sábado, 10 de marzo de 2018

Puteros y prostitución


Puteros y prostitución

“Decir que la prostitución es una elección libre es no plantearse la estructura desigual de la que parten las mujeres en una sociedad donde la economía y las políticas neoliberales  han creado un ideario ficticio de libertad abstracta”
Alicia Díaz
10/03/2018 -

Esta semana no pensaba hablar de esto pero debido al desconcierto que me ha provocado el tema he decidido dedicarle unas líneas. Todas las mujeres nos encontramos con hombres que justifican la industria sexual de forma benévola, le atribuyen una argumentación en la que está presente la idea de consentimiento, de servicio legítimo destinado a la satisfacción personal a cambio de la remuneración económica por el trabajo realizado; incluso, definen dicha situación como un “contrato gentil”. Este perfil de hombres ya lo conocéis, son los puteros. No le voy a dar mucha cancha pese haberme sentido violentada en algún momento, pero sí quiero aprovechar para exponer mi visión sobre el tema.

En todo el discurso regulacionista pro prostitución existe una referencia al modelo nórdico que castiga al cliente con el fin de luchar contra las redes de trata y el proxenetismo. Este modelo sanciona económicamente a aquellos hombres que pagan a cambio de mantener sexo y, en algunos casos, las sanciones pueden llegar a acarrear un año de cárcel dependiendo de la gravedad de los hechos.  Este tipo de modelo está basado en el principio de que la prostitución es una forma de violencia hacia la mujer subyacente de la clara desigualdad de género existente. Sin embargo, por la parte de aquellos países que apuestan por un modelo legalizador, nos encontramos a  Alemania y Dinamarca. La legalización de la prostitución en estos países confirma el propósito e intencionalidad  de la industria sexual por mercantilizar el cuerpo de la mujer atribuyéndole la  condición de “empleo”.
 


La teoría del putero con el que me he cruzado hoy es que las mujeres tienen una misión importante – particularmente las provincianas -  cuya labor es ponderar el capital erótico a través de la prostitución. Para hacernos una idea de la situación del modelo alemán actual, después de que en 2002 se aprobara la ley que legalizaba la prostitución, queda al descubierto el incremento de la demanda en más de un 30 % lo que supone, según las estadísticas policiales, que más de 500.000 mujeres se encuentran en una situación de prostitución.

Debido a la enorme demanda, el turismo sexual queda validado lo que ha dado lugar al florecimiento de cientos de  burdeles y espacios improvisados alejándolos del marco legal fuera de las estadísticas oficiales alemanas.  En algunos burdeles de la zona no es difícil costear un servicio de “ Tarifa plana de sexo “ y por 70 euros podemos ver mensajes bajo anuncios del tipo   “ Sexo con todas las mujeres, tanto como quieras, tantas veces como puedas. Sexo. Sexo anal. Sexo oral sin condón . Sexo en grupo y gang bangs “. Según el sindicato Ver.di la industria sexual alemana mueve alrededor de 14.000 millones anuales animando así a proxenetas a lucrarse de la actividad sexual de las mujeres fomentando la trata.

La trata está estrechamente ligada al negocio prostituyente y provoca graves daños tanto a las mujeres como a la sociedad ; quienes pagan por sexo no atentan sólo contra la dignidad de las mujeres, sino que contribuyen a la proliferación del arquetipo criminal . Sin embargo, en el modelo sueco se ha podido comprobar el descenso entre los compradores sexuales pasando del 13 % hace diez años a menos del 8% de la población. La normativa sueca plantea la medida como disuasoria y ha contribuido a generar la falta de interés por muchos grupos. Unos 6.600 hombres han sido detenidos desde la implantación del modelo abolicionista en Suecia, la mitad de ellos aproximadamente condenados y ninguno de ellos ha entrado en prisión.
 


Este señor con el que hablé también decía que en los países abolicionistas los hombres entraban en prisión por practicar sexo, pero las estadísticas oficiales no mantienen ese dato debido a que el ingreso en prisión es esquivado bajo el pago de una multa de al menos un tercio de sus ingresos diarios durante dos meses.

