martes, 30 de diciembre de 2014

Los prostituidores

        Mª José Barahona Gomariz
Profesora Titular Escuela Trabajo Social –U.C.M.-

Los prostituidores

El contenido de mi exposición tiene como eje central a los prostituidores, es decir, los sujetos que pagan en el mercado prostitucional por/para obtener placer. Esta es una aproximación amplia que nos sirve de plataforma para la delimitación, para la concreción de quiénes son, qué piensan y por qué lo hacen.

Toda explicación que se puede hacer de los prostituidores queda resumido y evidenciado en el uso de los términos empleados en prostitución.

Así, tradicionalmente se han denominado cliente y prostituta, puta, ramera,.....
¿Cómo puede ser que dos personas involucradas en un mismo acto tengan distinto reconocimiento social?. Así es, el mal llamado hasta ahora cliente, que no es más que un eufemismo que oculta el verdadero hacer, es reconocido en su necesaria existencia pero invisibilizado en su responsabilidad y desprovisto de condena social; en cambio la otra parte, la mujer en prostitución ha sido y es estigmatizada, visibilizada como responsable y condenada socialmente. ¡¡ Cómo cambian las cosas según de quien se trate!!!!, No, cómo cambian las cosas
según se sea varón o mujer.




¿Por qué identifico al prostituidor con un varón y a la persona en prostitución con una mujer?. Porque esa es la realidad mayoritaria de la prostitución y además porque este tipo de prostitución revela el papel fundamental de la mujer como objeto sexual en sociedades sexistas de pauta
patriarcal.

¿No es en sí misma esta terminología la evidencia de una violencia simbólica?. Explica Bourdieu la permanencia y la reproducción de las relaciones de dominación, de sus privilegios y sus injusticias por la violencia simbólica que se ejerce sobre los dominados y que hace aparecer como aceptables unas condiciones de existencia absolutamente intolerables. Define la violencia simbólica como “esa violencia amortiguada, insensible e invisible para sus propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento (...) del reconocimiento o, en último término, del sentimiento”.

Kathleen Barry sostiene que la prostitución es una construcción social reveladora de prácticas, ideas, actitudes y comportamientos que desconocen los derechos humanos y son parte de una organización social destinada a perpetuar la dominación del varón sobre la mujer, y de los que tienen más medios sobre los desposeidos.

Esta es la clave que descifra el ser y hacer de los prostituidores. La prostitución es una construcción social de los varones asentada en la desigualdad de género como una forma de expresar, de poner en práctica ideas, actitudes y comportamientos.

La desigualdad de género se sustenta en la diferencia biológica, de sexo, y sobre ella descansan entre otras cosas la sexualidad. Históricamente se han determinado comportamientos sexuales intrínsecos según se fuera varón o mujer, así, a los varones se les ha otorgado, mejor dicho, de forma más correcta, los varones se han otorgado con legitimidad social la “necesidad fisiológica sexual” que implica, según la definición del propio termino necesidad un impulso irresistible que hace que las causas obren infaliblemente en cierto sentido o aquello a lo cual es imposible sustraerse, faltar o resistir. Con ello se ha biologizado lo cultural, es decir, la sexualidad masculina se ha explicado y justificado por el modelo esencialista que sostiene que la sexualidad está predeterminada por la biología: la genética, las hormonas y por extensión, la anatomía y la fisiología corporal. Así, los actos sexuales son ante todo actos “naturales” y esa es precisamente la legitimidad que la sociedad ha otorgado, pero la sexualidad es una construcción social que demanda la culturalización de lo biológico.

Bajo esa idea de “necesidad fisiológica sexual masculina” se ha promovido la puesta a disposición de los varones de unos contingentes de mujeres que según cada época ha respondido a unos intereses.

¿Quién es prostituidor?, es aquel varón que paga por el uso/abuso de la genitalidad de la mujer u otras partes de su cuerpo a fin de obtener placer, dentro de una prostitución entre adultos heterosexuales. Placer que instrumentalizado a través del sexual es en simultáneo o en primacía psicológico. Placer psicológico en el ejercicio del poder en una situación asimétrica, estando caracterizada porque el ser prostituidor es una opción mientras que el ser mujer prostituida es una obligación, o para aquellos que les suene totalitarista, el ser mujer prostituida tiene un grado mínimo de voluntad, de libertad, es una voluntad restringida delimitada por coacciones
(estructurales, microsociales y/o individuales), y por tanto, la acción se convierte en forzada/forzosa.

El prostituidor está desprovisto de estigmatización social en el sistema prostitución porque su conducta está naturalizada, biologizada por su “necesidad sexual”. Ésta es la piedra angular para entender su invisibilidad, les hemos convertido en víctimas, en víctimas de su naturaleza y por lo tanto les hemos quitado la responsabilidad de sus actos, no pueden controlar las respuestas que producen sus hormonas, su bioquímica, la rebelión interna de sus espermatozoides.

Joseph Vicent Marqués nos señala que “el cliente es una figura que se da por supuesto, pero del que poco se habla ¿por qué?, porque cae dentro de las expectativas de la conducta masculina (...) existe una variedad de actitudes sociales ante el asunto, pero la tolerancia hacia el cliente prevalece sobre las demás”.

Bueno, ésta ha sido la tradición heredada culturalmente creada por las sociedades patriarcales, los mitos y leyendas construidos para reproducir y reforzar la defensa tradicional de la supremacía masculina basada  en el razonamiento determinista biológico, en la interpretación interesada del dimorfismo sexual, en el que se ha incluido también  la esfera de la sexualidad. Es la justificación a los actos de los dominantes.

No hay nada más planificado, voluntario y racional que la conducta del prostituidor, ¿por qué? Porque su conducta está limitada por factores externos, estos factores son fundamentalmente dos, la disposición de tiempo y de dinero, con ello ya podemos proceder a la acción que variará en función de la tipología de prostitución seleccionada, medio abierto y medio cerrado. ¿Es entonces la conducta del prostituidor natura o nurtura?, es claro que no es innata sino adquirida, no es necesidad sexual diferenciada sino voluntad individual.




Es precisamente la voluntad individual la que impide la tipologización del prostituidor, no hay rasgos característicos ni definitorios que nos permitan hablan de la categoría prostituidor. Si realizamos una sencilla operación matemática podremos comprobarlo cuantitativamente. ..

-          Cojamos la cifra en que se cuantifica el número de mujeres prostituidas en España (es aproximada): 300.000 ..
-          Multipliquémosla por tres servicios diarios cada una: 900.000 ..
-          ¿Cuántos servicios en una semana? (vamos a multiplicar solo de lunes a viernes ya que los fines de semana disminuyen): 4.500.000 ..
-          ¿Cuántos servicios al mes?: 18.000.000 ..
-          ¿Cuántos servicios al año? (quitando fiestas, Semana Santa, vacaciones de verano y Navidades, son diez meses): 180.000.000
-           
Escalofriante ¿no?, entonces ¿hay una tipología de prostituidores?. No.
Cualquier hombre es un potencial prostituidor.

No hay nada más cultural que la conducta del prostituidor, transmitida, aprendida e integrada en su repertorio de conductas, porque se han socializado con la tradicional ideología masculina. Su conducta está tan integrada que ha pasado a formar parte del mundo del trabajo y del ocio. Del trabajo porque parece que es la rúbrica a un contacto empresarial o la firma de un negocio. De ocio porque se ha integrado dentro de la ruta del ocio como un elemento más, necesario para el disfrute del tiempo libre. Pero esta conducta tiene una característica, es silenciada en el entorno más próximo, es comentada y compartida exclusivamente con los que se saben prostituidores activos, la experiencia pasa a ser un elemento integrador grupal, de pertenencia, se comparte esa experiencia transgresora, pero aún cuando se comparte, la realidad se deforma, se informa de las consecuencias (fue divertido, la mujer era... hicimos... me hizo... sentí... me entraron... duró...) y no de las causas, se comparte el exterior y no el interior, la masculinidad y no la individualidad.

La conducta del prostituidor responde al Síndrome de The Centerfold, este síndrome es una penetrante distorsión en la forma en que los hombres aprenden a pensar sobre las mujeres y la sexualidad. No es un síndrome clínico formal. Tiene cinco elementos: voyeurismo, cosificación de las mujeres y sus cuerpos, validación de la masculinidad, trofismo (comparación de la masculinidad con otros hombres) y miedo a la intimidad.

Ahora voy a parar, ya no voy a ser yo la que hable sino ellos, los prostituidores, a los que hemos entrevistado para conocer su ser y hacer. Pero antes un dato más para acercarnos en la imaginación a la realidad, para entender la esencia, de qué se trata.

En la investigación realizada sobre el prostituidor hicimos 100 observaciones, es decir, observamos a cien prostituidores que habían elegido la prostitución en medio abierto y sólo quiero revelar un dato, la duración del contacto. La moda son 5 minutos, es decir, es el valor más repetido de la muestra, el tiempo de duración del contacto sexual que ha empleado el mayor número de personas.

De las entrevistas en profundidad estructuradas mantenidas con 15 prostituidores, uno de los primeros aspectos que nos sorprendió es que ante la pregunta general de opinión ¿qué piensas sobre la prostitución?, todos manifestaron una actitud más que una opinión. Una actitud de defensa del “yo como prostituidor”, sus respuestas han sido sus justificaciones, así las podemos agrupar en dos fundamentalmente:
.. se justifica su “hacer” porque otros están, y además están de manera libre, como un trabajo más, es una opción laboral que la mujer elige libremente para vivir, es un derecho de las mujeres.
o “Yo veo bien que se ganen la vida de alguna manera, sin hacer daño a la gente claro, porque yo no veo que hagan daño a la gente ni a nada” (Antonio, 54 años, divorciado, con tres hijos, con pareja en la actualidad, se inicia sexualmente a los 19 años con una mujer prostituida en un club. Ahora su tipología principal de prostitución es abierta y acude tres veces al mes)

.. se justifica su “hacer” por ser el propio prostituidor una víctima de su condición de hombre, por ser dependiente de su naturaleza (necesidad sexual) y no de su voluntad.
 o “La prostitución es absolutamente necesaria. Es algo absolutamente necesario en esta sociedad y en las futuras, puesto que evidentemente si no existiera prostitución vendrían graves consecuencias de represión psicológica (...) los hombres tienen unas necesidades fisiológicas muy fuertes, la eyaculación” (Jose Luis, 56 años, divorciado. Acude por primera vez a la prostitución a los 25 años. Hoy su tipología de prostitución es cualquiera, acude dos veces a la semana)

Cuando les preguntamos la opinión sobre ellos como clientes y sobre los otros clientes, todos han calificado y clasificado a los clientes, han diferenciado entre “malos clientes”, en donde están los otros hombres, y “buenos clientes”, en el que se incluye siempre el entrevistado.
 o “Pues hombre hay auténticos cerdos, yo no, (...) Hay auténticos cerdos que utilizan los servicios de estas personas y estas personas tienen su dignidad, esta gente que ejerce la prostitución” (Fernando, 50 años, casado y con un hijo. Su primer contacto con la prostitución es a los 27 años. Utiliza la prostitución cerrada, acude tres veces a la semana)
o “Hay personas que son prudentes y vienen aquí a desahogarse como Dios manda y...hay otros que vienen aquí nada más que... ha hacer sufrir a las personas, que es muy diferente venir aquí a desahogarse y otros que vienen aquí a hacer perrerías” (Jorge , 77 años, acudió por primera vez a los 18 años. Su preferencia en tipología es abierta y su frecuencia ‘cuándo puede porque el aparato está hecho polvo’, acude con un sobrino)

Curioso fue encontrar que la mayoría de los entrevistados identifican el ejercicio de la prostitución “obligado” a la condición de ser mujer inmigrante, no aceptan el tráfico y declaran no haber estado nunca con mujeres traficadas a pesar de haber estado todos con inmigrantes. Aquí están algunas respuestas, curiosas, contradictorias todas ellas:
􀀤 “Yo normalmente prefiero extranjeras, me gustan las rusas, las ucranianas, subsaharianas, marroquíes, colombianas, brasileñas (...) no, no he estado con mujeres traficadas” (Pedro, 47 años, separado pero en la actualidad con pareja estable, conviven. Su primer contacto es a los 34 años. Acude con una frecuencia de dos a cuatro veces al mes, a cualquier tipología de prostitución)
􀀤 “De las chicas que hay aquí en la Casa de Campo ninguna está traficada, no, porque yo conozco a esas mujeres, yo conozco a estas polacas que yo las veo buenas chicas” (Jesús, 40 años, soltero sin pareja. Se inicia en el contacto con la prostitución a los 23 años. Prefiere la prostitución en medio abierto y acude una vez al día)
􀀤 “Yo hablo mucho con ellas y tal, de muy buena onda, y muchas veces lo que me dicen es que pues que vienen...bueno son muy reacias a hablar de ello, muy, muy, muy reacias porque tienen miedo de verdad, pueden llegar a enseñarte lesiones y todo, patadas en el vientre y barbaridades” (Juan, 31 años, soltero sin pareja. Se inicia en el contacto a los 27 años. Acude a prostitución cerrada una vez al mes)
􀀤 “Hay unas que están obligadas a hacerlo por las mafias que hay y las historias que hay (...) yo les pregunto mucho y me dicen que las obligan, tiene que pagar lo del viaje que les ha costado venir aquí o lo que fuera y ya está, tienen que hacerlo por cojones” (Alejandro, 32 años, separado, sin pareja. Se inicia a los 16 años. Prefiere la prostitución abierta y acude cada quince días)

