujeres.

Terminaré este artículo, diciendo que podemos vivir de otra manera, para ello es imprescindible abolir la psique del putero y por tanto abolir el género. Es imprescindible un modelo de gobierno que opte por la paz para las mujeres y niñas, un modelo de gobierno que sirva para sentar las bases de la sociedad y el mundo que tanto necesitamos, ese lugar donde por fin la vida se ponga en el centro.

Por la abolición de la prostitución, el género y todas las formas de opresión y mercantilización de los seres humanos, en especial de las mujeres y niñas.

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