Los modelos que abogan por la legalización de la prostitución dicen amparar los derechos de las “trabajadoras sexuales “ evitando ser estigmatizadas, erradicando el mercado clandestino y asegurando así, la libertad sexual de las mujeres. Pero es difícil sostener este argumento cuando por un lado se trata la problemática desde una perspectiva comercial con validez contractual en el intercambio sexo/cliente y por otro lado, el intento de conectar  la liberación sexual femenina donde el deseo mutuo es inexistente. Estaríamos hablando pues, de un concepto capitalista de la libertad. Muchos partidos denominados de izquierda defienden el modelo alemán, al igual que muchos hombres ideológicamente progresistas; pero lo cierto es que la prostitución tiene un arraigado pensamiento conservador.

Hace un siglo la prostitución era considerada como un bien necesario para poder salvaguardar la institución matrimonial. El  hombre obrero, poco preparado intelectualmente, acudía a casa donde la mujer se encargaba del cuidado de los hijos y la limpieza; en el caso de las mujeres que trabajaban en las fábricas textiles, llegaban al hogar exhaustas tras interminables jornadas laborales por lo que tenían que dejar a los menores solos. Sin mucho de qué hablar debido a esa poca formación, el hombre gastaba parte de su salario bebiendo en los bares junto a otros hombres y aprovechaban para satisfacer sus deseos sexuales con prostitutas. De esta manera se evitaban disputas familiares por la desinteligencia existente en el seno familiar.

Así se produjo la aprobación cultural de la prostitución entre los obreros y la izquierda que tomaba la herencia de las clases privilegiadas de la burguesía. La prostitución es un fenómeno ligado a las rentas en la que prospera su desarrollo a través del capitalismo y la propiedad privada; la venta del trabajo sexual de la mujer está inexorablemente conectada a la venta del cuerpo femenino debido al empobrecimiento y a la falta de oportunidades.

Más del 90 % de las mujeres prostitutas en España están obligadas a serlo por necesidad. Se calcula que existen hoy más de 100.000 prostitutas que mueve la friolera de  3.500 millones de euros al año, que representan un 0’35 % del PIB, un volumen similar a la contribución  de una ciudad como Málaga.

Decir que la prostitución es una elección libre es no plantearse la estructura desigual de la que parten las mujeres en una sociedad donde la economía y las políticas neoliberales  han creado un ideario ficticio de libertad abstracta. Es imposible considerar trabajo el intercambio de sexo por dinero teniendo en cuenta que las necesidades económicas obligan a las mujeres a someter su cuerpo al libre mercado masculino. Los derechos sexuales parten de un base de igualdad y de deseo, y mientras no se construya sociedades completamente igualitarias donde la economía no sea el motivo por el que una mujer tenga que vender su cuerpo, la prostitución seguirá siendo un mecanismo para poder seguir ejerciendo violencia contra las mujeres.

Este señor con el que lamentablemente me he cruzado es la voz de muchos hombres que apuestan por un modelo legal en el que sus deseos sexuales no sean cuestionados y donde las mujeres estén situadas en una escala en la que sus derechos son pisoteados cruelmente en un ambiente explotador normalizado social y culturalmente. Este debate se habría erradicado hace años si los explotados sexualmente fueran mayoritariamente hombres.

Fuente
https://www.eldiario.es/eldiarioex/Puteros-prostitucion_0_748575540.html




El putero moderno se consiguió una niñera


El putero moderno se consiguió una niñera
Mujeres por laAbolición de la Prostitución·  
viernes, 16 de septiembre de 2016

 Link al original: http://www.feministcurrent.com/2016/08/24/modern-john-got-queer-nanny/

 El putero moderno se consiguió una niñera
Pasa algo raro en los debates sobre la prostitución: mientras que la casi todos los que solicitan servicios de índole sexual son hombres, la abrumadora mayoría de los intelectuales que defienden la prostitución son mujeres.
Se trata de un fenómeno extraño que, ciertamente, merece que se lo analice por separado.
En teoría, el putero tiene razones de sobra para preocuparse. Está, por primera vez, en el centro de la discusión: los legisladores, cada vez con más frecuencia, los tienen a ellos (o a la “demanda”, para usar un término empleado por las ONG) en la mira y el modelo nórdico ha sido elogiado por el Parlamento Europeo, que reconoce que es el modelo que mejor combate la trata de personas. Además, los movimientos conformados por sobrevivientes de la prostitución crecen día a día en todo el mundo. Las mujeres se animan a alzar la voz, como sucede en Prostitution Narratives: Stories of Survival in the Sex Trade (“Narrativas de la prostitución: historias de supervivencia en el comercio sexual”), un libro de publicación reciente que devela lo que los puteros realmente les hacen a las mujeres en prostitución. Es la primera vez en la historia que tantas mujeres colectivamente revelan lo que pasa en el mundo de la prostitución, un mundo en el que, hasta no hace mucho, un hombre podía hacer casi cualquier cosa con una mujer sin que nadie se enterase. Esos tiempos ya se acabaron: el putero se está volviendo una figura visible.


