martes, 31 de marzo de 2020

Sobre la industria de los cuerpos, el proxenetismo y los lobbies de la prostitución y la pornografía


Sobre la industria de los cuerpos, el proxenetismo y los lobbies de la prostitución y la pornografía (II)

17/06/2019
AUTORA 


Elva Tenorio



Licenciada en Medicina y Psicología. Feminista



Qué es un lobby y cómo funciona
Recordemos cuál es el significado en castellano de la palabra  lobby:

“Grupo de personas influyentes, organizado para presionar en favor de determinados intereses’,… R.A.E., o

“Grupo de presión formado por personas con capacidad para presionar sobre un gobierno o una empresa, especialmente en lo relativo a las decisiones políticas y económicas.”, según el buscador Google

O también, de acuerdo con  la definición de  Wikipedia:

..,2​  un colectivo con intereses comunes que realiza acciones dirigidas a influir ante la Administración Pública para promover decisiones favorables a los intereses de ese sector concreto de la sociedad”

Dedico algunas líneas a estas definiciones, para dar tiempo a deducir, que si afirmábamos que la institución de la prostitución se ha convertido en una gran industria de los cuerpos de mujeres y jóvenes, que mueve anualmente  miles de millones en todo el mundo,  resulta evidente  que no solo los lobbies existen, sino que están operando, como poderosos grupos de presión, en todos los ámbitos sociales.

Para que un negocio transnacional, como el actual,  se considere  lícito, y sus inversores, mafias, intermediarios, madamas y proxenetas, se transformen en honestos y respetables empresarios o agentes sociales  reconocidos, los grupos de interés de esta industria deben  actúan como lobbies o grupos de presión e influencia.

Sus actividades y estrategias pasan por la  comunicación, el establecimiento de contactos a todos los niveles, regalos y donativos, creación de sociedades o fundaciones, organizaciones no gubernamentales  interpuestas, o de ayuda a las mujeres prostituidas, y que pueden recibir subvenciones,  asociaciones filantrópicas que, a su vez subvencionan, organizan o financian supuestas investigaciones, estudios y congresos, o promueven incluso cursos para aprender a prostituirse,  pero pasa también, por la infiltración de sus propios agentes en los  movimientos sociales y partidos.  Su meta es que esta industria sea  reconocida como perteneciente a  un sector empresarial legal y legítimo.  Para ello, sus acciones han de mantenerse  en el tiempo y utilizar diversificadas vías de actuación y muchos recursos.

La  presión de los lobbies se centra directamente  en colocarse en las agendas políticas y económicas,  en los programas de  partidos y políticos que dictan o promueven leyes, pero también actúan incidiendo en los diversos medios de comunicación, universidades, y creadores de opinión pública.

La finalidad es hacernos creer que la optimización de su propio beneficio proxeneta, contribuye muy positivamente no solo en las vidas y el futuro de las mujeres y niñas, sino en bien común de  toda la sociedad.

En nuestra deficiente democracia, la opacidad con la que actúan, la falta de transparencia política y la corrupción estructural que la caracteriza, permiten que estos lobbies funcionen con  total libertad en sus prácticas mafiosas, sobre  políticos y medios, pero también formando parte directamente del propio colectivo en el que se introducen e influyen.

Pornografía
Esta industria de los cuerpos,  destinada a  satisfacer la demanda de la sexualidad masculina hegemónica, se acompaña de otro gran negocio hermano, la pornografía,  que  funciona en paralelo y que incide en el efecto  propagandístico y promocional del producto a la venta.

Se trata de un mercado supuestamente para adultos pero que incluye  la promoción y  la instrucción  de   niños y niñas en el tipo de sexualidad que se comercializa.  Algunos estudios señalan que los menores pueden acceden  a la visualización por internet o a través del móvil, de películas con contenidos de violencia sexual explícita  ejercida sobre  las mujeres, desde los  8 años de edad.

La pornografía resulta así un  catálogo visual  para la venta posterior de los productos, ya sea para los adultos o para los menores, convertidos éstos en futuros clientes puteros,  pero a la misma vez,  adiestra  a las mujeres y niñas  en la visualización de lo que la industria del porno llama sexualidad y que se basa en la sumisión y la presentación de la violencia como placer, ejercida por un hombre o varios, sobre el cuerpo cosificado, sometido o torturado de las mujeres.  En la pornografía actual se aboga  de manera inequívoca, por mostrar el mayor poder masculino, fálico y viril, dentro de la más rancia tradición  machista, violenta y patriarcal.