Si una de las razones de ser prostituidor es la ausencia o insatisfacción sexual, oigamos que dicen de ello:
􀀤 “Yo no he sentido un placer especial haciéndolo con una prostituta....lo único que la prostituta te ofrece un tipo de servicios que tu novia no está dispuesta a hacer” (Javier, 35 años soltero, sin pareja. Se inicia a los 35 años. Prefiere la prostitución cerrada, acude una vez por semana)
􀀤 “Una mujer que no se dedica a la prostitución y eso, pues lo haces con ella y...lo haces mejor que con estas, está más claro que el agua, lo haces más a gusto, más todo (...) Es preferible estar con una de las otras antes que con una de estas (...) te da otra satisfacción estar con una mujer que no es prostituta que estar con una de la calle “ (Jesús, acude una vez al día)
􀀤 “Siempre ha sido más satisfactorio con alguien por cariño, he tenido siempre mucha más satisfacción y me han enseñado más cosas de eso (...) hoy en día las prostitutas de sensibilidad y artes amatorias no tienen ni idea” (Pedro, dos a cuatro veces al mes)
􀀤 “Es menos placer con una chica de éstas porque no...no puedes ni besarla, ni la puedes agarrar. No, no son cariñosas” (Alejandro, cada quince días)




Sobre el daño derivado del ejercicio de la prostitución:
􀀤 “Está bien que la persona cobre por prestar unos servicios, aunque haya muchas veces que lleguen a otras secuelas bastante negativas o destructivas, incluso hasta la muerte”. (Carlos, acude con una frecuencia de tres veces a la semana)
􀀤 “Me ha pasado de ponerme en el papel de ella y entonces no se me sube ni de coña, por eso normalmente vas bebido, pierdes un poco la conciencia pues te pones..., hombre, algunas si las vemos alegres y contentas y tal, porque son realmente profesionales y no se les nota, pero te imaginas...es una situación humillante, no?, es humillante, o sea, entonces prefiero no ponerme en el papel de ellas porque entonces no doy pie con bola”. (Pedro, acude con una frecuencia de dos a cuatro veces al mes)

Elección de la mujer prostituida.
􀀤 “No hay nada más excitante que poder encontrar una chica con la clase de atributos físicos con los que sueñas”. (Pepe)
􀀤 “Les miras la cara y luego el culo”. (Andrés)
􀀤 “Las elijo por las características del anuncio, por lo que pone del cuerpo, medidas de pecho... la edad”. (Julio)
􀀤 “Busco tener un buen sexo con jóvenes atractivas”. (Antonio)
􀀤 “Me gustan jóvenes, hasta un máximo de 25 años, claro, pero he estado hasta con personas de 50, pero... me quedo hasta el tope de los 25 que es el que mayor prototipo de absorción tiene porque es más fácil de adaptar a la prostitución”. (Vicente)

Valoran como negativo las circunstancias en las que las mujeres ejercen la prostitución, pero ellos sin embargo, mantienen su acción como clientes, sin renunciar a acudir a la tipología de prostitución con la que se muestran en desacuerdo.
􀀤 “En las plazas, eso es fatal, eso es como si fuera un rodeo de ganado y eso es otra de las cosas que tienen que estar prohibidas. Insisto, la mujer que se dedica a la prostitución es buena gente y hay que tenerla respeto (...) cuando voy doy una vuelta a la plaza de toros y entonces, bueno, pues elijo una chica... me voy a tomar una copa con ella, y allí empieza el punto, si es agradable, si intercambiamos impresiones... si ya hemos hablado las cosas pertinentes, subimos ”. (Fernando)
􀀤 “Cuando vas a un piso y la encargada te enseña las chicas para que elijas con la que quieres tener contacto me siento igual que en el mercado que el comprador va a elegir la pieza que se va a llevar a casa o la pieza que compra para lo que sea, es el momento más desagradable e incluso es tan desagradable que preferiría que cada vez que voy hubiera una sola chica para no pasar por el mal trago de tener que elegir la carne fresca”. (Javier)
¿Por qué?
“Porque ejerces una parcela de poder, cuando tú estás ante una mujer joven (...) A mi edad ya me correspondería una maruja de 50 años y de repente se encuentras en tus manos una periquita de 25, hermosa, durita, etc.” (José Luis)

Con esta breve exposición y sus voces podemos comprobar las contradicciones de su pensamiento y conducta.

Sólo una reflexión para finalizar, si los prostituidores manifiestan que en el encuentro con una mujer prostituida se saben engañados por ellas respecto a sus sentimientos, placer sexual y halagos hacia ellos, si además el contacto es efímero, si ellos se saben no exclusivos, si el sexo lo disfrutan más con las “otras”, si no las encuentran como “maestras” en la disciplina sexual, si......... ¿por qué hay hombres prostituidores?.

Según señala Leonor Nuñez, no se trata de una relación mercantil con un cliente a quien se presta un servicio, sino del consumidor de un bien, siendo el bien consumido la persona prostituida,  una mujer en prostitución, una mujer, un ser humano.


Fuente: Congreso Internacional Explotación Sexual y tráfico de mujeres AFESIP España. Madrid, 26, 27 y 28 de octubre, 2005


Las imágenes han sido agregadas por mí, no aparecen en el texto original.  La mayoría  han sido tomadas desde la web, si algún autor no está de acuerdo en que aparezcan por favor enviar un correo a  alberto.b.ilieff@gmail.com y serán retiradas inmediatamente. Muchas gracias por la comprensión.

En este blog las imágenes son afiches, pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos históricos.

Se puede disponer de las notas publicadas siempre y cuando se cite al autor/a y la fuente.




Tráfico y Equidad de Género

Tráfico y Equidad de Género
Janice G. Rd, Ph.D.,
Co-Director Ejecutivo Contra el Tráfico de Mujeres (CATW)

        Se me ha pedido que hable acerca de la igualdad de género en relación con la explotación sexual. En discusiones acerca de tráfico y prostitución, a menudo hay mucha retórica sobre la igualdad de género. De cualquier manera, ¿cuál es la realidad para las mujeres con las que se ha traficado y que han sido prostituídas. Cómo hacemos para que sea real la igualdad de género para las mujeres que han sido sexualmente explotadas?.

        Hay dos modelos enfrentados de igualdad de género relativo a la prostitución. El primer modelo propone que igualdad de género significa que toda prostitución de la mujer ha de verse como una violación de los derechos de la mujer y como una forma de violencia contra ella. Este modelo mantiene que normalizando la prostitución -como un “trabajo sexual”- o legalizándola de alguna manera, se legaliza la esclavitud sexual y la desigualdad de género. Para este grupo, la defensa de los derechos de la mujer prostituta, significa perseguir a los que la llevan a cabo, incluidos proxenetas y clientes y proveedores de servicios para ellas. Esto significa facilitar a las mujeres no solo condones, sino alternativas a la prostitución.

El segundo modelo mantiene que la prostitución es una forma de la igualdad de género y promueve el derecho de la mujer a ser independiente y controlar lo que quiera hacer con su cuerpo. Abogados de este modelo aducen que la prostitución es otra forma de trabajo y que la mejor manera de proteger a las mujeres en este entorno es mejorar sus "condiciones de trabajo". Este grupo mantiene que la prostitución es "trabajo sexual" y que las mujeres deberían ser libres de convertirse en jefes, conocidos en el mundo de la prostitución ilegal como proxenetas. Su mensaje se centra en enseñar a las mujeres a utilizar el condón, pero no cómo crear un futuro diferente para ellas mismas.

La contradicción de este segundo modelo, donde la prostitución es vista como un trabajo, es la admisión de que las mujeres en este ámbito todavía necesitan ser protegidas de los abusos y violencia de la industria del sexo. Los defensores de este modelo erróneo de igualdad de género están bien enterados de los peligros de la prostitución legal, aunque raramente lo admitan en público, o reconocen esos peligros de forma ambigua. Por ejemplo, muchas organizaciones de trabajadoras del sexo, como SWEAT, así como agencias gubernamentales en países donde la prostitución es legal, alertan a las mujeres para que se protejan ellas mismas de los usuarios violentos mediante armas que se pueden esconder bajo la cama (Farley, 2004).

La diferencia esencial entre estos dos modelos de igualdad de género es que la admisión de la prostitución como un simple "trabajo" ayuda a mantener a las mujeres dentro de la actividad. La visión de la prostitución como una violación de los derechos de la mujer, facilita la salida de la mujer de ella.
 
Las putas. Alfonso Melo

El 17 de octubre de 2005, en el Parlamento Europeo, la Coalición Contra el Tráfico de Mujeres y el Grupo Europeo de Mujeres dieron juntos una conferencia de prensa en la que víctimas del tráfico y la prostitución hablaron a los media acerca, no solo de sus experiencias, sino también de la necesidad de una política al respecto. La pregunta esencial fue: "¿quién representa a las mujeres prostitutas - "trabajadoras del sexo" o víctimas?". Ese mismo día un grupo que se autodefinía como "trabajadoras del sexo"dio otra conferencia de prensa en la que pretendían convencer a los medios de la bondad de la prostitución así como de su legalización. El objetivo de la conferencia de prensa fue otorgar voz a las mujeres que habían ejercido la prostitución y a la que no definían como"trabajo sexual", así como una perspectiva diferente de las que la prensa suele denominar "trabajadoras del sexo" (Conferencia de Prensa, 2005).

 Es importante examinar las reclamaciones de organizaciones que pretenden representar a las prostitutas. Muchas resultan ser tapaderas de la industria del sexo. Cuando estuvimos buscando en Internet sitios de organizaciones tales como Network of Sex Work Projects en Vancouver, Canadá, encontramos multitud de enlaces con publicidad de la industria del sexo. Había muchos listados con el encabezado de "Entretenimiento para Adultos" y clubs de sexo y otros negocios de carácter sexual, donde invitaban a insertar anuncios en el sitio para mostrarlos de forma gratuita
(Network of Sex Projects, 2004).

 Asimismo, es importante que sepan que entre las mujeres prostitutas hay mucho más debate acerca de la legalización que en la sociedad en general. Muchas mujeres que son o han sido prostitutas no desean la normalización de esta actividad, convertida en otra forma de trabajo, y no apoyan la legalización de la prostitución, su regulación o la descriminalización de la industria del sexo. Pero sus palabras no llegan a los medios y por esta causa, el público no entiende que muchas mujeres prostitutas saben que la legalización es un mito y que no las protegería.

En Argentina, donde una organización llamada Ammar afirma representar a las prostitutas, está presionando para el reconocimiento de la prostitución como un trabajo, otras prostitutas han organizado un grupo llamado Asociación Ammar. Esta asociación teme que el reconocimiento oficial de la prostitución en Argentina solo sirva para empujar a más mujeres al comercio del sexo. La Asociación Ammar dice: "Queremos ayudar a cada cual a salir de la prostitución, enseñando a realizar otro tipo de actividades, proporcionando trabajo, estudios... Más del 90 por ciento de nosotras quiere dejar la prostitución porque el estigma te acompaña mientras vives. Es un medio de sobrevivir, no un trabajo (Lindsay, 2004)."

¿Qué dicen las prostitutas en los países que han legalizado la prostitución o están considerando hacerlo?. En Holanda, afirman que la legalización o descriminalización no borra el estigma. Las mujeres son más vulnerables porque han de registrarse y perder el anonimato, y la identidad de protituta le acompaña en todas partes. Así, la mayoría de ellas todavía trabajan en la clandestinidad. Solamente el 5-10% está registrada en Holanda y paga impuestos (Daley, 2001, p. 4).

La Coalición Contra el Tráfico de Mujeres ha llevado a cabo dos estudios en los que se preguntaron a casi 200 víctimas de explotación en el comercio sexual. Cuando le preguntamos a las prostitutas si deseaban la legalización de la prostitución , la mayoría respondió que no. Y aquellas que dijeron que sí estuvieron todas de acuerdo en que no deseaban que su hijos acabaran prostituyéndose. (Raymond y otros. 2001: Raymond y otros, 2002).

Uno de los argumentos más importantes para la legalización de la prostitución es que en los países en los que se ha legalizado, las mujeres están mejor protegidas. Pero, ¿qué ocurre realmente en esos países?. En Holanda, Alemania y Austria, por ejemplo, la legalización ha fracasado en la protección de las prostitutas, ha fracasado en el control de la enorme expansión de la industria del sexo, ha fracasado en disminuir el tráfico de niños para prostituírlos desde otros países y ha fracasado en la prevención del SIDA y enfermedades de transmisión sexual. Y ha transformado estos países en burdeles. Vemos esta transformación bastante clara en Alemania antes de la Copa del Mundo de2006. La ciudad de Bremen, siguiendo la pauta de los Juegos Olímpicos de Atenas de
2004, importará entre 30.000 y 40.000 mujeres para cuatro semanas para atender a las demandas de sexo de los hombres que acudirán a los juegos. Las autoridades municipales están construyendo burdeles especiales con cabinas parecidas a las de los WC, donde los hombres pueden entrar al volante de sus coches, demandar sus preferencias sexuales y conducir fuera. La ciudad de Berlin abrirá un mega burdel que abrirá a tiempo para los partidos de fútbol en el que 100 mujeres atenderán a 650 hombres en cualquier momento. (Mega-Brothel, 2005).

Contrariamente a la afirmación de que la descriminalización y legalización controlaría la expansión de la industria del sexo, la prostitución suma actualmente el 5% de la economía de Holanda (Daley, 2001, p. 4). En la década anterior, cuando se legalizó a los proxenetas y los burdeles en el 2000, la industria del sexo aumentó un 25% .
(Daley, 2001, p. 4). En muchas estimaciones, el 80% de las prostitutas de Holanda han llegado allí mediante el tráfico de mujeres (Grupo de Budapest, 1999 {1}). Muchos analistas ligan el incremento del tráfico con el mayor número de permisos legales dados a los proxenetas, traficantes y burdeles de la legalilzada industria del sexo holandesa (Raynmond, 2004; U. S. Department of State, 2004, p. 22).