Crece la tensión. ¿Hemos llegado a un punto en la historia en el que a una mujer le tiene que gustar un hombre para que él pueda acostarse con ella?

 A pesar de todo esto, al putero no se le conoce la voz. No necesita hablar. Como siempre, cuando un hombre está bajo amenaza, llega una mujer para ayudarlo: a la vanguardia del discurso que intenta presentar a la prostitución como un “trabajo” no está el putero, sino la académica mujer. En cualquier revista, conferencia o evento en el que se esboce una leve crítica al putero, ahí se alzará una académica proprostitución para defenderlo. ¿Quién es esta académica? Ella se denomina una “subversiva”, una “revolucionara” o una “feminista”, incluso. Por esa razón es que el putero la necesita de embajadora: que una mujer como ella defienda la prostitución hace que parezca el epítome de la liberación femenina: un intercambio de bienes por dinero que es justo para ambas partes, una práctica moderna y socialista que además es pro LGBT y queer. Pero, el  putero la necesita más que nada porque, cuanto más hable ella, más nos olvidaremos de que él existe. El acuerdo tácito pactado entre el putero y la académica proprostitución es que ella va a hacer todo lo posible por defender el modo de actuar del putero, al tiempo que se asegura de que nunca se hable de él. La académica, entonces, habla sin parar sobre la prostitución, pero jamás nombra al putero, porque ella está para asegurarse de que la discusión sobre la prostitución siempre termine en las mujeres. La académica queer usa a la mujer prostituida como escudo protector del putero. Le hace de todo: la analiza, la reconstruye y la deconstruye, la presenta como modelo a seguir y hasta la usa de micrófono (es decir, para acrecentar su fama como académica). A través de este mecanismo, se posiciona como la feminista “buena” que lucha contra las feministas “malas”. La jugada imita la prostitución a la perfección: la prostituta es visible, se la ve en la calle y en los bares, pero el putero sólo pasa por ahí sin ser visto, lo que hace él no genera vergüenza ni hace que se tejan mitos alrededor de su figura.

La función de la académica queer es asegurar la continuidad de ese status quo para el putero.
Ante lo que nos encontramos es una defensa de la prostitución pensada como un escudo doble, ya que a cualquiera que quiera debatir sobre la prostitución le va a costar llegar al putero, porque en el medio se encuentran la académica y la “trabajadora sexual”. Cualquier intento que se haga de hablar de lo que hace, piensa o dice el putero rebota y se termina convirtiendo en una discusión sobre las identidades de las mujeres o en una pelea. La académica proprostitución tiene su propia definición de “debate intelectual”: le dice “escuchar” a cuando ella habla. Asegura que no está de por sí a favor de la prostitución, sino que solamente “escucha a las trabajadoras sexuales”. Cuanto más fuerte habla, más asegura de que eso es prueba de que “escucha”. Cuando se le presenta una persona que no está a favor de la prostitución, denuncia que se la está “silenciando”. El surgimiento de los movimientos conformados por sobrevivientes de prostitución ha mostrado que la supuesta capacidad que tiene la académica para escuchar a las mujeres en prostitución, está condicionada. Cuando las sobrevivientes hablan en contra de la prostitución, la académica queer puede proceder de dos formas: o directamente no las escucha o argumenta en contra de ellas. Ahí es cuando queda al descubierto que  no defiende a la voz de las “trabajadoras sexuales”, sino al putero.


Canadá penaliza al putero.