La industria del porno, siempre en constante evolución,  construye e incentiva de esta manera, la compra-venta del sexo de pago destinado a las generaciones futuras, aleccionadas  previamente  para ello a través de las imágenes disponibles y al alcance de todos.

Con sus costosas campañas de márquetin y sus estrategias empresariales, influyen en lo que la sociedad  va a aceptar  como normal o incluso empoderante para la mujer moderna o posmoderna y liberada.

Siguiendo sus intereses comerciales, recurrirán al discurso falaz, de lo que ideológicamente han decidido catalogar y vender como   “libertad sexual, para así justificar y banalizar  la explotación y la violencia ejercida sobre los cuerpos de las mujeres,

Prostitución.
En este mercado, la  obtención de suficientes mujeres y jóvenes   debe estar asegurada y en continua rotación, pues el producto a la venta tiene que ser renovado constantemente.  Sin embargo, al no resultar fácil conseguir suficiente materia  prima a nivel local, las  prácticas de captación incluyen  el tráfico y la trata de mujeres, para lo cual construyen grandes estructuras mafiosas transnacionales.

La trata con fines de explotación sexual, es por tanto,  una parte esencial del negocio. Aun siendo oficialmente ilegal en muchos países, es bien tolerada o no suficientemente combatida, con la coordinación, los medios e instrumentos adecuados, dada las grandes dimensiones, redes  y dispositivos a los que deben enfrentarse, los países aislados.

Los lobbies persiguen como objetivo, que los Estados y las Administraciones, legalicen la industria para que, a los inversores,  mafias y proxenetas,  les  resulte más fácil y menos arriesgado,  la obtención y explotación del producto y  de la materia prima que precisan.

Proxenetismo
Lucrarse económicamente de la prostitución o bien  obtener beneficios económicos de ella, se considera todavía proxenetismo. En su definición legal, el proxeneta, según el artículo 187.1, del Código Penal, es:

“… quien se lucre explotando la prostitución de otra persona, aún con el consentimiento de la misma. En dicha conducta: la víctima se encuentre en una situación de vulnerabilidad personal o económica, y además se le imponen para su ejercicio condiciones gravosas, desproporcionadas o abusivas.”

En el caso del estado español,  algunos artículos del código penal han sido recientemente modificados para permitir  la falsa  situación en que se encuentran muchas de las mujeres explotadas, en burdeles, pisos, hoteles, casas de masajes o bares de carretera, por proxenetas y mafias que se benefician de la prostitución y la explotación, pero que actúan protegidos por la legislación actual.

Ese reciente cambio en las leyes, promocionado por los lobbies y resultado de  influencias y las presumibles o presuntas  connivencias policiales y políticas, más de una vez demostradas,  sugieren el preguntarse cómo ha sido posible un cambio legislativo tan sustancial que permite la aparición de locales y puti-clubs en todas nuestras  ciudades, pueblos  y carreteras, convirtiendo al estado español, en  uno de los mayores burdeles de Europa,  líder en este mercado de inversores, compra-venta y consumo de prostitución y destino de turismo sexual a nivel mundial.

¿Lobby pro-prostitución o  lobby proxeneta?
Los lobbies y grupos de presión  promotores de este gran negocio actúan conjunta o paralelamente pero no siempre están compuestos por los mismos agentes, ni utilizan las mismas tácticas o estrategias, aunque tengan y persigan los mismos objetivos.

Ante todo debería quedar diametralmente claro, que el  principal lobby pro-prostitución lo constituyen los puteros.  Estos consumidores machistas son los responsables de mantener la demanda, salvaguardando al mismo tiempo el derecho de acceso a cuerpos de mujeres, jóvenes o menores, variados, exóticos, accesibles en el lugar de residencia o en cualquier parte del mundo, y a bajo precio, sin importarles o prestar atención a la procedencia o las condiciones del producto que consumen.