Otro ejemplo de lo que pasa en un país que se convierte en un campo para el florecimiento legal de la industria del sexo es el Estado de Victoria en Australia, donde la protitución ha sido progresivamente legalizada desde 1980. En una tesis de Ph. D., terminada en 2oo4 en la Universidad de Melbourne, la Doctora Mary Sullivan explica que la prostitución ya no es simplemente una industria legal en Victoria. Tiene un gran peso en la economía. Utilizando los datos de la Standard Industry Classification de Australia y Nueva Zelanda, Sullivan encontró que en 2004, los "servicios sexuales" estaban en lo más alto del ranking de las industrias de los servicios personales en el estado y manejaron el crecimiento total de estas industrias. Adicionalmente, las industrias sexuales en Australia son el equivalente financiero de las 50 compañías top- ranking y están creciendo a una tasa anual del 3,8 %, más deprisa que el Producto Interior Bruto, al 3,6 % (Sullivan, 2004, p. 147).

Otro argumento para la legalización de la prostitución venía siendo, que ayudaría a terminar con la prostitución infantil, porque la policía podría concentrarse en los que abusaran de niños. De cualquier manera, comparado con otros estados de Australia, el Estado de Victoria estima que hay allí 1800 niños prostituídos, el mayor número de todos los estados (Sullivan, 2004, p. 214).

Mucha gente no se da cuenta de que legalizar la prostitución no es solamente legalizar a las prostitutas. Legalizar la prostitución es legalizar la industria del sexo. Legalizar la prostitución es legalizar la explotación sexual. Legalizar la prostitución es legalizar a los proxenetas, traficantes, burdeles y demás, y aprobar el derecho de hombres y mujeres a comerciar con el sexo. Bajo estas condiciones es ilusorio decir que la prostitución promueve la igualdad de género. En vez de eso, los promotores de su legalización convierten en normal la desigualdad, convirtiendo la prostitución en "trabajo sexual" y el tráfico en "migración para trabajo sexual". En realidad, las violaciones de la igualdad de género son disfrazadas por la retórica pervertida de la igualdad de género que promotores de la normalización de la prostitución utilizan para argumentar que protegen a las mujeres.

Un argumento muy utilizado para defender los derechos de las prostitutas es que reconociendo y regulando la prostitución y la industria del sexo se favorece la igualdad de género, reduciendo el SIDA. Sin embargo, muy a menudo, el Estado regula la prostitución regulando a las mujeres - no a los hombres que son los usuarios. La legalización/discriminación va acompañada normalmente por chequeos médicos a las prostitutas. ¿A quién protegen realmente esos chequeos?. Si la meta fuera realmente proteger a las prostitutas, alguna ley obligaría a los clientes a un chequeo y un certificado para entrar en los burdeles. Esto desanimaría a los demandantes.

Es un modo discriminatorio e ineficaz de luchar contra el SIDA apuntar hacia las mujeres en los chequeos médicos en la industria de la prostitución. Un programa anti SIDA más sensible debería dirigirse hacia el grupo que realiza las conductas menos saludables y de más alto riesgo - hombres que compran sexo. Los epidemiologistas han documentado que la epidemia se dirige actualmente en gran medida desde el hombre a la mujer, los hombres van con prostitutas y los que son infectados, transmiten el virus a sus esposas, compañeros sexuales y víctimas sexuales (Hynes y Raymond , 2002). Como a principios de 1998, en la XXII Conferencia Mundial sobre el Sida reconoció que "los hombres conducen la epidemia de Sida" por su egoísta promiscuidad sexual (Inés y Raymond, 2002, p. 213).

Las putas. Diego Perrota. 2010


Una respuesta más ética y efectiva promovería la seguridad de las mujeres dentro de la industria del sexo, trabajando al mismo tiempo en desmantelar esa industria. Muchos grupos que afirman defender los derechos de las prostitutas no se comprometen en terminar con esta industria que explota a las mujeres en todo el mundo. De hecho, muchos abogados pro "trabajo sexual" devienen en aliados de los proxenetas y clientes, ayudando a dignificarlos como hombres de negocios de sexo y consumidores legales.

Tenemos proyectos con "trabajadores del sexo" en muchas partes del mundo, depositando en las mujeres la responsabilidad de negociar con sus clientes el uso del condón, al mismo tiempo que disponemos de cientos de estudios documentando que el poder de negociación de las mujeres para protegerse a si mismas para conseguir que sus clientes masculinos utilicen el condón es extremadamente limitado. Y estos estudios se han realizado con mujeres alejadas de la prostitución. Cuanto menor será el poder de las mujeres prostitutas para negociar con sus clientes la utilización de condones. Además, muchos hombres se niegan a usar condón, los cuales actúan de forma imprudente en su vida sexual, y los que habitualmente contratan prostitutas no actúan así por falta de información acerca de los condones, sino más bien por falta de intimidad, emoción e identidad sexual basada en la igualdad de género y el sentido de la justicia.

Si queremos promover una verdadera igualdad de género para las mujeres prostitutas y eliminar el tráfico, ¿nos debemos cuestionar el mito de que la prostitución es la profesión más antigua?. ¡Proxeneta es la profesión más antigua!.

Así, a menudo escuchamos que la prostitución es inevitable, y que una tolerancia cero referente a ella no es realista. Por eso el foco debe estar en el manejo y regulación de la prostitución, más que en verla toda como violencia contra las mujeres y explotación sexual de las mismas.

No es menos realista trabajar por el fin de la pobreza que hacerlo por el fin de la prostitución. Por ese motivo, ¿por qué no decir que la esclavitud es inevitable porque todavía exista en muchas partes del mundo? ¿Por qué no decimos que nuestra mejor apuesta es regularla? Esto, por supuesto, es lo que ha pasado históricamente en Estados Unidos y Europa durante los debates entre abolicionistas y regulacionistas.

No hay evidencia de que la legalización de la prostitución haga las cosas mejores para las prostitutas. Legalizando la industria del sexo no se termina con la degradación y explotación de las mujeres, ni con el daño, el abuso y la violencia hacia las mujeres que todavía permanecen en una prostitución patrocinada por el estado. Y no hay evidencia de que convertir la prostitución en "trabajo sexual" conlleve igualdad de género.

Las autoridades a menudo saltan al partido ganador de la legalización porque piensan que nada más puede tener éxito. Pero existe una alternativa legal. Mejor que sancionar la prostitución, los estados podrían dirigir la demanda penalizando a los hombres que compran a las mujeres para prostituírlas. Pensando fuera de la caja represiva de la legalización, Suecia ha reconocido que la prostitución es una forma de violencia machista contra mujeres y niños, y ha criminalizado la compra de los servicios sexuales.

Los grupos progubernamentales y los no gubernamentales deberían abogar por un estudio y repetición de la ley sueca. En lugar de dar permiso legal a las profundamente abusivas industrias sexuales, los gobiernos deberían responder a la violencia machista y a la explotación sexual de las mujeres prostitutas demandando legalmente a la prostitución. Escucharán otro orador de Suecia explicando la legislación sueca. Yo simplemente añadiré dos comentarios acerca de la ley sueca.

Los ratios evidentes de tráfico y prostitución en Suecia, comparados con otros países vecinos con condiciones sociales y económicas semejantes, tales como Dinamarca, Finlandia y Noruega donde la compra de los servicios sexuales no está prohibida, es impresionante. Suecia tiene un número muy inferior de mujeres con las que se ha traficado y prostituído, con 400-600 mujeres víctimas de tráfico al año en Suecia. En Dinamarca, 5.500-7.800 mujeres se prostituyen todos los años, 50 por ciento de las cuales se estima que han sido víctimas del tráfico desde fuera del país. En Finlandia, 10.000-15.000 mujeres de Estonia, Letonia y Lituania se prostituyen cada año (Ekberg, 2004, p. 1199).

Segundo, un argumento utilizado hasta la nausea por aquellos que desean criticar la ley sueca es que tiene la consecuencia negativa de dirigir a los suecos fuera, a cualquier otro lugar, para llevar a cabo sus contactos con prostitutas. Junto con el hecho de que no hay evidencia para esta conclusión, sigamos esta lógica en el contexto de un país diferente. Vamos a preguntarnos: ¿la descriminalización de la prostitución de Alemania ha conducido a los alemanes a cualquier otra parte?. Los alemanes contituyen uno de los grupos más grandes de los tours sexuales en Europa y en otras áreas más alejadas. Utilizando la lógica anterior, sería igualmente justo decir que la descriminalización y legalización de la industria de la prostitución lleva a los alemanes fuera de su frontera porque no desean pagar los precios de la industria legalizada, o que desean a las mujeres más exóticas de la Europa del Este. Además, uno puede preguntarse: ¿qué lleva a los alemanes fuera de su país en tan gran número si pueden tener lo que deseen en su propio país?.

Necesitamos desarrollar nuevas formas de promocionar la igualdad de género y defender los derechos de las prostitutas - no la retórica equivocada de que la legalización protegerá a las mujeres. La legalización encierra a la mujer en la prostitución. No existe un proyecto gubernamental de la salida para las mujeres en el Estado de Victoria en Australia, donde se ha legalizado la prostitución, a pesar de que el Acta de Control de la Prostitución de 1994 pidiera su establecimiento (Sullivan, 2004, pp. 161-62). Cuando se legaliza la prostitución, decrece la ayuda a las mujeres para salir de la industria del sexo, porque los gobiernos ya no reconocen esta actividad como un problema, un crimen o violencia contra las mujeres. Cuando se acepta la prostitución como un trabajo normal, no vuelve a verse como algo que las mujeres necesiten abandonar. La percepción de la sociedad acerca de la prostitución cambia porque el público y las autoridades presumen que legalizándola se cuida del abuso. Pero no es así. Solamente convierte el abuso en aceptable como una forma legítima de trabajo. Todo lo que la industria del sexo quiere se transforma en permitido. Y nuevas generaciones de hombres y muchachos piensan que está bien tratar a las mujeres y a las chicas como objetos sexuales e instrumentos.
 
Prostituta. Pedro Sillero López

No podemos reclamar la defensa de la igualdad de género si trabajamos en transformar la explotación sexual de la mujer en un trabajo ordinario. No podemos reclamar la defensa de las prostitutas si no trabajamos para prevenir la prostitución más allá de una simple regulación del riesgo. Debemos defender los derechos de las prostitutas identificando a los proxenetas, a los clientes e interviniendo para prevenir el abuso de las mujeres y el control de la industria de la prostitución. Las mujeres prostituídas y víctimas del tráfico no deberían ser tratadas como criminales o inmigrantes ilegales, sino como víctimas de la violencia y los abusos de los derechos humanos.

Debemos defender la igualdad de género para las prostitutas ayudando a las mujeres a tener el control de su destino. Con el uso de este término, me refiero a la habilidad de las mujeres para tener un efecto sobre sus vidas y su entorno más que para ser controladas por ellos. Me refiero a habilidades prácticas tales como hacer que las cosas funcionen para su beneficio, resolución de problemas, desarrollar estrategias para conseguir que se haga lo que ellas quieren. El subyacente control del propio destino es la capacidad de esperar - esperanza en el futuro- y esperar un futuro diferente de una vida prostituída.




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 En este blog las imágenes son afiches, pinturas, dibujos, no se publican fotografías de las personas en prostitución para no revictimizarlas; salvo en los casos en que se trate de documentos históricos.

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Modelo Sueco. Jenny Westerstand

Modelo Sueco
Jenny Westerstand

La prostitución ha sido un punto muy importante en la agenda política durante unos cien años en Suecia. Entre 1800 y 1918 se regularizó en el país lo que significaba reglas especiales para las prostitutas, por ejemplo, el deber de las mujeres de someterse a controles médicos y reportar las enfermedades venéreas y el deber de registrarse como prostitutas. (Borg y otros. Prostitution. Liber förlag. Stockholm. 1918).

Este sistema, fuertemente defendido por los médicos y representantes del ejército, produjo fuertes protestas de los movimientos feministas suecos. En 1857, el movimiento abolicionista había comenzado en Gran Bretaña y pasó a Suecia, donde se organizó un importante debate. En 1902, se nombró una comisión gubernamental para investigar el sistema de regulación y en 1918 el sistema fue abandonado después de un acalorado debate.

Al mismo tiempo, en la liza internacional, como resultado de los esfuerzos del movimiento abolicionista, se escribieron un buen número de convenciones que fueron adoptadas por las Naciones Unidas y su predecesor, UN, todo desde un punto de vista abolicionista. Aunque la Convención final de 1949 no fue firmada por muchos países, la prostitución no fue vista como una actividad socialmente aceptada en muchos países europeos por esta vez. Después de la Segunda Guerra Mundial, la prostitución fue ganando aceptación en Europa gradualmente, con un pico en los 70. Estos fueron los días de la revolución sexual en occidente, se produjo material pornográfico a gran escala y la prostitucion se vio como otra manera de expresar los deseos sexuales de cada uno. Como para una mujer el estigma social unido a la prostitución parecía el centro del problema y por tanto lo que se necesitaba era un cambio en la actitud de la sociedad y otras cosas como sindicatos y condiciones de seguridad en el trabajo para las mujeres. Los movimientos pro derechos de las trabajadoras del sexo, vieron la luz en esos tiempos.

En 1971 en Suecia, se levantó la prohibición a los espectáculos pornográficos y como consecuencia se dio un rápido crecimiento de la prostitución. Fuertes voces de la mayoría de los grupos activistas de mujeres presionaron respecto a los derechos de las mujeres y la violencia contra las mujeres, de manera que la prostitución se situó en los primeros lugares de la agenda. En 1977 se formó otra Comisión Gubernamental para tratar el asunto, viendo una posible criminalización de la prostitución. Teniendo una tradición de compromiso social con las prostitutas, combinado con un sistema de bienestar de seguridades sociales y una aproximación analítica al asunto, donde el papel de los hombres en la prostitución fue dotado de una mayor relevancia, esto condujo a otra Comisión con la tarea de investigar cómo hacer que la protitución bajase, con la criminalización como una oportunidad.