 Esta académica es de las hacen denuncias en las redes sociales si se cruza con un hombre que cree que sabe más que ella o que acapara mucho espacio en el transporte público, o si alguien la trata de “preciosa” o si alguien dice que las mujeres se embarazan y no usa el término “personas”, que es más abarcativo. Uno no puede evitar preguntarse cómo es que la indignación que le nace ante esos detalles logra convivir con la insensibilidad que demuestra al hablar de una industria que, según estudios, es la más mortal para las mujeres. No hay que olvidar que para ella, al igual que para el putero, la mujer en prostitución es “otro tipo” de mujer. Es cierto que la académica emplea un tono de admiración para hablar de la prostituta, mientras que el putero utiliza solamente desprecio, pero, en el fondo, se trata de lo mismo. La verdad es que la académica queer no es una revolucionaria o una feminista, ya que ni siquiera intenta defender a las mujeres, sino que, más bien, es la niñera del putero. Se trata de una de las funciones más antiguas pertenecientes al patriarcado. La académica lo tranquiliza cuando está preocupado y considera a sus enemigos como propios. Vigila que nadie le saque los juguetes, sin importar lo que él les haga a los demás. Es como aquella niñera de antaño que siempre trataba al hijo varón de la familia como niño y amo al mismo tiempo: obedecía sus pedidos, limpiaba el lío que dejaba y lo subía al regazo para que llore. La niñera, más que cualquier otra mujer dentro del patriarcado, es la figura de la mujer comprensiva. No soporta ver a su joven amo con hambre y por eso él siempre come antes de que ella se prepare algo, pero nunca lo trata como a un hombre con responsabilidades. Sin importar cuántos años tenga, para ella siempre va a ser un niño que no puede controlar su comportamiento. La niñera fue la que permitió que los hombres de clase alta sean, al mismo tiempo, jefe y niño irresponsable. No se puede entender al patriarcado sin comprender cómo la “niñera” le dio forma a los hombres que se encuentran en los escalafones más altos de la masculinidad. El putero personifica a este tipo de hombre. El tipo de hombre que da órdenes y pretende que le cumplan todos los caprichos, pero que no se hace responsable de su comportamiento. Si le arruina la vida a otras personas, les contagia ETS a mujeres en situación de prostitución y a la propia esposa, contribuye a que se mantenga el negocio de la trata de personas, ¿cuál hay? Ni que fuese problema de él...

 El putero de la actualidad no tiene una niñera literal, pero encontró algo parecido en la académica proprostitución: una niñera queer que lo tranquiliza cuando está alterado, se encarga de sus necesidades y lo defiende del mundo exterior. De esta manera, el putero puede seguir fanfarroneando sobre todas las “putas” que se va a coger en los viajes que haga, aunque él nunca aceptaría que su hija se hiciera prostituta (ni tampoco se casaría con una). Puede seguir mirando películas porno pero cuidado con que la novia se porte como “una puta”. Nunca la niñera lo va a retar. Nunca va a entrar en los foros de puteros donde los hombres se congregan para darles una puntuación a las prostitutas a decirles que no tienen que llamarlas “putas”, que el término correcto es “trabajadoras sexuales”. La niñera nunca lo va a retar por estigmatizar a las mujeres o por tener dobles estándares. Los hombres son hombres, después de todo… Bien, si es así, entonces que crezcan y que hablen y se defiendan ellos solos. Si pagar por sexo es algo que está muy bien, que hablen y cuenten qué hacen y por qué, y que lo hagan utilizando sus propias palabras, las mismas que usan cuando van a los prostíbulos. Y cuando las supervivientes señalen a los puteros, que las niñeras se corran, que no dejen que los hombres se les cuelguen de la pollera en busca de protección. A las niñeras queer del mundo, les pregunto: ¿les pagan para hacer de embajadoras de los puteros, siquiera, o trabajan gratis? ¿Se ofrecen gratis, como lo han hecho mujeres por siglos, para proteger a los hombres y para no se los obligue a madurar y hacerse cargo de los que hacen? Niñeras queer, a ustedes les hablo: renuncien. También ustedes se merecen algo mejor.

Fuente
https://www.facebook.com/notes/mujeres-por-la-abolici%C3%B3n-de-la-prostituci%C3%B3n/el-putero-moderno-se-consigui%C3%B3-una-ni%C3%B1era/540043682870231/