Aunque en algunos países los hombres puteros organizan sociedades y lobbies ante la amenaza de ver mermados sus privilegios,  se comunican a través de chats y páginas de internet, o escriben manifiestos,  también se pueden defender a  través de partidos políticos y creando opinión social favorable a defender este ancestral privilegio.

En lo cotidiano, algunos hombres pueden formar también grupos de amiguetes o comandos llamados “manadas”, que frecuentan los burdeles o  los polígonos, para, previo pago, violar comunitariamente, pueden hacerlo también  en la calle, o intrafamiliarmente.

En realidad, su actividad se limita a defender derechos  que la sociedad  ya les ha  concedido previamente  por el simple hecho de nacer hombres, aunque para ejercerlos, deban aplicar  más o menos violencia,  ante la indiferencia  de otros hombres, leyes y legisladores.

Los hombres son los grandes agentes protegidos de este negocio que mantienen con la  ayuda de otros hombres,  inversores, propietarios de la industria, intermediarios, políticos, o proxenetas,   también de las instituciones o de otros hombres en general, aunque éstos últimos se declaren no  puteros.

La defensa de los privilegios patriarcales del colectivo o simplemente la no denuncia y la connivencia machista,  hacen posibles la prostitución, el tráfico y la trata de mujeres y jóvenes para la  industria de esta explotación del cuerpo femenino o feminizado.

Pueden asimismo constituirse en lobby, en representación de todas, una ínfima minoría de mujeres, que también pertenecen a la industria, En la I jornada sobre “Trabajo Sexual, derechos laborales y sindicación”, del pasado 8 de Junio en Barcelona, fueron aproximadamente unas 40  mujeres las reunidas, llegadas  de todo el Estado, y convocadas para reivindicar ser reconocidas como trabajadoras por cuenta ajena. Estas pequeño número de mujeres de la industria,  crean supuestos sindicatos, algunos gestionados por hombres,  o se introducen en otros ya existentes, más o menos combativos, interponiendo demandas laborales con la finalidad de que se les reconozca la categoría de trabajadoras sexuales o trabajadoras por cuenta ajena. En esta primera jornada, obtuvieron el apoyo del Ayuntamiento, partidos políticos de la izquierda y la derecha neoliberal, juristas,  y otras organizaciones de profesionales, cuya principal actividad declarada y, por la que reciben subvenciones,  es ayudar a las mujeres en situación de prostitución.

Los objetivos de reconocimiento laboral, de ésta y otras jornadas que se celebran en otras muchas ciudades o incluso en la universidad,   coinciden de nuevo en los mismos objetivos de los proxenetas que las explotan y con la supuesta función de los sindicatos.

Reconocer la prostitución como trabajo, tendría como uno de sus objetivos obtener y negociar un buen convenio colectivo con el sector empresarial  ya legalizado.  El beneficio obtenido de la explotación sexual dejaría de ser considerado un delito penal de proxenetismo, para convertirse en una actividad laboral cualquiera y automáticamente  transformaría a los proxenetas en aguerridos emprendedores y empresarios.

Un ejemplo de esto último, lo encontramos en  Alemania que ha legalizado la industria de la prostitución. Lo propietarios de prostíbulos y burdeles, pueden ofrecen por 50 euros de tarifa plana, el uso de todas las putas que se puedan consumir al primer envite,  con salchicha incluida.   Pueden bajar los precios y subirlos, como hace legítimamente cualquier empresario con los productos que vende. Esos productos continúan siendo, además de las salchichas, bebidas y otras sustancias,  el propio cuerpo de la mujer y sus orificios, sometidos a la ley de la oferta y la demanda.

El lobby pro-legalización lo constituyen, además de los proxenetas en sus múltiples modalidades,  una ínfima minoría de mujeres  empleadas en la industria que ven en esta subordinación a la sexualidad machista,  un negocio perfectamente lícito. Para proclamarlo,  aparecen frecuentemente en los medios de comunicación y en los espacios feministas,  presionan y alientan abiertamente a  los partidos políticos para  que sea reconocido el “trabajo sexual” y abogan socialmente para que la prostitución sea considerada un empleo normalizado para las mujeres.

Estos lobbies, el de las “trabajadoras “de la industria y el de los proxenetas, persiguen pues los mismos fines, con diferentes métodos, medios y consecuencias.