Como resultado, los espectáculos pornográficos públicos fueron criminalizados con el propósito de contener la prostitución. En el pensamiento del legislador no tuvieron lugar medidas para criminalizar la prostitución en ambos sentidos. Desde los 70, la prostitución decreció en Suecia hasta los primeros 90.

No tengo tiempo aquí para especular acerca de por qué se desarrollaron así las cosas, mi opinión es que detrás de la legislación sueca, criminalizando la compra de servicios sexuales, transcurrieron 100 años de esfuerzos en los que se enfocaron elementos cruciales en el lado del varón, el comprador, así como la creación de sistemas sociales de bienestar.
 
Waiting. Nuria Fortuny

1993 - La Comisión de la Paz de las Mujeres

En 1993, el gobierno sueco, entonces una alianza de liberales y conservadores, decidió investigar diversas partes del código penal con respecto a la violencia contra la mujer y adquirir un mayor conocimiento acerca de las injusticias de género (particularmente violencia contra la mujer) en la sociedad. La prostitución y la violencia contra la mujer han sido discutidas durante décadas por parte de los movimientos feministas suecos.

La Comisión de la Violencia contra la Mujer se encargo del "escrutinio de los asuntos relacionados con las violencia contra la mujer desde una perspectiva femenina", y se le pidió, por tanto, investigar las relaciones de poder de género en las relaciones entre hombres y mujeres. "La violencia contra la mujer está relacionada con temas de igualdad de género entre hombres y mujeres, la distribución del poder entre hombres y mujeres y la visión que los hombres tienen de las mujeres" decían las directivas a la Comisión, dadas por el entonces Viceprimer Ministro de Salud y Asuntos Sociales, Bengt Westerberg.

Una de las tareas más importantes de la Comisión de Violencia Contra la Mujer fue estudiar el capítulo 6 del Código Penal, que trata de los crímenes sexuales. Hacía entonces 10 años desde la última revisión (1982) y habían ocurrido muchas cosas relativas a la investigación en el campo de la violencia de los hombres contra la mujer y sobre el movimiento feminista. Así, los legisladores acordaron que ya que las opiniones y el conocimiento habían cambiado y crecido considerablemente durante ese período, ya era tiempo de revisar no solo las ofensas sexuales, sino también otras reglas del código penal.

La Comisión señaló unas cuantas proposiciones un tanto radicales de cambios en la legislación de los crímenes sexuales y otras áreas, como educación y salud y el Gobierno introdujo algunas de ellas en una proposición, 1997/98:55. Una de las más significativas y rompedora fue la referente a los cambios del Código Penal, donde se introdujo un nuevo delito: fuerte violación de la paz de la mujer.

El nuevo delito se basaba en la investigación sobre el proceso de normalización de la violencia. Este es un concepto analítico que explica cómo vivir con violencia repetida y sistemática, cambia la percepción de la mujer -y del hombre- de la violencia ejercida. A través del proceso de violaciones -la clave aquí es contemplar la violencia como un proceso- la mujer va adquiriendo gradualmente el punto de vista del hombre respecto a la definición de violencia, y comienza a verse a sí misma con los ojos del hombre como alguien sin valor, que necesita correcciones, y la violencia se va percibiendo gradualmente no como violencia por parte de la mujer, sino como las correcciones que ella necesita. En este proceso, la investigación muestra como el hombre, alternando violencia y cariño, atacando y procurando bienestar, hace más fuertes las ataduras emocionales hacia él, que el hombre combina también con soledad.

Teniendo conocimiento acerca del proceso de normalización de la violencia resulta más sencillo comprender por qué las mujeres maltratadas no abandonan a sus hombres: sencillamente, no son capaces de identificar sus condiciones de vida como violencia de una forma coherente. Así, el legislador deseaba resaltar esta rotura de la integridad de las mujeres como resultado de la violencia ejercida sistemáticamente sobre ellas. La intención es penalizar hechos que, vistos separadamente, pueden parecer menores, pero que cuando se realizan repetidamente tiran abajo la autoestima de la mujer como se ha visto anteriormente. En otras palabras, el ejercicio repetido de la violencia sobre otra persona, altera la visión que esa persona tiene de sí misma. Esta alteración de la autoestima de las personas es tenida en cuenta cuando se juzgan esos actos.

En este contexto se formó otra Comisión en 1993: La Comisión sobre la Prostitución de 1993. Se ha venido dando una intensa discusión acerca de la violencia contra la mujer durante dos décadas, y las consecuencias para las mujeres que sufren la violencia ha sido investigada. Cuestiones acerca de las dificultades para las mujeres en estas situaciones -dificultades que también se han encontrado en aquellas a las que se enfrentan las mujeres prostitutas- fueron en la agenda política, la cual acentuó la responsabilidad de la sociedad así como las responsabilidades de los hombres que ejercen la violencia contra la mujer o que compran servicios sexuales de las mujeres, por el daño causado a éstas.

Después de esta introducción no volveré sobre la prohibición sueca de comprar un servicio sexual y hablaré acerca de la ley y la filosofía que hay detrás de ella y sus presumibles efectos sobre la mujer prostituta y la ocurrencia del tráfico.

La prohibición de comprar servicios sexuales

El párrafo 11, capítulo 6 del Código Penal, estipula que:
Aquel que(...) adquiera una relación sexual ocasional a cambio de una remuneración (compensación), podría ser sentenciado por la compra de servicios sexuales a pagar una multa o a seis meses de prisión como máximo.

Desde este año (2005) la criminalización del comprador de un servicio sexual está contemplado en el capítulo 6 del Código Penal, que trata de los delitos sexuales. Cuando la criminalización fue introducida por primera vez, fue como una ley aparte. Las razones para ello tenían que ver con qué intereses tenían que salvaguardar detrás de la ella. Desde que el capítulo 6 principalmente se refiere a delitos contra las personas, y la criminalización de comprar servicios sexuales es un delito dirigido contra los intereses públicos, fue formulado por primera vez como una ley separada.

La ley no estipula una edad límite mínima, pero si el servicio se ha solicitado de un menor, otro párrafo, el 9, que contempla los la compra de actos sexuales a un niño, se aplicará con unas penas más duras. Los niños son aquellos menores de 18 años.

No importa si es la persona que utiliza el servicio sexual quien paga la remuneración -si un hombre de negocios es "tratado" con servicios sexuales de otra persona pagados por una empresa, el comete el delito de todas maneras. La empresa por su parte es culpable de complicidad en la comisión de un delito.

La persona que vende el servicio no tiene que por qué obtener sus ganancias sobre unas bases regulares, la criminalización se aplica a todo ese tipo de transacciones - también los clientes regulares. Cada ocasión en que se compra un servicio sexual se contempla como un servicio sexual ocasional, incluso si es repetido.

La remuneración puede ser económica o de otro tipo. Por ejemplo, pagar con drogas o alcohol. Para ser encontrado responsable, es suficiente que se haya prometido un pago -es la relación sexual ocasional que es crucial cuando se ha cometido un delito.

La comisión recomendó una criminalización doble, esta proposición fue echada abajo con una amplia base. En su lugar, obtuvimos la ley que criminalizaba la compra de servicios sexuales, incorporada hoy en día en el Código Penal.

Este fue el contexto en el que la ley sueca la recogió.
 
Las putas de Goya- Roberto García Márquez


Libertad para las mujeres - ¿en qué contexto?

Lo que hace la ley tan especial es, por supuesto, que deja de enfocar a la parte que siempre ha estado en el centro del debate acerca e la prostitución, la parte que ha encarnado la existencia de un mercado de la prostitución -la mujer- y ha puesto el foco sobre el hombre. La ley claramente dice que no importa lo libre que la mujer entre en el área de la prostitución, los hombres no tienen el derecho de comprar a esas mujeres. Las mujeres no están a la venta.

Si escuchan a aquellos que invocan el modelo holandés, pronto se darán cuenta del deseo que tiene la industria del sexo de separar la prostitución y las experiencias de las mujeres prostitutas. En otras palabras, de separar el uso de drogas, la violencia y el estigma -que están alrededor de la prostitución, pero no son lo mismo. Eso significa, por lo visto, que esta separación/fragmentación es necesaria para argumentar a favor de legalizar la prostitución. Que, de esta forma, pasa a ser una cuestión individual para mujeres y hombres.

Esta es una retórica de fragmentación: haces diferencias entre venta de sexo y venta de cuerpo, la prostitución de la mujer adulta se separa de la prostitución del niño, la prostitución escogida libremente, es separada de la forzada, la calle del burdel y así sucesivamente. Haciendo esto es posible mantener las condiciones de vida de las mujeres prostitutas aparte de lo que la prostitución es en realidad, de acuerdo con estas afirmaciones: otra forma de ganar dinero para las mujeres. Todo lo malo, la humillación, drogas y abusos, no forman realmente parte de la prostitución.

El espíritu de la legislación sueca no acepta esta separación, fragmentación de la vida de las mujeres prostitutas. La prohibición de comprar servicios sexuales contempla el delito de violación de normas que atentan contra la igualdad de género y normas que dicen que no se puede comerciar con la integridad personal o sexual de nadie. La prostitución se percibe por lo que ocurre dentro de ella: el hombre utiliza el cuerpo de la mujer a cambio de dinero, ignorando las necesidades de las mujeres afectadas.

De esta manera, la ley sueca parece que prohíbe la venta -incluso en algunos casos de donación- de órganos como se ha acordado por la comunidad internacional. Por ejemplo, se ha acordado por la Organización Mundial de la Salud que "ningún cuerpo de una persona o parte de un cuerpo podrá ser comercializado u objeto de venta" y en esto ha estado de acuerdo el total de la comunidad internacional. Lo que hay detrás es el concepto de la dignidad humana que no puede aceptar que el cuerpo se convierta en objeto en un mercado.

Con la criminalización de la venta de servicios sexuales se ha establecido por el gobierno sueco que el cuerpo de la mujer tiene el valor que le es atribuido a la dignidad humana, y por tanto, los cuerpos de las mujeres no se pueden vender como un artículo.

Pero mientras la prohibición de la venta de órganos ha encontrado un consenso total en la comunidad internacional, no ha habido tal unidad frente a la prostitución. Por el contrario, es expresada en términos de libertad de elección para la mujer, a menudo con referencia a la posición histórica de las mujeres controladas por sus esposos o padres. La diferencia parece que está en la falta de deseo de reconocer el cuerpo de la mujer como portador de un gran valor, la dignidad humana, la cual se piensa que es amenazada si los órganos vienen a convertirse en parte de un acuerdo comercial.

Me gustaría argumentar que esta resistencia a ver la prostitución resaltando las consecuencias de una comercioalización del cuerpo de la mujer, pero poniendo el acento en el derecho de hacerlo, muestra que el concepto de libertad tiene que ser revisado y desde una perspectiva en la que las normas de género sean tenidas en cuenta, y donde miremos la vida de hombres y mujeres en realidad.

 Porque, obviamente, hay una contradicción en que por un lado la comunidad internacional vea como un importante principio proteger el cuerpo humano de la comercialización y por el otro se muestre renuente a tomar las mismas medidas para la protección del cuerpo de la mujer en el área de la prostitución. Esta contradicción no parece comprensible hasta que se mira desde un punto de vista donde las normas de género son tenidas en cuenta. Normas que, reclamo, proscriban la accesibilidad hacia la mujer (emocional y/o sexual) y el derecho de los hombres a hacer uso (en el área de la prostitución) de los cuerpos de las mujeres (Brantsaeter 1992, Lundgren 1993, Jennifer 1997).

Una diferencia fundamental entre el mercado de órganos y la prostitución es que en el primer caso la prohibición apunta hacia la protección del individuo al margen del genero. Ambos, hombres y mujeres, podrían caer víctimas de esclavistas y lo que es más, el valor de lo que está en juego si un cuerpo humano es tratado como mercancía en un mercado de órganos, en el que tanto hombres como mujeres se verían afectados. En la prostitución es el cuerpo de la mujer el que se hace accesible al mercado.

Pienso que por estas razones es importante aceptar las retóricas de los abogados pro-prostitución, donde el énfasis se coloca en la mujer como controlada por el legislador/estado, pero poniendo el foco en cuando la libertad se enfatiza (como en la mayoría de las legislaciones europeas referente a la prostitución) y cuando aspectos de protección son acentuados (como en la prohibición de la venta de órganos en todo el mundo). En lugar de aceptar una aproximación aparentemente feminista a la prostitución donde se acentúan los derechos de la mujer a la libertad. Nosotros preguntaríamos críticamente ¿en qué contexto ejercen esta libertad las mujeres y que clase de relaciones de género practican?.

Quizá encontremos que las normas de género puede anular la libertad de las mujeres de escoger y de autodeterminación, pero estas son normas que se han expuesto a la luz de las relaciones entre los géneros ya que son ejercidas en el día a día, y muestran a las mujeres como esconderse de la responsabilidad personal para hacer frente a las diferencias de género profundamente enraizadas en la sociedad. Tenemos por ejemplo una Europa donde la pobreza está aumentando entre las mujeres en muchas regiones, al mismo tiempo encontramos mujeres de esas regiones ejerciendo la prostitución en diferentes partes de Europa. Así que, ¿de los derechos de usar los cuerpos de quien estamos hablando en realidad?.

¿Así ha funcionado?

Aquellos que argumentan contra la ley diciendo que las consecuencias para la mujer serán peores. Tales efectos parece que no han ocurrido. La policía no ha detectado un aumento de la violencia contra las mujeres prostitutas ni tampoco los servicios sociales. Deberíamos reconocer que las autoridades saben poco acerca del fenómeno en general y que el mercado de la prostitución está cambiando constantemente, buscando nuevas formas de encontrar compradores y vendedores.

Lo que es obvio es que el número de mujeres implicadas en la prostitución callejera ha decrecido desde que se adoptó la ley. Esto es así para las tres ciudades mayores de Suecia donde se da este tipo de prostitución. El número de hombres intentando comprar servicios sexuales se dice que también ha bajado. Por este lado, la ley parece haber tenido éxito (tabla 1).

En relación al tráfico, también el número de casos en Suecia es mucho menor que en otros países europeos (tabla 2). Pero una vez más la información es difícil de obtener y analizar, y para este año la policía ha decidido no realizar ninguna estadística todavía, ya que las cifras actuales son difíciles de medir.

La información recogida mediante vigilancia telefónica muestra que los proxenetas encuentran que Suecia es un mercado menos atractivo que otros muchos países ante cada comprador. Comparado, por ejemplo, con Noruega y Dinamarca, donde una 50 mujeres han sido localizadas en burdeles, víctimas del tráfico, en el país; normalmente, no más de 3 ó 4 se encuentran al mismo tiempo en burdeles en Suecia.

Conclusiones

La prohibición sueca de comprar servicios sexuales es el resultado de unos 100 años de debate donde las preguntas sobre sexualidad y violencia masculina sobre la mujer parecen ir acompañadas de importantes soluciones.  La prohibición pone el foco sobre la responsabilidad de los hombres, y criminaliza a la parte percibida como más fuerte. Así trata de promover la igualdad de género poniendo restricciones al hombre en lugar de aumentar la libertad de la mujer, ya que el concepto de libertad, cuando se invoca para el uso de un cuerpo humano, es ambiguo. Se debe a un mundo organizado social y culturalmente alrededor de las relaciones entre los géneros , prescribiendo el acceso de la mujer -emocional y/o sexual- por parte del hombre, así como grandes desigualdades económicas.

La ley parece haber disminuido la prostitución y el tráfico. Pero no es una medicina milagrosa viendo la existencia de esta actividad. Ya que el mundo de la prostitución no es sino un espejo de las relaciones de género en la sociedad, extrapolado pero todavía conectado a las vidas y normas, que nos atañen a todos, de vivir y reproducirnos, la ley no puede alterar su existencia. Pero puede ser una de los varios significados necesarios.



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domingo, 2 de noviembre de 2014

Si me tengo que prostituir, no es mi revolución!




Si me tengo que prostituir, no es mi revolución!

Por qué este documento

Este documento surge de una necesidad. Poder dar a conocer nuestra mirada sobre la prostitución y la trata. Porque hemos comprendido que esta disputa ideológica se está dando sobre cimientos poco claros o que no se han dado a conocer al margen de las que nos vemos directamente comprometidas con la causa. Es así que vemos que dentro del movimiento de mujeres este tema se viene erigiendo como tabú: ha dividido las aguas dentro del feminismo, donde lo políticamente correcto está siendo tomar posturas que rechazan la polaridad reglamentarismo/abolicionismo y apuntan a lograr terceras posiciones altamente difusas que suelen concluir que hay un debate pendiente. La ambigüedad o la no toma de postura nos parecen, en cualquier caso, cómplices de que las cosas sigan como están, con las putas solas criminalizadas y chantajeadas por la policía y los proxenetas. Pues bien, salgamos de la rueda de hámster. Valga este documento radicalmente abolicionista como invitación a la discusión y toma de posición.

Decir que es una necesidad, es responder a las representaciones que se están haciendo circular desde las voces que defienden el reglamentarismo y que consideramos que no hacen justicia con el posicionamiento abolicionista, ya sea por desconocimiento (en su versión más ingenua) ya por la difusión de acusaciones y falacias (en su versión peor intencionada).

Los principales puntos que nos interesa argumentar y desmentir, según el caso, son dos: la dimensión económica, que implica plantear la relación entre trata y prostitución a nivel internacional junto a los intereses que están detrás y la cuestión de “la moral” en relación al abolicionismo, que implica detenernos a ver de qué moral se está hablando y desde dónde. A la vez, para pensar ambos puntos, consideramos clave reflexionar en torno a dos apartados más: el primero tiene que ver con desnaturalizar la ideología posmoderna y su impacto en la producción de teoría y acción dentro del activismo lésbico y feminista, acompañado por la academia; el otro apartado es una invitación a escuchar esos otros testimonios de mujeres bio/trans que pasan/pasaron por la prostitución y que están muy lejos de querer considerarla un trabajo. Finalmente, uno autogenerado al calor de los anteriores y que nos prepara para un cierre final pero inconcluso, porque de lo que se trata es de seguir pensando juntas.

Antes de comenzar con el desarrollo de nuestra posición, queremos dejar en claro que a las mujeres bio/trans que están en situación de prostitución y que reivindican la prostitución como trabajo son respetadas en su decisión no sólo porque están en su sano juicio y tienen derecho a afirmar lo que sea, como cualquiera, sino también porque ellas traen consigo la propia experiencia y entendemos que tendrán sus motivos para haber llegado a sostener lo que sostienen. Sin embargo, también hay otras voces que desde la misma experiencia de prostitución la repudian como trabajo, que hablan de las violencias sistemáticas padecidas y de la necesidad de salir. Con estas últimas hemos hecho empatía las activistas que están detrás de estas líneas. Este documento va dirigido principalmente a las mujeres y lesbianas que desde el feminismo, el activismo lésbico y/o la teoría académica son sostenedoras del reglamentarismo. El texto es por lo tanto visceral. No políticamente correcto. Descortés. Violento. Porque nada que salga de las entrañas como proyectil en respuesta a las violencias mismas y a las violencias que disfrazan las violencias puede ser pacífico. Estamos hablando de esto, y somos violentadas-violentas en ese sentido.

Trata y prostitución, la sexualidad industrializada

Vamos a partir de una primera gran confusión, muchas veces simplificada también desde el abolicionismo mismo: el hecho de afirmar que trata y prostitución son lo mismo. Un mismo sistema productivo, una industria de la sexualidad, no significa que se trate de la misma cosa. Como abolicionistas comprendemos que hay algo llamado sistema prostituyente que las articula, y aunque no son lo mismo, son instancias diferentes de una misma industria perversa que naturaliza el consumo máximo de cuerpos humanos.

Tenemos una perspectiva de clase y desde ahí entendemos que la producción-distribución-circulación y consumo de algo son parte de un mismo proceso capitalista. Allá puede ser el maíz, que de la cosecha va al granero, de ahí a la molienda para hacer harina, de ahí el viaje a la fábrica de pan, a la panadería, hasta la mesa con mate de un hogar. De principio a fin, desde que se planta la semilla, el negocio todo está contemplado: se planta la semilla para que los humanos consumamos ese alimento en un formato cualquiera de pan a fideo, a torta, etc. Aquí, el cuerpo de las mujeres que se extrae por voluntad propia o por engaño y secuestro, se traslada hasta su consumo que culmina en un cuerpo disponible para el sexo que se cambia por dinero entre paredes o a las sombras, lejos de la vista del resto de las personas no consumidoras.

La trata con fines de explotación sexual ya se define a sí misma, el fin, el para qué, es para un mismo tipo de consumo, sexo por plata. La trata es para la prostitución, no es para vender churros a la salida del zoológico. Sin esa finalidad no hay trata, porque el negocio de los proxenetas está en la prostitución. No tiene sentido disociar algo que es parte de un negocio mismo, pierde la lógica.



Por su parte, al cliente no le importa mucho de dónde salió esa mujer bio/trans, si porque le pusieron un arma en la cabeza, la cagaron a palos y la drogaron, o porque era pobre, o porque tomó la decisión de entrar en la prostitución porque la consideró una salida viable de supervivencia. No le importa, como no le importa cómo mataron a las vacas a la hora de comer un asado. Como no le importa si Monsanto barrió sobre la soja con el pesticida llamado glifosato que es altamente mortífero a la hora de comer una milanesa de soja. El consumidor consume ese producto final sin saber el proceso previo. Y ese es el secreto del capitalismo.

La trata con fines de prostitución, es el segundo negocio ilegal más redituable del mundo, y esto es así en parte porque la prostitución en sí misma es altamente redituable: no sólo es un negocio para los proxenetas y prostíbulos, sino también para la industria hotelera, los transportes, el llamado turismo sexual, las cajas chicas de la policía, y toda una red de complicidades que van desde la policía a profesionales de la salud, a abogados, jueces y políticos. El hecho es que el dinero que genera la prostitución ha levantado la economía de muchos países y no suele verse reflejado en las protagonistas que ponen el cuerpo noche a noche. A nivel internacional, el 90% de las mujeres en situación de prostitución resultan de las redes de trata, o sea que no están por voluntad propia. En los países donde la prostitución está legalizada, es decir, cuando se la considera como si fuera cualquier otro trabajo de explotación capitalista, la trata aumenta.

Ejemplos de Estados donde la prostitución está reglamentada

Caso holandés:
Del 50% al 90% de las mujeres en prostitución con licencia "trabajan" contra su voluntad.
Un caso testigo del año 2008, revela que dos procuradores turco-alemanes junto a 30 cómplices fueron condenados por explotación y violencia contra más de 100 mujeres en Holanda, Alemania y Bélgica. Lo llamativo del caso es que todas esas mujeres, que han sido explotadas con extrema violencia estaban en burdeles legales, con licencias, impuestos y habilitación estatal.

Un informe hecho por el Ministerio de Justicia de Holanda en el año 2011 muestra que de hecho gran parte del sector legal de la industria sexual perpetúa la explotación y el tráfico de seres humanos y está asociada al crimen organizado.

Uno de los argumentos para la legalización de la prostitución en Holanda era que la legalización iba a ayudar a terminar con la explotación de las desesperadas mujeres inmigrantes que eran traficadas para entrar en la prostitución. El informe realizado por el grupo gubernamental ''Budapest'' muestra que el 80 por ciento de las mujeres de los prostíbulos en los Países Bajos son traficadas desde otros países (Grupo Budapest, 1999: 11). En 1994, la Organización Mundial sobre la Inmigración (IOM) declaró que, sólo en los Países Bajos, el 70 por ciento de las mujeres traficadas provenían del centro y del este de Europa (OIM, 1995: 4).”

Caso canadiense: Un estudio hecho en Toronto sobre mujeres prostituidas en la calle reveló que el 90% querría abandonar esa práctica y no puede, el impedimento está muchas veces en manos de proxenetas, esposos, novios, adicciones, o la mera supervivencia propia y la de sus hijos e hijas.

Caso Reino Unido: El 50% de las mujeres en prostitución comenzó siendo niñas, cuando tenían entre 13 y 14 años.

Caso Alemán: En Alemania, la unión de servicio ver.di ofreció asociarse a las "trabajadoras sexuales" de Alemania. Habían sido inscriptas en coberturas de salud, ayuda legal, treinta días de vacaciones al año, entre otros beneficios. De un estimativo de 400.000 mujeres en situación de prostitución, solo 100 se asociaron. Esto es 0,0025% de prostitutas alemanas. La legislación no borra el estigma de la prostitución y puede incluso volver más vulnerables a las mujeres ya que las saca del anonimato.

Ahora, en Alemania es legal la promoción de la prostitución, el proxenetismo y los prostíbulos. En 1993, después de que se hubiera dado el primer paso para la legalización, se reconoció (incluso por parte de los defensores de la prostitución) que el 75 por ciento de las mujeres que en Alemania estaban dentro de la industria del sexo eran extranjeras que procedían de Uruguay, Argentina, Paraguay y otros países de Sudamérica (Altink, 1993: 43). Después de la caída del Muro de Berlín, los dueños de los prostíbulos informaron que 9 de cada 10 mujeres que estaban dentro de la industria del sexo en Alemania procedían de los países del Este de Europa y de otros países que pertenecieron a la antigua Unión Soviética.

Caso australiano: “Los argumentos que defendían que la legalización iba a terminar con los elementos criminales de la industria del sexo han fracasado. El aumento de la prostitución en Australia desde la legalización se ha dado en el sector ilegal. Desde la llegada de la legalización en Victoria, los prostíbulos se han triplicado y se han expandido, y la mayoría de ellos no tiene licencia aunque se anuncien y operen con total impunidad (Sullivan and Jeffreys: 2001). En 1999, el número de prostíbulos en Sydney había aumentado de manera exponencial a 400-500. La mayoría no tiene licencia.” Datos extraídos del trabajo publicado en el sitio: http://www.gadeso.org/sesiones/gadeso/web/14_paginas_opinion/sp_10000124.pdf

El hecho es que en países donde la prostitución se ha reglamentado como trabajo, Holanda, Alemania o Australia, por mencionar los más conocidos, el tráfico de mujeres ha aumentado a su vez por cuatro. Ello indica que más que inhibir o frenar, la reglamentación favorece a los traficantes.

Cuando un negocio se legaliza, puede legalizarse toda la industria, incluso en su fase extractiva. Así si se legalizara la marihuana, se podría cultivar y cosechar en tierras al lado del maíz o el girasol. Se sabe que al ser legal, los costos bajarían, aún cuando ello implicara el pago de impuestos, que serían más baratas que las coimas que sostienen toda industria clandestina. Para sostener el mercado, entonces, se establece la industria. Ahora, ¿qué pasa cuando la industria es del sexo? ¿de dónde salen los cuerpos para la prostitución? ¿de una semilla plantada en la tierra? si nadie nació para puta, ¿de dónde salen las putas?