Otro lobby o grupo de presión lo constituyen los movimientos de mujeres neoliberales, que dicen ser feministas  pro-derechos y  los partidos políticos y sindicatos pro-regulación de la prostitución.

Algunos de los que se autodefinen como de izquierdas,  deben construir un relato social cambiando el lenguaje, y creando un argumentario más acorde con la ideología y los intereses que dicen representan.

Los derechos que manifiestan defender,  son denominados genéricamente   “pro-derechos”. Sin embargo, no se refieren a los derechos humanos negados previamente a las mujeres que han llegado a la prostitución  como consecuencia de su condición de mujer y  de la desigualdad estructural y de poder que eso supone. Tampoco reivindican otras alternativas que no impliquen recurrir a la prostitución como recurso de sobrevivencia para las mujeres empobrecidas;  ni se ocupan preventivamente de evitar la violencia,  las situaciones de maltrato y de abuso machista  que llevan a muchas mujeres al prostíbulo, a la calle, o al depósito de cadáveres. No. No se refieren a esos derechos fundamentales vulnerados. Ni a combatir la  violencia ejercida sobre sus cuerpos. Se refieren, una vez más,  a los derechos laborales, coincidiendo con la minoría de mujeres de la industria, inversores  y  proxenetas.

Un cambio trascendente en el lenguaje lo constituye  hacer  desaparecer, por arte de magia, la palabra prostitución y sustituir por la de “trabajo sexual”. En el imaginario que nos proponen, eliminan sigilosamente también, al patriarcado, como generador de la desigualdad estructural y de poder de los hombres sobre las mujeres. Consecuentemente, también deben  invisibilizar al putero violento y machista que se transforma y adquiere de golpe  y por obra y gracia  del arte lingüístico posmoderno,  la honorable categoría social de “cliente”.

Paradoxalmente, esos lobbies pro-derechos,  defienden legalizar la explotación de los cuerpos de las mujeres por terceros, es decir, legalizar el proxenetismo, coincidiendo con los intereses de los anteriores lobbies, y considerando la prostitución, no solo como una  salida laboral como otra cualquiera, sino además,  promocionándola como un trabajo empoderante para mujeres y niñas. Eso sí, no para ellas mismas, o sus hijas o familiares, sino para las migrantes o las mujeres más empobrecidas.

Los lobbies, infiltrados en el movimiento feminista, en los partidos políticos,  y en muchos estamentos sociales, que dicen ser pro-derechos laborales de las mujeres prostituidas, no defienden sin embargo los derechos de las mujeres a NO tener que serlo, ni dan alternativas realistas de salida a las que no pueden huir ni escapar  o a las que simplemente desean  dejar de ser prostituidas.

La sexualidad de la mujer tiene todavía  derechos que no han sido reconocidos, pero seguirán siendo una asignatura pendiente del feminismo, eso sí, del movimiento feminista  que todavía no se haya  vendido o esté infiltrado real e ideológicamente, por  los que representan los intereses lobísticos que abogan por la expansión de esta industria transnacional, machista y patriarcal, de la explotación de los cuerpos de mujeres y jóvenes, en esta etapa neoliberal y posmoderna de la historia del capitalismo, en donde sí se protege la demanda y la sexualidad masculina hegemónica. Como se ha hecho siempre, por otra parte, y desde tiempos inmemoriales.

Fuente


Nota: las imágenes y negritas están en el original.




Nos venden una ilusión de libertad y nos responsabilizan de elegir nuestra desgracia (I)


Nos venden una ilusión de libertad y nos responsabilizan de elegir nuestra desgracia (I)

– Abuela –sollozó–, me estoy muriendo. La abuela le tocó la frente, y al comprobar que no tenía fiebre, trató de consolarla.

– Ya no faltan más de diez militares –dijo.

Eréndira rompió a llorar con unos chillidos de animal azorado. La abuela supo entonces que había traspuesto los límites del horror, y acariciándole la cabeza la ayudó a calmarse. (…)

Salió de la tienda cuando Eréndira empezó a serenarse, y le devolvió el dinero al soldado que esperaba. “Se acabó por hoy”, le dijo. “Vuelve mañana y te doy el primer lugar”.

Luego gritó a los de la fila: – Se acabó, muchachos. Hasta mañana a las nueve.”

Este diálogo novelado por García Márquez pudiera estar recogido en cualquier página de sucesos de un diario de actualidad y participar de titulares. La (1) historia fue editada en 1974, y cuenta el embrutecimiento y la crueldad salvaje que una abuela impone a su nieta por una deuda que a ésta ni tan siquiera le pertenece. En la actualidad es la historia de millones de mujeres y niñas que son prostituidas y explotadas como mujeres de deuda.

En el documental El proxeneta de Mabel Lozano, su protagonista nos cuenta que en unos pocos años compró en otros países, vendió y explotó en la prostitución a más de mil setecientas mujeres. La realidad que explica es la demostración palpable de que trata y prostitución son un sistema de explotación y esclavitud indisoluble. Que su erradicación requiere políticas que la aborden en su totalidad con intervención sobre todos los actores; punitivamente sobre todos aquellos que se lucran con el tráfico, la explotación y la esclavitud, también con los que la promueven; y protegiendo y amparando a las mujeres, niños y niñas que son prostituidas, con políticas paliativas y preventivas y  reparadoras que nunca jamás ha hecho ningún gobierno.

Beatriz R. superviviente de trata, señaló en el último congreso de CATW (Coalición contra la trata de mujeres) (2) celebrado en Madrid, que el gobierno colombiano ni se plantea acabar con la prostitución dados los grandes beneficios económicos. Solo en Pereira ciudad con 476 mil habitantes y situada en la región cafetera se han contabilizado 42 mil mujeres tratadas que son prostituidas en nuestro país, aparte hay otro número igualmente importante en otros países europeos y en Japón. Las mujeres y niñas son entregadas a los conseguidores en muchas ocasiones por las propias familias a cambio de una cantidad. Una vez atrapada por la red de traficantes, los prostituidores les imponen una deuda que multiplica la cantidad entregada, sumándole su manutención elevada hasta extremos imposibles, y el coste del aire que respiran. La deuda es el eufemismo para ocultar el cálculo previo que hace el tratante-prostituidor sobre el beneficio que puede extraerse de una mujer prostituida a razón de quince horas de trabajo diarias sin días de descanso, y su desgaste físico y psicológico en una situación de explotación y encierro. En palabras del proxeneta, al que entrevista Mabel Lozano en su documental, la duración media suele ser de dos o tres años y después de este período de tiempo es revendida a un club de menor categoría. Para ese momento es posible que esté enferma física y psicológicamente, sea adicta o alcohólica, tenga uno o más hijos y sea una mujer totalmente rota. Una vez dejan de tener utilidad para el sistema prostitucional pueden ser revendidas para otros tipos de explotación o colaboración con el propio sistema en la captación de otras mujeres, el paso o distribución de estupefacientes…y si les son totalmente inservibles, simplemente son tiradas a su suerte, sin nada, sin un solo céntimo de los muchos millones que les han extraído en beneficios, en muchos casos enfermas, adictas o con hijos y quedan abandonadas al albur de los servicios sociales. Esta es la realidad de la prostitución en nuestras calles que es narrada por algunas supervivientes del sistema prostitucional que han sobrevivido sin ninguna ayuda del sistema explotador y muy a pesar del mismo y con muy poca de las instituciones públicas que casi siempre las olvidan.

La prostitución y la trata son dos caras de la misma moneda, su comprensión como fenómeno social no puede ser abordada al margen de las dinámicas socioeconómicas que genera un capitalismo global que ha abrazado entusiastamente la ideología neoliberal más extrema y fanática. Son el resultado de la imposición de sus propias políticas. El capitalismo neoliberal es más que un sistema económico antisocial. Es una religión embrutecedora adoradora del dios mercado, en su interior late la nueva forma del patriarcado, el sistema de dominación y explotación más antiguo que existe. La prostitución es un sistema de expropiación estratégico para el capitalismo neoliberal, como lo fue anteriormente la venta de esclavos para el capitalismo originario  y el colonial. Fue esta actividad ilícita la que alimentó una clase social depredadora, también dentro de nuestras fronteras, con familias que hicieron grandes fortunas y cuyo patrimonio, en manos de sus herederos en la actualidad, es producto del repugnante negocio de la venta de seres humanos.