Pues bien, sin ánimos de simplificar, y sabiendo que la prostitución en Argentina es legal en sí misma (o esa, no está prohibida y no debería ser criminalizada), entendemos que la causa principal que lleva a mujeres bio/trans a prostituirse es la pobreza, situación en la que se sabe, no se puede hablar en términos de libre elección, sino de falta de la misma justamente, donde se parte de tomar decisiones sin oportunidades ni salidas a las situaciones de violencia y exclusión, y donde la prostitución se constituye como una opción de supervivencia, por demás inteligente y racional, dentro del estrecho horizonte. La mayoría entonces, no están ahí porque quieren, o porque quisieron, por vocación, están ahí porque no les quedó otra. Parece obvio pero lo recordamos porque rápidamente queda naturalizado, invisibilizado ese origen. Luego, hay una mínima porción de mujeres bio/trans que se han insertado en un círculo de consumo prostituyente de elite o vip más visible o mediatizado que reporta mejoras a nivel económico, y queda culturalmente asociado a una prostitución exitista depurada de los riesgos de la calle, de una prostitución elegida y bienaventurada. Ahora más allá o más acá de estas porciones de población que se ha metido "sola" (siempre hay alguien que te lo "sugiere" pero dejemos este detalle de lado por el momento) está la trata. La trata con fines de explotación sexual nutre y aporta con cuerpos la máquina, sin materias primas no hay negocio de ningún tipo. Un cuerpo de mujer tiene aproximadamente 10 años de explotación sin descanso, y genera escasísimos costos de mantenimiento en comparación a las altas ganancias que reporta. Al no ser una planta que crece de la tierra, la industria de la prostitución se sostiene gracias al secuestro, traslado y venta de mujeres bio/trans para la explotación sexual, lo que implica, desde el minuto uno, una consecución interminable de golpizas, amenazas, drogadicción forzada, violaciones, y otras torturas dentro de lo que es el cautiverio.

Así lo entendieron en Suecia, que tiene un estado realmente abolicionista, donde se relevó que el número de personas explotadas en prostitución se redujo a la mitad desde 1999 (mientras que en Noruega y Dinamarca se triplicó en el mismo período). El hecho es que, además del cambio legal, en esto hubo una política comprometida con cambiar la cultura patriarcal a partir de la educación y eso se vio reflejado en la baja del consumo prostituyente y la reducción de la trata. Igual, nada de idealizar ni compararnos desde tan lejanas latitudes latinoamericanas.

De todo esto se desprende que para que la industria funcione, hay un componente elemental que es la provisión de mujeres bio/trans para ser prostituidas, un reclutamiento que se da mediante el engaño, y lo que se ve reflejado es que la mayoría de ellas son de países más pobres que el país donde son prostituidas. Su condición migratoria suele no estar en regla, lo que significa que ingresaron “ayudadas” por terceros con poder de hacerlas entrar, es decir, de una manera clandestina y esto a su vez confirma redes criminales que trafican personas detrás de todo esto.+

Por otro lado, está en relación con todo lo demás la diferencia de financiamientos internacionales que percibe el movimiento reglamentarista en relación al movimiento abolicionista en nuestro país. El primero, nucleado primeramente en AMMAR CTA percibe millones de dólares que fluyen desde la REDTRASEX (Red de Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y el Caribe). Muy diferente es lo que ocurre con las cooperativas que llevan adelante compañeras abolicionistas que estuvieron en situación de prostitución que bien conocemos porque son integrantes como nosotras de frentes más amplios como el FAN (Frente Abolicionista Nacional) o de la Campaña ni Una Mujer Más Víctima de las Redes de Trata y Prostitución. Nos consta desde adentro que el financiamiento es escaso o nulo en muchos casos. Es altamente difícil acceder a este financiamiento porque va contra los intereses económicos del poder.

La profunda implicancia entre trata y prostitución se ve incluso en las lamentables actoras sociales, referentes de la prostitución reglamentarista que estarían implicadas en redes de trata. Algunas "trabajadoras sexuales" referentes del reglamentarismo han sido arrestadas por proxenetismo, entre ellas: Robin Few, Maxine Doogan, Norma Jean Almodovar y Margo St. James. Sin embargo, ellas se siguen presentando como trabajadoras sexuales y no como proxenetas. En la Argentina, país desde el cual hablamos, está el caso de Claudia Brizuela, la cara visible de AMMAR CTA, procesada en una causa de trata, donde 31 mujeres eran explotadas sexualmente bajo la pantalla de estar ejerciendo la prostitución por voluntad propia (nota prensa 29/11/2013 y 16/10/2014, link abajo en las referencias).

Esto queda expresado en la nota del diario Página 12 del 16 de octubre de este año se expresa: “La red obligaba a las mujeres a hacer turnos de 12, 24 y 36 horas seguidas y llegaban a realizar hasta 18 `pases´ por día. Las amenazaban con quemarlas con ácido si no atendían a todos los hombres que les imponían, según surge del expediente judicial. Y las hacían practicar simulacros de allanamiento para que dijeran que `trabajaban por su cuenta en cooperativas´. (…) A Brizuela se le imputa ser `partícipe necesaria, en orden al delito de trata de personas en 31 oportunidades, agravado por haberse aprovechado de la situación de vulnerabilidad de las víctimas…´”.

Una de las cuestiones claves es, entonces, ante la legalidad de la prostitución, ¿cómo haría la lucha contra la trata para detectar las redes de proxenetismo ilegales? ¿No es acaso dicha legalidad el disfraz perfecto para el aumento de este prolífico negocio?

Finalmente, la supuesta “seguridad” que otorgaría la reglamentación de la prostitución, ¿en manos de quién estaría? ¿del Estado?, que lejos está de defender el derecho de cualquier mujer, empezando por el hecho de que ni siquiera se encarga de proveer las condiciones para que se den los abortos no punibles en los casos en los que son necesarios. ¿de la policía?, brazo armado del Estado, que se encarga de fusilar mediante el gatillo fácil a un pibe cada 36 hs. Ni hablar de sus vínculos con las redes de trata.

Dentro del manejo de las grandes cantidades de dinero que hay en las organizaciones reglamentaristas, viene incluido el juego de poder de sus dirigentes, quienes deciden qué hacer y qué no con ese dinero, manejándose con las lógicas burocráticas de muchos otros sindicatos. Grandes financiamientos internacionales, relaciones con el proxenetismo local y las redes de trata, sindicalización y lucha por la legalidad... todo sobre ruedas.

Pero para que este negocio sea exitoso como es, es necesario que sea socialmente aceptado y naturalizado, que nuestra cultura lo vea bueno, incluso atractivo. La plasticidad del sistema que le dicen.

Veremos algunas de sus implicancias en lo que sigue.

Mi cuerpo es mío y mi mente también

Hasta aquí, puede argumentarse que justamente, la industria de la prostitución no es otra cosa que cualquier otra industria del capitalismo patriarcal, y por tanto, no habría por qué diferenciarla en relación a su componente de trabajo. La diferencia con cualquier otra industria y cualquier otro trabajo, es que se trata de cuerpos sensibles, subjetivos, que se niegan para exponer su autodeterminación y sensibilidad al servicio de un otro, la máxima enajenación de la voluntad. Pero no sólo eso, lo peculiar de este trabajo no es siquiera que se usen órganos sensibles como si fueran cosas, además hay algún que otro trastorno psíquico que puede interesarnos a la hora de pensar si estamos por considerar que luchar por que sea un trabajo reglamentado es una buena idea. Y aquí vamos con esta cuestión: cuando a las abolicionistas nos desacreditan por ser “moralistas”.

Como si fuéramos un conjunto de puritanas que nos escandalizamos por ver una mujer cogiendo fuera de los votos matrimoniales, se nos dice moralistas. Y de una manera inteligentemente tergiversadora se nos corre por izquierda con uno de los lemas feministas más conocidos “mi cuerpo es mío”. Con una versión algo superficial de dicho lema, te podés tatuar una esvástica en la frente porque mi cuerpo es mío. También te podés amputar un brazo porque mi cuerpo es mío, y así al infinito. Las acciones sobre el cuerpo son inscripciones culturales e ideológicas. Convengamos que no es lo mismo tatuarse una esvástica que tatuarse un símbolo de lucha, claramente la misma acción lleva a lecturas opuestas de la realidad. No es lo mismo estar caliente y querer coger toda la noche con personas que ni sabés el nombre que no estar caliente, estar cansada, y tener que coger toda la noche con mil personas para hacer el mango.

Podemos no querer mirar, pero los estudios hechos hasta ahora revelan que hay una fuerte y sistemática disociación psíquica para ejercer la prostitución. Hay testimonios que se repiten una y otra vez y que tienen que ver con las estrategias “para no sentir”. La prostitución es comparada no ya con cualquier trabajo, sino con los efectos que producen las situaciones de estrés y violencia más radicales como son las guerras. De hecho, las consecuencias psicológicas que deja el ejercicio de la prostitución son muy similares al punto que se trata de un mismo trastorno llamado de “estrés post traumático” (TEPT / PTSD) que implica síntomas de depresión, ataques de pánico, ansiedad, angustia, nervios, etc. En relación este diagnóstico, simplemente decir que no es joda, y que no es ni un poquito relativo: si te pasa, las dendritas de tu hipocampo (zona del cerebro que tiene un registro contextual y se activa en situaciones de miedo) se deforman y eso te puede traer no sólo depresión y ansiedad crónicas sino hasta pérdida de memoria. Lindo, no? mata que un trabajo contemple ese efecto como algo normal y esperable. Esto, aclaramos por las dudas, no es patologizar a nadie, es hablar de los efectos que puede tener la prostitución al margen de la capacidad de empoderamiento individual de cada mujer bio/trans.

Desde ya que mi cuerpo es mío, y creemos que más que nunca es mi cuerpo en su versión revolucionaria. Mi cuerpo y mi mente son uno y soy yo. Si hago algo con mi cuerpo que me obliga a disociarme de lo que éste siente, estamos en problemas amigas. La enajenación más depuradamente capitalista, cae sobre nosotras.

Claro que cada una puede hacer lo que quiera con su cuerpo, pero si nos interesa revolucionarnos tenemos que hacernos cargo de qué es lo que hacemos con ese cuerpo. Si vamos a entender que mi cuerpo es mío, al igual que cualquier otro objeto de propiedad privada, es una cosa, si vamos a entender que mi cuerpo es mío porque me constituye en un todo con mi identidad y libertad, es otra muy distinta.



Hoy encontramos el discurso que defiende la prostitución como trabajo como pobremente excusada detrás del caballito de batalla de “pro-sexo”, aparentemente rupturista. No por embanderarse detrás del simbolismo de “libertad sexual” eso significa algo. Es curioso ver cómo se corre el eje hacia argumentaciones aparentemente osadas que se erigen sobre la defensa del “sexo”, llamándose “pro sexo” (¿?) creando la falsa dicotomía sexualidad-libre versus moral-que-se-escandaliza-ante-el-sexo-sin-amor. Surge la necesidad de aclarar lo siguiente: acá nadie está hablando de sexo. Porque el sexo no tiene que ver sino sólo como imaginario, uno que reduce la potencialidad infinita de la sexualidad libre, variable, sensible y deseosa. El problema es político, económico e ideológico. Y este tedioso documento no pretende más que problematizar este último tópico dentro del movimiento de mujeres, lesbianas y travestis: cómo desde las ideologías de lucha y resistencia se despertaron fuerza conservadoras. A tal punto el sexo no tienen nada que ver, que nos acordamos de Foucault cuando refirió hace ya tiempo que la aparente “libertad sexual” contemporánea más que romper y revolucionar no hacía más que crear nuevos dispositivos de disciplinamiento, llegando el poder y el control a donde antes no llegaba, o no llegaba tanto.

En cambio, nuestro posicionamiento está lejos de la moral pacata que nos quieren adjudicar desde la “libertad sexual”. Buscando definirnos desde afuera, desconociéndonos como interlocutoras dentro del activismo feminista anticapitalista que busca romper con las constituciones burguesas de sexualidad y familia. La moral que nos quieren achacar es de una mojigatería aplastante horrorizada con la vida de “libertad sexual” aparente de una mujer o travesti en situación de prostitución. A ver, vamos a decirlo sencillo: las que estamos detrás de estas palabras estamos lejos de creer en los valores burgueses de amor romántico, familia nuclear, heteronorma, monogamia y demás sustentos del capitalismo patriarcal. Somos en su mayoría tortas feministas que apostamos por nuevas formas de relacionarnos sexo-afectivamente en este mundo y ni mella nos hace una persona que pueda coger con muchas, de las infinitas maneras que les resulten más placenteras.

Entonces, si hay que hablar de valores, en todo caso hablemos de los valores de la libertad y dignidad humanos, que antes que morales los consideramos éticos y revolucionarios, y que en primer lugar buscan recuperar la sensibilidad anestesiada por el capitalismo heteropatriarcal. Una sensibilidad emancipatoria que nos realice como vidas plenas a través de relaciones igualitarias, sin normas morales que nos opriman. A la dignidad la defendemos no como valor moral judeocristiano sino como ejercicio pleno de la libertad más libertaria. Por eso consideramos que la prostitución es un reducto siniestro del capitalismo patriarcal, no porque nos resulte escandalosa ni “inmoral” sino porque pone en jaque ese valor al convertir las potencias sexuales en tristes mercancías.
Que la abolición de la prostitución esté muy muy lejos, al igual que el resto de las aspiraciones revolucionarias como la caída del patriarcado o del capitalismo, no por ello significa que debamos olvidarla y menos aún legitimar sistemas que aseguren su perpetuidad.