La globalización ha permitido que florezca de nuevo bajo una nueva apariencia y es tan fundamental su aportación al capitalismo neoliberal que la prostitución siempre está entre las dos actividades económicas que genera más beneficios, compitiendo con el tráfico de armas y de drogas.

Para la socióloga Saskia Sassen este capitalismo neoliberal ha entrado en una lógica destructiva de expropiación y destrucción, millones de personas son expulsadas de sí mismas, de su propia significación, de su historia y biografía para sobrevivir simplemente con lo único que poseen, la venta de sus cuerpos. Sassen acuñó también el concepto de población desechable para los millones de personas que sufren expulsiones sistémicas complejas,  fenómeno que se ajusta plenamente al fenómeno de la trata y por supuesto también a la prostitución. No solo no podemos disociar los dos hechos, sino que no podemos adornarlos con mentiras; la mujer tratada se prostituye en los clubs de nuestras ciudades, en nuestras calles, rotondas y descampados, es aquí dónde sucede el fenómeno.

Estos millones de mujeres desechables pierden todos sus derechos de ciudadanía, y están en un grado extremo de vulnerabilidad. Deslocalizadas de su territorio, sin redes familiares de apoyo, ni comunidad, identidad, historia, sin ciudadanía, sin conocimiento del idioma o de las instituciones, sometidas a una deuda impagable, muchas veces sufriendo la extorsión sobre sus familias e hijos en sus países de origen. Son utilizadas por el depredador capitalismo neoliberal con afán expropiatorio sustituyendo al tradicional ejército de reserva (3) su función es enriquecer al sistema que las expropia, el sistema prostituyente. Conviven con una prostitución local de carácter residual que hasta hace unos años estaba en claro retroceso. Este es un hecho que muchos ignoran y que avala la realidad de que con políticas adecuadas sí se puede incidir en su erradicación, de la misma manera que hacemos políticas para erradicar la pobreza. Cuando las mujeres pudieron acceder libremente a los trabajos y ya no necesitaron el consentimiento marital vigente hasta 1981, y con el desarrollo del Estado de bienestar  y la democracia la prostitución como subsistencia empezó a desaparecer. Durante el último lustro con el agravante de la crisis, pero ya antes con el desarrollo de las políticas neoliberales, la prostitución ocasional ha sido el modo de introducción en el sistema prostituyente. Pero el aumento constante de la demanda y el nuevo dinamismo de la industria necesitan del tráfico para la prostitución a gran escala y de la rotación de las personas por la geografía como si fuesen ganado. Las cifras de beneficio son escandalosamente obscenas.

La actual alianza entre el capitalismo, el neoliberalismo y el patriarcado ha organizado un nuevo reparto de los recursos; la acumulación en muy pocas manos de unas élites automarginadas de la sociedad y una inmensidad de personas a las que instala más tarde o más temprano en una vuelta a la esclavitud. A las mujeres las distribuye en función de la clase social y la etnia a modo de castas y les impone una distopía de lógica económica calculadamente perversa que solo persigue el beneficio de unos pocos aún con el perjuicio de toda la sociedad.

Los protagonistas jamás dan la cara, hablar de prostitución es hablar de grandes cuentas en los bancos, en paraísos fiscales, de inmensas cantidades de dinero que corren en negro para comprar voluntades y leyes protectoras del negocio. De lobbies que presionan gobiernos y rigen los mercados con mano de hierro y desprecio social. De todos aquellos que no aparecen en los medios; grupos de inversores aislados en burbujas que con pulsar una tecla arruinan países; de falsos empresarios que son en realidad proxenetas y no dudan en encerrar a sus víctimas para sacarles beneficios y cuya suerte les es indiferente; de traficantes de cualquier cosa que les lucre, seres envilecidos como lo fueron y siguen siendo los tratantes de esclavos; de chulos y macarras capaces de amedrentar, golpear, violar y si la situación obliga, matar. Una historia conocida por todos y que los medios silencian y censuran deliberadamente.


Cruz Leal, feminista abolicionista, es la autora de este artículo
Recuperamos este artículo publicado originalmente por nuestra compañera Cruz Leal en Tribuna Feminista. El texto aparecerá publicado en tres capítulos los miércoles de las próximas semanas


Fuente.

Nota:   la imagen y las negritas están en el original