La posmodernidad es el opio del activismo

Ante todo, llamamos posmodernas o “posmo” no a toda las ideas valiosas y heterogéneas de más de dos décadas de discusión y teorías, sino al estigma ideológico presente, que como fantasma recorre una buena parte de la misma: las premisas de que no existe ninguna verdad, y que por tanto, todo es relativo.
Ello lleva a la caída de los grandes relatos de la realidad, la feliz decadencia de las historias oficiales, y de muchas otras “verdades” construidas desde la hegemonía. Hasta ahí todo bien, ¿quién no está en contra de los absolutismos y de los conocimientos producidos de manera autoritaria? El problema o sesgo posmoderno, que en este debate vemos gozar de toda vitalidad, es que ese relativismo se vuelve tan extremo que se pierden las escalas y parámetros críticos para mirar la realidad. Un hecho, por más reconstruido que pueda ser desde los discursos, existió o no existió (una violación o un genocidio, por ejemplo, no son relativos). Muchas veces ese relativismo lleva a paralizar todo posicionamiento, a relajar el espíritu crítico, una sedación altamente tóxica para los espacios de lucha y resistencia, justamente.
Lo que veremos ahora es cómo en los discursos reglamentaristas la cultura de la prostitución se ha lavado la cara en las aguas de la posmodernidad. Esto se ve claramente cuando escuchamos que más allá de lo desagradable o violento que pueda resultar, las prostitutas tienen amplios márgenes de empoderamiento y control o poder sobre la situación, lo que implícitamente lleva a justificar la perpetuación del sistema prostituyente. Y no sólo eso, la prostitución asociada a la “libertad sexual” se vio en discursos de los últimos años extrañamente alineada a la idea de “disidencia sexual”, comparada con acciones potencialmente disidentes o contrahegemónicas, como afirmarse como lesbiana o pronunciarse como abortista, estas últimas asociaciones ubicadas en un curioso horizonte no reproductivo...Al respecto, hay una proclama de lesbianas feministas que se llaman a sí mismas “prosexo” y que están a favor de reglamentar la prostitución como un trabajo cualquiera y que al mismo tiempo asocia ese pedido con estos sentidos de resistencia al patriarcado (los links están al final).
El reglamentarismo pugna porque se reconozca la prostitución como trabajo, comenzando por instalar el rótulo “trabajadora sexual” al referirse a una mujer o travesti en situación de prostitución, buscando diferenciarla de aquella en la misma situación cuyo inicio tuvo que ver con la trata. La lucha es por adquirir los mismos derechos laborales del que cualquier otro trabajo goza, jubilación, seguro social por accidentes, cobertura de salud, etc. Así también, lucha porque se deje de criminalizar a las personas que ejercen la prostitución, que la policía deje de cometer abusos de toda índole y cobros de coimas. Esta búsqueda es legítima y profundamente compartida por el abolicionismo, sólo que desde este último consideramos que no es desde una política de reivindicación de la prostitución como trabajo que se van a lograr los derechos humanos y la libertad plena para este grupo.

Esta corriente en su versión académica, no sólo reivindica la prostitución, sino que exalta la dimensión de la agencia (la capacidad de acción) de la mujer o travesti en situación de prostitución. Así, se pone de relieve el empoderamiento y el margen de acción -que nunca estuvo en duda- por sobre las relaciones de desigualdad estructural. Lo mismo sería decir que una persona pobre tiene un margen de acción para empoderarse frente al jefe que lo explote, entonces se reivindica la pobreza para que las cosas sigan así. Claro que en relación a la clase existen estos razonamientos, son los de la derecha conservadora, nunca de un movimiento social de izquierda. Resulta llamativa la forma en que se adoptó este relativismo de parte de muchas feministas que no se identifican como liberales sino al contrario, muchas son de izquierda o anarquistas.

En esta clave de resaltar la agencia y el empoderamiento, una acusación muy fuerte que es común escuchar desde reglamentaristas hacia abolicionistas es que estas últimas victimizamos a las mujeres bio/trans en situación de prostitución. Consideramos una acusación reaccionaria que nos digan esto, incluso de ser “amarillistas” cuando en realidad estamos poniendo en palabras lo que pasa cuando se queda sola una mujer bio/trans con un varón cliente. Y lo que pasa, es la exposición sistemática y cotidiana a riesgos que atentan contra la integridad física y psíquica de las primeras: 1. Riesgo a la violencia de ser penetrada sin consenso, es decir, a ser violada, 2. Riesgo a la violencia que puede acompañar la relación sexual consensuada como la humillación verbal; 3. Riesgo a ser golpeada y asesinada; 4. Riesgo de contracción de enfermedades de transmisión sexual o a los embarazos no deseados, cuando al cliente se le ocurre coger sin forro. Ello, descontando el desgaste físico cotidiano y la abrasión en la zona genital que sería en todo caso la menor de las violencias más arriba mencionadas. Ni hablar de la posibilidad de quedarse con los síntomas del TEPT (trastorno de estrés post traumático, mencionado más arriba) después de años de prostitución.

Desde ya, que casi todo, por no decir todo trabajo, dentro de este sistema capitalista conlleva niveles de explotación, relaciones de poder, alienación, y por tanto, violencia. Ahora, lejos de relativizar la violencia, sino al contrario, buscando situarla en estructuras históricas de desigualdad, sabemos que no es lo mismo que un jefe de oficina nos dé órdenes, nos exija atender más el teléfono, o limpiar mejor, o atender más rápido al cliente, no es lo mismo que el abuso de poder que puede haber en un contexto donde la sexualidad se pone en juego de una manera central: no es lo mismo estar expuestas en nuestra labor cotidiana a que te metan la pija o las manos o un objeto por cualquier orificio del cuerpo sin que queramos ¿quién puede poner límites en esa situación? Las mujeres bio/trans en situación de prostitución que no hayan sido abusadas ni violentadas que levanten la mano. Hasta ahora, sabemos de relatos de abusos sistemáticos (3/4 de las personas en prostitución son violadas, hola). Y que no nos corran de amarillistas (ahora nombrar la violencia es ser amarillista): una cosa es el detalle morboso de un medio masivo de comunicación que insiste con detalles de violencia contra los cuerpos de las mujeres bio/trans violentadas, otra muy distinta es denunciar lo que pasa en la vida cotidiana de una mujer bio/trans expuesta a la práctica prostituyente. Dejemos por un momento las ponencias para congresos y miremos lo que les pasa a esas otras. Y si la prostitución fuera tan disidente, ¿por qué las antropólogas y las tortas no van a la esquina a chupar una pija por 30 pesos como parte de su activismo? ¡Por favor!

Una cosa es victimizar y otra es hablar de la realidad, si no podemos hablar de determinados temas porque estamos victimizando a las mujeres, entonces no hablemos de que las mujeres seguimos siendo violadas por varones en quiénes confiábamos, seguimos siendo cagadas a palos por nuestras parejas, seguimos sin poder abortar en los hospitales poniendo en riesgo nuestras vidas y así sucesivamente. O no, ¿mejor no hablar de ciertas cosas? Pero ah! El feminismo planteaba politizar la vida cotidiana, hablar de lo que pasa en la esfera de lo privado, poder romper el silencio... ¿entonces? ¿en qué quedamos?

Si hablamos de victimización, son las activistas por el reglamentarismo que se adjudican que no pueden decidir sobre su propio cuerpo. Consideramos esta inversión, un acto de manipulación ideológica, sabiendo que no está prohibido ejercer la prostitución (el abolicionismo no lo reprueba). Sí es una realidad que la policía las persigue y criminaliza insistentemente, y contra esa violencia hay que luchar para que se las respete y deje tranquilas. No somos las feministas abolicionistas las que estamos reprobando dicho ejercicio, lo que reprobamos es la lucha por reglamentarlo, en lugar de luchar por abolirlo porque entendemos que ello es favorecer a que la institución prostituyente que ya de por sí es opresiva goce de mayor legitimidad.

Hay una cuestión que se juega en el dualismo de las argumentaciones victimización/empoderamiento  y que tiene que ver cuando se los usa de manera acusatoria y/o abusiva. Caracterizar a una mujer en términos de “víctima” puede servir para señalar con claridad el lugar estructural de desigualdad en el que se encuentra en situación de prostitución, que no es otro que el lugar en que nos encontramos todas las que tenemos cuerpos géneros feminizados pero potenciado. Es así que insistir solo en el carácter de víctima puede llevar a la parálisis, la infantilización y demás sensaciones de precariedad que atentan contra la fuerza para resistir a las violencias. La otra cara de la moneda, el empoderamiento destaca esto último y es sumamente importante no perderlo de vista para crear fortalezas y estrategias de resistencia. Por otra parte, sobredimensionarlo es muy peligroso ideológicamente por dos razones. La primera es que suele desdibujar lo estructural e histórico de la prostitución y la desigualdad de género, y la segunda es que termina operando en un sentido culpabilizador al recargar sobre los hombros de la mujer bio/trans la responsabilidad de la violencia: cuando es ella la que debe estar lo suficientemente empoderada para resistir o responder la violencia, se naturaliza la situación. Se ve cómo nada recae sobre los varones-cliente. Jodido. Creemos que este culto a las estrategias individuales, lleva a relativizar la violencia a tal punto de no verla, o de desconocer la dirección que tiene, lo que a su vez lleva a criterios tibios que impiden establecer mínimos marcos desde donde tomar posición, lo que lleva a avalar la chorredera de violencias ultrapatriarcales que se descargan en las prácticas cotidianas de la prostitución.

Afirmamos por tanto, que es FALSO que la agencia individual y la caracterización de violencia estructural se oponen, ambas son niveles de la misma realidad y no deberían ser sobredimensionadas ni olvidadas ninguna de las dos. Lo que desde el abolicionismo señalamos es lo que es tan fácil de ver en otras discusiones: la desigualdad histórica, la violencia, el silencio cómplice de la cultura heterocapitalista. Esto NO niega la fuerza que pueda tener la prostituida, la capacidad de resistir, de crear estrategias de empoderamiento. No es víctima, es sobreviviente y en tanto tal, tiene herramientas para elaborar y resistir su realidad.
Dentro de creer que la prostitución es un acto de disidencia, muchas la reivindican por el lado de que es una práctica sexual no reproductiva, y sería por tanto una forma de resistir a la reproducción del heterocapitalismo. Es un mito cínico considerar que la prostitución atenta contra la reproducción, nunca una institución como la familia se vio tan bien acompañada y reforzada por la institución de la prostitución. La norma moralista heteronormativa que nos manda a ser madres se regocija creando la fantasía de la libertad sexual, asociada a la prostitución. Cuando te acercás apenas un poco, no hace falta mucho, te enterás que la mayoría de las mujeres bio/trans en situación de prostitución tienen hijos e hijas. No existe esa idea de la prostitución como resistente al mandato de la familia, más que en la idea de una norma que se legitima creando lo ilegítimo para sostenerse. Estamos hablando que la prostitución es inmoral sólo para la moral burguesa que la celebra, para nosotras es irrelevante en términos morales. La mujer o travesti no pierde su dignidad humana al prostituirse, porque cambie sexo por plata, porque “esté mal” hacer tal o cual cosa. Más bien, pone en riesgo su dignidad humana al poner en riesgo su vida, no por lo que hace sino por las consecuencias que puede tener lo que hace.

A las corrientes poscoloniales que tanto disfrutan de exaltar la
 agencia y los relativismos antes que mencionar algo parecido a la desigualdad y la injusticia, les preguntamos si no se percataron de que los países ricos consumen mujeres bio/trans prostituidas que provienen de países pobres, muchas ex colonias como países latinoamericanos, africanos y del sudeste asiático. ¿No tendrá algo que ver con el racismo capitalista la selección de cuerpos a ser prostituidos? Y eso ¿no significa nada al leer la “libre decisión” de cada una a la hora de prostituirse?

No hay forma de convertir a la prostitución en un trabajo seguro porque su misma práctica es ya un abuso: como ya mencionamos, implica el desdoblamiento emocional, la disociación entre la mente y el cuerpo, para no sentir, para “consentir” relaciones sexuales sin deseo. Entendemos que esta realidad la pueda defender el patriarcado, si los varones clientes salen a las calles para pedir que la prostitución se reglamente sería mucho más esperable y comprensible que las lesbianas feministas declamando la prostitución como un acto disidente.

Algo muy curioso en esta lucha de sentidos y activismos es que hemos preguntado a representantes del reglamentarismo si habían escuchado esas otras voces de compañeras putas que son abolicionistas. Y lo extraño, es que o bien se nos han reído socarronamente descalificándolas diciendo que estaban locas (esto pasó en el debate de una jornada llamada “Reflexiones actuales sobre prostitución" viernes 31 de Mayo del 2013, 19 hs, aula 128, FFyL. Coloquio Organizado por el PRI, debates contemporáneos de la teoría feminista. Implicancias y aportes para la investigación social) o bien se ha hecho un silencio y se ha cambiado de tema o respondido algo colateral dentro de la discusión como que los casos de violencia son aislados y no se puede hacer de eso una generalización (esto pasó en una discusión en Facebook, a propósito de una nota donde una antropóloga afirmaba que las redes proxenetas pueden jugar como una suerte de “red de cuidado”, link abajo referenciado)
En cuanto al nombramiento de proxenetas como si fueran cuidadores, no nos meteremos de lleno, sólo vamos a decir que el significado de la acción de “cuidar” a alguien lo entendemos como una preocupación por otro ser que involucra afectividad y acciones en pos de su bienestar físico, psíquico y emocional, algo demasiado alejado de lo que puede ser una persona que gana dinero con la explotación del cuerpo de otra. Es decir: todas formas de esquivar nuestra pregunta.

Aún hablando con mujeres que se llaman trabajadoras sexuales y que están por el reglamentarismo, su motivo central para esta lucha suele ser la necesidad de sostener la familia, de que sus hijos e hijas puedan estudiar, etc. Ninguna reivindica la práctica como algo deseable, sino como algo que se convirtió en el inevitable sustento de sus vidas. Justamente, a ella las queremos acompañar, aunque disintamos en su modo de lucha, porque no vamos a victimizarlas y menos aún a ser cómplices de su criminalización y estigmatización social.
Planteamos escuchar y apoyar voces que, como ellas, vienen transitando la vida desde la prostitución y llegan a otras conclusiones. Vamos entonces a invitarlas a todas a escucharlas.


Sus voces, nuestras voces.

“Fui prostituta más de 15 años, desde los 17; y digo que lo que he vivido en la prostitución callejera, en los suburvios de La Matanza, no puede ser CUBIERTO - en el caso de reglamentarse - por ninguna obra social, ni una ART”, Diana Sacayán.

“La prostitución es una cuestión siniestra y si vamos a discutir con las compañeras sinceremos la agenda, debatamos las nefastas consecuencias que provoca en las personas que nos hemos visto sometidas a esta situación. Me parece una cuestión fundamental. Cuando rápidamente salen a sostener que la prostitución no es trata, ¿para qué se las trata a las mujeres? Para la prostitución. (…) el relato más amargo de nuestras vidas, lleno de dolor, de muerte, de ausencia, de violencia sobre nuestros cuerpitos. (...) Si bien creo que hay que aggiornar el abolicionismo, soy absolutamente abolicionista. La recuperación del cuerpo es uno de los actos más fuertes de libertad. Eso me hizo acercarme, declararme y ser”, Lohana Berkins.

“Lo único que esperás es que la tortura sea lo más breve. No ves, no mirás. Tus sentidos están puestos en la sobrevivencia y en la vigilancia de tu lucha por la vida y no el cuerpo del prostituyente. (…) El que transita de un espacio a otro con libertad es el varón. El consumidor puede ser simultáneamente padre de familia y esposo en un territorio, y ser prostituyente en el otro sin que ese juego ponga en cuestión su dignidad, ni su reputación. Por lo tanto esta frontera entre zonas de prostitución o zona de familia vale como frontera y límite sexual de división entre mujer decente y mujer puta (…) Somos mujeres perseguidas, vigiladas, registradas y controladas. Esta es una condición inherente a la situación de prostitución. No pertenecemos a una categoría de libertad, ni de ninguna forma de "ciudadanía". Sonia Sánchez.

¡Qué lindo es coger sin ganas!

Hay un amplio grupo de mujeres feministas militantes que no tienen una posición tomada respecto del tema de la prostitución, como dijimos. Con algunas de estas mujeres nos encontramos el año pasado en el taller de prostitución del Encuentro Regional de Mujeres, que tuvo lugar en el barrio de José C. Paz. Ahí había varias compañeras de espacios militantes de inserción territorial en localidades del Oeste, como Moreno, Pilar, Hurlingham, además de José C. Paz. Estas compañeras, en general, eran de clase baja, venían de barrios muy humildes, según nos contaban, y carecían en este tema de un posicionamiento tanto personal como grupal, o sea, las agrupaciones o movimientos a los que pertenecían no tenían una postura tomada al respecto. Pero todas coincidieron en no poder considerar a la prostitución como un trabajo y menos una opción de vida, ni para ellas, ni para sus hijas, ni para ninguna mujer. Estas compañeras hacían alusión a ver en sus barrios como las chicas de 12, 13, 15 años se metían en la prostitución, para subsistir y cómo no había luego de esto nada más que un círculo de relaciones violentas, adicciones, rechazo familiar, imposibilidad de retomar los estudios, etc. Estas compañeras, ven muy de cerca la falsa opción de la prostitución, y con mucha menos reflexión al respecto que las académicas de un lado y del otro. Dicen, directamente: no es trabajo. Este es un ejemplo pequeño pero muy puntual y revelador, de que cuanto más nos acerquemos a las mujeres que por una cuestión de clase, más a la mano tienen el trabajo sexual como medio de vida, o sea las más pobres, son las que más convencidas están de que la prostitución no es un trabajo como cualquier otro y no se lo desean a ninguna mujer.

Nos preguntamos cómo es tan difícil de ver para el resto, para las muchas mujeres de clase media o media alta, que tienen el poder de la palabra legitimada por la academia y el de alimentar discursos y posturas, cómo ellas no pueden ver la magnitud de violencia intrínseca a la prostitución, creer en las palabras de quienes la padecen y aunque sobrevivan a través de la misma plantean que no es deseable para nadie y que desearían haber podido tener otra oportunidad, incluso hoy, poder salir de la prostitución.

Nos preguntamos por qué es tan difícil de entender, especialmente para las feministas para quien la voz de la mujer o travesti debería ser escuchada y no puesta en cuestión. Nos hace acordar a cuando somos violadas por un conocido o golpeadas por nuestras parejas y nos dicen que seguramente exageramos o que fue una extralimitación. Acá estamos hablando de prácticas de violencia sistemáticas. Y es muy jodido no atender a ellas.

La doble vida tan clásica del marido careta que mantiene la fachada de la familia feliz, y entre la casa y el trabajo se va de putas, la madre y la puta, ¿no les suena de algún lado? Qué más funcional al capitalismo que la familia nuclear reproductora de mano de obra, con todos los mandatos de la mujer que debe casarse y tener hijxs, versus la prostituta de vida pública y liberal con quienes lo varones pueden coger de maneras “inmorales” que nunca se atreverían a sugerir a sus esposas-madres y sí a las putas, ya que lo hace “porque le gusta” y si no le gusta no importa “lo hace porque le pago”.
Y todo lo que como feministas sabemos, hay que recordarlo al parecer...

La pregunta es ¿cuándo la prostitución se volvió algo revolucionario o disidente?

La prostitución es que te puedan coger a cambio de dinero, que la carne sensible deba entregarse por plata con algo de ganas, muchas, pocas o sin ganas en absoluto. Estamos hablando de una entrada de dinero para sobrevivir. Apelamos a la empatía de las académicas de clase media que están viviendo sus vidas en su casa propia, charlando con amigas o familia con un vinito que no es de veinte pesos. Y con empatía nos referimos a poder pensar desde una qué nos pasaría si la prostitución fuera nuestro trabajo diario, si el miedo y el asco fueran nuestras emociones diarias…porque además vale preguntarnos si el asco a limpiar un inodoro ajeno (típico ejemplo citado como un trabajo más desagradable que la prostitución) es el mismo asco que tenemos a que un borracho desagradable -que en general buscamos tener bien lejos- esté con su pija en nuestro cuerpo jadeándonos al oído. Y acá sí que hay tabúes culturales y de clase, limpiar un inodoro ajeno parece horrendo y asqueroso, y tragarse el esperma de un tipo que no nos gusta pareciera hasta irreverente! Siempre los cuerpos femeninos poniendo el cuerpo para la violencia, nada más natural-izado. Ni hablar de las tortas activistas que no sabemos en qué punto del chip les converge la idea de que disidencia sexual y prostitución son algo compatible.

Vamos. Porque la puta es otra nos parece copado.

Para algunas puede resultar una salida de supervivencia, para otras una situación forzada, para ninguna una situación deseada. El mito de que la prostitución trae dinero rápido, es eso, una mentira para justificar la condescendencia neoliberal de ascenso en la escala social. Ni las mujeres ni las mujeres trans se han visto enriquecidas después de haber pasado la vida en la prostitución, al contrario, la mayoría de las veces terminan igualmente pobres. Ni siquiera repone el no acceso a los derechos humanos producto de la desigualdad. Por la experiencia en otros países, reglamentar la prostitución, no quita el estigma social ni la violencia cotidiana que la misma conlleva. Es ingenuo pensar que la policía se va a correr del negocio y el abuso, no hay chances.



Después de toda la información que existe y circula para quién quiera oír, desde las voces de las protagonistas, a los estudios, a la reflexión, a los datos duros, después de eso alzar la bandera feminista de mi cuerpo es mío para legitimar la prostitución como clave de disidencia sexual antipatriarcal nos parece mucho. Y ese mucho es que nos parece cínico y con un grado de violencia latente atroz. Por eso explotamos con este documento. Ya basta de los discursos falsamente progres que encierran un conservadurismo aberrante.

Desde ya que estamos en contra de toda política represiva, desde las políticas prohibicionistas (un cambio hacia la libertad no puede venir de la represión y la censura). Y no hemos hablado mucho del estado, porque no era el punto, simplemente decir, que este estado argentino es, formalmente, abolicionista (firmó el tratado abolicionista internacional de 1949, donde dice que la prostitución atenta contra la dignidad humana). Ello no es ni más ni menos que un seguro formal, al igual que un montón de otros tratados de derechos humanos que no se ejercen de manera cabal en los hechos, básicamente porque un estado capitalista nunca va a respetarle los derechos humanos a la totalidad de la población. Podemos luchar a distintos niveles de igualdad, ir por la revolución o la reforma, pero a la escala que sea que nos dé el cuerpo, creemos que siempre hay que tirar para el mismo lado: acompañando los cambios que vayan por la liberación de las potencias. Poner energía activista de lesbianas y teóricas en acompañar una ley que reglamente la prostitución como trabajo es, como dijimos, algo más que retrógrado e incoherente. Es tan tristemente de una resignación e hipocresía del activismo, que nos remitió a lo que a su turno propone la iglesia con los pobres, hay pobres, es una realidad, bueno hagamos caridad, nada de buscar la autogestión y la lucha de clases.

Proponemos, en cambio, poner las energías vitales en luchar porque el abolicionismo sea cada vez más real, a partir de cambiar los modos patriarcales de pensar y de sentir, y animarnos a crear relaciones sexoafectivas más creativas y que no sean a costa de los cuerpos de nadie. Usar las energías de lucha a favor de crear espacios de organización creativa de cooperativas y otros trabajos autogestivos que puedan surgir, obligar al estado que el abolicionismo que firmó sea algún día real, o lo que sea que se nos ocurra para revolucionarnos a todas, ¿por qué no?

Creando resistencias: descolonizarnos, reinventarnos.

Abolir algo, es desear su inexistencia, y en tanto exista, desear su destrucción. Es inevitable por la misma historia de la palabra no remitirnos al fuerte deseo de destruir la esclavitud. Todo grupo que desee ser libre, desea destruir las formas opresivas y violentas que lo someten. Nosotras, mujeres, lesbianas y bisexuales feministas, nos posicionamos en contra del reglamentarismo porque lo entendemos como ULTRAPATRIARCAL: ni siquiera reformista, es un giro hacia el conservadurismo más asqueroso del patriarcado disfrazado de “libertad sexual”, o mucho peor, de “disidencia sexual”.

Con este texto quisimos mostrar que la prostitución no es una cuestión de sexo, es una cuestión de poder: la compra de sexo implica la negación del deseo de la otra persona, relegar su derecho al placer y relegar la integridad subjetiva, disociando la mente del cuerpo para no sentir. Y eso, al igual que la clandestinidad del aborto, es TERRORISMO SEXUAL.

Lo que es seguro, es que estamos lejos de poder leer esa relación en términos se libertad del deseo, o sea, no hay nada parecido a la libertad sexual. Una libertad que sólo puede aceptarse en el idioma burgués, una libertad de libre-cambio individualista, no de dignidad humana. Porque no somos “pro sexo” pero sí somos abortistas, disidentes sexuales, antimonógamas, anticlericales, y ambicionamos con revolucionarnos y romper con las fantasías mercantilistas con las que nos han colonizado los deseos.

No queremos ni una sola mujer ni travesti en situación de prostitución. Creemos que se está jugando un juego del revés muy jodido porque los costos para el movimiento de mujeres y lesbianas pueden ser muy altos. Queremos que nos erotice pensar que la prostitución es una mierda de supervivencia. A destruir y reinventarnos. Vamos por ese cambio. Dejamos a disposición las fuentes de donde tomamos toda la información compartida aquí, con la esperanza de que al ser socializada, pueda discutirse y tomar posición. Ya no hay excusas, y es tiempo.



GRUPO MALEZA

Octubre 2014


Referencias de las que hablamos!
http://prostitutionresearch.com/category/quickfacts/

http://www.apoyo-mutuo.org/la-prostitucion-aunque-se-le-cambie-el-nombre-sigue-siendo-explotacion/

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/subnotas/8790-893-2014-04-22.html

https://www.facebook.com/notes/noe-gall/una-proclama-de-lesbianas-feministas-prosexo-a-favor-de-las-trabajadoras-sexuale/560491100682534

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-8303-2013-09-15.html

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-7354-2012-07-06.html

http://justicewomen.com/cj_sweden_sp.html

http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-8351-2013-10-06.html

http://www.gadeso.org/sesiones/gadeso/web/14_paginas_opinion/sp_10000124.pdf

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-234625-2013-11-29.html

http://www.clarin.com/zona/mundo-prostitucion-posible-sociedad-igualitaria_0_489551164.html

http://www.redtrasex.org/


HTTP://AMMAR-CAPITAL.BLOGSPOT.COM.AR/ MARÍA GALINDO, SONIA SÁNCHEZ. Ninguna mujer nace para puta. 2007. Edición ilustrada de La vaca Editora, 220 pp.

Sheyla Jeffreys. La industria de la vagina. 2011.

Melisa Farley. Prostitución, tráfico y estrés post traumático:


http://potenciatortillera.blogspot.de/2013/08/activistas-varias.html Joseph Le Doux. El cerebro emocional. 1999

https://www.facebook.com/FrenteAbolicionistaNacional

http://campanianiunavictimamas.blogspot.com.ar/
“Lugar común. La prostitución” Silvia Chejter, 2011, Eudeba.

http://campaniaabolicionista.blogspot.com.ar/

http://www.malezagrupo.blogspot.com.ar/

http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-257623-2014-10-16.html


FB: Grupo Maleza



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